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La prensa histórica. De La Democracia a La Voz Bañezana.-

El artículo corresponde al epígrafe de igual título del Capítulo II (La Restauración) del segundo volumen (LOS PROLEGOMENOS DE LA TRAGEDIA. La Segunda República y sus preámbulos en la comarca bañezana) de la obra LA BAÑEZA 1936. LA VORÁGINE DE JULIO (Golpe y represión en la comarca bañezana)[1], en el que actualmente trabajamos.

(ver índice del Volumen II)

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        Era La Bañeza de final del siglo XIX y principios del XX una ciudad progresista, leída, culta, de comercio imaginativo y trama industriosa, en la que llegó a darse una llamativa y curiosa unión entre profesionales y obreros para acometer juntos alguna iniciativa de mutua cooperación a la que aportaron unos capital y su trabajo los otros, como fue la “colectivización” de la sección de zapatería de las Galerías comerciales de Álvaro Valderas[2]. Latía en sus sociedades y casinos una cultura proyectada hacia horizontes alejados del mero localismo[3], que dejó su poso en una ingente prensa con un abultado número de cabeceras, alguna de la cual, como la izquierdista y republicana, laica y progresista La Democracia, surgida en septiembre de 1899 (en diciembre de 1901, según otras fuentes, aunque se anuncia en 1928 como “el diario más antiguo de la región leonesa, fundado en 1830”) como “periódico político semanal” bajo la dirección de Gaspar Julio Pérez Alonso, dio desde aquí el salto a la capital de la provincia, donde se publica el 59 en marzo de 1902 (o en abril de 1904, según otros) como diario republicano hasta 1936, después de haber visto en su cuna bañezana sus 58 anteriores ediciones (la primera con pie de imprenta de Benavente), con artífices valiosos en su redacción como el veterinario Félix Cardillo Puerta, Menas Alonso Fresno[4], Ernesto Fernández y Fernández Núñez, el músico Leonardo Ruiz  García (autor de la suite de canciones populares bañezanas), el que entonces era Secretario del Ayuntamiento de Riego de la Vega, y Vicente Fernández Alonso (farmacéutico), adelantado promotor en sus escritos de la creación de una universidad para León (el edificio de San Marcos se proponía como sede), recogiendo en 1927 en La Opinión la idea de El Diario de León y amplificándola y difundiéndola con combativo entusiasmo por doquier.

        (Antes, en 1821, Felipe Sierra Pambley había presentado a las Cortes liberales del Trienio la primigenia solicitud del Ayuntamiento leonés de establecer en la capital “una universidad de tercera clase”)[5]. 

        Otras de aquellas publicaciones fueron: El Independiente, la primera editada en la ciudad (desde entonces alrededor de cien han visto la luz en La Bañeza), nacido en 1899 en su primera época, breve y ajetreada (alcanzaba el número 215 en septiembre de 1905), y recuperado en 1908, después de una interrupción, como “Semanario defensor de los intereses morales y materiales de la Comarca y la Nación”, bajo el lema “Progreso, Justicia y Libertad”, fundado y dirigido por el abogado Julio Fernández  Fernández y en el que colaboraba el abogado y procurador Augusto Valderas Blanco, al que siguen al principio del XX los semanarios La Crónica, publicada ya, a lo que parece, en 1905 y reaparecida en 1916 como “semanario independiente de información y noticias” y difundido los domingos; El Mercantil Bañezano, semanario independiente que sale en diciembre de 1905 o enero de 1906, y que se editaba en la imprenta de José Morán.

        El Eco Bañezano, que también como independiente, bajo la dirección de Avelino García Casado y la administración de José Fernández García y editado en la imprenta Viuda de M. Fernández, comenzó en 1906 a publicarse los domingos al menos hasta mayo de 1908, en que dedicó su número 86, extraordinario, a celebrar el primer centenario de la gloriosa fecha nacional. En el del 16 de agosto de aquel año se reseñan las dedicatorias de plaza y calle a los diputados del distrito Romero Robledo (ya entonces fallecido) y el maragato Pérez Crespo, que asiste a la misma; el éxito de las fiestas patronales, organizadas por una comisión de jóvenes, y para las que se han presupuestado mil pesetas (dice “Hablillas” –pseudónimo de Conrado Blanco León, confitero- en su Sección Vermuth); y la retirada o rescate que el gobierno disponía de las monedas de duro, los falseados “duros sevillanos”, que tenían más cantidad de plata que los legales, caso insólito en la historia de las falsificaciones de dinero, y que llegaron a ser más del 3% de los que circulaban, para sustituirlas por otras de nuevo cuño[6].

        Al tiempo que el alcalde accidental solicita al gobernador civil el envío de 40.000 pesetas en piezas de una y de dos, dada la carencia total de éstas, en algún comercio bañezano "se admitían duros sevillanos a cambio de género”, y en otros “se cambiaban duros sin quebranto de ninguna clase”. El episodio hizo que se acelerara la generalización del uso de billetes, y “pidámoslos y que nos los den, aunque sean de mil pesetas; cuantos más mejor” clamaba desenfadadamente “Hablillas”. La imprenta en la que se tiraba el Eco Bañezano era regida por el tipógrafo y socialista Ramón Santos Prada (continuaba siéndolo en 1916, en tiempos de La Crónica, y lo sería también en los de El Adelanto), que matrimoniaba en 1908 con Eustasia Ramos y Ramos, de Venialbo (Zamora), y que sería corresponsal de periódicos y encargado de suscripciones de prensa, y en abril de 1931 miembro del Comité Republicano-Socialista, con Felipe Alonso Marcos y otros, ante el cual resignarían el mandato el día 15 el ayuntamiento monárquico y su alcaldía.

        El número de El Eco posterior a los carnavales de aquel año informa del decaimiento y la tranquila calma que aquéllos mostraron, no obstante la presencia de la brillante Tuna Bañezana, el animado paseo en el Parador, y los concurridos bailes del Casino La Unión, el Liceo Bañezano, y los salones Laciana y el Relámpago, además de proclamar la queja de sus redactores por las amenazas de acallamiento y los desprecios del poder municipal frente a sus denuncias del calamitoso estado en que mantiene la higiene y la salud pública, crítica que, como veremos, fue preciso seguir vertiendo desde la prensa local en los años venideros.

        El 21 de marzo de 1909 ocupa su portada la noticia del fallecimiento y sepelio de don Gaspar Yébenes Ruiz, médico municipal de La Bañeza durante 47 años y de la Asociación de Socorros Mutuos La Caridad, y presidente de la Asociación de Médicos Titulares y de la Junta del Censo Electoral, víctima de contagio al practicar una operación quirúrgica a un afectado por enfermedad infecciosa de un pueblo vecino. Se glosa y alaba su trayectoria de mártir de la ciencia y de galeno abnegado y talentoso, pródigo y dispuesto siempre a remediar caritativamente las carencias de los enfermos y menesterosos, lo que le había valido la general estima de todos sus convecinos, “cuatro mil almas que lo lloran con dolor” y en masa asisten a su entierro, y el apelativo de “médico de los pobres”, el mismo que unos años después se dará en nuestra tierra a otros dos galenos solidarios y entregados a socorrer a los humildes. La Corporación, de la que con el alcalde forman parte los señores Mata, Pollán, Martínez, Marqués, Cantón, García, F. Casado, Román, Pérez García y Valderas, hace constar en el acta del Pleno del día 17 su pesar por el óbito y cubre interinamente su plaza con don Laureano Alonso González, subvencionando con 600 pesetas al Sanatorio Médico-Quirúrgico del doctor Otero (situado en las cercanías de la Iglesia del Salvador) “por el esmero con que está instalado y los generosos servicios que presta a numerosos vecinos de la ciudad”. 

        Todos aquellos rotativos, aunque con escasa vida algunos, alcanzaron a plasmar en sus páginas el pulso de la ciudad y su comarca.

        Existieron además y a lo largo de los años: El Tiempo (desde agosto de 1901 hasta septiembre de 1905, al menos), “semanario político” bañezano, conservador, editado en Madrid al dictado del Marqués de Cubas (se decía que Francisco de Cubas y Erice corregía allí las pruebas), diputado por el distrito bañezano y representante en el mismo del Partido Unión Conservadora del que era jefe Francisco Silvela, y del que fueron directores en diferentes ocasiones los abogados Antonio y Juan Fernández de Mata, y en el que colaboró el también letrado Julio Fernández Fernández. El periódico se repartía entre los electores del Marqués, y el 7 de diciembre de 1901 informaba desde sus páginas de “hallarse muy avanzado el sumario que continua instruyéndose por el tumulto de Castrocalbón, por el que hasta la fecha hay 24 procesados”, además de presentar desde el Juzgado municipal el pormenorizado movimiento de población de los pasados meses de octubre y noviembre en La Bañeza: 11 nacimientos y 7 defunciones en cada uno de los meses, y 5 y 2 matrimonios. “Entre los nacidos en noviembre se encuentran dos niños gemelos de padres pobres”. Tal vez acontecimientos como este obligaban a algunas madres a ofrecerse para entregar o compartir a cambio de dinero su capacidad nutricia amamantando a los hijos de otros, los que se lo podían permitir, como las que con frecuencia se anunciaban en la prensa de la época, y en Azul en septiembre de 1920, o en agosto de 1916, en La Crónica (“Ama de cría. Se ofrece para casa de los padres. En esta imprenta darán razón”).

        El Heraldo Bañezano, que ve la luz en agosto del mismo primer año del siglo como “Semanario independiente” dirigido por Manuel Fernández y Fernández Núñez, dueño de la imprenta en la que se editaba, y por su hermano Enrique Camilo al año siguiente; La República (en 1903, o en 1909, según otras fuentes), de corta vida, cuyos redactores Leopoldo de Mata Casado y Blas Cantón Cisneros[7] (que ya lo habían sido de La Democracia) eran criticados y en ocasiones injuriados por una parte de la sociedad conservadora; La Justicia Municipal, del que se publicaron pocos números y que pasó a llamarse en noviembre de 1904 El Imparcial Bañezano, semanario independiente que aún salía en 1906, que dirigía Eduardo González Picó y en el que colaboraban además y entre otros Alberto Fernández Fernández, Manuel F. y Fernández Núñez, y José Santos Fernández.

         El Popular, “semanario político” (también creado por Julio Fernández Fernández) que inicia su andadura en 1907, los sábados, bajo la dirección de Ernesto F. y Fernández Núñez y desde la imprenta-librería de José Morán Carracedo, y que en su edición del 30 de marzo de aquel año, a las puertas de la Semana Santa, se lamenta de “la institución ya de rigor en La Bañeza de los pisotones, codazos y magulladuras que mutuamente se propinan los devotos asistentes a sus solemnidades religiosas, amoratados por los golpes y los apretujones repartidos (a las jóvenes bañezanas sobre todo) desde la Novena de las Angustias hasta el Sábado Santo”; El Adelanto, semanario independiente que salía los domingos, desde 1910 a 1916 (a enero de 1914, según otros). Hasta 1914 lo dirigió Peña Martín, que compartía en él colaboraciones con el maestro Servando Juárez Prieto, Conrado Blanco León y Patricio Pérez Benito. Su redacción la componen entonces periodistas noveles a quienes les dolía el decaimiento y la indolencia de sus paisanos coetáneos. En diciembre de 1912 atravesó momentos difíciles por causa de la querella criminal que contra el autor de uno de sus artículos interpuso el letrado, decano del Colegio de Abogados y conservador diputado provincial por Ponferrada y Villafranca del Bierzo, Isaac Alonso González[8]; La Hojita Parroquial, “publicación semanal, religiosa e instructiva con censura eclesiástica” que se comenzó a editar en 1911 (en 1914, según otros) y que seguía saliendo sin interrupción aún en 1951 desde las sucesivas imprentas Viuda de M. Fernández, Marcos-Lefler, La Comercial, Rafael Artes Gráficas, y Gráficas Rafael, acompañada desde 1927 como suplemento por la revista quincenal infantil La Catequesis, impresa en la primera de las imprentas señaladas, y de los años 1928 a 1930 por el Almanaque Catequístico. Fue responsable de aquellas publicaciones accesorias el clérigo Ángel Riesco Carbajo, y del semanario matriz desde su llegada a La Bañeza en septiembre de 1926. En la sesión municipal del 10 de febrero de 1932 un concejal políticamente comedido como Joaquín Lombó Pollán recomendará al alcalde "hablar con el director de la Hojita Parroquial para aconsejarle amistosamente tener cuidado con algunas cosas que publica, y de no hacerlo así, que se ponga el asunto en manos del fiscal de la República". Era la segunda vez, desde el pasado septiembre, que en el Consistorio bañezano llamaban la atención las diatribas y los excesos de la “publicación religiosa e instructiva con censura eclesiástica editada desde la casa rectoral” y dirigida por aquel sacerdote, coadjutor entonces de la parroquia de El Salvador[9].

        El Bañezano, semanario conservador –único entonces en la provincia- editado en enero de 1912 en la imprenta Viuda de J. Morán, del que fue director Enrique Camilo Fernández Fernández y administrador el médico Salustiano Casado Santos; El Jaleo (1913-1915), del que más adelante nos ocuparemos. El Pueblo, periódico progresivo, defensor de los intereses locales, cuyo lema era “Moralidad y Justicia, Cultura y Orden”, y que se publicaba el segundo y el último domingo de cada mes, apareció en mayo de 1915 desde la imprenta Viuda de Morán y Hermana como portavoz de la asociación Amigos del Pueblo (surgida tal vez en La Bañeza al impulso de los aires leonesistas que en la capital alumbraba otra entidad del mismo nombre), que aspiraba a extender la prosperidad y el nivel cultural de sus vecinos creando una Biblioteca, fundando un Ateneo y una sociedad recreativa, y organizando conferencias y veladas teatrales. Componían el equipo del periódico algunos habituales entonces de las sucesivas publicaciones bañezanas: Servando Juarez Prieto, Conrado Blanco León, Manuel González Secos, y Manuel Ferrero González, su director hasta el 16 de septiembre de 1916, fecha en la que desaparece el periódico. El último debió de tener a mediados de julio de 1915 problemas relacionados con su ejercicio del periodismo con la justicia municipal, que solicita a la alcaldía bañezana informe sobre su conducta y medios económicos. Aquellas pretensiones, germen de un leonesismo local que reaparecería en la siguiente publicación y rebrotaría años más tarde, resultaron tan entusiastas y loables como efímeras, dada la corta vida que la sociedad y el periódico tuvieron [Blanco González, 2003a: 84, 85, 114, 115], a la que debió de contribuir el acoso judicial que algunos de sus colaboradores padecieron y que hizo que finalizando agosto fueran procesados además de Manuel Ferrero (de nuevo), Manuel González Secos, Felipe Martínez Fernández, y Pelayo Loydi Carracedo, otro fijo en las cabeceras de entonces, por injurias a la Autoridad, resultando absueltos en agosto de 1916[10].  

        En la misma imprenta se editó La Voz Bañezana, revista semanal en enero de 1917, dirigida primero por Servando Juarez Prieto y después por Adolfo Blanco García, administrada por Pelayo Loydi Carracedo, y redactada por Honorato Álvarez, Felipe Alonso Marcos, Menas Alonso Llamas, y Teodoro Toral González, con los que colaboraban entre otros Augusto Valderas Blanco, Gaspar Julio Pérez Alonso, José Marcos de Segovia (abogado), Juan Espeso González (notario), Martiniano Pérez Arias (médico), Menas Alonso Fresno, y el militar Nicolás Benavides Moro, y “semanario independiente defensor de los intereses de La Bañeza y su región”, desde octubre de 1926, editado en la imprenta Viuda de Loydi y dirigido y compuesto principalmente por Augusto Valderas Blanco, el comerciante Eumenio Fernández Alonso, y el industrial Vicente González Prieto[11].

        Le siguieron en el tiempo: Brisas (1918); Azul, revista semanal que vio la luz en agosto de 1920; El Sorbete, semanario cómico, bufo, charlotesco y de temporada (“No necesitamos censuradores”, añadía), comenzó a editarse en la imprenta Loydi en julio de 1921; La Opinión en 1924 en su primera etapa de portavoz del Directorio primoriverista en La Bañeza hasta 1928, y desde 1930 hasta 1933 en la segunda (a los tres hebdomadarios dedicamos sendos epígrafes posteriores); La voz del Pueblo; ¡Avance!, semanario de izquierdas (con cierta inclinación hacia el radical-socialismo y furibundamente anticlerical[12]) desde marzo de 1932 hasta julio de 1934, editado por Imprenta la Comercial (y en Astorga en sus últimos números, seguramente en la Imprenta Sierra) y cuya redacción y administración se hallaban en la Casa del Pueblo, dirigido primero por Bernardo Cantón Blanco (hasta el número 30) y por Antonio Juárez luego (hasta el 10 de octubre de 1932, en que cesa por enfermedad), y en el que escribían, como redactores, Eugenio Sierra Fernández (sería su director más tarde, desde el 2 de diciembre de 1932), José Gervasi, Francisco Falagán, Ricardo Repullés (Jefe de Correos en mayo de 1931), Abraham Bécares Rodríguez[13], Vicente Fernández Alonso, Jesús Parga, D. Fernández, y el maestro Ricardo Álvarez, además de Eumenio Fernández Alonso como habitual colaborador; El Adelanto, semanario católico independiente (tradicionalista, según alguna clasificación de la prensa de entonces) surgido en diciembre de 1932 para contrarrestar al anterior y bajo la dirección efectiva del sacerdote Ángel Riesco Carbajo, aunque en su inicio el director fuera Eugenio Llamas Ferrero (que lo era del Banco Central en La Bañeza desde julio de 1931, procedente de la dirección de la sucursal de Astorga),  y La Lupa, que aparece el 12 de abril de 1936 como “semanario local, literario y apolítico”, impreso también en la Comercial. 

        Una sección que se mantuvo prácticamente en todas las publicaciones que se sucedieron fue la que enmarcada en los ecos de sociedad noticiaba bajo titulares del tipo “Viajeros”,  “Vienen y Van”, o parecidos, los viajes que, de negocios, de vacaciones, a sus lugares de estudio, a sus posesiones en la comarca, a tomar baños de mar en Gijón o en balnearios medicinales como los de Morla y otros más lejanos, o a ciudades más o menos distanciadas, realizaban los integrantes de la clase acomodada bañezana, aquellos que eran reconocidos por sus convecinos con el tratamiento de don y doña, aunque en algunos casos, y tal como aún hoy se nos señala, “sus merecimientos para ello no iban más allá de pertenecer al gremio del comercio después de haber llegado, ellos o sus antepasados, con unos mulos cargados de lienzos y relojes u otras baraturas y haber alzado tienda o asentado la sucursal de alguna de las nacientes entidades bancarias”. Comerciantes de los que decía en 1928 el bañezano autor de Vendimiario tener ya mayor conciencia, y que tan solo dos décadas atrás en el interior de cada uno se escondía un ladrón que robaba en el peso y la medida y en la calidad del género, reclamando de los legisladores la obligatoriedad del “precio fijo”, que “hace por las almas de los mercaderes más que todo el miedo al infierno y a los tizonazos de Satanás” [Alonso Llamas, 1928: 100, 101]. Sin duda por ser escasos y casi exclusivos de tal élite eran aquellos traslados noticia en unos tiempos en los que viajar era infrecuente y estaba solo al alcance de los menos.

        Las hubo también que incluyeron en sus números folletones por entregas dispuestos para ser  encuadernados: lo hacía El Tiempo en 1901, y Avance en 1933; un año antes difundía éste bajo tal modalidad la nueva legislación laboral que la República había ido gestando. La Opinión publicaba a su vez a lo largo del año 1932 la Memoria del abastecimiento de aguas presentada a la Corporación por el ingeniero José Paz Maroto (que resultó después fallido, como veremos), desde julio, y la Ley de Bases para la Reforma Agraria, desde finales de septiembre. El Adelanto hacía lo propio con contenidos ejemplarizantes católicos desde marzo de 1933. De los tres últimos, dedicaremos un apartado específico al primero, y utilizaremos profusamente y con otras publicaciones los siguientes como fuentes hemerográficas que reflejan el pulso de los aconteceres en La Bañeza y en su comarca durante el periodo republicano, conscientes, por otra parte, de que algunas de ellas (Avance y El Adelanto) y alguna otra de la que haremos igual uso (El Diario de León, publicación “oficial” de y para los monárquicos conservadores) resultan hoy altamente parciales y subjetivas por haberse presentado antes fuertemente ideologizadas.

        Todas las cabeceras de la época y los números que de ellas se conservan tienen hoy un extraordinario interés y son imprescindibles para conocer con cercanía el transcurrir de aquélla, muy por encima del superficial y meramente noticioso que en cuanto a ellas y a otras provinciales a nosotros ahora nos anima. Algunas como El Jaleo, Azul o El Sorbete, más inclinadas a lo creativo, resultan hoy valiosas muestras de los quehaceres literarios y artísticos en los que se ocupaban distinguidos bañezanos de antaño (muchos de ellos participando en las publicaciones sucesivas, o simultaneas cuando las había como fue el caso de coexistir entre marzo de 1932 y al menos febrero de 1933 los tres semanarios La Opinión, ¡Avance! y El Adelanto (además de La Hojita Parroquial), y desde diciembre de 1932 a julio de 1934 los dos últimos-, con sus peculiares intereses y sus personales y reconocibles estilos), y todas son espejo que reflejan las particulares gamas de valoraciones, sentimientos, opiniones, adhesiones y rechazos que los acontecimientos de todo tipo, locales y de más amplio ámbito, les suscitaban, y bien merecedoras creemos que debieran ser por ello de un exclusivo estudio más en profundidad y de conjunto.

        Con las reseñadas, además del peculiar periódico La Dulce Alianza, creado en 1908 por Emilio Alonso Ferrero para sus clientes y para la propaganda de los dulces elaborados en su confitería del mismo nombre[14], las publicaciones Estudiantes, revista mensual del Colegio de La Bañeza (12-1948 a 5-1949); Riqueza Comarcal, revista quincenal editada por José María Marcos Lefler (1951); Lirba, revista mensual y cultural del Instituto Comarcal de Estudios Bañezanos; Bedunia, revista quincenal de la Asociación de Vecinos del mismo nombre (ambas en 1981; la segunda hasta 1987), y La Bañeza Hoy, semanario independiente nacido en 1999 en Castrocalbón cuya Redacción viene ocupando la misma dirección que era en 1996, cuando la dirigía Agustín García Alonso, la de La Voz de la Valdería, periódico fundado en aquella villa en 1912 por Aurelio Alonso Cepeda y “que se mantuvo poco menos que en el anonimato”[15], completan la nómina de las habidas hasta la fecha en la ciudad[16].


[1] CABAÑAS GONZÁLEZ, José. La Bañeza 1936. La vorágine de julio. Volumen I. León. 2010. Ediciones del Lobo Sapiens, es la referencia del primer volumen, ya publicado.

[2] Datos aportados por Alejandro Valderas. (04-03-2010).

[3] CARNICERO DE LA FUENTE, Luís Pedro, en el Epílogo a [Marcos Lefler, 2010: 209].

[4] En 1907 regentaba un almacén de maderas y materiales de construcción en la calle Fernández Cadórniga según El Popular del 30 de marzo de dicho año.

[5] Historia de León. Edades Moderna y Contemporánea. La Crónica 16 de León. (1997), pp. 1016, 1079. 

[6] En enero de 1932 el gobierno no recogía lo que quedaba de aquella ilegal moneda porque hacerlo supondría para el Estado, dado el precio de la plata, el gasto de una cantidad indefinida de millones, según respuesta del ministro de Hacienda en el Parlamento. (El Diario de León. 29-01-1932).

[7] Su hijo Bernardo Cantón Blanco llegará a dirigir un tiempo, en 1932, el semanario de izquierdas ¡Avance!

[8] El Adelanto, semanario independiente, desde 1910; El Adelanto, semanario católico independiente, desde 1932, y El Adelanto Bañezano desde 1956. Tales fueron las adjetivaciones de la cabecera a lo largo de los años. Según anotación de Conrado Blanco González (AHMLB).

[9] Ángel Riesco. Una corazonada de Amor. Documental de Andrés Garrigó. Goya Producciones. (2010).

[10] LCEALB (Libro de Correspondencia de Entrada) del 01-02-1915 al 05-02-1929. En el AHMLB (Archivo Histórico Municipal de La Bañeza).   

[11] Los tres serían tachados de izquierdistas unos años después. Eumenio además fue tenido por masón. Vicente perdería dos hijos: Joaquín, asesinado por los represores franquistas en León en febrero de 1937, y Fernando, caído en las filas nacionales en el frente de Teruel el 5 de febrero de 1938.    

[12] CHECA GODOY, Antonio. Prensa y partidos políticos durante la II República. Salamanca. 1989. Universidad de Salamanca, pp. 54, 109.

[13] Abraham y Eugenio, ambos tipógrafos, serían también victimados por el franquismo, el primero “paseado” en Izagre el 10 de octubre de 1936 y el segundo fusilado en León el 18 de febrero de 1937. Eugenio procedía de Astorga, de donde se había trasladado a La Bañeza al final de los años veinte, y debía de estar emparentado con los impresores Sierra de aquella ciudad. En la tradición (también bañezana) de socialistas y tipógrafos cabe incluir a Remigio Cabello, de padres de Oteruelo de la Vega y La Bañeza trasladados a Valladolid, donde nació en 1869 quien sería allí (fundó la Agrupación Socialista) y en el País Vasco y Madrid una relevante figura del socialismo hasta su muerte en mayo de 1936. Era en 1931 concejal vallisoletano, diputado en las Cortes Constituyentes, y presidente de la ejecutiva socialista.

[14] TOMÉ, Javier. “La historia escrita de la ciudad”. Diario de León. 03-07-2003.- TAB. “Entrevista: Imperiales Alonso. Cuatro generaciones fabricando un producto señero”. El Adelanto Bañezano. 15-02-2008. 

[15] De la mano de don Domitilo García Martínez, que fue maestro en Jiménez de Jamuz, y de las Ediciones El Rastrillo que el promovió aparecerían en Castrocalbón publicaciones y revistas como El Rastrillo Poético, Cuadernos de Cultura, y otras (GARCÍA ALONSO, Agustín. Revista Jamuz, nº 46 -Invierno 1996-1997-, y nº 54 – Invierno 1998-1999).

[16] Relación facilitada en el Archivo Histórico Municipal “Conrado Blanco”, de La Bañeza, con datos procedentes del Cronista Oficial de la ciudad, Conrado Blanco González; de El Jaleo, nº 13. 06-12-1914, p. 3; de Manuel F. Fernández Núñez (1919), y de Marcos de Segovia (1957).


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