---:::---   Actualizado: 22-01-2014   ---:::---

BREVES ARTÍCULOS (A MODO DE FLASHES) EXTRAÍDOS DEL CONTENIDO DEL VOLUMEN II  -  (1)

LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA

(HISTORIA DE LAS TIERRAS BAÑEZANAS DE 1808 A JULIO DE 1936)

Publicados algunos en AstorgaRedaccion (Otros Tiempos), otros en ibañeza.es (Sucedió Antaño), y los demás en el semanario La Bañeza Hoy (Retazos de Nuestro Pasado)

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Un vistazo a la prensa histórica en La Bañeza y su comarca.- Una mirada a la izquierda política y obrera astorgana.- Cuando las Misiones Pedagógicas visitaron Astorga y La Bañeza.- La compañía ferroviaria que no cumplió con La Bañeza.- El concejal comunista de La Bañeza que nunca existió.- Los barrios populares bañezanos y los hogares para obreros.- Cuando en 1933 la Iglesia de El Salvador pudo tener dos torres.- La defensa de la alubia bañezana: Un poco de historia.- Cuando solo los pobres servían a la patria.- El sindicalismo católico y la Federación de Astorga.- La defensa de la alubia y de los añejos y afamados vinos bañezanos.- Leonesismo desde la emigración (El Centro Región Leonesa y otros).- El Hospicio de Astorga en la República.- Cuando La Bañeza prefirió al general Espartero.- De villegos a ciudadanos por la generosidad de un prócer bañezano.- Los López-Núñez Villabrille de La Bañeza.- El Ferrocarril León- Braganza y otras fallidas vías férreas.- El cuartel que se fue para Astorga (y otros afanes bañezanos malogrados).- El último 1º de Mayo en muchos años en León, Astorga, La Bañeza...- La cacicada electoral del general Martínez Cabrera.- Los inicios del fútbol bañezano.- El hermano del Padre Miguélez.- La república y los escolares bañezanos.- Liberales leoneses mal pagados.- Imperiales bañezanos para Don Niceto Alcalá-Zamora.- Esquilmados por amigos y enemigos.- Artesanos chocolateros, tejedores y fotógrafos (la saga bañezana de los Prieto).- Nudismo en La Bañeza en el verano de 1935.- De farolas y templetes.- Una mirada a la enseñanza al final del siglo XIX.- Borrón y cuenta nueva en la Banda Municipal de Música en 1934.- La broma (y las coplas) del número de Lotería premiado en 1925.- El crimen de Pepe Aparicio en 1935.- La Primera República en La Bañeza. Alcaldes republicanos de La Bañeza (I).- Altercados por el empleo (y otros sucesos) al inicio de 1934.-  Cosos taurinos bañezanos.- La Izquierda Revolucionaria y Antiimperialista leonesa, disidente de la República burguesa en 1931.- La lucha contra el paro en la primavera de 1936 en La Bañeza.- El advenimiento de la República en Madrid en 1931 según un testigo bañezano.- La Semana Santa en la República en Astorga y en otros lugares.- La creación de las bañezanas Escuelas de la Villa.- Las mujeres de Acción Femenina Leonesa en La Bañeza.- La chispa del ferretero y otras anécdotas bañezanas de los comicios generales de 1933.- Cazarabet conversa con... José Cabañas González.

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Más breves artículos (2)

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UN VISTAZO A LA PRENSA HISTÓRICA EN LA BAÑEZA Y SU COMARCA.

El mismo año que nacía La Voz de la Valdería se fundaba La Pajera, primera fábrica española de fundas de paja de centeno para botellas.

    Las publicaciones La Democracia, El Independiente, Eco Bañezano, El Tiempo, El Heraldo Bañezano, La República, El Imparcial Bañezano, El Popular, La Hojita Parroquial, El Bañezano, El Jaleo, El Pueblo, La Crónica, La Voz Bañezana, Brisas, Azul, El Sorbete, La Opinión, La voz del Pueblo, Avance, El Adelanto, La Lupa, El Adelanto Bañezano, además del Boletín Agrícola Bañezano, del peculiar periódico La Dulce Alianza, creado en 1907 por Emilio Alonso Ferrero para sus clientes y para la propaganda de los dulces elaborados en su confitería del mismo nombre, Estudiantes, revista mensual del Colegio de La Bañeza (1948-1949); Riqueza Comarcal, revista quincenal editada por José María Marcos Lefler (1951); el periódico mural El Pueblín, de vida muy efímera, confeccionado y expuesto en el Bar de Acción Católica en algún breve momento de los años 60 por un grupo de estudiantes bañezanos; Bedunia, revista quincenal de la Asociación de Vecinos del mismo nombre (en 1976 y manteniéndose once años); Lirba, revista mensual y cultural del Instituto Comarcal de Estudios Bañezanos, que aparece en 1982 (y después cuando le cuadra), y La Bañeza Hoy, semanario independiente nacido en 1999 en Castrocalbón cuya redacción viene ocupando la misma dirección que era en 1996, cuando la dirigía Agustín García Alonso, la de La Voz de la Valdería, que ya existió como periódico fundado en aquella villa en 1912 por Aurelio Alonso Cepeda, en el que después colaboró el maestro Maximino Descosido Fuertes (que dirigió Lirba), y “que se mantuvo poco menos que en el anonimato”, completan la nómina de las más de treinta cabeceras de la prensa habida durante un siglo y hasta la fecha en la ciudad de La Bañeza y en algunos otros lugares comarcanos.

    Por lo que hace a Castrocalbón, además de aquel madrugador diario, de la mano de Domitilo García Martínez, que fue con los años maestro en Jiménez de Jamuz (lo era en los 60), y de las Ediciones El Rastrillo que él promovió, aparecerían allí publicaciones y revistas como El Rastrillo Poético, Cuadernos de Cultura, y varias más. Maximino Descosido colaboró además en otras publicaciones surgidas en la localidad, como El Eria, y fundó y dirigió otras revistas culturales y literarias, como Fontiñea, Sombras, Continente y Aula de Cultura.

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        UNA MIRADA  A LA IZQUIERDA POLÍTICA Y OBRERA ASTORGANA.

    El tipógrafo Pablo Iglesias funda en 1879 el socialdemócrata Partido Socialista Obrero Español. En Astorga se constituía su primera agrupación en 1897, y se reorganizaba en 1914, apareciendo como activa en mayo de 1928 y en noviembre de 1929, habiéndose mostrado como desorganizada (sus integrantes no están al corriente de pago de las cuotas con los órganos de la dirección nacional) en 1899, 1915 y 1921.

    En La Bañeza surgía en 1885 la Sociedad de Socorros Mutuos La Caridad, y en Astorga en 1897 otra sociedad del mismo nombre y cometido, acompañada por entonces por una llamada Sociedad Filantrópica de Jornaleros. En abril del mismo año florecería allí la primera Agrupación Socialista de la provincia leonesa, coincidiendo con la conmemoración de la proclamación de la Commune, cuyo comité directivo experimentaba algunos cambios en febrero de 1898 (en los años de la Segunda República llegó a existir una exclusiva Juventud Socialista Femenina de Astorga). 

<<<< Muchachas de la Juventud Femenina de Astorga ayudantes en la Cantina Escolar (de Tierras de León).

    Se creaba en marzo de 1906 la cooperativa Ateneo Asturicense, y en diciembre de 1908 una Asociación de Secretarios de Ayuntamiento. Entre las fechas de una y otra visita a la provincia leonesa del histórico líder socialista (en 1900 la primera, y la segunda en octubre de 1904, acompañado en esta por Remigio Cabello Toral, de ascendencia bañezana) se habían fundado en la ciudad maragata en julio de 1902 la Asociación Obrera Astorgana, y en julio de 1903 una Caja de Ahorros para mejorar la clase obrera.

    Tras la prohibición hasta 1914 de actividades obreras después de la huelga general de 1911, el anarquismo leonés derivó una parte de su lucha hacia el apoyo a la enseñanza laica y a la creación de “escuelas neutrales”, pero la persistencia del paro, la carestía de la vida, y la emigración que ello generaba, radicalizaron a la clase obrera leonesa y acercaron entre sí a la CNT y la UGT. Se desató otra huelga general en el otoño de 1913, y en las de julio de 1916, mineras y ferroviarias, y en la general revolucionaria de 1917, las detenciones se cebaron en los anarquistas. Con los Sindicatos Únicos la CNT aumentó la militancia, que alcanzó su máximo en 1919, con 372 afiliados en el Centro Obrero de Astorga (fundado ya en 1913) y 117 en la Sociedad Obrera de La Bañeza, encuadrados desde 1920 en la Confederación Regional de Asturias, León y Palencia que entonces se creaba.

Por el suplemento que el bañezano El Jaleo (periódico mensual fantasma-satírico-cómico-bufo y humorístico, se definía) dedica en mayo de 1914 a la celebración de la fiesta obrera en La Bañeza (la primera que allí se organizó) sabemos que se conmemoró entonces el Primero de Mayo en Astorga con manifestación por la mañana y gira campestre en la Eragudina por la tarde, con banda municipal, pianos manubrios, gaitas, tamboriles y panderetas, y de remate velada teatral representando por aficionados el drama Juan José, de Dicenta, y el juguete cómico-lírico Los baturros.

    Al correr de los años se habían ido estableciendo en Astorga en marzo de 1912 la Sociedad de Socorros Mutuos La Humanitaria, y en septiembre de 1913 un Centro Obrero de Oficios Varios (cuya sede ocupaba el número 21 de la que sería después calle de Manuel Gullón), seguramente el mismo que en 1923 contaba con 372 asociados y que en 1928 era representado en el XVI Congreso de la UGT por Hermenegildo Prieto Morán, en torno al cual se habrían ido consolidando la añeja Agrupación Socialista y una serie de sociedades sindicales como la Sociedad de Oficios Varios, la Sección de la Federación Gráfica Española o Sociedad de Tipógrafos, el Sindicato Nacional de la Industria Ferroviaria y su local Consejo Obrero Ferroviario, la Sección de Dependientes del Servicio Escénico, la Sociedad Obrera de la Industria de la Edificación o Sociedad de Albañiles, la Sección de Artes Blancas Alimenticias, la de Trabajadores de la Enseñanza y otras, que llegarían a tener prensa propia (El Combate) desde junio de 1931. Desde mayo de 1933, al menos, existe allí Casa del Pueblo. A la mitad de febrero de 1932 se generaba en Astorga una curiosa iniciativa (que no iba a tener concreción, por lo demás): la Asociación de Profesiones Varias, afecta a la UGT, solicitaba de la directiva local del sindicato socialista el permiso para fusionarse con la homóloga asociación de la CNT, que no se le concedería, aduciendo que la propuesta provenía de cenetistas infiltrados con el objetivo de destruir el sindicato fundado por Pablo Iglesias.

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CUANDO LAS MISIONES PEDAGÓGICAS VISITARON ASTORGA Y LA BAÑEZA.

Surgía en 1907 la iniciativa de las Misiones Pedagógicas, consistente en excursiones de carácter científico, conferencias y otros trabajos dirigidos a difundir la cultura por los pueblos. Ya en el Congreso Nacional Pedagógico de Valencia de julio de 1909 se trata sobre intercambio escolar y misiones pedagógicas, y un Real Decreto de mayo de 1910 recomendaba a los inspectores de enseñanza organizar conferencias y misiones pedagógicas para interesar a los elementos sociales en favor de la escuela primaria, mientras en febrero de 1912 también en Valencia se propone que las segundas se desplacen a los pueblos “con el fin de mejorar las costumbres y desterrar la ignorancia, origen de las mayores perturbaciones sociales”, una realización que resultó difícil en los años posteriores a pesar de las buenas intenciones y los intentos de llevarla a cabo, como los de la Asociación de Misiones Pedagógicas en el mismo año 1912, o la Comisión nombrada el 6 de marzo de 1931 para organizar y dirigir una misión pedagógica para “llevar por España un curso de perfeccionamiento ambulante”, y que, ya constituida, no pudo cumplir su propósito al proclamarse el 14 de abril la Segunda República, en la que las Misiones Pedagógicas se re-crean, se potencian y se expanden (también desaparecen antes de la guerra civil casi del todo), un logro cuya culminación se puede considerar republicano y del que se beneficiaron numerosos pueblos de la diversa geografía hispana, aunque ya en agosto de 1919 se celebraban en lugares como Sahagún conferencias ambulantes en sesiones de mañana, tarde y noche, recibidas por los encargados de las Misiones Pedagógicas en aquel partido, ante un numeroso auditorio y en las que participa, entre otros, el director de la Escuela Normal de Maestros de León.

Con el Teatro del Pueblo, eran el cinematógrafo y las proyecciones fijas (especialmente el primero; las segundas se usan sobre todo en relación con el Museo Circulante) el auxiliar más poderoso de la actuación misionera en las poblaciones visitadas. De las películas del amplio fondo disponible sobre variada temática se proyectaron en Astorga 18 de los días 22 al 25 de diciembre de 1933, y otras tantas en Val de San Lorenzo, en Nistal y San Román de la Vega, en algunas fechas (que no constan en la Memoria) del mismo mes y año. El 8 de abril de 1934 volvieron las proyecciones a Quintanilla, donde se pasaron tres películas, y el 2 y 3 de noviembre se llevaban ocho a La Baña, además de las seis incluidas en el cursillo agronómico que el 21 de diciembre se impartía en Ponferrada. Algunas de aquellas proyecciones se usaron en los pueblos de La Cabrera como instrumento de lucha por la mejora de la higiene infantil, unidas a conferencias y folletos que perseguían desterrar el vino de la dieta de sus niños y frenar su excesiva mortandad.

Del 7 al 13 de agosto de 1933 una exposición de la primera de las dos colecciones de pintura del Museo Circulante visitó Benavente (a donde llegaba después de estar en Toro). Desde Madrid, el Patronato de Misiones Pedagógicas había propuesto el 24 de julio de 1933 a la alcaldía bañezana traer el Museo de Pintura Circulante del 12 al 19 de agosto, y solicitaba local y medios para su instalación, cediéndose para ello el propio salón del consistorio (que sufraga los gastos) al tiempo que se encargaba al Consejo local de Primera Enseñanza organizar la exposición. El 11 de agosto comunicaba el Patronato que retrasaría su instalación en unos días por desplazarse antes a Galicia. En realidad el retraso tornaría en suspensión de la visita pues la gira por Galicia (por algunas villas orensanas, más concretamente) se debió de alargar más de lo previsto, hasta finales de diciembre de 1933, y es al final de este periplo, ya bajando de tierras gallegas, cuando las Misiones (que portaban el Museo del Pueblo, y las actividades de Cine, Biblioteca, Música, y el Retablo de fantoches) recalan en Astorga y San Román y Nistal de la Vega, para finalizarlo en Val de San Lorenzo, donde su estancia recordaría sin duda a sus vecinos la de los alumnos de la Escuela Madrileña de Cerámica del verano de 1926, que arribaron allí entonces debido a la amistad que unía a su director, Francisco Alcántara, con el pintor Joaquín Sorolla, que desde 1902 a 1911 había viajado por nuestra provincia en varias ocasiones.

Luís Cernuda en el Museo Ambulante de las Misiones Pedagógicas. La imagen bien pudo tomarse en La Bañeza.

Aquel Museo (llamado también del Pueblo, o del Arte) recorrió después otras geografías, y no se le terció mostrar sus pinturas en algunos de los lugares antaño suspendidos hasta el verano de 1935, y así lo hizo en Astorga del 4 al 9 de agosto. En La Bañeza preveía permanecer del 11 al 16, aunque debió de quedarse hasta el día 18 (se ocupó de su vigilancia Lucas Mantecón, y se le pagaron por ello tres jornales), después de que el pleno municipal del 7 de aquel mes acordaba “rogar al Patronato de las Misiones Pedagógicas, que anunciaba la llegada de su Museo Circulante de Arte para el día 10 hasta el 16 de agosto, amplíe la estancia hasta el día 18 inclusive, por alcanzar hasta esa fecha las fiestas patronales de la ciudad”, prosiguiendo en Valencia de Don Juan del 18 al 23 del mismo mes, en una gira provincial iniciada a mitad de julio en Ponferrada y que cerraba en Riaño a mediados de septiembre (con estancias además en Villafranca, Villablino, y Sahagún), en una ruta descendente ahora (al revés de la de dos años antes) del Bierzo a la Meseta. Finalizado aquel recorrido, el Patronato de Misiones Pedagógicas remitía desde Madrid el 16 de octubre al ayuntamiento bañezano una colección de fotografías pictóricas (realizadas para las Escuelas Normales de Maestros) que se expondrán, según se les comunicará desde la alcaldía al inicio de noviembre, unas en las dependencias de la Casa Consistorial y en las escuelas otras.

El Museo Circulante recorría el país en camiones alquilados y acercaba al pueblo “para su goce y para educar su inteligencia” las grandes obras pictóricas de los autores españoles más importantes de los siglos XII al XVII, en reproducciones de gran tamaño cuidadosamente realizadas. Generalmente estaba una semana en cada lugar, en los días de ferias o de fiestas, y los dos o tres misioneros responsables obsequiaban a los visitantes con copias de los cuadros en fototipia o huecograbado, y dejaban a su finalización otras mayores y enmarcadas para la decoración de los ayuntamientos, escuelas y centros obreros, y como recuerdo permanente del paso del Museo. La colección iba acompañada por voluntarios de la categoría de Sánchez Barbudo, Ramón Gaya o Luis Cernuda, quienes además de dar conferencias explicaban las pinturas a los visitantes, muchos de ellos campesinos. El Museo del Arte llevaba además un proyector de cine y un fonógrafo, y en el inicio de sus sesiones, como en el de todas las actividades que las Misiones difundían, se leía el texto que Manuel Bartolomé Cossio había escrito para explicar quienes eran y lo que hacían: “una escuela ambulante enviada por el gobierno de la República a los pueblos y aldeas, ante todo a las más pobres, a las más recónditas, a las más abandonadas…”.

Los cuadros se colgaban en el lugar más apropiado, normalmente el salón de actos del ayuntamiento (como se hizo en La Bañeza) o en alguna escuela, cubriendo las paredes con sábanas blancas, para que se vieran mejor, se ponía música clásica de fondo y se colocaban macetas con plantas y flores en la sala, disponiéndose horarios de visita matutinos y de tarde que se combinaban con charlas instructivas sobre las pinturas y su historia y con sesiones dedicadas a los niños, a los que se facilitaba materiales para que ellos mismos dibujaran (algunos habrá que aun lo recuerden…). Antes de irse, la costumbre era dejar en el lugar el gramófono y la colección de discos que hasta allí habían transportado, y también una biblioteca de unos cien libros para que los adultos y los niños siguieran aprendiendo.

140 bibliotecas (60 en 1932 y 80 en 1933) habían distribuido en municipios y pedanías de la provincia de León (más que en ninguna otra) las Misiones Pedagógicas al finalizar el segundo de los años, además de otras 89 bibliotecas escolares repartidas ya en 1931: en Astorga, La Baña, La Bañeza (una donada a la escuela –que será expurgada después que se desate la vorágine de julio de 1936- y otra a la Agrupación Socialista), Benavides, Veguellina, Villarejo, Hospital y Villamor de Órbigo (a la Sociedad Recreativa), Castrillo de San Pelayo, Castrillo de la Valduerna, Fresno de la Vega, Benavente, Pombriego, Manganeses de la Polvorosa, Pobladura y San Román del Valle, Santa María y Valcabado del Páramo, Santa Marina del Rey, Valencia de Don Juan, y Villamañán. En 1934 se reparten en la provincia leonesa 17 nuevas bibliotecas (más de 5.000 había concedido el Patronato al finalizar el año en éste y los dos anteriores), y a 16 pueblos más se entregaban en 1935. La que se halla en una de las escuelas unitarias de la ciudad maragata “es gobernada por los niños y usada por toda clase de personas, circulando además lotes de libros a otras escuelas que los piden”. Aquella y todas las demás serían incautadas a finales de agosto de 1936, una vez que triunfan los alzados, obligándose a los maestros a precintarlas y entregar las llaves al alcalde.

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LA COMPAÑÍA FERROVIARIA QUE NO CUMPLIÓ CON LA BAÑEZA.

     Celebraba la corporación bañezana sesión el 18 de enero de 1933, y en ella el concejal González Manjarín animaba a insistir ante la Compañía Nacional de los Ferrocarriles del Oeste por la construcción de la pasarela que una el barrio de Santa Marina (ya solicitada, la entidad había prometido incluirla en el presupuesto de 1932), lo que evitará a muchos vecinos el peligro de cruzar las vías al que se ven sometidos con frecuencia. Tampoco se ha avenido la compañía (después de diversas insistencias) a deslindar un camino de paso y servidumbre cercano a los raíles, por lo que se propone activar las mutuas concesiones hechas entre aquélla y el ayuntamiento cuando siendo alcalde Leopoldo de Mata Casado se cedió el terreno en los barreros de Santa Marina para construir en ellos la Estación. Se plantea además interesarse por la construcción de un paso subterráneo de carruajes, y que se la obligue a reconstruir los trozos del muro de contención que se hallan derribados. Su respuesta a finales de octubre a aquellas pretensiones no satisfará a los corporativos, que entienden que la misma es preparatoria para la solicitud de una nueva cesión de más terrenos municipales, y lo hará menos saber que la antigua enajenación no se hizo por escrito, y no es ahora fácil obligar a la compañía ferroviaria a cumplir con aquellas obligaciones, que incluían además de lo solicitado la construcción de una fuente.

    Mucho debía el bienestar y las mejoras traídas con el ferrocarril, y deberían otras que vendrían (al decir de Vicente Fernández Alonso en el semanario Avance del 17 de septiembre de 1932), a los desvelos de aquel alcalde (lo era de enero de 1906 a febrero de 1907, y lo volvía a ser de enero de 1916 a diciembre de 1917), que “a contraviento de los rutinarios que le llamaban loco y despilfarrador promovió el gran acto social, audaz y salvador, del reparto de parcelas en el Arrote y con él la revolución económica generadora de riqueza en la ciudad, transformando aquella vasta pradera de tierra húmeda y negra casi improductiva (reflejo de lo que hasta entonces abundaba: labradores pobres, bestias flacas, campo raquítico y cementerio lleno de muertos jóvenes víctimas del paludismo del que las riberas del Órbigo eran foco) en la que infelices mujeres con caras trágicas de hambre y fiebre maceaban el lino mientras sus maridos tejían en horrendos telares semejantes a cepos de la inquisición, en un vergel al que, aplicado el trabajo de los hijos de la tierra, se deben patatas, alubias, remolacha, casas nuevas y automóviles, y que el rostro triste y tímido del campesino tornara en alegre, limpio y vivo”.

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EL CONCEJAL COMUNISTA DE LA BAÑEZA QUE NUNCA EXISTIÓ.

     Tan solo 22 comunistas se proclamaron candidatos en todo el país en las elecciones a Cortes Constituyentes del 28 de junio de 1931 (67 concejales de esta ideología habían sido elegidos en las municipales del 12 de abril, y un único diputado comunista, por Málaga, obtendrá escaño en las Cortes de 1933, para alcanzarlo 17 en las de 1936), ninguno en León, como ya había ocurrido en las citadas de abril y ocurriría en las siguientes. En la provincia las derechas no saben entonces a quién votar, después de la abstención de los que eran aspirantes de Acción Nacional que deja como protagonistas casi exclusivos de la vida pública a los republicanos ante el desprestigio y el retraimiento de los monárquicos. 

 El Partido Socialista nunca fue numeroso durante la Segunda República en el territorio leonés, aunque llegó a tener en él unas 50 agrupaciones que sumaban 1.487 afiliados en 1932, cifra que aumentaría en los años siguientes. Los escasos comunistas en el país y en nuestra provincia, donde su partido no cuajó hasta después de iniciada la guerra civil, debieron de serlo más aún (casi testimoniales) en la comarca bañezana, y de hecho de los más de 400 represaliados después de julio de 1936 que en nuestro primer volumen hemos censado no tenemos constancia de que lo fueran más de cuatro (desperdigados y ni siquiera unitarios, pues alguno era del POUM), y no hubo nunca, desde luego, ningún “Erasmo Díez Zapico, concejal del Partido Comunista en La Bañeza, huido a Francia tras el fin de la contienda y unido al ejército galo para ser uno de los republicanos que entraran en España con las fallidas invasiones del valle de Arán”, por más que así se haya repetido por algún historiador leonés que lo ha obtenido de errados testimonios familiares, un error que ya llamó nuestra atención hace unos años, que ha sido copiado y difundido luego por otros investigadores, y que, después de arduas indagaciones en el entorno local de aquel personaje y de consultas con el historiador confundido y con algún otro  (en Francia) experto en la historia de la resistencia francesa al nazismo y en la participación en ella de los republicanos españoles, hemos tenido ocasión de corregir ahora:

En 1990 fallecía en La Mata de Curueño (León), a los 81 años, Erasmo Díez Zapico, el resistente erróneamente referido, sin ninguna vinculación con La Bañeza, donde no hubo en el periodo republicano estructura comunista ni presencia municipal alguna, y no habría concejales comunistas (dos, Santiago Fonfría Rodríguez y Gaspar Santos Santos) hasta las elecciones municipales de 1979.

 

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LOS BARRIOS POPULARES BAÑEZANOS Y LOS HOGARES PARA OBREROS.-


    El 20 de diciembre de 1930 había retomado su andadura La Opinión en su segunda época, y el 8 de enero de 1931 resuelve la corporación bañezana, dada la escasez de viviendas, especialmente para obreros, iniciar la construcción de una barriada de “casas baratas” en la zona de lo que fueron jardín y convento, al menos por grupos de cuatro cada año en función de las disponibilidades del presupuesto, y tratar de obtener la subvención estatal destinada a tales obras. Con el mismo fin de remediar la falta de hogares para obreros (“que tanto se nota”, se añade) se acuerda requerir la construcción de los mismos a quienes con tal condición y la de hacerlo en el plazo de dos años se entregaron en 1927 solares en la Cuesta, hoy barrio, de Santa Marina. A propósito de la vivienda obrera se dirá en la Memoria municipal de 1939, que tal necesidad se halla muy aminorada porque ya a lo largo de los años las distintas corporaciones se ocuparon de hacer cesiones casi periódicas de solares facilitados a nulo o módico coste a los menos favorecidos para que pudieran ir edificando sus viviendas (“infinidad de terrenos se solicitaron en el otoño de 1931”), lo que fueron haciendo en barrios obreros como aquel del Polvorín y los de San Julián, San Eusebio y Santa Lucía, “con calles alineadas y casas que, aunque de pocas pretensiones, reúnen las condiciones de capacidad y salubridad exigibles”. 

<<<< Ruinas del Convento del Carmen en los años veinte

Al inicio de 1932 la comisión municipal de Obras disponía 65 solares comunales (de 10 metros de fachada y 17 de fondo, importaban 50 pesetas) en la cuesta de Santa Marina (o el Polvorín, por hallarse allí los antiguos polvorines para las canteras de Nicolás Fernández Sampedro y González Morán) para ceder a los numerosos vecinos que los venían solicitando de acuerdo con las bases que para ello al poco se aprobaban, a la vez que se daba un último plazo para la construcción de las viviendas en los cedidos en 1927 (alguno, como Felicísimo Nadal García, por falta de medios no lo pudo entonces abonar y lo había dejado a favor del ayuntamiento, solicitando ser incluido ahora entre los nuevos peticionarios). Transcurriendo marzo, se iba ampliando el listado de quienes en La Bañeza continuaban solicitando solares municipales, adjudicándolos entre ellos por sorteo el 26 de abril después de replanteados y numerados, pidiéndose de inmediato algunas licencias para levantar en ellos casa, por cuanto el ayuntamiento concede también a los beneficiarios extracción de piedra de las canteras municipales, y será remedio para mitigar en algo la crisis de empleo que se padece (por otra parte, los vecinos del barrio de Santa Marina realizaban el desmonte de la calle que enfrentaba los polvorines).

Aunque se preveía sortear nuevos solares destinados a viviendas de las clases humildes y trabajadoras, algunos solicitantes no estuvieron de acuerdo con el resultado de la primera suerte, como fue el caso del trabajador de la Azucarera Domingo de la Mata Fraile, levantisco y que hubo de ser expulsado de la sala de plenos. Un mes después de ser adjudicados llega, en la sesión del día 1 de junio, conocimiento a los ediles de que se están negociando y vendiéndose algunos solares (por 70 duros en algún caso), y se acuerda denunciar a quienes así lo hagan por ir contra las bases de su cesión, y porque con ello pierde toda su eficacia la entrega realizada a los vecinos menos pudientes para que adquieran casa (se dirá en el pleno del 13 de julio).

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CUANDO EN 1933 LA IGLESIA DE EL SALVADOR PUDO TENER DOS TORRES.


    Fijaban los ediles el 1 de febrero de 1933 en 6 pesetas el jornal de un bracero en La Bañeza a los efectos de quintas (en 4 lo habían establecido para aquel término en Destriana en la sesión municipal del 22 de enero; el salario medio había sido en España de 4,27 pesetas por día ya en los años 1930 y 1931). A final de abril el ayuntamiento bañezano establecía los siguientes precios para el kilogramo de carne: ternera, con hueso, 3,20 pesetas, sin hueso 5,20; vaca, con hueso 2,70, sin hueso 3,80. Los de algunos productos en el mercado de Santa María del Páramo a finales de septiembre eran: 2,50 pesetas la docena de huevos, 4 ó 5 pesetas un  pollo, y 2,50 pesetas  un conejo. A la altura de 1943 los jornales en el campo no alcanzaban los veinte reales diarios (5 pesetas).

<<<<<< Iglesia de El Salvador en los años treinta

    En el mismo pleno se recibía informe del relojero de la ciudad Mario López de Robles sobre la necesaria reparación, y su coste, del reloj de El Salvador, “de una calidad insuperable”, y se acuerda pedir presupuesto a otros relojeros y decidir al respecto. Los dan en la siguiente sesión Eusebio Martín y Rafael del Riego Cuevas, y se opta por encargar al último el arreglo, cubriendo su maquinaria con una cabina de madera (que realizará el carpintero Mariano Medina Vega, habitual encargado de las reparaciones en la Casa Consistorial y en el templete de la música) para evitar sus desperfectos, que achacan algunos concejales (como Narciso Asensio Asensio, de la minoría socialista) “a manipulaciones de quienes van al templo a orar, o a los monaguillos…”. Se llega a barajar construir una nueva torre para ubicar el reloj (que es propiedad del ayuntamiento). Rafael del Riego no aceptará después las condiciones de pago en tres plazos, se informa el día 22, y en el pleno del 1 de marzo se adjudica a Eusebio Martín la compostura “por ser más económico y garantizar el arreglo por un año”. Poco después se rechaza reparar por cuenta del consistorio dos o tres escalones en la torre de la iglesia (según proponía el relojero, que además de arreglarlo se ocupa de subir –con gran peligro, dice- a dar cuerda al reloj) por no tratarse de un edificio público, y se concluye que de ello se han de ocupar los dueños del templo parroquial.

 

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LA DEFENSA DE LA ALUBIA BAÑEZANA: UN POCO DE HISTORIA.

Desde finales del siglo XIX se comercializaban y exportaban alubias en La Bañeza, resultando de ello un gran impulso al crecimiento y desarrollo de la población. El tráfico de gramíneas, cereales, patatas, garbanzos y alubias hacia y desde los almacenes bañezanos constituye en torno a 1919 el principal elemento de riqueza para el partido y la ciudad, y once exportadores alubieros censa Manuel Fernández-Nuñez en ella ya en 1923. 

Cuenta La Bañeza con 4.293 habitantes en 1928 (incluidos los lugares de Sacaojos, San Mamés y San Pelayo, aún habitado), y expide ya afamadas alubias en grandes cantidades, surtiendo sus almacenistas de patatas y de aquellas y otras legumbres a numerosos establecimientos militares a lo ancho y largo del país, como constatan los apuntes de sus autorizaciones y guías de envío por ferrocarril en los Libros de Correspondencia del ayuntamiento, crecientes desde 1918 y en los que hasta los años treinta aparecen con regular frecuencia exportadores como Celso Ares, Tomás Antúnez, Pérez Carracedo, Emilio Perandones Cabo, Ceferino Martín, Luís Benito Hernández, Salvador González, Manuel Martín, Gaspar Luengo, Hijo de Toribio González, Teodoro Santos, Benigno Moreno, Dionisio Pérez Alonso, Balbino Nistal, Ángel Simón, Santiago Luengo, Inocencio Santos, Hijo de Emilio Perandones Cabo, José de Paz Pérez, José Santos, y Tomás de la Fuente.

En los primeros días del mes de octubre de 1931 alertaba La Opinión a los labradores bañezanos y de la comarca y a sus sociedades de la importación de alubia foránea, “que tanto perjudicará sus intereses”, y los convocaba a defenderlos tratando de conseguir para tal emblemático producto la necesaria protección arancelaria. Desde el  mismo semanario se clama de nuevo el 14 de enero de 1932 por la defensa a través de la propaganda de la afamada alubia bañezana, (que llenaba por entonces –se dice- sacos vendidos como procedentes del reconocido Barco de Ávila), y se propone celebrar periódicas fiestas de la alubia para ensalzar y difundir tan singular producto, incitando a defender también los excelentes y apreciados vinos de la tierra mediante la creación de una escuela de catadores y la adecuada publicidad de sus virtudes.

Del 22 al 30 de septiembre de 1934 se celebraba en Valladolid el V Congreso Nacional de Riegos, y en la exposición aneja que lo acompaña, en el pabellón destinado a los productos de León, se exponen remolacha azucarera de las fábricas de La Bañeza y Veguellina, vinos de Villa Iglesias de Ceferino Martín, alubias bañezanas y de la Ribera y Santa María del Páramo, y alfarería corriente de Jiménez de Jamuz.

Decía el corresponsal de El Diario de León en la Ribera del Órbigo a mediados de septiembre de 1935 que “el precio de las alubias en la zona es bajo (no tan ruinoso como el de los garbanzos, a favor de cuyo mercado el gobierno ha prohibido la importación de los procedentes de Méjico), pues no estamos en tiempos de vacas gordas y los precios de las subsistencias han bajado en todos las naciones, y únicamente una desgracia, una guerra (Dios quiera evitarla) podría modificar la situación del mercado”. El domingo, día 15, se celebraba en Benavides una asamblea de alubieros en la que se constituyó la Unión de Cultivadores de Alubias, de cuya provisional junta directiva forma parte Demetrio Fuertes, de Urdiales del Páramo, y para una semana después, por iniciativa del Sindicato Agrícola de Robledo de la Valduerna y de acuerdo con la Federación Católica Agraria de Astorga, a la que pertenece, se anuncia otra reunión de cosecheros de alubias para acordar conclusiones que elevar a los poderes públicos, en la que se contaba con la asistencia de los diputados Martínez Juárez, la señorita Bohigas Gavilanes, Álvarez Robles y Roa de la Vega, y en la que, como en la de Benavides, tendrá destacada participación el bañezano Ceferino Martín Martín.

El 15 de enero de 1936 la Unión de Productores Agrícolas Leoneses convocaba a los labradores y exportadores de alubias de la provincia a la gran asamblea que el domingo 19 se iba a celebrar en La Bañeza, y en la primera semana de abril los campesinos riberanos están preocupados con la pertinacia de las lluvias, tan perjudiciales para las labores agrícolas, con el mercado de alubias cayendo vertiginosamente y la cosecha de dos años sin vender, lo que genera una crisis económica que repercute en el comercio y la industria y hace que aumente el paro obrero, invadiendo la paz del campo un malestar general, agrandado al comienzo de mayo, cuando “al desempleo no se le ve remedio por ahora, siendo muchos los obreros que piden en la plaza, y más los ocupados que no ganan lo suficiente para alimentar a su familia”.

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CUANDO SOLO LOS POBRES SERVÍAN A LA PATRIA

Prosiguió en el siglo XX la guerra marroquí (iniciada en 1859, “cuando España alzó banderas contra el moro”, y que tantas aprensiones y temores suscitó entre tantas generaciones de quintos sorteados y en sus familias. De aquellas iniciales campañas de 1859 y 1860 sobrevivió el bañezano José Monroy Santos, honrado como héroe “pensionado de supervivencia” a la altura de 1916) entre escasos triunfos como Alhucemas y sonados desastres como los del Barranco del Lobo en julio de 1909 y Annual en el mismo mes de 1921, en medio de un sistema de reclutamiento que permitía a los pudientes, privilegiados, y clases acomodadas quedar exentos, rescatados, de la incorporación a filas (en 1912 se estableció el Servicio militar obligatorio, aunque persistió el privilegio de los soldados de cuota, los que mediante pago gozaban de contribuir con una prestación aligerada y reducida al solo periodo de instrucción durante seis meses), o ser sustituidos, mediante el abono de un canon, que era de 6.000 reales en 1910 y de 2.000 pesetas en 1916, cantidades que desde luego no estaban al alcance del pueblo, habida cuenta que el sustento diario de un trabajador ascendía entonces a unos 10 reales (2,50 pesetas), y que la economía de la época contaba con una muy escasa circulación dineraria, por lo que generalmente los menos pudientes eran prófugos o se autolesionaban y los adinerados se redimían o sustituían al amparo de las posibilidades ofrecidas por la ley. Además, la mayor parte de los reservistas eran pobres campesinos y obreros cuyos intereses nada tenían que ver con los que se ventilaban en la contienda, padres de familia en las que la única fuente de ingresos era el trabajo de éstos. Mientras, los hijos de los ricos compraban al vástago de un trabajador para que ocupara su plaza en África, lo que con profusión y acierto era denominado en el periodo como trata de blancos. En La Bañeza en 1916 pudo permitirse tal discriminatorio privilegio el recluta Julián Fernández de la Poza, al que al inicio de aquel año solicitaban de la Caja de Recluta de Astorga “la presentación de la carta de pago de la cuota militar”, al igual que Odón Alonso González y José Cabo Valenciano en 1921.

Eran formas de eludir la “contribución de sangre” la “redención a metálico” (primero y desde 1836), además de la “sustitución personal” después, y otras exenciones (cambiar un número bajo por otro alto en el sorteo), así como las que originaron el negocio de los Seguros de Quintas que florecieron a su costa, en unos tiempos en los que las frecuentes guerras hacían de esta prestación un importante riesgo aun en el caso de volver de ellas con vida.

<<<<<<  Alhucemas. Cala del Quemado. Café en el barrio civil. De una colección de postales traída por el jiminiego Miguel Lobato Fernández de su Servicio militar en África en torno a 1925.

Ya en 1819 Pascual Martínez Fuertes, pudiente de Boisán, había contratado con Joaquina Mielgo y su hijo Miguel López Mielgo, del mismo pueblo, para que éste vaya como sustituto que reemplazará como soldado a su hijo Francisco Martínez Martínez (apodado Cuarentavacas), pagándole 10.000 reales, un precio elevado según los contratos similares que regían aquellos años (en Santa Marina del Rey se pagaban entre 5.000 y 6.000 reales), seguramente no menos que el riesgo que debió de afrontar el reclutado, que se encontró de pleno con la sublevación del general Riego y fue quizá llevado a América, en aquellos años tan revueltos en España y en sus posesiones de ultramar. La esposa del entonces sustituido contrataría en 1855 con Tiburcio Otero, de Villalibre de Somoza, por 4.000 reales, la sustitución de su hijo Santiago Martínez Criado. En 1847 Juan Martínez, de Jiménez de Jamuz, sustituía por 4.200 reales (“o afianzando el doble”) la suerte de soldado de su hijo Cayetano; en 1856 la viuda Agustina Vidales, del mismo pueblo, libra a su hijo Mateo Vidal Vidales “que sostenía la labranza en la familia” y había obtenido el primer número en el sorteo, cambiándolo con el del mozo Agustín López, de Villanueva de Jamuz, que servirá en su lugar los 8 años entonces establecidos y al que entregará 1.000 reales al año siguiente y un traje completo cuando se licencie; en 1858 Ambrosio Peñín sustituye a su hijo Antonio por Antonio González, de Quintana y Congosto, al que paga 5.500 reales; Felipe Pérez, de Tabuyuelo de Jamuz, se cambia por 3.000 pesetas en 1863 por el hijo del amo con el que estaba de criado para ser alistado en vez de aquel por otros tres después de haber servido ya tres años en África; el confitero bañezano Manuel Fernández Centeno halla en 1878 sustituto para su hijo Manuel en el jiminiego Jacinto García Sanjuán, al que paga 6.500 reales, y en el mismo año y por 6.600 Inocencio Santamaría Vivas, de Jiménez de Jamuz, sustituye a su hijo Pablo Santamaría Fuertes, al que necesita en los trabajos alfareros, por un mozo de 22 años de Posada de la Valduerna.

    Y si cierto fuera lo que la bañezana Josefina Alonso Ruiz nos dice que oyó contar siempre en su casa, rescatado habría sido también, a la altura de 1820 y con el dinero que para ello le prestara su bisabuelo, el que llegaría a ser oficial del Ejército y perseguido liberal, además de afamado relojero londinense José Rodríguez Losada (constructor en 1866 del reloj enclavado en la madrileña Puerta del Sol), que años después enviaría a su benefactor un reloj de oro (que aún conserva la familia) en agradecimiento por su ayuda.

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 EL SINDICALISMO CATÓLICO Y LA FEDERACIÓN DE ASTORGA.

    Al final del siglo XIX se había ido produciendo también en nuestra tierra un asociacionismo obrero en torno e influido por la Iglesia, que ya en 1891 pretendía intervenir en la “cuestión social” a través de la encíclica Rerum Novarum de León XIII, y así fueron surgiendo: en 1893 una Congregación de Obreros Cristianos en León; en Astorga, en 1901 y para su socorro, un Círculo Católico de Obreros, y otro en Sahagún en junio de 1908, y entre 1911 y 1912 en Villarejo de Órbigo un Sindicato Agrícola Católico, además de diversos sindicatos católicos de mineros en las poblaciones de las cuencas hulleras leonesas. Ya en 1904 en algún documento socialista se decía: “…apenas forman una Sociedad los compañeros, cuando los patronos, ayudados por los alcaldes, los jueces y los curas, constituyen un Círculo Católico para dar con ella en tierra…”.  

    El 18 de junio de 1909 se constituyó en La Bañeza la Sociedad de Labradores, para la defensa de los intereses agrícolas de sus asociados, seguramente a raíz de la promulgación en 1906 de la Ley de sindicatos agrícolas y de su Reglamento de 1908, unas disposiciones que permitían la asociación de campesinos en sindicatos, cámaras agrarias o comunidades para la adquisición de herramientas, máquinas, tierras, animales o productos, pero no para la reivindicación de sus derechos.

<<<<<< La carga, de Ramón Casas (1900). Museo de Olot.

    A principios de 1917 se consolida el viejo asociacionismo confesional con el establecimiento sobre el mapa diocesano de Castilla la Vieja y León de la Confederación Nacional Católica Agraria, cuya peculiar interpretación de las relaciones laborales la convierten en la herramienta definitiva del control patronal, además del más idóneo garante contrarrevolucionario. En 1928 depende de aquella Confederación la Unión Católica Agraria Castellano-Leonesa, con sede en Valladolid, y a ella pertenecen las federaciones de León y Astorga (que cuentan al inicio del periodo republicano con 83 y 94 sindicatos), a las cuales se hallan adheridos, entre otros muchos, los de Castrotierra, Fresno de la Vega, Izagre, Valdemorilla, Villarroañe, Villabraz, Villamañán, Villademor de la Vega, a la Federación Católica de León, y Alija de los Melones, Audanzas del Valle, Benavides, Bustillo del Páramo, Castrocalbón, Congosto, Herreros de Jamuz, Huerga de Garaballes, Laguna Dalga, Laguna de Negrillos, Mansilla del Páramo, Navianos, Nistal, Posadilla, Priaranza de la Valduerna, Requejo, Riego de la Vega, Robledo de la Valduerna, San Cristóbal de la Polantera, San Justo y San Román de la Vega, San Román el Antiguo, Santibañez de la Isla, Toral de Fondo, Valdesandinas, Valdefuentes del Páramo, Veguellina, Villamor, Villarejo, Villoria de Órbigo, y las dos sociedades de agricultores de La Bañeza, a la Federación Católica de Astorga. Precisamente las contradicciones entre la teoría y la práctica de los sindicatos confesionales y los Círculos Católicos de Obreros llevarían a uno de sus clérigos activistas e impulsores, el candidato cunero en la provincia leonesa por Izquierda Republicana en las elecciones de febrero de 1936, Luís López-Dóriga Messeguer, a involucrarse después en los de orientación socialista.

    Desde las federaciones confesionales se había hecho reciente propaganda para la constitución de la Confederación Sindical Hidrográfica del Duero y de la Sección de la Liga de Mujeres Campesinas en enero de 1928, amparada por el obispo y relacionada con la derecha clerical, con la que también tendría algo que ver la Sección de Señoras de las Conferencias de San Vicente de Paul que al menos a finales de 1929 está implantada en La Bañeza, donde al igual que en toda la provincia el sindicalismo dominante hasta la caída de la dictadura primorriverista había sido de inspiración católica

    Celebraba el 10 de marzo de 1933 su asamblea anual la Federación Católica Agraria Leonesa (se manifestaba contra el proyecto de Ley de congregaciones religiosas, que entonces se debatía, noticiaba El Adelanto), a la que asistieron 53 representaciones de sindicatos federados, con el balance de haber fundado 35 asociaciones de propietarios, 23 de arrendatarios y 26 de obreros. Acabando el año existían en la provincia leonesa 445 sindicatos agrícolas, con 13.814 asociados, de los que 86 entidades y 5.852 sindicados correspondían a la Federación de León, mucho más nutrida entonces que la de Astorga, en un tiempo en el que la provincia leonesa superaba con mucho a las demás en el número de los sindicatos agrícolas formados, aunque fueran diminutos y de escasos afiliados.

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La defensa de la alubia y de los añejos y afamados vinos bañezanos.

En 1870 fundaba Felipe Moro en La Bañeza su fábrica de cera La Providencia, movida por vapor y que surtía a gran parte del mercado nacional; industrial e importante cosechero de vinos en su magnífica posesión cercana a la población, en la que había realizado notables experimentos en el injerto de viñedos (se dice en 1920 en León artístico monumental. Álbum Gráfico descriptivo en el centenario de sus Fueros), cuyas realizaciones debieron de estar sin duda en la magnífica Exposición regional leonesa celebrada en 1876 (a cuya organización contribuyó el ayuntamiento de Santa María del Páramo con 80 reales, según El Porvenir de León del 10 de junio) en el no menos magnífico edificio de San Marcos.

Dirá en 1919 el bañezano Manuel Fernández y Fernández Núñez en sus Apuntes para la historia del Partido Judicial de La Bañeza que los antiguos vinos de mala calidad procedentes al parecer de malas vides, y “agrios como perros”, habían sido mejorados con el principio del siglo XX y la selección de cepas consecuente a la generalización de la vid americana posterior a la filoxera que terminó con las plantas del país, hasta el punto de que llegaron a elaborarse en Santa María del Páramo, Villamañán o La Bañeza vinos exquisitos capaces de competir con cualquier otro y que echaron abajo los de Toro y la Mancha, a los que por cierto ya les empezaban a hacer competencia los caldos de California procedentes de la emprendida fertilización de sus desiertos.

La Bañeza está dotada en 1923 (según la Guía comercial y artística de León y su provincia) de Oficina de Correos y Telégrafos, Notaría, Registro de la Propiedad, Juzgado de instrucción y municipal, y Guardia Civil. Es alcalde Augusto Valderas Blanco, secretario José F. Fernández Núñez, y párroco don Lucas Castrillo Martínez (lo era desde agosto de 1917); completan el listado de fuerzas vivas o notables los jueces, municipal Joaquín Latas Folgueiras, y de primera instancia, Ildefonso Alamillo, el fiscal Elisardo Moro García (lo era ya en 1917), el notario Félix Espeso Pernía, y el registrador de la propiedad (interino) Eumenio Alonso. Existen entonces en la ciudad 3 fábricas de chocolate y mantecadas, 2 de curtidos, 1 de alcoholes (Alcoholera Bañezana) y otra de cera, de bombones, de norias para el riego, y de carros, 2 laboratorios de productos farmacéuticos, 11 exportadores de alubias, 9 cosecheros y exportadores de vinos, 2 almacenes de coloniales, 8 ferreterías, 2 bancos (Herrero y Mercantil), y 6 comerciantes de tejidos. Otra fábrica de curtidos se halla en Santa María del Páramo, y dos exportadores de cereales y legumbres ejercen en Veguellina el uno y el otro en Requejo. 

A finales de los veinte (según expone en 1928 Menas Alonso Llamas en su novela Vendimiario), y desde años antes, la viti-vinicultura se ha hecho importante en La Bañeza y se ha puesto a la altura de los principales centros, tanto en la vinificación como en los cuidados culturales del viñedo, de calidad tal que hizo posible la elaboración de champán bañezano y su exportación a Francia hasta las cercanías de la guerra civil. Notables son las viñas de Seoanez (que elabora a la altura de 1922 un coñac del mismo nombre –“El mejor. El preferido. Pedidlo siempre”, reza su publicidad en El Sorbete-), que merecieron que al inicio de septiembre de 1934 tres religiosos Calmadulenses procedentes de Osera (Orense) visitaran la ciudad y sus viñedos para conocer la fuerza alcohólica de la uva con la pretensión de estudiar la fabricación de un espumoso a precio mínimo y de resultados sorprendentes, tan admirables como los del hasta ahora conocido (como la uva, más bien de mesa, no tenía la fuerza requerida continuarían hasta Toro, decía El Adelanto entonces), y no menos las de Martiniano (Pérez Arias), o las de Moro, y en ellas y en las de otros cosecheros y propietarios se da trabajo a multitud de jornaleros durante el invierno, más favorecidos los de lugares como Santa Colomba, Herreros, Santa Elena, Requejo y Ribas por su proximidad a la población.    

    Ya en los primeros días de octubre de 1931 había alertado La Opinión a los labradores bañezanos y de la comarca y a sus sociedades de la importación de alubia foránea, “que tanto perjudicará sus intereses”, y los convocaba a defenderlos tratando de conseguir para tal emblemático producto la necesaria protección arancelaria, y desde el  mismo semanario se clama de nuevo a la mitad de enero de 1932 por la defensa a través de la propaganda de la afamada alubia bañezana, (que llenaba por entonces –se dice- sacos vendidos como procedentes del reconocido Barco de Ávila), y se propone celebrar periódicas fiestas de la alubia (lo que hoy sería la Alubiada) para ensalzar y difundir tan singular producto, incitando a defender también los excelentes y apreciados vinos de la tierra mediante la creación de una escuela de catadores y la adecuada publicidad de sus virtudes. El 25 de mayo se recibía comunicación del director general de Agricultura anunciando la impartición en La Bañeza de un curso de vitivinicultura, solicitado por algunos viticultores, por personal técnico de la Estación Ampelográfica y de Enología Central, que se desarrollaría en torno al 11 de septiembre de aquel año.

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LEONESISMO DESDE LA EMIGRACIÓN (EL CENTRO REGIÓN LEONESA Y OTROS).

     Según los datos del Instituto Geográfico y Estadístico, unos cien mil leoneses emigraron a América entre 1885 y 1915 (tan solo el 10 de noviembre de 1907 salieron de la estación de Astorga 600 emigrantes hacia los puertos de Vigo y La Coruña); fueron Cuba y Argentina sus principales destinos, y muchos pueblos quedaron semivacíos, como Destriana, que entre 1904 y 1905 perdió más de cien habitantes. En cuanto al país austral, en diciembre de 1922 en la revista leonesa Renacimiento se señala la existencia en Buenos Aires del gran Centro Región Leonesa, sociedad recreativa, de apoyo mutuo y cultural en el que figuran la mayoría de los numerosos paisanos que allí residen. 

    En nuestra tierra la emigración venía ya de lejos: El monárquico bañezano Juan Fernández de Mata había escrito el 23 de septiembre de 1893 en La Provincia: “Infinidad de hombres y mozos de los pueblos, principalmente montañeses, hanse embarcado en La Coruña en uno de los vapores para La Habana y Buenos Aires. La emigración a las Américas es cada día más numerosa, no obstante las penurias y contratiempos a que se exponen quienes abandonan la madre patria, signo evidente del malestar cada vez mayor que se advierte en ésta”. En torno a 1880 había ya asentados en lugares de Cuba y Puerto Rico emigrados parameses, como Joaquín Rodríguez Francisco (guardia civil en 1868 y dependiente de comercio por tres años), propietario en Utuado, en el segundo país, de la finca Vista Alegre y fundador de la primera tienda del barrio, y su sobrino Agustín Rodríguez Mata, de 21 años y quinto entonces reclamado, naturales ambos de Santa María del Páramo, desde donde César Santos Tagarro clamará el 8 de enero de 1913 en La Correspondencia de España contra “el hambre y la miseria de las que están ahítos sus paisanos, a los que les falta el pan que han de ir a buscar a América, emigrando para no volver jamás mientras el país se despuebla”.

<<< De la Revista Mensual del Centro Región Leonesa. Buenos Aires. Año I. Nº 5. Junio y Julio de 1919.

    Por lo que hace al leonesismo (con tan amplio y variado recorrido histórico como para que ya en tiempos de la Primera República llegara a su Asamblea Constituyente en agosto de 1873 desde la comisión de la Diputación provincial de León -integrada por el secretario y cinco diputados, todos monárquicos- y apoyada por el ayuntamiento de La Bañeza y otros como los de Valencia de Don Juan y Riaño una petición de modificación del proyecto de Constitución federal de un mes antes que permitiera a la provincia formar un Estado propio dentro de la República Federal Española), surgía en 1934 el Grupo pro León, y en el mismo año la institución regionalista el Orfeón Leonés (la masa coral más antigua de España, creada en 1888 –o en 1886, según otros, con la inauguración del Círculo de Obreros Católicos-) estrenaba el Himno a León, con letra de José Pinto Maestro (su presidente, y director del diario conservador La Mañana) y música del bañezano Odón Alonso González (el director), y con motivo de la solemne celebración del quinto centenario de la gesta del Paso Honroso (para la que la comisión presidida por Mariano Domínguez Berrueta solicitó la contribución de los ayuntamientos, aportando el de La Bañeza 100 pesetas), al tiempo que se inauguraba el 22 de julio la Biblioteca Regional Leonesa, dependiente de la Diputación, a cuya Comisión Gestora propone desde El Diario de León José Marcos de Segovia (que firma Salvador Ferreras Mansilla) que se interese por adquirir para la neonata biblioteca las obras y un retrato del bañezano prócer nacional Padre Juan de Ferreras y García, teólogo y poeta, historiador y Bibliotecario Mayor de la Academia Española que con el marqués de Villena fundara en 1713, que se sumarían en tal caso a los Apuntes para la historia del Partido Judicial de La Bañeza, de Manuel Fernández y Fernández Núñez, que él mismo acababa de donar. 

    El mismo autor bañezano daba el 1 de abril de aquel año en los nuevos y recién inaugurados locales capitalinos del Orfeón una conferencia muy aplaudida sobre el tema “Estampas Leonesas”, excitando en ella a la unión para defender los Fueros leoneses, declarándose contrario al centralismo, y manifestando que “debemos ir a Madrid no a rogar sino a imponer nuestros derechos”. Dos días después Luís Corral y Fue abunda desde El Diario de León en proponer la creación de un Centro Leonés de Estudios Económicos.

    El leonesismo del que aquellos acontecimientos eran muestra se acrecentaba también por entonces en América, donde en el mes de julio de 1934, también coincidiendo con la conmemoración de las proezas del Paso Honroso, se inaugura en el Centro Leonés de La Habana la Biblioteca Leonesa (de autores leoneses y asuntos de León) reunida desde 1927 por la Comisión de Intereses Morales y Materiales que entonces se creaba merced a donaciones particulares y a la hecha por la Diputación, a cuya formación había también contribuido el contramaestre de la armada cubana y maragato Toribio Fernández, y aquí, con el comienzo de las fiestas de conmemoración de las hazañas del caballero Suero de Quiñones (un brillante acto de afirmación del ideal leonesista), se proclama que “hay que emprender una cruzada para rescatar los tesoros leoneses que están fuera de las tierras de León, como la documentación llevada de San Marcos (con manuscritos de Quevedo) que aún se halla en el Archivo Histórico Nacional sin abrir ni catalogar”.

    En el número extraordinario de septiembre de aquel año 1934 de la revista León del Centro Región Leonesa de Buenos Aires se incluían sendas colaboraciones de los bañezanos Nicolás Benavides Moro (uno de los citados como regionalista leonés por el sociólogo Díez Llamas) y Manuel F. y Fernández Núñez, una publicación de aquella entidad “de ayuda mutua, recreo e instrucción” creada en julio de 1916 que vería la luz en febrero de 1919 y desde la que la asociación de leoneses (entre los que abundan los maragatos) enviaba entonces “a la madre España su más ferviente adhesión en estos momentos de incertidumbre amarga, ocasionada por ingratitudes reprobables”. (A algunos de los números publicados entre febrero de 1919 y mayo de 1925 se puede acceder en Internet desde la Biblioteca Digital de Castilla y León, en el enlace http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=18430)

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EL HOSPICIO DE ASTORGA EN LA REPÚBLICA.

 

 A última hora de la tarde del 14 de abril de 1931, al conocerse la resignación de poderes del rey, se organizó en Astorga una nutrida manifestación, de obreros casi en su totalidad, que portando banderas republicanas y del Centro Obrero se dirigieron al ayuntamiento vitoreando la nueva forma de gobierno y disparando multitud de voladores para proclamar la República después. A mediodía del miércoles, día 15, se constituyó el nuevo ayuntamiento provisional entregando el alcalde saliente sus poderes a los comités socialista, obrero y republicano de la ciudad, que designaron a Miguel Carro Verdejo para ocupar la alcaldía. El comercio cerró sus puertas y por la noche la Banda Municipal de música amenizó el paseo de la Plaza Mayor. Al periódico La Luz de Astorga se le impuso multa de 125 pesetas por haber publicado una noticia tendenciosa a juicio de la autoridad (todo ello tal como lo noticia El Diario de León del día 17).

La Diputación provincial leonesa comenzó provisionalmente a regirse por una Comisión Gestora a cargo del republicano Enrique Pallarés Berjón y del socialista Nicostrato Vela Esteban como presidente y vicepresidente respectivos, provisionalidad a la que puso fin el día 28 el nombramiento por el gobernador civil Matías Peñalba Alonso de Ojeda (de Acción Republicana, masón de la madrileña logia Mare Nostrum y de la vallisoletana Amistad en 1928, y nombrado también él definitivamente el día 22 –dimitirá el 10 de julio-; alcalde de Palencia desde junio de 1936, sería fusilado allí el 19 de agosto del mismo año) de Crisanto Sáenz de la Calzada, del Partido Republicano Radical Socialista (PRRS) y veterinario catedrático de la Escuela de Veterinaria (además de odontólogo), y de Francisco Alonso Rodríguez, monárquico que representaba en la Diputación al distrito de Astorga-La Bañeza (y concejal en la ciudad maragata), miembros ambos del equipo de gobierno provincial configurado por los más votados en las correspondientes demarcaciones.

El edil astorgano cesaba a comienzos de junio, no así el otro representante de la antigua zona electoral, Heriberto Martínez López (perteneciente entonces a la Conjunción Republicano-Socialista), que se mantendría hasta la nueva configuración del órgano provincial del 3 de febrero de 1934 y era director del Hospicio de Astorga, al que ya desde el semanario socialista astorgano El Combate reclamarán el 11 de julio de 1931 vigilar que se paguen con justicia los servicios y menesteres de criados, barrenderos, aguadores, sacristanes y otros en los que se vienen ocupando los jóvenes que acoge (“percibe 3 pesetas al mes un aguador, y facturan por él más del doble al vecino al que sirve; tiempo tendrán de ser asistentes gratuitos cuando vayan al Servicio”, se decía), denunciando a finales de agosto de 1933 la triste situación de los que llaman en El Bierzo “arqueiros”, hospicianos que algunas familias retiran o “adquieren” de la Inclusa para percibir en metálico el estipendio mensual que por ello les dan (10 duros por los de pecho hasta un año, y 3 por los demás), “explotados niños inocentes en manos mercenarias que, malviviendo ellas, mal pueden atender debidamente a las pobres criaturas extrañas que explotan y maltratan; un legado de baldón y vergüenza de la anterior y odiada monarquía que ha de ser subsanado por el gobierno de nuestra República, pues de lo contrario llegaríamos a creer que el cambio de régimen ha sido una ficción más…”.   

<<<<< El torno del Hospicio de León.

Ya a la mitad de enero de 1933 el Consejo local de Primera Enseñanza de Astorga había pedido en la sesión de la Comisión Gestora de la Diputación la nacionalización de las Escuelas del Hospicio de aquella ciudad, desechada visto el informe del diputado provincial por los partidos maragato y bañezano y director de las mismas, Heriberto Martínez López, con el voto en contra del gestor socialista Juan Antonio Álvarez Coque. Debió de ser aceptada en fecha posterior, pues el 9 de marzo de 1934 la nueva Gestora provincial se daba prisa en revocar el acuerdo de la anterior que había decidido nacionalizar las escuelas de los Hospicios de León y de Astorga (el día 8 de julio del mismo año se convocará concurso para cubrir en ambos las plazas de administrador).

Los gestores radicales (del Partido Republicano Radical) de la Diputación se oponían en la sesión del 23 de febrero de 1935 a que se nombren sendos sacerdotes para prestar asistencia religiosa en ambos hospicios, nombramientos que más tarde harán los representantes de la CEDA en la misma (y que motivan que los radicales abandonen el 16 de marzo la Institución provincial), anulados después por el gobernador civil, revocación que a su vez será dejada sin efecto a final de mayo por el ministerio de Gobernación, según publicará entonces la Gaceta.

        En Astorga se clausuraban en la Casa Social al finalizar mayo las Escuelas Obreras patrocinadas por el Sindicato Femenino de la Aguja, y el “periodiquín local” AFA publicaba unas coplillas que han provocado la hilaridad general sobre los gestores radicales de la Diputación (y en especial sobre el maragato José Perandones Cordero) a propósito del asunto de los nombramientos de capellanes para los dos hospicios provinciales, ratificados por la Gaceta ahora, repuestos y “pagados por el Estado, claro está”, y suprimidos junto con los de capellán del cementerio “cuando las hordas laicas pasaron asolando toda manifestación espiritual” (diría al inicio de noviembre de 1935 el semanario católico independiente bañezano El Adelanto). El diputado derechista y sacerdote Pedro Martínez Juárez gestionaba por entonces en el Estado Mayor Central del Ejército el envío a la plaza astorgana de un regimiento completo, ya sea la totalidad del que volvía a denominarse de Infantería Burgos 36 (desde 1931, refundido con el Regimiento Órdenes Militares nº 77, era oficialmente tan solo de Infantería nº 36, y en el año 1936 pasará a denominarse Regimiento de Infantería Burgos nº 31), para que asignen otro a León, o bien que se trasladen las fuerzas de aquí a la capital y venga de guarnición a Astorga un nuevo y entero regimiento.

Informaba en la Diputación de León a primeros de mayo de 1936 el gestor Manuel Santamaría de su visita al Hospicio de Astorga (en la sesión del día 14 se nombrará nuevo administrador a José Alonso Carro) y propone reformas, “ampliando los dormitorios y adquiriendo una cocina y termo y 56 camas con otros tantos colchones”.

En Astorga la Asociación de Padres de Familia está a la mitad de aquel mes consternada con el cierre del Colegio La Salle, cuya incautación, y la de la escuela de monjas de San Andrés, se propone en el pleno municipal del día 25 (dice El Combate), y su alcaldía comunica el 2 de junio que no podrá pagar la casa-habitación a los maestros que sustituyan a las religiosas en las escuelas del Hospicio de la ciudad recién nacionalizadas.

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CUANDO LA BAÑEZA PREFIRIÓ AL GENERAL ESPARTERO.


    En 1868, los liberales demócratas y republicanos protagonizaron la revolución gloriosa, la septembrina, obligando a Isabel II a abandonar España (la soberana había tenido antes la estrambótica ocurrencia –de la que la hicieron desistir los generales O’ Donnell y Serrano, sus amantes- de salvar de su derrumbe a la muy cuestionada monarquía presentándose a las elecciones generales como candidata a la presidencia del gobierno). Las nuevas Cortes, elegidas por sufragio universal, promulgaron una Constitución democrática, aunque monárquica, la más liberal de las habidas hasta entonces y a la vanguardia de las europeas del momento, y en ellas el ayuntamiento de Santa María del Páramo y algunos otros pedían en abril de 1869 la abolición del impuesto personal y que se sustituya por otra contribución más equitativa y justa.

<<<<<< Francisco Romero Robledo, de joven y con uniforme de la Milicia Nacional. Se le conoció por su dandismo, como “el pollo de Antequera”.

El trono permanecía vacante y urgía encontrar un monarca que lo ocupara (se descartada, por unanimidad, la dinastía borbónica), y tras diferentes opciones fue escogido en noviembre de 1870 como rey el italiano Amadeo de Saboya (el Círculo Democrático de La Bañeza, como los de otros lugares de la provincia, había preferido al general Espartero).

Importantes núcleos de republicanismo se daban en todas las provincias, y en numerosas poblaciones leonesas había pequeños grupúsculos republicanos. En La Bañeza (junto con León y Astorga un foco clásico del republicanismo leonés) llegó a formarse un grupo cuantioso, hasta el punto de existir, ya proclamada la Primera República y abolida la milicia obligatoria, un Batallón de Voluntarios de la República (Voluntarios de la Libertad se había llamado antes la milicia ciudadana surgida al abrigo revolucionario de la Gloriosa y con pretensiones de instauración republicana) al que para mayor realce y vistosidad acompañaba en sus desfiles la Banda de Música, después de que en 1868 desde la Junta de León, que disolvió la Diputación y el ayuntamiento, suprimió el impuesto de consumos y expulsó a los jesuitas, se creara, al igual que en las restantes localidades provinciales de importancia y en algunos pueblos, la Junta Revolucionaria bañezana, no tan radical a lo que parece como la de Hospital de Órbigo, que trasladó al domingo el mercado de los viernes. Por cierto que aquellos centros radicales y republicanos de La Bañeza y de los demás lugares y los casinos y periódicos democráticos y federales fueron cerrados precisamente, producida la restauración de la monarquía alfonsina en 1875, por Francisco Romero Robledo, entonces ministro de la Gobernación y diputado bañezano.

 

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DE VILLEGOS A CIUDADANOS POR LA GENEROSIDAD DE UN PRÓCER BAÑEZANO.


    Durante la segunda mitad del siglo XIX La Bañeza, con su natural empuje y con el aporte del esfuerzo y las rentas de sus comarcanos, afianzaba las bases para lo que iba a ser el gran desarrollo demográfico y económico del XX, uno de cuyos anticipados jalones fue la concesión en enero de 1895 del título de ciudad por la reina regente María Cristina, en nombre de su hijo Alfonso XIII, como aprecio y premio por el progreso ya obtenido gracias a la agricultura y el comercio (los bañezanos Juan de Mata y Matías Casado aparecían en 1865 entre los 25 comerciantes mayores contribuyentes de la provincia; Eleuterio García como el 10º por industria) de una tierra tan rica en cultivos variados y generosa en materias primas, que habían propiciado el desarrollo de importantes actividades artesanales que la convirtieron ya desde el siglo XV en centro de producción y cantera de virtuosos del cuero, el lino o la lana, lo que explica que ya en el XVIII (a la altura de 1788) se creara la “Sociedad Económica de Amigos del País de La Bañeza”, con el objetivo de “promover la agricultura, perfeccionar las artes mecánicas, aumentar el comercio y establecer fábricas de géneros propios de las abundantes materias primas de esta provincia…”.

<<<<< Cabecera de mapa de la provincia de León de 1870, dedicado al Ilmo. Sr. D. Gabriel Fernández de Cadórniga

    De la consecución de algunas de aquellas finalidades derivaría la existencia ya en 1781 de otra “Sociedad Económica, Caritativa y Política que por Real Cédula de S.M. se ha erigido en la villa de La Bañeza para la instrucción cristiana, socorro de los verdaderos pobres, y fomento de la industria”, en la portada de cuyos Estatutos destaca el escudo que representa a un niño faenando en la urdimbre de un telar bajo el lema “aprendo y soy socorrido”, en alusión al tradicional arte local del tejido de lienzos, importante actividad junto con otras como las del tintado y curtido de pieles, practicadas en sus abundantes tenerías (en el Padrón general bañezano de 1830 figuraban 31 tejedores y 5 curtidores).

    Fue artífice de aquella agraciada concesión real del fin de siglo al lugar que lo haría su Hijo Predilecto el prócer Gabriel Fernández Cadórniga, nacido en 1830 en La Bañeza, a cuyo distrito representó como diputado en Cortes en varias legislaturas (también lo fue por Astorga, Valencia de Don Juan, Motril y Azcaráz), además de cómo periodista colaborar y dirigir El Español, órgano del liberal Partido Moderado, ser senador por la provincia leonesa en otras, y ocupar cargos de relieve, como director general de la Administración Local, subsecretario de Gobernación, vocal del Real Consejo de Sanidad, gobernador civil de Pamplona y Valencia, y director general de Prisiones con el ministro Francisco Romero Robledo, inaugurando entonces, en 1884, la cárcel Modelo de Madrid. Una merced que la reina otorga a la villa a cambio y después de que el ilustre bañezano rechazara la adjudicación de un título nobiliario para sí, prefiriendo favorecer a la localidad de sus orígenes con las ventajas que el estatus de ciudad aparejaba de ser exentos sus moradores de algunos aranceles y tributos (según se nos manifestaba por algunos de sus descendientes en la que aún es en La Bañeza casona familiar de aquel linaje, requisada, por cierto, por los alzados de 1936 a los herederos (republicanos moderados) del antiguo benefactor, que dejaría a su fallecimiento en Madrid en 1900 un legado de 75.000 pesetas para el Hospital bañezano de la Vera Cruz).

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LOS LÓPEZ-NÚÑEZ VILLABRILLE DE LA BAÑEZA.

    Desde 1895 funcionaba una Colonia Escolar Leonesa en la capital provincial (se mantuvo hasta 1935), solo “para niños pobres elegidos entre los de las escuelas municipales de la capital y algunos del resto de la provincia” aquel año. La del siguiente, organizada por Ramón Pallarés Nomdedeu y Alfredo López-Núñez Villabrille (colaborador en prensa masónica y tal vez masón como su hermano Augusto, “Clotaldo”, director del primer El Diario de León, “periódico de la mañana”, entre 1886 y 1888; el menor de los 9 hijos del bañezano Deogracias López Villabrille, procurador de los Tribunales) entre otros, y atendida por los maestros Benito Blanco Fernández y María del Carmen Álvarez García, fue mixta en cuanto a las clases sociales que acoge: colonos pudientes (uno) y menesterosos (infancia de las clases desvalidas), y por separado de niños (29) y de niñas (11, una de pago). Parte el 1 de agosto para la playa de Salinas (Asturias) y regresa a León el 31. Asistió un niño desde La Bañeza, el mismo que ya lo había hecho el año anterior, Eliseo del Egido García, de 13 años, y cuyo infarto submaxilar derecho (todos los niños asistentes lo padecen) se encuentra a la vuelta notablemente disminuido. Era presidente de la Colonia Escolar Manuel Diz Bercedoniz, Ingeniero Jefe de Obras Públicas de la Diputación leonesa (y futuro constructor del Puente de Requejo unos años después), quien había dispuesto la participación “de un colono de cada Partido Judicial, de familia pobre, de entre 9 y 12 años, que sepa leer y escribir, y que necesite los baños de mar por su constitución enfermiza, débil o linfática”. Más de la mitad de lo que costó realizarla (3.959 pesetas) se sufragó por suscripción popular.

    Otro de los vástagos del bañezano Deogracias, además del citado Augusto y de Alfonso (cesados ambos de sus empleos públicos en León en 1886 con el cambio de color político operado en el Gobierno, decía el diario El Campeón), fue Álvaro López-Núñez Villabrille, maestro que colaboró en la creación del Instituto Nacional de Previsión, del que formó parte desde 1908. Integrante también de su predecesor Instituto de Reformas Sociales desde 1904, y enviado por tres veces por la Junta de Ampliación de Estudios a congresos internacionales de carácter social, una experiencia que aportaría cuando se creyó conveniente implantar la previsión en las escuelas, para que los niños se acostumbraran a ella y al ahorro, lo que se hizo creando en julio de 1911 las Mutualidades Escolares, declaradas obligatorias para todas las escuelas públicas en 1919, con la finalidad de fomentar el ahorro, constituir dotes infantiles y formar pensiones de retiro. El dinero recaudado se ingresaba en entidades de ahorro. A finales de 1928 existían en España 6.394 mutualidades de este tipo, con 390.034 mutualistas, y unos fondos de casi 17 millones de pesetas. Con igual filosofía y destino de sus beneficios se establecieron a la vez los Cotos Escolares (apícolas, forestales, agrícolas, conejeros,…) en las zonas rurales en su inicio. Álvaro, cofundador del Grupo de la Democracia Cristiana en 1918, católico social, periodista y escritor, fundador de periódicos y publicaciones católicas, académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y promotor de la asistencia y los seguros sociales, sería asesinado a los 71 años junto con Esther, la más joven de sus seis hijos, víctima de la represión republicana incontrolada, en las tapias del Cementerio del Este de Madrid el 29 de septiembre de 1936, después de ser sacados de la checa de Fomento.

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EL FERROCARRIL LEÓN-BRAGANZA Y OTRAS FALLIDAS VÍAS FÉRREAS.

     Los años veinte estuvieron en nuestro país (y especialmente en lugares como León, Astorga, Veguellina o La Bañeza) muy ligados al ferrocarril, dado el auge alcanzado ya entonces por este medio de transporte en contraposición a las deficientes y escasas carreteras y al rudimentario y costoso tráfico de mercancías en camiones. Con base en estas circunstancias, y al socaire de la pretensión del Consejo Superior de Ferrocarriles de establecer “líneas secundarias, estratégicas y de tráfico local”, el ilustre bañezano, abogado y militar Nicolás Benavides Moro proyectó en 1925 la construcción de la línea férrea León-Braganza (Portugal). Sus estudios y propuestas movilizaron a la prensa en pro del trazado, llegando hasta dicho Consejo, que se interesó por el proyecto, y a los ingenieros de la Compañía de Ferrocarril del Norte, que propugnaron un ramal que colmara “intereses ferroviarios regionales” y que desde Puebla de Sanabria pasara por La Bañeza, Valencia de Don Juan, Sahagún y Saldaña, para enlazar en Mataporquera con los ya existentes del Norte y de La Robla a Valmaseda.

    Los bañezanos defendieron su propuesta, variante de otra de la Diputación provincial que pretendía el enlace Guardo (Palencia)-La Bañeza. Dos años más tarde don Nicolás Benavides, entonces coronel de Estado Mayor, añadió a su diseño algunas variaciones con la idea de que el trazado (“el más corto y el menos costoso”) uniera dos importantes puertos marítimos (Bilbao-León-La Bañeza-Puebla de Sanabria-Braganza-Oporto) y aproximara las cuencas mineras astur-cántabro-leonesas al norte de Portugal carente de carbón.

    En 1927 otro bañezano, Vicente Fernández Alonso (uno más de los iniciales entusiastas de la dictadura primorriverista en nuestra tierra que lo sería después del socialismo), logró mediante sus intervenciones en la prensa local, regional y nacional, las adhesiones del ayuntamiento y de la Diputación leoneses al proyecto de don Nicolás, para cuya defensa y la de la línea León-Braganza se celebró en octubre una asamblea interprovincial en la Casa Consistorial bañezana seguida de un banquete popular en el que brindaron por el éxito del empeño, entre otros, el médico Mariano Andrés Luna y el Jefe de Correos Augusto Valderas Blanco.

<<< Estación de Astorga al inicio del siglo XX.

    En este asunto, “que bien lo merecía y lo merece” (se decía de él todavía a la altura de 1957) La Bañeza comenzó a ser oída en algo que le interesaba (aunque más importaba a la capital provincial y a las zonas leonesas del Páramo y zamoranas de la Carballeda y la Sanabria, aisladas y sin comunicación ferroviaria), y a su favor se sumaron muchas voces, y en contra solo una, la de “un contumaz colaborador de un periódico vecino (El Pensamiento Astorgano) que obtuvo varapalos a diestro y siniestro, tanto por lo serio como por lo bufo”. En los inicios de 1931, desde el número 5 del semanario bañezano La Opinión, Vicente Fernández Alonso llega a proponer, ante el desinterés de la capital, una línea que comience en Veguellina o en Astorga con ramal de Nogarejas a La Bañeza.

    (Tal vez sean reminiscencias aún de aquellos intereses y anhelos las actuales pretensiones de conseguir ver realizada la autovía León-Braganza, cuyo trazado presenta grandes similitudes con el que antaño se pretendió para aquella tan deseada vía férrea).

    Ya había habido años antes intentos de conseguir otros trazados ferroviarios que transcurrieran por La Bañeza: los regidores bañezanos acordaban en junio de 1859 dar toda clase de facilidades para la construcción del “camino de yerro” que habría de unir la villa con la capital de la provincia, en lo que ya se consideraba una decisiva apuesta de futuro. Después, se había pretendido en 1904, y se llegó a realizar para tal fin una asamblea en Veguelllina de Órbigo, el ferrocarril Grado-La Bañeza y su posterior prolongación hasta Puebla de Sanabria; en 1907 tomaron gran relieve las gestiones encaminadas a alcanzar su construcción, realizándose en mayo una reunión de representantes de los ayuntamientos enclavados en su pretendido trazado, y el desplazamiento a Madrid de una comisión formada por los dos diputados provinciales del distrito y dos concejales, que se entrevistaron con el ministro y con responsables de Fomento y obtuvieron su interés y la demanda de que se les presentase el oportuno estudio. Cuando desde La Bañeza se comunicó a los ayuntamientos de Grado y de Puebla de Sanabria el importe de aquél (70.000 pesetas), contestó el primero que no contribuiría, y el segundo ni siquiera contestó. En 1923, en el Índice de peticiones que la ciudad de León hace al Rey y al Directorio Militar gobernante para el progreso de la provincia, se dice hallarse aún en estudiado proyecto (aprobado desde junio de 1890 y considerado ya en 1864 de interés por el gobierno) la línea a Portugal por Benavente desde León, “que tantos años atrás ya fuera rechazada por la decisión de un preboste maragato”, y por la que desde la Cámara de Comercio de Gijón se abogaba en noviembre de 1930, propuesta de la que aquí se hacía eco El Diario de León a primeros de marzo de 1931.

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EL CUARTEL QUE SE FUE PARA ASTORGA (Y OTROS AFANES BAÑEZANOS MALOGRADOS).


    En enero de 1905, el día seis, se produjo en La Bañeza la explosión de la caldera de vapor de la fábrica de luz de la compañía Central Eléctrica sita en la calle Labradores, causando gran pánico pero no desgracias personales. Un año después, el ayuntamiento ofrecía amplias facilidades (terrenos, piedra, madera y 25.000 pesetas) para la construcción de un cuartel destinado a un escuadrón de caballería, incluido su campo de tiro, sin que tal oferta hallara favorable recepción. Tampoco la halló cuando se repitió en 1918 al ministerio de la Guerra a través del gobernador militar de León, dados el beneficio a obtener, la posición estratégica de la ciudad por la línea de ferrocarril, y la proximidad de la frontera portuguesa, tal vez porque en octubre del mismo año dicho ministerio aceptó los terrenos que para el mismo fin había ofrecido en junio el consistorio astorgano (también una vieja insistencia, en su caso igualmente desde 1905, en que existía ya en la Plaza de Astorga un Regimiento de Reserva alojado en la casa de Domingo Ramos), en los que se inició en diciembre de 1921 (por las gestiones del prócer maragato Manuel Gullón) la construcción finalizada en 1924 del acuartelamiento Santocildes, inaugurado con su ocupación por la tropas del Regimiento de Órdenes Militares nº 77, llegado por ferrocarril desde Estella (Navarra) en abril de 1925 (acontecimiento que generó gran expectación social y que fue muy celebrado entonces en la ciudad episcopal, con actos como la representación de la obra teatral ¡Que viene el Regimiento!, en la que participaban entre otros los hermanos Dámaso y Euquerio Cansado Cansado), y que devendría apenas nueve años más tarde en cuartel-cárcel atiborrado de recluidos a resultas de la revuelta de octubre de 1934, después de que en febrero de 1931 se llegara a temer por su traslado a alguna otra localidad, posibilidad contra la que el consistorio y algunos prohombres astorganos maniobraron en Madrid, en las mismas fechas, por cierto, en que en la capital provincial llegó a darse por hecho la adscripción, al fin frustrada, de un regimiento de Artillería a sumar a los de otras armas ya existentes.

<<<<<<<< El leonés Regimiento Burgos de maniobras en La Bañeza en octubre de 1916. (De La Bañeza de villa a ciudad. 1895-1995)

    En el mismo capítulo de las iniciativas bañezanas loables y fallidas tienen cabida la del ofrecimiento en 1902 al ministerio de Fomento de solares para implantar un campo de experiencias agrícolas; la emprendida en enero de 1913 por el obispo de la diócesis (Julián de Diego y Alcolea) ante el diputado por el distrito electoral Astorga-La Bañeza, el liberal Antonio Pérez Crespo, a la sazón director general de Prisiones, de establecer en la segunda una escuela-asilo para jóvenes y menores abandonados y vagabundos, cuya construcción llegó a estar decidida “en la finca que de las dos, la Vega de Arriba o la Cantera de Santa Marina, mejores condiciones reuniera”, y la que le siguió en febrero cuando la corporación ofreció terrenos para que el Estado pudiera construir lo que tampoco se llegó a materializar: un edificio destinado a Archivo de Protocolos y Registro Civil y de la Propiedad. Todavía en los inicios de 1916 se interesaban desde la fiscalía de la Audiencia provincial de León por la existencia de local adecuado en la ciudad para ser convertido en escuela de reforma para menores delincuentes, y debió de proveerse tal local, pues a finales de febrero “se enviaban a residir aquí a dos corrigendos del Penal de Burgos”.

    Al contrario, en los inicios de 1919 se disolvió la Cámara de Comercio e Industria de La Bañeza (que venía funcionando desde 1911 al menos, y de la que dependía un Colegio, subvencionado por el Ayuntamiento, que impartía Bachillerato en 1913) pasando todos sus medios y efectivos a la de León, a la que queda incorporada (se dio un frustrado intento en 1928 de integrar su territorio de influencia en la de Astorga, y se propondría desde el semanario La Opinión a la mitad de enero de 1931 sustituirla por una llamada Agrupación Gremial Bañezana integrada por representantes de las sociedades entonces existentes: La Caridad, San José, Casino La Unión, Círculo Mercantil, Sociedad Obrera, y las dos sociedades de agricultores), y tampoco pudo conseguirse en 1916 la fundación del colegio que el benefactor Sergio Rubio Alba, fallecido en abril de dicho año, había dispuesto para La Bañeza en su testamento. Doce años más tarde, también en 1928, se declaran benéfico-docentes de carácter particular las obras pías de cultura instituidas en La Bañeza por Sergio y su hermana Juana, bajo el patronazgo del obispado de Astorga y del Cabildo de su Catedral, para crear y sostener allí un colegio católico de primeras letras, o el pago de becas, en su defecto, a estudiantes de la carrera eclesiástica. Las dos fundaciones fueron fusionadas en 1929 bajo un solo Patronato y la denominación de “Colegio Católico del Salvador” (a finales de agosto de 1931 estaba dispuesto que lo gestionaran jesuitas, y para él subscribiría el ayuntamiento bañezano 50.000 pesetas), al cual se añadirían los bienes donados por Luís, el tercero de los hermanos, a su fallecimiento, que había sucedido en 1925. A pesar de la denominación, no debió de materializarse tal colegio (al menos no aparece en las reseñas de los existentes en la época) como tampoco lo hizo en el intento de construirlo en mayo de 1919 por la mediación de las Escuelas Cristianas.

    A primeros de mayo de 1932 proponían algunos vecinos bañezanos cerrar la huerta municipal de la Avenida Pablo Iglesias y dedicarla a parque infantil, ya que “los niños de la población carecen de lugar adecuado para sus distracciones”, creándose el día 18 una comisión municipal que se desplazará a Astorga para ocuparse de la posible adquisición para el ayuntamiento del huerto de la Fundación Rubio que colindaba con el comunal, que no progresó porque los eclesiásticos propietarios de aquel terreno (obispado y cabildo catedralicio astorgano) acordarían venderlo en pública subasta.

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EL ÚLTIMO 1º DE MAYO EN MUCHOS AÑOS EN LEÓN, ASTORGA, LA BAÑEZA,…


    Circulan desde hace días por León, cuando acababa abril de 1936, alarmantes rumores sobre lo que acontecerá el Primero de Mayo, tratando de crear hostilidad contra tal fecha y contra la celebración de los trabajadores, y la Federación Local de Sociedades Obreras sale al paso de los mismos asegurando que la jornada transcurrirá dentro de la total normalidad, y con un programa que incluye, además de la manifestación matutina y la tradicional gira campestre de la tarde, la visita que los comités directivos de la organización y el grupo femenino de las Juventudes Socialistas Unificadas harán al cementerio en homenaje a las víctimas de la revolución de octubre de 1934 (los claveles rojos y las flores fueron enviadas por la Federación Socialista Valenciana). Efectivamente (y como reseñará La Democracia), el proletariado leonés dio un alto ejemplo de serenidad y ciudadanía. La manifestación y la concentración obreras resultaron imponentes, como nunca se vieron, y magníficos todos los actos (como exhiben las fotografías de Gracia, Fernández y la Gafa de Oro), en los que no se registró el más leve incidente ni molestia para nadie. De vuelta del gobierno civil, donde se entregaron las conclusiones y reivindicaciones obreras para ser remitidas al Gobierno, a la Casa del Pueblo, para depositar de nuevo sus banderas y estandartes, desfilaron los grupos sindicales, los Pioneros Rojos y las Juventudes masculina y femenina. En la gira vespertina se llenó el Parque, y también acudió mucha gente al Monte de San Isidro (en el que al cabo de unos meses abundarán, desparramados, los cadáveres de tantos leoneses ajusticiados sin humanidad y sin justicia).

<<<<<<<<< Militantes socialistas, comunistas y anarquistas leoneses ante la tumba de Manuel Durruti el 1º de Mayo de 1936. (De Historia del anarquismo leonés)

    Por acuerdo de la Federación Socialista Provincial, en la conmemoración proletaria en La Bañeza tomará parte Isidro R. Mendieta, de Madrid (redactor de Claridad), y en Santa María del Páramo Avelino Rodríguez y Domingo Fernández González. En Astorga participará el madrileño Segundo Serrano Poncela (de la Federación Nacional de Juventudes Socialistas; no podrá asistir y lo sustituye Mendieta), junto con Fernando Montoliú, del Comité Central del Partido Comunista (intervendrá el correligionario Daniel Belda en su lugar), Isabel Domínguez, de la Juventud Socialista de León (será sustituida por Joaquín del Palacio, liberado el 30 de abril tras su paso por las prisiones de La Coruña, Mahón y Palma de Mallorca), y el alcalde Miguel Carro Verdejo, presentados por Manuel Gervasi Sierra. En Valderas y Algadefe de la Vega Francisco Valverde y Falconerín Blanco. David Escudero Martínez se ocupará del discurso en el acto de Mansilla, y en Veguellina lo harán, por la tarde, Moro (posiblemente se tratara de Pablo Sánchez Moro, secretario local de la CNT) y el diputado socialista Luís Rufilanchas (sería fusilado con once más en La Coruña en julio de 1937). En toda la provincia (también en Ponferrada, Sabero, Cistierna y Sahagún) hubo manifestaciones grandiosas y mítines concurridísimos, “destacándose con sus distintivos y uniformes las Juventudes Unificadas, lo mismo de un sexo que de otro, pues las mujeres aportaron como nunca su colaboración entusiasta, sin que tampoco se dieran incidencias” ( ya por entonces, según Victoriano Crémer, mujeres derechistas vestían con predominio del verde, color emblemático de la monarquía -por el acróstico Viva El Rey De España-, luciendo un ostensible y desafiante crucifijo sobre el pecho).


    De los oradores que a la postre no intervinieron en Astorga, Serrano Poncela, como director de Seguridad nombrado por Santiago Carrillo (responsable de Orden Público), siete meses más tarde “organizará a diario las sacas” de las prisiones madrileñas que originaron la matanza de Paracuellos y otras, según la reciente obra de Paul Preston El zorro rojo. La vida de Santiago Carrillo (Debate, 2013). La socialista Isabel Domínguez Vázquez (apodada la “Pasionaria leonesa”) había sido maestra y delegada en la FETE en Astorga en algún tiempo. A finales de octubre de 1932 impartía en la astorgana Casa del Pueblo una de las conferencias (“misas laicas”, las llamaban) que se celebraban allí los domingos a media mañana en el otoño aquellos años.  

Con impresionante disciplina y entusiasmo se celebraba también la Fiesta del Trabajo en La Bañeza (la última que allí y en los demás lugares se daría en cuatro décadas, y también en esta, como en las anteriores, “por tener que ausentarse”, cedía el alcalde titular la vara municipal al primer teniente de alcalde, el socialista Ángel González González), recorriendo las principales calles de la ciudad una manifestación nutridísima encabezada por los Pioneros Rojos y las Juventudes uniformadas (que prenden también en sus camisas y corbatas una estrella), realizándose por la tarde en el Frontón Novedades el mitin más concurrido que se conoce, en el que tomaron parte Toribio Santos Santos (presidente de la Casa del Pueblo), introductor de los oradores Ildefonso Cortés Rivas (médico astorgano que alude a la huelga que están sosteniendo los obreros bañezanos de la Azucarera, en brazos caídos desde hace días contra el incumplimiento por la empresa de las Bases de Trabajo; parece ser que “el alcalde requirió el auxilio de la Guardia Civil, quitando la razón a los que la tenían”, dice el semanario El Combate desde Astorga), y los compañeros Santiuste (directivo del Partido Comunista de León), un sindicalista “que hace votos por la unificación proletaria”, e Isidro R. Mendieta, todos muy aplaudidos. Por la tarde hicieron los trabajadores una festiva gira por las orillas del Duerna.

Manifestación del 1º de Mayo de 1936 en La Bañeza. (Archivo del autor)  >>>>>>>>>>>

Sabemos algo más de lo sucedido en aquellas fechas en la factoría bañezana por el testimonio que Alejandro Latorre, entonces empleado en sus talleres, nos acerca en mayo de 2009: se pretendía la equiparación en el trabajo con la azucarera de Santa Eulalia del Campo, de la misma compañía, y la totalidad de los obreros se encerraron y ocuparon la fábrica a lo largo de todo un día y una noche, en la que “durmieron dentro todos juntos y amontonados, después de que los familiares les hubieran echado comida por encima de la tapia y a través de una alcantarilla cercana a la entrada”.

    En Castrocalbón organizó la celebración obrera el Sindicato de Trabajadores de la Tierra, con un mitin que este año revistió extraordinaria animación e iniciado por su secretario (Basilio Fernández Vidal), que presentó a los intervinientes, el maestro de la villa, Heriberto Martínez Amez y los camaradas de la Agrupación Socialista de Astorga Dámaso Cansado Cansado (empleado del Banco Herrero) y Ramón Pontones Hidalgo (profesor del Instituto), quienes “con fervor revolucionario que fue larga y calurosamente aplaudido abogaron por la unión de todos los explotados, especialmente de los campesinos, ante la destacada presencia de gran número de mujeres que hicieron patente la realidad de su incorporación a las luchas políticas y sociales”. Los mismos oradores disertarían a última hora de la tarde en Jiménez de Jamuz en el mitin que congregó frente a la Casa del Pueblo a una enorme multitud de trabajadores de esta localidad y de otras vecinas y a los que el numeroso público premió con prolongadas ovaciones y vivas proletarios, poniendo fin a una brillante e inolvidable jornada de reivindicación y fiesta obrera (posiblemente organizada por la importante Sociedad de Oficios Varios a la que pertenecían jornaleros, campesinos y alfareros) que comenzaba por la mañana “con una enorme manifestación que recorrió las calles del pueblo entonando la Internacional, y en la que pusieron una nota esperanzadora y elocuente nuestros Pioneros Rojos”.

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LA CACICADA ELECTORAL DEL GENERAL MARTÍNEZ CABRERA.

     Se anuncia al inicio de noviembre de 1935 para el domingo día 10 un homenaje al general Jefe de Estado Mayor Toribio Martínez Cabrera, y el ayuntamiento astorgano hace circular un manifiesto-invitación al pueblo llamándolo a asistir al mismo, en el que se le nombra hijo predilecto de la ciudad y se le imponen la Gran Cruz y la Banda del Mérito Militar con que por su excelente organización de las Maniobras de los Montes de León de finales de septiembre de 1934 le ha honrado recientemente el gobierno, costeadas por suscripción popular en toda la región maragata (a mediados de diciembre será nombrado subsecretario del ministerio de la Guerra, cargos y honores que no le evitarán ser represaliado después de julio de 1936 por los leales republicanos, de los que formará parte, y por los sublevados, que lo fusilarán en 1939). Tampoco fue unánime el reconocimiento de sus méritos en el desarrollo de aquellas Maniobras, ni siquiera el de haberse entonces construido por soldados zapadores, por su mandato y a cuenta de su particular bolsillo,  la carretera de Turienzo a Andiñuela de Somoza, patria chica del militar benefactor, pues en enero de 1936 desde el semanario socialista astorgano El Combate se dirá en un epigrama crítico con el general (al que cambian el nombre) que el camino concluye en una finca / que -¡qué casualidad!- resulta suya, añadiendo que en tales Maniobras también hizo el caldo gordo algún fondista.  

    El Hogar Leonés de Madrid preparaba para el 12 de enero de 1936 otro acto de homenaje (un banquete en el Hotel Nacional, se informaba el día 9) al general maragato, al cual desde Astorga se da ya por seguro candidato afecto al gobierno por esta provincia en las elecciones de diputados a Cortes del próximo 16 de febrero, “en combinación con algún otro personaje de los viejos políticos y las anticuadas normas electoras resucitadas ahora por el vizconde de Brias (el presidente del Gobierno, Portela Valladares)”, se dirá desde El Diario de León el día 20. Arremetía la firma del Licenciado Vidriera desde el bañezano semanario católico independiente El Adelanto el 25 contra el centrismo portelista de los tránsfugas fomentado desde el poder, dice, junto con la picaresca política y los procedimientos olvidados que parecían enterrados con el antiguo régimen y vuelven con la vetustez acomodaticia de muchos y la senil vesania de algunos. Por cierto, diversas fuentes afirman que el egregio militar fue candidato en los comicios generales del 19 de noviembre de 1933 por el distrito de León y por el Partido Republicano Radical, y de ser así, por alguna razón al final no debió de concurrir a aquellas elecciones, pues en ninguna de las informaciones de El Diario de León sobre ellos, incluido el escrutinio o resultados de los votos en la provincia leonesa, globales, por partidos, o por localidades, hemos hallado noticia ni atribución de sufragio alguno a su nombre, ni siquiera en Astorga y los municipios de su partido, como tampoco aparece alusión alguna a su candidatura. 

    En cuanto a Astorga, el 13 de enero de 1936 comunica el general Martínez Cabrera haberse concedido Cruces del Mérito Militar con distintivo blanco a todas las hermanas del Hospital Militar de San Juan Bautista, y también a la prensa local y a numerosos civiles particulares (la mayoría asistentes al homenaje tributado en noviembre pasado al general, dirá El Combate) “por la cooperación patriótica prestada durante los sucesos revolucionarios de octubre de 1934”, y dos días después, coincidiendo con el anuncio de su candidatura electoral, visita la ciudad para imponer él mismo aquellas condecoraciones, “declinando algunos de los galardonados recibirlas de sus manos por carecer de suficientes méritos para alcanzar aquel honor”.

    El día 21 de enero la Junta Nacional contra el Paro destinaba 100.000 pesetas para la provincia de León, a emplear en La Cabrera, y el 29 El Pensamiento Astorgano se abstenía de insertar una nota remitida por la secretaría política del candidato de centro, Toribio Martínez Cabrera, dando cuenta de sus gestiones a favor de la provincia y de aquella subvención, afirmando el rotativo que no insertará anuncios de candidatos que no sean del bloque de derechas, “pues nuestra ideología está mucho más alta que la caja de administración del periódico”, una actuación aplaudida desde El Adelanto, que la noticia titulándola ”Así se hace”. Algunos lectores (27) del otro periódico astorgano (La Luz de Astorga), “porque ha cambiado de ideología y por la campaña que hace en las elecciones”, manifiestan su disgusto en una carta que remiten al semanario bañezano, el cual expone que “parece que la actitud del colega maragato obedece a cuestiones económicas”. 

El Combate. 18 de enero de 1936.  >>>>>>>>>

    La candidatura centrista por León estará formada por Toribio Martínez Cabrera, Juan Castrillo Santos, y José Álvarez Arias, “que habrá de reflexionar antes de adentrarse por tales derroteros, y no prestarse al juego de dividir a las derechas para conseguir que sean derrotadas”, señalaba el día 27 de enero El Diario de León, que afirma el 5 de febrero que Castrillo Santos y el general Martínez Cabrera habían presentado el 29 de enero a sus electores la concesión por la Junta Nacional del Paro Obrero de aquel crédito de 100.000 pesetas destinado a la construcción de obras públicas en La Cabrera, para escuelas o caminos según convenga a cada municipio, y con la mediación de un convecino, el señor Valcarce (posiblemente se tratara de Juan Valcarce Alfayate, médico en Astorga y alférez médico de complemento de Sanidad Militar que será ascendido al empleo inmediato el 2 de abril de 1937), para mayor garantía. “Hemos pensado en vosotros antes de solicitar vuestros sufragios”, dicen en su comunicado electoral. En la misma fecha publicaba el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra una disposición contraria a la interferencia de los militares en el terreno de la política, y se dice (tomado de El Debate) que “el general en el mismo día tiene tiempo para prohibir las interferencias y para interferirse”. Tal vez obedeciera también al electoralismo de los candidatos centristas provinciales la subvención de 15.000 pesetas para continuar las obras de conducción de aguas que la misma Junta Nacional otorga a La Bañeza y que el mismo día 29 de enero notifica a su Corporación por carta Juan Castrillo Santos, al que se acuerda agradecer su interés (también al militar Toribio Martínez Cabrera por su gestión) y que el alcalde en ocasión oportuna lo salude. 

     Cercana ya la fecha electoral, informa el 10 de febrero de 1936 El Diario de León de que apareció el pasado día 5 en Astorga un semanario con el título de ALFA, remedo e intento de imitación y plagio del AFA publicado por la Acción Femenina Astorgana, y parece que con la pretensión de ser confundido con aquel, aunque de contenido opuesto, tirado en Santiagomillas el 3 de febrero y con falso pie de imprenta de Artes Gráficas de Domingo Sierra (que días después manifiesta en una nota no ser el que corresponde a su negocio).

    De aquella burda maniobra electoral (al parecer) dirá el día 8 El Adelanto que  “ALFA ha visto la luz en Astorga como ‘Gaceta de Andiñuela’ y semanario femenino de labradoras auténticas, órgano de los afanes electoreros del bizarro general Martínez Cabrera, ocultando sus torcidos designios de lobo rapaz cubierto con el blanco vellocino de AFA. Copiando su formato, reproduce casi del todo su título; hace suyo su cristiano y patriótico programa de Religión, Patria, Familia, Propiedad, Orden, Trabajo; aprovecha la mayor parte de sus firmas, y usurpa casi por completo su pie de imprenta (Artes Gráficas Sierra en AFA, y Artes Graficas en ALFA, cuando debiera añadir Fidalgo –en clara alusión a la Luz de Astorga, movida tal vez por las motivaciones económicas ya apuntadas-). Además, Valcarce, a quien nombró mayordomo de las 100.000 pesetas de la Junta del Paro Obrero para La Cabrera, está nominalmente excomulgado por el prelado de Astorga”. Cuenta el 13 de febrero El Combate la trama íntima de aquella zafia maquinación electorera, por la que, entre otros tejemanejes, “el ayuntamiento de elección popular de 1931 fue repuesto un día y depuesto al siguiente para satisfacer al cacique militar y tapar gestiones putrefactas”.

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Los inicios del fútbol bañezano.


    En 1920 La Bañeza tiene 3.948 habitantes de hecho, y su partido judicial 47.579. Por las fiestas de agosto de 1921 se inicia en la ciudad la práctica del fútbol (Foot-Ball, como entonces se decía, aunque según Elisardo Moro García ya se jugaba en el mismo lugar en junio de 1917), deporte traído por jóvenes locales desde diversas capitales en las que eran estudiantes, disputándose en el terreno cedido por el ayuntamiento en el Jardín un reñido match (organizado por el semanario El Sorbete, lo presenciaron más de dos mil personas) con un equipo venido de Benavente al que se agasajó después con cena en el Hotel Aurora y baile en el Casino. A aquel primer equipo, el Sporting Bañezano (en el que debió de formar entonces el joven estudiante Joaquín González Duviz, conocido por “Morico”) lo siguieron con los años la Sociedad Deportiva Bañezana, la Sociedad Gimnástica Bañezana, el Club Deportivo, el Racing Club Bañezano, el Club Celta Bañezano, y La Bañeza Fútbol Club, que aún perdura.

    En mayo de 1931 las Juventudes Deportivas de La Bañeza solicitan a la corporación un campo de deportes, y debió de ser la Sociedad Deportiva la que a primeros de agosto de 1932 reclama de nuevo al consistorio un lugar en el que practicarlos (para el del balompié) en un terreno distinto al del Jardín, que ya disfrutan, por no resultar adecuado y porque tienen disgustos con los vecinos del Paseo, a cuyas casas ocasionan perjuicios los balones que se escapan, expone su responsable, el peluquero José Acebes (“Gran Peluquería de Moda, en Romero Roblebo, 8”, se anunciaba en Avance en septiembre de 1933). Se acordó que los peticionarios designaran una comisión para estudiar con ella qué terreno se les pudiera ceder. Lo desean en la Vega de Arriba, lugar de pastos comunales arrendados por la Sociedad de Labradores, y se les recomienda instalen una red en tanto se ve lo que proceda, con mayor entusiasmo por complacerlos por parte de algunos concejales socialistas, partidarios de la conveniencia del deporte, “beneficioso en general y más para los jóvenes, a los que distrae de otras diversiones menos plausibles”. En diciembre del mismo año existen (según El Adelanto) en La Bañeza cinco equipos de fútbol (y además tres infantiles: Arenas Fútbol Club, Club Deportivo Uzcudun –en él formaba Chela, el precoz violinista, y el nombre del club debía de obedecer a la extensa popularidad de la que entonces gozaba el boxeador Paulino Uzcudun-, y Club Polvorín), y de ellos son los principales la Unión Deportiva Bañezana (UDB) y el Once Obrero Bañezano (OOB). A mediados de enero del siguiente insiste la juventud y los aficionados deportistas bañezanos en reclamar del alcalde un lugar de juego, pues el que siguen utilizando está lleno de piedras (se han quejado los jugadores de clubes como el de Benavente), y los vecinos de las casas adyacentes cobran una peseta por devolverles la pelota cada vez que cae a sus patios (“unas diez veces por partido: ¡el sustento!”, dicen).

<<<<<<<<  La Sociedad Cultural y Deportiva Leonesa en 1930.

    A finales de febrero de 1933 los pueblos limítrofes de la capital comarcal estaban contagiados de su afición futbolística; Jiménez de Jamuz había sido el primero en dar la nota, y le seguía entonces Valcabado. En La Bañeza se creaban a primeros de marzo dos nuevas formaciones deportivas: en el barrio de San Eusebio La Cultural Bañezana, y el Club de Fútbol La Conquista, que “estrenará pronto sus jerseys blanquirrojos”, decía El Adelanto el 8 de aquel mes. En cuanto a Jiménez, el interés por el deporte del balompié (introducido en el país hacía 1876 desde Galicia y la empresa Eastern Telegraph –conocida como el Cable Inglés- de Vigo, antes que desde Huelva y las minas de Río Tinto, como hasta ahora se pensaba) se volvería a materializar, al menos, en torno a 1950 con la creación de los equipos Industrial Deportivo Jiménez y su rival el Real San Martín de A. C. (Acción Católica), promovido este por el párroco don Jesús Guerra Juárez, a los que seguirían ya en los años sesenta las formaciones de La Estrella y La Viruta.

Al inicio de julio quedaba constituida la junta directiva de la recién creada Sociedad Cultural y Deportiva Bañezana, de la que es presidente César Seoanez Pérez (uno de los dos hijos de José Seoanez Romero), secretario Vicente González Duviz, entrenador Joaquín González Duviz, y vocales José Marcos de Segovia, Abraham Bécares Rodríguez, y Manuel Marqués Pérez, entre otros. Por entonces la Sociedad, en su nombre y en el de todas las demás agrupaciones deportivas de la ciudad, solicita terreno bastante (unas 14 heminas de secano) para poder permutarlas por una sola finca destinada a campo de deportes, siempre para todas ellas (se aclara por los concejales) y reintegrable al ayuntamiento si desaparecieran la sociedad o sociedades deportivas, el cual desestima los términos de su proposición y responde a los solicitantes que, sin ceder propiedad alguna, les procurará el terreno preciso para el ejercicio de todos los deportes. La Sociedad peticionaria mantiene en la siguiente sesión municipal que “piensa resolver por sí la cuestión”, y al acabar agosto insiste en reclamar se les conceda (solo el uso, no el dominio) para campo deportivo una finca municipal, de las Realengas, sita a la Llanera y enclavada entre otras adquiridas por la Sociedad, arrendada por el ayuntamiento (y subarrendada a su vez a otro que la trabaja). El artículo 20 de la Ley de Reforma Agraria impide al municipio la enajenación (o permuta) del terreno, que forma parte de los bienes propios, y se acuerda estudiar con un  letrado las condiciones en que pueda cederse.

El abogado Eumenio Alonso González (decano de los de la ciudad), consultado se abstendrá de informar “por tener el ayuntamiento nombrado a un ilustradísimo compañero de León”, Publio Suárez Uriarte, nombrado recientemente subsecretario de la Presidencia en el gabinete de Lerroux, y muy ocupado, por lo que le será difícil informar con la prontitud deseada, dice el alcalde, que pedirá parecer a otros de la localidad, mientras la Sociedad Deportiva pasa a desear la finca solo en alquiler, y como es el caso que el actual arrendatario cede sus derechos, y no hay inconveniente alguno en contra, se le confiere con las mismas condiciones en arriendo. Por aquellas fechas se dice, con guasa, en la sección “Quisicosas Deportivas” de El Adelanto, que “a muchos hinchas ha llenado de placer el que nuestro futuro campo de fútbol vaya a ser colocado muy cerquita de las cuevas”.

    En aquel predio y en los adyacentes que la Sociedad ya poseía se fue construyendo el ansiado campo deportivo por los mismos jóvenes aficionados que los domingos y los días de fiesta iban a trabajar gratis para hacerlo, ayudados a veces por mozalbetes de las Escuelas Villa después de su jornada de escolares, de manera que en febrero de 1934 solicitaba la entidad deportiva al consistorio “que se planten árboles de sombra y adorno en el camino de La Llanera, hacia el campo de deportes que actualmente construye” (según el plano trazado por Luís Lorente Gallego –de Calatayud-, quien entonces era administrador o gerente de la Azucarera, nos cuenta Alejandro Latorre), a lo que aquel accede y acuerda pedir acacias a los servicios forestales para plantarlas en dicho camino.

    Los encuentros deportivos eran a veces motivo de altercados y refriegas, como sucedió cuando el 15 de abril del mismo año, domingo, se desplazaba de León a La Bañeza el equipo de fútbol del Recreo Industrial Club para enfrentarse al titular de la ciudad en el campo del Jardín (aún se jugaba allí en aquellos días), al que derrotó por 4-1 en un partido tan accidentado (en el que el público bañezano coaccionó al árbitro y a los jugadores leoneses) como lo había sido el anterior en el mismo lugar contra la Deportiva Ponferradina, con el resultado de 1-2 y un segundo tiempo aparatoso y discutido, también por los espectadores que invadieron el campo haciendo que lo abandonaran los bercianos.  

    El 19 de abril se recibía una comunicación del Colegio de Arquitectos de León para que se suspendan las obras del campo de deportes, por carecer de dirección facultativa, eludiéndola y respondiendo a su decano que aquellos trabajos se limitan a cercarlo, con dificultades monetarias, pues a primeros de marzo el presidente de la Sociedad Deportiva solicitaba a la corporación que compre algunas de las tarjetas amortizables que han dispuesto con las que subvenir a seguir construyendo el campo de fútbol, lo que se considera conveniente por los regidores municipales, pues ello contribuye a aminorar el paro obrero, que acuerdan adquirirlas por el valor de 500 pesetas. Por entonces, el 21 de mayo, la Sociedad Deportiva Bañezana participaba en el campeonato regional de fútbol, y era derrotada por 11-0 en el capitalino campo de San Mamés por el Unión Deportivo Leonés. El domingo 17 de junio se celebraba, ya en el Stadium de la Llanera, un encuentro entre los eternos rivales locales, Celta F.C. y Racing Bañezano, que terminó con empate a dos goles en un terreno de juego de arena y piedras en el que todavía en los años cuarenta la hierba brillaría por su ausencia. Al comenzar agosto solicitaba a la corporación la entidad deportiva que la subvencione con dos o tres obreros para extender por el camino de La Llanera, y arreglarlo, los escombros que de sus trabajos en el campo se han ido acumulado, y se acuerda enviar a tales obreros de la bolsa de trabajo del ayuntamiento.

    En torno a 1934 en la escuela de don Justo García (Colegio del Sagrado Corazón) creaban un club de fútbol que llamaron El Español (según nos dice Alejandro Latorre en entrevista el 19-05-2009). En abril de 1951 un Arenas Club de Fútbol compite como equipo  juvenil, en el improvisado campo de La Casereta con el de la Obra Auxiliar Recreativa de Acción Católica, señala el día 14 El Adelanto.

    Al comienzo de enero de 1935 en León había dejado de existir ya el año antes, después de languidecer durante tres entre sinsabores y sacrificios, el club Unión Deportivo Leonés (la primera entidad deportiva, se decía), y desaparecía también entonces el Recreo Industrial Club que en los años 1933 y 1934 había acompañado al Deportivo, naciendo una nueva sociedad que lleva por nombre Industrial Fútbol Club Leonés, cuyo conjunto se formaba con jugadores del anterior y del fenecido Deportivo Leonés. Después de una corta trayectoria, a primeros de abril surgirá de entre sus filas el León Foot-Balll Club, también de breve vida (hasta agosto), para terminar, sobrepasada la mitad de septiembre, haciendo su aparición el domingo día 22 “la nueva Sociedad Cultural Leonesa, cuya primera actuación se da en el terreno de San Mamés en condiciones de verdadera trascendencia para nuestro fútbol, llevada de unas miras modestas y anhelando velar por el honor deportivo de León y por el resurgimiento en la capital del fútbol en particular y del deporte en general, esperando de la afición el apoyo moral y material que le dé los necesarios ánimos para sobrellevar el sacrificio que ello le supone, con la adhesión y asistencia a la primera manifestación de una vida longeva y próspera con motivo de su encuentro contra la Sociedad Deportiva Bañezana” (diría El Diario de León, que informará después de que los capitalinos derrotaron a los bañezanos por 6-1). Con el estallido de la guerra civil desaparecerá aquella Cultural, refundándose  a su final en 1939 la antigua Cultural y Deportiva Leonesa nacida en agosto de 1923 y fallecida, de languidez, con su disolución cuando acababa 1931.

En el Jardín se montó el primer campo de fútbol. (Colección de postales L. Roisin. 1935)   >>>>>>>

    Aquel verano de 1935 se estrenaba el campo de futbol de La Llanera con un encuentro entre los equipos La Piqueta y La Paleta, formados por algunos de los que habían conseguido levantar las paredes y cerrar el hoy estadio. El domingo 20 de julio contendieron ya en el nuevo terreno de juego los equipos Deportivo de Salamanca y la Sociedad Deportiva Bañezana, con una práctica no muy limpia por ambas partes que hizo que resultaran lesionados el portero salmantino y el insigne jugador local Cebolla. A mediados de septiembre Emilio Fernández Pérez era capitán del equipo de fútbol de la Juventud Católica Bañezana, “que pronto creará su Cuadro Escénico” (diría El Adelanto).

    Con el inicio de la guerra civil quedaron en suspenso todos aquellos afanes deportivos hasta el año 1942 en que el entonces presidente, José Olegario Fernández González, pidió al alcalde, Agustín Hoyos González, que se continuara con las obras, para que ya en 1944, con Bernardo Bécares Fernández (hijo del que fue durante años médico municipal de Santa Elena de Jamuz, Aníbal Bécares Más; su segundo apellido aparece a veces como Hernández) de presidente, comenzara la Sociedad Deportiva Bañezana a jugar allí sus partidos oficiales.

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EL HERMANO DEL PADRE MIGUÉLEZ.

 

Al principio de septiembre de 1893 está haciendo la difteria en La Bañeza numerosas víctimas (también en Boñar); ausente o enfermo uno de los médicos, solo tiene otro la villa; no se han tomado medidas sanitarias, o si se han tomado por la Junta de Sanidad, se incumplen sus acuerdos; la higiene y la policía están abandonadas. Finalizando el mes la epidemia continúa causando gran número de fallecimientos en el lugar y en otros pueblos, sin que las autoridades hayan tomado aún medidas radicales. Al acabar octubre causa estragos en la provincia, se dice. A la mitad de noviembre los hacía también en la capital, cosechando muertes entre los niños todos los días. Se le suma el temor a la invasión del cólera, del que se han presentado ya casos en provincias limítrofes.

Se viven por aquellas fechas tiempos de economías: se han suspendido carterías y peatones postales, muchos en la provincia (la de Santa María del Páramo entre ellas, dice La Estafeta de León el 30 de agosto), y aún no han sido nombrados por los ayuntamientos, a cuyo cargo y pago quedan. Más de dos mil pueblos se hallan incomunicados en el país con la medida que encomienda este servicio a los municipios, que no disponen de cantidad destinada a la conducción de la correspondencia, ni personal para ello. “Recaudadores de la contribución si continúan existiendo…. Y embargo de los bienes a los vecinos de los pueblos, sin servicio postal, que no la paguen en tiempo oportuno” (añade el cronista de La Provincia con evidente disgusto).

<<<<<<<<  Homenaje al Padre Miguélez en el Casino La Unión en enero de 1915.

 “El ilustrado y activo corresponsal de La Bañeza (José Fernández Núñez) comunica que en la villa trata de establecerse el alumbrado eléctrico, tras una nutrida reunión en el Casino la Unión y el nombramiento de una comisión encargada de los trabajos preliminares, que pide antecedentes a León y Villafranca. Se han presupuestado 50.000 pesetas emitiéndose acciones de 250 pesetas cada una, a las que garantiza el interés del 6 % el acaudalado capitalista local José Latas Valcarce” (alcalde entonces). El primero de agosto de 1899, sin solemnidad alguna, se puso en funcionamiento por vez primera el alumbrado eléctrico en la que desde 1895 era ciudad.

             En la misma edición glosa don José la figura de otro cultivado bañezano, hermano del agustino Padre Miguélez: el distinguido literato Juan Fraile Miguélez, que firma sus eruditos trabajos (Cascotes y Machaqueros, una colección de artículos pulverizando a los críticos literarios Valbuena y Alas Clarín era uno de ellos) como Fray Juan de Miguel, o Fray Mortero (“que no tiene de fraile más que el apellido”). Maestro elemental, normal y superior, y más tarde profesor de la Escuela Normal Central desde la más humilde posición. Salido de su tierra desde niño, hubo de volver para hacer el servicio de las armas, sin que por las influencias caciquiles le valiera la justa excepción de ser hijo de viuda pobre, dice el cronista, continuando en Valladolid ganándose el pan de cada día, y allí primero y en Madrid después hizo su carrera con desusado aprovechamiento. Tiene entonces 34 años y es distinguido escritor y periodista que ocupa a diario las columnas de La Unión Católica.

Al iniciarse noviembre del mismo año 1893, con ocasión de los sucesos de la campaña de Melilla y en protesta por los atropellos de los rifeños (un bárbaro atentado entonces cometido) y conmemoración de la reciente victoria contra ellos conseguida, se produce una sonada manifestación en La Bañeza encabezada por la Banda de Música y acompañada por colgaduras en los balcones y miles de cohetes voladores, y el ayuntamiento en sesión extraordinaria acuerda abrir una suscripción que pone a disposición del gobierno para dotar de fusiles Máuser al regimiento que lleva el nombre de la provincia. Colaboran en ella, con 100 pesetas un laceaniego voluntario de la guerra de África de 1859; los ayuntamientos de Laguna Dalga, Bercianos, y Zotes del Páramo, y el personal y los reclusos de la Cárcel correccional de León.

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La República y los escolares bañezanos.


    El día 15 de noviembre de 1931, en el semanario bañezano La Opinión, los maestros de las escuelas nacionales de La Bañeza, Ricardo Álvarez Acedo, Antonio Juárez Crespo, Cecilio Sixto Toral Manjón, Francisca Pascua Riesco, Carlota Fernández Trobajo y Dionisia Arconada Ontañón, firman un manifiesto “a favor de la escuela laica y única y contra el clericalismo que no se resigna a perder el monopolio de la enseñanza ni el predominio sobre las conciencias, y que, intolerante, lanza en hojitas parroquiales y otros impresos una campaña tendenciosa y sectaria excitando a los padres a que no manden a sus hijos a la escuela nacional e injuriando y zahiriendo a los maestros”; un esclarecedor escrito en el que se posicionan a favor de la escuela aconfesional y neutra, activa, igualitaria y coeducativa, la que acabará con “espectáculos inhumanos como los poco caritativos y cristianos de escuelas sin calefacción en el invierno, a las que asisten pobres niños calzados de zapatillas húmedas y sin más abrigo que una blusa, y bochornosos de colegios particulares en los que los niños pobres que reciben enseñanza gratuita entran y salen por distinta puerta que los ricos y uniformados”, y de escuelas como las del Padre Manjón o Teresianas que “reciben de gratificación 50.000 pesetas mientras a la mayoría de  las escuelas nacionales se dan para material, limpieza y demás 147 pesetas anuales”, y en el que manifiestan que “acatan el régimen republicano como ciudadanos y maestros, por íntimas convicciones o por disciplina social, y que retiraron de las aulas los símbolos religiosos con respeto y cumpliendo rectamente la Ley, a la cual han sujetado, sujetan, y sujetarán su actuación profesional…”.

 (El 17 de febrero de 1932 tendría lugar una manifestación de más de 500 señoras, que reunidas en el Teatro Pérez Alonso, previa convocatoria de la Junta local de la sección bañezana de Acción Femenina Leonesa, se trasladaron a las escuelas y a la alcaldía para pedir que se volvieran a colocar los crucifijos en las escuelas).

 Tal vez apuntaran los maestros bañezanos en su crítica al cercano Colegio Carmelita, en el que al menos hasta los años sesenta del pasado siglo existieron dos categorías de alumnas, las de pago y las gratuitas, con uniforme completo las primeras y vistiendo una sencilla bata blanca las segundas; sin compartir aulas ni patio, y tampoco puerta, pues accedían unas por la principal y las otras por la muy inferior situada en la corrupia, entre charcos, barro, mugre y orines que allí se acumulaban. Algunas de las alumnas gratuitas eran becadas, y debían por ello de ocuparse de la limpieza de las aulas y otras dependencias.    

    Un episodio de la virulenta guerra escolar entre la escuela confesional y la escuela laica decretada por la Constitución desatada por los sectores sociales más conservadores que también se libraba en nuestra tierra (“el maestro de Felechares no ha retirado de la escuela el retrato del exrey”, se dice a la mitad de diciembre en el semanario astorgano y socialista El Combate), y de la que formaría parte, además de los relacionados con la simbología religiosa en los centros de enseñanza, el denunciado por el concejal socialista Porfirio González Manjarín en el pleno del 21 de septiembre de 1932, según el cual las señoras de la bañezana Conferencia de San Vicente de Paul (portadoras tal vez de “aquella moral religiosa defensora de los privilegios sociales y que crea primero la miseria para después atribuirse la virtud de socorrerla”, según señalaba el bañezano y socialista semanario Avance el 9 de julio de aquel año), “por una hogaza de pan que regalan a algunos pobres durante la semana hacen propaganda diciéndoles que deben de mandar a sus hijos a las escuelas privadas en vez de a las públicas”, y esto debe de ser corregido (añadía. Decidía la corporación en aquella sesión municipal que tales actuaciones eran coactivas, y se acordaba tenerlas en consideración.

    A los padres de niños pobres se dirigía poco después mediante bando la alcaldía para hacerles saber que podían solicitar del ayuntamiento ropas y zapatos proporcionados por la Junta de Protección a la Infancia, y en el pleno del 30 de noviembre se presenta oficio de los maestros de las Escuelas Graduadas en el que dicen que “sienten la República y desde su proclamación piensan en una escuela más agradable y esperan con impaciencia las prometidas mejoras”, y que acompañan escritos de escolares en los que muestran el ansia de ver cumplidas sus infantiles ilusiones de disponer de carbón para las estufas, anhelo que se decide se les cumpla a aquellos niños que, al decir de sus maestros, “reconocen en la República un régimen más justo y humanitario que la Monarquía”, proponiéndose además por la minoría socialista que se dote de calefacción central a las escuelas.  

Enlace al Manifiesto de los Maestros.

         Estos eran los escritos de maestros y escolares llevados a aquel pleno:

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Escuela Graduada de Niños

La Bañeza

 Los niños también sienten la República y reconocen en ella un régimen más justo y humanitario que la Monarquía. Desde la proclamación de aquella piensan en una escuela más agradable y esperan con impaciencia las prometidas mejoras, entre las que se destaca, quizá por ser de actualidad en la estación invernal, la calefacción, que ellos creen ingenuamente que les ha de proporcionar el Ayuntamiento, como parece deducirse del hecho siguiente:

El día 24 del actual ordenó a sus discípulos el Maestro de la 3ª sección de esta escuela graduada un trabajo libre de redacción. Sucedió a la orden un breve cuchicheo de mesa en mesa y al cabo de 20 minutos todos habían redactado algo que ellos llaman una instancia; cuyos ejemplares más típicos tenemos el gusto de acompañar, atendiendo al expreso ruego de sus autores, para no destruir el efecto educativo de un acto espontáneo que condensa tantas infantiles ilusiones.

Reconocemos los maestros cuanto significa la petición que los adjuntos escritos entrañan; pero nos consideramos en el deber de darle curso, tanto por no desairar a los niños que los hicieron con el expreso deseo de que llegaran a su destino, como porque reflejan la verdadera necesidad que sienten de calefacción, y porque la escuela ha de ser una sociedad en pequeño, en que el niño, sin dejar de ser niño y de vivir su propia vida, debe aprender a ejercitar sus deberes y derechos de hombre.

Suplicamos al Ayuntamiento de su digna presidencia que dé a esta comunicación la interpretación debida y que vea en ella solamente la transmisión de un ruego de inocentes y tiernas criaturas que sienten frío, a quienes por su ingenuidad y por el efecto educativo debemos todo el apoyo moral ante la justicia de una petición que esperamos ha de  ser atendida.

Viva Vd. Muchos años.

La Bañeza, 27 de noviembre de 1931.

 Antonio Juárez                            Cecilio Toral                  Ricardo Álvarez

 Sr. Alcalde constitucional del Ayuntamiento de La Bañeza.

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Sr. Alcalde de La Bañeza.

 Hace algún tiempo vengo observando que una estufa arrinconada pide clemencia desde más de un año. Gracias a los cuidados que nosotros le hemos prestado no ha criado moho. Nuestros padres votaron la candidatura republicano socialista con la esperanza que la escuela graduada floreciera y tuviera más comodidades que con la monarquía. Le rogamos nos mande combustible pues estamos expuestos a perder la estufa y a tener menos comodidades que anteriormente. Los alumnos de la escuela graduada.

 Santiago Alonso

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Sr. Alcalde de La Bañeza.

 Como creíamos que la República nos daría para una estufa que teníamos arrinconada detrás de un tablero desde el otro año.

Le escribimos diciendo que los compañeros y yo tenemos mucho frío.

Le decimos que nos dé para carbón, pues hemos tenido que llamarle la tención a nuestro profesor diciéndole que seba a pudrir.

Y si usted nos da para carbón lo recibimos con mucho gusto.

 Segundo Aparicio Vega

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 Sr. Alcalde de La Bañeza.

Pedimos los niños de la escuela carbón para una estufa que tenemos arrinconada tras de un tablero, ya el año pasado estuvo como está este año parece que ya va criando moho. Creíamos los niños de la escuela que ahora con la República nos iban a dar carbón pero como vemos que no nos lo dan tenemos que pedirlo los niños de la escuela al alcalde de La Bañeza porque tenemos frío y da lástima ver temblar algunos niños pobres sin más abrigo que una blusa y unas zapatillas rotas y úmedas.

 Teodoro Juárez

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Sr. Alcalde de La Bañeza.

 Yo creo que la escuela es el principio de los hombres porque allí se forman las ideas y se hacen trabajadores, así que es donde el pueblo debe poner más estímulo para las comodidades y gracias a Dios tenemos algunas pero nos faltan las principales una de ellas, es el pájaro para una jaula que está aquí en esta escuela hace algún tiempo que está criando moho (me refiero al carbón y la limpieza de los arbañales) pues ya sabe V. que aquí venimos todos pobres y ricos. Y así como unos tienen con qué abrigarse otros no y da pena vernos unos y otros temblando de frío y encima sin poder salir a dar cuatro brincos al patio para calentar porque está lleno de agua. Sin más por hoy queda de VSSS.

 Antonio González

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LIBERALES LEONESES MAL PAGADOS.

La introducción y la extensión de las ideas republicanas en España estuvo estrechamente vinculada al desarrollo del liberalismo heredero de la Ilustración y de la Enciclopedia, con la progresiva aceptación de sus principios de soberanía de la nación, participación de los ciudadanos en el gobierno, derechos y libertades individuales, y otros, por las clases burguesas de finales del siglo XVIII y principios del XIX, y con la pretensión de los más radicales de aquéllas, como lógica consecuencia de la propugnada supeditación política a la voluntad popular, de elegir la jefatura del Estado y su consecuente postulación de la república frente a la monarquía hereditaria.

 El mismo liberalismo, en lucha contra un antiguo sistema de absolutismo retrogrado que se resistía a morir, del que en 1928 un significado liberal bañezano, de estirpe de librepensadores y republicanos, Menas Alonso Llamas, decía lo siguiente: “…a las máquinas de labranza, segadoras, trilladoras, aventadoras, mullidoras…, debe el labrador su manumisión del trabajo bestial y agotador, y a los liberales deben la redención del espíritu y los aires de la humanidad que respiran los hombres de las ínfimas clases: ellos hicieron a todos iguales ante la ley, abolieron los señoríos, terminaron con el tormento y la esclavitud. Gracias a sus predicaciones, los presidios y los manicomios ya no son antros infernales donde gimen, más que los delincuentes, los enfermos. Gracias a sus enseñanzas laicas, el niño va siendo tratado y educado como futuro hombre… Y así en todo. Y lo han hecho, las más de las veces, tirando piedras a su propio tejado, como el conde de Toreno (berciano, uno de cuyos descendientes sería el militar Gonzalo Queipo de Llano, conspirador por la Segunda República primero y contra ella luego), que hizo cisco el suyo: en las Cortes de Cádiz trabajó para abolir los señoríos, y luego la plebe, a quien había hecho libre, le apedreó y le asaltó la casa…”

>>>>>>>  Promulgación de la Constitución de 1812 por las Cortes de Cádiz.

Por otra parte, como se diría en 1891, “los republicanos distaban de ser en el país tan nuevos como se pudiera creer. Los hubo ya en los tiempos de Carlos IV. A principios del año 1796 fraguóse en Madrid contra la monarquía una conjura que había de estallar el día 3 de febrero. Se la descubrió, se prendió á gran número de ciudadanos, se les formó causa y se condenó á muerte á seis de los conspiradores, que no eran gente indocta, sino hombres de carrera que se habían inspirado en los acontecimientos de la revolución de Francia. El objeto de la conspiración era trastornar el orden político de España, en sentido republicano. Después del complot de Madrid no se volvió á combatir la monarquía ni aun cuando los reyes abandonaron la patria y se pusieron mansa y humildemente á las órdenes de Bonaparte. Hubo conspiraciones republicanas el año 1821: en Málaga, en enero; en Barcelona, en julio; en Zaragoza, en agosto; las tres descubiertas antes de que estallaran”.  

Después del Trienio Liberal la represión sobre los liberales fue sañuda, y para defenderse ante ella surgieron sociedades como la de los Numantinos, la de los Amigos de la Constitución de León, o la de los Caballeros Comuneros Hijos de Padilla, la más arraigada en la provincia y con célula (torres las llamaban) en La Bañeza, a la que pertenecieron entre otros clérigos, y por ello fueron encarcelados en Astorga, los párrocos de Quintanilla de Somoza (José Falero Fajardo) y de Castrocontrigo, junto con el vicario del último lugar y el racionero de Miñambres.

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IMPERIALES BAÑEZANOS PARA DON NICETO.


    Se celebraban en los últimos días de septiembre de 1934 (del 22 al 2 de octubre) unas importantes Maniobras Militares en los Montes de León, en las que participaban más de 20.000 hombres de las Divisiones Séptima y Octava (aquellas maniobras serían la antesala de lo que fue después el campo de tiro militar de El Teleno). El ministro de la Guerra presenciaría la última parte de las mismas, del 28 al 30, y para visitarlas también saldrá el día 28 de Madrid el Presidente de la República. El primero llegaba a León el 27 por la noche, con la previsión (cumplida) de asistir a las maniobras y volver a pernoctar en el Hotel Oliden. La del viaje del segundo era llegar a León el 28 (acompañado del jefe del gobierno, Ricardo Samper), deteniéndose apenas en la ciudad, almorzando seguramente en el campo (se informaba el día antes), para regresar de Astorga al anochecer, haciendo la cena y el almuerzo de nuevo en el Oliden en la intimidad con los altos jefes y las personas del séquito presidencial.

<<<<<<<  Don Niceto cuando era Jefe del Gobierno Provisional de la Segunda República

Los planes del alto mandatario cambiaron a última hora, y don Niceto Alcalá-Zamora iría solo y directamente a Astorga (haciendo una corta parada en La Bañeza), donde los jefes y oficiales le ofrecerán una recepción y banquete en el Casino, sin pasar por León hasta el 28 por la noche, ya de regreso, hospedándose también en el Hotel Oliden y saliendo para Salamanca el sábado 29 por la mañana para asistir allí al homenaje tributado a don Miguel de Unamuno.

El viernes día 28, sobre las 13 horas, pasaba en automóvil acompañado por otras personas de su comitiva el Presidente de la República, Alcalá-Zamora. Una nutrida representación del ayuntamiento bañezano y autoridades se destacó (en dos coches de punto –tres, según otra fuente-) al límite de la provincia en la carretera Madrid-Coruña, cerca de Pobladura del Valle, donde con otras comisiones oficiales provinciales cumplimentó al Primer Magistrado de la Nación. El alcalde accidental de La Bañeza, Ángel González González (el titular, Juan espeso González, disfrutaba desde mediados del mes de un permiso), obtuvo del Presidente el favor de que se detendría en la ciudad, lo que cumplió, apeándose en la Plaza Mayor, donde numeroso público lo recibió con efusión y respeto (y con la Banda de Música y aplausos), parando unos breves momentos y continuando después viaje a Astorga acompañado de las delegaciones oficiales referidas para asistir al colofón de las Maniobras Militares de los Montes de León que se venían desarrollando desde días antes. “Algún joven bañezano distinguido lo saludó a su paso con el brazo en alto y el puño cerrado”, diría El Adelanto. Corta fue la parada de don Niceto en La Bañeza, pero aún así hubo ocasión y tiempo de que dos jóvenes, Conrado Blanco González (hijo de Conrado Blanco León) y Julio Fernández Casado (vástago de Herminio Fernández de la Poza), le obsequiaran, a él y a sus acompañantes, con unas cajas de los afamados productos de confitería bañezanos.

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ESQUILMADOS POR AMIGOS Y ENEMIGOS.


    Desde mediados de mayo de 1808 se notó en Astorga la presencia de soldados españoles, prófugos y desertores en su mayoría, atendidos por la población con solícito cuidado y animados a perseverar en la lucha de liberación del invasor francés recién iniciada. En la ciudad maragata se constituyó en junio la Junta de la que se invitó a formar parte a los pueblos del contorno, a los que se alentó a prestar los alojamientos y bagajes requeridos para sostener la resistencia, como los que suministraron desde el ayuntamiento bañezano al Ejército de Galicia a su paso en julio de 1808 por la villa, “a la bajada y a su vuelta al puerto de Manzanal y en los quince días que en ella permaneció la Tercera División de aquellas tropas”, cuyo resarcimiento por “los crecidos gastos de leña y aceite ocasionados para aprovisionarlas” reclamaban sus autoridades (Francisco Lázaro Vélez, secretario municipal, entre ellas) en octubre del mismo año a la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino, y contra las que a su vez pleiteaba entre 1815 y 1819 Domingo de San Juan por los 4.226 reales que le debe el Concejo de La Bañeza por las fanegas de trigo que le llevaron de sus paneras para el suministro de las tropas francesas, un ejército sin intendencia, que avanzaba por ello más rápido y que se mantenía con los recursos del país conquistado, a cuya población arruinaba además de diezmarla.

<<<<< Se observa en el dibujo el muro destinado a ampliación y que circundó después el cementerio.

 Las cargas de sostener la guerra contra el ocupante napoleónico recayeron en su mayor parte sobre los campesinos y los propietarios, sometidos a los abusos de todos los contendientes, a los cuales fue preciso aprovisionar por imperativo de las circunstancias, pues no hacerlo podía suponer la pena capital para quien se negara. Los víveres, los acantonamientos de soldados, las requisas y los suministros fueron continuos, junto a otros atropellos y violencias. Como los obligados que se impusieron a la villa de Castrocalbón y sus contornos “para sufragar los gastos de la guerra” a finales de febrero y principios de marzo de 1809, en dos fases, de aprovisionar y remitir a los almacenes de Astorga diversas cantidades (en fanegas, arrobas o libras) de trigo, centeno, cebada, legumbres secas, carbón, arroz, paja, 30 bueyes, 60 carneros, y 300 carros de leña seca, o de los que se descubren ahora (en julio de 2010) numerosos recibos fechados en 1810 y 1812, y evidentemente no cobrados, del ejército francés en el pueblo de Vecilla de la Vega. Según los comprobantes o talones fechados en Arrabalde el 24 de septiembre de 1809 y el 10 de enero de 1810, habría recibido “Alberto Fernández, empleado del ramo de provisiones de la 3ª División, al mando del general don Francisco Ballesteros, 17 arrobas y 22 libras para el consumo de la tropa” en la primera fecha, y en la segunda “el comandante en  Jefe don José Gamboa de Velasco y Gómez de la Vega, general en Jefe de la 4ª División, recibió de la Justicia de San Esteban de Nogales, 10 varas de estopa que le corresponden a este pueblo para la lucha contra los franceses”, a la vez que la misma autoridad entregaba “al ejército de Astorga en su paso por este lugar en auxilio y lucha con las tropas francesas 7 cargas y media de centeno”. También se descubrió en los años 20 del pasado siglo (al parecer, y por lo que cuentan desde la actual dehesa de Hinojo) en las proximidades del Puente Paulón el cadáver semimomificado de un hombre vestido con el uniforme de oficial de Dragones del ejército francés, vestigio y producto seguramente de alguna de las abundantes escaramuzas que por estas tierras se libraron.

Por aquellos años, los de 1808 a 1812, la ruta Alija de los Melones-La Bañeza-Astorga era un ir y venir de tropas españolas, inglesas y francesas. Tal tráfico de gentes en armas necesitó abastecerse de alimentos y pertrechos, y nuestras poblaciones fueron sometidas a medidas confiscatorias y esquilmadas con frecuencia de sus granos y dineros y sus moradores de leña, alhajas y animales, lo que causaba no poco temor, que hacía que, por ejemplo, en 1809 el cura de Fuente Encalada enterrara en el suelo de la iglesia casi 30.000 reales para que no se los apropiaran las tropas francesas (que fueron robados, pero parece que no por los invasores sino por algún avispado feligrés). Todavía en 1846 desde Castrocalbón se reclamaba lo suministrado “en bienes raíces, efectos y caballerías” (a las tropas españolas en este caso) en distintas épocas de aquella guerra.

En el lugar de Jiménez de Jamuz se alojaron durante dos meses soldados franceses de a caballo que obligaron a las autoridades a entregarles a ellos y a sus “comisionados para buscar y rapiñar” tanto los de los particulares como los de la iglesia parroquial. Después, llegada la paz, el párroco de aquella iglesia “que no era la más necesitada” al decir de los vecinos que recurren en 1817 ante el obispado de Astorga, pretendió que aquéllos y el Concejo le abonasen los cereales y el metálico requisados antaño por las tropas, para ampliar con ellos el templo parroquial. Les perdonó la diócesis un tercio de aquella deuda (impuesta y de terceros) a cambio del acarreo de los materiales para la obra que agrandaría la iglesia del pueblo, iniciada en el invierno de 1818 con la cimentación que iba a sustentar el nuevo y mayor templo cuya construcción se proseguiría en años venideros, lo que no sucedió luego, de modo que, reducidos los destinados a ser nuevos cimientos a muro circundante de la vieja iglesia, se rellenó años después aquel recinto (en 1836-1837) para fijar en él definitivamente el cementerio parroquial después del decreto que en 1832 y para aminorar la mortandad causada por el cólera prohibió seguir enterrando en las iglesias y demás recintos sacros (y que originó el nacimiento de las nuevas necrópolis extramuros de aquellos), el camposanto que estuvo en uso hasta 1932 y que en 1936 sería objeto de litigio con las autoridades municipales republicanas a cuenta de su deplorable estado.

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Artesanos chocolateros, tejedores y fotógrafos (la saga bañezana de los Prieto).-

            Se dieron a lo largo de las pasadas centurias, además de la ancestral alfarería practicada en Jiménez de Jamuz (también se asentaron alfareros en Castrocalbón y en La Bañeza, en su barrio de Olleros, en diferentes tiempos) otras variadas artesanías en la comarca bañezana y en sus tierras aledañas, ocupando a sus hombres y mujeres y concurriendo a sus mercados, además de las tradicionales de cuyos productos se surtía la vida diaria o estacional de sus gentes: la de los zuecos o galochas, la del mimbre de las cestas y talegas, la del cuero de la guarnicionería y los talabarteros (presente también en Santa María del Páramo ya desde el siglo XIX en tenerías como la de Froilán Prieto González y otras), los herreros y herradores componedores en sus fraguas de las herramientas de labranza, la tan necesaria como laboriosa fabricación de carros (aún conocimos en nuestra infancia y nuestro pueblo jiminiego el industrioso “taller de los Marianos”), los hacedores de adobes y tapiales…, y algunas de ellas, como las de manufactura del chocolate o la confección de mantas y cobertores, se expandieron hasta alcanzar extensión y categoría de auténticas y afamadas industrias.

Juan Geijo  >>>>>>>>>

    Chocolateros acreditados hubo en La Bañeza (ya en la Exposición Universal de Barcelona de 1888 recibían sendos premios por su exquisita elaboración las mantecadas y chocolates de Hermógenes Blanco, cuya tradición de esmerado buen hacer pastelero seguirían su hijo y su nieto Conrado); también en Castrocontrigo desde 1916, y en San Justo y San Román de la Vega (el acomodado Juan Geijo en el segundo, un aventurero que había hecho las Américas y tornado a su tierra natal para casarse y montar la fábrica de chocolates La Montañesa -cuyo edificio todavía se conserva- y que compartía su amor por la fotografía con su afición a los coches, siendo el primer vecino que compra en aquel pueblo un automóvil), seguramente algunos procedentes de Astorga, donde “en 1914 se censan en la ciudad 49 fábricas dedicadas a la preparación del chocolate, alguna de ellas de las más importantes de España, una saturación que hace emigrar a otros lugares a muchos chocolateros astorganos, incluso a naciones americanas, expandiendo el nombre de la ciudad y de la maragatería”, cuyos arrieros propagaron el complementario trabajo familiar de las faenas del campo y el comercio y popularidad del elaborado del cacao en la que era ruta habitual de sus desplazamientos comerciales y acarreos (una empresa de diligencias de transporte de viajeros que recorrían el noroeste de España en el siglo XIX era ya de titularidad maragata y tenía su sede en Santiagomillas), ofreciendo sus productos en los establecimientos comerciales y realizando, para los pudientes, confecciones a domicilio y al gusto de quienes reclamaban sus servicios (como hacía la viuda de Hermógenes Blanco en los anuncios que en julio de 1916 aparecían en La Crónica, semanario bañezano). Una industria artesanal que no requería, al parecer, mucho aparataje, pues cuando don Trinidad Afaba Moro traspasa al inicio de junio de 1934 su fábrica de chocolates “La flor de La Bañeza” la componían una máquina para elaborarlo movida a brazo, otra para mondar y limpiar el cacao, un tostador y varios moldes.

            Chocolateros en San Justo de la Vega. (Enlace)

    Arte muchas veces familiar fue también el de la fotografía, destacando la rama de los Prieto Ferrero en la que todavía era villa bañezana cuando mediado el siglo XIX supo de su descubrimiento en Francia en 1816 por el físico Niépce y por el pintor Mandé Daguerre en 1831, lo que motivaría que Benito, uno de sus miembros, viaje a aquel país aprendiendo allí el oficio que unos años después, al regreso a su lugar natal, enseñará a su hermano Leonardo para montar entre ambos el estudio fotográfico que inauguran en 1879 y que crea en La Bañeza un negocio fotográfico familiar y una afición que Leonardo transmite a sus siete hijos, todos conocedores del oficio y tres de ellos profesionales de la fotografía (Leonardo Prieto Fernández, que continuaría con el estudio bañezano, y Julio y Gaspar en Ponferrada), dando lugar a cuatro generaciones ininterrumpidas de fotógrafos que llegan a la época actual asentados además en Astorga y Benavente. Benito (fallecido en 1944, a los 72 años, “y enterrado en una sepultura procedente de Robledo de la Valduerna”), por su parte, montó posteriormente –hacia 1880- su propio gabinete fotográfico en Ribadeo (Lugo, con sucursales en Navia y Luarca) del que derivará una progenie de artistas en la que destaca su hijo Benito Prieto Coussent (nacido en 1907; llegaría a estar preso en Tui en 1936 acusado de simpatizar con las izquierdas y de ayudar a obreros y anarquistas de la villa, en cuyo Instituto era profesor de dibujo), pintor de celebridad internacional que aprendió de él los secretos de la luz y la composición, alumno de Julio Romero de Torres y compañero de Salvador Dalí en la madrileña Academia de San Fernando. Aquel oficio tenía entonces mucho de ambulante, desplazándose los fotógrafos con sus equipos por lugares más o menos alejados de sus domicilios, y así encontramos el retrato de un grupo familiar realizado en 1907 por Leonardo Prieto Ferrero en Villalba de la Loma, pueblo cercano a Mayorga de Campos, ya en la provincia de Valladolid.

<<<<<<<  Fotografías de Leonardo Prieto Ferrero. Realizada en Villalba de la Loma, en 1907, la de la derecha.  >>>>>>>

Los apreciados cobertores y mantas fueron por antonomasia los del cercano Val de San Lorenzo, cuya artesanía textil goza de larga tradición. A mediados del siglo XVIII se tejían paños y estameñas, que se usaban para las prendas femeninas, y el pardo, generalmente para las masculinas. Además de los fabricantes de tejidos había mujeres que se ejercitaban en hilar y muchas otras se dedicaban al peinado y cardado la lana. Al concluir la arriería, sus habitantes, en vez de emigrar, se aplicaron a incrementar la fabricación de paños burdos con lana de los rebaños de la zona y lino de los linares de la ribera del Turienzo. La crisis textil de la mitad del XIX incidió fuertemente en la artesanía del Val y de otros muchos lugares. Las fábricas catalanas de Sabadell y de Tarrasa eran ya a mediados de aquel siglo los más importantes centros productivos del país, que habían implantado con éxito un modelo industrial moderno y competitivo, al que tal vez, adaptándose a los nuevos tiempos, solo siguieron haciendo competencia desde Béjar.

La ciudad de Palencia, conocida desde antiguo por sus mantas, continuaba aún entonces esta producción en sus telares tradicionales cuando gentes de Val de San Lorenzo se desplazaban a trabajar a aquellos talleres palentinos. Uno de los estacionales, José Cordero Geijo, lo hizo con el empeño de sustituir la industria de paños burdos de su pueblo por la fabricación de cobertores o mantas, cuyo secreto atesoraba la ciudad castellana, regresando a los pocos meses con los conocimientos adquiridos y algunos utensilios necesarios. En 1858, el día de su Fiesta Sacramental, fueron expuestas en el Val de San Lorenzo las seis primeras mantas tejidas en este lugar. Y así comenzó una nueva era y la cosecha de galardones como el otorgado en 1900 en la Exposición Internacional de París. En 1920 un grupo de setenta y tres vecinos formaron una Comunidad de bienes e instalaron La Comunal, la primera fábrica con maquinaria moderna, destinada a cardados e hilados de lana.

<<<<<<<  Banda de Carnaval de Castropol (Asturias), retratada en 1918 por el fotógrafo Benito Prieto Ferrero.

    Val de San Lorenzo fue por muchos años un prestigioso centro textil con tradición artesanal. Existían en 1998 alrededor de veinte familias dedicadas a tejer mantas, alfombras, y otros manufacturados, además de cuatro fábricas más industrializadas y con mayor capacidad de producción, mientras en un viejo y antiguo telar familiar se tejían aún mantas al estilo tradicional, y alguna tejedora seguía haciendo aquellos mantones negros con flecos que tanto usaron nuestras mujeres del campo en los días invernales.

  Aniceto García Villar. Val de San Lorenzo. 1926  >>>>>>

    El interés por el Val de San Lorenzo y por su preciada artesanía llegó antaño hasta la madrileña Escuela de Cerámica de la Moncloa (creada en 1911 como extensión de la Institución Libre de Enseñanza), de la que se desplazó en el curso de verano de 1926 un grupo de 45 personas entre profesores y alumnos que convivió durante seis semanas con sus vecinos buscando motivos de inspiración para su arte, plasmado en una excelente colección de 300 acuarelas de retratos, paisajes, artesanía textil, labores agrícolas y escenas de hogar que allí realizaron, y al menos otras 253 elaboradas en el curso posterior a partir de fotografías tomadas por el profesor Aniceto García Villar, uno de los que acompañó a los estudiantes, y de cuyas reproducciones dispondrán en el museo de la localidad. Los artífices madrileños, que recalaron entonces en el Val debido a la amistad que unía al director de aquella Escuela, Francisco Alcántara, con el pintor Joaquín Sorolla, que desde 1902 a 1911 había viajado por nuestra provincia en varias ocasiones, también realizaron algunos trabajos en arcilla, que no se conservan debido a la destrucción sufrida en la guerra civil, lo que no sucedió con las acuarelas, que fueron salvadas de los bombardeos. La Escuela pagaba diariamente a cada vecino del pueblo por posar para los artistas la cantidad de tres pesetas, algo impensable de ganar allí en aquel momento (en cinco se fijaba a finales de febrero de 1931 el salario mínimo del personal ferroviario), y fue aquella una experiencia de inspiración institucionista adelantada en sus pretensiones, planteamientos y métodos a las que unos años más tarde, en el periodo republicano, depararán las Misiones Pedagógicas también por estas tierras.

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Nudismo en La Bañeza en el verano de 1935.-

     Publicaba El Adelanto el 6 de julio de 1935 un suelto (que titula “Por decencia y moralidad”) en el que se hace eco de protestas contra la falta de moral ya proclamadas antes desde El Diario de León, manteniendo que “en medio de la libertad, o mejor dicho de la corrupción de costumbres que sale a la superficie de la vida, ha levantado ya una reprensión unánime el desnudismo que se usa en las playas, propio de una sociedad más que paganizada, y sorprendente y chocantemente se practica en La Bañeza (hasta la fecha solamente por el sexo masculino, aunque no por ello deja de ser reprobable) sin reproche de las muchas personas decentes y cultas que han debido de observarlo”, y se llama la atención de las autoridades para que conserven el buen nombre de la ciudad que se precia de ilustrada, decente y moral y eviten tal escándalo público que se viene dando en el puente de Requejo, a escasos metros de la carretera por la que transitan toda clase de personas, cuando, sobre todo en los atardeceres, jóvenes de quince, veinte o más años, “sin más traje que el recibido por la naturaleza, algunos, y otros con un escaso taparrabos, salen del agua y pasean por las orillas del río, y hasta algunos se permiten formar tertulia con otras personas en la carretera”.

Aquel mismo día, “ante las denuncias que le eran elevadas por la práctica abusiva e inmoral y ofensiva de las buenas costumbres de baños en lugares públicos”, dictaba el gobernador civil una circular que prohibía en toda la provincia leonesa “bañarse sin vestir una prenda adecuada y permanecer fuera del agua sin llevar albornoz, excepto en los solarios preparados a tal fin con separación de sexos y aislados del resto del público de las piscinas, márgenes de ríos o playas”, prohibición en mucho similar a las que sobre la misma materia y desde el mismo ámbito se darían algún tiempo después en la provincia, instalado ya el franquismo sublevado e impuestas su rancia disciplina de cuartel y su moral de convento, desterrando desde el gobierno civil y con el beneplácito del obispado escotes, maquillajes, tintes del cabello, el fumar, vestidos provocativos, escotes, transparencias y calados, piernas descubiertas o sin medias y brazos al aire en la mujer y las niñas mayores de doce años; en las parejas las posturas poco honestas, los bailes modernos, abominables y desvergonzados (incluso los “de caridad”), y el ir por lugares de poco tránsito y escasa luz; en todos las prendas de baño indecorosas, usarlas fuera del agua y vestirlas fuera de caseta cerrada, y los baños de sol sin albornoz; y los muslos desnudos en los niños, todo ello en unos tiempos que serán “de obedecer ciegamente y respetar lo mandado”.  

<<<<<<<< Inspector tomando medidas morales en una playa. (Washington. 1922)

Finalizando el mes de agosto de 1935, en pleno refuerzo ideológico de la derecha después de su triunfo sobre los revoltosos de octubre de 1934 y su mayoritaria victoria electoral de noviembre de 1933, y formando parte del mismo, “próxima la época de producir los modelos que en otoño suelen entregarse al comercio”, la Comisión Mor Playa rogaba “a los fabricantes y comerciantes de trajes de baño se enteren de las condiciones que deben reunir los tipos que esta proyectará con su propaganda y por su organización nacional, y a cuáles hará la más viva oposición por reputarlos inmorales”.

 Al cabo de un año, la intromisión de la Iglesia en el control de la moral la llevaría a crear una “línea de bañadores para que la mujer española no enseñe carne en la playa”, y en julio de 1937 en ciudades como Orense se considerará incorrecto y detestable (a pesar de los calores propios de la estación) despojarse de chaquetas y exhibirse en mangas de camisa en los paseos, calles céntricas y terrazas de los cafés “sin tener en cuenta la presencia de damas y señoritas en lugares tan concurridos, costumbres perniciosas y provocaciones que habían tomado carta de naturaleza durante los últimos años de indigna democracia”, y extralimitaciones que, según el bando del alcalde, se evitarán de manera terminante y se sancionarán con el máximo rigor, como seguían pretendiendo hacer las órdenes que sobre moralidad y buenas costumbres “prohibiendo a los mayores de 14 años el uso del traje de baño y de pantalón corto por las calles de cualquier ciudad o pueblo, por carreteras y restaurantes…”, se dictaban desde Madrid a finales de junio de 1962.

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De farolas y templetes.

     En enero de 1891 en la que aún es villa bañezana Vicente González Ugidos y Eumenio Alonso González son políticos locales liberales; José Fernández Núñez y José Latas Valcarce, reformistas, y Menas Alonso Franco republicano fusionista y diputado provincial electo por La Bañeza y Astorga (triunfaron los conservadores en los comicios habidos a finales del año anterior). Pueblos de este partido judicial han correspondido en elecciones al distrito de Coyanza, debido a anomalías caciquiles. Leopoldo Afaba es entonces candidato a la Diputación, e independiente a Cortes, según el vespertino leonés El Alcázar (“diario liberal, político y de intereses generales de la provincia; el de más circulación”) en su edición del día 1.

    En noviembre del mismo año se había instalado en el centro de la Plaza Mayor la farola de hierro braceada (colocada sobre una piedra funeral / que representa en La Bañeza / la descomunal cabeza / de un ilustre concejal, al decir de la que quedó como festiva coplilla en verso de la época después de aparecer sorpresivamente junto a ella el día de su solemne inauguración), sustituida en abril de 1892 por otra con árbol de cinco luces. Antes ya se había colocado al menos por dos veces en un anterior pedestal de piedra traída de Sobradelo de Valdeorras (en Orense), derribada una de ellas por un carro y alzada de nuevo por Pedro Alonso Callejo (padre de quien sería Fray Diego Alonso), constructor entonces de varias obras municipales, entre ellas y en el mismo año de 1891 la Capilla del Cementerio. A mediados de septiembre de 1905 se subastaban las obras para añadir un zócalo y una verja rodeando la farola.

<<<<<<<<<<< La farola y parte del templete en los años iniciales del pasado siglo.

    Al tiempo que se repuso la farola al poco relevada se enlosó el embaldosao en el rincón mejor orientado de aquel ágora local, escenario de manifestaciones y arengas, del paseo dominical y festivo, de reuniones, de juegos de chiquillos, de paradas, procesiones y desfiles, de citas, de bailes y de representaciones de cómicos y titiriteros…, posiblemente como lugar privilegiado destinado a la buena sociedad de los pudientes bañezanos, en unos tiempos de tan notoria separación de clases en los que era habitual que incluso “en las fiestas populares los bailes y verbenas se separaran en dos, una para los ricos y otra para los pobres”, y en 1909 se colocó, por iniciativa de dos grandes melómanos como eran el alcalde Robustiano Pollán Rodríguez y el secretario del Ayuntamiento Gaspar Julio Pérez Alonso, y un poco hacia el oriente, el gracioso, modernista y musical templete de hierro, fabricado por la Casa Corcho y Compañía, de Santander, por un coste total, una vez instalado, de 2.500 pesetas, inaugurado con toda solemnidad el 25 de octubre de aquel año, y que vino a retirar el de madera que desde 1896 se armaba y desarmaba con ocasión de las fiestas de la Patrona, y en el que la Banda Municipal deleitaba con su música los jueves, domingos y festivos a las gentes de la villa (templete y farola –esta trasladada a la plaza del Salvador- desaparecerían en la remodelación de la Plaza Mayor realizada en 1967, después de que la parte baja del primero se adaptara para instalar en ella un kiosco de bebidas y refrescos que se abría durante la temporada de conciertos). El que se convirtió desde entonces en el tradicional, popular y típico baile bañezano, fue prohibido por la alcaldía en mayo de 1937 “mientras duren las circunstancias por las que atraviesa la nación”, así que seguramente el último baile que hasta entonces allí hubo sería el que se organizó en la tarde-noche del 19 de julio de 1936 con ocasión de la llegada a la ciudad de los mineros asturianos que en defensa de la República se dirigían a Madrid.

    De aquel acontecimiento y de muchos otros sería el templete testigo mudo, como también lo fue de la instalación en la Plaza y a su vera años más tarde de tres surtidores de gasolina, cuyos respectivos propietarios eran Modesto Ruiz García, Elías Tagarro del Egido y Liberto Díez Pardo, desaparecidos después de la explosión de uno de ellos en septiembre de 1927, en lo más concurrido del paseo dominguero, por la imprudencia de unos chiquillos que salieron de la trastada chamuscados (en julio de 1930 aún se reclamaba al Monopolio de Petróleos la retirada del último de ellos, y en septiembre de 1931 el organismo pretendía recuperar su depósito para la ubicación de un nuevo surtidor). 

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Una mirada a la enseñanza al final del siglo XIX.

    En el sexenio revolucionario (1868-1874), primer intento –fracasado y efímero- desde la burguesía progresista y las clases medias de establecer en España una democracia moderna, se practicó en materia de educación una política ampliamente liberal y secularizada. La Primera República creó Institutos locales libres de segunda enseñanza en Ponferrada (en 1870), Astorga (1869-1870) y León (en 1872); aquí se abrieron, también y animadas por la Junta de Damas, escuelas dominicales para la educación de la mujer en la segunda mitad de 1869, y escuelas de adultos, además de en la capital, en Bembibre y en otros lugares.

    En 1876 el analfabetismo alcanzaba en España entre el 75 y el 80% de la población, y estaban sin escolarizar el 60% de los niños en edad escolar. Cuatro años más tarde existen en el partido bañezano 123 escuelas, y se habían mejorado las de la villa cabeza de comarca pero no las de sus pueblos (no al menos de manera generalizada) a pesar del gran esfuerzo que entonces se estaba realizando para construir edificios, reparar los existentes, y dotar a los centros de mejores medios materiales.

    Hay en 1884 para sus 124 pueblos 90 escuelas, 24 elementales de niños y 19 de niñas; 4 incompletas de niñas, y 43 mixtas infantiles. Es precaria la situación en la capital provincial para la enseñanza primaria, por lo que mucho más habría de serlo en los restantes municipios, y en La Bañeza aquel año, siendo alcalde constitucional Joaquín Núñez Franco, y con un elocuente discurso de don Manuel, cura párroco de Santa María de la Plaza, se inaugura en un lateral de la Plaza de los Cacharros el magnífico local de las Escuelas de la Villa (“luminosas, ventiladas e higiénicas, y bien dotadas”) levantadas sobre el solar de un antiguo cuartel (se proyectaba erigir también en él un Palacio de Justicia, algo que no se hizo y que en los años 30 del siguiente siglo, allí y en la capital, se consideraría necesario y en vano se trataría de obtener). Recordaba el clérigo en su plática las condiciones de la escuela única (“niños, niñas y párvulos casi lactantes”) que sesenta años antes existía en los bajos de la Casa Consistorial: “tugurio humilde y local raquítico sin luces ni ventilación, cuyo techo se alcanzaba con la mano, suelo de tierra que emanaba efluvios deletéreos, y paredes desnudas de toda clase de menaje para la instrucción”. Aquel mismo año contaba Santa María del Páramo con una escuela elemental de niños y otra de niñas, dotadas con 2.062,50 pesetas, para las que se concedía subvención el siguiente, nombrándose en mayo de 1886, “en virtud de oposición”, para la segunda a la maestra Elvira Mounguiria y Santa Marta, que se ausentó al poco de tomar posesión de la plaza, sin que hubiera vuelto por el pueblo al menos al cabo de tres meses, dejando la escuela en completo abandono, “un escándalo que se mantiene por las influencias superiores de las que goza la maestra”; en abril de 1889 volvía a anunciarse vacante aquella escuela. En 1907 se constituirá en otro rincón de la misma plaza bañezana el Colegio de las Monjas Carmelitas de la Caridad de la Enseñanza, en el que había puesto no poco empeño don Julián de Diego y Alcolea, conocido en su día como “el obispo de los obreros”.

    Tiene la villa escuela de primera y de segunda enseñanza en 1886, según la Guía del Antiguo reino de León, de Emilio Valverde y Álvarez, y cuentan con escuela todos los pueblos del recorrido que en su partido sigue la carretera Madrid-Coruña, así como Veguellina, Santa María de la Isla, y muchos otros. El año siguiente se funda en Astorga un Colegio de Segunda Enseñanza dirigido por José Carceda y por Luís Luengo, y dos antes, en octubre de 1884, se instalaban los Agustinos en Valencia de Don Juan para iniciar tres más tarde la enseñanza en su Colegio-Seminario (solo ya lo segundo desde 1918), una construcción del maestro de obras Rogelio Cañas que se iniciaba el 31 de enero de 1883 sobre los solares de la antigua parroquia de Santa María, incendiada irreversiblemente en 1842, y del desamortizado monasterio de Santo Domingo, entonces utilizado como cárcel pública. En septiembre de 1889 es maestro desde casi cinco años antes Pedro Rubio Cadierno en el pueblo de Jiménez. 

    Ya en 1877 se había establecido otro colegio en La Bañeza, en la calle Astorga, a cargo de Toribio Moro Villasol, y se avanza en tal año una situación, la del interés que tradicionalmente ha mostrado la provincia de León por la enseñanza (que volverá a ser motivo de elogio por el periodista y pedagogo Luís Bello en 1926 en su obra Viaje por las escuelas de España), de la que informa Gumersindo de Azcárate en un artículo en el periódico leonés La Democracia con datos como los de ser entonces analfabetos tan solo el 16% de los electores provinciales, y el 3% en la Montaña, cifras inferiores a algunos estados de Norteamérica, e incluso en el segundo caso a las del estado de Nebraska, el de más bajo índice de la Unión (en Villablino, en 1925, con 5.060 habitantes, hay 16 escuelas nacionales y 6 más particulares, y saben leer y escribir todos los mozos del reemplazo), o el de que en 13 ayuntamientos rurales no se da analfabetismo en sus electores, existiendo en la provincia 1.326 escuelas (solo Asturias, con mucha más población, la supera), a las que acuden 38.123 alumnos, cuando la media provincial en el país es de 500.

     En octubre de 1893 es nombrada maestra para Roperuelos del Páramo, con 500 pesetas de haber anual, María Juana de la Debesa. En noviembre se nombran por la Junta de Instrucción Pública maestros interinos Manuela Fariñas para San Justo de la Vega, y José Lobato para Miñambres. En 1894 es María Milagros Morellón maestra en Santa María del Páramo (continuaba siéndolo en 1900, dice La Escuela, “órgano oficial de la asociación provincial y defensor constante de los intereses del Magisterio Leonés”, al que está suscrita), destinándose allí en mayo de 1895 al maestro de primera enseñanza Benito León Miranda (se jubilará en la misma escuela en enero de 1935), colaborador de El Porvenir de León, que lo noticia entonces. A finales de enero de 1898 se anuncia concurso para las escuelas incompletas de niñas de Santa Colomba de la Vega, San Cristóbal de la Polantera, y Riego de la Vega, todas con 275 pesetas; las incompletas mixtas de Navianos de la Vega, con 400 y de Villaestrigo con 375; y la temporera de Santa Elena de Jamuz con 250 pesetas. Eran en febrero de 1899 maestros en las escuelas públicas de Zotes del Páramo Jesusa Rosalía Rebollo de la de niñas, y Francisco García de la de niños, y por entonces ya llevaba algunos años dando escuela en La Bañeza la maestra Anselma Jesusa Blanco García (hermana del fraile agustino Francisco Blanco), a donde llegaría destinada desde Astorga, casándose más tarde con Isidoro Valderas, acaudalado comerciante de tejidos (“nacionales y extranjeros”) del lugar, que se ocupará cuando enviude de él al final de aquel año de regentar el establecimiento “El precio fijo”, situado en el inicio de la calle del Reloj.

A propósito de establecimientos como aquel, y de los comerciantes que los regían, dirá en 1928 el bañezano Menas Alonso Llamas, autor de Vendimiario, "tener ya mayor conciencia", y que "tan solo dos décadas atrás en el interior de cada uno se escondía un ladrón que robaba en el peso y la medida y en la calidad del género", reclamando de los legisladores la obligatoriedad del “precio fijo”, que “hace por las almas de los mercaderes más que todo el miedo al infierno y a los tizonazos de Satanás” .

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Borrón y cuenta nueva en la Banda Municipal de Música en 1934.-


En el pleno municipal del día 25 de abril de 1934, acogiéndose al Reglamento de Directores de Bandas de Música, recién publicado en la Gaceta, solicita aumento de sueldo el director de la Banda bañezana, Potenciano Pardo Crespo, según lo establecido, un 75% de las 5.000 pesetas anuales del haber inicial del secretario del ayuntamiento, lo que le supondrá un aumento de 1.900 en el suyo. En cuanto al nuevo Reglamento de la Banda local, sigue aún pendiente de aprobación por el gobernador, y los músicos no están conformes con tres de sus artículos (aunque para elaborarlo se trató con una comisión de ellos encabezada por Juan Cuesta), por lo que cesan en sus actividades hasta que se les atienda. Al recibir el escrito con tal reclamación el alcalde los requirió a que en tanto se estudiaba siguieran actuando según el antiguo Reglamento, lo que ya no hicieron el domingo siguiente, 29, ni el 6 de mayo, por su descontento, pues dicen tocar más que antes según lo establecido para los domingos y festivos de la temporada de conciertos que abarca del 14 de abril al 15 de octubre (lo que se les contrapone como falso, pues con la supresión de fiestas religiosas actúan en ocho ocasiones menos -exponen los concejales en la sesión del 2 de mayo- y perciben mayores gratificaciones). Se dice por algún concejal (Toribio González Prieto) que tal acto de insubordinación y desobediencia no se puede tolerar y debe castigarse, y se acuerda abrir un expediente y oír al director de la Banda y a los músicos, y actuar según lo que proceda.

 El día 3 se comunicaba al director y a Juan Cuesta y demás músicos abrirse expediente por lo sucedido el pasado 29 y oír sus descargos al respecto, y en el siguiente pleno estima la minoría socialista que los músicos no cometieron falta alguna, sino que como empleados descontentos de su patrono el ayuntamiento hicieron huelga. El alcalde y algún concejal de la comisión de Música manifiestan que debe de disolverse la Banda, aplicando el nuevo Reglamento, lo que resulta decidido por mayoría en la consiguiente votación, acordándose además excluir de la disolución al director, que no ha tenido responsabilidad alguna; que se satisfaga a los músicos las gratificaciones devengadas hasta que dejaron de actuar, y que entreguen al director los instrumentos propiedad del ayuntamiento en un plazo que no exceda de 10 días.   

Se decide a mitad de mayo reestructurar la Banda de Música conforme al nuevo Reglamento (que establecía también que actuará gratuitamente solo en las fiestas oficiales, y no en las religiosas, aunque se puede ceder su actuación a particulares si lo acordara así la alcaldía y la comisión de Música, regulación que no impedirá que el 5 de mayo critique El Adelanto que la Banda tocara en la manifestación del 1º de Mayo -fiesta oficial-, mientras que, habiendo pedido un grupo de vecinos que actuara en las procesiones de la Semana Santa, se les puso como condición pagar por su contratación, lo que se hizo, tocando así en ellas) y se abre plazo para que soliciten su ingreso quienes lo deseen, según resultó por mayoría en el pleno del día 16, al igual que se hizo para disolverla, algo en lo que la minoría socialista no estuvo de acuerdo, por lo que ahora la reestructuración no les incumbe, dicen, y el concejal Porfirio González Manjarín, que insiste en que lo que los músicos hicieron fue ir a la huelga frente al abuso del ayuntamiento, abandonaba la sala de sesiones.  

 Una semana después todos los músicos menos uno habían entregado al director de la Banda sus instrumentos, y ninguno ha solicitado su reingreso, por lo que se amplía el plazo para pedirlo otra semana más, sin que tampoco a su final se haya nadie presentado, y se dispone que en la sesión municipal de la próxima la comisión de Música adopte una solución, mientras a los nuevos educandos para la Academia de Música que se están admitiendo se les impone la aceptación por sus padres del nuevo Reglamento.

14 músicos solicitaban el 13 de junio su reingreso en la Banda de Música, y eran admitidos; se llegaba con todos ellos a un acuerdo, realizando ya el domingo, día 17, por la tarde una audición, y el 20 se continuaban recibiendo más peticiones para reincorporarse. A finales de julio, con aquel conflicto por fin resuelto, se acordaba abonar a los actuales componentes de la Banda las gratificaciones del segundo trimestre de 1934, ya que a cambio de los días que entonces no actuaron tocarán tres más ahora, que se decide sean los de las fiestas patronales de aquel año. 

 

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Enlace a una interesante colección de romances, cantares de ciego, o coplas de cordel en la web de Santibañez de la Isla. "Romances de hilo de atar chorizos" les llama Generoso Armando Miguelez, su recopilador, y circulaban en nuestra tierra entre 1934 y 1936.

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El crimen de Pepe Aparicio.-

    Se dieron a veces en nuestra tierra situaciones y altercados que ocuparon los anales de la justicia y la crónica de sucesos de la época, incluidos los pliegos de cordel, los romances de ciego y las coplas, en alguna de las cuales, como la que narra el Nuevo y lastimoso crimen cometido por Pepe Aparicio, dando muerte a Lorenzo Carrera el día 15 de mayo de 1935 en Navianos de la Vega, ya se adelantaban las técnicas de captación y fidelización de las audiencias, pues se divide la copla y el relato en dos partes publicadas aquel año por F.F.F. en Imprenta La Comercial de La Bañeza, y en tres a veces, como en la que Mariano Rúa González refiere el jocoso embromado urdido en 1925 en la ciudad a cuenta de un billete de lotería falsamente premiado.

    El día 15 de mayo de 1935, por la tarde, en Navianos de la Vega se acometían en una reyerta los convecinos Lorenzo Carrera Vecino, presidente de la Junta administrativa del pueblo, y José Aparicio Pérez, de 26 años, resultando ambos heridos, gravemente el primero. Tenían resentimientos políticos entre ellos y estaban enemistados porque la Junta vecinal había impuesto al padre del segundo una multa por negarse a asistir a la hacenderas del pueblo, además de andar en desavenencias relacionadas con acusaciones mutuas de apropiarse tierras del común, y cuando José regresaba de un molino en el vecino pueblo de Quintana se encontraron, insultándose, y disparando Lorenzo varias veces una pistola sobre aquél, con la que no hizo blanco, y no siguió disparando por habérsele encasquillado el arma, lo que aprovechó el contrario abalanzándose sobre él con una navaja cabritera con la que le asestó varias puñaladas en el vientre y un costado, por las que falleció poco después. El agresor quedó a disposición del juzgado, aunque no fue detenido por encontrarse enfermo. La madre de la víctima, al ver a su hijo en semejante estado se afligió de tal manera que sufrió un ataque al corazón que puso también fin a su vida. El juicio por aquellos hechos, calificados de homicidio, atentado a la autoridad y tenencia ilícita de arma corta de fuego (una pistola automática de la marca Lookingglas y calibre 7,65), y que con los del trágico y lastimoso fallecimiento de la madre de Lorenzo serían cantados y difundidos en la comarca en coplas de ciego, se vería en la Audiencia Provincial los días 15 y 16 de noviembre del mismo año 1935, con el resultado de salir absuelto el procesado con todos los pronunciamientos favorables.

Enlace a la narración en coplas del Nuevo y lastimoso crimen...

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    De no haber resultado absuelto, Pepe Aparicio pudiera haber terminado en alguno de los campos de concentración que desde algunos meses antes trataban de instalarse en España:

    Se va al rápido y total desarme en toda España, decía el ministro de la Gobernación, Rico Avello, el día 30 de diciembre de 1933 (circulares gubernamentales para la retirada de armas continuarían dictándose aún en marzo de 1936), y añade que recomendará al ministro de Justicia el rápido establecimiento de campos de concentración de vagos y maleantes (en el centro, norte y sur del país) para aplicar eficazmente la Ley que de ellos se ocupa. El día anterior los presos sociales (denominación que la prensa obrera daba entonces a quienes eran en su mayoría asalariados) de la cárcel de León se quejaban de las pésimas condiciones del edificio y de la insuficiencia del local (se había hecho preciso trasladar a Oviedo a parte de los presos comunes para acoger a los de la revuelta anarquista del inicio del mes, promotores de la protesta), algo que se repetirá en el año próximo a iniciarse después de la insurrección socialista de octubre, cuando vuelva a desbordar de recluidos aquella prisión, además de las varias de Astorga y el Depósito Municipal de Presos y Detenidos de La Bañeza que como una más de aquéllas seguía funcionando. 

    El gobierno soviético emprendía al comienzo de marzo de 1934 una ofensiva contra las barbas obligando a todos los ciudadanos a rasurarse para acabar de ese modo con “un vestigio decorativo de los tiempos del zarismo”, lo que daba lugar a numerosos incidentes. Aquí, el ministerio de Justicia acordaba el establecimiento de campos de concentración y colonias penitenciarias en las islas de Hierro y Lanzarote. A la mitad de mayo produciría gran inquietud en Villagarcía de Arousa el rumor de destinar la isla de Cortegada a alojar uno de aquellos campos (noticia El Diario de León el 17-05-1934). Ante la congestión de las cárceles por las detenciones consecuencia de los sucesos revolucionarios de octubre de 1934 (el número de presos era en diciembre de 23.460, lo que crea un difícil problema y una carga más al Estado), rebasada la mitad de noviembre preparaba el ministro de Justicia un proyecto de campos de concentración para vagos y maleantes, y la construcción de uno de ellos, al que enviar para que trabajen a atracadores, pistoleros y gente procedente de las bajas capas sociales (se había estudiado al inicio del mes la posibilidad de utilizar para ello el monasterio de Oseira, en Orense, usado, por cierto, como prisión habilitada después de julio de 1936), además del establecimiento de una colonia penitenciaria en la Guinea Española.

    Ya a la mitad de enero de 1935 noticiaba El Diario de León que, motivado por el aumento que de la población penal hacen las sentencias acumuladas diariamente y que torna necesaria la distribución ordenada de los penados conforme a los métodos modernos y con un régimen de disciplina y rendimiento compatible con el que encuadran tales campos, en los primeros días de febrero se inaugura el campo de concentración creado junto al penal de El Dueso, que prevé albergar a 1.500 vagos y maleantes, acampados en tiendas de lona impermeabilizada (dispuestas formando calles y limitadas por una alambrada y un foso, con garitas para la vigilancia) capaces para 20 individuos y que trabajarán en la desecación de las marismas. Será este el primer campo que se instala (a pesar de que la Ley de vagos se promulgó ya en agosto de 1933). En Burgos se establecerá una Colonia Agrícola con dos pabellones estables capaces para 200 maleantes a los que se les entregarán parcelas para que las cultiven como se les ordene. En la Casa de Trabajo de Alcalá de Henares se ampliará el taller de metalurgia y se creará la Escuela de Oficios, especialmente los de zapatería y ebanistería (a aquel campo serían enviados a primeros de abril los condenados por la Ley de vagos en Orense). Pronto se adquirirá la isla de Oms para convertirla en campo de concentración, y se estudia la adquisición de terrenos en las Hurdes y en Fuerteventura. Se habilitará otro campo en la Prisión Central del Puerto de Santa María, donde se enseñarán diversos quehaceres. Se piensa dar ocupación a los vagos en la repoblación forestal, con lo cual prestarán señalados servicios al Estado, pues en algunos lugares la población libre rehúsa estos trabajos por su extrema dureza. Todo un proyecto que se piensa llevar a cabo con urgencia.

    Eco y traslación, como las anteriores previsiones e iniciativas legislativas de diciembre de 1933 y marzo y noviembre de 1934, seguramente de las soluciones aplicadas en Alemania desde el primero de los años, y antecedente de las que en 1936, después del golpe militar y su derivación en guerra civil, se emplearán a uno y otro lado de las trincheras españolas para castigar y a la vez aprovechar económicamente la disidencia como unos más de los particulares lugares de encierro de los enemigos ideológicos, una decisión (la de instalar en Burgos una nueva penitenciaría especialmente destinada a los delincuentes políticos, hombres y mujeres) que se establecería por decreto el 7 de julio de 1936, anticipándose también a la situación de constituir cárceles especiales para presos políticos que al poco estará ampliamente extendida por todo el ya dividido territorio nacional.  

    A la mitad de septiembre de 1935 el VII Congreso del Partido Nacionalsocialista alemán aprobaba en Núremberg las leyes de carácter racial antisemita para la exclusión social, política y económica de varios millones de judíos, el inicio o el despiadado impulso en el camino del Holocausto (al congreso de 1933 había asistido en septiembre Gil Robles -que visitó algunos campos de concentración de los que ya funcionaban en Alemania, presentados engañosamente entonces como instituciones de reeducación por el trabajo-, regresando favorablemente impresionado).

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La Primera República en La Bañeza.-

Alcaldes republicanos de La Bañeza (I).

“La noticia de la implanta­ción de la Primera República llegó a la villa bañezana el 13 de febrero de 1873 en dos misivas del alcalde de Astorga manifestando que “las Cortes, después de admitir la renuncia que del Trono de España ha hecho don Amadeo de Saboya, y de constituirse en Soberanas, han proclamado la República y establecido un Poder ejecutivo”.

Existía en La Bañeza una Compañía de Voluntarios de la Libertad (en la que era corneta Santiago Manjón Carrera) que en aquellos primeros días republicanos hicieron guardias y retenes velando por el orden público y por la se­guridad de las personas y propiedades.

El último ayuntamiento se había formado hacía un año, y desde entonces y hasta últimos de septiembre de 1873 estuvo constituido de la siguiente forma: alcalde, Estanislao del Egido Ferrero; tenientes, Menas Alonso Fresno y Blas González Ferrero; sindico, Eusebio González Cela; y regidores, Agustín Fernández Pérez, Ángel Fernández Franco, Tomás Rubio Iglesias, Manuel García Vizán, Francisco Arijo, y Vicente González Villares; era secretario municipal Manuel Fernández Cadórniga, que se había posesionado de la oficina el 19 de abril de 1872.

Aquel año la corporación municipal acordó “gastar lo necesario para la procesión del Corpus, que saldrá este año como los anteriores, haciéndose las invitaciones y pagándose su gasto y el obsequio que acostumbra tener el consistorio, y publicándose un bando para que las calles y plazas que ha de recorrer estén limpias y desembarazadas”. En julio se celebraron misiones en la iglesia, y a la procesión que el día 2 se celebró fue invitada la corporación, que asistió con la Banda de Música dirigida por Vicente Barrachina.

El número de vecinos era entonces inferior a 800, y el de familias pobres de 160, que servían como médico ­Gaspar Yébenes Ruiz y como cirujano Julián Pérez Valderrey. El presupuesto municipal ordinario se cifraba en 43.179,20 pesetas.

<<<<<<  Alusión a la Primera República y a sus discordias

Se celebraron elecciones municipales los días 12, 13 y 14 de julio, después de los sucesos de la calle de la Madera (un grave altercado y enfrentamiento producidos entre facciones rivales y afines a aquella República recién instaurada, sofocados por los cerca de cuarenta miembros de Infantería y de Caballería de la Benemérita asentados en su guarnición bañezana), de las que resultaron los concejales que el 24 de septiembre fueron recibidos cortésmente por los que cesaban, pasando a ser alcalde Antonio Cabo de las Heras; tenientes, Joaquín Moro Fernández y Jerónimo Álvarez Fraile; síndico, Ángel Fernández Franco; regidores Julián Fernández Suárez, Pedro Martínez Román, Buenaventura Rubio Nadal, Domingo Falagán, Teodoro González Pérez y Juan García Pérez; ejerció de secretario interino Marcos Pérez González hasta octubre, mes en el cual José Manuel Perandones es designado en propiedad. Tal fue la corporación que rigió los destinos municipales de la villa basta el 18 de marzo siguiente, en que se disuelve y el Juez municipal Manuel Ferrero Santos da posesión a los nuevos ediles.

Había colegio de segunda enseñanza, cuya dirección desempeñaba Toribio Moro Villasol, y eran maestros María Sánchez y Francisco Alonso, habiéndose nombrado auxiliar pasante interina de la escuela de niñas, en atención a las buenas prendas, habilidad y disposición que reúne para dicho cargo, a Anselma Jesusa Blanco García (hermana del fraile agustino Francisco Blanco, que había llegado destinada a la villa desde Astorga, y que casaría más tarde con Isidoro Valderas, acaudalado comerciante de tejidos -“nacionales y extranjeros”- del lugar, ocupándose cuando enviude de él -a finales de 1893- de regentar el establecimiento “El precio fijo”, situado en el inicio de la calle del Reloj).

La calle de la Fuente era entonces tan estrecha que perjudicaba a sus fachadas el paso de los carros de rozo que se traían del monte de la villa; el sobrestante de Obras Públicas, José La­tas Valcarce, dirigía la cimentación de las pilastras del que fue después Puente de Requejo, ya que en el invierno de 1871 una fuerte crecida del río Tuerto había destruido el puente municipal existente. El ayuntamiento poseía en la plaza de la Cruz Dorada (Obispo Alcolea después) una casa denominada el Cuartel (en cuyo solar se asentarán después –en 1884 y siendo alcalde constitucional Joaquín Núñez Franco- las Escuelas de la Villa), y gravaba al vecindario con un impuesto sobre huecos (puertas, ventanas y balcones); y por haber..., había ya también intrusiones en los campos comunales…”

Viñeta humorística en la portada de El Adelanto del 25-02-1933  >>>>>>>

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Tal era el relato de Salvador Ferreras Mansilla (pseudónimo de José Marcos de Segovia) en su sección de “Estampas bañezanas” en El Adelanto del 25 de febrero de 1933, cuando, según también decía, “el 11 de aquel mes se había cumplido el sesenta aniversario de la proclamación de la Primera República Española, fiesta nacional por disposición reciente; y esclavos de la actualidad, queremos en esta ‘Estampa’ reflejar algo de lo que en 1873 ocurría en la entonces villa de La Bañeza”. Las alusiones a los actos religiosos y los impuestos se entienden motivadas por la novedad de algunos arbitrios municipales recién establecidos cuando escribe, y por la álgida y combativa campaña contra el laicismo republicano en la que la entonces bisoña y católica publicación bañezana está embarcada. 

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Altercados por el empleo (y otros sucesos) al inicio de 1934.-

     En la ribera del Órbigo al comienzo de 1934, ante el rigor de la estación climatológica (en la Azucarera de Veguellina continuaba la suspensión por la falta de remolacha al no poder arrancarla por los hielos), se preveía el próximo paro forzoso de los obreros agrícolas y de la construcción, lo que se evitaría con la pronta realización del trozo de la carretera de Valcabado a Combarros que desde el año 1923 está para subasta y que cruzará por el centro de la Cepeda (una de las comarcas provinciales con mayor necesidad de vías), activada ahora por la buena voluntad de los técnicos, dice el corresponsal en la zona de El Diario de León. El desempleo seguía siendo un problema omnipresente, también en la capital de la provincia, donde el ayuntamiento tiene abierta hace ya tiempo una suscripción popular pro parados, y los responsables del sindicato confesional La Coalición se quejan ahora en “Carta al Director” de no poder participar de lo recaudado “por impedírselo los obreros marxistas y sus asociaciones”, por lo que piden la colaboración del periódico para que “el dinero de los católicos no sirva para dar armas a los enemigos de la familia, la propiedad y el orden”, insistiendo unos días después en denunciar que “hay una comisión que gestiona la bolsa de trabajo y que no lo concede si no se trata de obreros afiliados a la UGT o a la CNT”.

    Una situación que al parecer se dio con frecuencia en bastantes lugares, y que daría ocasión a que, por ejemplo, en las Bases de Trabajo rural de la provincia de León para el año 1934 se faculte al presidente del Jurado Mixto “para imponer al patrono que seleccione obreros por razón de ideas políticas o tendencias sindicales, que haya de colocarlos por riguroso orden de inscripción en las oficinas de colocación y registros locales”, y que ayuda a entender el trasfondo de verdad de la socorrida excusa de tantos obreros represaliados después de julio de 1936 de “haberse visto obligados a sindicarse para poder trabajar”, afiliación obligatoria que fue una estrategia de las izquierdas en su intento de controlar el mercado de trabajo, un bien escaso por el que se daba una dura competencia, con la que desde la proclamación de la República los diferentes sindicatos (también los de derechas y católicos) trataron de impedir la contratación de trabajadores no afiliados, pretendiendo anular la capacidad coercitiva de los patronos en las relaciones laborales y trasladar la influencia política sobre los trabajadores de los oferentes de empleo (siempre más inclinados a las derechas) a sus gerentes, sindicatos y agrupaciones campesinas y de oficios varios. A la necesaria afiliación para obtener trabajo se refieren ampliamente los testimonios recogidos en León y Palencia por González de Prado.       

    Aquellos conflictos derivaban a veces en violencias, como cuando el 30 de julio de aquel año en las obras de la Azucarera de León un delegado socialista de la Casa del Pueblo, Felipe Fernández Villanueva, hería gravemente a un obrero que se negaba a cotizar y se le enfrenta ante la exigencia del pago de la cuota semanal y las amenazas de que nadie podría trabajar sin estar al corriente de su pago, o en huelgas (a veces ilegales) como la que el 28 de febrero había paralizado la rotativa de ABC por encontrarse trabajando en ella un obrero que no pertenecía a la Casa del Pueblo madrileña.

    Sobrepasada la mitad de enero presentaba la CEDA en el Parlamento su propuesta contra el paro, que contemplaba la creación de un fondo de crisis con aportaciones del Estado, los ayuntamientos y las diputaciones, el fomento de obras públicas, y el seguro obligatorio contra el desempleo (según el ministerio de Trabajo, al terminar 1933 había en España 618. 947 asalariados sin ocupación), y en Astorga una manifestación de obreros en paro se dirigía al ayuntamiento para entrevistarse con el alcalde en demanda de empleo, una situación que estallará cuando el día 23 por la mañana se reúnan los elementos patronales para tratar  de solucionar el desempleo en la ciudad y se intente en el consistorio la distribución de trabajo, pretendiendo emplear a un parado de cada familia, a lo que se opusieron los obreros (elementos levantiscos, dirigidos por la Casa del Pueblo, según el semanario católico bañezano El Adelanto), que recorrieron las calles rompiendo lunas, impidiendo que los autos de línea descargasen las mercancías que llevaban, y obligando a cerrar el comercio, con el consiguiente perjuicio por ser día de mercado, aunque siguió realizándose en la parte destinada al ganado vacuno, pues cuando los agitadores llegaron allí se les enfrentaron los ganaderos con palos y aguijadas haciéndoles huir. Ante la falta de autoridad del alcalde socialista (que “brilló por su ausencia”) frente a los disturbios promovidos por los obreros parados (contaba El Diario de León) la Cámara de Comercio contactó con el gobernador civil, que envió desde la capital a un primer grupo de Guardias de Asalto. Cuando al medio día llegaron otros más fueron ovacionados, reduciendo a los revoltosos, pacificando los ánimos, y restableciendo el orden de inmediato, deteniéndose a Alejandro Pereira por intento de agresión al teniente de Seguridad señor Izquierdo. El día 24 se hallarían armas (dos revólveres, una pistola y una navaja barbera) en Celada de la Vega, en la taberna de Jesús González, por la Guardia Civil, que practicó un cacheo con ocasión de encontrarse allí de vigilancia por la celebración de las ferias de San Vicente.  

<<<<<<  Plaza Mayor de Astorga en día de mercado.

    A las protestas por la falta de trabajo se unían aquellos días las motivadas por la subida del precio del pan, contra la que lo hacían los obreros de la Casa del Pueblo de León en un oficio remitido a la alcaldía. En La Bañeza, en la sesión municipal del 31 de enero proponía el concejal socialista Porfirio González Manjarín que la corporación se dirija al ministro de Agricultura protestando por tal subida que perjudica a todo el vecindario, y que una comisión municipal de abastos regule este precio y el de la carne y las patatas (que es muy elevado), y señalaba que (al contrario de lo que ahora sucedía) los ayuntamientos monárquicos no permitían la compra a los acaparadores hasta que no se abastecía el vecindario (lo que es corroborado por el concejal Liberto Díez Pardo, que ya lo fue en aquellos tiempos), y que durante la dictadura algún tiempo se vendieron patatas por los almacenistas bañezanos a precio reducido. Aumentaban además ahora las tarifas ferroviarias, aunque se desecha el 21 de marzo en votación la propuesta del concejal Narciso Asensio Asensio (también de la minoría socialista) de que protestara por ello el ayuntamiento bañezano.

    También se sumaban las de los escolares de la FUE, que declaran la huelga de 48 horas  por haberse clausurado el centro de Zaragoza como consecuencia de la participación de algunos de sus miembros en el atentado contra el estudiante Manuel Baselga (del SEU), cuya convocatoria llegaría también hasta la capital leonesa, donde, aunque la Federación de Estudiantes Católicos (FEC) se declaró ajena a la huelga y recomienda a sus afiliados que continúen asistiendo a las clases y así lo haya hecho la mayoría de los alumnos el día 24, a la salida se promovieron algunos incidentes al ser increpados por los huelguistas, y se dirá el 26 estar cerrados la Escuela Pericial, el Instituto y la Normal. En la Universidad de Madrid se daban por segunda vez el 12 de febrero choques violentos entre estudiantes fascistas y de izquierdas.

      Se iban desgranando en nuestra tierra también otros sucesos: en los almacenes de cereales del bañezano Teodoro Santos, en la carretera de Jiménez, robaban 40 sacos de alubias seleccionadas y una máquina de escribir el día 20 de enero por la noche, todo valorado en 5.700 pesetas. Cuando la Guardia Civil investigaba el robo en Benavente y en Zamora se avisó de haber sido detenidos en San Rafael (Guadalajara) unos ocho individuos en una camioneta con los sacos robados. Fueron reclamados por el juzgado bañezano, y se creía en un principio que los malhechores tuvieran cómplices aquí, lo que resultó no ser así cuando se trasladó a cinco de aquellos sujetos (los apodados: Picardias, Sereno, Bonillo, Cubano, y Pelines; los otros tres se hallaban detenidos en Madrid), que culparon de la organización de la banda de espadistas a la que pertenecen al de alias Juanito. Todos ellos estaban también complicados en el robo de diez cerdos en Almodovar del Valle, y uno había cumplido condena en el Penal de Burgos. Los efectos robados le fueron entregados a su dueño. 

    A dos de aquellos maleantes (el apodado el Moreno, de Salamanca, y otro) no debió de resultarles muy confortable la destartalada cárcel bañezana, pues acabando enero se fugaban por el expeditivo método de hacer un hueco en el tabique que dividía sus celdas y, quitando ladrillos de otras paredes, llegar al patio de ronda, donde clavaron en la pared del muro exterior algunas piezas arrancadas de las marcaciones de las puertas y treparon hasta sobrepasarlo, alcanzando desde allí la libertad. El 25 de abril estarían a punto de fugarse otros dos presos de aquel Depósito, detenidos por robo y a disposición del juzgado de Zamora, sin que lo lograran al alertar de la evasión otro penado con sus voces a los transeúntes de la calle cuando los fuguistas habían roto ya un buen trozo de pared, debajo de la ventana, con un hierro del que se habían proveído, evitando su fuga la intervención de los serenos y otras gentes.    

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Cosos taurinos bañezanos.-

     Hubo en la Plaza Mayor de La Bañeza, centro del comercio local y corazón del mercado semanal, además de farolas, templetes, embaldosaos, bailes, verbenas, procesiones, conciertos, desfiles y paseos, desde 1915 barracas de venta de pan (instalada la primera por Odón Alonso), frutas, pescado y carnes; de relojería, kiosco de prensa, marca de equidistancia entre Madrid y La Coruña (punto kilométrico 303); y un pozo artesiano, primero con extracción por torre de viento y por bomba de manubrio más tarde, en el lugar en el que mucho antes existió otro cuyo brocal se desmontaba para, hasta 1880, hacer de ella, acondicionada con carros y tableros, coso taurino el día de Santiago, el mismo que, portátil, se montaba en la explanada de la Estación, en “los Barreros”, a la altura de 1913 y que perduró hasta 1916. Ya se había celebrado con toros en La Bañeza en abril de 1614 la beatificación de la carmelita Teresa de Jesús, promovidos por los monjes del convento del Carmen.

<<<<<  Tendido de una plaza de toros instalada en La Bañeza. Años 20.

    Llegó a alzarse en junio de 1904 una plaza de toros en el Monte, en la finca “Villa Adela” de los Seoanez, de corta vida dada su lejanía de la ciudad, y en ella se lidiaron tres novillos por otras tantas cuadrillas de aficionados bañezanos. Desde el periódico La Opinión, tal vez acuciados por el ejemplo de la vecina villa de Valencia de Don Juan, que disponía desde aquel año de un magnífico coso (construido por el particular Pedro Martínez Zárate, en 1999 fue donado por sus hijas al ayuntamiento coyantino), y movidos quizá por emularla, se pretendió en 1924 la construcción de una plaza de toros estable, de piedra, cuyo coste de 50.000 pesetas se sufragaría por suscripción económica de los interesados en el proyecto, pero la iniciativa no llegó a cuajar, a pesar del ánimo de la comisión gestora designada (Herminio Fernández de la Poza y cuatro más formaron parte de la misma) y del entusiasmo presente en la asamblea del vecindario convocada en el Teatro Seoanez para tratar de tal asunto, como tampoco había prosperado en 1916 (a pesar de que las obras llegaron a mostrarse avanzadas a final de julio, sin que se remataran, después de que a la mitad del mismo mes la previsión fuera en La Crónica de “colocar en las próximas fiestas patronales –en las que habrá concurso de aviación- la primera piedra de la futura plaza de toros de cuya construcción se va a encargar -proyectando una vez más para La Bañeza- el arquitecto Lázaro de Diego”) o en marzo de 1914, reclamada entonces al ayuntamiento desde El Jaleo, que insistía unos meses más tarde en reseñar el esfuerzo de Santa María del Páramo para tener corridas de toros en sus festejos de junio (se celebraría el día de San Pedro una becerrada a beneficio del Hospital de León), en celebrar el éxito de los festejos de la Patrona del año 1913, “después de cinco años de indolencia”, y en llamar a reincidir en dicho logro (con toros incluidos), “para no ser los bañezanos, con mejores medios de comunicación, menos que los esforzados parameses”, ni prosperaría en 1951, a pesar de haberse llegado a colocar la primera piedra en los terrenos cedidos al efecto en “la Canterona” de la Cuesta de Santa Marina. En la misma publicación -La Crónica del 27 de agosto de 1916- en que se informa de las pretensiones taurinas se da cuenta de los triunfos del torero paramés Honorio de Paz López, apodado “Santa María” (Chiquito era su alias en enero de 1915).

    Tal vez aquellos años, en los que las relaciones entre quienes los habitaban se hallaban impregnadas de una cierta violencia, se hiciera preciso redactar para alguno de los festejos celebrados en aquellos cosos contratos parecidos al que en 1907 se establecía en la villa de Valderas entre el empresario de la plaza de toros y uno de los diestros que habría de torear en ella, por el que aquél “se hará cargo de su asistencia si sufre un percance o es herido por una res, pero no si lo fuera por pedrada, arma de fuego, martillo u otra arma contundente”.

Se instalaron también cosos taurinos en las dos Vegas bañezanas, de Arriba y de Abajo, uno de ellos en 1928 y 1929 en el lugar que después sería parque Juan de Ferreras, propiedad de Manuel Alonso García-Aparicio (que contrató para las fiestas de agosto del primero de los años a “dos ases entre los novilleros, ‘Chatet de Valencia’ y ‘Vaquerín’, además de a unos aplaudidos toreros cómicos”), el mejor de todos los que se montaron hasta entonces y que más tarde, asentado en la capital, alcanzaría merecida fama, además del emplazado en los festejos de agosto en 1940 en un solar de la calle de El Salvador, en el que se celebraron dos becerradas.  

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La Izquierda Revolucionaria y Antiimperialista leonesa, disidente de la República burguesa en 1931.- 

    El 23 de octubre de 1931 participaban en un mitin en León Victoria Kent, Gordón Ordás y Claudio Sánchez Albornoz. Asistió mucha gente y otra mucha hubo de quedar fuera del Teatro Alfageme. Se colocaron altavoces en los cafés Novelty y Central y en las entradas del teatro. Los oradores fueron silbados al llegar, y hubo interrupciones al grito de “nos habéis engañado”, que “bien podían ser de católicos como de comunistas”. Así lo contaba El Diario de León, y ciertamente no eran solo los conservadores leoneses quienes se sentían burlados en las expectativas depositadas en el régimen del 14 de abril:

    Desde mitad de junio por lo menos había en León presencia del partido Izquierda Revolucionaria y Antiimperialista (IRYA), fundado poco antes por Irene Falcón con algunos otros escindidos del PSOE, y cuyo objetivo era “la conquista de la Revolución y llevar a cabo la destrucción total de los elementos reaccionarios que de manera solapada van tomando posiciones ventajosas dentro de la República”. Propagaba un boletín semanal cuyo número 6 salía el 2 de agosto (el 20 de junio había aparecido el número 2, impreso como todos en Gráfica Leonesa: Capitán Galán, 44), y en él, bajo el título de “Silencio…: culpabilidad”, se vuelven a ocupar (ya lo habían hecho en el número 3) del abandono y el olvido en que el Comité Republicano y la Juventud Republicana de la capital han dejado a José García Escudero, el joven herido en Veguellina “por arbitrario disparo de los civiles con ocasión de un mitin allí pronunciado pocos días antes de proclamarse la República”, y lo hacen “recordando sus promesas a quienes para encumbrarse se valieron de todo y de todo se han olvidado”, incluido “que quedó inútil un hombre y no se le presta la ayuda prometida, traicionando al ciudadano que exteriorizó el anhelo popular de entonces en un viva que le costó la inutilidad de un brazo”.

    También reprochan a nuestros diputados “que borreguean en el Congreso y que se divierten aplaudiendo las majezas de Maurita”, no haber cumplido con el deber de hacer que se traslade de Veguellina al guardia que hirió al compañero, y “que estén aún sin liquidar al doctor Hurtado los gastos de curación de quien generosamente les ayudó a… conquistar la tajada de mangoneo, cuya factura sin abonar sigue en poder de Octavio Canseco, depositario que era entonces del dinero recaudado para presos y expatriados políticos”. Tampoco se supo más, pregona el boletín, de la suscripción abierta por la Juventud Republicana a favor de su afiliado, ni de la lista que La Democracia publicó el 29 de abril, ni se entregó al interesado la cantidad recaudada. Censuran la conducta de estos republicanos que están dando lugar a que el médico haya de acudir a los tribunales para cobrar sus honorarios, aunque a los redentores, dicen, nada les importaría ver en el banquillo a quien calificaron de “mártir de Veguellina.

    (Trasladándonos a los antecedentes de lo que desde el boletín se recrimina, en medio de la agitada vida nacional de los primeros meses de 1931 se había producido el 10 de marzo en Veguellina la detención por la Benemérita de 22 personas que se encontraban clandestinamente reunidas, a las que se ocuparon documentos y se condujo a Astorga, hecho notoriamente protestado desde el periódico republicano y socialista La Democracia, se noticiaba entonces en El Diario de León, católico y regional, y casi un mes más tarde, el día 5 de abril, “habían estado en La Bañeza propagandistas republicanos y socialistas desplazados desde León, y a su regreso, por la tarde, se detuvieron en Veguellina para leer ante el vecindario una proclama electoral en la que se alteró el orden y se profirieron gritos subversivos seguidos del intento de la Guardia Civil de disolver la concentración y del uso de sus armas ante la negativa del público a hacerlo y el disparo contra ella que, surgido de entre los concentrados, atravesó el tricornio de uno de los números. De la descarga con la que respondió la Benemérita resultó herido por un balazo que le atravesó el pulmón izquierdo el joven de 23 años José García Escudero, de la Juventud Republicana Leonesa -creada a primeros de agosto de 1930-, al que se trasladó al Sanatorio del doctor Hurtado. Al conocerse la noticia en la capital, se formaron grupos que lanzaron consignas subversivas y que fueron disueltos fácilmente”. Así narraba lo sucedido El Diario de León al día siguiente. En la noche del día 6 fueron detenidos por aquellos hechos y conducidos a la prisión provincial acusados de agresión a fuerza armada los vecinos Francisco y Manuel Luengo Seco, Arcadio y Gerardo Corujo Costales, Antonio Peña Gallego, y José María Rodríguez Montero. El 11 de marzo habría habido en el mismo lugar “22 detenidos en un acto electoral que intentó reproducir la sublevación de Jaca”, un hecho que seguramente alguna fuente confunde con el antes narrado, y del que no hallamos otra noticia ni referencia hemerográfica alguna).

    Ya habían antes reprobado desde la publicación “a los acróbatas republicano-socialistas locales que defienden su tajada electoral sin contar con el pueblo, que no tiene un problema político, sino un anhelo social”, y titulando “Sangre obrera” imputan al Gobierno tener las manos sucias y tintas en ella de trabajadores de Pasajes, de Málaga, Sevilla,… muertos por la Guardia Civil (¿aún y hasta cuándo se mantiene a la Benemérita, bastante después de la proclamación de la República?, preguntan), y le encaran el diferente trato dado a los enemigos de la patria, responsables –y aún no responsabilizados- de las calamidades y desastres desencadenados sobre el sufrido pueblo, y el dispensado a la gran masa obrera que votó a la República y barrió a sus enemigos, y haber inaugurado trágicamente sus gestiones ametrallando a los proletarios y prometiéndoles todavía más metralla de “sus” guardias civiles y “su” Guardia de Asalto, para rematar afirmando que “una República así no la queremos los obreros. Ni a tales republicanos. Así solo pueden quererla sus enemigos: el reaccionarismo, el caciquismo, el clericalismo”, y señalando a los señores ministros socialistas que “el régimen que quiere el pueblo es el mismo del que vosotros habéis renegado”, estadistas de aluvión que tan solo pretenden cambiar los signos pero sin remover los fundamentos sociales y muro de contención frente a quienes, como ellos y otros (los afiliados a la CNT y la FAI), aspiran a su derribo y a la reedificación de una nueva República efectivamente “de trabajadores de todas clases”.

    Aquella radical y contestataria formación (que se disolvería en 1932, cuando se integre, junto con el Partido Social Revolucionario, en el minoritario Partido Comunista de España), cuyo comité local se hallaba en la calle Serradores, 8 de León, ya se había despachado en su segundo boletín (en el que como en los restantes llama a los trabajadores leoneses a adherirse –en agosto su sede ya ha cambiado a la calle San Francisco, 15- y a leer Nosotros, la revista afín a sus postulados creada en 1930) contra las tres fracciones republicanas en litigio, las de la conjunción republicano-socialista y los “juníperos” de la derecha liberal republicana, “cínicos partícipes en la farsa electoral (estaban convocadas para  el 28 de junio elecciones a Cortes constituyentes) enzarzados en su pugilato de ambiciones”, a los que promete hacer saber pronto “lo terrible que es la justicia del pueblo para los farsantes que piensan escarnecerle y engañarle impunemente”.  

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La lucha contra el paro en la primavera de 1936 en La Bañeza.-

    La crisis de trabajo que desde el crak de 1929 se venía padeciendo en España se acentuaba al inicio de 1936. También en la capital provincial se padecía el paro obrero, que afectaba a los labradores de la región paramesa y a los campesinos riberanos (cuando el desempleo alcanza al 17% de la población activa del país), y que se sufría también en La Bañeza, donde ya a la mitad de marzo el alcalde Joaquín Lombó Pollán apelaba en un bando a remediarlo acrecentando la suscripción abierta en fechas anteriores y a colaborar desde la iniciativa particular, llamamiento al que respondieron con premura los empleados municipales aportando días de sus jornales en proporción a los haberes percibidos.  

    Desde la publicación socialista palentina Vida Social ya se había apelado a final de mayo de 1934 a la lucha contra el paro con un argumento que sigue siendo válido casi 80 años después: el de que “no podemos continuar por más tiempo pasando por la vergüenza de que en España estemos trabajando los viejos, mientras los chicos jóvenes tienen que vivir a costa de sus padres, por serles imposible ocupar sus brazos”, una situación que motivaba al principio de mayo de 1936 que la alcaldía bañezana comunique al presidente de la Junta Nacional del Paro Obrero que “existen 250 trabajadores en paro, lo que puede originar alteraciones del orden de no alcanzarse las subvenciones solicitadas”, y que a su mitad se detenga a un vecino de 37 años después de la denuncia hecha ante la Guardia Civil por Francisco Martínez Prieto de que desde tiempo atrás venían faltándole pequeñas cantidades de su domicilio, y de que las pesquisas de la Benemérita llevaran al arresto de quien se confesó “culpable de haber robado 25 pesetas, manifestando hallarse sin trabajo y necesitado de dar de comer a sus hijos”.

Un  parado en Madrid en 1933.  >>>>>>>

    Para la Gestora municipal bañezana frentepopulista designada el 13 de abril de 1936 también sería prioritario atender a solucionar el problema del paro en la ciudad, agravado por el temporal de lluvias que se continuaba padeciendo. La Bolsa de Trabajo funcionaba en La Bañeza siguiendo un turno riguroso para el llamamiento al empleo, y se acuerda el día 20 que, para un mejor reparto, se avise al trabajo tan solo a una persona de cada casa o familia, y clasificar a todos los obreros, para lo cual deben estos de nombrar una comisión, y ofrece el regidor recurrir a las fuerzas vivas para tratar de que haya dinero y ocupación colocando al mayor número de trabajadores, y así el alcalde Joaquín Lombó emite el 23 de abril un nuevo bando en el que señala que “la comisión representativa de obreros y fuerzas vivas de la ciudad ha llegado a una solución para remediar el paro obrero, que exige de todos los vecinos un pequeño sacrificio, que debe ser proporcional a las circunstancias personales y económicas de cada uno, esperando la alcaldía que todos contribuyan a dicho fin: unos ocupando al obrero u obreros que se les hayan asignado o contribuyendo con la cuota fijada; otros emprendiendo trabajos y obras; muchos siguiendo el alto ejemplo de ciudadanía que han dado los empleados municipales, y todos contribuyendo a la suscripción pública que continúa abierta a dicho objeto para con ella sufragar los jornales y materiales necesarios para las obras públicas útiles que ya se han comenzado”.

    Una iniciativa, la emprendida en La Bañeza entonces, que no debió de ser exclusiva de aquí, pues en Villarejo de Órbigo en mayo los obreros parados comenzaban a trabajar “gracias al dinero que el alcalde había obligado a aflojar a los pudientes de la localidad”, y también en Grajal de Campos en aquellos meses en que la villa estaba “sitiada por el hambre” los labradores se vieron constreñidos por el poder municipal a buscar soluciones, a veces impuestas, para resolver el paro obrero, y para ponerla en marcha se editó un impreso en el que la alcaldía bañezana daba forma a los acuerdos de aquella interclasista comisión comunicando que

        … aparte de los obreros que pueda usted tener actualmente ocupados debe hacerse cargo de ___ , eligiéndoles de los que se hallan inscritos en la Bolsa de Trabajo, para ocuparle ___  en la labor que crea conveniente, y a no serle posible, entregando en esta alcaldía la suma de cuatro pesetas por día y obrero; entendiéndose que esta obligación se contrae por el plazo mínimo de ocho días, sin perjuicio de continuar otro plazo, si las circunstancias lo aconsejasen, desde el día de hoy.

Espero de su atención, habida cuenta de las consideraciones que a usted no se le ocultarán, la conveniencia de que cumpla con este deber ciudadano, aparte de intensificar en lo posible los trabajos que usted pueda emprender, pues digno de tener en cuenta es que la prosperidad y la tranquilidad de los ciudadanos dependen de que todos puedan subsistir.

Muy agradecido en nombre propio y de los elementos que constituyen esta Comisión, quedo suyo S. S.

El Alcalde: Joaquín Lombó Pollán.

Recibí el duplicado.

 

Sr. D. _______________________

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El advenimiento de la República en Madrid en 1931 según un testigo bañezano.

    La proclamación de la Segunda República produjo una fuerte conmoción colectiva y tuvo una profunda significación popular. Se tenía la sensación de que con su llegada se harían realidad rápidamente cambios sociales largo tiempo esperados. Contó la República con una evidente adhesión popular, pero los protagonistas del nuevo régimen fueron los representantes de unas clases medias urbanas insertas en la tradición de una izquierda liberal, herederas del pensamiento ilustrado y de la mentalidad reformadora de la ILE y el movimiento regeneracionista popular. Para estos políticos de talante profesoral la reforma y la regeneración de la sociedad española de 1931,  eminentemente rural y con un elevado grado de analfabetismo, solo era posible a través de la educación y la cultura. Pero desde los comienzos de su andadura, la República vio como las iniciativas de reforma, más o menos acertadas, de sus gobernantes se veían obstaculizadas por privilegios seculares, intereses económicos, y marcadas diferencias ideológicas y de clase.

    Mientras tanto, el primer día de la nueva era republicana España fue una fiesta, y en palabras de quien sería el primer presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, abogado brillante, terrateniente liberal, católico practicante, monárquico decepcionado, finalmente republicano a machamartillo y político equidistante en un tiempo malo para moderaciones, "la revolución fue tan pacífica y la multitud tan noble que la última noche de la familia destronada en Palacio no ofreció peligro ni sobresalto". Un día aquel –no sé si vivido o soñado- (diría Antonio Machado al conmemorar su aniversario en 1937, con la traición y la guerra ya desatadas) en que unos cuantos hombres honrados llegaban al poder sin haberlo deseado, acaso sin haberlo esperado siquiera, pero obedientes a la voluntad progresiva de la nación, con la insólita y genial ocurrencia de legislar atenidos a normas estrictamente morales, de gobernar en el sentido esencial de la historia, que es el del porvenir. Para estos hombres eran sagradas las más justas y legítimas aspiraciones del pueblo; contra ellas no se podía gobernar, porque el satisfacerlas era precisamente la más honda razón de ser de todo gobierno; y estos hombres, nada revolucionarios, llenos de respeto, mesura y tolerancia, ni atropellaron ningún derecho ni desertaron de ninguno de sus deberes.

    El 14 de abril de 1931, el joven periodista Josep Pla desembarcó en Madrid. Nada más apearse del tren el escritor catalán pudo asistir, en el transcurso de unas pocas horas, al desplome silencioso de la monarquía y al sorpresivo advenimiento de la Segunda República española, cuyo transcurso y detalles fue anotando en su dietario, hora a hora y día a día: sucesos, personajes, noticias, impresiones, encuentros... A las doce del mediodía Fernando de los Ríos vaticina optimista que, antes de dos años, la República se implantará en España. A las cuatro de la tarde, la bandera republicana asciende lentamente por el mástil del Palacio de Comunicaciones, pero, como no hay viento, la tela cae y solo pueden verse los dos viejos colores conocidos (el morado se esconde entre los pliegues). De la inicial perplejidad, cuenta Pla, se pasa al entusiasmo.

     La multitud avanza, calle de Alcalá arriba, hacia la Puerta del Sol. Los comerciantes retiran de sus tiendas, más o menos discretamente, cualquier símbolo que los relacione con la Monarquía. Ya no hay proveedores de la Casa Real. En el Hotel Príncipe de Asturias, en la Carrera de San Jerónimo, la bandera republicana cubre la palabra "Príncipe". El establecimiento se ha convertido en un instante en "Hotel de Asturias". Suena la Marsellesa. Suena el Himno de Riego. Suena la Internacional. Suenan vivas y mueras y todo adquiere un aire, dice Pla, "de verbena triunfante". Los funcionarios y las clases altas ven con indiferencia el espectáculo. Ni la aristocracia -que lo debe todo a la monarquía- ni el Ejército, que sirvió tantas veces de justificación a las instituciones reales, ni las familias ligadas, por tantas razones, al Estado, han dado señales de vida. En los círculos monárquicos, sigue explicando Pla, "se ha dado como un campeonato para ver cuál izaba antes la bandera republicana".

    Los ciudadanos de a pie confraternizaban en las calles en medio de la efervescencia política, el júbilo y los bailes populares… Los cronistas aluden incluso a un clima magnífico: olía a primavera opulenta y a libertad recién conquistada. “Los observadores forasteros manifestaron su asombro ante un cambio de régimen tan unánime, plácido, sin efusiones de sangre, pacífico…”, tanto, que no fue precisa la declaración del estado de guerra que el gobierno dimisionario tenía prevenida (y llegó a disponer) y cuyo bando  fue publicado por El Sol el día 15.

    Sobre los acontecimientos vividos aquellos días en Madrid, el 21 de abril le narraba el bañezano Vicente Fernández Alonso, farmacéutico establecido en la calle Serrano 84 y Padilla1, en carta a su amigo José Marcos de Segovia, como la ciudad “está como si nada hubiese pasado y parece imposible que una transición tan grave y tan brusca, además de inesperada, se haya hecho sin derramamiento de sangre. El pueblo soberano ha sido un asombro de formalidad, pues a pesar de la aglomeración nunca vista, las borracheras y la alegría algo inconsciente del gentío, no hubo más desperfectos que los de la estatua de Felipe IV. En la madrugada del domingo apareció la Cibeles con los brazos rotos, pero esta salvajada no puede achacarse a los revolucionarios; se cree que han sido los seguidores del demente Albiñana (los legionarios de su monárquico y ultraderechista Partido Nacionalista Español) con objeto de producir indignación en la burguesía”. A tal tránsito había él contribuido, “siendo interventor en uno de los colegios electorales más difíciles (el de su señorial barrio de Salamanca), pero así y todo sacamos 31 votos de mayoría, cosa asombrosa donde más del 50% de los electores son millonarios”.  

    Después de la victoria electoral sería don Vicente enviado a la Prisión Modelo madrileña por la esposa del zamorano Ángel Galarza Gago (radical socialista partícipe en el Pacto de San Sebastián y preso con los miembros del republicano Comité Revolucionario) el día en que éste quedó libre, y con él pasó allí unas horas, y ya en los primeros días de la República intentaba hacer valer sus influencias en Madrid el farmacéutico de origen bañezano, apoyado en “su muy buena amistad con Galarza y con Miguel Maura y Fernando de los Ríos”, y aprovechando la ocasión de ser Álvaro de Albornoz ministro de Fomento y subsecretario en aquel ministerio Félix Gordón Ordás, leoneses ambos, para interceder por la terminación de “la carretera esa que empieza en Nogarejas y termina en un puente, paralizada porque a ella se oponen en Zamora”, confiado en que “podrán salir las obras a subasta en cuanto se consolide la República”, lo que satisfará al cura de Monbuey, “pues allí están interesadísimos en tener la carretera, y en realidad la necesitan”, expone quien seguiría siendo en los años republicanos entusiasta de la República social y de la causa de los trabajadores y de los desposeídos, convencido propagador del socialismo, y eficaz colaborador de la izquierda bañezana en sus inquietudes y pretensiones de progreso (al que también contribuían sus hermanos Carlos y Eumenio, desde su farmacia el primero y su comercio de múltiples productos el segundo, ambos en la bañezana calle del Reloj).

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La Semana Santa en la República en Astorga y en otros lugares.-

    No dejaron nunca de salir las procesiones de la Semana Santa de 1932 en Sevilla por el peligro de enfrentamientos con anticlericales oponentes (que no se dio: el gobernador civil y el alcalde ofrecieron y aseguraron aumentar la subvención, y Alcalá-Zamora presidiría el palco de la plaza San Francisco; ni la República boicoteaba la Semana Santa, ni se producirían altercados, pues los propios costaleros asalariados, en su mayoría del sindicato anarquista, habían dado seguridades al efecto), como después y durante el franquismo y hasta hace bien poco falazmente se propaló, sino porque, según informaba El Diario de León entre el 12 y el 22 de febrero, “en Sevilla no habrá procesiones; es acuerdo de casi todas las hermandades (apoyado por el cardenal-arzobispo sevillano) no salir en la Semana Santa. Cuando la religión católica ocupe el puesto que le corresponde saldrán las procesiones”. Decisión tomada como protesta por lo legislado por las Cortes, que las cofradías entendieron pernicioso, y a la que tan solo una se opuso, la humilde hermandad trianera de la Estrella (llamada desde entonces la Valiente), desfilando contra la voluntad de todas las restantes. En ello consistió su valentía, en oponerse a lo decidido por la Iglesia y en romper su boicot, y no en la leyenda y el mito fabricados de una cofradía que hizo frente al peligro de los comunistas y salió a la calle cuando las demás no se atrevieron por miedo (“esta cofradía, que es del pueblo, al pueblo se debe, que es tanto como decir que se debe al régimen constituido legalmente; es decir, a la República", notificaron los cofrades en su acuerdo de procesionar). En 1934 saldrían trece cofradías, y en 1935 y 1936 volverían a desfilar todas las hermandades, sin que tampoco pasara entonces nada.

    Acuerdos como el de Sevilla y otras poblaciones fueron secundados unánimemente por las cofradías de Astorga, que decidieron igualmente suspender las tradicionales procesiones. Como mostraba El Diario de León, el gobierno civil autorizaba la inmensa mayoría. Se solicitan permisos (y se obtienen) desde La Bañeza para las procesiones del Corpus y del 3 de junio, y desde San Mamés de la vega “para celebrarla el día del patrón del pueblo”. La del día de la Inmaculada se celebró por el interior de la iglesia bañezana de Santa María. 

    Los representantes de las cofradías de Zamora decidían en reunión no sacar las procesiones en la Semana Santa de 1933 e intensificar los cultos celebrados dentro de los templos. La del Viernes Santo, 14 de abril, sería en León modelo de compostura y orden, sin que se registrara el menor disturbio. En ella y en las grandes fiestas de la Semana Santa “los no creyentes leoneses manifestaron su respeto a los sentimientos noblemente sentidos por los demás”, decía El Diario de León el día 15. En San Pedro Bercianos, por el contrario, el día de Jueves Santo, cuando en la sacristía se cantaba el Miserere, algunos rompieron desde fuera con grandes piedras los cristales de una ventana de la iglesia.

    En Morla de la Valdería, uno de los días de la Semana Santa desaparecía la cruz de la entrada del pueblo, frente al estanco de Juan Castaño, arrancada durante la noche y tirada al río, de donde la rescató el joven Feliciano Castaño, que la arregló y colocó en el lugar que antes ocupaba. En Jiménez de Jamuz, obtenido el permiso del gobernador, se celebraban los actos de la sacra semana con la mayor esplendidez  y entusiasmo.

    En la Semana Santa de 1934 se celebraron las procesiones con total tranquilidad en toda España (incluida Sevilla donde se esperaban conflictos y se habían reforzado las fuerzas policiales), y fueron en León modelo de orden y recogimiento, aunque algo deslucidas porque en la del viernes “un grupo de ineducados jóvenes socialistas no dejaron al Orfeón Leonés terminar de cantar el Miserere en la Plaza de Santo Domingo (así seguía nombrando El Diario de León aquella plaza que desde el inicio del periodo republicano había sido renombrada como Plaza de la Libertad), dando vivas a la República y a la anarquía, lo que hizo que tuvieran que actuar los guardias de Asalto produciéndose carreras. Algunos de los alborotadores fueron detenidos y puestos a disposición del Tribunal de Urgencia (que los absolverá el día 9), y otros multados por oponerse a la conducción de los tres apresados. Según La Democracia (y que niega el rotativo del que se dice ser “órgano del obispado”), en aquella procesión se iniciaba el alboroto porque “un cura de todos conocido había dado un viva a la monarquía y otro a Cristo Rey”.    

    Las cofradías, la Cámara de Comercio y la Unión Gremial acordaban la salida de procesiones en la Semana Santa astorgana de 1934, para cuyo logro se designó una comisión integrada por los Hermanos Mayores de las congregaciones y representantes de aquellas entidades. Después, la policía y las fuerzas de Seguridad de la ciudad detuvieron a un grupo de jóvenes (Felipe García Prieto, de 23 años; Fernando Rebaque Vigón, de 17; Tomás Prieto, de 16; Marcelino Fernández Gutiérrez, de 26, y Miguel Carro Fernández, de 16) por tratar de interrumpir la Procesión del Silencio lanzando silbidos y cantando la Internacional, sin que se pudiera detener a Manuel Díaz Arroyo, que se dio a la fuga.

    La Semana Santa, en los días finales de marzo de 1934, era celebrada en Jiménez de Jamuz con el entusiasmo de siempre por los ritos y cultos de aquellas fechas, y con las tradicionales procesiones del Jueves y el Viernes Santo, una y otra con sermón de desagravios al Santo Cristo y a la Soledad, decía el párroco en la crónica que publica El Adelanto.

Paso de la Semana Santa ante el Hospicio de León  >>>>

    También en Santa María del Páramo se habían oficiado con solemnidad los cultos de Semana Santa, y con gran afluencia de fieles a los actos religiosos, habiéndose observado un orden y compostura dignos de encomio, “aunque no ha faltado algún valiente que debía de sentir frío en la cabeza o creerse caballero cubierto”, se decía. Hubo también algunos enfriados que no asistieron a la misa y a la procesión de “las banderas” (en la que lucieron los mozos el pendón) el día de Santo Toribio en Valdefuentes del Páramo, donde “con grandísimo entusiasmo y más fervor que nunca se celebraron los Oficios de Semana Santa y las tradicionales procesiones”.

    Informaba El Diario de León de que las procesiones de la Semana Santa se celebran en 1935 con gran entusiasmo en toda España, aunque en Zaragoza se ha declarado la huelga de terceroles (porteadores) para impedirlas, siendo detenido el comité anarquista y las directivas locales de la CNT y la FAI. También León celebra con gran esplendor los cultos religiosos (el 11 de abril autorizaba el gobernador civil las procesiones de la Semana Santa bañezana), aunque en la cárcel de Astorga ingresaban el día 20 de aquel mes cuatro individuos “detenidos por pintar algunas paredes con letreros de carácter político y adversos a la religión”.

    Se autorizan el día 6 de marzo de 1936 las procesiones de Semana Santa en Zamora por su carácter artístico y tradicional, y es criterio del ministerio de Gobernación, se dice, que se permitan todas, aunque las diversas cofradías maragatas acordarán el 24 de aquel mes no realizarlas en Astorga, mientras que el gobierno decidía cuatro días más tarde, “en vista de que la situación del orden público es satisfactoria”, autorizar las procesiones de la Semana Santa sevillana (que al cabo se celebrarían “con gran fervor y entusiasmo”), ofreciendo el amparo y las garantías máximas para que revistan gran esplendor, acudiendo incluso a ellas varios ministros para colaborar a conseguirlo.

    En la Semana Santa de León en 1936, “con la supresión de las procesiones faltó todo el movimiento que siempre han producido, y por ello, sin duda, fue mayor la afluencia y el recogimiento en el interior de los templos”. Tampoco se celebraron procesiones entonces en Sahagún, ni en Destriana, donde “transcurrieron los días de la Semana Santa con las mismas solemnidades de años anteriores, exceptuando las procesiones, ante las circunstancias que atravesamos”. En Astorga resultaron muy concurridos aquella semana los cultos, “aunque se notó la falta de vecinos de los pueblos próximos al no haber habido este año procesiones”, y sí las hubo en Santa María del Páramo, celebrados allí los actos religiosos “con fervor y recogimiento y las tradicionales procesiones con el orden más completo, garantizado por el ayuntamiento este año en que debido al actual estado de excitación y nerviosismo político y al ambiente social había algún temor de que se alterase” (dirán de unos y otros lugares El Diario de León y el semanario bañezano El Adelanto). Sucedió en la villa paramesa lo que fue habitual en toda España entonces, pues en la mayor parte de los lugares se desarrollaron sin incidencias las procesiones de Semana Santa, resultando anómalo lo que se dio en las otras localidades provinciales. En la capital, en junio la procesión del Corpus habría de celebrarse por el interior de la catedral, “exhalando la Pulcra un gran perfume de fervorosa piedad”.

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La creación de las bañezanas Escuelas de la Villa.

    En el sexenio revolucionario (1868-1874), primer intento –fracasado y efímero- desde la burguesía progresista y las clases medias de establecer en España una democracia moderna, se practicó en materia de educación una política ampliamente liberal y secularizada. La Primera República creó Institutos locales libres de segunda enseñanza en Ponferrada (en 1870), Astorga (1869-1870) y León (en 1872); aquí se abrieron, también y animadas por la Junta de Damas, escuelas dominicales para la educación de la mujer en la segunda mitad de 1869, y escuelas de adultos, además de en la capital, en Bembibre y en otros lugares.

    En 1876 el analfabetismo alcanzaba en España entre el 75 y el 80% de la población, y estaban sin escolarizar el 60% de los niños en edad escolar. Cuatro años más tarde existen en el partido bañezano 123 escuelas, y se habían mejorado las de la villa cabeza de comarca pero no las de sus pueblos (no al menos de manera generalizada) a pesar del gran esfuerzo que entonces se estaba realizando para construir edificios, reparar los existentes, y dotar a los centros de mejores medios materiales.

<<<<<<<  Quintos del 43 ante las Escuelas Villa en 1968.

    Hay en 1884 para sus 124 pueblos 90 escuelas, 24 elementales de niños y 19 de niñas; 4 incompletas de niñas, y 43 mixtas infantiles. Es precaria la situación en la capital provincial para la enseñanza primaria, por lo que mucho más habría de serlo en los restantes municipios, y en La Bañeza aquel año, siendo alcalde constitucional Joaquín Núñez Franco, y con un elocuente discurso de don Manuel, cura párroco de Santa María de la Plaza, se inaugura en un lateral de la Plaza de los Cacharros el magnífico local de las Escuelas de la Villa (“luminosas, ventiladas e higiénicas, y bien dotadas”) levantadas sobre el solar de un antiguo cuartel (se proyectaba erigir también en él un Palacio de Justicia, algo que no se hizo y que en los años 30 del siguiente siglo, allí y en la capital, se consideraría necesario y en vano se trataría de obtener). Recordaba el clérigo en su plática las condiciones de la escuela única (“niños, niñas y párvulos casi lactantes”) que sesenta años antes existía en los bajos de la Casa Consistorial: “tugurio humilde y local raquítico sin luces ni ventilación, cuyo techo se alcanzaba con la mano, suelo de tierra que emanaba efluvios deletéreos, y paredes desnudas de toda clase de menaje para la instrucción”. Aquel mismo año contaba Santa María del Páramo con una escuela elemental de niños y otra de niñas, dotadas con 2.062,50 pesetas, para las que se concedía subvención el siguiente, nombrándose en mayo de 1886, “en virtud de oposición”, para la segunda a la maestra Elvira Mounguiria y Santa Marta, que se ausentó al poco de tomar posesión de la plaza, sin que hubiera vuelto por el pueblo al menos al cabo de tres meses, dejando la escuela en completo abandono, “un escándalo que se mantiene por las influencias superiores de las que goza la maestra”; en abril de 1889 volvía a anunciarse vacante aquella escuela. En 1907 se constituirá en otro rincón de la misma plaza bañezana el Colegio de las Monjas Carmelitas de la Caridad de la Enseñanza, en el que había puesto no poco empeño don Julián de Diego y Alcolea, conocido en su día como “el obispo de los obreros”.

    Tiene la villa escuela de primera y de segunda enseñanza en 1886, según la Guía del Antiguo reino de León, de Emilio Valverde y Álvarez, y cuentan con escuela todos los pueblos del recorrido que en su partido sigue la carretera Madrid-Coruña, así como Veguellina, Santa María de la Isla, y muchos otros. En septiembre de 1889, cuando Felipe Sanjuán ostenta la alcaldía constitucional de Santa Elena de Jamuz, es maestro desde casi cinco años antes Pedro Rubio Cadierno en el pueblo de Jiménez. 

    Ya en 1877 se había establecido otro colegio en La Bañeza, en la calle Astorga, a cargo de Toribio Moro Villasol. En octubre de 1893 es nombrada maestra para Roperuelos del Páramo, con 500 pesetas de haberes, María Juana de la Debesa. En noviembre se nombran por la Junta de Instrucción Pública maestros interinos Manuela Fariñas para San Justo de la Vega, y José Lobato para Miñambres. En 1894 es María Milagros Morellón maestra en Santa María del Páramo (continuaba siéndolo en 1900, dice La Escuela, “órgano oficial de la asociación provincial y defensor constante de los intereses del Magisterio Leonés”, al que está suscrita), destinándose allí en mayo de 1895 al maestro de primera enseñanza Benito León Miranda (se jubilará en la misma escuela en enero de 1935), colaborador de El Porvenir de León, que lo noticia entonces. A finales de enero de 1898 se anuncia concurso para las escuelas incompletas de niñas de Santa Colomba de la Vega, San Cristóbal de la Polantera, y Riego de la Vega, todas con 275 pesetas de haber anual; las incompletas mixtas de Navianos de la Vega, con 400 y de Villaestrigo con 375; y la temporera de Santa Elena de Jamuz con 250 pesetas. Eran en febrero de 1899 maestros en las escuelas públicas de Zotes del Páramo Jesusa Rosalía Rebollo de la de niñas, y Francisco García de la de niños, y por entonces ya llevaba algunos años dando escuela en La Bañeza la maestra Anselma Jesusa Blanco García (hermana del fraile agustino Francisco Blanco) a donde llegaría destinada desde Astorga, casándose más tarde con Isidoro Valderas, acaudalado comerciante de tejidos (“nacionales y extranjeros”) del lugar, ocupándose cuando enviude al final de aquel año de regentar el establecimiento “El precio fijo”, situado en el inicio de la calle del Reloj.

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Las mujeres de Acción Femenina Leonesa en La Bañeza.-

    El primero de diciembre de 1931 se crea la agrupación de Acción Agraria Leonesa (un nuevo partido surgido de la unión de la previa Acción Nacional formada en León con otros elementos agrarios de la capital. También se forma Acción Femenina Leonesa, “para ayudar a Acción Nacional y para fundirse en ella, aunque autonómicamente” (sic).

    Comenzaban a primeros de enero de 1932 los actos de propaganda de Acción Agraria Leonesa (“agrupación de las legítimas derechas leonesas tanto tiempo esperada y que recoge los sentimientos y las aspiraciones de los labradores, desde sus intereses de clase hasta sus ideales católicos”). Se desarrollan mítines en San Justo y San Román de la Vega y Estébanez de la Calzada por propagandistas llegados de Astorga y de León que dejaron allí constituidos comités de la nueva formación. En las mismas fechas celebraba otro acto en Astorga la recién constituida Acción Femenina Leonesa, que se organizaba también en las cabezas de partidos judiciales y otros pueblos, seguido del habido en el Teatro Seoanez de La Bañeza, exitoso y que dejó formada la junta local de aquel “movimiento que no se oponía al régimen, sino que pretendía hacerlo amable infiltrándole la savia del cristianismo” (según su presidenta provincial, la señorita Francisca Bohigas Gavilanes) integrada por las señoras Ninfa Díez-Canseco de Alonso, Carmen Vigal Tinajas de Pérez Arias, Anita Sors (viuda de Alonso), Elvira Castrillo, Felisa López de Fernández, Teresa Valcarcel de Ramos, Joaquina Ares de Ares, Francisca Castro de Mantecón, Josefina Fernández de Mata (viuda de Felipe de Mata Rodríguez), Celia Miguélez de F. Mata, María Pérez de Seoanez, y Encarnación Hernández (viuda de Zavaleta). Algunas de ellas estaban desposadas con algunos de los mayores contribuyentes de 1931 y de años anteriores.

    El 17 de febrero de 1932 una manifestación de mujeres de todas las clases sociales y edades (dice La Opinión del día 22) recorrió ordenada y respetuosamente algunas calles de La Bañeza para entregar al alcalde y al presidente del Consejo local de Primera Enseñanza  un escrito firmado por más de 500 personas solicitando la apertura de los colegios privados recién clausurados (aquellos cuyos regentes carecían de titulación para enseñar), dada la insuficiencia de centros oficiales para la población escolar bañezana, y que “fuera repuesta en las escuelas la imagen de Jesús Crucificado”. El acto de protesta (“exacerbado en algo debido a la imprudente intromisión de otro señor”) se había organizado, desde la reunión en el Teatro Seoanez, por la Junta local de Acción Femenina Leonesa y “una comisión especial de señoras contra la retirada del crucifijo de las escuelas nacionales y el propósito que parece haberse iniciado de impedir la asistencia de niños a las escuelas de las Carmelitas”, según lo noticiado por El Diario de León al día siguiente, y aunque ni antes ni después llegó en ningún momento a cerrarse aquel colegio. El 13 de junio daba Acción Femenina Leonesa una conferencia en Destriana, organizada por el comité de La Bañeza.

    El 1 de enero de 1933, domingo, la sección bañezana de Acción Femenina Leonesa celebra un acto cultural en el Teatro Seoanez, lleno de mujeres y de niños, con motivo del aniversario de su fundación. Participaron la presidenta del comité local, Ninfa Díez-Canseco Cadórniga (esposa del médico Laureano Alonso González, padres ambos del abogado Laureano Alonso Díez-Canseco), y habían colaborado a organizarlo Pilar Fernández (tal vez se tratara de Pilar Fernández Casado, que con 18 años había sido Reina de la Belleza en el concurso celebrado por la bañezana revista Azul en septiembre de 1920), Pilarina Fernández Hernández (otra de las responsables de primera fila, integrante del comité local -como su tía Encarnación Hernández- y hermana de Agustín, jesuita que cantaría misa en el verano en Entrerríos –Portugal-, consecuencia de haber sido aquella Orden expulsada, y que figura en la placa de los “Caídos por Dios y por España” de la Iglesia de Santa María, “fusilado por los rojos en Jove –Gijón-”, Pacita Manjón, Severina Ruiz Duviz, y Conchita Alonso Alonso (que ensalza en su discurso el principio de autoridad, la religión, el orden y la disciplina, la familia y el trabajo). Actúa un coro de niños y otro de señoritas (que cantan a la mantilla española), y la presidenta provincial (señorita Bohigas Gavilanes) llama a realizar también aquí la acción social cristiana, y a los jóvenes bañezanos a constituirse como parte del movimiento de la Juventud Católica Española para luchar por los ideales religiosos y la patria. Hubo al finalizar el acto 100 nuevas inscripciones de mujeres en la formación, que cuenta ya en la ciudad con 400 y, según dirá en su crónica El Diario de León, con más de 14.000 asociadas en la provincia, 4.000 de ellas en el partido bañezano (2.900, y 13.000 afiliadas provinciales, según El Adelanto; con frecuencia inflaban su afiliación las organizaciones de derechas, y seguramente hacían lo mismo las de izquierdas). Por contra, finalizando el mes, en el comité regional de Acción Agraria Leonesa no aparece nadie representando a La Bañeza.

    Acción Femenina Leonesa en La Bañeza (que había realizado el 21 de febrero su junta local “en la casa de Maximino Ruiz”) establecía el 1 de abril de 1933 una Academia de Corte y Confección a cuyo frente pone a la acreditada profesora Matilde Mañanés, que impartía sus clases tres días a la semana, por la tarde, y con  honorarios de 3 pesetas para los estudios de Corte y 4 para los de Corte y Confección. Al poco de anunciarse se matriculaban 38 alumnas “que acudirán vestidas con la modestia que corresponde a una joven católica, y como tal virtuosa”.

    Desde el lunes 31 de enero de 1936 estará abierto de 7 a 9 de la noche el domicilio social que Acción Femenina de La Bañeza tiene en la calle Astorga, número 15, se anunciaba por entonces (allí, en la planta baja del edificio de Patricio Pérez, tenía ya su sede al menos a la mitad de mayo de 1934).

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La chispa del ferretero y otras anécdotas bañezanas de los comicios generales de 1933.-

             Se publicaba en El Adelanto el día 4 de noviembre de 1933 la composición de las mesas electorales de los comicios generales del próximo día 19 en los dos distritos de La Bañeza y sus respectivas secciones, de las que formaban parte, entre otros, el sacerdote José Víctor Rodríguez Blanco, Gaspar y Víctor Marqués Pérez, Sofía Alija Fernández, Ricardo Álvarez Acedo, Balbino Nistal Fernández, Hipólita Carbajal Sánchez, Melchor Lombó Pollán, Julia Cabañas Martínez, Arturo Cabo Moro, y Elisa Carnicero Fernández. Componían el censo electoral en la ciudad 2.348 electores, 1.220 hombres y 1.128 mujeres, mayores todos de 23 años.

En su número del día 12 alardea el semanario católico bañezano de que las derechas hacen propaganda electoral por los medios más modernos, la radio y el avión, “algo nunca visto en España y que la iguala a los países más cultos y adelantados como Estados Unidos y Alemania”. Cuando el día 9 el gobierno la prohíba mientras dura el periodo electoral (excepto por la radio para los discursos en los actos públicos autorizados) Acción Popular habrá gastado mil kilómetros de papel en pasquines y 50 millones de octavillas (cuatro millones por día venían repartiendo y arrojando los aviones), lo que suponía 750 duros diarios en reclamos, aunque desde sus páginas se dirá el 9 de diciembre que “las derechas casi no hicieron propaganda en La Bañeza, excepto las gestiones hechas desde el comité local de Acción Femenina y la intensa campaña de El Adelanto (que ha sido insuficiente), añadiendo que se echa de menos la organización efectiva de las derechas bañezanas, y se las llama una vez más a organizarse, “pues de no hacerlo sus intereses estarán a merced de gentes ignorantes y mangoneadas por la política perturbadora de la Casa del Pueblo”, cuya nueva sede se había inaugurado, por cierto, unos meses antes.

<<<<<<<<<<  Mujeres votando en las elecciones del 19 de noviembre de 1933.

Las agresivas y modernas propagandas de la CEDA habían contado con cuantiosas donaciones de potentados que querían acabar con lo realizado en los dos años anteriores, como las del banquero Juan March, millonario y reconocido antirrepublicano. Las izquierdas, al menos las bañezanas que se acogían en aquella Casa del Pueblo, debieron de gozar de menores medios, y más tradicionales y artesanos (la brocha y el bote de pintura), a juzgar por lo que el mismo semanario narrará el día 25 de noviembre en un suelto que titula “Los hay con chispa”, según el cual, en la fachada de un comercio de ferretería, pusieron “votad a los socialistas” y debajo una hoz y un martillo. Por la mañana, sin inmutarse, el comerciante añadió un “No”, con lo que se leía “No votad a los socialistas”, y debajo de la hoz y el martillo añadió “Ferretería”. Ilustra además la publicación católica independiente de algunas otras anécdotas electorales sucedidas en La Bañeza cuando las votaciones: una mujer que se presentó a votar por otra, que resultó ser la presidenta de la mesa; una más que dijo ser quien no era, y fue desenmascarada por una integrante del colegio electoral, o un hombre que no consiguió su pretensión de colar una docena de papeletas en la urna, manejos fraudulentos y caciquiles tradicionales y presentes todavía en variados lugares en aquellas elecciones y también en otras posteriores.

Nada indica la católica publicación bañezana sobre quién de los siete que según el anuario de 1928 regentaban en la ciudad ferreterías (Liberto Díez Pardo, Eumenio Fernández Alonso, Julián Fernández de la Poza, Benigno Isla Carracedo, Pedro López, José Ramos Pérez, y Francisco Ruiz García) pudiera haber sido aquel sereno y gracioso ferretero.

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Cazarabet conversa con... José Cabañas González, autor de "La Bañeza 1936, la vorágine de julio. Golpe y represión en la comarca bañezana" (Lobo Sapiens)

LA GUERRA CIVIL EN LA BAÑEZA DESDE LA ROTUNDA Y GENEROSA PLUMA DE JOSÉ CABAÑAS.

-José antes de empezar a hablar un poco más de esta presente edición, dos tomos del segundo volumen, Los Prolegómenos de la tragedia, sobre la Guerra Civil en La Bañeza. ¿Nos puedes recordar a los lectores tu experiencia con el primer volumen?

- Aquel primer volumen, como este segundo (que además de los dos tomos incluye un DVD con numerosos archivos, una pequeña porción de las fuentes utilizadas en su elaboración) y el tercero que los seguirá, forma parte de la trilogía dedicada a contar el golpe militar de 1936 en nuestra tierra (las comarcas bañezanas) y la tremenda y variada represión que durante tanto tiempo se desplegó contra tantos y tantas de sus habitantes, y a contarlo de una manera extensa y detallada dedicamos aquel primer volumen, incluyendo la contextualización de lo sucedido allí en el más amplio marco de lo que sucedió en otros lugares parecidos, en los que no hubo guerra civil, puesto que los alzados se hicieron con el poder de inmediato (en la tarde del 21 de julio de 1936 es tomada por las tropas “nacionales” La Bañeza y sus comarcas), y si y solamente una vasta y feroz represión de entonces en adelante, como a narrar los preámbulos y preludios en nuestra tierra del golpe militar y de la guerra civil que este desató, contemplados con amplitud, dedicamos el actual segundo volumen (del que hay que señalar que, a pesar del título común de la trilogía de la que forma parte, no trata esta vez sobre la guerra civil, sino sobre sus prolegómenos o antecedentes), considerando tales preliminares no solo en cuanto a lo que fue en ella el transcurrir del periodo republicano –al que se dedica el segundo tomo-  sino que nos ocupamos además, y entendiendo el liberalismo y su aposentamiento en España desde sus inicios en 1808 con la invasión napoleónica como antecedente a su vez de la Segunda República española, de recoger y mostrar –en el primer tomo- los más significativos retazos de lo sucedido en las tierras bañezanas a las que se contrae el estudio en el dilatado tiempo que va desde aquel año hasta el advenimiento del nuevo régimen republicano en 1931, resultando así obtener y presentar entre ambos tomos de este segundo volumen una vasta panorámica que abarca casi siglo y medio de la historia (cercana y detallada, dada la extensión del trabajo y las numerosas fuentes utilizadas, locales y “pegadas al terreno y a sus gentes”) de aquel territorio y sus moradores desde 1808 a (exactamente) la tarde del 17 de julio de 1936, también contextualizada y enmarcada en lo que a la vez va sucediendo en otros ámbitos más amplios, nacionales y a veces europeos.  

Entre la extensa y variada temática tratada para tan dilatado periodo en el segundo volumen, nos ocupamos también de fenómenos sociales como el de la emigración, o de hechos culturales como la celebración de los carnavales (antruejos). Familia de uno de los muchos emigrados a la Argentina.-  Carnavales en Alija de los Melones en 1918.

En cuanto a aquel primer volumen, puedo decirte que supuso la primera ocasión en que públicamente se abordaba en la comarca una narración relacionada con lo sucedido en ella en el tiempo de la guerra civil y el franquismo al margen del discurso y la memoria oficiales impuestos como única versión por la dictadura nacionalcatólica, contrapuesta a aquel relato oficial repetido durante tanto tiempo y tan asentado como única verdad, y por ello cosechó indiferencia y rechazo en algunos, ciegos seguidores de aquella incontestable versión unos, y otros quizá cuidadosos de que ningún otro relato, ninguna otra posible versión, pueda sembrar dudas ni resquicios en la canónica que con tanto fanatismo como mecanicidad siguen, y fue acogido, por el contrario, con satisfacción y agrado por los interesados en poder contrastar otras versiones con la única que públicamente hasta ahora circulaba, y sobre todo por quienes de la zona fueron entonces víctimas en aquellos periodos históricos, y sus allegados y descendientes, que por primera vez vieron que los suyos, sus vidas y sus muertes y padecimientos, sus historias y sus nombres trascendían del territorio privado y familiar al espacio público y eran públicamente recordados y reconocidos. Poder brindar a estos tal satisfacción, un pequeño y tardío resarcimiento a tantos padecimientos como soportaron, y alguna otra satisfacción moral personal, como la de que de un modesto trabajo de indagación histórica local como ha sido y está siendo el nuestro nos hayan pedido ejemplares del primer volumen para la biblioteca de alguna universidad y para la sede en Ámsterdam del Instituto Internacional de Historia Social, o aquel haya merecido una referencia en El Holocausto de Paul Preston, y este segundo que el mismo eximio Hispanista nos lo haya prologado, ha compensado con creces algunos sinsabores padecidos.     

 -¿Es tu situación de sobrino y nieto de represaliado lo que te ha hecho acercar al estudio de la Memoria Histórica en La Bañeza para luego darlo a conocer más allá?

-En mi caso se ha dado un proceso en mucho similar al vivido por otros muchos descendientes de represaliados por el franquismo, nietos de las víctimas sobre todo: el transitar un camino que va desde la curiosidad y el interés y la necesidad personal y familiar de saber de lo sucedido con los propios familiares, a ir conociendo en mayor o menor medida sus historias y las historias de otras y otros compañeros de sacrificio en el mismo pueblo, y de ello, a medida que indagas tratando de ahondar y rellenar en lo posible el hueco de esos desconocimientos, de colmar el vacio transmitido por lo que tantas familias, por miedo y por protección, nos ocultaron y por lo que otros interesada y falsariamente nos malcontaron, a ir sabiendo de lo similarmente sucedido a otros en otros pueblos cercanos, y también en este caso en la ciudad que era entonces y sigue siendo capitalidad de una comarca en la que descubres que abundaron en tantos de sus pueblos situaciones y tragedias parecidas a las del tuyo y tu familia. Y cuando descubres la magnitud de la tergiversación y la falsedad que el franquismo perpetró además de con las vidas con la memoria de sus víctimas, y te percatas de que la opuesta realidad de lo que en tus indagaciones vas rescatando del olvido continúa sin ser conocido más allá de los pequeños ámbitos privados de los descendientes de los represaliados (y ni eso, a veces), comienzas a sentir la necesidad de que todo ello, y por primera vez, hay que contarlo, hay que hacerlo público, también para restituirles a las víctimas la verdad de sus historias tan arteramente arrebatada, para honrarlas y reconocerlas, y aún repararlas (aunque solo sea simbólicamente) de tantos y tan inmensos e injustos perjuicios como se les causaron. Más tarde concluyes que si pretendes que tal necesidad tome cuerpo, que todo ello se conozca, difícilmente va a venir alguien de fuera a contarlo, así que terminas por verte además de involucrado ineludiblemente impelido a ser tú quien se embarque en la aventura de darlo a conocer, con mejor o peor fortuna y con los solos y siempre modestos medios de que dispones y las impagables y desinteresadas ayudas de tantos y de tantas, muchos de ellos en parecida situación personal y familiar a la tuya, pero sin ayuda oficial o pública de ningún tipo. 

-En realidad, José, ¿qué pasó en La Bañeza en los primeros días de la guerra?

La Azucarera Bañezana, la mayor industria de la comarca en 1936 (y aún hoy). Una buena parte de sus trabajadores serían represaliados por los sublevados.

-En La Bañeza, como en toda la comarca de su influencia, y como en tantos otros lugares, del centro y noroeste peninsular sobre todo, en los que el golpe de estado militar del 17 de julio de 1936 triunfa y se impone desde los primeros días, no existió en ningún momento guerra alguna. Solo se produjo, en los días que transcurren desde el 18 de julio hasta el inicio de la tarde del 21, martes, cuando las tropas “nacionales” toman la ciudad, el cuidado efectivo de las autoridades municipales republicanas (la Comisión Gestora frentepopulista) de que se mantuviera el orden público (como así se hizo), estableciendo patrullas que velan por su mantenimiento, y retirando armas y deteniendo (desde la madrugada del día 20 hasta la llegada al día siguiente de las tropas, que los liberan) a algo más de una veintena de significados derechistas de la ciudad y de algunos pueblos de los alrededores partidarios del golpe militar ya desatado, siguiendo para ello las legítimas órdenes del legítimo Gobierno de Madrid que llegan a la alcaldía desde el gobierno civil de León. Se mantuvo, por cierto, el orden público incluso en las horas en las que el día 19 arriban a La Bañeza columnas de mineros asturianos en camiones y en tren de paso desde León y Astorga camino de Benavente, y a su regreso hacia Astorga y Ponferrada el día 20. Finalmente, el día 21, ante la inmediatez de la llegada de las tropas y falangistas que desde Benavente se dirigen a La Bañeza para tomarla, se organiza un pequeño conato o intento de obstrucción a las mismas y de defensa ante ellas, que no llega después a materializarse, huyendo una parte de quienes habían colaborado en aquel frustrado intento (algunos llegarían a Asturias en su huída; otros se esconderían un tiempo por los campos y montes de las tierras cercanas hasta entregarse o ser apresados), mientras los que se quedan y la corporación republicana entregan la ciudad y su ayuntamiento a las tropas, que liberan del Depósito Municipal de Presos y Detenidos (antigua Cárcel del Partido) a los derechistas detenidos y comienzan a llenarlo con los republicanos cuya persecución y caza  inician en la ciudad y en los pueblos de la zona que van “pacificando”, para los que desde entonces y durante largos años solo habrá persecuciones y quebrantos de todo tipo. De narrar con detalle y cercanía lo sucedido en aquel tiempo de horror y miedo que el golpe de estado inauguraba nos ocuparemos en el tercer volumen.

Una historia, la de lo sucedido en La Bañeza, en mucho similar a lo que entonces sucedió en tantos lugares, salvando algunas particularidades como fueron, además del paso de las columnas de mineros, la de que aquellas patrullas nombradas para salvaguardar el orden público se ocuparan de velar incluso por la integridad y el bienestar de las familias de los guardias civiles del cuartel de la ciudad, desplazados camino de León el día 19 (para mantenerse leales, dijeron al marcharse, si bien se sumaron en la capital a la sublevación), los mismos guardias civiles que a su regreso a la mitad de agosto carecieron de toda piedad con quienes habían dispuesto y realizado el cuidado de sus esposas e hijos, o la de haberse producido la muerte de un falangista bañezano en los primeros días de la ocupación de la ciudad por el “fuego amigo” cruzado descoordinadamente entre dos patrullas de Falange apostadas a la espera para “cazar” a un médico socialista, la única muerte de un derechista que se produjo entonces en toda la comarca, que vengaron de inmediato y que falazmente presentaron y explotaron propagandísticamente como causada por los “rojos” bañezanos. Por el contrario, el balance de víctimas republicanas sería tan solo en La Bañeza de más sesenta asesinados, y de otro centenar más muertos en los diversos pueblos comarcanos, siendo bastantes más de 400 los que, de toda la zona, padecerían las prisiones franquistas  

Elías Falagán Martínez, uno de los muchos asesinados bañezanos, con otros empleados de la Hidroeléctrica del Eria en los años 20.

    -¿Por qué este sepulcral silencio? ¿Está todavía presente, por activa y por pasiva, el miedo en La Bañeza?

Uno de los muchos apresados tras la revuelta de octubre de 1934

- Ya se dijo: algunos, interesadamente, se aferran a la versión única y oficial impuesta, la del franquismo y sus hagiógrafos, tan añeja como desmentida hace ya tanto tiempo por evidencias históricas rigurosas y fiables. Otros escapan y se hurtan a toda posibilidad de enfrentar o conocer cualquier otra versión susceptible de producirles grietas, dudas o fisuras en aquella incontestable y monolítica versión a la que se hallan abonados, y miran para otro lado (esto lo hacen incluso algunos medios de comunicación locales -y confesionales-, que se privan a veces hasta de recoger y de informar como noticia cultural de la publicación o presentación de un trabajo como el nuestro, al parecer no grato o merecedor de su atención dados los inamovibles y maniqueos esquemas en que se manejan). Los hay también indiferentes y carentes de todo interés en conocer nada de lo sucedido en su tierra (en nuestra tierra) en aquel periodo histórico, no tan alejado por cierto como para que en muchos casos lo vivieran sus padres o sus abuelos, y el desinterés se encuentra a veces incluso en descendientes directos de quienes fueron víctimas de la represión franquista entonces, y en quienes habrían de ser hoy (que no lo son así) dignos herederos ideológicos de tantos como cayeron defendiendo las ideas y las banderas que hoy cobijan a algunos de tales indiferentes. Una indiferencia tan sólidamente asentada que ha hecho que hasta la fecha en la historia de La Bañeza y sus comarcas, y en las publicaciones hasta ahora a ella dedicadas, haya sido olvidada, borrada como si nunca hubiera existido, la época correspondiente a la República y el franquismo, echando así también al limbo del desprecio y del olvido las vidas y las muertes y las realizaciones (que no fueron pocas ni carentes de importancia) de las gentes que hicieron o padecieron la historia de aquellos tiempos. A toda esta realidad hay que sumar que aún en La Bañeza y en los pueblos de su comarca permanece, sobre todo en personas ya mayores, el poso del temor tan extensamente sembrado por la dictadura franquista, que hace que, por ejemplo cuando entrevistamos a algunas de ellas sean reticentes a contarnos o nos cuenten con aprensión y en voz baja, o se nieguen directamente a ser entrevistadas.

-¿Cuántos lugares como La Bañeza hay esparcidos por el Estado?

-Me temo que sean abundantes. De hecho no hay que alejarse mucho de la ciudad de La Bañeza: en la vecina Astorga se repite y sucede algo parecido, manteniéndose por encima de todo la versión oficial franquista de lo allí sucedido, y se dan también los recelos y el temor y la indiferencia que hacen que tampoco allí se haya contado todavía en conjunto y con detalle la historia de la ciudad y su territorio de influencia en la Segunda República y en el franquismo, dándose la paradoja de que se conoce mejor en Astorga la historia de sus sitios cuando la invasión napoleónica de 1808 que la de los años 30 y 40 del pasado siglo, y es que para los estudiosos de la historia de la ciudad que se han ocupado de lo sucedido hace 200 años ha carecido hasta ahora de interés lo que pasó hace 80. Por cierto, algunos retazos (numerosos en realidad) de la historia de Astorga en el periodo republicano, y antes, se incluyen en nuestro segundo volumen.

-¿Qué circunstancias hicieron tan particular la situación de La Bañeza?

Una de las abundantes Santas Misiones que se dieron en la provincia de León durante el periodo republicano.

-La particularidad de lo sucedido en La Bañeza y sus comarcas no es tal, sino que allí se repitió lo que sucedió en tantos otros lugares de la geografía española en los que los sublevados se impusieron desde los primeros días del golpe militar: se desató una extensa y despiadada represión que no se justifica ni se entiende desde la perspectiva del diario acontecer en estas tierras de los años republicanos, cuyo transcurso fue especialmente sereno y muy poco agitado ni conflictivo (al igual que en toda la provincia de León), bastante alejado de los conflictos sociales y las contestaciones laborales y de otro tipo que se dieron en otras zonas del país. Tampoco hubo aquí excesos ni abusos por parte de los republicanos en los primeros días de la sublevación de julio del 36, los que después, falsariamente, se denominaron “de la revolución roja”, o “de la dominación marxista” en la ciudad. Por otra parte, dentro del ambiente tranquilo que en general dominó durante la República las tierras bañezanas, tampoco se correspondió la intensidad de la represión aplicada después por los vencedores con los lugares en los que las contestaciones (religiosas o de otro tipo) habían destacado, como no hubo proporción con la sufrida en ciudades como la vecina Astorga (fue allí menor), donde el clima y el tono de las izquierdas republicanas fue notablemente más “revolucionario” y belicoso. Cabe pues hablar de la particularidad, tan extendida, de haberse dado aquí una represión franquista que además de otros muchos adjetivos admite sin duda el de desproporcionada.

 Conviene señalar, por otra parte, que el acercamiento minucioso y diario que en nuestra indagación hemos hecho al tiempo republicano en nuestra tierra nos permite afirmar rotundamente la falsedad de algunos de los mitos después difundidos y explotados por el franquismo: no se dieron desde luego en la provincia de León ni la persecución religiosa ni los desmanes, altercados, disturbios y revueltas sociales que han pretendido presentarse como consustanciales al régimen republicano y justificativos del golpe militar que le pondría fin.

-¿Se ha pasado página en La Bañeza de la Guerra Civil Española?

Presentación del segundo volumen en La Bañeza. Acompañan al autor el editor, Martínez Reñones; el alcalde bañezano, José Miguel Palazuelo, y el historiador y representante autonómico leonesista Alejandro Valderas.

-Es evidente que no se ha pasado página. Es más: esa página para muchas personas es allí aún desconocida, puesto que, como ya dije, antes de nuestras dos publicaciones nada se había hecho público más allá de los territorios de la memoria privada de las víctimas del franquismo, ni se había publicado nada que desdiga o contradiga la versión oficial tan sólidamente asentada. Y aún así, se pretende por muchos pasar página, en muchos casos sin haberla leído, sin haberse dado la oportunidad de confrontarla con ninguna otra versión de lo sucedido, por documentada, incontestable, rigurosa y fiable que ella sea.

-Se  indujo al olvido, pero no todos tragaron, la prueba eres tú y otros  que hasta se han unido en Asociaciones para la recuperación de la Memoria Histórica. Sabemos que colaboras con varias ¿Cómo lo llevas?

-Vamos haciendo y colaborando modestamente en lo que podemos. En esa gran red de solidaridad y ayuda para rescatar del olvido las vidas y los recuerdos de las víctimas de la guerra civil y la posguerra que se ha tejido en torno a la Memoria Histórica venimos aportando hace ya años los modestos datos que en nuestras indagaciones hemos tenido ocasión de ir conociendo, del mismo modo que nos venimos sirviendo de tantas informaciones y ayudas de otras muchas personas. Por otra parte, soy miembro desde hace algunos años de la Asociación para el Estudio de la Represión en la provincia de León (AERLE), y desde hace algunos más de la ARMH (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica), asociación en la que he tenido ocasión de colaborar a veces en la exhumación de algunas fosas de represaliados de aquel tiempo, una experiencia plena de humanidad, que te marca para el futuro, y te permite saber en primera persona de qué se habla en realidad cuando se trata de la recuperación de la memoria y de los huesos de los seres queridos victimados.

-Tu trabajo como investigador local, de recuperación de la Memoria Histórica es apocalíptico, de hormiguita que no para. Explícanos, ¿cómo ha sido la metodología y el trabajo diario?

Lucas Alonso Fresno Y María Ruiz García, su familia sería una de las muchas represaliadas con saña en la Bañeza.

-He de referirme a una labor que ya dura algunos años: sistematizada y definidamente, con el decidido propósito de dar a conocer lo sucedido en mi tierra, desde el año 2005. Desde entonces vengo combinando en el tiempo (además de con las obligaciones profesionales, familiares, y otras) las diversas ocupaciones de recogida y acopio de información y datos históricos de diferentes fuentes (archivos, testimonios orales, documentación municipal, hemerotecas,…), referidos al amplio periodo que va desde la invasión napoleónica en los inicios del siglo XIX hasta bien avanzado el tiempo de la posguerra de 1936, que posteriormente requieren un pormenorizado y concienzudo estudio y análisis para con ellos, en el contexto y marco de lo que al mismo tiempo va sucediendo en ámbitos mayores, al menos los provinciales y nacionales, ir armando el mosaico de la minuciosa y desconocida narración de lo acontecido en La Bañeza y sus comarcas (Santa María del Páramo, Veguellina o Benavides de Órbigo), y aún más allá en lugares más o menos alejados como León o Astorga. Un trabajo al que hemos dedicado unos tres años, hasta el 2008, para recopilar el grueso de los datos y las fuentes, seguidos de dos años más para componer nuestro primer volumen, publicado en abril de 2010, y otros tres años de elaboración del segundo volumen, salido de imprenta en julio del pasado año 2013. Mientras tanto, he venido mostrando y ofreciendo a los interesados en ello en la web que mantengo también desde el año 2005, algunos de los descubrimientos que esa laboriosa indagación me iba deparando.

-José, ¿a qué estamos condenados si no rescatamos esa parte de la historia del olvido?

-Creo que de no hacerlo, de no rescatar la verdad histórica del fango del olvido y de la falsedad en el que interesadamente fue sepultada por los mismos que asesinaron y sepultaron y desaparecieron a los inocentes y su memoria, nos condenamos a nosotros mismos a no estar a la altura de quienes nos precedieron y fueron echados a las cunetas y dejados en el camino de la historia por atreverse a soñar los derechos y el bienestar que hoy disfrutamos (cada vez menos: nos los estamos dejando arrebatar); nos condenamos a carecer nosotros de la precisa dignidad que a ellos no les faltó y por la que fueron victimados, a no ser dignos de nuestros antepasados y sus sueños de progreso.

Otra familia bañezana masacrada: la del asesinado Joaquín Perandones Franco. En la fotografía con su esposa y su hija poco antes de la sublevación.de julio de 1936.

Nos condenamos además a desconocer que buena parte de lo que sucede ahora ya sucedió antes, que los problemas que hoy vivimos ya fueron vividos antes de ahora, y nos impedimos la posibilidad de extraer las oportunas enseñanzas de lo que otras generaciones ya vivieron: parecidas guerras a las actuales en torno a las diferentes concepciones de la enseñanza ya se dieron en 1926 y 1932; similares desprestigios de la política y de lo público existieron entre los años 1918 y 1923; parecidos recortes de derechos y retroceso de las libertades y bienestar conseguido por los trabajadores ya se sufrieron en el llamado por ello bienio negro republicano, tras el triunfo mayoritario de las derechas en las elecciones de noviembre de 1933… Nos condenamos también, al desconocer nuestra verdadera historia, a privarnos de obtener las oportunas conclusiones sobre lo acontecido y sus causas y razones, unos hechos que, como dijo Primo Levi, “si sucedieron, pueden volver a suceder”.

Por otra parte, “si hay un acto de amor, ese es la memoria”, y rescatando y reponiendo la veraz memoria de los vilipendiados y olvidados no hacemos más que apreciar y amar a nuestros ancestros, honrando a quienes con el sacrificio de sus vidas y sus injustos sufrimientos por el progreso y la ampliación de los derechos de los más mermando los seculares privilegios de los menos, nos honraron, y no poco.   

- ¿Has encontrado alguna explicación, algún porqué sobre lo qué pasó en aquellos lejanos días para que se produjeran aquellas represalias (lo que se conoce como los paseos) y del que fue una más de las víctimas tu abuelo?

Las Misiones Pedagógicas de 1932 o las elecciones habidas en el tiempo republicano en nuestra tierra son algunas de las hasta ahora desconocidas historias de las que nos ocupamos.

-Algún investigador, como Pedro González de Prado para las comarcas leonesas-palentinas de las cuencas altas de los ríos Carrión, Cea y Esla ha manifestado hallar buena parte de las raíces de la represión que se dio después en aquellas zonas en “las mentiras claramente intencionadas” propaladas con insidioso encono por la prensa diaria conservadora, clerical y derechista de León y de Palencia, que él repasó día por día para el periodo electoral de febrero de 1936. Nosotros, haciéndolo también desde 1929 a 1938, hemos corroborado esto mismo para la prensa capitalina de León y para la local de La Bañeza, y podemos añadir que se dio en uno y otro lugar una clara desproporción en la beligerancia contra los oponentes en una y otra prensa en el tiempo republicano, muy especial y agresivamente desde la prensa católica bañezana, que hizo desde su aparición en 1932 una sistemática y feroz siembra de odio a la República y al socialismo que ayudaría a explicar la desproporción y la desmesura de la represión desatada en La Bañeza, a la que antes aludíamos.

Otra explicación a las extensas represalias que después se padecieron en la ciudad de La Bañeza creemos encontrarla en la existencia allí en el periodo republicano de descontentos y contestatarios desde la propia izquierda local con los a su entender escasos y lentos avances de las reformas republicanas (atacadas por excesivas desde la derecha), contra cuyas insuficiencias protestaron a veces ante el poder municipal, contestación por la que los conservadores, la gente de orden y de bien del lugar les pasaría factura tras el triunfo del golpe militar, barriendo y haciendo desaparecer también a aquel grupo de “indeseables revoltosos”, que se sumarían en la nómina de las víctimas locales a quienes lo fueron por su condición de cargos municipales frentepopulistas, a los responsables y directivos de formaciones políticas y sindicales de izquierda, y a quienes mostrarían durante “los días de julio” una mayor y más activa oposición al triunfo de los alzados.             

No nos hemos olvidado de tratar sobre la masonería en León, Astorga y La Bañeza a lo largo del siglo XIX y hasta 1936. En la imagen miembros de un Triángulo masónico.

-He leído la novela La Grama de  Agustín Salgado, sobre la represión en el verano del 36 en un pueblo castellano….y al tener entre mis manos tu trabajo me he acordado mucho de esa  magnífica narración. Si la has leído o has oído hablar de ella, amigo José, ¿nos puedes hacer un comentario?

-Ciertamente, cuando yo leí esa excelente y cruda historia novelada que es La Grama se me aparecían notables parecidos en muchos de los detalles que en ella se narran con lo que algunas personas mayores ya me habían contado sobre el transcurrir del verano y el otoño de 1936 en mi propio pueblo y en otros cercanos: la impotente y tensa espera de los acontecimientos en los primeros días de la rebelión militar, entre la preocupación y el miedo por sí mismos y por los suyos de los que se veían en peligro; la vigilancia atenta de las idas y venidas de los “coches de la muerte” que ya circulan por la zona; el mortal error de cálculo de los ingenuos confiados en su inocencia, que tan cortos se quedaron al calibrar las ansias de venganza y la crueldad de los rebeldes, y la tragedia que por fin se hace presente en el pueblo (en el nuestro el 19 de septiembre) y se desata para un buen número de familias, desde entonces mermadas y desconociendo el paradero de sus muertos, por cierto siguiendo unos patrones o metodología en tanto parecidos a los que se practicaron en tantos otros lugares. Cuanto más vamos conociendo de lo sucedido en nuestra tierra y en otras en aquellos aciagos tiempos, más vamos constatando que lo que tan magistralmente cuenta en La Grama su autor para el pueblo salmantino de Pedroso es perfectamente trasladable a muchos otros pueblos.

Inauguración de la Casa del Pueblo de La Bañeza en la primavera de 1933.

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/labaneza.htm

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