---:::---   Actualizado: 27-10-2014   ---:::---

BREVES ARTÍCULOS (A MODO DE FLASHES) EXTRAÍDOS DEL CONTENIDO DEL VOLUMEN II  -  (2)

LOS PROLEGÓMENOS DE LA TRAGEDIA

(HISTORIA DE LAS TIERRAS BAÑEZANAS DE 1808 A JULIO DE 1936)

Publicados algunos en AstorgaRedaccion (Otros Tiempos), otros en ibañeza.es (Sucedió Antaño), y los demás en el semanario La Bañeza Hoy (Retazos de Nuestro Pasado)

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La electricidad en La Bañeza (de la Electra Bañezana a la Hidroeléctrica del Eria).- Gaudí y la alfarería jiminiega.- Las ferias de ganado en el nuevo mercado bañezano.- La olvidada catástrofe ferroviaria del túnel de las Fraguas en junio de 1936, y otras noticias del momento.- Guerreando en varios continentes.- Un niño bañezano en las primeras Colonias Escolares Leonesas.- La Bañeza en la red Embassy.- De Comedias y comediantes.- La insurrección de octubre del 34 en algunas localidades provinciales, en Astorga, y en León (donde no se adelantó).- En torno al astorgano Colegio de La Salle.- La Semana Santa bañezana en la República.- Los inicios de la segunda República en Astorga y en León.- De la monarquía a la Segunda República Española. (El fraternal cambio de régimen vivido en La Bañeza. -Alcaldes republicanos de La Bañeza II).- David Escudero Martínez, poeta anticipadamente hernandiano.- La escuela en las tierras bañezanas a la mitad del siglo XIX.- El asalto y muerte del cura de Jiménez.-Soldados bañezanos en África en 1921.-  //  Augusto Valderas Blanco, “un alcalde de la cáscara amarga”.- La Bañeza contra la dictadura primoriverista.- De embalses y pantanos. Lágrimas premonitorias por Riaño ya en julio de 1933.- Misiones redentoristas contestadas en Castrocalbón en enero de 1934.- La maestra Mari Sol en los años 20 en Villanueva de Jamuz.- Algunas noticias bañezanas del inicio de 1933.- Una jiminiega en la Residencia de Señoritas.- Penurias escolares en 1934.- Las maniobras militares de los Montes de León en septiembre de 1934.- Las elecciones municipales de abril de 1931 protestadas y repetidas. -Alcaldes republicanos de La Bañeza III.- Los mártires de Santocildes.- La Masonería en La Bañeza.- La prohibición de los mercados ganaderos en 1934 (origen de la Plaza del Ganado).- Los Cursillos del Magisterio en León en julio de 1936.-Los pueblos de las tierras bañezanas en 1919 según Manuel Fernández y Fernández Núñez.- El primer 1º de Mayo en La Bañeza.- La Bañeza en 1928.- Algunos bandos municipales del verano de 1935.- La “Sociedad de la Perra Gorda”.- Nuevos y viejos tiempos finalizando los años 20.- La quiebra de la Conjunción Republicano-Socialista.- (Alcaldes republicanos IV).- La Sociedad Juvenil Recreativa y Cultural Bañezana El Madrigal.- La Unión Patriótica Nacional y el Somatén en La Bañeza.- El Combate astorgano contra La Democracia leonesa en abril de 1936.- “La Moda” mortífera de 1918.- La Sociedad de Socorros Mutuos La Caridad de La Bañeza.- El Paulón y otros puentes.- Los caciques.- Teatros bañezanos.- Reclamaciones y críticas desde El Jaleo.- Un extraño episodio electoral en la campaña de febrero de 1936.-Desencuentro municipal en 1934: El lío de lana y el duro falso, el alcalde y su amigo el cacique.- La diversión antaño en La Bañeza.- Iniciativas contra el desempleo en La Bañeza en la primavera de 1936.-

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Más artículos breves (3)

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La electricidad en La Bañeza (de la Electra Bañezana a la Hidroeléctrica del Eria).-

     En el panorama nacional fue León y su tierra adelantada en la actividad industrial de aplicar la luz eléctrica al alumbrado público (la segunda ciudad en hacerlo, después de Barcelona), sobre el que se cita habitualmente la instalación en 1875 en la capital catalana de cuatro generadores como uno de los más primitivos experimentos, y 1878 como el año de inicio de las primeras fábricas de electricidad en explotación comercial, ensayada ya en 1881 en Barcelona y en Madrid en las lámparas de filamento metálico inventadas por Edison tres años antes. Al inicio de marzo de 1886 se tomaba el acuerdo de establecer el alumbrado eléctrico en las calles de León (sustituyendo al de petróleo, carburo y aceite), cuya subasta se anuncia para el 21 del mismo mes (según el diario El Campeón). En 1889 la Sociedad Electrostática de León puso en funcionamiento una central eléctrica de carbón que permitía ya la iluminación de algunas vías principales, aunque la ciudad no tuvo su alumbrado público hasta 1916.

    Entre las centrales eléctricas de servicio público anteriores a 1891 y que se encuentran activas hacia 1908 aparecen la de Sociedad Electricista de León, fundada en 1888 (tal vez la anterior con nuevo nombre), la Eléctrica de Benavides, y la Central Eléctrica de La Bañeza (aquella establecida en la calle Labradores cuya caldera explotaría en enero de 1905), ambas creadas en el mismo año de 1890, aunque en la que todavía era villa no se instalará el nuevo sistema de alumbrado hasta 1898 –en agosto del año siguiente, según otras fuentes-, siendo ya ciudad. En 1888, cuando era alcalde Menas Alonso Franco, acordaba la corporación bañezana la adquisición de 24 faroles para el alumbrado público, que debía de ser aún de gas, o tal vez de petróleo, como el primero instalado en 1845 por Juan Antonio González Menéndez, “antiguo y famoso guerrillero contra la invasión napoleónica, ejemplar patriota, y primer alcalde de La Bañeza con ideas renovadoras y de progreso”, cosechadas seguramente en su obligado itinerario europeo de prisionero de los franceses por un tiempo, creador del cuerpo de serenos, e impulsor del mercado semanal, del empedrado de calles, y de la construcción del Teatro Municipal.

    El astorgano Tomás Rubio instala la luz eléctrica en su fábrica de harinas de Astorga al comenzar octubre de 1893, y dos semanas antes trataba de establecerse el alumbrado eléctrico en la villa bañezana tras una nutrida reunión en el Casino La Unión y el nombramiento de una comisión encargada de los trabajos preliminares, que pide antecedentes a León y Villafranca. Se presupuestaron 50.000 pesetas emitiéndose acciones de 250 pesetas cada una, a las que garantiza el interés del 6% el acaudalado capitalista de la villa José Latas Valcarce (alcalde entonces). Unos años después, el primero de agosto de 1899, sin solemnidad alguna, se puso en funcionamiento por vez primera el alumbrado por electricidad en La Bañeza.

<<<<<  El electricista Elías Falagán Martínez y otros bañezanos empleados de la Hidroeléctrica del Eria en su salto de Morla.

    La mayoría de las instalaciones eléctricas eran movidas a vapor (con sus calderas, dinamos y grupos de acumuladores), generaban corriente continua de baja tensión, y la distribuían mediante cortas redes, generalmente trifilares; pocas optaron por la corriente alterna, salvo algunas de las que contaban con motores hidráulicos. Parece ser que fue el ramo o negocio de los fotógrafos de estudio uno de los primeros que optó en villas y ciudades por la iluminación eléctrica y por auspiciar y promover su instalación: un avance con el que cancelaban las viejas limitaciones de los atriles o mesas de retoque alumbrados por la luz diurna que llegaba a sus gabinetes mediante espejos u otros artilugios reflectantes (con la luz del día, y también con una vela, hacía funcionar en La Bañeza la caja de luz de su ampliadora de proyección horizontal el fotógrafo Leonardo Prieto Ferrero antes de disponer de luz eléctrica).

    Necesidades como aquellas u otras serían las que habrían estado en la creación de la sociedad Electra Bañezana, una industria eléctrica que existía al menos desde 1915 (era el militar Ildefonso Abastas Prieto su gerente en noviembre de 1917) y que en febrero de 1921 era adquirida por Blas Cantón Cisneros y por el abogado Gaspar Julio Pérez Alonso después de un tiempo como entidad participada por diversos accionistas.

    La construcción de las centrales hidroeléctricas supuso un salto cualitativo favorecedor del desarrollo de la industria, supliendo el carbón por los saltos hidráulicos, necesitados de mayor inversión pero con superior radio de acción, y ubicados donde lo permiten las condiciones naturales en lugar de, como hasta entonces, en los centros de consumo: La primera firma en avistar esta situación es León Industrial (creada en 1907) con sus saltos de Ambasaguas (el primero de la provincia), Vegacervera (construido entre 1909 y 1911), y la urbana presa de San Isidro, y en Val de San Lorenzo se constituye el año 1921 una empresa eléctrica que ostenta el nombre del pueblo e instala las turbinas en Velilla de la Valduerna, aunque traslada sus oficinas a Astorga en 1924.   

    En La Bañeza, desde 1919 Santiago Casado Santos disponía de una licencia hidráulica para instalar en el río Ería un grupo productor de electricidad en la presa sita por debajo del lugar llamado la Fervienza, en el término de Morla, cuya ejecución tardó varios años. Se constituyó así la Hidroeléctrica del Ería, que obtuvo la concesión para generar corriente eléctrica hacia 1926 y que ya estaría funcionando en 1928 (según se muestra en la novela Vendimiario) distribuyendo alumbrado y fuerza motriz a La Bañeza, a sus industrias, y a los pueblos de la comarca, y que llegó a tener unos 2.000 abonados en su momento más álgido, pasando por diversas situaciones y avatares, como la noticiada el 22 de diciembre de 1934 por El Adelanto, fecha en la que “los empresarios de la `luz nueva’ (la Hidroeléctrica del Eria) andan en jaleos; parece que ha habido estos días alguna sentencia dictada por el juzgado de Instrucción”, situación que llevaría a que desde julio de 1935 uno de sus socios participantes sea José Marcos de Segovia, con Balbino Nistal Fernández, José de Paz Pérez, y Fernando Fernández Luengo, después de que uno y otros adquieran el 40% de la participación de Santiago Casado (eran copropietarios de la sociedad los hermanos César y José Seoánez Romero, Ildefonso Abastas Prieto, y Joaquín Núñez) embargado y puesto en venta por el Monte de Piedad de León para cobrarse el adeudo de 127.087,15 pesetas de aquél. Constituían entonces los bienes de la empresa: “el salto de agua derivado del río Eria por medio de una presa fija de piedra y cemento; el canal conductor de la presa a la casa de máquinas sita en el término de Torneros; la misma casa de máquinas, el alternador, el elevador de la turbina y demás maquinaria y accesorios; la línea de conducción aérea de la energía eléctrica hasta La Bañeza, y los transformadores, herramientas, efectos y materiales propios de esta industria”.

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Gaudí y la alfarería jiminiega.-

    En Astorga, lugar de paso estratégicamente situado en el Camino de Santiago y ciudad con sede y palacio episcopal desde una considerable antigüedad, la primera referencia de una mansión tal se sitúa en el siglo X. Más adelante, se tienen noticias de otro palacio que la reina Doña Urraca donó al obispo Don Pelayo dentro de las murallas de la ciudad –en el año 1120- en el terreno en el que antes se alzaba un templo pagano. Este edificio se fue modificando sucesivamente, hasta que en diciembre de 1886 el enorme caserón cuadrangular, ya viejo y poblado de numerosas y destartaladas habitaciones, sufrió un importante incendio que lo destruyó totalmente.

En aquel tiempo era obispo de Astorga el catalán Joan Baptista Grau i Vallespinós (nacido en Reus en 1832) y a él, a falta de un arquitecto de la diócesis y conocedor de la actividad creativa de su paisano Antonio Gaudí, le encargó la construcción de una nueva residencia episcopal sobre las mismas ruinas de la incendiada, lo que Gaudí aceptó en febrero de 1887 (tiempo en el que estaba trabajando en el Palau Güell y en la Cripta de la Sagrada Familia en Barcelona). El mes de marzo siguiente, el ministerio de Gracia y Justicia, organismo que debía pagar la obra, aceptó el nombramiento. Gaudí envió en el mes de junio los planos firmados al obispo, que los recibió entusiasmado. El 30 de septiembre, la Junta Diocesana de Astorga acordó despachar los planos al ministerio y éste los transmitió a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para su visado. Después de diversas modificaciones que molestaron a Gaudí, se aprobó definitivamente el proyecto en febrero de 1889, con la ayuda y las gestiones del notable astorgano Pío Gullón, entonces Gobernador del Banco de España. La obra se subastó en abril y se adjudicó al único concursante, Policarpo Arias Rodríguez, por la cantidad de 168.520 pesetas de la época.

Los trabajos comenzaron pronto, el día 24 de junio de 1889, y continuaron a buen ritmo. En aquel momento Gaudí casi había finalizado el Palau Güell, lo que le permitió trasladarse a Astorga y dirigir directamente el inicio de las obras (tan solo en sus realizaciones leonesas, además de en Cataluña, trabajó personalmente). Este desplazamiento en ferrocarril, y otros antes y mientras se construía (Gaudí visitó las obras en otras varias ocasiones entre 1890 y 1893), resultaron importantes porque hicieron posible que el genio conociera la arquitectura local y aplicara algunos de sus aspectos al nuevo palacio episcopal. Ya muy avanzada la construcción, murió el obispo Grau en Tábara (Zamora) en septiembre de 1893, “y feneció también el palacio episcopal que Gaudí había ideado junto a él, cuyos planos fueron recortándose al mismo tiempo que lo hacían las ganas del arquitecto catalán de luchar contra los impedimentos y aumentaban sus desencuentros con el nuevo prelado, producto de la tensión comunicativa surgida entre dos puntos bien diferenciados: la Barcelona de finales del siglo XIX con su potencial de renovación urbanística, arquitectónica y social, y una villa pequeña y rural, ancestral encrucijada del Camino a Compostela y la Vía de la Plata”.

A partir de entonces comenzaron las dificultades para Gaudí. Las labores hubieron de interrumpirse ya que la promotora Junta Diocesana se inclinaba más bien por realizar economías. El maestro no aceptó ningún cambio en sus planteamientos, y desde León, donde levantaba la Casa de Botines, renunció al inicio de noviembre de 1893 a la dirección de la obra y retiró todo el personal catalán -artesanos y especialistas- que había hecho venir de Barcelona, “suspendiéndola a la altura de la segunda planta, a punto de iniciarse la cubierta, y en tal estado siguió muchos años debido a causas que no honrarán jamás a los que las promovieron” diría en 1909 en su Historia de Astorga el entonces Cronista de la ciudad Matías Rodríguez Díez. También debió de influir en su decisión el importante retraso en el abono de sus honorarios de arquitecto por parte del ministerio de Gracia y Justicia, que aceptó su dimisión, argumentada desde la regencia episcopal en “no ser arquitecto diocesano, cuyo cargo desempeña quien lo es provincial”, disponiendo que se le agradecieran “el celo y el acierto en el ejercicio de su labor”.

    Desde aquel punto se encargaron de las obras otros arquitectos que no consiguieron hacerlas progresar sustancialmente: Francisco Blanch y Pons (de enero a julio de 1894), que renunció al cabo de seis meses y Manuel Hernández y Álvarez-Reyero, que se ocupó de ellas desde 1899 a 1905 sin hacer nada significativo. Posteriormente, el obispo Julián de Diego y Alcolea, que lo fue de 1904 a 1913 y comprendía mejor la obra de Gaudí, se trasladó a Barcelona para pedirle que se hiciese nuevamente cargo de los trabajos, cosa que el arquitecto rechazó, por lo que encomendó en 1906 la dirección al arquitecto Ricardo García Guereta, que prescindió de muchas de las atrevidas e imaginativas ideas de Gaudí para dibujar los planos de terminación definitivos, acabando los tejados en 1910 y desistiendo de ella a finales de 1914, cuando solo faltaban por rematar detalles de la última planta y elementos decorativos de una obra devenida así mucho menos rotunda y palaciega que la inicialmente diseñada y proyectada para la ciudad por el genio catalán.

    El edificio quedó en estas condiciones, sin acabarse del todo, hasta que en el año 1936 se convirtió en central de Falange Española en Astorga y albergue de militares de Artillería. Los numerosos desperfectos originados por esta utilización no fueron reparados hasta unos años más tarde, en 1943, por el organismo de Regiones Devastadas, después de la fallida pretensión del Cabildo de responsabilizar de tales menoscabos a los rojos astorganos. Finalmente el edificio se acabó durante las décadas de los cincuenta y los sesenta.

    Sería en aquellos viajes a la capital maragata y a las tierras de la diócesis asturicense cuando Gaudí quedara deslumbrado por la alfarería jiminiega, hasta el punto de incluir el barro vidriado alternando con la piedra granítica del Bierzo en los arcos de algunas de las estancias del palacio, rematando graciosa e innovadoramente sus finos ribetes con las piezas cuidadosamente elaboradas por los artífices del pueblo de Jiménez con la rojiza arcilla extraída de sus barreros, de modo que cabe afirmar que la mansión es por dentro absolutamente jiminiega: en las nervaturas de las bóvedas, en los arcos de las ventanas y de las puertas, y en cada uno de sus ladrillos (que son únicos, y hay miles) de roja arcilla de Jiménez de Jamuz vidriada y decorada con el baño y los trazos típicos de las realizaciones de sus alfareros. 

    Antonio Gaudí era un artista completo que, como tal, diseñaba e intervenía incluso en los más pequeños detalles de sus proyectos. Por ello pasaba muchas horas supervisando y modificando sus trabajos en los talleres de los artesanos colaboradores. Y así debió también de manejarse en el encargo del palacio episcopal astorgano cuyo avance seguía por fotografías y viajando frecuentemente a Astorga, donde era mal recibido por las fuerzas vivas de la ciudad y muy bien acogido por el obispo Grau, quedándose varios meses para seleccionar materiales de la zona, como tenía por costumbre, así como para contratar a los diversos artesanos que habrían de participar en la obra: herreros, carpinteros, forjadores, hojalateros, albañiles, ceramistas, o canteros (“uno de los que participaron, Yanutolo, falleció el 26 de diciembre de 1893 en Santa Colomba de Maragatería al caerle accidentalmente una piedra encima cuando dirigía una obra contratada en este pueblo”, informaba entonces La Provincia). Después de puesta la primera piedra se quedó más de dos meses; en su aposento del Seminario rehízo los planos, y recorrió prácticamente toda la diócesis, buscando canteras de granito, arenales, cal, yeso, pizarra, madera, cerámica, ladrillos, etc. Quería que los trabajos del palacio contribuyeran al levantamiento económico del país en el que se asentaba, y por ello escogió los materiales para que sólo se tuvieran que traer de Cataluña los mínimos indispensables, contando también para su obra con los vidrieros maragatos y los pizarreros cabreireses.

    Visitó Astorga por vez primera en diciembre de 1888 para conocer el solar y el ambiente arquitectónico, decidiendo reformar el anterior proyecto, y por segunda en junio de 1889, y lo decepcionó la urbe con la hostilidad de su Cabildo, y toda la comarca, sumida en un subdesarrollo muy patente. Volvió tres veces en el siguiente año, en primavera, en verano, y a su final. Al repentino fallecimiento del obispo Grau en tierras zamoranas Gaudí se encontraba en Astorga dirigiendo a pie de obra su palacio, y enterrado aquél en el sencillo, singular e incomparable mausoleo que también el genial arquitecto diseñó para sus restos en la catedral, con su equipo y con gran alegría de casi todos quienes habitaban aquella ciudad levítica de poco más de 5.500 habitantes, amurallada y de calles empedradas, hubo de volverse a Cataluña desde León, que con sus casi 13.500 almas le había parecido a su llegada “una ciudad venida a menos, encerrada tras sus murallas y medieval aún, triste y afeada por sus casas ennegrecidas y sus calles mal pavimentadas, por las que deambulaban muchos indigentes”.

Sobrantes de las piezas utilizadas por Gaudí en el Palacio Episcopal, en el Museo Alfar de Jiménez de Jamuz.  >>>>>

 Debió de contribuir sin duda su elección a impulsar las economías familiares de los alfareros de nuestro pueblo, con los que habría contactado en alguno de aquellos recorridos y con quienes en ellos trataría los detalles de todo tipo y las modificaciones del artista en aquella alfarería secular que cristalizaron más tarde en la inclusión de sus creaciones subrayando al más puro estilo mudéjar la obra del maestro como motivos decorativos en arcos de puertas y en nervaturas de bóvedas. Bastantes debieron de ser los artífices que participaron del encargo -Cándido Pastor Fernández, mi bisabuelo paterno, habría sido el principal y quien más ladrillos al parecer suministró, y diversas las familias alfareras que elaboraron aquellas piezas de variadas formas, vidriadas y con los tradicionales dibujos a la cal las más, y otras a lo basto, sin vidriar, en los moldes de madera recubiertos con latón bronceado (catorce al menos, diseñados por Gaudí para la hechura de aquellos adornos) que aún quedan, con remanentes de aquella producción, en los desvanes de algunas casas de antiguos artesanos, y depositados varios en el Alfar-Museo del lugar, en el que todavía, en el año 2002 y con ocasión del centenario del arquitecto, han sido las hormas de nuevo utilizadas como entonces: introduciendo la arcilla en ellas y después del vaciado y el secado pintando los segmentos con cal y con dibujos característicos (el ramo, la mano, el peine, el gallo, la mariposa, la hoja, etc.) antes del vidriado, menesteres ambos realizados como algunos otros en exclusividad por las mujeres, el del pintado con la preceptiva pluma del ala derecha de una gallina. Finalmente se cocían en los hornos mozárabes de tiro superior en los que como combustible se arrojaban las urces y las jaras del monte bajo de diversos lugares de la comarca de Valdejamuz como Torneros o Tabuyo.

    En la elegante mansión episcopal, adornan las piezas jiminiegas los nervios de las bóvedas de crucería de las salas de la planta baja y de la planta noble, vidriadas y decoradas en algunas y en otras sin vidriar, de manera que es la cerámica del pueblo de Jiménez de Jamuz el elemento decorativo principal de su interior. Gaudí alumbró la idea genial de utilizar este producto, conjugando con el gusto y acierto que sólo a él tocaba la majestuosidad de un palacio con la sencillez y sobriedad de nuestra alfarería popular. Por cierto, en aquel edificio entonces inhabitado y sin uso se pretendió en el periodo inicial de la Segunda República (a mediados de 1933) emplazar el Instituto de Segunda Enseñanza que entonces se solicitaba para Astorga- al que se opusieron los oligarcas de la ciudad por considerar que resultaba suficiente el Seminario-, lo que hubieron de desechar los promotores de tal iniciativa al encontrarse con la negativa del obispo Antonio Senso Lázaro (que iniciaba justo entonces reparaciones y la instalación de luz eléctrica en el mismo después de muchos años de abandono, y ante la que se iniciaron las gestiones –que los posteriores cambios políticos harían inviables- para pedir su incautación al ministerio de Justicia), el mismo prelado que en el verano de 1936 lo cedería gustoso a la Falange, que lo usó como cuartel y lugar de detención, según señala El Pensamiento Astorgano del 22 de agosto de aquel año. 

    Tal vez inspirados por la elección del genio, también en La Bañeza fue después “adornado el artístico edificio que albergaba los obradores de la confitería la Dulce Alianza con ladrillos y remates de la fina y arábiga cerámica de Jiménez de Jamuz decorados con los estilizados trazos amarillos y barnizados con su melo cristalino y peculiar”.      

Algunas piezas sobrantes de las elaboradas para el Palacio Episcopal por mi bisabuelo Cándido Pastor

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Las ferias de ganado en el nuevo mercado bañezano.-

 Acordaba el pleno de la corporación municipal bañezana (la gestora que regía el ayuntamiento desde primeros de octubre del año anterior) del día 13 de febrero de 1935 la conveniencia de celebrar mercados de ganado lanar y cabrío, y se establecen tres ferias anuales en las fechas del 27 de enero, 6 de mayo y 24 de noviembre, con duración de tres días en cada caso, creando una comisión de concejales que se ocuparán de organizarlas.

    Se anunciaban al finalizar el mes de abril las primeras de aquellas ferias a celebrar en La Bañeza los días 6, 7 y 8 del próximo mayo, con las que se inaugurará el nuevo y magnífico mercado de ganados: “Grandes muestras de ejemplares caballar, mular, vacuno, de cerda y lanar. El ganado que concurra estará libre de todo impuesto. Se adjudicarán grandes premios a las mejores cabezas”. Resultarían extraordinariamente concurridas (y vistosas: se concedía una gratificación de 150 pesetas a la Banda de Música por su intervención aquellos días), efectuándose bastantes transacciones, contando con el simpático detalle de que los bañezanos asistentes cedieron a los forasteros el derecho a los premios que les pudieran corresponder, el primero de los cuales (150 pesetas) se adjudicó en ganado lanar a Félix Murciego Fernández (pudiente labrador, además de alfarero, de Jiménez de Jamuz) por un lote de 40 ovejas y 30 cancinas.

<<<<<  Antiguo mercado de ganados en la calle de Romero Robledo.

A finales de julio de aquel mismo año 1935 se resolvía celebrar el concurso para contratar la construcción de dos cobertizos y una portalina en la nueva plaza del ganado, en la que se añadirá (se decide el 11 de noviembre) antes de las ferias de finales de aquel mes un muelle para la carga y descarga de cerdos y una caseta para la inspección veterinaria y la administración de arbitrios (si el coste de la casilla no excediere de 1.000 pesetas). De edificar los pabellones y portalinas (ya finalizados a la altura del 20 de noviembre) se ocuparía el contratista de obras bañezano Francisco Alonso Fernández, y se acordará el 11 de diciembre “que se construyan cuatro puertas para el acceso a la plaza en los cuatro extremos ya señalados”. Ya el 19 de septiembre la corporación había encargado al concejal Servando Juárez Prieto que “se ocupe de organizar las próximas ferias (las del 24 de noviembre) lo mejor que se pueda”, en aquella ciudad que seguía siendo en el noroeste peninsular importante cruce de caminos y productivo asentamiento de mercados.

Cuando noviembre finalizaba, “reintegrado una vez más a su hogar después de un largo viaje de negocios, Julio Fernández de la Poza tomaba de nuevo posesión de la alcaldía”, que había organizado “con el éxito más rotundo la feria de ganados celebrada los días 26, 27 y 28 , siendo ocasión para contemplar la magna obra realizada (y aún no terminada) en el precioso Mercado, a cuyo lado el cuartel de la Benemérita empezado se halla a medias, sin que se esté trabajando en el mismo”. La concurrencia a aquella segunda feria ganadera fue enorme, aunque no tanto las transac-ciones. Fueron premiados esta vez: Félix Murciego Fernández (de nuevo), de Jiménez de Jamuz, por un rebaño, en ganado lanar; Fernando San Martín, de Requejo de la Vega, por un toro o novillo; Felipe Miguélez, de Huerga de Garaballes, por una pareja de bueyes; Modesto Martínez, de Vecilla de la Vega, por un caballo, y Manuel Ares, de Posada y Torre de la Valduerna, por una yegua, con accessit a la jaca “Gacela” de la señorita Mercedes Pérez García; José de Abajo, de Villalís de la Valduerna, por un mulo, y Antonio Cabero, de Posada de la Valduerna, por una mula; Claudio Martínez, de Quintana y Congosto, premio a la cría mular; Marcos Mantecón, de Soto de la Vega, por un potro en cría caballar. Recibió además un premio especial Francisco Argüello, de Castro-calbón, por un lote de sementales caprinos.  

El 14 de enero de 1936 se divulgaban una vez más las grandes ferias de ganado, caballar, mular, vacuno, de cerda y lanar, los días 27, 28 y 29 de enero en La Bañeza, las primeras que desde su instauración se realizarían en invierno, y el día siguiente la Unión de Productores Agrícolas Leoneses convocaba a los labradores y exportadores de alubias de la provincia a la gran asamblea que el domingo 19 se celebrará en la ciudad bañezana.

A la comisión de Mercados de la gestora municipal frentepopulista nombrada por el gobernador civil dos días antes se otorgaba el 15 de abril de 1936 un voto de confianza para que resuelva lo procedente para la celebración de la próxima feria de ganados, una de las tres que se realizan en el año, los días 6, 7 y 8 de mayo, la única que aquella gestora tendría ocasión de organizar y que al poco se anunciaba, señalando que, como en las anteriores, estarán libres de todo impuesto las reses que concurran.

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La olvidada catástrofe ferroviaria del túnel de las Fraguas en junio de 1936, y otras noticias del momento.

En el diario capitalino La Mañana, con algunos espacios censurados, se noticia el 1 de julio de 1936 la inauguración por la Empresa de Autobuses de León (y su bendición en el santuario de la Virgen del Camino) de su autobús número 9, de 16 asientos y plataformas espaciosas, magnífico, muy elogiado, y construido en la capital, “flecha roja en el aire gris de la ciudad, de línea alargada y elegante, pulido y coquetón por no estar aún resobado por el vulgo espeso y municipal”, dirá de él Lamparilla, que lo presenta como un exponente de la industria leonesa (construido en los talleres de Auto-Carrocerías de León, de don Isidoro González) y del espíritu de iniciativa leonés (a pesar de que proceda de Santander el emprendedor paisano que iniciara la empresa del transporte urbano en la capital), cuando otro hijo de esta tierra, el joven Fernando Rubio Gómez, lleva un tiempo circulando en la ciudad con un automóvil que porta un aparato inventado y patentado por él mismo, “productor de gases combinados que lo mueven con un menor consumo, y que en breve, una vez perfeccionado, supondrá por su baratura y comodidad un gran progreso en los motores de explosión”. También circulaba por León en un Fiat Balilla la primera mujer taxista de la ciudad (Piedad Álvarez Rubio, -apodada la Peñina- “que ya antes sabía conducir, pero no pudo hacerlo de modo oficial y público hasta que vino la República”), un inusual hecho que ya había por ello merecido portadas y reportajes en la prensa gráfica de entonces (como el que le dedica la revista ilustrada Mundo Gráfico el 18 de septiembre de 1935). Narra además el rotativo leonés detalles de la catástrofe ferroviaria (se saldó con unos 20 muertos y más de 40 heridos) de unos días antes en el túnel de las Fraguas, en San Miguel de las Dueñas, cerca de Ponferrada, cuando chocaba con un mercancías el tren expreso de Galicia.

Creemos que algunas de las noticias que entonces se mostraban bien pudieran merecer hoy que nos detengamos siquiera sea brevemente en ellas:

El paisano emprendedor, era Ernesto Mateos Tomás, de Herreros de Jamuz, emigrante junto con su esposa en la segunda década del siglo XX a la Argentina (desde Santander, donde con sus padres –que regentaban en el pueblo de sus orígenes una tienda y cantina- y hermano se había radicado en 1904) y trabajador allí en una fábrica de sebo para emplearse en la hostelería de Estados Unidos después, regresado ya en el periodo republicano para fundar con otros socios en 1934 la empresa Autobuses de León (que venderá a Martiniano Fernández en 1944, en cuyas manos acabarán también en los años cincuenta la línea Truchas-La Bañeza de David González Pombar y la Puebla de Sanabria-Astorga de la empresa de Ángel Beltrán que compraría en 1945 Domingo García e Hijos). El indiano ganaba en diciembre de 1933 (en exclusiva por 50 años) el concurso para el establecimiento en la ciudad de una línea de autobuses, cuyas bases aprobaba el consistorio a finales de junio, repetido por segunda vez, después de que en octubre el primer adjudicatario pida prórroga (que no se le concede) para iniciar el servicio el 1 de enero de 1934, “ya que la reparación de dos vehículos le ha causado retraso sobre la fecha convenida”. Comenzarían a circular, inaugurándose, el 18 de febrero (se haría oficialmente el 9 de junio) los cuatro flamantes coches de los primeros autobuses de León (se había adjudicado el servicio a Plácido Diéguez, que en vista del resultado favorable se proponía al inicio de marzo adquirir cinco nuevos vehículos más grandes, se dirá en El Diario de León, aunque en 1993 la misma publicación alude a Ernesto Mateos Tomás como el fundador de aquella empresa), en los que, se decía, actuarán de cobradoras señoritas. El reportero Lamparilla ya había señalado que “de León son los dirigentes de la empresa de autobuses, aunque duela que hayan venido de Santander a su tierra a establecer aquello que los que se hallaban aquí en condiciones para ello dejaron abandonado por la eterna apatía…”.

    <<<<<< Autobús nº 9 (Plaza Libertad–Armunia) de los Autobuses de León. En la República eran bendecidos en la Virgen del Camino.

El innovador automóvil que se presentaba como un modelo de progreso era “un torpedo de dos plazas con el que el inventor local había realizado viajes de prueba a Villamanin a velocidad de hasta 70 kilómetros por hora, movido por el óxido de carbono e hidrógeno ligeramente combinado en que el aparato por él patentado transforma los aceites pesados (fuel-oíl y gas-oíl) mezclados con agua”. Con unos cinco litros de aceite pesado y 300 gramos de agua (para producir la combinación química precisa), y con el coste de 30 céntimos por litro, recorría los 70 kilómetros de aquel desplazamiento.  

La catástrofe ferroviaria del túnel de las Fraguas (a seis kilómetros de Ponferrada), ocurrida el 23 de junio, no suele citarse cuando se desempolvan memorándums de desastres parecidos, casi siempre al hilo de otros actuales, habiéndose producido muy cerca de otro túnel, el nº 20 de Torre del Bierzo, en el que tendrían lugar otras dos desgracias de suma envergadura: el 3 de enero de 1944 el mayor accidente ferroviario ocurrido en España, con un balance oficial de 83 muertos y 64 heridos, una cifra que se falseó por la dictadura (que ocultó el desastre y censuro su conocimiento, y aún llegó a presentarlo como responsabilidad de la guerrilla), siendo en realidad considerablemente mayor (habrían fallecido por encima de 500, según algunas fuentes, y en torno a 150, según otras que hoy resultan más fiables), una tragedia repetida en el mismo túnel el 27 de diciembre de 1947, cuando descarriló el correo La Coruña-Madrid causando un muerto y doce heridos. Del resultado de aquel olvidado siniestro de finales de junio de 1936 informaban profusamente los medios nacionales y los locales (La Democracia y La Mañana; El Diario de León no se publica desde el día 13 de aquel mes por huelga de sus empleados), con titulares como los siguientes: “Entre San Miguel de las Dueñas y Ponferrada chocan un expreso y un mercancías. El expreso iba lleno de viajeros. Numerosas víctimas”. Se contaron entre éstas un muchacho de 18 años que viajaba en la perrera sin billete y que se ocupaba en Ferrol de limpiabotas, un soldado de la base aérea leonesa, el contratista de obras de León Francisco Fernández Menéndez, que se había ocupado de construir el Puente Paulón y de urbanizar años antes algunas calles bañezanas (lesionado levemente), y una artista de varietés; fallecía también, el día 25 la madre, de 25 años, del niño de cuatro meses que fue recogido ileso. Entre los heridos que acogen en Ponferrada el Hospital y en el Sanatorio López Ríos se hallan los dos guardias civiles del puesto de Toral de los Vados que formaban la pareja de escolta del exprés. Se detuvo a los Jefes de las estaciones de Ponferrada y San Miguel de las Dueñas y al guarda agujas de ésta. En los trabajos de salvamento rivalizaron empleados de la Compañía, autoridades y vecindario de los pueblos cercanos.    

Fotografía de Adelino Ardura Suárez. 06-01-1944.   >>>>>>

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Guerreando en varios continentes.-

    Según la relación de la Zona de Reclutamiento de León que se publica en el Boletín Oficial de la Provincia les correspondía servir en el Ejército de Cuba a los mozos del reemplazo de 1897 del ayuntamiento de Santa Elena de Jamuz Ángel y Pedro Falagán Astorga, Juan Esteban Rubio, y Mateo Pérez Vallinas, y se destina al de Filipinas, según el número obtenido en el sorteo, a Manuel García Alonso, al que se le desestima la reclamación basada en que su hermano casado no puede atender a la subsistencia del padre de ambos. No toca entonces a ninguno de los quintos ser enviado a Puerto Rico.

    Se había organizado en 1897 el partido republicano fusionista, liderado por Menas Alonso Franco, en algunos pueblos de la comarca bañezana, “estableciendo en octubre una Junta del mismo en la importante villa de Santa María del Páramo” (decía El Liberal el día 8), y el primero de enero de 1898 el diputado conservador por La Bañeza Rafael Mesa Mena da un suntuoso banquete en honor de Valeriano Weyler, Capitán General de Cuba hasta unos meses antes, con quien le unen vínculos de amistad desde hace tiempo. Asisten entre otros los exministros Francisco Romero Robledo y Castellano. En febrero anuncia su candidatura, frente a la del liberal bañezano Vicente González Ugidos, en las elecciones a Cortes que se celebrarán el 27 de marzo, y añade que de triunfar regalará 13.000 duros para la construcción de un edificio para beneficencia (“Falta hace”, titula el corresponsal su gacetilla). Mesa Mena se presentó al final por Ponferrada y en el distrito bañezano triunfó Ugidos. En la provincia resultaron elegidos 4 conservadores, 5 liberales, y 1 republicano (Gumersindo de Azcárate, por León). Para senadores se nombrarán compromisarios el 3 de abril, y se votarán el día 10 los candidatos; el 25 de abril se abren las Cortes.

<<<<<  Voluntario en la Guerra de Cuba. 1890.

En los inicios de aquel año son muchos los conscriptos de nuestra tierra regresados de ultramar por enfermedades que han de reincorporarse al Regimiento Burgos, de León, por haberles transcurrido los cuatro meses de licencia. Se hallan en tal situación, entre otros, Vicente Ramos Aparicio y Ángel Villar Fernández, de Alija de los Melones; Ramiro Arias Cenador, de Torneros; Olimpio Fernández Díaz, de La Bañeza; Gregorio Méndez Cabezas, de Bercianos del Páramo; José Santos Santos, de Nogarejas; Domingo Caballero García, de Villazala; Manuel Linacero Vidal, de Veguellina, y Jerónimo Álvarez López, de Miñambres. Uno de los muchos soldados que de regreso de Cuba y Filipinas heridos o enfermos son atendidos en los meses de noviembre y diciembre del año anterior en la Hospedería de la Cruz Roja por la Comisión leonesa de la Asociación es Antonio Madera Riesco, de Nogarejas y encuadrado en el Batallón de San Marcial. En la estación de León y en tal alojamiento son 1928 los acogidos entonces, sacrificados a la Patria y a ella devueltos convertidos por la campaña, las fiebres, el hambre y la derrota en espectros de sí mismos, o no regresados ni en sus restos, como creemos que fue el caso del bañezano Atanasio Cordero de las Heras, muerto en un hospital militar de Cuba en los postreros años del siglo XIX y cuya certificación de fallecimiento llega aquí el 7 de marzo de 1916, y como había sido antes el de Francisco Benavente de Blas, alistado voluntario en 1874 y fallecido en el Hospital de Santa Isabel de aquella isla, siendo cabo, cuando llevaba seis años de servicio.

Con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, tras el varapalo económico y moral que ello supuso, España buscó una mayor presencia en el norte de África, logrando en los repartos coloniales de 1904 y 1906 el control sobre la zona norte de Marruecos, mientras los obreros españoles, cuyas jornadas de trabajo superaban las doce o trece horas y no tenían descanso dominical ni cobertura sanitaria, habían ya comenzado a tomar conciencia sindical y a organizarse en un cada vez más influyente y concienciado movimiento obrero, opuesto al masivo reclutamiento de tropas (reservistas incluidos) para asegurar el control del protectorado marroquí una vez que estalla el 9 de julio la Guerra de Marruecos que habrá de prolongarse hasta 1927. Bien pudiera considerarse la guerra silenciosa de Ifni en 1957 y 1958, e incluso las escaramuzas militares de los años previos al abandono del Sahara en 1975, como tardíos y particulares episodios de la dilatada Guerra de África que se había iniciado en 1859, “cuando España alzó banderas contra el moro”, y que tantas aprensiones y temores suscitó entre tantas generaciones de quintos sorteados y en sus familias. Por cierto que de aquellas iniciales campañas de 1859 y 1860 sobrevivió el bañezano José Monroy Santos, honrado como héroe “pensionado de supervivencia” a la altura de 1916.  

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Un niño bañezano en las primeras Colonias Escolares Leonesas.-

    Bajo la influencia de la Institución Libre de Enseñanza (ILE), por el Museo Pedagógico (antes Museo de Instrucción Primaria) se organizaron en 1882 (el mismo año en que se acomete el servicio de alcantarillado en León) las primeras Colonias Escolares de Vacaciones en España, según modelos y postulados pedagógico-sociales e higiénico-sanitarios ya difundidos en Europa por Pestalozzi y otros renovadores de la enseñanza (funcionó en los años republicanos en La Bañeza un colegio bajo la advocación de la también avanzada pedagoga María Montessori, a cargo de los docentes Clotilde Pascua Riesco y Pedro Rubio García), y seguidos en nuestra tierra por médicos como Ramón García Ponce, titular entonces de Castrocalbón y autor del Compendio de higiene, o Arte de conservar la salud (1883).

<<<<  La Colonia Escolar Leonesa, de 1895, en marcha para el baño (foto del aficionado D. Manuel Diz)  >>>>

    Desde 1895 funciona una Colonia Escolar Leonesa en la capital provincial (se mantuvo hasta 1935), solo “para niños pobres elegidos entre los de las escuelas municipales de la capital y algunos del resto de la provincia” aquel año. La del siguiente, organizada por el médico Ramón Pallarés Nomdedeu y Alfredo López-Núñez Villabrille (colaborador en prensa masónica y tal vez masón –como su hermano Augusto, “Clotaldo”, director del primer El Diario de León, “periódico de la mañana”, entre 1886 y 1888-; el menor de los 9 hijos del bañezano Deogracias López Villabrille, procurador de los Tribunales) entre otros, y atendida por los maestros Benito Blanco Fernández y María del Carmen Álvarez García, fue mixta en cuanto a las clases sociales que acoge: colonos pudientes (uno) y menesterosos (infancia de las clases desvalidas), y por separado de niños (29) y de niñas (11, una de pago). Parte el 1 de agosto para la playa de Salinas (Asturias) y regresa a León el día 31.

    Asistió un niño desde La Bañeza, el mismo que ya lo había hecho el año anterior, Eliseo del Egido García, de 13 años, y cuyo infarto submaxilar derecho (todos los niños asistentes lo padecen) se encuentra a la vuelta notablemente disminuido. Era presidente de la Colonia Escolar Manuel Diz Bercedoniz, Ingeniero Jefe de Obras Públicas de la Diputación leonesa (y futuro constructor del Puente de Requejo unos años después), quien había dispuesto la participación “de un colono de cada Partido Judicial, de familia pobre, de entre 9 y 12 años, que sepa leer y escribir, y que necesite los baños de mar por su constitución enfermiza, débil o linfática”. Más de la mitad de lo que costó realizar la Colonia (3.959 pesetas) se sufragó por suscripción popular (2.386 pts.). En el verano de 1931 continuaban realizándose aquellas Colonias Escolares para niños y niñas de las Escuelas Nacionales leonesas y del Hospicio Provincial en la misma playa de Salinas, y se continuaba eligiendo de entre los propuestos a los infantes más necesitados fisiológicamente, a los que se les tomaban los datos antropométricos previamente y a su regreso de las mismas. 

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La Bañeza en la red Embassy.-

    La Bañeza siguió siendo durante todo el siglo XX en el noroeste peninsular importante cruce de caminos, y por ello llegaría a ser en el transcurso de la segunda guerra mundial uno de los eslabones de la red y ruta de salidas clandestinas de refugiados europeos, semitas y otros, que huían de los nazis organizada por los aliados, la que a cargo del médico gallego Eduardo Martínez Alonso los trasladaba (a veces atravesando Europa) por los Pirineos para ponerlos a salvo en Portugal desde Redondela, junto a Vigo, transitando antes por lugares como Jaca, Pamplona (quien debía de ser un fraile capuchino se ocupaba de proteger a los que entraban por Navarra), Miranda de Ebro, el madrileño Café Embassy (Salón de té, importante nudo de la red en su trastienda y en la vivienda de su dueña, encima de aquel sofisticado y frívolo local, además de lugar en el que recalaban todo tipo de espías de unos y otros contendientes), el Hotel Oliden de León, y Tui, “donde algún párroco acogía a grupos de jóvenes extranjeros a los que acompañaba a cruzar por el Miño a Portugal vestidos de seminaristas”.

<<<<<< El madrileño salón de Té Embassy en los años 40.

   También se ocupaba la organización de salvaguardar y recuperar para proseguir combatiendo a los aviadores aliados derribados en suelo francés, y lo hacía colaborando a veces con la trama de espionaje urdida también desde la misma embajada inglesa para favorecer sus intereses bélicos y proporcionar en las costas del noroeste español a los opuestos al Eje un lugar para el desembarco de sus tropas alternativo al que en junio de 1944 se llevaría a cabo al final en Normandía, trama ampliamente extendida por dicha geografía, a cargo del leonés Lorenzo Sanmiguel Martínez (abatido en octubre de 1942 por guardias civiles en León, tras ser descubiertas sus actividades), y en la que participaron como agentes numerosos derrotados de la guerra civil y desafectos al franquismo, entre ellos otros muchos leoneses como el padre (Emilio), la madre (Urbana), el tío (José Sanmiguel Herrero), y dos hermanos (Juan y Carmen) de quien la dirigía; las hermanas Luisa, María y Cecilia Sanjuán Fernández, amas de casa domiciliadas en Astorga las dos primeras y la última en la Virgen del Camino; Javier Díez Natal, maestro de Hospital de Órbigo, depurado y escondido hasta 1940 como “topo” en Bercianos del Páramo, el pueblo de sus padres adoptivos; Mauro Santos Fidalgo, vecino de Veguellina de Órbigo; el abogado leonés Eleuterio Díez Parrado, natural de Pobladura de Pelayo García; Félix Martínez Díez, confitero nacido y residente en Astorga; y  Josefa Antón Gomara, ama de casa bañezana vecina de León.

Vigo solía estar “excesivamente vigilado, y cuando ven aparecer un coche británico con matrícula diplomática (en tales vehículos desplazaban a los perseguidos a los que se daba amparo), de acuerdo con la Gestapo, están muy pendientes de sus movimientos”, por lo que se trataba de burlar la vigilancia haciendo noche en la carretera. Otra alternativa era “desviarse por Santiago de Compostela vía Porriño…, y hacer noche en La Bañeza, o en el Hotel Oliden de León, viniendo desde Madrid. El director del  alojamiento en La Bañeza es amigable y no suele pedir documentación, y si lo hace pide solo la del propietario del coche (del Cuerpo Diplomático inglés), a quien se le carga la cuenta. Una copia del registro va a la policía, pero si se llega después de las 10 de la noche, la policía no la recibe hasta el día siguiente, cuando los huéspedes ya han salido del hotel. Los salvoconductos se pueden falsificar con facilidad. Si las personas no tienen aspecto muy extranjero, pueden pasar por españoles, como en el leonés Hotel Oliden, donde son un poco más estrictos y no deben dejarse ver demasiado, en cuyo caso, deberán registrarse como españoles y como chóferes del coche. Deberán salir para Vigo por la mañana muy temprano. En verano es más fácil el proceso, porque no hace falta hacer noche en la carretera. No me atrevo a sugerir la ruta de Salamanca (por la frontera entre Ciudad Rodrigo y Fuentes de Oñoro, por la que se había “contrabandeado” a veces a perseguidos polacos y a prisioneros extranjeros liberados o evadidos de cárceles y campos de concentración españoles, como el de Miranda de Ebro), pero no hay ningún motivo por el que la ruta Vigo-norte de Portugal  no deba utilizarse con éxito”.

    Tal aparece en uno de los informes que en 1942 hacía llegar el médico Eduardo Martínez a los responsables británicos de aquella red de evasión. El alojamiento de La Bañeza al que se alude era previsiblemente el del Hotel Magín (años más tarde Hotel Madrid; regentado por Magín Perandones de la Fuente, hijo de José Perandones Cabo), único de tal categoría en la ciudad entonces, pues el otro de los dos existentes en los años anteriores, el Hotel Victoria (Hotel Reina Victoria en los años de la dictadura de Primo de Rivera), no volvió a funcionar como tal después de ser requisado al inicio de la guerra civil a su dueño (socialista) para instalar allí un cuartelillo de Falange que en 1940 aún se mantenía, acogiendo luego durante años diversas sedes de los organismos juveniles y otros del franquista Movimiento Nacional.

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De Comedias y comediantes.

(A quienes aún practican y mantienen esta tradición tan nuestra).-

     El origen del teatro en España gira en torno a dos fiestas religiosas: Navidad y Pascua de Resurrección. Al final de las ceremonias sacras solían interpretarse junto al altar algunas escenas de la vida de Jesús. Poco a poco van introduciéndose en ellas elementos profanos ajenos a la religión, convirtiéndose en verdaderas actuaciones teatrales que pasan a ofrecerse en los atrios de las iglesias. Finalmente los elementos profanos superan a los religiosos y el teatro se convierte en un espectáculo para el pueblo, representándose ya en las plazas públicas

Es muy probable que la actividad y la afición a las representaciones teatrales, a las comedias, que desde tiempo inmemorial se viene dando en nuestro pueblo, Jiménez de Jamuz, mantenida también en otros muchos lugares hasta tiempos no muy lejanos, provenga en parte de su cercanía a La Bañeza y de la imitación de las religiosas (autos, misterios, milagros o ejemplos) y de las profanas (farsas, juegos de escarnio o farándulas) que en esta villa, propiciadas por sus gremios y cofradías, ya se dieran desde la Edad Media, como sucedía el 16 de agosto de 1629, cuando en las fechas de las fiestas patronales el célebre comediante y autor de comedias Roque de Figueroa estaba con su compañía en la localidad, donde se contrataba para ir desde aquí a representar a Medina de Rioseco, una más de las muchas ambulantes que en ella recalaban a lo largo de aquellas centurias.

Hasta los finales del siglo XVIII las comedias se prohibieron durante muchos periodos, lo que había generado el abandono y el deterioro de algunos teatros o casas de comedias. Tampoco veía la Iglesia por entonces con buenos ojos la celebración de comedias en nuestros pueblos, que sus párrocos entendían como actos de disipación y desenfreno, como muestra la afirmación que el de Nogarejas pone en 1893 en boca de la condesa de Lerma, madre del duque de Uceda, señor de la jurisdicción de Castrocalbón y Nogarejas, de “preferir que la saquen muerta de las asistencias de una cocina, que del patio de las comedias…”.

Como reseñaban las publicaciones bañezanas y las provinciales, se daban veladas y funciones teatrales también en otros pueblos del contorno y de toda la provincia, pero en el nuestro llegaron a adquirir naturaleza de arraigada costumbre y carta de presencia imprescindible en las señaladas fechas de Santo Toribio y del domingo y el lunes de Pascua, en cuyas tardes se representaban las Comedias en la plaza mayor, improvisado foro presidido por un gran escenario previamente preparado y coronado por la enseña nacional que ondeaba en lo alto del más enhiesto chopo, cortado y traído para la ocasión de nuestros campos, testigo de los aplausos que el plantel de aficionados actores y actrices solía cosechar de las multitudes que desde la cercana villa y los pueblos comarcanos se desplazaban para presenciar los esperados dramas que allí se escenificaban. Alguna vez el drama sucedió fuera de las tablas, como cuando en 1890 “se armó la gorda”: se representaba una comedia de capa y espada y recalaron por la plaza un grupo de bañezanos con ánimo de burlarse de los comediantes, así que los cómicos saltaron del tablado armas en ristre y se organizó allí la de tirios y troyanos, que terminó cuando los corridos visitantes hubieron de cruzar el río Jamuz despavoridos, y no por el puente de madera que entonces lo franqueaba. 

De aquella representación en la Plaza Mayor (de la Constitución), que no se concluyó, y de los sucesos en ella desatados, en los que participó medio pueblo de Jiménez (y no lo hizo la Guardia Civil desplazada para la ocasión porque un arriesgado jiminiego sujetó las riendas de sus caballos impidiéndoselo) tenemos además la versión del abogado bañezano Gaspar Julio Pérez Alonso (que firma Zascandíl; ambas versiones serían sin duda interesadas y parciales) en su sección “Carta de La Bañeza” del periódico leonés El Alcázar del 27 de abril de aquel año, según la cual “en el escenario, como en patíbulo, habrían ejecutado los actores al autor del comedión y lucido sus habilidades tanto de interpretación como de filología y las maravillas de su indumentaria (soldados romanos con fusiles modernos y vestidos como la caballería española, a cuyo cuerpo debieron de pertenecer los “melitares” que actuaban y del que conservaban los uniformes), y bajando del tablero un comediante comenzó a repartir cachetes y puñadas a diestro y siniestro, suspendiéndose la continuación de la comedia y viéndose acometidos los bañezanos, que a su vez acometieron dignamente dando y recibiendo estacazos y contribuyendo a la momentánea dispersión de los jiminiegos, que repuestos la emprendieron a pedradas, volando sillas y bancos y convirtiendo la plaza en un campo de batalla semejante al de Agramante. En fin, se armó un tiberio monumental. Y menos mal que la entrada fue gratis, aunque así y todo, seguro que si el autor ve en Jiménez su obra reniega de escribirla o empieza a sablazos contra los cómicos y los echa del tablero”.

<<<<<<<  Grupo de teatro aficionado de Santa María del Páramo. 1927

Durante los años transcurridos entre el final del siglo XIX y los inicios del XX se continuaron representando en nuestro pueblo mas “cumedias”, como decían los naturales del lugar (aunque a veces son dramáticas / y, no pocas sainetescas), en una tradición mantenida y realizada por gentes de aldea, cómicos que el arado dejaron / la tarde anterior, y vuelven / a la mañana siguiente / a encorvarse con la esteva, por bravos amigos del arte / a los que jamás arredra / representar cualquier obra, como dirá Nicolás Benavides Moro en el poema de igual título incluido en su libro de 1920 Por mi tierra de León, quien les recomienda que si alguien ríe vuestras frases / y vuestras obras comenta / con sorna, no le hagáis caso / y continuad con firmeza / la pintoresca costumbre / de representar “cumedias”, / que más vale que los hombres / se honren en estas empresas / que se estén degenerando / metidos en la taberna.

Por entonces, en mayo de 1916 desde el semanario bañezano La Crónica se clama contra las perjudiciales comedias pueblerinas y se pide a los maestros, sacerdotes y autoridades “que aconsejen y aún ordenen que se destierren las representadas en esos pueblos de Dios que toman el teatro como cartelón de coplas de ciegos y cuyos actores son gente inculta que no tratan más que de mostrar ellos como manejan el trabuco y llevan un cuchillo al cinto, y de salir a escena las mujeres con sombreros y cintajos ridículos, comediantes que cultivan obras tontas y fatales para su desgracia y que han de aprenderse de memoria párrafos kilométricos, a lo que han de dedicar varias horas diarias que podían emplear para instruirse un poco, y así seguramente dejarían de darse las batallas campales que con frecuencia se vienen sucediendo entre los pueblos en los que esta clase de comedias y tragedias horripilantes se representan una o varias veces en el año, sin más argumentos ni razones que el puñal y la pistola y de tan funestos resultados para los comediantes, a los que inducen y empujan a cometerlas con amigos y paisanos sin más motivo que la incultura y porque son de otro pueblo sus enemigos”.  

El 31 de enero de 1926 un grupo de diletantes, dirigidos por José Marcos de Segovia, pone en escena en el bañezano Teatro Seoanez (de su orquesta era director Odón Alonso González) no una sino dos obras, como era la costumbre de la época: la primera el drama en verso de José Zorrilla El puñal del godo, seguida de la comedia lírica La chicharra, cuya interpretación fue insuperable, estando magníficos todos, ellas y ellos, Herminio Berciano Castro, Ramón Santos Prada, Francisco Miranda y Alfredo Fernández Falagán (que actuaba con frecuencia en otros grupos teatrales) entre estos.

Al remate de los años veinte del pasado siglo en numerosos pueblos leoneses se representaban comedias en plazas públicas todavía al estilo del teatro en los tiempos de Juan del Encina y Lope de Rueda, sin descanso en los entreactos para espectadores ni actores, pues en ellos cantaba el coro, oculto entre arpilleras y colchas que oficiaban de decorados y telones. En las comedias de capa y espada, las de mayor aceptación, no pueden faltar los sables y pistolones que hagan rodar por el escenario muchas víctimas (“comedia sin sables y sin víctimas es comedia perdida”), por eso se representa el Tenorio con tanto éxito y en casi todas las aldeas, sorteando incluso las dificultades de aprenderse los papeles de quienes no saben leer a fuerza de leérselos en alto los que saben, desde meses antes, después de los trabajos cotidianos (y del rosario) en las noches de ensayo, dirá en su Vendimiario Menas Alonso Llamas.

El 11 de enero de 1933 el que era director de La Opinión, Antonio Alonso González, estrenaba en aquel mismo teatro su obra Flor del Valle, “comedia en tres actos y en prosa ambientada en el sabor de nuestra tierra y en los detalles de nuestro vivir”, representada por aficionados que tienen la laudable pretensión de instituir con la recaudación obtenida varios premios para los niños pobres de las escuelas gratuitas; mejor interpretada por las actrices (Pilar y Antonia Casado, Pilar Valderas -hija de Augusto-, Lola Martín y Raquel Madroñero), pero buenos ellos también (incluido el autor-actor, Baudilio y Gonzalo Fernández Pérez, José Olegario y Emilio Fernández González, Nicolás Moro y Julio Valderas). Contenía el programa de la velada teatral una Sinfonía antes del estreno de la obra, a la que seguía el gracioso monólogo Una cocinera, a cargo de una de las actrices; otra entonará después, acompañada a la guitarra, unas canciones argentinas, tras lo que “un grupo de bellísimas señoritas cantará algunos coros de conocidísimas revistas o zarzuelas”.

Unos días después Alfredo Fernández Falagán publica en aquel mismo semanario una autocrítica a su obra de teatro María-Antonia, “drama vulgar en tres actos, en prosa”. En breve se estrenará, se dice el 21 de enero, lo que se hizo el día 25 en el Teatro Pérez Alonso, con excelente interpretación de las señoritas Toral, Acebes, Ferrero y Cubero, y de los jóvenes González, Martín, Cabo, Flórez y Berciano, además del veterano señor Sierra (con mención honorífica; debía de tratarse de Gregorio, padre de Eugenio y de Tomás). Siguió a la pieza principal la puesta en escena del dúo de zarzuela de costumbres leonesas El gaitero, en la que se lucieron Susana Acebes y Sierra, “que aún conserva buena voz, buen oído y mucha vis cómica”.  

El 4 de abril de 1934 un grupo de jóvenes aficionados bañezanos llevaba al escenario del Teatro Pérez Alonso la comedia en tres actos Mamá (atribuida a Gregorio Martínez Sierra, aunque escrita en realidad por su esposa María Lejárraga), cuya recaudación era a beneficio del Colegio de Huérfanos de Telégrafos, como harían el día 16 en el Teatro Coyanza de Valencia de Don Juan (donde por entonces ejerce de Notario el bañezano Emilio de Mata Alonso), en una representación admirable en la que fueron aplaudidos todos los intérpretes, celebrándose después un brillante baile en el Casino. En el mismo teatro se estrenaba el domingo 10 de junio el nuevo drama en tres actos del bañezano Alfredo Fernández Falagán titulado Bibiana, llevado a escena por aficionados, y el 24 de julio la corporación bañezana da las gracias al presidente del Cuadro Artístico Ferroviario de La Bañeza por su invitación a la función teatral que celebrarán al día siguiente.

Aquel Cuadro Artístico invita a finales de abril de 1935 al consistorio (que lo agradece) a la velada de teatro que en el Pérez Alonso realizaba el día 30 a beneficio del Hospital de la Vera Cruz y de Don Juan de Mansilla de la ciudad, agradecimiento que también les hará llegar el 9 de mayo a sus componentes desde El Adelanto José Marcos de Segovia en nombre de la cofradía que lo administra, artistas a los que dedica muchos aplausos y traslada efusivas gracias por la entrega que a sus fondos han hecho de las 86,60 pesetas recaudadas.

    Conocemos por lo que El Adelanto noticia el 8 de abril de 1950 qué obras se representaban por aquellas fechas en algunos pueblos del contorno bañezano: en Genestacio, las mocedades pondrán en escena El soldado de San Marcial, y el mismo drama se verá en Villoria de Órbigo; en Miñambres, Sangre gemela y El rorro; Huerga de Garaballes se deleitará con El lindo Don Diego; en San Cristóbal de la Polantera se llevará a las tablas Un lance de honor. Guzmán el Bueno en el sitio de Tarifa; en Valcabado y Brime de Sog, La vida es sueño; y el elenco artístico de Fuente Encalada pondrá en Castrocalbón (donde también “se preparaban obras de teatro y se daban recitales”), El jorobado o el juramento de Lagardere.

Representación de La muerte civil, en Jiménez de Jamuz  >>>>>

En lo que toca a Jiménez de Jamuz, en 1952 ó 1953 se representa el drama Flor de un día, y en 1956 se repite la obra Caín y Abel; en 1957 ó 1958 se escenificó Magdalena, la mujer adúltera, y en el primero de estos años se llevaron a la escena dos obras, La muerte civil, en cinco actos, como interpretación secundaria, y la que era pieza principal, Embrujamiento (prácticamente el mismo elenco actuaba en la una y en la otra), puesta en el Cine Zurrón (que fue antes Cine Villa Alija, competencia de las salas bañezanas y a cuyas a veces anticipadas sesiones peregrinaban gentes de la ciudad en el atestado y achacoso coche de línea del señor Domingo, el que hacía el recorrido a Camarzana), no sin que hubieran primero de enfrentarse a la intransigencia del párroco del pueblo, que tachaba la obra (un éxito sin precedentes, por otra parte) de inmoral. Escenificada en La Bañeza por invitación del ayuntamiento, se llevó a Miñambres, donde el cura los increpó de comunistas y les impidió actuar, volviendo los comediantes al domingo siguiente con el permiso de los responsables de Información y Turismo (que lo concedieron con la condición de que no se permitiera ser vista por los niños), representándola por fin con enorme afluencia de público no solo de Miñambres (donde el sacerdote se quedó solo a la hora del dominical rosario) sino de toda la Valduerna, igualmente bien acogida en Valdesandinas, y no tanto en Regueras por la oposición que entre la gente del pueblo también el párroco sembrara.

Ya en 1960 se prepara la representación de nuevo de El cuchillo de plata, drama en cinco actos y un prólogo que se lleva en el pueblo al escenario de la Plaza (a rebosar de público) y con el que después se gana por unanimidad del jurado compuesto por el general Nicolás Benavides Moro, José Marcos de Segovia, Alfredo Fernández Falagán y Jesús Toral Pascua el primer premio del Concurso de Comedias que en las fiestas patronales se celebra en La Bañeza, compitiendo en la recoleta Plaza de los Cacharros con las obras de los grupos de aficionados de Palacios de la Valduerna, Moscas del Páramo –“célebre durante muchos años por mantener el noble deporte de los aluches o lucha leonesa”, dirá el primero de los jurados en su crónica de entonces en El Adelanto Bañezano- y San Martín de Torres (que participaron respectivamente con las obras Don Juan de Serrallonga y Don Álvaro o la fuerza del sino).

Aquel torneo triangular de teatro al aire libre, como lo calificará en la misma publicación Marcelo Toral Castro (que lo contrapone a los seriales radiofónicos del momento, “de chinchorrerías de hospicio teatralizado, marqueses desaprensivos y mecanógrafas libertinas con las que el pueblo llora”, y que clama por modificar con urgencia el gusto estético de las gentes) se repitió en 1961 en el patio del Colegio La Bañeza, y allí volvieron a triunfar los aficionados jiminiegos con el drama histórico El Cardenal, representado antes en la localidad en el frontón de Serafín Argüello, y cuyo buen hacer en las tablas mereció que a finales de agosto fueran visitados en ella por un grupo de teatro universitario madrileño de los patrocinados por el ministerio de Información y Turismo, después de que la compañía ofreciera al público bañezano tres representaciones de su repertorio, todas con tan aplaudido y caluroso éxito como el que allí cosechó la extraordinaria y gratuita con la que antes de su regreso a la capital obsequiaron sus miembros a este lugar de entregados comediantes, cuyas gentes, “regocijadas y gozosas” (dirá el cronista, el citado Jesús Toral Pascua, cuando en agosto de 2007 lo narre en El Adelanto Bañezano) correspondieron al generoso gesto de los cómicos invitándolos (haciendo tiempo hasta la hora de abrir el telón en el escenario de la Plaza) a presenciar la elaboración de la alfarería local y a merendar en una bodega acompañados por el grupo de actores aficionados de Jiménez, y en ella (“santuario del buen yantar y mejor beber”) el trasiego de viandas y vino de la tierra y los repetidos viajes a la cuba a punto estuvieron de entorpecer en algo el triunfo y los aplausos así y todo conseguidos, aunque obligado se les hizo a los intérpretes madrileños pernoctar en el pueblo aquella noche al amparo de la hospitalidad de sus vecinos, “pues también el conductor del autobús había caído en la trampa de la espita”. El grupo teatral universitario visitante se llamaba La Barca, y “tenía por objetivo fundamental desplazarse a cualquier ignorado pueblo y despertar la conciencia cultural a través del teatro, algo similar a la labor pedagógica que realizara La Barraca lorquiana”, de la que parecía ser trasunto, y de la que ahora, y de su filosofía y planteamientos y hasta del nombre con escaso disimulo, se apropiaba el mismo régimen que antaño había asesinado al poeta que era su alma mater.

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La insurrección de octubre del 34 en algunas localidades provinciales, en Astorga, y en León (donde no se adelantó).

    El día 4 de octubre de 1934, por la tarde, se constituía el nuevo gobierno en el que los ministros de Trabajo, Agricultura y Justicia eran cedistas; aquella noche se acuarteló a las tropas (incluidas las que habían rematado las maniobras en los Montes de León el día 2), y el 5, por orden del Comité Revolucionario, formado exclusivamente por socialistas y presidido por Largo Caballero, la insurrección y la huelga revolucionaria en todo el país estaba en marcha, con poco o inexistente eco en zonas rurales y en algunos territorios, en parte porque el gobierno había tomado medidas en los días anteriores, arrestando a líderes políticos y obreros, clausurando sedes de partidos, sindicatos y centros republicanos, requisando armamento, e intensificando la vigilancia, para devenir en Asturias en revolución (“y en las zonas mineras de León, por aproximación y contagio” –dirá Crémer-, preludio de la sangrienta guerra civil en la que España se vería inmersa en menos de dos años), en sedición en Barcelona, en Madrid se quedó a medio camino entre levantamiento y huelga general, y en otros muchos territorios fue una huelga general con brotes insurreccionales. También en las comarcas mineras de León y Palencia se dio una decidida rebelión, y salvo en estas y en las asturianas, en el “Octubre” español predominó la falta de entusiasmo.

    Igualmente en León, donde los sublevados estaban en combinación con elementos de la Casa del Pueblo y con trabajadores del aeródromo para asaltarlo, dándose en el mismo confusos avatares y oposiciones iniciales a las actuaciones dispuestas por el mando, órdenes ambiguas, ceses y sustituciones fulminantes, y reticencias entre los pilotos a la hora de actuar. En la capital, donde los anarquistas, debilitados por la represión del estallido de diciembre del año anterior, apenas colaboraron en la insurrección, el gobernador civil, Edmundo Estévez Lorenzo, imponía la censura de prensa el día 5 y la suspensión de La Democracia, y en la mañana del 6 el Comité Revolucionario de Enlace con los dirigentes asturianos y las cuencas mineras leonesas declaraba la huelga general en la ciudad. Los guardias de Asalto paseaban con carabinas y se detenía a jóvenes socialistas por ejercer coacciones para lograr el paro laboral. Por la tarde se pretendió impedir la salida de un tren procedente de Valladolid con artillería para Asturias estacionado desde horas antes por una avería, ocupando la vía con mujeres y niños que fueron retirados por los guardias (se condenaría el 19 de enero de 1935 por tenencia ilícita de armas a tres muchachos a quienes se les ocuparon con ocasión de aquel disturbio), y se dieron después sustos y carreras al producirse un apagón de luz por un desperfecto casual que algunos creyeron una señal convenida por los insurgentes (según otras fuentes, lo era para el frustrado asalto a la base de aviación leonesa).

    En las poblaciones agrícolas del sur de la provincia (Sahagún de Campos, Santa María del Páramo o La Bañeza) el movimiento revolucionario tuvo escasa incidencia. Un pretendido conato de huelga en la villa paramesa, que estaba en la vendimia, y que no llegaría más allá, según El Adelanto. En Valderas algún incidente debió de producirse, pues cuando después del triunfo del Frente Popular se decrete la amnistía, aún quedarán en la cárcel de León tres presos valderienses “de cuando la revuelta de octubre”. Otro tanto hubo de suceder en Veguellina de Órbigo, con cinco recluidos también de octubre en aquellas mismas fechas, y donde se produjo sin duda algún altercado relacionado con la Guardia Civil, como denota la detención que allí hace la Benemérita el 25 de octubre de un sujeto herido que pretendía hacerse pasar por su defensor frente a los revoltosos, pero que según El Diario de León (y en la terminología despectiva con la que descalifica a los revolucionarios derrotados) “se trata de un pollo de cuidado”.

<<< Cabecilla revolucionario detenido en Bembibre.

    En cuanto a Astorga, donde los responsables socialistas se mostraron contrarios a toda violencia (hasta el punto de que uno de los miembros del comité revolucionario, Luís García Holgado, se habría marchado de la ciudad –al balneario de Guitiriz, en Lugo- para no participar en la revuelta, lo que no evitará que después sea cesado y desterrado junto con el alcalde, Miguel Carro Verdejo, y algún otro concejal), varios radicales colocaron unos viejos explosivos, que no llegaron a estallar, en el puente de Valderrey con el fin de impedir el paso de los trenes con tropas para Asturias, y se promovió una huelga general solo secundada por los camareros, alguna otra actividad entendida por la justicia como revolucionaria debió de producirse aquellos días, pues el 8 de noviembre el Tribunal de Urgencia de León encausaba a Bernardino Lasalle (será represaliado con prisión después de julio de 1936) y 24 socialistas astorganos más por reunión ilegal (detenidos en la Casa del Pueblo, que fue registrada; otros cinco serían apresados en otras circunstancias y lugares), condenando a Toribio Fuertes Martínez y otros siete a dos meses de arresto y 250 pesetas de multa. Los demás fueron absueltos. Por otra parte, en la Audiencia Provincial el Tribunal de Urgencia absuelve el 5 de diciembre a los hermanos Ángel, Pedro, y Valeriano León Murciego, acusados de insultar en estado de embriaguez a la fuerza pública, guardias de Seguridad de Astorga, el día 14 de octubre, pues “son gentes de orden y se habían dirigido en las jornadas de la revuelta a las autoridades ofreciéndose voluntarios para conducir fuerzas a Campomanes”, como certifica el comandante Germán Madroñero, jefe de las tropas que allí se dirigieron (ellos y algunos otros serán detenidos de nuevo, como significados derechistas, a mediados de abril de 1936). El condenado Toribio Fuertes era en 1932 presidente en Astorga de la ugetista Sociedad de Obreros de la Industria de la Edificación. Él y sus hermanos José (secretario del Centro Obrero entonces) y Rafael (condenado a muerte con ocho más) serán eliminados después del triunfo de la sublevación fascista de 1936. A su hermana Modesta Fuertes la harán viuda del también asesinado Luís García Holgado. 

    Aquel mismo Tribunal, por exhorto del juzgado de Instrucción de Astorga, encausaba el 12 de octubre por coacción a Eugenio Sierra Fernández, de 39 años, casado, tipógrafo, residente desde principios de 1931 en La Bañeza, a donde se había desplazado con su familia desde Astorga, “destacado como directivo de la UGT y organizador de conflictos obreros y huelgas”. Apresado para ser después absuelto, dada la fecha y el lugar de su encausamiento es posible que su proceso y detención no tuvieran relación con la huelga general de octubre y si con hechos anteriores, acaso de propaganda antibélica y opuesta a las recientes maniobras militares, aunque todo parece apuntar a que su detención en Astorga en la noche del 5 al 6 de octubre, en compañía de los hermanos Rafael y José Fuertes Martínez (era en abril de aquel año 1934 director de El Combate -que ya no se publicará desde el 6 de octubre hasta el inicio de enero de 1936-, y su administrador en julio, cuando en un bautismo laico nombra a su hijo como Helios), más bien lo habría sido por encontrarse preparando allí el paro del siguiente día, en aquellas clandestinas reuniones en las que se detuvo a numerosos astorganos. Ya el día 13 llegarán a Astorga más de un centenar de revoltosos de las cuencas asturianas, hechos prisioneros y encarcelados en el cuartel de Santocildes, y también diez revolucionarios heridos, de los que dos fallecían y el resto era ingresado en el Hospital Militar de San Juan Bautista.

    En Alija de los Melones, según narraba el 3 de noviembre El Adelanto, “vecinos en número de 200, al enterarse de que en La Bañeza se había suspendido el mercado por los revolucionarios, y de que estos seguían amenazando, se dispusieron a la defensa constituyéndose en milicia al lado de la autoridad. Los demás pueblos no secundaron la patriótica iniciativa, sin duda por desconocer lo que ocurría. El guardia civil de este pueblo, Octavio Valera Alija, padre de cuatro hijos, fue muerto en un tiroteo con los rebeldes de Sama de Langreo”.

Mujeres de mineros asturianos apresados tras la revuelta. >>>>>

    En Destriana (decía entonces el mismo semanario) “toca a su fin la siembra del centeno, que ha venido retrasada por circunstancias como el poco surtido de abonos minerales en los almacenes, que no han llegado a tiempo por motivo de los fracasados intentos sediciosos. Aquí, aunque no hemos visto nada de lo ocurrido en otros lugares, también sufrimos las consecuencias”.

    Volviendo a lo sucedido en la capital leonesa, lo que en ella no se dio, contra lo que erróneamente han venido señalando algunos autores, fue el adelantamiento de la insurrección en unas horas (bastantes: casi un día y medio), la anticipación el 4 de octubre a la revuelta general por soldados del Regimiento de Infantería Burgos 36, un equívoco seguramente producido por la cercanía de las fechas en las que en 1935 son juzgados algunos militares leoneses que el año anterior habían participado en sendas sediciones, que se dan por conexas pero que no lo fueron:

    Un Consejo de Guerra juzga el 31 de agosto y el 1 y 2 de septiembre en el Palacio de la Diputación los sucesos del aeródromo en la noche del 5 al 6 de octubre de 1934, en los que un grupo de 18 soldados, además del cocinero de una cantina de la base (socialistas, anarquistas y otros revolucionarios, “entre los que no se contaban comunistas, pues no los había en aquel campo de aviación”), con la pasividad de su comandante, Ricardo de la Puente Baamonde, y la complicidad del capitán Núñez (a quien la acusación considera extremista y caracterizado masón) y el sargento Velasco, descerrajaron los armeros arrebatando las armas y municiones y trataron de impedir la salida para Asturias de las escuadrillas de aviones que por orden del Gobierno habrían de practicar reconocimientos primero y bombardear después. Algunos de aquellos soldados se negaron a llevar bombas a los aparatos y otros cortaron los cables de la luz, por lo que a las doce de la noche hubo en la base tres apagones (la señal convenida para su asalto), supliendo la carencia de iluminación con el alumbrado de los coches que se hicieron extraer de las cocheras. En la primera salida de los aparatos para Asturias regresaron sin haber hecho uso de las bombas, y no se utilizaron los aviones que mayor rendimiento podían dar. Tampoco se ordenó que los aeroplanos llevaran ametralladoras, y se mantendrá en la vista (según El Diario de León) que se hizo así  “por no ser de reglamento”.

    Otro Consejo de Guerra, diferente, celebrado en este caso en el Hogar del Soldado del Cuartel del Cid, se ocupa el 3 de septiembre de 1935 de juzgar lo sucedido no el día 4 de octubre de 1934 (“horas antes de que estallara la insurrección”, como inexactamente apuntan ciertas fuentes), sino el 4 de mayo de dicho año, cuando ocho cabos y otros tantos soldados del Regimiento de Infantería Burgos 36 que guarnece aquel cuartel se alzan en sedición negándose a comer el rancho de la cena (se pedirán penas de muerte para cuatro y para los restantes largas condenas de prisión). El plante, acordado ya dos días antes, se había realizado cuando estaba “de cuartel” el capitán Eduardo Rodríguez Calleja como protesta ante la actitud hostil de algunos oficiales (de ella se pretendería informar en un escrito enviado al Heraldo de Madrid) y fue “instigado por elementos perturbadores pertenecientes a partidos extremistas, a los que se ocuparía hojas subversivas de las organizaciones comunistas, anarquistas y sindicalistas contrarias a las fuerzas armadas, panfletos clandestinos que se refieren a oficiales fascistas que persiguen a los soldados amigos del proletariado; a su pretensión de lograr la desaparición de los focos y camarillas de mandos rebeldes de los cuarteles; a las células socialistas, comunistas y revolucionarias que existen en este Regimiento; al coronel Vicente Lafuente Lafuente-Baletzena (que lo rige, y al que califican de fatídico); y al capitán Juan Rodríguez Lozano, a quien alaban”. Se impusieron a doce de los revoltosos penas de cárcel entre los veinte y los dos años, que cumplirían en el duro presidio de Mahón. 

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En torno al astorgano Colegio de La Salle.-

    En Astorga imponía al principio de julio de 1932 el nuevo gobernador civil Francisco Valdés Casas sendas multas de 250 y 25 pesetas “al belicoso curita Ernesto Fidalgo por pronunciar en Ponferrada un sermón injurioso para el régimen y a otro joven tonsurado, excapellán municipal, por exhibir colgaduras monárquicas al paso de una procesión”, y en Santa Marina del Rey el día 13 antiguos upetistas, “convertidos ahora como en tantos otros sitios en los más furibundos republicanistas” denunciaban al alcalde Antonio Sánchez Quintanilla por presidir la procesión del Corpus, por lo que fue destituido (se le repondría el 3 de julio de 1934). También en Astorga desautorizaba la autoridad provincial que se realizasen más encuentros entre los equipos de fútbol Deportivo Astorgano y La Salle, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, (dada la rivalidad y la excitación más que deportiva que animaba y dividía a los jóvenes seguidores de unos y otros), y se suspendía el día 17 por el delegado gubernativo el mitin de Acción Agraria en el Teatro Gullón cuando estaba a la mitad de su desarrollo (parece ser que hubo provocación de elementos socialistas que alborotaron desde el exterior del local en el que se celebraba, según El Diario de León, mientras se asegura desde El Combate que aquellos fueron agredidos por jóvenes agrarios armados que les impidieron el acceso al acto –a pesar de tener invitación-, originándose una algarada en la que también participaron segadores de Galicia que esperaban en las cercanías su contratación –“una oprobiosa peseta o peseta y media por trabajar de sol a sol recogiendo la exuberante cosecha”-, resultando uno de ellos y dos socialistas heridos por los derechistas y por la Guardia Civil –ni el alcalde ni su delegado en el acto la llamaron-, que cargó y apuntó con sus fusiles), y por el gobernador el de Acción Femenina Leonesa antes de su comienzo por la tarde, lo que provocaría un gran alboroto promovido por unas 30 mujeres que gritaron contra el régimen y vitorearon a Cristo Rey y a la monarquía (para cada una de ellas pedirá el gobernador multa de 100 pesetas en aplicación de la Ley de defensa de la República).

    La Sociedad de Exalumnos de La Salle, establecida en Astorga, protestaba ya el 16 de febrero de 1933 en telegrama remitido al presidente del Consejo y al de las Cortes, contra la Ley de congregaciones religiosas que entonces se discute, y que se aprobaba el 18 de mayo convirtiendo en propiedades públicas algunos bienes de la Iglesia, incluidos los colegios que como el de San José que los jesuitas tenían en Valladolid se había trasladado a Curia, en Portugal, donde se desplazaron para seguir sus estudios algunos alumnos (entre ellos uno de los hijos de Joaquín de la Riva, antiguo juez en La Bañeza), que realizaban a final de junio en Zamora sus exámenes. Las limitaciones que imponía aquella Ley serían fácilmente sorteables, y así se constituyó a primeros de julio, por iniciativa y bajo los auspicios de la Asociación Católica de Padres de Familia de Madrid, la titulada Sociedad Anónima de Enseñanza Libre, para la enseñanza privada ajena a la oficial, a la regulada por la Ley de congregaciones, con el propósito de establecer colegios e instituciones adecuadas para una educación y cultura cristianas. Se creó mediante la emisión popular de 16.000 acciones de 50 pesetas, y formaban en su Consejo de Administración directivos de aquella Asociación de Padres y señaladas personalidades de la derecha, Gil Robles entre ellas.

    Uno de los ocho hermanos de las Escuelas Cristianas, docentes en el colegio que la orden de La Salle tenía en la localidad, que junto con un sacerdote, padre pasionista del Convento de Mieres, y dos oficiales de carabineros, fueron fusilados por los revolucionarios asturianos en Turón el 8 de octubre de 1934, Benito de Jesús, había sido profesor en el astorgano Colegio de La Salle de 1929 a 1933 (todos ellos fueron canonizados en 1999).

    En la ciudad maragata, según noticiaba La Luz de Astorga a finales de julio de aquel año, cesaría el próximo septiembre el Colegio de La Salle, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, “como consecuencia deplorable de la Ley injusta”, pero “continuará como otra Escuela regida por maestros de absoluta confianza, cuatro profesores con título que la local Asociación Católica de Padres de Familia (presente en la ciudad desde el final de diciembre de 1931) se encargará de proporcionar” por medio de La Instrucción Popular, sociedad de Barcelona con la que ha contactado. Para afrontar los cuantiosos gastos que tal arreglo representa se abrirá una suscripción popular a cuyo frente están el tesorero Gerardo Gavela y el secretario Olegario Combarros, dirá el 16 de septiembre el semanario católico bañezano El Adelanto.

    Con el laicismo en horas bajas y el repunte de la confesionalidad gubernamental la gestora del ayuntamiento madrileño había resuelto poco antes llamar a las Hermanas de la Caridad para que de nuevo volvieran a encargarse del Colegio de la Paloma, y en Astorga se rendía el 24 de junio de 1935 un férvido homenaje de admiración a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, organizado por la Asociación de exalumnos del Colegio de La Salle, con motivo del XXV aniversario de su fundación.

    La Asociación de Padres de Familia de Astorga está a la mitad de mayo de 1936 consternada con el cierre del Colegio La Salle, cuya incautación, y la de la escuela de monjas de San Andrés, se propone en el pleno municipal del día 25 (dice El Combate), y su alcaldía comunica el 2 de junio que no podrá pagar la casa-habitación a los maestros que sustituyan a las religiosas en las escuelas del Hospicio de la ciudad recién nacionalizadas.

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La Semana Santa bañezana en la República.-

    Se acordaba el 16 de marzo de 1932 en La Bañeza (con los votos en contra de los concejales Liberto Díez Pardo y Joaquín Lombó Pollán) no conceder cantidad ni donativo alguno a la Cofradía de las Angustias para subvenir la tradicional comida de los pobres del miércoles santo, aunque se decidió en la sesión corporativa del 6 de abril satisfacer el impuesto o foro de la Piedad que desde tiempo inmemorial abona el Ayuntamiento a la cofradía de igual nombre y que esta a su vez entrega al Hospital de la Vera Cruz y de don Juan de Mansilla de la ciudad.

    El paisano y militar ilustre Herminio Fernández de la Poza sufragaba en 1933 el tradicional potaje que la bañezana cofradía de las Angustias daba a los pobres (una práctica originada en torno al año 1700 con el reparto del potaje cuaresmal de garbanzos con bacalao a los menesterosos de la localidad en las tres Pascuas (de Resurrección, Pentecostés y Navidad); luego solo a doce necesitados en una sola pascua, y más tarde a pobres y presos, para terminar hoy en día dándolo, en una celebración popular, a todo el que lo pide). Aquella y las restantes agrupaciones de cofrades decidían realizar en La Bañeza las procesiones de Semana Santa, “que se celebraron con devoción y asistencia inusitadas, a pesar de las amenazas socialistas de impedirlas; en la del Viernes Santo por la mañana se arrojaron unas piedras a su paso por la calle Juan de Mansilla, sin que se dejaran ver los autores”. Los republicanos y socialistas bañezanos se manifestaban aquella misma mañana del viernes, día 14 de abril (aniversario de la proclamación republicana), precedidos de la Banda de Música y con discursos proclamados desde los balcones del Ayuntamiento, narraría El Adelanto.

    Otros son los hechos que aparecen en el acta del pleno municipal del día 12: Las cofradías tienen permiso para procesionar, y el concejal Isaac Nistal Blanco pide su suspensión, y la de la manifestación, también autorizada, de los obreros para celebrar el viernes el aniversario de la República, “con el fin de evitar disgustos”. Como tales asuntos son atribución de la alcaldía, el alcalde, Juan Espeso González, rechaza aquella petición, “confiando en la sensatez de los bañezanos y en que no suceda nada, y de suceder él será responsable de su torpeza”. Después, el edil Ángel González González solicita la Banda de Música para la manifestación obrera que la UGT y el Partido Socialista han promovido (de la minoría municipal socialista de cuatro concejales forman parte él e Isaac Nistal), y el regidor indica “tener orden de que el día 14 no haya festejos, pero que si una autoridad superior lo concediera, él hará lo mismo”, y se acuerda solicitar al gobernador civil la presencia de la Banda. Propone el concejal Joaquín Lombó Pollán repartir mil pesetas entre los pobres “para conmemorar la celebración republicana, y con el deseo de no herir los sentimientos de nadie en ese día”. Se discute luego si la Banda de Música es o no festejo, y de así considerarlo, se plantea que no actúe en ninguna manifestación, ni popular ni religiosa. El corporativo David González Moratinos señala que, según el alcalde, el Gobierno impide las celebraciones, y este decide que se consulte con el gobierno civil de la provincia lo que pueda hacerse, suscitándose súbitamente en este punto un escándalo por el numeroso público que llena la sala, sin que se puedan determinar los gritos y voces y quien los profiere, obligándose por ellos al levantamiento de la sesión.

    Mediado marzo de 1934, las cofradías bañezanas hacen preparativos para celebrar la próxima Semana Santa con la solemnidad y las procesiones de costumbre, después de solicitar el día 15, y obtenerlo el 17, el permiso del gobernador civil para celebrarlas, aunque se desconoce aún el 28, miércoles santo (día en el que costeaba aquel año el tradicional potaje servido a los pobres por la Cofradía de las Angustias el joven bañezano Magín Perandones de la Fuente, hijo del industrial José Perandones Cabo y titular del Hotel Magín, que integraba con el Hotel Victoria el censo de los establecimientos hoteleros de la ciudad), “si en las numerosas procesiones de los días de la Semana Santa bañezana se volverá a contar con la tradicional presencia de la Banda de Música”, lo que al final sucedería, contratándola para acompañarlas (según dispone su Reglamento) y pagando sus actuaciones.

     Transcurrida la Semana Santa de aquel año se trataba de comenzar a preparar ya la de 1935, resucitando, a propuesta de quien en El Adelanto firma Salvador Ferreras Mansilla (José Marcos de Segovia, que también firmó Cosme Rojas), la Comisión pro Semana Santa de los años 1928 y 1929 que tan buenos frutos obtuvo entonces. En la recién celebrada, uno de los tres recluidos en la antigua Prisión del Partido y ahora Depósito Municipal de Presos y Detenidos (con otros dos, “como presuntos autores del robo de unos cerdos”; los tres serían liberados el 20 de abril) cantó el día de Viernes Santo sentidas saetas al paso de las procesiones, hecho que en El Adelanto narra en un espléndido y emotivo soneto el ilustrado militar y vate bañezano Nicolás Benavides Moro, no menos magistral que el que dedica a las que aquel mismo año (en religiosa competencia con el preso) obsequiara a los devotos Manuel Cruz Pérez (“Manolillo”), el tonelero introductor en La Bañeza de aquellos cantes tradicionales importados de su sevillana Camas natal cuando de allí vino en 1925 para emplearse en la tonelería que aquí había instalado Emilio Perandones Cabo.  

    El 11 de abril de 1935 autorizaba el gobernador civil las procesiones de la Semana Santa bañezana, y se dispone al poco desde la corporación municipal volver a abonar a la Cofradía de las Angustias 25 pesetas para la comida del “santo potajero” que se sirve a los pobres el miércoles santo, según solicitaba. A la mitad de abril, pasadas las celebraciones religiosas, el director de la Banda de Música, Potenciano Pardo Crespo, denunciaba que uno de sus componentes, Francisco Miranda Toral (será de los primeros paseados en julio de 1936), desobedeciéndole, no concurrió a cumplir con su cometido en la contrata que la Banda realizó entonces para tocar en las procesiones, y acuerda la corporación estudiar su Reglamento por si procede aplicarle la sanción que en él se determine.

    Desde La Bañeza se remite el 27 de marzo de 1936 al gobernador civil instancia del cura párroco solicitando permiso para celebrar las procesiones de la Semana Santa de aquel año, el cual le responde el 3 de abril “que cree que no habría perturbaciones, pero no puede responder del orden público”, denegando el día 7, “por decisión del gobernador”, su autorización para realizarlas, lo que comunicará a don Lucas Castrillo Martínez la alcaldía.  

Proceden las imágenes: La 1ª de La Bañeza de villa a ciudad. 1895-1995. Las restantes del Blog de la bañezana Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. 

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Los inicios de la segunda República en Astorga y en León.-

    Fue Sahagún de Campos la segunda localidad en proclamar la Segunda República, y lo hizo a las siete y media de la mañana del día 14 de abril de 1931 Benito Pamparacuatro, liberal y de izquierdas, después de que las urnas dieran allí el triunfo a los candidatos republicanos y a él mismo el mayor número de votos, desde el balcón del ayuntamiento en el que ondeaba ya la bandera tricolor y ante numerosos campesinos y obreros, “en medio del orden absoluto, con una banda de música recorriendo las calles, con grandes festejos y el comercio cerrado en señal de regocijo”, dirá al día siguiente El Socialista. El 3 de julio de 1931 el presidente del Gobierno provisional concede el título de “Muy Ejemplar Ciudad como reconocimiento público y perdurable a la despierta civilidad de Sahagún y a su espontáneo y vibrante gesto de civismo y democracia”, como por un decreto del 29 de abril se había hecho ya con Jaca y Éibar. El documento acreditativo de la concesión de tal honor se mantuvo escondido dentro del retrato del dictador Francisco Franco que durante los casi cuarenta años de su régimen presidió el salón de plenos del ayuntamiento, hasta descubrirse al ser retirado con la recuperación democrática. El segundo alcalde más presuroso en declarar abolida la monarquía, después de serlo hasta 1934, caería asesinado por sicarios falangistas, a los 39 años, el 4 de agosto de 1936 en San Andrés del Rabanedo, tras haberle obligado a firmar un documento por el que renunciaba a todas sus propiedades.

    El advenimiento de la República fue acogido en toda la provincia de León, al igual que en el resto de España, sin incidentes y con grandes muestras de ilusión y de esperanza (aunque solo en dos de sus villas, Murias de Paredes y Sahagún triunfaron rotundamente las candidaturas republicanas), especialmente en las cuencas mineras y en la capital, donde las nuevas autoridades se hicieron cargo de los distintos centros de poder según las instrucciones de Madrid, ocupando interinamente el gobierno civil el republicano Publio Suárez Uriarte, que el día 16 alumbra un bando en el que llama “en los momentos de organización del nuevo régimen, a la cooperación reflexiva y abnegada de obrar con prudencia y esperar con firme confianza”, ambiente y situación de calma y colaboración ciudadana que serán los que presidan en todo el territorio provincial los primeros meses republicanos, y aún el tiempo posterior hasta 1933, cuando comiencen a enturbiarse y enrarecer las relaciones entre los monárquico-conservadores y los progresistas. El aplastante triunfo republicano en la demarcación leonesa, muy superior porcentualmente al resto de las provincias de Castilla y de León, no fue fruto de la casualidad. La vocación republicana de los leoneses hundía sus fuertes raíces en los primeros conatos de implantación institucional del último tercio del siglo XIX.

    En los inicios republicanos en la ciudad de León no se fue más allá de celebrar una manifestación a las doce de la noche del día 14 en la Plaza de la Libertad –antes nombrada de Santo Domingo- (a la salida de los teatros y cafés) en la que algunos significados republicanos aconsejaron repetidamente el orden y que entre disparos de cohetes, entusiastas vítores republicanos y mueras contra la monarquía, se dirigió al consistorio para quemar allí un retrato del monarca retirado del salón de sesiones, de tocar varias veces en la madrugada las campanas del reloj municipal, y de colocar una bandera roja en la Plaza Mayor, en la estatua de Neptuno, para terminar concentrándose ante el gobierno civil aclamando al nuevo régimen, sin que tuviera que intervenir la fuerza pública (según relatan El Diario de León del 14 de abril y El Debate, El Liberal y otra prensa madrileña del día 15). “Emocionantes explosiones de entusiasmo inmediatos a la proclamación de la República en la capital leonesa, sin el menor incidente. Músicas, soldados y pueblo. Retratos a la pira, coronas desgajadas, y… republicanos a granel. Se han desbordado las comisiones de los pueblos: todo el mundo es republicano (hasta los monárquicos de toda la vida). Todo va bien. El Diario de León, que hizo una campaña insidiosa y puerca contra nuestros hombres e instituciones, está ahora manso como un cordero…”, escribía el 16 de abril el socialista Vicente Valls a Luís de Azcárate. Victoriano Crémer añadía una Plaza de San Marcelo llena de personal bullente, gritador de proclamas y jaranero, que tomó un cierto tono de romería, cubierta de banderas y de gorros frigios salidos de no se sabe dónde; el pequeño lío que la muchedumbre se hace con las músicas y letras del cancionero y los himnos hasta entonces levantiscos, que tampoco conocían los músicos de la Banda Municipal traídos de su local de ensayo en el Hospicio para poner fervor en el festejo, y la marea de gentes eufóricas que se dirigen al domicilio del ilustre tribuno don Publio Suárez para proclamarlo gobernador civil, que las arenga y las invita a volver a sus casas y esperar confiando sus destinos a los nuevos padres de la patria cuando España y León estrenaban República.

    A última hora de la tarde del 14, al conocerse la resignación de poderes del rey, se organizó en Astorga una nutrida manifestación, de obreros casi en su totalidad, que portando banderas republicanas y del Centro Obrero se dirigieron al ayuntamiento vitoreando la nueva forma de gobierno y disparando multitud de voladores para proclamar la República después. A mediodía del miércoles, día 15 de abril, se constituyó el nuevo ayuntamiento provisional entregando el alcalde saliente sus poderes a los comités socialista, obrero y republicano de la ciudad, que designaron a Miguel Carro Verdejo para ocupar la alcaldía. El comercio cerró sus puertas y por la noche la Banda Municipal de Música amenizó el paseo de la Plaza Mayor. Al periódico astorgano La Luz de Astorga se le impuso multa de 125 pesetas por haber publicado una noticia tendenciosa a juicio de la autoridad (todo ello tal como lo noticia El Diario de León del día 17).

<<<<<<  Plaza Mayor de León, o del Mercado, entonces con la estatua de Neptuno.

    En el ayuntamiento de León (al que correspondieron 11 concejales republicanos, 7 socialistas, y 8 monárquicos) se hizo el traspaso de poder el día 15, sin incidentes y en medio del calor popular (“tras una inicial y testimonial resistencia del alcalde cesante al recién designado gobernador civil”), haciéndose cargo del mismo el socialista Miguel Castaño Quiñones, el candidato más votado de la ciudad. En la provincia leonesa los resultados fueron de 169 concejales monárquicos y 59 antimonárquicos (según el periódico ABC del día 14 de abril).

    En Astorga (con 15 concejales monárquicos y 6 socialistas), Ponferrada (con 12 garcíaprietistas, 2 centristas monárquicos, y 3 republicano-socialistas, de los 18 ediles que lo conformaban), y La Bañeza triunfaron las candidaturas monárquicas de los liberales-demócratas garcíaprietistas. En los dos distritos de la ciudad episcopal votó poco más de la mitad del censo y la elección se verificó con gran animación. En la ciudad minera ganaron los monárquicos a pesar de concurrir divididos a la lucha.

    Las elecciones del 12 de abril fueron en los siguientes días “reclamadas” en La Bañeza (como en otros muchos lugares, también de la comarca y la provincia), lo que originaría aquí y en todos aquellos cuyas alegaciones se aceptaron y a la altura de mayo la sustitución de aquellas primeras corporaciones por comisiones gestoras designadas desde los gobiernos civiles provinciales, en aplicación de la normativa que atribuía a éstos tales prerrogativas (usadas, por cierto, abundantemente durante el periodo republicano por los gobiernos de uno y otro signo: los reformistas, los conservadores del “bienio negro”, y los del Frente Popular)

    La casi totalidad de los ayuntamientos “protestados” y sustituidos serían repuestos tras las nuevas elecciones del 31 de mayo, llegando apenas a un 5% el número de los destituidos. La sustitución de los concejales electos el 12 de abril en los ayuntamientos en los que se incoó expedientes de irregularidades en los comicios de aquel día se había denunciado desde El Diario de León, decidido partidario antes y después de ellos de los sufragios restringidos de la monarquía y de las alcaldías impuestas por los soberanos designios de las Reales Órdenes.  

    Después de que el día 8 de mayo se dispusiera para el 24 la proclamación de los nuevos candidatos y la continuidad en los ayuntamientos protestados de aquellas comisiones gestoras en tanto no se posesionen los concejales que se elijan el día 31, en nuestra tierra se repitieron los comicios y las consiguientes votaciones en Alija de los Melones, Cebrones del Río, La Bañeza (con el resultado de “8 de la conjunción republicano-socialista, 2 liberales monárquicos, y 2 conservadores monárquicos”), Santa María del Páramo (“3 republicanos y 6 monárquicos”), Laguna de Negrillos, Santa Elena de Jamuz, Urdiales del Páramo (se eligieron a “6 republicanos y a 3 republicanos de la izquierda”), y Zotes del Páramo (salieron elegidos 6 monárquicos, 1 socialista y 1 republicano), además de en Astorga (“5 republicanos, 3 socialistas, 5 independientes y 2 agrarios”), Bembibre, Ponferrada (triunfaron las candidaturas republicano-socialistas), Benavides de Órbigo, Grajal de Campos, San Justo de la Vega, Villarejo de Órbigo y Valderas (“4 socialistas, 3 republicanos y 4 republicanos de la derecha”), donde se había producido un conato de motín al cesar el ayuntamiento interino y tomar posesión una comisión gestora formada por republicanos de nuevo cuño, que hubieron de ser cambiados a su vez por socialistas (como anunciaba El Diario de León de los días 19 y 21 de mayo y 1 de junio).

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De la monarquía a la Segunda República Española. (El fraternal cambio de régimen vivido en La Bañeza).

Alcaldes republicanos de La Bañeza (II).-

Nunca unas elecciones municipales suscitaron tanto interés ni fueron tan trascendentes como las del domingo 12 de abril de 1931, planteadas como un verdadero referéndum sobre la adhesión o no al régimen monárquico (como “elecciones legislativas y constituyentes”, según diría Melquiades Álvarez en el ABC del día 15 de abril). En León y su provincia, como en el resto del país, la jornada electoral transcurrió tranquila en medio de la expectación por la incertidumbre de los resultados. En la provincia leonesa el triunfo de los coaligados de la conjunción republicano-socialista fue abrumador.

En la capital del partido bañezano no se produjeron incidentes, y “en las escuelas públicas, el mismo escenario por el que pasaban años atrás conducidos como manso rebaño un buen número de votantes, y espacio esta vez de la gran obra de civismo bañezano” ganaron los dinásticos con 7 regidores liberales-demócratas (Eugenio de Mata Alonso, Celso Ares Alonso, Marcelino Martínez (Simón), Liberto Díez Pardo, David González Moratinos, Herminio Nistal Luengo, José Román) y 4 conservadores (José Santos Pérez, Manuel Ferrero Nuevo –era representante de la compañía Assurances Generales-, Juan Espeso González, José Ramos Pérez), empatando Iñigo Llanos (liberal) y Toribio González Prieto (de la Conjunción Republicano-Socialista), que consiguen sendas actas. Después del escrutinio, realizado a las cuatro de la tarde, corrillos y gran paseo en la Plaza Mayor. Al día siguiente, lunes, no hay prensa y todo son rumores sobre lo que está sucediendo en el país; “a la medianoche por teléfono se anuncian graves acontecimientos, y hasta la proclamación de la República. Se extiende la noticia, y la incertidumbre, por las sociedades y cafés”.

El martes, “por la tarde la pizarra de La Opinión va dando cuenta de la transición de poderes según van recibiendo noticias por radio y conferencia; la muchedumbre se agolpa y las recibe con júbilo. A las siete se reúne el Comité Revolucionario local en la Casa del Pueblo (la que ocupaban en el edificio compartido con la Asociación La Caridad) para dirigirse desde allí en manifestación y en perfecto orden al ayuntamiento, en el que su presidente, Félix Cardillo Puerta hace saber al alcalde Ildefonso Abastas Prieto que se ha instaurado la República en España, y aunque aún no tiene orden oficial de entrega de poderes, este se muestra dispuesto a traspasarlos cuando el Comité lo estime conveniente, lo que acuerdan hacer al día siguiente al mediodía, después de conferenciar con el gobernador civil y a pesar de la orden portada por un delegado del Comité Revolucionario provincial de recibir en esa misma fecha la alcaldía. Después de izada la bandera republicana en la Casa Consistorial, el secretario del Comité local, Felipe Alonso Marcos, desde uno de sus balcones transmite los acuerdos al pueblo reunido en la Plaza Mayor, y con vivas a España y a la República continúa la manifestación con todo orden”. Así lo contaba quien firma  El Alguacil Corchuelo (José Marcos de Segovia) en aquel semanario el día 19. Tal vez para hacerse perdonar su pasado republicanismo Felipe Alonso Marcos entregaba a la mitad de enero de 1937 un donativo de 125 pesetas para el comedor de Asistencia (Auxilio) Social, lo que no evitará que en 1939 se le tenga por masón.

En La Bañeza, el día 15 de abril por la mañana (“Sol abrileño. Fiesta. Comercios cerrados. Alegría y animación en los primeros grupos callejeros”, diría La Opinión) una nueva marcha de nuevo presidida por el Comité Revolucionario se encamina desde la Casa del Pueblo a la Casa Consistorial, en la que a las once se constituyó en su sala de sesiones en sesión extraordinaria el ayuntamiento pleno (lo presidió el alcalde saliente Ildefonso Abastas Prieto, y fueron ausentes los concejales Tomás Antúnez Fernández y Doroteo Alonso Sastre) último de la monarquía, para resignarlo junto con la alcaldía en el Comité Republicano Socialista de la ciudad, cuyos miembros acompañan a los corporativos que cesan en sus cargos, y que conformaban Félix Cardillo Puerta, Manuel Martín Martín, Toribio González Prieto, Joaquín Lombó Pollán, Severino Muñoz Velasco, Ángel González González (el padre), Narciso Asensio Asensio, e Isaac Nistal Blanco (todos los anteriores habían sido candidatos municipales), Santiago Vidales Manjón, Porfirio González Manjarín, Felipe Alonso Marcos y Ramón Santos Prada, “animados de un alto espíritu ciudadano”, al decir del señor Abastas Prieto (en febrero de 1937 será nombrado delegado gubernativo para el partido judicial) al resignar su autoridad, “con satisfacción y confiado en que ha de ser beneficioso para la ciudad que todos aman”.

Agradece sus palabras el señor Cardillo Puerta, y añade que “representando la monarquía la historia del pasado y la República el porvenir para hacer una España grande, habrá que olvidar toda clase de rencillas y en una amplia cordialidad y amistad seguir el elevado ejemplo de ciudadanía que en esta transición ha dado España entera, realizando una revolución como no existe otra en la historia, y por tanto, al hacerse cargo de la alcaldía en nombre de la República, quiere que el acto de transmisión de poderes entre alcaldes que cesa y que entra se adorne de toda solemnidad, reintegrando al pueblo a los concejales cesantes con un abrazo de hermanos que ha de efectuarse en la Plaza Mayor a la finalización de la sesión”. A continuación pasa a ocupar la presidencia y recibe del alcalde saliente las insignias de mando.  

Parecidas celebraciones de júbilo republicano debieron de darse en La Bañeza.  >>>>>>>

En lo administrativo el ayuntamiento ha de seguir rigiéndose por las ordinarias normas de funcionamiento, había señalado también el nuevo alcalde, cuyas palabras, como las del sustituido, fueron acogidas por el mucho público asistente con aplausos y con murmullos de satisfacción, para acoger el congregado en la plaza a las corporaciones entrante y saliente con vítores y aplausos cuando en su centro y a los acorde de la Marsellesa ejecutada por la Banda Municipal de Música ambos regidores, el elegido y el depuesto, aclamados por la muchedumbre se dieron un efusivo abrazo, continuando la manifestación “con mucho entusiasmo pero con muchísimo orden”. Por la tarde el pueblo en fiesta celebra los acontecimientos y la Banda da un concierto escuchado por el nutrido vecindario que pasea por la Plaza.

El día 16 de abril, a las siete de la tarde, se reunió la nueva corporación bañezana, estando la sala de sesiones invadida de numeroso público, al que el flamante munícipe Félix Cardillo Puerta dirige una alocución manifestando su satisfacción por la implantación del nuevo régimen que anuló la causa que nos llevó al envilecimiento, en unas fechas de júbilo para todos, “aunque no para los bañezanos, ya que éstos reflejaron en las urnas su predilección por lo que moría” (aquí habían triunfado los monárquicos). Añade “sentir que la intervención que se les encomienda no pueda ser tan activa como exige el cumplimiento del amplio programa que hay que desarrollar, una verdadera revolución administrativa”. Según el artículo 56 de la Ley municipal de 1877 se eligen dos tenientes de alcalde y un concejal como procurador síndico, el primero de aquéllos Ramón Santos Prada (impresor, era presidente de la Agrupación Socialista bañezana); el segundo, y por unanimidad, Ángel González González; Felipe Alonso Marcos resulta elegido síndico. Unos y otro “tomaron posesión quieta y pacíficamente de sus cargos”, y acordó el consistorio celebrar los lunes de cada semana, a las ocho de la tarde, sus sesiones ordinarias. El viernes, 17, “todo el pueblo trabaja tranquilo y hace su vida ordinaria”. El sábado hay mercado semanal y muchos desplazados de los pueblos comarcanos reclaman noticias y detalles de la proclamación de la Segunda República española. El domingo, 19 de abril, desde La Opinión dan la bienvenida al nuevo régimen, del que con hidalguía y nobleza ha sonado la hora del resurgir, dicen, y llaman “a todos y a todo por España, y a respetar las órdenes del gobierno provisional y a cooperar en el mantenimiento del orden”.

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David Escudero Martínez, poeta anticipadamente hernandiano.-


    La peculiar trayectoria vital del señalado personaje que fue de nuestra tierra, Félix David Escudero Martínez, truncada por cierto a los 45 años por los fusiles franquistas que injustamente lo ajusticiaron en León el 13 de marzo de 1937 se había iniciado con su nacimiento el 29 de diciembre de 1892 en Castrocalbón, hijo de José Escudero Vázquez (que daría allí nombre a una mutualidad escolar) y de Ángela Martínez, en una familia que se contaba entre las de más posibles e influencias del lugar y en la que tuvo por hermanos a Ignacio, Felipa y Leonor, maestros nacionales como él (los siete vástagos de don José fueron enseñantes –tal vez él también lo fuera-, una de las sagas de docentes que entonces abundaron) y como él sometidos a represión (depurados en 1936, Ignacio en su destino en la escuela de Cabrillanes, en Piedrafita de Babia -que ya ocupaba en 1931-, Felipa en la suya de Chana de Somoza, y Leonor –confirmada al fin en el cargo- en la de Villamediana), y Agustín, persona de entidad suficiente en la comarca como para merecer alguna referencia en las “Notas de Sociedad” de la publicación upetista bañezana La Opinión cuando se acercaba a la ciudad (por su afinidad o cercanía familiar al upetismo en Castrocalbón, seguramente), y represaliado también años después por el franquismo (junto con Pedro Marciano Durruti Domingo, hermano del mítico anarquista leonés Buenaventura), pero en este caso por su persistencia en el falangismo hedillista más allá de la caída en desgracia y encarcelamiento del líder y de la unificación con los tradicionalistas de Falange de las JONS que el dictador Franco impuso. 

     Sería en su madurez moreno y bajo de estatura, de nariz roma, frente estrecha y pelo prematuramente canoso; había regentado hasta septiembre de 1932 la Escuela Nacional Número Uno de Niños de su pueblo natal (desempeñada luego por Antonio Descosido Bécares y regida en enero de 1937 por Domitilo García Martínez, el mismo maestro –del republicano Plan Profesional- que muchos años después aún conocimos ocupándose de la escuela “de los mayores” de nuestro pueblo, Jiménez de Jamuz, represaliado en agosto de 1939 con traslado forzoso fuera de la provincia y suspensión de empleo y sueldo por dos años), donde ejerció durante la dictadura los cargos de presidente de la Unión Patriótica Nacional, cabo del Somatén  local, y alcalde de su ayuntamiento. Dotado para la enseñanza con especiales y naturales cualidades psicológico-pedagógicas, según sobre él certificó el cura de Castrocalbón, don Constantino Román Carracedo, en febrero de 1937 ante el tribunal que lo juzgaba y que terminó por condenarlo a la última pena por rebelión militar. De Castrocalbón pasó a enseñar en el siguiente curso en Destriana de la Valduerna, y de allí en septiembre de 1933 a residir en la capital y a ejercer, previo concurso de méritos, como Regente de la Escuela Preparatoria para el ingreso en el Instituto General y Técnico de León, situada en su mismo edificio y cuyo funcionamiento se inició en el curso 1933-1934. Antes, el 25 de abril de 1931, era propuesto al gobernador por el Jefe de Estadística de León como uno de los funcionarios a ocuparse de la rectificación del censo electoral del distrito de Castrocalbón.

    De don David se nos dijo en su pueblo de origen ser persona que anduvo frecuentemente ocupado en iniciativas idealistas y en negocios a menudo naufragados, buscando siempre maneras de acrecentar el progreso de sus convecinos, como habrían sido el frustrado intento de crear una explotación agrícola de regadío en los extensos predios familiares de La Chana (su hermano Agustín, no menos soñador e idealista, pretendería hacer llegar allí el ferrocarril), o su “compra del lago de Sanabria” en torno a 1930 (lo que así nos referían sus actuales paisanos sería seguramente en realidad la malograda pretensión de obtener alguna concesión de explotación de recursos asociados al lago o a sus aguas). A pesar de la deriva ideológica que lo llevó desde el conservadurismo hasta 1933, en cuyos medios escritos participó frecuentemente, a mostrar simpatías revolucionarias ya en octubre de 1934 (según acusaciones de los rebeldes militares que lo juzgarán y condenarán por rebeldía en 1937), y a militar y desempeñar cargos de relevancia en el socialismo provincial en 1936, mantuvo David Escudero intacta hasta el final de sus días una profunda simpatía por el que había sido el dictador Miguel Primo de Rivera, y un soberbio retrato de éste que es muy posible que él mismo le regalara, tal vez en la segunda de las ocasiones en las que don Miguel visitó nuestra provincia, en 1929, y con quien el maestro de Castrocalbón (y alcalde y jefe de su Somatén) se fotografió en compañía de otras autoridades y responsables upetistas leoneses.

    Había practicado por entonces la poesía, y de su afición quedan algunas muestras recogidas en su obra poética publicada por Ediciones El Paisaje en el número 2 de su Colección Futuro, y en febrero de 1989 por la revista Norte, y en la última valoraciones de no poca estima en cuanto a su calidad y estilo, comparable a los de Miguel Hernández y García Lorca en algunas de sus composiciones y temática, anticipadamente hernandiana, se dice, y premonitoria por otra parte a veces de “tanta muerte que vuela en él y que lo muere, sombra de su barco que naufraga y cuyo rumbo se perdió cualquier mañana”, la de su asesinato por los salvapatrias tal vez …. Había publicado don David Escudero cuatro poemarios, el que tituló Sombra de tu luz hacia 1932, el único conservado (por su hermana Felipa, maestra entonces en Bembibre); de los otros tres se deshicieron sus hijos, arrojados al fuego que atizaba el miedo cuando mantener las pertenencias y los escritos de los sacrificados en la inquisitorial hoguera era peligroso.

    Se dice en aquella revista, en el artículo que su autor titula “Símbolos del rompimiento, de la sangre y de la herida”, lo siguiente: El Paisaje acaba de publicar la obra poética de David Escudero Martínez que fue maestro, alcalde socialista de Castrocalbón (este dato es incorrecto; lo fue, como se dijo, cuando la dictadura primoriverista) en la provincia de León, y que un día de marzo de 1937, al igual que a Federico lo fusilaron, pero cometieron el error de no quemar todos sus poemas que ahora pasan a la historia de la poesía española como una denuncia imborrable de las atrocidades cometidas por los hombres.

    En la comparativa que del uso de aquellos símbolos se hace en las composiciones de unos y otros poetas se añade:

    En este soneto de Escudero (que se compara con “Hijo de la luz y de la sombra”, de Miguel Hernández) observamos la oralidad cósmica asociada al "tubo que sale de sol y de viento" alucinación mitraica, idéntica a la del esquizofrénico citado por Jung:

    Vino lenta y fugaz, obra de aromas. / con ojos de silencio, voz de luna:

ornaba su cabello una laguna / de viento, que era canto en negras lomas.

     Pero vino a incitarnos con sus poemas, / a la más ciega carne y más bruna.

Deshacía la luz, ciento y ninguna. / y surgía, surgía, con palomas.

     Un ojo, sin embargo, luce pleno / -cogida de los cielos por un cuerno

y alumbra de temores campos fieles.

      Y laten v le estallan en el seno / mil leches estelares ritmo eterno,

que es frenesí de arcángeles claveles.

 

En este otro soneto de Escudero (comparado con “Sino sangriento”, de Hernández), notaremos la aceptación del trauma oral del poeta:

 

Mi cuerpo viaducto y colombino / penetra, puro amor, hasta tu cueva;

te quiere reencarnada, siempre nueva, / gusana de su muerte y su destino.

 

Te bebo de los senos, me asesino, / con  leche sideral, nata que nieva;

 la espuma de tu rosa albo me lleva: / tras de tu carne esencia yo, cetrino.

 

Transformas en gemido, en mirada, / el amoroso sueño de la noche:

mi silencio es placer que a ti te calla.

 

Amor que, de mi amor enamorada, / sujetas con tus labios mi derroche,

encierra con tu ser mi alma que estalla.

 

Escudero asocia en el siguiente (que se asimila al hernandiano “Me tiraste un limón”) los símbolos punzantes a su adaptación a la muerte por hambre:

 

Hambriento de la luna he madrugado, / del mar ando sediento de la nada;

persigue el precio la mirada, / y el pie busca un abismo en el tejado.

 

Me siento ya cadáver mutilado / y carne de una muerte engusanada;

el rayo de una luna empuñalada / alumbra ya homicida en mi costado.

 

Atraigo los cuchillos a mi paso; / el viento en mi palabra, vientos llamo;

me late su latido el desengaño.

 

Imanto toda sombra, todo ocaso. / Negrura en cuanto me ama y cuanto amo:

no existe tanta muerte a tanto daño.

 Con Primo de Rivera en León en 1929. David Escudero es el primero por la derecha (delante del militar maragato Toribio Martínez Cabrera)  >>>

Escudero acepta su adaptación a la idea de morir en su poema “De mi dolor” que le dedicó a sus padres (de nuevo comparado con “Sino sangriento”):

 

El dolor que hoy me brota, negra rosa, / me florece de sombras, de negrura.

La muerte vuela en mí, fiel mariposa.

 

El alma me la amarga una amargura,/ que deshoja mi voz , quema mi boca,

y me llaga de sal la lengua pura.

 

Para tanto pesar mi carne es poca, / y es poco mi soñar para mi pena,

que eterna va creciendo en lo que toca.

 

Un manantial de mares y de arena / me anega tristemente todo el suelo,

me llena el corazón, mi sangre llena.

 

No existe en mí calor a tanto hielo, / ni existe viva sangre a tanta herida,

no existe una esperanza , ni un consuelo.

 

Me escapo de mí mismo, busco vida, / paseo solitario en cuanto canta,

y pierdo solitario la partida.

 

Tanta muerte me muere, pena tanta, / que mi vivir perece de dolores

y de muerte mi muerte se atraganta.

 

La noche ennegrecida quema flores, / escarcha en mi alborada un nuevo espanto,

que anochece mi noche de temores.

 

¿No acabará el aroma de mi llanto, / ni la flor ni la espina con su beso?

¿Por qué la tierra fría tarda tanto?

 

Quiero cesar mi grito, rojo nexo, / que a la existencia me une humanamente.

Quiero dejar la carne, y puro, en hueso, / Que soy feliz sentir eternamente.

 

La identificación tanática con la rosa, la proyectó así Escudero (con similitudes en “Si nosotros viviéramos”, de Miguel Hernández):

 

Necesito tu luz, rosa de albura, / para sentirme ser, hombre en la brisa.

Te necesito a ti, flor imprecisa, / para soñarme olor, ala de altura.

 

A ti, a ti, mi voz, con tu amargura; / desnuda, sí, desnuda con tu risa.

A ti, pureza, a ti, nube indecisa, / a ti y aún más de ti: pureza pura.

 

Necesito soñarte, insolada, / para sentir mi sombra sin morirme,

para latirme sangre y no vivirme.

 

Sin embargo la noche, eterna nada... / La luna entre los dos, trenzas del viento;

más allá de tu amor muere mi aliento.

 

Prosiguiendo con la colección de símbolos de rompimiento asociados a la sangre y las heridas, dice Escudero (en parecido modo a Hernández en “El tren de los heridos” o a Lorca en “Muerto de amor”, y también a Nicolás Guillén en “Glosa” o Pablo Neruda en “Tocopilla”, de su Canto General):

 

En la más negra lucha vivo y muero, / hundido por la mar y su agonía,

semejo un roto barco, que porfía / la suerte de su carga a un agujero.

 

Por lo que pierdo y sangro desespero: / a tantas olas falta rebeldía;

y veo mi batalla día a día / vencida por lo frágil de mi acero.

 

Las ondas ya me azulan con su velo, / la sal ya me florece, ya me estraga,

ya me gobierna el agua, capitana.

 

No hallará nunca paz, nunca consuelo, / la sombra de este barco que naufraga:

mi rumbo se perdió cualquier mañana.

 

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Para saber más del maestro David Escudero Martínez: 

http://www.jiminiegos36.com/escuela_fusilada.htm

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La escuela en las tierras bañezanas a la mitad del siglo XIX.-


    A mediados del siglo XIX, exceptuando las poblaciones relevantes y las cabezas de partido, con escuelas completas y bien montadas en lugares apropiados, en la mayoría de los pueblos y aldeas de la provincia de León el local escolar se halla en los lugares más inverosímiles e inhóspitos: casas del Concejo, cuadras o pajares, y hasta en algún rincón abrigado a cielo abierto (en 1900 seguían siendo las escuelas de instrucción primaria del país en su mayor parte “cuadras destartaladas” en las que se enseñaba ante todo el catecismo y la historia sagrada, careciendo los educandos de útiles escolares, y aún en 1924 se mantenían en algún lugar de la provincia leonesa condiciones parecidas y “escuelas en zahúrdas antihigiénicas”). Existían entonces 77 escuelas públicas en La Bañeza y su partido (integrado por 21 ayuntamientos y 116 pueblos), de las cuales 69 eran incompletas de niños, y 8 completas, de niñas 1 de ellas.

<<<<<  Una escuela rural.

    Esta era a la mitad del siglo XIX la situación que de la enseñanza en el partido judicial de La Bañeza pintaba el estadista Pascual Madoz: “La educación se halla muy descuidada, de tal modo que en el día de hoy están las mismas escuelas y los mismos métodos de enseñanza que hace un siglo. El Concejo ajusta a un maestro sin título, durante la estación del invierno, el cual enseña en el pórtico de la iglesia, a falta de mejor local, a mal leer y peor escribir (y el catecismo) a unos cuantos discípulos, que empleados después en las faenas del campo durante las tres siguientes estaciones del año, olvidan cuanto han aprendido en la primera. Tal vez se espere algún remedio cuando lleguen a dar los resultados que se apetecen las Escuelas Normales, pero bueno sería convertir los estudios de latinidad que se dan en algunas villas pagados con sus propios (una peseta paga además cada alumno en La Bañeza, excepción hecha de los pobres) en cátedras de matemáticas y agricultura…”. Sin embargo, y contrariando las esperanzas del geógrafo, los pueblos leoneses no querían contratar a aquellas primeras promociones de la Escuela Normal y, además, les pagaban muy poco: cinco reales y un real más si el maestro sabía tocar algún instrumento para el baile del mocerío.

    Más es lo que aquel geógrafo nos muestra: en La Bañeza a la escuela de niños asisten unos 100, y 30 a la de niñas (otras 40 se reparten en varias escuelas privadas), sumando un real al mes los que leen y dos los que escriben (o cosen y bordan si son niñas) a la dotación municipal de los maestros. En algunos pueblos de la comarca: “…en Alija de los Melones hay una escuela que dura solo seis meses del año, pagada por los padres de los niños que a ella concurren y por el  fondo de propios de su ayuntamiento… En Bustillo del Páramo hay escuela de primeras letras de niños y de niñas, a la que asisten 20 de los primeros y 15 de las segundas, que pagan al maestro cada mes un real y dos libras de pan… Castrocalbón solo dispone de escuela durante el invierno… Castrocontrigo (desgajado del anterior como ayuntamiento independiente en el Trienio Liberal) cuenta con escuela de primeras letras a la que asisten 60 niños de ambos sexos… Cebrones posee escuela de primeras letras… Laguna Dalga cuenta con escuela de primeras letras a la que asisten 120 niños, fundada y dotada por don Manuel Alonso y Mansilla, de Lima, en 1816… Villazala dispone de escuela…, y Soguillos del Páramo la tenía de primeras letras por cuatro meses…”. Escuela de primeras letras también había en Santa María del Páramo, y a ella (y a Valderas) se enviaban en 1851 ejemplares del Faro de la Niñez, enciclopedia general de instrucción primaria, moralidad y recreo infantil publicada por la Sociedad de Socorros Mutuos de Instrucción Pública con fin moralizante.

    Coincide tal estado con lo que casi un siglo más tarde exponía el bañezano liberal e ilustrado Menas Alonso Llamas: “En el siglo XIX la enseñanza estaba abandonada. La educación no se conocía. En el invierno, en las aldeas algo importantes aparecían unos hombres un poco instruidos, que llamaban maestros, y enseñaban hasta en los pajares las primeras letras, pero como esta enseñanza era tan deficiente, lo que aprendían en invierno lo olvidaban en verano. Los libros donde los infantes aprendían a deletrear eran tan variados como el Catecismo y Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno (narraciones burlescas publicadas en 1620)…”.

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El asalto y muerte del cura de Jiménez.-


    Sonado fue en su tiempo el asalto del que en la noche del 26 de octubre de 1908 fue objeto en la casa rectoral de Jiménez de Jamuz el que desde 1881 era su párroco, don Pablo García Lorenzana, después de que hubiera ido a La Bañeza a cambiar sus monedas, ya que “se iniciaba el reinado del nuevo monarca Alfonso XIII y el correspondiente ministerio retiraba el dinero antiguo y acuñaba un nuevo metálico” (en realidad se retiraban los falsos, pero mejores, duros sevillanos, que tenían más cantidad de plata que los legales, caso insólito en la historia de las falsificaciones de dinero, y que llegaron a ser más del 3% de los que circulaban). Regresando al pueblo, al pasar por el fielato situado junto a las vías férreas, algunos bañezanos que allí se hallaban se percataron de que los dineros tintineaban en las alforjas de su cabalgadura, y pocos días después, con nocturnidad y alevosía, se adentraron en su domicilio maniatando y golpeando al cura y a su ama de llaves y sobrina (Salomé García Lorenzana, desposada en 1887 con Pedro Rubio Cadierno), la cual pudo soltarse de sus ataduras y escapar avisando a un vecino que alertó a los demás del lugar a toque de campanas, lo que hizo que abandonaran el intento de robo y huyeran los ladrones. Apresados al poco los asaltantes, reconocidos en
careo por el párroco, fueron procesados y condenados por la justicia a las penas pertinentes. El sacerdote falleció poco después del suceso, a los 72 años, víctima del trauma y de los golpes recibidos.

Monedas de plata de las que circulaban en la época.  >>>>

     Así narra lo sucedido Pedro Alonso Álvarez, y Porfirio Gordón y Javier Tomé nos brindan mayor detalle y nos ofrecen nuevos datos del que se conoció entonces como el crimen del cura de Jiménez, “un fogonazo de atavismo cavernario que causó conmoción en una comarca de natural tranquila y afable como era la nuestra”: el botín de los malhechores fue un billete de 100 pesetas, una moneda de oro de 25 y 7 pesetas más en calderilla, además de otras 6.000 en billetes que el clérigo escondía en una pared de la cuadra, un revólver, una navaja y un reloj de plata, y se detuvo unos días más tarde como autores de los violentos hechos a Eduardo Cancelas Rebordinos (bañezano y guarda jurado de La Venatoria; resultaría exculpado), José González Morla (jornalero de 55 años y vecino de Saludes de Castroponce), Eusebio Vicente (hojalatero de 24 años de edad) y Leopoldo Centeno (de 26 años, “aspecto simpático y lenguaje escogido”), todos ellos “reputados como jaraneros y entusiastas de la vida perdularia”, resultando a la postre condenados los tres últimos en mayo de 1910 en la Audiencia Provincial por un Tribunal del jurado (“nombrado entre los habitantes de todos los pueblos del partido, 20 por cabezas de familia y 16 por capacidades”) a casi siete años de prisión (se habían solicitado para los acusados sendas penas de muerte y 4.000 pesetas de indemnización) tras un proceso por robo y homicidio seguido por numeroso público, al que prestó su atención toda la prensa de la época, y en el que formaron parte de los cuatro abogados defensores el leonés Francisco Roa de la Vega y el bañezano Julio Fernández y Fernández Núñez.

    Más de cincuenta testigos fueron citados al juicio, entre ellos los jiminiegos Felipe Sanjuán, Bonifacio Cabañas, Martín Álvarez y Severina Morán. Se condenó indirectamente por causa de aquel crimen a otras dos personas: Dominica, hija de José González, y Josefa María, hermana de Eduardo Cancelas, la primera por amenazas al escribano, Arsenio Fernández de Cabo, que intervino en el sumario, y por calumnias la segunda, al acusar a otras personas del asalto y muerte del cura de Jiménez, un episodio que vino a resultar de autoría nada clara y sobre el que ya antes del juicio se habían suscitado muchas dudas, surgiendo posibles implicaciones en el mismo de los apodados “el Chato” y “el Andarín” en el transcurso de la vista, y añadiendo incluso la habladuría popular a los nombres de los que se inculpó y no fueron procesados el de algún jiminiego que después se embarcaría para América.    

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Soldados bañezanos en África en 1921.-     //    Augusto Valderas Blanco, “un alcalde de la cáscara amarga”.-

     El Sorbete, semanario cómico-bufo-charlotesco y de temporada, salió en La Bañeza los domingos, desde el 3 de julio al 30 de octubre de 1921 (“hasta que las viñas estén en sazón”, había prometido mantenerse), y desde el 14 de mayo al 4 de junio de 1922 (al menos) en su segunda época. Fue su lema “chirigoteo y guerra al spleen”, y desde su primer número, o “servicio” (que costaba 15 céntimos) añadía en su cabecera “no necesitamos censuradores”.

    Se hace el semanario eco el 7 de agosto de 1921 de la iniciativa de que cada provincia regale de inmediato un aeroplano con su nombre y cargado de regalos para sus soldados como estímulo patriótico y auxilio del Ejército de África, y encabeza con cinco pesetas la suscripción que abre en La Bañeza para la adquisición de la aeronave “León” que visitará en su día a nuestros paisanos que luchan allende el Estrecho. Si la colecta no se generalizara en la provincia, añade, lo recaudado se enviará a Melilla para repartir entre los soldados bañezanos, lo que debió de suceder, pues ya en el número siguiente se presenta como “abierta por El Sorbete en obsequio de los soldados bañezanos que se encuentran en África”. De su éxito dice que no se cerrara el 2 de septiembre como en principio se había decidido, y que a la fecha del 23 de octubre se habían recaudado 1.973,65 pesetas con las aportaciones de numerosos vecinos de la ciudad.

    Y es que el ejemplar del 31 de julio había expandido aquí los ecos del desastre militar de Annual de nueve días antes, y exigido “un plan serenamente meditado para África, que decida entre el absoluto abandono del Protectorado o la guerra sin cuartel, a sangre y fuego y de exterminio, en unas hostilidades diarias que ya duran doce años, sacrificando miles de hijos necesarios para la agricultura, el taller y la fábrica”, y a las que acababan de ser enviados varios oficiales y soldados amigos y paisanos de sus redactores, embarcados para Melilla con las tropas del Regimiento de Infantería Burgos que guarnece León y que permanecería destacado en Ceuta y Melilla hasta 1927 (como ya lo había sido en 1909 en los mismos territorios; por sus servicios telegráficos en la campaña de Melilla en aquel año se asigna gratificación de 99,21 pesetas en octubre de 1918 al bañezano Miguel Martínez Blanco, nombrado subcabo de serenos en 1932 y destituido después de la sublevación de julio de 1936  “por manifiestamente desafecto al nuevo régimen”).

    De África se siguió tratando con frecuencia en las publicaciones que siguieron: en la del día 21 de agosto se informa de la reunión habida en la Casa Consistorial para nombrar, según dispuso el gobernador de la provincia, una Junta encargada de arbitrar socorros para los heridos y enfermos de la campaña de Marruecos, la que formaron, entre otros, el cura párroco (don Lucas Castrillo Martínez, que lo era desde 1917), el diputado provincial (Julio Fernández y Fernández Núñez, abogado), y los presidentes de la Cruz Roja y de las Sociedades locales: Sociedad Obrera, de San José, Sociedad de Labradores, y Asociación de Caridad, que decidieron ofrecer para ellos un número de camas del Hospital de la Vera Cruz y de Don Juan de Mansilla, y crear además para sus atenciones otra Junta de señoras, como también ordenaba la autoridad provincial.

<<<< Transporte de soldados heridos en el desastre de Annual. 1921.

    Se cuenta en la siguiente el rechazo de la Junta directiva del Casino La Unión de la propuesta de su presidente de celebrar allí una velada teatral a beneficio de los soldados desplazados a la lucha, y de hecho por la del 4 de septiembre sabemos que en tal fecha se celebra una patriótica manifestación por las calles bañezanas acompañada por la Banda de Música y postulando para ayudarles y aliviar sus amarguras, y que Gabriel González, propietario del salón de baile El Recreo, ha ofrecido su local para organizar un baile con igual fin. Se incluye en los ejemplares de estas fechas una nueva sección, que se titula “Carta de Melilla”, en la que en lenguaje leonés y campesino tras-lada a su novia Raimunda sus impresiones africanas el soldado Benito Calandro que la firma, y un inflamado poema del militar y vate bañezano Nicolás Benavides Moro, declamado en la despedida para Marruecos del 14º Regimiento Ligero de Artillería de guarnición en Valladolid, de cuya Brigada es Jefe, a cuyas tropas enaltece y anima a “doblegar y castigar sin piedad a aquella raza atrasada que el progreso mancilla”... 

     Cambia La Bañeza de alcalde entre la fecha del último número de la primera época (30 de octubre de 1921) y el primero de la segunda (14 de mayo de 1922), y lo es ahora y desde hace mes y medio Augusto Valderas Blanco, licenciado en Filosofía y Letras, miembro del Benemérito Cuerpo de Correos, comerciante, agricultor, avicultor, viticultor, exlerrousista y exabonado a la Electrica, se dice de él en la nueva sección “El Retablo” de El Sorbete, y se le señala como “liberalísimo engendro de la mayoría liberal”, e incluso se le califica “de la cáscara amarga” y de “prosélito y propagandista de la República, capaz de separar la Iglesia del ayuntamiento; más republicano que Pi y Margall y rigiendo un municipio monárquico”. De él esperan mucho, “más que de los alcaldes que van a misa de doce; incluso la traída de las aguas y el Teatro que sigue pidiendo a gritos todo el pueblo”, mientras, dice el colaborador Ventura García Becerril (profesor de Derecho Mercantil en la bañezana Academia Politécnica), aumentan los acaparadores, logreros y monopolizadores que hacen subir las subsistencias y multiplican incluso para los espíritus sensibles y elevados las dificultades diarias para llenar el prosaico puchero. Para evitar aquellas subidas que tantas crisis de consumos provocaban, en los años siguientes se remitían quincenalmente al menos desde los ayuntamientos cabeza de partido las variaciones de precios de los productos de primera necesidad a la Junta de Abastos provincial.  

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La Bañeza contra la dictadura primoriverista.-

     El pronunciamiento militar del Capitán General de Cataluña Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, que impuso la dictadura en septiembre de 1923, suspendió la vigente Constitución de 1876; disolvió las diputaciones provinciales y los ayuntamientos, nombrando unas juntas de vocales asociados formadas por titulados, industriales y mayores contribuyentes de cada municipio; prohibió los partidos políticos; suprimió los juzgados de Instrucción; creó los somatenes como milicias urbanas, y declaró el estado de guerra.

    El 30 de septiembre de 1923 se habían disuelto los ayuntamientos y sustituido sus concejales por vocales, corporativos unos y mayores contribuyentes los otros, y ambos designados por el gobernador militar (simultaneaban este cargo con el de gobernador civil, al igual que se hará después del golpe de julio de 1936 y hasta el final de los años 40) del uno y otro ámbito de los que generalmente proceden los nuevos gestores públicos. Los ayuntamientos sufrirán una nueva remodelación en marzo de 1924 con la publicación del Estatuto Municipal, que establecía dos tipos de concejales, corporativos y de elección popular (aunque unos y otros deberían ser miembros de la Unión Patriótica), y que concedía por primera vez el voto a las mujeres, bajo la dirección de los delegados gubernativos (uno en cada capital de partido), jefes o capitanes del Ejército todos ellos, auxiliados por la Guardia Civil y gozando de amplias potestades de control de la vida municipal y de los actos políticos, a los que asistían con competencias para suspenderlos a su criterio cuando se infringían las condiciones impuestas en su desarrollo.

    El capitán Cándido Jiménez López fue delegado gubernativo para el partido bañezano (el 8 de septiembre de 1924 lo sería Mario de Carmen, de la misma graduación), y el comandante Florencio Plá Zubiri para Astorga-La Bañeza, este desde marzo de 1925. Correspondía a los delegados gubernativos (a los que los ayuntamientos facilitaban vivienda amueblada con luz, teléfono y personal de oficina, y presupuesto para gastos y dietas), además de orientar y vigilar la vida local, dictar bandos sobre moral y buenas costumbres, imponer multas por escándalo, preparar las campañas de apoyo al régimen, captar afiliados para la Unión Patriótica Nacional (UPN), y asesorar y organizar los somatenes locales y los grupos infantiles de exploradores, antecedentes inmediatos de las futuras escuadras de balillas (después llamadas flechas) de la Falange, denominación y encuadramiento el de los últimos (para los niños mayores de diez años) copiado sin rubor de las juventudes fascistas italianas creadas por Mussolini en 1926, modelo junto con el de las Juventudes Hitlerianas de las secciones juveniles falangistas de algún tiempo después.

    Hasta 1925 el gobierno estuvo formado por un Directorio militar al modo como el dictador consideraba que debía regirse "con mano de hierro" el país. El 3 de diciembre de aquel año se restableció el cargo de presidente del Consejo de Ministros y se instauró el Directorio civil, una especie de gobierno de tecnócratas, con hombres que no provenían del antiguo sistema de partidos, entre los que se encontraba José Calvo Sotelo como ministro de Hacienda. No obstante, la Constitución permaneció suspendida. En 1927 se crea una Asamblea Nacional Consultiva, a modo de Parlamento pero sin que asuma el poder legislativo, mediante un sistema de elección nuevamente corporativo en parte y de otro lado por nombramiento vitalicio, muy similar al que, también en este como en tantos otros extremos, adoptará el régimen franquista años más tarde. Este proyecto y la fallida Constitución de 1929 serán los últimos intentos de la dictadura por mantenerse en el poder.

    El enojo y la contestación contra la dictadura primoriverista se materializaba en La Bañeza pasado septiembre de 1927 cuando, después del plebiscito de adhesión a su proyecto de los hombres y mujeres mayores de 18 años, organizado por el partido único UPN y estampada ante los delegados de la autoridad y los interventores del propio partido, el dictador crea por decreto del día 12 de aquel mes la "Suprema Asamblea nacional temporal", consultiva y única, para dotar a la sociedad y al Estado de un nuevo orden corporativo y autoritario y con un sistema de elección que aúna el corporativismo con el nombramiento de por vida, y en ella no tiene cabida el abogado Antonio Pérez Crespo ni representación el distrito de La Bañeza por el que aquel venía siendo ininterrumpidamente diputado en Cortes desde 1905 hasta 1923 (con las sucesivas adscripciones de liberal, demócrata, liberal, prietista, liberal demócrata, y demócrata de nuevo), siendo sustituido por Ignacio Bauer Landauez, nombrado por Reales Decretos de julio de 1929 y enero de 1930 como representante de los Colegios Doctores, quien era miembro de una familia de editores y banqueros judíos de origen alemán afincada en España (el 15 de febrero causa baja, “no llegando a constar en el Libro de Sesiones al estar estas suspendidas para posteriormente ser disuelta la Asamblea”).

    El distrito electoral bañezano se sentía “víctima de una desenfrenada tiranía ejecutada sin más razón que el valimiento de la fuerza y sin más derecho que el capricho lascivo de un gobernante escudado por su autoritaria inmunidad que secuestraba el suyo a formar parte del nacional Palacio de las leyes; un inicuo ultraje a nuestro pueblo y a nuestras personas, y un atropello más grave y vitando por cuanto el sustituto forma parte de una casa judía que desde el extranjero explota y se lucra de nuestras riquezas” (la casa alemana Bauer y Cía. quebraba en los años treinta, provocando la bancarrota de los Bauer de Madrid). Deshonrados se sentían todos los bañezanos por “la ignominia cometida por los empedernidos oligarcas que nos afrentan y que con sarcasmo se burlan de la ley que nos ampara, y por la venalidad de los impatriotas mandarines gobernantes”, según el pasquín que entonces informaba de ello a los electores del partido, reclamando que se niegue al sustituto la credencial de diputado, y que, llamando a “reivindicar nuestro honor colectivo y enaltecer nuestro derecho hollado”, finalizaba afirmando: “bañezanos, nuestro nombre está deshonrado; es menester que todos lo salvemos”,  y lanzando un ¡Viva La Bañeza y su Distrito!  

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De embalses y pantanos. Lágrimas premonitorias por Riaño ya en julio de 1933.

    Una de las últimas publicaciones del semanario bañezano La Opinión en su primera época, la del 1 de julio de 1928 (“con censura eclesiástica y civil” impuesta por el régimen), informa de la expedición realizada por algunos lugares de la Valduerna, aguas arriba de los ríos Duerna y Llamas en busca de posibles asentamientos de pantanos en sus cauces, algo por lo que habían clamado sus redactores (la dictadura primorriverista impulsaba las obras públicas y los proyectos hidráulicos) y posibilidad que se vislumbra factible y que se augura traerá tiempos de prosperidad y utilidades sin cuento para los valdorneses. En la exploración acompañaron a los técnicos e ingenieros de la Confederación Hidrográfica del Duero (creada un año antes) el director del semanario y directivos de la Federación Católico-Agraria de Astorga. Del embalse del Duerna, reclamado desde 1902, aún se hablaba en los años 70 en nuestros pueblos de la vega del Jamuz, con la sempiterna esperanza de que viniera por fin a redimir su mísera agricultura de secano.

    En el pleno municipal del 26 de diciembre de 1931 se suma la corporación bañezana al apoyo solicitado por la de Astorga a la construcción del pantano de Villameca, sobre el río Tuerto, de tanta importancia en la región, para regar las tierras yermas de la Cepeda Baja, y tan benéfico para el municipio maragato. Se paralizaba al iniciarse julio de 1932 la subasta sus obras, (se construiría unos años después en Quintana del Castillo, siendo ocasión de empleo para obreros de El Bierzo, La Cepeda, e incluso de Zamora y Valladolid), retomada para algunas de ellas al principio de marzo de 1934, según el anuncio que aparecía en la Gaceta, un paliativo que en algo mermará el paro en la comarca y la provincia (y aún más allá, pues de otras cercanas se emplearán obreros cuando aquella construcción -que ya estaba en marcha a la mitad de mayo- tome su ritmo).

    Al pantano de los Barrios de Luna ya se aludía en La Opinión y en El Diario de León a final de junio de 1932 como “el proyectado embalse que saciará la sed de los campos parameses”, y que no terminaba de iniciarse “a pesar de estar desde hacía un mes en marcha su expediente”, y pese a que, “no obstante la depresión económica mundial iniciada en octubre de 1929 y la enorme deuda heredada de la dictadura primorriverista, que restringían severamente la financiación de las obras públicas, había lanzado la República el más extensivo programa de construcción de pantanos de la historia española hasta aquella fecha. 

En la Ribera del Órbigo la sequía causaba ya mucho daño al iniciarse el verano de 1933, y en Santa María del Páramo se prevé que los cereales de secano “darán poco más que a doblar”, por lo que los sufridos labradores se hallan apenados por no ver compensados sus constantes y penosos esfuerzos y por los grandes impuestos que gravan sus propiedades, mientras los embalses de Tarabico, en Villameca, cuyo proyecto fue aprobado al inicio de 1930 (a la mitad de 1929, según otras fuentes), presupuestado en 700.000 pesetas, y el de Barrios de Luna, que cuenta también con presupuesto, “siguen enredados y no salen a subasta”, situación que a final de agosto se pretendía resolver desde la villa paramesa, cuyo alcalde invitaba al regidor bañezano y a otros a reunirse allí “para tratar sobre los anhelados pantanos del Órbigo que tanto tardan en materializarse y que habrán de calmar la sed del Páramo”.

<<<<<<  Oposición al embalse de Riaño en los años 80.

Se proyectaba visitar al ministro de Obras Públicas para que se consigne cantidad para tales obras en los presupuestos del año próximo, y en La Bañeza se nombra una comisión formada por el alcalde y los concejales de la minoría socialista Ángel González González y Porfirio González Manjarín que acompañe en la visita a Madrid a los demás miembros que se acuerden, viaje que al final se suspendió según aviso de los representantes de los pueblos de la Ribera del Órbigo y el Páramo, que se desplazaron a Valladolid a primeros de septiembre, después de reuniones en Santa María del Páramo y en Veguellina en las que se nombraron comisionados (a las que, con disgusto de la misma, no invitaron a la Junta  local de regantes de la zona), para encontrarse con que “más que consignación para construirlos se precisa ahora de un ingeniero que continúe los estudios y trabajos, y para ello será preciso elevar a la superioridad solicitud más adelante”.  

    Pero no a todos satisfacían los pantanos: Se publicaba el 14 de julio en El Diario de León  el escrito de un vecino de Riaño (“El último riañés”, firma) oponiéndose a la pretendida construcción del pantano de Bachende (éste, sucesor del embalse de Remolina de 1902, y el Canal del Bierzo serían proyectos de la política hidráulica de la dictadura primorriverista que no se harían entonces realidad; del segundo dirá La Democracia el 13 de marzo de 1936 que “se ordenó confeccionar cuando Indalecio Prieto fue ministro de Obras Públicas”), afirmando que “los habitantes de Riaño no estamos dispuestos a dejar nuestras casas y nuestro pueblo para que inunden las venerandas cenizas de nuestros mayores”. Protestan virilmente los habitantes de este pueblo contra el atropello que se pretende cometer (dice), y expone que “el afán de hacer desaparecer un pueblo como este, capital de la montaña, solo se explica en cerebros tan huecos como el del alcalde de Mansilla y otros pantaneros, a los que si tanta falta les hace el agua, que la reúnan en otros lugares, sin que para ello sea preciso hacer desaparecer las poblaciones. Ahóguennos en el pantano para no tener que construir un nuevo Riaño, pero no hagan creer que estamos dispuestos a dejar voluntariamente nuestra cuna, el sepulcro de nuestros padres y el lugar de nuestros más caros afectos. Vale más morir ahogados en el embalse que en la deshonra, y bastante deshonrado estaría el que no tuviera lágrimas que unir a las aguas del pantano el día que viera desaparecer el pueblo de sus amores…”. Razones y sentimientos que volverían a albergar muchos habitantes de aquellos valles tantos años después al consumarse lo que por entonces se evitaba.  

    Se decía a la mitad de abril de 1934 que el ministro de Obras Públicas ha prometido incluir en el plan extraordinario de obras de interés nacional las de la carretera de Castrocalbón a Nogarejas (que importará 700.000 pesetas) y también las del Canal del Bierzo. Las autoridades de los pueblos parameses volvieron a celebrar junta el día 15, domingo, de aquel mes para tratar sobre los problemas y necesidades de la cuenca del Duero y enviar sus representantes a la asamblea que se reunirá en Valladolid, a la que asistieron delegaciones de Astorga y la Ribera del Órbigo, además del Páramo y La Bañeza, y a la que se desplazaron tres coches con 90 personas de la zona, una de las más afectadas por la pretensión del Plan Nacional de Obras Hidráulicas, que postergaba las que habían de realizarse en aquella cuenca, entre ellas el pantano de Barrios de Luna, que tardará en construirse según tal proyecto 15 años, y contra la que se protestaba en aquellas juntas y en la vallisoletana Asamblea de las Regiones Castellano-Leonesas, celebrada con enorme entusiasmo y uno de cuyos inmediatos efectos (se diría) será el acuerdo del gobierno el 3 de julio de sacar a subasta, por importe de 2.979.000 pesetas, las obras del pantano de Tarabico, en Villameca, cuya ejecución (adjudicada a Arturo Ruiz Falcó) se prevé dure tres años y se iniciará en breve, se decía al principio de septiembre. En cuanto al primero, se considera necesario, cuando casi acababa el mes de julio, que los parameses se unan para lograr la pronta construcción del embalse de Luna, “tan requerido por la comarca para que se rieguen sus tierras y no tengan que gastarse tanto en pozos, norias y caballerías que los arruinan y les hacen perder la salud agotando la vida con horas excesivas de trabajo, sin ayuda del Estado, y arruinados por plagas que les hacen perder media cosecha de uvas por lo menos”. 

    Se realizaba el domingo siguiente en el Teatro Seoanez de La Bañeza una reunión comarcal de regantes y usuarios de las aguas de ríos y afluentes de la cuenca del Duero (propuesta y patrocinada por la alcaldía bañezana y aceptada por la corporación), en la que se reclamaba autonomía para dicha cuenca, la activación de las obras hidráulicas en ella previstas, y que no se la postergue, y cuyas conclusiones (y el acuerdo de asistir a la de Valladolid) se trasladaban al gobierno civil de la provincia. La presidía el alcalde bañezano, y se adhirieron a ella el presidente de la Comisión Gestora de la Diputación y los diputados a Cortes leoneses de la derecha, haciendo uso de la palabra tres ingenieros asistentes, además del regidor bañezano, el de Santa María del Páramo (Lorenzo Sierra), Ceferino Martín Martín y el parlamentario Manuel Sáenz de Miera. Se acordaría el 27 de junio que concurra a la asamblea de Valladolid la comisión que se designó entonces para ello, antes de que se atrasara a la fecha del 1 de julio en que ahora se celebra.

    También en Valladolid se reunía del 22 al 30 de septiembre de 1934 el V Congreso Nacional de Riegos, y se apremiaba a que los ayuntamientos, las juntas vecinales, los Sindicatos de Riego y los Agrícolas, las sociedades azucareras, los almacenistas, los agricultores y propietarios y todos cuantos sientan el país se dirijan al mismo exponiendo las necesidades y aspiraciones de cada pueblo y apoyando la campaña del semanario bañezano El Adelanto para que en dicho Congreso se decida la urgencia de la construcción del pantano de Barrios de Luna, que tanto favorecerá a la región, y sobre todo a los pueblos y las tierras de secano del Páramo, de cuya villa capital asistían el alcalde, Santiago Santos (farmacéutico), y el Juez municipal, Clemente Ferrero Rodríguez.

<<<<< Imágenes (esta y la anterior) de la inauguración del Pantano de Villameca.

    Al rematar junio de 1935 continuaban con gran intensidad las obras en el pantano de Villameca, donde trabajan ya unos 80 obreros y se había instalado y se sigue emplazando gran cantidad de maquinaria movida por fuerza eléctrica, con la que se están realizando los cimientos de la presa. La Gaceta publica el 27 de febrero de 1936 un decreto que permite celebrar concurso para el proyecto, suministro y montaje de las compuertas para el desagüe de fondo del embalse. El 20 de mayo del mismo año la Confederación Hidrográfica del Duero ampliaba su petición del canal para el riego de la zona de oriente del río Tuerto hasta Nistal de la Vega, cuando se halla estudiando el proyecto de dicha conducción, “cuya pronta construcción sería de gran importancia para que las aguas del pantano de Villameca tengan inmediato aprovechamiento”, dice desde la Ribera del Órbigo el corresponsal de El Diario de León.

    Al comienzo de junio de 1936 la repetición de las lluvias volvía a causar grandes daños en la agricultura de la Ribera del Órbigo (y más aún el retroceso de las temperaturas), y la Unión de Productores Agrícolas Leoneses, “organización apartada totalmente de la política, atenta solo a los intereses del campo”, convoca a una gran asamblea en Santa María del Páramo el día 7 para impulsar la rápida construcción del Pantano de Luna, “una realización en la que los comerciantes, industriales y labradores tienen intereses importantes, y los obreros la solución del paro en la provincia en la materialización del deseo justísimo de los parameses de aquella obra cumbre de la región”, se dice en la convocatoria. Asistió el gobernador de la provincia, que ofreció trabajar con entusiasmo para que el proyecto se vea realizado, y representantes de la Confederación Hidrográfica del Duero, del Servicio Agronómico provincial y de la Diputación (Santos Ovejero y Vicente Martín Marassa), aprobándose unas conclusiones y nombrando una ponencia para activar el asunto ante el gobierno (señalaban ABC y La Vanguardia el día 9). “La presencia de ciertos elementos que daba ocasión a que el acto recibiera tinte político disgustó a algunos asistentes. El proyecto del pantano está ya hecho y sigue los trámites naturales, que se precisa se transiten cuanto antes para contar con el embalse y el Canal del Páramo que desde aquel ha de regarlo”.

    Otro Canal, el del Bierzo (reclamado desde 1929), se hallaba ya con sus obras comenzadas a primeros de julio de 1936, debido a las gestiones del diputado astorgano y exministro de Hacienda Gabriel Franco López, según mantendrá entonces el socialista trisemanario Horizonte desde Astorga, o gracias al empuje e influencias del berciano Ángel Pestaña Núñez, entonces parlamentario por Cádiz, tal como se contrapondrá desde Ponferrada, cuando desde Santa María del Páramo se seguía aún reclamando que se considere como obra urgente la del pantano de Barrios de Luna (dirá el diario capitalino La Mañana).

    Habría años más tarde intenciones y planes de crear en nuestra provincia otros embalses: en los albores del desarrollismo franquista se propuso anegar La Cabrera Baja y trasladar su población a pueblos de colonización de Palencia y Valladolid, un proyectado y bárbaro trasvase del que las humildes gentes comarcanas se zafaron, aunque más tarde tuvieron que rendirse a la brutal realidad del abandono y salir por pies masivamente en busca de trabajo lejos de su tierra, una nueva postergación de la comarca cabreiresa, a sumar a la de 1909, cuando en el invierno las avenidas del río que le da nombre y sus afluentes arramblaron con los puentes dejando a sus habitantes aislados y nadie se acordó de arreglarlos ni de enviar socorro, o a la de 1933, cuando en febrero se sigue insistiendo desde La Opinión en que se ultime en la parte zamorana la carretera de Rionegro a la de León a Caboalles, “terminada hace más de sesenta años, aunque no definitivamente”, y a la que siguieron luego tantas otras desde todos los regímenes, y la ocupación en el franquismo de algunos de sus recónditos lugares por la Legión y los moros Regulares del dictador en persecución de huidos y de maquis.

Ruinas de Oliegos, en el embalse de Villameca.>>>>>

    Un vaciado de población, el que se llegó a disponer para aquellas tierras, que ya se había perpetrado antes, en noviembre de 1945, por el Instituto Nacional de Colonización (inspirado en la Italia de Mussolini con el objetivo de “potenciar al hombre antiurbano y antiobrero, apegado a la tierra, temeroso de Dios y afecto al régimen, del cual es deudor de todo: casa, tierra y trabajo, todo bajo control del partido”) cuando los habitantes del vecino lugar de Oliegos, en la Cepeda, fueron transterrados (con sus enseres, ganados, y las campanas de la iglesia) para fundar como colonos obligados el nuevo pueblo de Foncastín, en el vallisoletano valle de Zapardiel, al ser inundado el suyo a la finalización del embalse de Villameca (inaugurado en octubre de 1946). No todos: a quien como Valerio Natal se opuso a dejar su casa se le encarceló por tres meses en Astorga, se le requisaron sus tres vacas, y se le negó el techo y el pedazo de tierra en el exilio castellano, condenándolo a mendigar hasta su suicidio en marzo de 1947 en las aguas del pantano (eco tal vez de la viril protesta del “último riañés”) como postrera rebeldía contra él y contra quienes lo habían construido, en parte con mano de obra obligada de los republicanos represaliados que purgaban haberlo sido en el destacamento penal que allí se estableció.

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Misiones redentoristas contestadas en Castrocalbón en enero de 1934.-

    Continuaban realizándose al inicio de 1934 las Santas Misiones religiosas en los pueblos de nuestra tierra, y seguían latiendo, a lo que se ve, en algunos de sus vecinos sentimientos anticlericales como los que debieron de motivar los hechos que se dieron en el de Castrocalbón a finales de enero, por los que el juzgado de Instrucción de La Bañeza procesó a 20 de sus naturales y residentes por un delito contra el ejercicio y la libertad de culto y que fueron juzgados en la Audiencia Provincial de León con el resultado de absolver a todos los demás y condenar como autores de una falta contra el orden público a la pena de 10 días de arresto y multa de 500 pesetas (a pagar en diez meses) a Saturnino Fernández Vidal y Secundino García Manjón: El día 28 un número considerable de fieles oían en la iglesia la predicación de los padres Redentoristas del convento de Astorga que estaban celebrando la Misión, entrando entonces en el templo, cubierto, Saturnino, que al ser requerido por el párroco y otro sacerdote a que se descubriera, se negó reiteradamente, “promoviendo con su actitud el consiguiente escándalo y ofendiendo los sentimientos religiosos de los concurrentes”. Al siguiente día, cuando otro de los frailes predicaba alguien no precisado profirió una voz desde fuera de la iglesia contestada por otros dentro del templo con gritos de “fuera con ellos, estafadores”, originándose un gran revuelo que motivó la interrupción del acto religioso y que los asistentes salieran al exterior, al mismo tiempo que accedían al recinto (“no consta que con mal propósito, ni si en forma incorrecta u ofensiva”) cinco de los procesados y permanecían otros once en su entrada, a la vez que se hallaban dentro las también procesadas Elena Fernández Vidal y Saturnina Manjón. El día 30 seguíase celebrando la Misión, y entraron los dos condenados en el templo cubiertos y fumando, suspendiendo el párroco, Constantino Román Carracedo (lo fue en el pueblo al menos en todo el periodo republicano), el acto ante aquellas formas irrespetuosas y desconsideradas.

<<<  Celebración de una Santa Misión.

    Tal es lo que aparece como hechos probados en la sentencia nº 244 de 1934 de la causa vista el 16 de julio, en la que el fiscal Emilio Rodríguez retiró la acusación sobre nueve de los procesados. Después, en el otoño de 1936, un informe del cabo de la Guardia Civil de La Bañeza, Pedro Lagarejos Villar, sobre el médico bañezano Emilio Perandones Franco, cuando ya estaba detenido y procesado por “los hechos cometidos en julio por la milicia roja bañezana” en su calidad de directivo socialista (era vocal de la Agrupación Socialista desde finales de mayo), aludirá, tergiversándolos, a que “en el mismo año 1934 el doctor acompañó a los organizadores de un acto en honor de varios individuos socialistas de Castrocalbón que habían expulsado de la iglesia a los fieles impidiendo la entrada en la misma de los frailes que iban a la Misión”, lo que debió de producirse finalizando el mes de julio, y seguramente como celebración del fallo absolutorio para la mayoría de los encausados, pues del gobierno civil llaman el 1 de agosto la atención a la alcaldía bañezana “sobre los hechos de Castrocalbón, y que se procure evitar que se repitan por cuantos medios estén a su alcance”, a lo que responde el alcalde que “la excursión que se realizó a aquel pueblo se hizo sin su conocimiento”. Seguramente a esa expedición de bañezanos a la villa del Eria se refiere el indirecto testimonio que nos ha llegado, y que erróneamente la sitúa en el Primero de Mayo de 1933 (”para celebrar allí la festividad obrera”), según el cual habría sido interceptada por la Guardia Civil, que le salió al paso en el alto de la Portilla, impidiéndoles continuar a algunos de ellos (al menos) que desde allí hubieron de desandar el camino, y obligando a otros a despojarse de la camisa roja que lucían.

En el número de El Combate del 21 de julio se dirá que quienes de los procesados de Castrocalbón sufrieron prisión la padecieron “por haber contestado al desafío que un fraile belicoso, retador y bravucón lanzó a la República y a los socialistas, secundado por caciques que esgrimieron armas en la iglesia, convertida en tribuna contrarrevolucionaria”. 

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La maestra Mari Sol en los años 20 en Villanueva de Jamuz.-

     En 1928, el que había sido Delegado gubernativo de varios distritos provinciales en los años  anteriores durante los Directorios de la dictadura primoriverista y era concejal del ayuntamiento de la capital y secretario de la Unión Patriótica Nacional, el capitán José Mourille López, publicaba La provincia de León. (Guía general), y en ella señala existir en León 1.546 maestros y maestras y 1.507 escuelas nacionales (además de una buena cantidad de otras privadas), de aquéllas 82 de maestros (1 graduada, 27 de niños y 54 mixtas) y 58 de maestras (1 graduada, 27 de niños y 30 mixtas) en el partido judicial de La Bañeza, y ser la décima provincia por su menor número de analfabetos (el 36,61%), mientras este índice es en nuestro partido del 39,44%.

    Según muestra aquella Guía, hay en Santa Elena de Jamuz buen local escolar (en julio de 1921 había cesado Lorenzo Hernández Prieto como maestro de instrucción primaria, el cual remitía en febrero de 1915 Oficio de residencia como sustituido), regular en Villanueva (figuran en 1928 un maestro y una maestra, al igual que en Jiménez, y tan solo un maestro en Santa Elena), y se halla en construcción la escuela en Jiménez de Jamuz.

    En aquel regular local-escuela de Villanueva de Jamuz (donde figura Teresa Martínez como enseñante en 1928) había sido maestra propietaria desde 1921 hasta 1929 Josefa Álvarez Díaz, una experiencia que, combinada con la de su paso como docente por el pueblo asturiano de Carbayín, y firmando como Josefina Álvarez de Cánovas (Inspectora de Primera Enseñanza y Licenciada en Derecho), plasmaría en cuatro libros de lectura para las escuelas (ya nacionalcatólicas) de niñas, y en especial en el titulado Mari Sol, maestra rural, que publicó la Editorial del Magisterio Español en 1944, aprobado por el ministerio de Educación Nacional, con licencia eclesiástica, el Imprimatur del Vicario general, y el Nihil Obstat del censor. Había nacido Josefa en Puertas de Cabrales (Asturias) en mayo de 1898. Desarrolló después su labor profesional como Inspectora de Primera Enseñanza en la provincia de Toledo (1929-1931). Entre su producción anterior prologó en 1933 el libro Hacia una Escuela Nueva. Fue una de las 100 mujeres pensionadas por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), en su caso en Francia, Bélgica y Suiza en 1935. (Resultaría sin duda interesante comparar aquellos místico-patrióticos libros de lecturas de la posguerra con su Plan de Hacer Escolar para el curso 1934-1935).

    De acuerdo con el relato de la maestra Mari Sol, el pueblo de Villanueva de Jamuz no tenía entonces carretera (la de Alija, en la que se halla, pasaría aún en 1934, con el ensanche y el acondicionamiento en su extremo bañezano, a serlo desde su anterior categoría de camino), y sus casas estaban “rodeadas de altos muros de adobe con portón que da a la vivienda recoleta de habitaciones, todas abiertas al corral, con piso de barro (lo que obligaba a calzar galochas en invierno) y alumbradas con candil de mecha (la torcida), no anidando en su castillo ya desde hace muchos siglos más que las cigüeñas y las golondrinas”. Sin acomodo ni vivienda para la maestra, comiendo las familias de la olla común (“al pilón”, bien sazonado de pimentón picante), con la anterior escuela en un local arrendado y la que aquella maestra desempeña instalada también en alquiler “en la antigua y desocupada panera de los diezmos y primicias de la Iglesia, que las alumnas han de abandonar cuando llega el tiempo de la siega”… Una obra que compone un mosaico en el que no faltan la descripción (entreverada de términos propios de sus gentes) de tipos populares de la tierra, las alusiones a tradiciones y costumbres del lugar, y la narración de las estacionales faenas campesinas de sus naturales.  

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Algunas noticias bañezanas del inicio de 1933.-

     En una de las postreras publicaciones (la del 19 de febrero de 1933) de aquella cabecera que siempre, en sus dos épocas, se había proclamado independiente, reseña el semanario La Opinión el banquete-homenaje tributado al bañezano Alfredo Fernández Falagán, autor del drama María-Antonia estrenado por aficionados en el Teatro Pérez Alonso el 25 de enero, en el que el maestro y poeta Cecilio Sixto Toral Manjón (otro de los docentes después represaliados –separado de la enseñanza en agosto de 1936-, acusado de estar afiliado a la ugetista Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza –FETE-), llamó a hacer patria chica, a los intentos (poco exitosos) de resucitar la Masa Coral Instrumental Bañezana, y a reivindicar la creación de un Ateneo “que cobije, sin distinción de ideologías, las artes, las ciencias y las letras”, y se insiste una vez más (ahora por quien firma Noctámbulo) en las reclamaciones de solución al eterno problema del abastecimiento de aguas, “que caen siempre en saco roto, mientras a cambio la climatología ha regalado una semana de intensas lluvias que han dado a La Bañeza un aire de ciudad en sombra y veneciana, con calles convertidas en lagunas y terrazas lacustres en las que brillan cual farolillos las luces de cafés por el exceso de agua, que no es la tantas veces pedida”, ensoñación nocturna propiciada tal vez por la cercanía de las carnestolendas, en cuyos tres días (se dirá en el siguiente número, el del día 26) se celebrarán en el Teatro Seoanez por la tarde y por la noche grandes bailes de mascaras como en años anteriores. El 11 de enero se había acometido en el mismo Teatro la primera representación, también por diletantes, de la creación de Antonio Alonso González (director del rotativo que al poco cerrará) Flor del Valle, y se había homenajeado al autor y celebrado el éxito de la obra el día 22 con una cena en el Hotel Magín.

    Se dice en El Adelanto del 4 de febrero (era su administrador José Santos de Mata) haberse constituido en La Bañeza un comité local del Partido Republicano Conservador (PRC), acaudillado por Miguel Maura (Maurita, denostado con tal epíteto por los ultramontanos, por contraposición a su padre, de cuyas convicciones, según aquéllos, habría éste abdicado) y que pretende agrupar a las derechas españolas, integrado por varios católicos bañezanos, y se rechaza con indignación, pues “no es al señor Maura a quien hay que seguir” (lo hacen responsable de haber traído la República, de la quema de conventos, y de la expulsión del cardenal Segura). Desautoriza también el “semanario católico independiente” el voto a Lerroux y su partido, y proclama que “no es la solución de las derechas porque su actuación contribuye a pisotear postulados esenciales de nuestro programa”. A la mitad de marzo se constituiría al final en la ciudad una sección de aquel partido maurista en la siguiente forma: presidente, Juan Espeso González, abogado y alcalde entonces; secretario, Francisco Baeza Romero, almacenista y maestro nacional; vocales: Liberto Díez Pardo, concejal e industrial; José Santos Pérez, concejal y propietario; Tomás Antúnez, almacenista; Benigno Isla Carracedo, comerciante, y César Moro Ferrero, industrial. Aquella formación era heredera de la conservadora Derecha Liberal Republicana (DLR) de 1930 de Miguel Maura y Alcalá-Zamora (virada en Partido Republicano Progresista –PRP- después del 14 de abril de 1931), de la que se había separado su ala derecha, encabezada por Miguel Maura como Partido Republicano Conservador, en enero de 1932.

<<<<  Las familias se cargaban de hijos para contrarrestar la alta mortalidad infantil.

    De nuevo acercaba datos el cronista desde Jiménez de Jamuz de los actos litúrgicos que allí se habían realizado en 1932: 19 entierros, 12 de adultos y 7 de niños, un dato que con otros como el de las 9 defunciones de adultos y 17 de párvulos de Huerga de Garaballes revela la todavía amplia mortalidad infantil de aquel periodo, patente también en la alta frecuencia con que la prensa bañezana noticia el fallecimiento de infantes en la ciudad, una lacra que encadenaba a veces otras lastimosas tragedias, como la del “suicidio en la tarde del 6 de diciembre, en el cementerio bañezano y de dos tiros de pistola en el pecho ante la tumba de su hijito recientemente fallecido del regente de la farmacia de Carlos Fernández Alonso, a los 43 años y dejando a su mujer, Julia Cabañas Martínez, con un niño mayorcito y dos niñas más pequeñas” (saldría después adelante hospedando en su casa a algún empleado municipal y a otros que lo eran de industrias o negocios bañezanos), y también de los que se daban: “Se celebró con gran solemnidad la fiesta de San Antonio, perdiendo este año su aspecto profano y revistiendo carácter enteramente religioso, como corresponde a una cofradía de abolengo piadoso. Las Aguedas celebrarán su fiesta hasta con sermón. Gran entusiasmo ha despertado El Adelanto; se traen hasta 300 ejemplares, y aún no bastan por el gran deseo que hay de leer el semanario, hecho sin ánimo de insultar ni molestar a nadie” (se dice, a pesar de que desde secciones como “Adelantando” quien la firma como K-Vernícola se mofe y zahiera sistemáticamente al socialismo y a los socialistas).

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Una jiminiega en la Residencia de Señoritas.-

    En 1876, en el gobierno conservador de Cánovas, catedráticos separados de la Universidad Central de Madrid por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a dogmas oficiales en materia religiosa, política o moral, crearon la Institución Libre de Enseñanza (ILE), en colaboración con, entre otros, el regeneracionista Joaquín Costa. Una forma de apoyar desde la ILE la formación de personal altamente cualificado en las diversas ciencias y humanidades, y un empeño más de los brotados desde ella para acabar con la marginación, científica en este caso, fue la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), nacida en 1907 y presidida por el ya eminente Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina el año anterior. Entre aquella fecha y 1939 se formaron casi todos los intelectuales y científicos españoles gracias a las becas de esta Junta. Una de las becadas, en 1924-1925 para estudiar durante nueve meses en Suiza y Alemania la psicobiología infantil y “El influjo sentimental y la secreción interna en el desenvolvimiento del niño”, fue Francisca Bohigas Gavilanes (importante figura política del conservadurismo leonés en todo el periodo republicano), entonces Inspectora de primera enseñanza en Lérida y después en León y en la zona bañezana, donde aportaría lo aprendido para que los planes de estudio y las escuelas se adaptaran a la realidad del niño, en consonancia con el paidocentrismo y las nuevas orientaciones europeas en materia educativa. Años antes había sido pensionado para estudiar el lenguaje leonés en Alcañices, Sanabria y La Bañeza el licenciado en Filosofía y Letras Agustín Blánquez Fraile (el primero de todos los de la JAE), discípulo de Ramón Menéndez Pidal, y también lo sería entre 1920 y 1924 el astorgano Gabriel Franco López en sus estudios de economía política y hacienda pública, así como sobre la reforma agraria, en Alemania y Bélgica.

    Bajo la protección de otro afán cultural y de progreso muy leonés, la Fundación Sierra Pambley, fue la provincia una de las que más se aprovechó de la labor regeneradora de la JAE (muchos fueron los paisanos becados por aquélla, y entre ellos dos estudiantes residentes: Consuelo Sáenz de la Calzada –uno de sus hermanos, Luís, sería actor en La Barraca- y María Luisa Fanjul) y de las posibilidades ofertadas por las demás instituciones krausistas, como la Residencia, levantada por Jiménez Fraud en la tradición de los colleges anglosajones y cuyos pabellones desde 1910, fecha de su creación, se vieron poblados por muchos leoneses (32 al menos hasta su desaparición en 1936), varones la mayoría pero también por algunas adelantadas mujeres universitarias como las citadas y la jiminiega Modesta Fernández Sanjuán, detentadora del no pequeño privilegio de formarse en la equivalente Residencia de Señoritas (Francisca Bohigas había sido una de sus huéspedes en el curso 1917-1918, y también pasarían por ella, además de la citada Consuelo, Concha Espina, la leonesa Nieves González Barrio -una de las primeras mujeres médico de España, la segunda colegiada en todo el país-, y la maragata Manolita López), dirigida por María de Maeztu y en la cercanía e influencia de artífices del siglo XX como Einstein, Paul Valery, Curie, Ortega y Gasset, Unamuno o Ramón y Cajal, y de excepcionales artistas de vanguardia (sería expropiada al final de la guerra, pasando a manos de la Falange), que enlazó en ella con La Barraca, el grupo de teatro creado por Federico García Lorca, con quien mantuvo amistad, y allí se hizo novia de José Caballero, el pintor y autor de los decorados y carteles de las obras representadas por aquella compañía de teatro itinerante, en la que participó con pequeños papeles junto a Francisco Grande Covián entre otros muchos actores amateurs. La Guerra Civil truncó su relación con el pintor y después de la contienda se trasladó a Oviedo, donde acabó su licenciatura en Ciencias Químicas y se ocupó como profesora y bibliotecaria en la Universidad desde 1949 hasta su jubilación en 1984.

Modesta Fernández Sanjuán  >>>

    José Caballero, amigo de Lorca, ilustrador de su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías y colaborador de La Barraca, fue a partir de la guerra decorador de La Tarumba (remedo falangista de aquélla), propagandista nacional, pintor de cámara del Movimiento, y “triste ejemplo de la mala conciencia y la doble moral, hijas de la mala memoria que amargó su vida”, a pesar de haber sido eliminado por razones políticas entre 1956 y 1976 de las muestras pictóricas internacionales.

    Logros como los de Modesta Fernández (su padre, Dionisio Fernández Vivas, había hecho fortuna en la emigración a ultramar) y sus compañeras se nos muestran como infrecuentes avances o anticipos en un país en el que hasta 1910 la mujer no pudo ir a la Universidad libremente, y en una sociedad provincial en la que desde 1887 a 1930 la población analfabeta en su conjunto disminuye progresivamente de porcentajes del 55% al 19%, pero prácticamente se mantienen los referidos a varones (23%) y mujeres (77%), con tan señalada diferencia para el caso de éstas. 

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Penurias escolares en 1934.-

A la mitad de enero de 1934, a petición de los maestros (maestra y maestro) regentes de las escuelas unitarias del local de Severino Hernández Cancelas, se colocan en ellas unos cristales; el arreglo del retrete ha de hacerlo por su cuenta el arrendador de los locales, que se dotaban por entonces de estufas y de luz eléctrica, por cuya instalación se abonaban 77 pesetas al industrial Bernardo Canton Blanco, titular de la compañía Electra Bañezana.

    Manifestaba por entonces el ministro de Instrucción Pública que el asunto de la calefacción de las escuelas corresponde a los ayuntamientos (por carecer de ella se habían cerrado en Madrid cinco grupos escolares), aunque “por una sola vez y sin continuidad” se ocupará de ello el Estado, que tendrá que rebajar el presupuesto de su departamento al hacerse cargo de los gastos de calefacción de las escuelas municipales, cerradas muchas de ellas en España por negarse los ayuntamientos a pagarla. En La Bañeza en el pleno del 14 de febrero se desechaba la petición de los maestros encargados de las escuelas unitarias de que se les provea de carbón para las estufas recién instaladas. Ya se había desestimado una solicitud semejante de las escuelas graduadas por considerar que el Estado les da consignación para calefacción (en realidad, se dice, 150 pesetas para todos los gastos de atenciones y servicios), y se propone la intervención del delegado municipal en el Consejo local de Primera Enseñanza, el concejal Joaquín Lombó Pollán, y la convocatoria de una reunión del mismo, cosa difícil dice el delegado (no se reunió ni cuando en el otoño de 1933 se clausuraron las escuelas), que añade que funciona irregularmente y manifiesta su deseo de, por ello, dimitir como vocal. Se reconoce que 30 pesetas es poca cantidad para la calefacción de cada escuela, aunque se puede contar, se dice, con la gratificación que por la enseñanza de adultos reciben los maestros.

    En la sesión municipal del 18 de abril se acuerda realizar las obras necesarias en el pavimento de la escuela de Sacaojos, ya en mal estado bajo el mandato del anterior alcalde, pero que no se reparó por no dilucidar entonces si las obras correspondían al ayuntamiento bañezano o a la Junta administrativa de la pedanía. Debió de hacerse aquél cargo de su estado, “pésimo (según el informe del arquitecto municipal del 13 de junio) tanto en la planta baja como la casa del maestro, por lo que debiera de construirse otra nueva”, y se acuerda al acabar el mes repararla durante las vacaciones de verano, ya que no se encontró en el pueblo local adecuado para sustituirla, ni tampoco a la vivienda del docente. Ya en agosto, dado que el importe de reparación de la casa-escuela según el proyecto del arquitecto municipal sería sobre una casa ruinosa, lo que representará perderla, se acuerda estudiar la conveniencia de construir un edificio de nueva planta, convocando a tal efecto a la Junta vecinal para ver si tal construcción puede abordarse, y como las posibilidades y condiciones aportadas no satisfacen a la corporación bañezana (el pueblo acarrearía y cedería la piedra de sus canteras y tres árboles para la madera –ya en diciembre dirán hacerse tan solo cargo del transporte de la piedra-, pero debía ser construida por el ayuntamiento), después de votarse en el pleno del día 29 se decide esperar a que la construya el Estado, frente a la desechada alternativa de ser levantada por el municipio, que satisface a la minoría socialista.

<<<<  Maestra y niñas de una escuela en La Cabrera en 1934

    No eran las únicas escuelas en lamentable estado: por las mismas fechas las de Jiménez de Jamuz, y también las casas-vivienda de los maestros, estaban en completa ruina, y acordaba la corporación del ayuntamiento al que la pedanía pertenece vender en pública subasta (con la urgencia que el caso requiere) un solar municipal bien situado y conocido por el Pósito y reformar unas y otras con los fondos obtenidos. A otro de los maestros nacionales en el pueblo se le enviaba con igual premura uno o dos albañiles que a cuenta del ayuntamiento le recorran y reformen la casa-habitación. Finalizando el mes de julio los corporativos habían ya acordado la necesidad de construir nuevas escuelas, y a mediados de septiembre se aprobaba la cuenta de 300 pesetas por el alquiler en 1932 y 1933 de la casa-habitación y edificio escuela de niñas de Santa Elena de Jamuz a Manuel de Blas del Palacio.

    A la mitad de julio la Dirección General de Primera Enseñanza había enviado un aparato de proyección para las Escuelas Graduadas bañezanas, y se denunciaban por entonces desde el semanario socialista astorgano El Combate algunas irregularidades y desatenciones en la primera enseñanza, como eran las de que en Castrocalbón la maestra no apareciera por su escuela, lo mismo que hacía la de Soguillos, en Laguna Dalga, y en La Bañeza redujera su dedicación a ella la maestra que vivía en Astorga y se desplazaba cada día en tren entre las dos ciudades (se trataba de Tránsito Castro González, la esposa del abogado astorgano Olegario Combarros).

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Las maniobras militares de los Montes de León en septiembre de 1934.-

    El 19 de mayo de 1934 se recogía ya en la prensa que en septiembre se realizarán unas importantes maniobras militares conjuntas del Ejército y la Marina, en las que tomarán parte cerca de 30.000 hombres. Sobrepasada la mitad de junio, ante el anuncio de las maniobras que se preparan para el otoño (ya solo del Ejército) se presentaban dos tendencias, partidaria una de que se celebren en Astorga, y en León, en el Ferral, la otra. Las comisiones de Estado Mayor han dictaminado que la primera opción es mucho mejor que la segunda, pero desde El Diario de León estimaban lo contrario por varias razones, entre ellas que la zona de Astorga tiene pueblos dentro del área de fuego; está cruzada por la carretera Madrid-Coruña y por la vía férrea, además de por numerosos caminos, y tiene escasez de agua (es sabido que para abastecer el cuartel de Santocildes es preciso cortar algunas horas el agua a la ciudad).

    Tal vez porque (como sostienen algunos autores) desde el gobierno se preveía cada vez con mayores probabilidades de certeza el estallido de un movimiento revolucionario en Asturias, se decantaba el ministerio de la Guerra ya en julio por los terrenos astorganos y de los Montes de León para realizar las maniobras, más similares a los asturianos en relieve y condiciones, y se pedían así de la 3ª Inspección General del Ejército a final de aquel mes a la alcaldía bañezana “detalles sobre la vida y medios que puedan proporcionarse a las tropas en la zona de operaciones”, un país en el que, en todo caso y según el apartado que en las Instrucciones para la preparación y desarrollo de las Maniobras Militares en los Montes de León la Dirección de Estado Mayor dedica a la psicología, “sus habitantes son virtuosos en todos los órdenes, acogedores, trabajadores, y en modo alguno toleran la exagerada licencia entre los sexos, … son veraces, honorables, no transigen con la mentira ni con la adulación, ni toleran tratamientos autoritarios”.

Campamento establecido en Rodrigatos de Obispalia.  >>>

    Se anunciaban oficialmente al comenzar agosto aquellas maniobras (una circular del BOP se referirá a ellas el 31 de aquel mes), con duración desde el 22 de septiembre al 2 de octubre, bajo la dirección del Inspector del Ejército, general Eduardo López de Ochoa, y participando más de 20.000 hombres de las divisiones Séptima y Octava, mandadas por los generales Nicolás Molero Lobo en Valladolid y Pedro la Cerda y López-Mollinedo en La Coruña. Siete de las jornadas se dedicarán a la concentración y dislocación de las distintas unidades, y las cinco restantes al desarrollo de los temas y los supuestos tácticos. “Durante todo el mes de agosto, marchas e instrucción preparatorias, sin descansar noche y día. Instrucción hasta el día 20 de septiembre. El 22 salimos para Astorga; después a pie, hacia las montañas, muertos de sed y de cansancio de tanto caminar, cargados como mulos. Llevábamos de equipo, en el morral de espaldas: la tienda de campaña, la muda, el traje de repuesto, el tabardo, los clavos de la tienda, el casco de hierro, los zapatos, y otras alpargatas; en el de costado: el plato, la cuchara, tenedor, jarrillo, toalla, peine, jabón, el fusil, los correajes con tres paquetes de munición, la manta, el palo de la tienda...”, dirá uno de los soldados de reemplazo, malagueño, enviados desde Zamora a aquellas maniobras, “regresando el 2 de octubre, el día 3 lo tuve franco y el 4 nos acuartelaron” (para destinarlos a pacificar Asturias).

    A la mitad de septiembre el ministro de la Guerra desmentía que por la mala situación económica se fueran a suspender las maniobras militares (contempladas como medida preventiva y con la finalidad política -además de la estrictamente militar- de contrarrestar la sombra de la insurrección armada por parte de la izquierda), y el día 20 salían las tropas de La Coruña para tomar parte en ellas. Dos días más tarde fuerzas militares de Segovia, Madrid, Valladolid, Palencia y Burgos pasan por León en dirección a Veguellina y Astorga para sumarse a las que ya también desde otros lugares se desplazan; en total once trenes militares especiales serán los que transiten hacia la ciudad maragata por la estación férrea leonesa, llegando por carretera Intendencia y los parques de Artillería. Mientras tanto, se está nivelando por numerosos obreros el campo de Hinojo para que sirva de lugar de aterrizaje de los aviones de la Base de la Virgen del Camino, de modo que se establecerá en él un verdadero campamento de aviación, “por considerarse punto muy estratégico, ya que dado el carácter abrupto y accidentado de la zona de maniobras, solamente las márgenes del río Órbigo ofrecen llanuras y planicies aptas para establecer bases aéreas”.  

    En las “maniobras militares en los montes de León” (a las que asiste una misión militar portuguesa) toma parte muy activa la aviación. El Grupo 21 del aeródromo de la Virgen del Camino ha establecido su base en Hinojo, a tres kilómetros de La Bañeza, y para este punto salían ya el sábado, día 23, los 20 vehículos del escalón precursor rodado, y el domingo tres aparatos de la Plana Mayor con el jefe de Grupo, el comandante Ricardo de la Puente Baamonde, 9 Breguets de reconocimiento y bombardeo, y una escuadrilla de caza (dos según otra nota del mismo día de El Diario de León) formada por 7 aviones Nieuport llegados de la base de Tablada (Sevilla), seguidos del escalón de retaguardia. La aviación del ejército enemigo invasor desde Galicia, o bando azul, tiene su base en Sarria (Lugo), y la componen una patrulla de 4 aparatos de bombardeo del aeródromo de Logroño, y una escuadrilla de caza de 11 aviones de la base del Prat (Barcelona). A media tarde del día 25 se estrellaba en Sarria un avión Nieupórt de los de la escuadrilla de caza del Prat, muriendo el oficial piloto teniente Eduardo Dalias Charte, que había estado destinado en la Virgen del Camino en 1930. 

    Aquel mismo día terminaba la concentración de tropas en Astorga, que presenta un aspecto singular, especialmente en las horas de la comida, en que se reúne el cuartel general en la población (después, en enero de 1936, en un epigrama crítico con el general Martínez Cabrera, dirán desde el semanario astorgano socialista El Combate que “entonces hizo el caldo algún fondista”); el resto del tiempo las fuerzas salen por los pueblos próximos. Muy impactante hubo de resultar tal acumulación de personas (23.000, según La Vanguardia del 28 de septiembre) y de impedimenta militar (6.750 caballos y mulos, 496 vehículos, 91 motocicletas, 598 carros y 88 camiones-aljibes y carros-cuba) en el paisanaje y el paisaje, tanto rural como urbano, de una tierra sembrada de pequeñas poblaciones y en la que sus mayores núcleos, Astorga, con poco más de 8.000 habitantes, y La Bañeza, con algo menos de 4.300, eran habitados por algo más de la tercera parte, el uno, y el otro por no mucho más del triple de los contingentes que entonces los visitan, o el incremento en un lugar como Destriana de los casi 1.200 efectivos del Regimiento que acoge, tantos como entonces eran los vecinos del lugar. Un enorme movimiento de tropas y materiales se dio en todo el campo de las maniobras, cuya línea de fuego quedaba constituida entre La Bañeza, Astorga y Ponferrada. José (Pepín) Ortiz, muchacho astorgano que tenía entonces trece años, recordará mucho tiempo después aquellos ejercicios militares y “el fascinador espectáculo que representaba para la chiquillería acercarse a la estación a presenciar la llegada der trenes militares, con artillería, cocina y tropas de todas clases, incluidos los regulares ‘moros’ y la legión”.

    El ministro de la Guerra presenciaría la última parte de las maniobras, del 28 al 30, y para visitarlas también saldrá el día 28 de Madrid el presidente de la República. En el ayuntamiento de la ciudad episcopal se ofreció el viernes al presidente de la República un vino de honor después de ser aclamado en la Plaza Mayor al medio día (aludiría el alcalde, Miguel Carro, en su discurso “a la solidaridad que une al Ejército con el pueblo y a la conciencia nacional que repudia la guerra porque es la negación del espíritu humano”), al tiempo que los jefes (el general Franco entre ellos, invitado a las maniobras por el titular de la cartera militar como su asesor personal) y oficiales obsequiaban con un ágape en el Hotel Moderno a los informadores de Madrid, León y Astorga y a los delegados y observadores militares venidos de Portugal, México, Alemania, Francia, Italia y Estados Unidos, y se brindaba el sábado un banquete al ministro de la Guerra. Se le honró también con una función de gala en el Teatro y se organizaron variados e interesantes festejos populares. Estaba previsto que el mismo sábado el ministro revistara a la Octava División en Foncebadon, y el domingo a la Séptima en la explanada de El Ganso, cerca de San Esteban de Somoza, lo que hubo de ser suspendido por la lluvia, sin que tampoco pudiera ser recogido por los cameramans de la casa Fox, que se hallan en Astorga con el objeto de impresionar una película sobre las maniobras.  

Hornos subterráneos para hacer pan como estos pudieron instalarse en La Bañeza. >>>

    El general López de Ochoa elogiaba el día 29 en su alocución en Astorga el alto espíritu demostrado por las tropas en los días de maniobras, resaltando “la inutilidad de las propagandas subversivas que solapadamente se intentaron hacer cerca de ellas”. El mismo general trasladaría después a Destriana “la satisfacción y el reconocimiento personal de las unidades que permanecieron en ese municipio”, y su gratitud a La Bañeza y al pueblo bañezano por su colaboración de aquellas fechas y por la buena acogida que se dispensó a los allí acantonados. 

    El 30 de septiembre continuaban en Hinojo los aparatos de aviación que han venido a tomar parte en las maniobras militares, y se cuentan por millares las personas de La Bañeza y de los pueblos comarcanos que van a aquel lugar todos los días para verlos volar (informaba El Adelanto), y el 2 de octubre en Astorga sigue realizándose el embarque de las tropas, que prosiguen pasando por León de regreso a sus destinos, finalizadas ya las maniobras con toda normalidad. También para Madrid ha regresado el general López de Ochoa, acompañado del general de brigada Toribio Martínez Cabrera, el verdadero organizador desde su reciente puesto de director de la Escuela Superior de Guerra de aquellas maniobras militares (las más grandes previas a la guerra civil, después de las del Pisuerga de octubre de 1932 y las del Segre de 1933, y anteriores a las de Llano Amarillo, en Marruecos, de julio de 1936) precisamente en su cuna maragata, decisión que con la de llevar la carretera desde Turienzo hasta Andiñuela de Somoza, su pueblo (realizada por soldados zapadores y a cuenta del general (dirán, en verso, en El Combate que el camino concluye en una finca / que -¡qué casualidad!- resulta suya, (una crítica parece que infundada, a la luz de los datos mostrados al respecto por el investigador Miguel García Bañales) merecerá el agasajo de los prohombres del país y que lo reconozcan y lo nombren, pasados tantos años, Hijo Predilecto de la Región de Maragatería.

   Reinó la normalidad en aquellas maniobras, aunque salpicada por algunos incidentes, como el sucedido el 1 de octubre cuando en el nacimiento de la carretera de Santa Colomba de Somoza una motocicleta perteneciente al 5º Grupo de Intendencia ocupada por un cabo y un teniente coronel de Estado Mayor de la Jefatura del Servicio de Arbitraje de las maniobras militares atropelló a un carro de bueyes, con el resultado de sufrir heridas los militares y el destrozo de los dos vehículos; o el que se dio al día siguiente en Foncebadón al arder diez pajares repletos de hierba y paja, “se cree que por la colilla arrojada por algún soldado de los que están de maniobras”.

<<<<  Los generales López de Ochoa (en el centro) y Franco (segundo por la izda.) acompañados por otros Jefes y agregados militares asistentes a las maniobras.

    Habían servido las de los años 1932 y 1933 para comprobar la maniobrabilidad del Ejército en terreno llano y fangoso por la lluvia; las de 1934 (antesala de lo que hoy es el campo de tiro militar de El Teleno) la evaluarían “en un territorio escarpado, inhóspito, con escasas vías de comunicación y recursos, y rudimentarios modos de vida”, se indica en las Instrucciones que las preparan y desarrollan. En las inmediaciones de Astorga desplegarían también en el otoño de 1935 las fuerzas de la Octava División su plan de maniobras y las Escuelas prácticas militares, y allí se volverán a concentrar entonces 4.000 hombres de 4 batallones de Infantería procedentes de los regimientos que guarnecen las plazas militares de La Coruña, Lugo, Ferrol y León, además de dos baterías de Artillería y una compañía de Intendencia, en unas operaciones realizadas en los mismos emplazamientos que las del pasado año y que durarán del 14 al 30 de septiembre, dirigidas por el general que las comanda y bajo la inspección del general Manuel Goded, jefe de la 3ª Inspección del Ejército, que revistaría, acompañado del coronel del Regimiento Burgos 36, el cuartel de Santocildes cumplimentado por el general Toribio Martínez Cabrera. El cuartel general de las maniobras militares, al mando del general Fernando Martínez Monje, se establecerá esta vez en el Hotel Moderno, y todas las tropas participantes en ellas se desplazan en tren, excepto el batallón de guarnición en León, que lo hará por carretera, dejando allí solamente las fuerzas indispensables para el servicio de la plaza.

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Las elecciones municipales de abril de 1931 protestadas y repetidas.-

Alcaldes republicanos de La Bañeza.- (III)

    Las elecciones del 12 de abril de 1931 fueron en los siguientes días “reclamadas” en La Bañeza (como en otros muchos lugares, también de la comarca y la provincia), lo que originaría aquí y en todos aquellos cuyas apelaciones se aceptaron y a la altura de mayo la sustitución de aquellas primeras corporaciones por comisiones gestoras designadas desde los gobiernos civiles provinciales, en aplicación de la normativa que atribuía a éstos tales prerrogativas (usadas, por cierto, abundantemente durante el periodo republicano por los gobiernos de uno y otro signo: los reformistas, los conservadores del “bienio negro”, y los del Frente Popular), y en el caso de la ciudad cabecera comarcal a propuesta de su Comité Republicano Socialista se constituyó el 15 de mayo la Gestora municipal formada por quienes eran desde hacía un mes el alcalde, los tenientes de alcalde y el síndico, y presidida por el primero, Félix Cardillo Puerta. En el municipio de Santa Elena de Jamuz se constituiría una Gestora que integran cuatro miembros el día 22, “hasta que se celebren las elecciones del día 31 del actual y quede el ayuntamiento definitivamente establecido”, lo que se hará el 26 de junio, cuando se constituya con los concejales salidos de la elección popular de aquella fecha. La casi totalidad de los ayuntamientos “protestados” y sustituidos serían repuestos tras las nuevas elecciones del 31 de mayo (el 3 de junio se convoca al país a nuevos comicios a Cortes Constituyentes para el día 28), llegando apenas a un 5% el número de los destituidos. La sustitución de los concejales electos el 12 de abril en los ayuntamientos en los que se incoó expedientes de irregularidades en los comicios se había denunciado desde El Diario de León, decidido partidario antes y después de ellos de los sufragios restringidos de la monarquía y de las alcaldías impuestas por los soberanos designios de las Reales Órdenes.  

    Después de que el día 8 de mayo se dispusiera para el 24 la proclamación de los nuevos candidatos y la continuidad en los ayuntamientos protestados de aquellas comisiones gestoras en tanto no se posesionen los concejales que se elijan el día 31, en los municipios de nuestra tierra (como en muchos otros de zonas rurales) se repitieron las elecciones del 12 de abril por irregularidades habidas en aquéllas, denunciadas ante el gobierno civil y admitidas por éste, y a tenor de lo dispuesto por el decreto del 14 de mayo que anulaba para la repetición el artículo 29 de la Ley electoral de 1907, en Alija de los Melones, Cebrones del Río, La Bañeza (con el resultado de “8 de la conjunción republicano-socialista, 2 liberales monárquicos, y 2 conservadores monárquicos”), Santa María del Páramo (“3 republicanos y 6 monárquicos”), Laguna de Negrillos, Santa Elena de Jamuz, Urdiales del Páramo (se eligieron a “6 republicanos y a 3 republicanos de la izquierda”), y Zotes del Páramo (salieron elegidos 6 monárquicos, 1 socialista y 1 republicano), además de en Astorga (“5 republicanos, 3 socialistas, 5 independientes y 2 agrarios”), Bembibre, Ponferrada, Benavides de Órbigo, Grajal de Campos, San Justo de la Vega, Villarejo de Órbigo y Valderas (“4 socialistas, 3 republicanos y 4 republicanos de la derecha”), donde se había producido un conato de motín al cesar el ayuntamiento interino y tomar posesión una comisión gestora formada por republicanos de nuevo cuño, que hubieron de ser cambiados a su vez por socialistas (como anunciaba El Diario de León de los días 19 y 21 de mayo y 1 de junio).

    El 24 de mayo se celebraba en el bañezano Teatro Seoanez un mitin de propaganda republicano-socialista, cercana la repetición de las elecciones municipales para el día 31, en el que participan Julio Pérez Riego, abogado y republicano de Astorga; Miguel Carro Verdejo, representante socialista y alcalde de la ciudad maragata; Manuel Santamaría Andrés, catedrático del Instituto de León (allí sería fusilado en noviembre de 1936), y Aureliano González Villarreal, de la leonesa Escuela de Veterinaria. El 29 tenía lugar en la Casa del Pueblo otro mitin, ahora socialista, presidido por Ramón Santos Prada, presidente entonces de la Agrupación Socialista bañezana, y en el que el orador fue el socialista leonés y entonces concejal Juan Antonio Álvarez Coque. 

    Se presentaron esta vez a los comicios municipales repetidos 24 candidatos, la misma lista de la conjunción republicano-socialista que en los anulados anteriores, y con las modificaciones siguientes en los restantes partidos intervinientes: en lugar de Eugenio de Mata Alonso concurrió Francisco Baeza Romero; por Julio Fernández Casado, Pedro Rodríguez Majado; en lugar de Manuel Ferrero Nuevo, Eulogio Ruiz Pérez; por Tomás Pérez, Miguel Fuertes Valderrey; y en vez de Ramón Fuertes Román se presenta Victoriano Núñez Valderrey.  

    Triunfaron las candidaturas republicano-socialistas el 31 de mayo en Valderas, Astorga (donde tanto los republicanos como los socialistas serían minoría), Ponferrada y La Bañeza, y el día 5 de junio se constituyó aquí el nuevo ayuntamiento, del que la ciudad entera espera pronta satisfacción a las más inmediatas necesidades: escuelas, colegio, aguas y alcantarillado (se publicaban en La Opinión quejas por la intempestiva “cuba” en la que a falta de aquél se recogen a diario las latas de los detritus ciudadanos, y loas burlescas alusivas al contenido de la que nombran “la Nicolasa” y a su perfume, y a que se la retire “después de que las aguas corran aquí a raudales”), casas baratas, jardines, caminos, edificio de Correos… (todas ellas, y la exigencia de responsabilidades a la liquidada dictadura, se habían recogido en el programa electoral de la Conjunción Republicano-Socialista bañezana), quedando ahora constituido por el veterinario Félix Cardillo Puerta de nuevo como alcalde; como primer teniente de alcalde, Toribio González Prieto; segundo, Manuel Martín Martín (industrial harinero); primer procurador síndico, Joaquín Lombó Pollán (también veterinario); segundo, Isaac Nistal Blanco, albañil y maestro de obras; y restantes concejales: Ángel González González (jornalero), Porfirio González Manjarín (albañil), Narciso Asensio Asensio (labrador), Liberto Díez Pardo (industrial), José Santos Pérez (había sido alcalde entre 1914 y 1916, y concejal desde 1901, “siempre refractario al caciquismo”, diría luego de sí mismo), David González Moratinos, y Juan Espeso González (abogado).

A primeros de mayo ardían edificios religiosos en algunos lugares del país.  >>>

    Conforman la minoría socialista Ángel González, Isaac Nistal, Porfirio González y Narciso Asensio. De Toribio González Prieto llegará a decir al final de 1932 El Adelanto haber sido antiguo compañero de los socialistas bañezanos, y por integrante de aquella minoría lo daba El Diario de León en su recuento de concejales electos. Según la Historia del socialismo español, de Martín Nájera, cinco habrían sido los socialistas presentados a aquellas elecciones, y cinco los concejales socialistas elegidos, alcalde uno de ellos (lo sería poco después precisamente Toribio González Prieto). El semanario bañezano Avance calificará en septiembre de 1932 de edil republicano a Joaquín Lombó, y a José Santos Pérez, David González y Liberto Díez, de monárquicos.

    El día 3 de septiembre se suspendía el presupuesto para el culto y el clero (11 millones de pesetas) de la que se había declarado como “entidad de derecho público Iglesia católica”, reducida a una asociación de voluntarios financiada por quienes quieran contribuir a ello libremente, y el 4 Félix Cardillo Puerta solicita del gobernador civil, y obtiene, el cese como alcalde y concejal por ser mayor de 60 años, sustituido por el primer teniente de alcalde Toribio González Prieto desde el día 30 de aquel mes, por sorteo con Joaquín Lombó Pollán después de que en dos elecciones (entre el día 17 y el 28) resultara éste alcalde interino con la mayoría relativa de los votos y el empate entre los dos en la tercera; lo sustituye como teniente de alcalde en propiedad desde el 14 de octubre Ángel González, interino hasta entonces. A mediados se ha convocado concurso para proveer la plaza de Interventor de fondos municipales, que recae en octubre en Antonio Llano Díaz de Quijano, y se acordaba ampliar el Matadero en una nave para el sacrificio de los cerdos (en junio de 1939 seguía siendo un proyecto) y obligar a los vecinos a que realicen en ella las matanzas en evitación de graves enfermedades, al igual, se dice, que el gobierno del pasado Directorio obligó a los ayuntamientos a la inspección sanitaria y a la construcción de mataderos.

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Los mártires de Santocildes.-

 Pedía Izquierda Republicana al inicio de junio de 1936 en un manifiesto a todos los partidos del Frente Popular que no creen conflictos al gobierno, y se dispone el día 5 la dotación de un millón de pesetas a la Junta de Socorros para aliviar la situación de las viudas y los huérfanos de la revolución de Asturias de 1934; a sus víctimas, “a nuestros muertos caídos por las balas homicidas de los centinelas de la cárcel-cuartel de Santocildes”, conmemoraban el 7 de junio desde la Casa del Pueblo de Astorga con una manifestación en visita al cementerio y un acto ante sus tumbas.

Habían llegado a la ciudad maragata ya el día 13 de octubre del 34 más de un centenar de revoltosos de las cuencas asturianas, hechos prisioneros y encarcelados en el cuartel de Santocildes, y también diez revolucionarios heridos, de los que dos fallecían y el resto era ingresado en el Hospital Militar de San Juan Bautista.

Comenzaban pronto en la capital leonesa (el 22 de octubre) los juicios sumarísimos, uno de los primeros contra el pintor José Vela Zanetti por coacción e insultos a la fuerza pública, mientras se publicaba el bando del general López de Ochoa, “Jefe del Cuerpo de Ejército de operaciones en estas provincias” conminando a la entrega de armas y explosivos bajo sumarísimas y marciales penas; se aplazaba el licenciamiento de las clases de tropa actualmente en filas, y en la Prisión Provincial seguían ingresando revolucionarios, pasando ya los recluidos de 200, y en Astorga en el pabellón habilitado del Cuartel de Santocildes hay 316 detenidos y “continuamente están llegando camionetas con nuevos revoltosos”.

El 10 de noviembre informaba El Adelanto de que ya habían regresado los primeros expedicionarios del batallón de guarnición en Astorga, siendo recibidos con gran entusiasmo por la población, y de que hay en el pabellón del Cuartel de Santocildes 500 rebeldes detenidos. Nuevos contingentes de presos revolucionarios continuaban entrando a la altura del 17 de aquel mes, alcanzando la cifra de 750, aproximándose ya a primeros de diciembre al millar los reclusos que lo ocupan.

En León, Asturias y Palencia se prorrogó el 7 de noviembre el estado de guerra decretado tras la asonada del inicio de octubre, y las sucesivas ampliaciones (hasta el 14 de abril de 1935; el 24 de enero se había levantado para el resto del país) combinadas con el de alarma mantuvieron los estados de excepción durante más de un año. Desde el 20 de octubre la prensa conservadora publica sin parar noticias sobre presentaciones de rebeldes, detenciones, y hallazgos de armamento. En la capital leonesa se instaló de nuevo un Tribunal de Urgencia que de inmediato comenzó con los juicios sumarísimos (aún proseguían con notable dureza a finales de 1935, y en ellos se despliegan ya argumentaciones que se harán norma en los celebrados a partir de julio de 1936) y las condenas a mineros, dependientes de comercio, camareros y militares sobre todo, parte de los aproximadamente 800 detenidos en la provincia, puestos la mitad en libertad y recluidos algunos de los restantes para cumplir penas que oscilaban entre los 2 y los 30 años de prisión en la cárcel provincial (solo quedarán en ella ocho –cinco de Veguellina y tres de Valderas- cuando se decrete la amnistía el 22 de febrero de 1936) y las de Astorga (más de cien fueron enviados al Cuartel de Santocildes) y La Bañeza, expedidos otros a penales repartidos por todo el país, como Valladolid, el Dueso o el fuerte de San Cristóbal, en Pamplona, antigua fortaleza en ruinas que se habilitó y comenzó entonces a utilizarse como cárcel, en periplos que llevaban a algunos, como los procesados por los sucesos de Cistierna, a ser trasladados a primeros de noviembre al acuartelamiento penal astorgano desde el Depósito de La Bañeza, rebosante y en lamentable estado (con el tejado destrozado y celdas que se llueven), según se certificaba entonces a la autoridad provincial.

Las deplorables condiciones en que en aquellas cárceles y en otras se confinó a los numerosos presos de la represión del movimiento revolucionario de octubre de 1934 (se habilitaron ya como prisiones edificios religiosos) motivaron la denuncia por escrito, dirigido primero a la opinión pública el 22 de diciembre de 1934 y al presidente de la República el 11 de enero de 1935, del diputado por León del Partido Republicano Radical Socialista Félix Gordón Ordás (como ésta, con todos los detalles de nombres y firmas, se presentaron las respectivas de los también diputados Fernando de los Ríos -al inicio de enero de 1935- y Álvarez del Vayo), después de no habérsele permitido realizar ya el 12 de diciembre una interpelación urgente sobre ello en el Parlamento y de limitársele la tribuna periodística, y que tituló “Por la salud del régimen. La represión en las provincias de Asturias, León y Palencia”. Aquel manifiesto hubo de publicarse y circular en ediciones clandestinas, y se penó su posesión, como se hizo el 21 de enero de 1935, clausurando el Círculo Radical Socialista de Palencia y sometiendo a juicio sumarísimo a su conserje, a quien se le hallaron algunos ejemplares.

    Según tal denuncia, en toda España se estaban dando anomalías y atropellos en la “cruel, feroz e inhumana represión” del movimiento revolucionario, y singularmente en las provincias objeto de su reclamación, que el parlamentario visitó para constatar las perpetradas en Pravia, Mieres, Pola de Gordón, Villafría, Barruelo de Santullán, Aguilar de Campoó, Bembibre, La Bañeza y Astorga, para concluir que en el cuartel-cárcel de la última “han seguido sintiendo el vergajo los detenidos, lejos de haberse convertido para ellos en remanso de paz”, narrando después las torturas y apaleamientos por la Guardia Civil que se infligen entre los días 15 y 20 de noviembre de 1934, bajo el mando del comandante militar Baltasar Chinchilla Orantes (que había participado con tropas de Santocildes en las operaciones militares contrarrevolucionarias en El Bierzo), a apresados vecinos de Caboalles de Abajo y de Matarrosa del Sil, y que remiten al hacerse cargo del mando el comandante Germán Madroñero (cesará en la comandancia de la Plaza de Astorga el 8 de enero de 1936 destinado como comandante jefe de las fuerzas de Seguridad y de Asalto de la 4ª División en Barcelona, para donde sale el 4 de febrero).

 Había en el Cuartel de Santocildes a primeros de enero de 1935 unos 1.030 presos, todos ellos procedentes del movimiento revolucionario y pertenecientes a la zona leonesa y algunos a la asturiana, según el informe de Fernando de los Ríos, en situación horrible: “la inmensa mayoría no tiene manta, y sólo existen quince o veinte jergones de paja; los demás duermen sobre el bálago infectado de toda clase de parásitos. En tres meses, ni una sola vez han sido sacados al patio, tan espléndido, donde pudieran airearse. Constantemente sometidos a todo género de malos tratos; incluso muerto de un balazo un preso que cierto día se asomara a la ventana de una galería. Los que son puestos en libertad por los jueces, cuando van a sus pueblos, la Guardia Civil los lleva al cuartel, les da una paliza horrible y de nuevo los llevan a la cárcel, a pesar de estar judicialmente libertados”. En aquel habilitado recinto carcelario el diputado socialista visitó solamente a Alfredo Nistal, y un periódico de Astorga publicó un suelto a cuenta de las preferencias en su visita, lo que molestó un tanto a los funcionarios de prisiones, y la publicación astorgana hubo de aclarar que las preferencias aludidas se referían a las del parlamentario, que se olvidó de los demás presos, y no a los funcionarios a cuya custodia se hallan los recluidos (contaba el 17 de enero de 1935 El Diario de León).

En alguna fecha de aquel mismo año por mandato del Partido Socialista se desplazaría a Astorga Rodolfo Llopis, uno de sus responsables, para hacer entrega al comité de ayuda a los presos, representado por el médico Ildefonso Cortés Rivas, de dinero para su distribución equitativa entre los socialistas detenidos en aquella cárcel y cuartel. A primeros de enero de 1936 una comisión de presos da las gracias en carta abierta publicada en El Combate por el reparto que entre ellos se hizo de la ropa y el dinero (siete pesetas a cada uno) recogido en la colecta. El condenado Alfredo Nistal habría sido también socorrido mientras ocupó aquel reclusorio por sus hermanos masones del maragato Triángulo Asturica. Sería, por cierto y como señalará La Democracia el 23 de marzo de 1936, el maestro David Escudero Martínez, natural de Castrocalbón y delegado provincial de la sección leonesa de la Asociación de Trabajadores de la Enseñanza (integrada en la FETE), el alma mater en la organización de la ayuda económica prestada por numerosos maestros nacionales de la provincia (la mayoría afiliados a la ATE) a los compañeros presos y perseguidos por causa de la revolución de octubre del 34 y a sus familiares. Ayuda parecida se prestó a sus represaliados por el Cuerpo de Correos, y por un grupo de médicos a sus colegas castigados.

Sobre las penosas condiciones de la reclusión de estos presos de la revuelta de 1934 también aporta datos Gordón Ordás en su denuncia de enero de 1935 ante el presidente de la República; lo hace para la prisión-cuartel astorgana, en la que el 20 de octubre del 34 continuaban ingresando detenidos procedentes de Asturias y de las cuencas mineras de León, y donde “llegó a haber hasta 800 encarcelados” (al finalizar noviembre alcanzaban la cifra de 1.050, y se esperaba un contingente de 300 detenidos más), en la cual

hay dos clases de presos: los enceldados y los alojados en la llamada aglomeración. Los primeros están encerrados en pequeñas habitaciones; la proporción es de treinta hombres por cada veinte metros cuadrados. No se pueden mover, y para dormir tienen que turnar o acostarse los unos con la cabeza sobre las piernas de los otros. Salen de la celda para la aglomeración, pero no al exterior, dos veces al día; por la mañana, dos horas; por la tarde, una. Mientras están encerrados hacen sus necesidades en botes de conservas, que han de tener entre ellos hasta que se les abre la celda, a las siete de la mañana y a las seis de la tarde.

La aglomeración es el dormitorio de una compañía de tropa. Consta de tres naves, una central y dos laterales en ángulo recto con aquélla. A la nave central van a dar las puertas de las celdas. En la aglomeración están los presos privilegiados, porque siquiera pueden andar un poco y hacer sus necesidades en algo más a propósito que un bote de conservas. Al fondo de las naves laterales hay un lavadero en una y un retrete en otra. En la aglomeración se alojan unos trescientos presos que la llenan por completo. Por eso, cuando se suelta a los enceldados, en ninguna de las tres naves de la aglomeración se puede dar un paso. Entre enceldados y aglomerados son unos cuatrocientos.

El lavadero de la aglomeración está perpetuamente anegado de un agua sucia en la que flotan residuos de comida. El retrete tiene cuatro agujeros para cuatrocientos hombres. Como muchos de ellos padecen disentería, durante horas se forman largas colas de pacientes. El orín y las heces fecales se filtran por la pared y forman un reguero permanente, que se extiende por gran parte del suelo. Del recinto de las tres naves nadie puede salir. El sol no penetra allí jamás. La mayor parte de las ventanas están clavadas y las restantes han de mantenerse cerradas para evitar las posibles y dolorosas contingencias de que muera quien se asome por el tiro de algún centinela (como le sucedió al minero Vicente Blanco González, de Villaseca de Laciana, de 38 años y padre de tres hijos. Según El Diario de León del 7 de noviembre, cuando intentaba fugarse del cuartel fue requerido por el centinela, y como no hiciera caso disparó contra él, muriendo a los pocos minutos. Estaba en la celda 14, a un metro de la ventana, cuando recibió sin ningún aviso previo un tiro de fusil, dirá por contra El Combate el 29 de febrero de 1936).

No se puede allí leer ni escribir. Todos los días vagan los presos igual que sombras por aquellas naves lóbregas como cuevas, en medio de una fetidez horripilante. Por la noche se duerme en el suelo, amontonados a lo largo de las paredes, sobre un centímetro de paja sucia, que no se renueva nunca. Abundan los parásitos de todas clases. El agua es insuficiente; a veces falta hasta para beber. La consecuencia es que nadie puede lavarse más que dos días por semana. La alimentación consiste en un cazo de agua caliente, o mejor tibia, con dudas y sospechas de café, leche y azúcar, a las ocho de la mañana; a una hora que varía entre doce y tres de la tarde, y a otra hora que oscila entre siete y diez de la noche, dan otro cazo de arroz, garbanzos, alubias o patatas, un guiso indeglutible a veces. Dan, además, medio kilo de pan por barba y día. La gente se encuentra famélica y enferma del intestino. Están bajo la vigilancia de varios funcionarios de prisiones, que al principio trataban con humanidad a los presos. Se les veía sonrojados y angustiados, pero nada o casi nada podían hacer por ellos.

Para estudiar esta vergonzosa situación y ver el modo de ponerle remedio se han realizado diversas visitas oficiales, una de ellas incluso por el Director General de Prisiones. Nada se ha hecho aún. Hace unos quince días estuve yo allí y supe que se esperaba la llegada de algunos centenares más de presos procedentes de la cárcel de Burgos. Ya han llegado, sin que antes se paliara ninguna de las deficiencias existentes, y como es lógico la situación ha empeorado.

Una cuerda de presos participantes en la revuelta de octubre de 1934.  >>>

Donde antes había cuatrocientos hombres hay ahora próximamente el doble en las mismas condiciones. La paja no se ha renovado desde hace tres meses y está mezclada con restos de comidas, esputos, heces fecales y orines arrastrados por los pies de los hombres, fermentada y pútrida. Muchos presos no tienen paja en que acostarse, ni siquiera esa paja estercolaria, y carecen también de manta para abrigarse. El rancho ha empeorado y es ahora malo y escasísimo. A los heridos y enfermos no se les presta asistencia médica más allá de ser atendidos parvamente y a medias cada cuatro o cinco días con un  poco de yodo para unos y una purga para los otros. La enfermería es una celda igual a las demás, con la misma paja y la misma hacinación y la misma miseria y suciedad. La alimentación de los enfermos es también igual a la de los sanos. No existe botiquín ni material alguno sanitario. Hasta los funcionarios de prisiones, que comenzaron por tratar benignamente a los presos, han cambiado. La aglomeración hubo de crear fatalmente problemas de organización, que no se han sabido resolver. Con los problemas no resueltos y el consiguiente exceso de trabajo, el carácter de dichos funcionarios se ha agriado. Han renunciado todos a establecer una organización seria y se ha encomendado la solución de las cuestiones al vergajo. Los funcionarios de aquella prisión andan ya vergajo en mano, como si este soez y vergonzoso instrumento fuera el signo de su autoridad y todos los días hay repugnantes escenas de golpes a los presos, propinados a diestro y siniestro, como si se tratara de animales en país sin Sociedad Protectora de ellos. Y así pasan los días, y las semanas, y los meses...

Porque a todos los presos sin excepción debe el Estado democrático un trato noble; porque el delito de estos detenidos, si existe, es un delito revolucionario, el mismo delito que estuvimos dispuestos a cometer, Excmo. Sr., todos nosotros, desde S. E. hasta el más modesto de los republicanos, contra un régimen que nos parecía abominable (¡Y qué pena da ver lo pronto que los hoy blancos olvidan la época en que fueron rojos!), y porque República es justicia o no es más que una palabra sin sentido, la dignidad de la República exige que se ponga inmediato fin a estas infamias.

 Que también fueron denunciadas, y también el terror que allí se daba, por los recluidos en aquella prisión-cuartel en carta a la Agrupación de Abogados Defensores de los encartados en los sucesos de octubre (ASO, a la que pertenecía el letrado leonés Timoteo Morán, y cuya delegación en la capital estaba integrada además por Ramiro Armesto, Eustasio García Guerra, José Fuertes, David Fernández Guzmán, Alfredo Barthe, y Fidel Blanco).

    Funcionaban en la plaza de Astorga a la mitad de enero de 1935 diferentes juzgados militares, y en la mañana del día 19 volvía a repetirse que “cuando se asomaba a una de las ventanas del Cuartel de Santocildes el preso Juan Álvarez Vázquez, natural de Oviedo, de 44 años, fue requerido por los centinelas para que se retirara, y como no  lo hizo, uno de ellos le disparó hiriéndolo en la cabeza; conducido a un sanatorio, continua en gravísimo estado”. Las condiciones de la reclusión en aquel cuartel-presidio harían que, por desesperación o por demencia, un preso se mate el 5 de marzo arrojándose al patio desde una galería, y aún se repetirá el 30 de mayo que un centinela dispare contra el recluso Francisco García González, de 18 años, vecino del Valle de las Casas, “el cual se asomó por una ventana, estando prohibido, y recibió un balazo en la cabeza, siendo su estado grave”, un alevoso fusilamiento el de aquel cuarto preso cazado sobre el que cómodamente disparan para entretener su tedio los aburridos centinelas que se ganan un mes de permiso cuando abaten a la pieza, una víctima a distancia por cuyo asesinato los demás recluidos en aquel cazadero humano (“con las paredes de las naves materialmente acribilladas a balazos”) declaraban unánimemente la huelga de hambre, según publicará el 29 de febrero de 1936 El Combate que había dado a conocer el también preso Antonio Rodríguez Calleja (médico municipal de Villablino desde 1923) entonces a sus compañeros socialistas astorganos.

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La Masonería en La Bañeza.-

    En La Bañeza en 1939, según las fichas de la Jefatura Superior de Policia de Valladolid, se señalan como integrantes de la Masonería en el pasado a Eumenio Fernández Alonso (a quien se da por fallecido, y cuya salud debía de estar ya muy quebrantada en la primavera de 1936, cuando deja de asistir al consistorio frentepopulista de cuya Comisión Gestora formaba parte por el partido Unión Republicana), Felipe Alonso Marcos, y Herminio Fernández de la Poza, afiliado al Partido Republicano Radical y diputado en las Cortes Constituyentes de 1931 y de quien tampoco hay prueba certera y fiable de su adscripción masónica, aunque en alguna documentación se le incluye como integrante del astorgano Triángulo Astúrica (“se le considera masón; sobre este individuo continúan las indagaciones”, figura en el informe del camarada de Falange Española de las JONS en Valladolid, Enrique García). Se incluye además en el mismo listado a David Escudero Martínez, originario como su familia de Castrocalbón, maestro y socialista, a quien también se reseña como fallecido (había sido fusilado en León en marzo de 1937); a Juan Clementino Díez González (propietario agrario, afiliado a Izquierda Republicana; alcalde de Coyanza desde el 20 de marzo al 21 de julio de 1936 y después represaliado con cárcel) y Modesto Redondo Prieto, natural de Laguna de Negrillos, que aparece en 1912, con 32 años y de profesión artista, como miembro de la logia Harmonía e Fraternidade de la ciudad de Belem, capital del Estado Federal de Pará, en la República de Brasil, en la que era emigrante (es posible que a su regreso se asentara en Valencia de Don Juan, pues allí lo dan en aquellos documentos como fallecido); a Joaquín Delas Trabadillo, de Veguellina (un informe de la Guardia Civil de su cuartel lo hace en el otoño de 1936 “responsable moral y director oculto allí del movimiento izquierdista”), a Juan José Pérez Matanzo y Luís García Holgado, de Astorga, aunque el último (paseado el 21-09-1936, con 40 años, en Baños de Montemayor, Salamanca) había residido por causa de su empleo de Oficial de Correos y por unos años en la ciudad bañezana antes de ser concejal en 1931 y de nuevo en 1934 en el ayuntamiento maragato, y según la retractación que en 1940 hace el astorgano Mateo Tagarro, habría sido además miembro del Triángulo Asturica, y su iniciador en la masonería. En el mismo listado se incluyen como masonas en León a tres mujeres, Felisa de las Cuevas Canillas entre ellas, y de lo mismo se acusa a su hermana Esperanza y a su padre Juan María de las Cuevas, fusilado éste en Puente Castro el 23 de septiembre de 1936.    

    De los bañezanos tachados de masones, Felipe Alonso Marcos fallecería en agosto de 1946, a los 51 años, después de casar con Aurora Ogando Platas y tener con ella dos hijos, Enrique, nacido el 08-12-1939 y fallecido al mes de vida, y José Antonio, nacido en 1938 y muerto en 1974. En el Padrón municipal de 1935 aparece como residente en el número 34 de la calle Astorga, de profesión empleado, soltero, y compartiendo vivienda con su cuñada Ana Sors Suárez, sus sobrinos José y Enrique, estudiantes, y la sirvienta Gertrudis Carnicero Castro, de Valle de la Valduerna. Escritor y aficionado a la arqueología, publicó artículos en la prensa de La Bañeza y de León (en la leonesa e ilustrada Revista Renacimiento, de “bellas artes, costumbres, viajes, deportes y actualidades”) en la década de 1920 sobre descubrimientos arqueológicos en la comarca bañezana, críticos contra las autoridades que no se interesaban por estos asuntos; también fue autor de poemas y de textos de composiciones musicales, y uno de los redactores del semanario La voz bañezana en su primera época. Había pertenecido al Partido Republicano en los años previos y en los iniciales de la Segunda República, siendo en abril de 1931 secretario del Comité Republicano-Socialista que la había instaurado en La Bañeza, elegido Procurador Síndico en la primera corporación republicana, y nombrado miembro de la Comisión Gestora del Ayuntamiento el 15 de mayo de 1931. Uno de sus hermanos, José Alonso Marcos, fue también acusado de masón, y en julio de 1942 se encontraba preso en el Penal del Puerto de Santa María; para tratar de conseguir su liberación hacía gestiones entonces su primo carnal José Marcos de Segovia cerca del Servicio de Recuperación de Documentos pertenecientes a la Masonería, en Salamanca. Otro, Julio Alonso Marcos había sido médico de la Beneficencia del ayuntamiento bañezano hasta el 30 de mayo de 1915, en que es nombrado Inspector provincial de Sanidad de Álava (residiría después en Valencia de Don Juan, donde en octubre de 1931 era corresponsal de El Diario de León).

<<<<  Una de las contraseñas de reconocimiento entre masones.

    Herminio Fernández de la Poza, que jugaría un importante papel en la comarca bañezana en todo el periodo republicano y en el bélico que le siguió, desposado con María Dolores Casado Benito, falleció en Madrid en 1949, a los 58 años, habiendo sido “Coronel de Artillería, Ex-Diputado a Cortes por León, y Ex-Comisario de Ferrocarriles”, según muestra el mármol que cubre sus restos en el cementerio municipal de La Bañeza, y es muy posible que la represión económica que padeció (antes de pasar a ejercer importantes cargos en el Ejército franquista) fuera debida a las sospechas de su pasado masónico o a su pertenencia al Partido Radical, sino lo fue por ambos motivos. 

    Ni en aquel ni en ningún otro documento hallamos constancia de haber sido masón el bañezano Isaac Nistal Blanco, emigrante retornado de América, socialista, regidor municipal y alcalde circunstancial de su ciudad en alguna ocasión, y ello contra la leyenda que le adjudicó, y aún le adjudica, tal adscripción en base a un supuesto intercambio de saludos o contraseñas masónicas con el comandante de las fuerzas nacionales que en la tarde del 21 de julio de 1936 rindieron La Bañeza. 

    Informaba el semanario bañezano El Adelanto al inicio de julio de 1935 que la Guardia Civil había detenido en Santa María del Páramo a Quintiliano García Castellanos (socialista), sorprendido cuando cazaba palomas sin tener licencia para usar armas de fuego, incautándosele de la escopeta, y en La Bañeza el clérigo que en las páginas de aquella publicación “católica independiente” firma K-Vernícola se sigue oponiendo a la mitad del mes a practicar la cristiana compasión con los sentenciados capitales por los tribunales que continúan juzgando a los revolucionarios de octubre del año anterior (también un periódico local astorgano, que tenía a otro sacerdote en su redacción, había publicado el 7 de noviembre de 1934 su decepción por la noticia de dos días antes según la cual, después de tantos Consejos de Guerra aplicados a aquellos revoltosos se iban a ejecutar “solo” dos penas de muerte) algunos de los cuales eran aún perseguidos y detenidos, como Moisés Rodríguez Martínez, de 30 años, complicado en los sucesos de la cuenca del Sil y apresado al finalizar el mes por la Benemérita de Valencia de Don Juan), añadiendo en el mismo número que “en la ciudad hemos progresado tanto que ya tenemos nuestro puñadito de masones con mandil, cazo, borlas, secretitos y demás zarandajas propias de la hermandad. No andan  muy lejos de la calle Juan de Mansilla y celebran sus tenidas con fervor de novicios. Han venido de León a adiestrarlos y los ensayan de cuando en cuando. Son unos monísimos sujetos y ‘sujetas’… Como seguramente este año no habrá festejos por la Patrona, dedicaremos un ejemplar extraordinario a ocuparnos de la ‘confradía’ publicando para regocijo general los nombres y apellidos, con pelos y señales, de los hermanos cofrades. Será un número de mucha risa”. 

    Desconocemos si el anunciado ejemplar llegó a publicarse, y también si de aquel asunto se dio más información en algún numero ordinario; desde luego nada nuevo hemos hallado en los restantes consultados. Es posible que el adiestramiento móvil (al estilo de la sección o logia ambulante Electricidad de la vieja Luz de León) de aquellos novicios y novicias (como vimos, también hubo en nuestra provincia algunas mujeres masonas) al que, mofándose, aludía el eclesiástico bañezano tuviera algo que ver con la antes referida memoria oral que atribuye a Isaac Nistal haber sido masón.

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Entrevista publicada en el diario digital AstorgaRedacción.-

María Antonia Reinares.-  julio 2014

 

José Cabañas González presenta su libro 'Los prolegómenos de la tragedia' este sábado a las 20:30 horas en la Casa Panero de Astorga. Este investigador pasó su niñez y parte de su juventud en Jiménez de Jamuz hasta que se traslada en 1974 a Barcelona. Actualmente reside en Ourense. Nieto y sobrino de dos de los numerosos asesinados y desaparecidos por el Franquismo en su pueblo de origen, es miembro de la ARMH desde el año 2002 y de AERLE desde 2010. Desde 1998 participa activamente en variadas iniciativas de recuperación de la memoria histórica. En abril del año 2010, publicado también por Ediciones del Lobo Sapiens, apareció el primer volumen de su trilogía 'La Bañeza 1936. La vorágine de julio. Golpe y represión en la comarca bañezana', subtitulado aquel  Algunas consideraciones previas (para entender lo sucedido). A este ha seguido, en la misma editorial y publicado en julio del año 2013, el Segundo Volumen (en dos Tomos + un DVD) de dicha trilogía, que se subtitula Los prolegómenos de la tragedia,  del que ahora tratamos.

 

1.- ¿Qué has querido transmitir en 'Los prologómenos de la tragedia'?


            Mi pretensión más que de transmitir criterios e ideas personales o aseveraciones de mi propia creación es de narrar, de contar hechos, de mostrar sucesos y fenómenos desarrollados en nuestras tierras leonesas en el tiempo anterior al inicio de la guerra civil, en el largo periodo que va desde 1808 y la invasión napoleónica hasta el 17 de julio (por la tarde, para mayor precisión) de 1936. El volumen de que ahora se trata, 'Los prologómenos de la tragedia', segundo de la trilogía que venimos dedicando a historiar el golpe militar de julio de 1936 y la represión posterior al mismo en las tierras bañezanas (el primer volumen, publicado en el año 2010, lo dedicamos a enmarcar el golpe y la represión padecidos aquí en el contexto general de lo sucedido entonces en otros territorios similares), resulta ser así una crónica que contiene y trata sobre muchas y muy variadas historias de nuestros antepasados, de las gentes que habitaron durante tantos años estas tierras. Una vasta panorámica de historias locales, y crónica comarcal, provincial, cultural y de la enseñanza y la escuela, etnográfica, municipal, política, laboral, social, deportiva, a veces crónica de sucesos, electoral, religiosa…, muchas de ellas del todo o casi desconocidas y nunca o apenas abordadas antes, narradas para el ámbito temporal y geográfico a los que en principio se ciñe (y de los que se sale muchas veces) con un acercamiento meticuloso y detallista (sobre todo en el segundo Tomo de este segundo volumen, con un seguimiento casi día a día de lo sucedido en el periodo republicano en los pueblos de las tierras bañezanas (los de la Valduerna, Valdería, la Cabrera, las vegas del Tuerto, del Órbigo y del Jamuz, la Ribera, el Páramo) y también en la capital, León, y en otras localidades provinciales, como Astorga (tantas entradas corresponden en el Índice Toponímico que se incluye respectivamente a León y a Astorga como a La Bañeza), Veguellina o Benavides, enmarcado siempre en el contexto de lo que a la vez y cronológicamente va sucediendo en otros lugares, en la provincia, en el país y en Europa a veces.

 

            Te ruego me permitas que señale que este segundo volumen de la trilogía que nos viene ocupando no trata sobre la guerra civil; no es un libro sobre la guerra civil, y ello es así porque no toca todavía. Trata, como ya dije, de sus prolegómenos y antecedentes, de lo sucedido antes, desde los inicios del liberalismo en 1808 -precedente y preludio de la Segunda República-, hasta el advenimiento de ésta, preámbulo o pórtico de la guerra civil, hechos que, como en el volumen se muestra, condicionaron lo que sucedería más tarde, en la contienda y después de ella.

 

<<<<  Portadas de los dos Tomos y el DVD de que consta el Segundo Volumen Los prolegómenos de la tragedia.
 

Insistiré también en que aunque en principio nuestro interés se contrae a narrar para el tiempo histórico señalado la historia cercana y detallada de los hombres y mujeres de las Tierras Bañezanas, transgredimos en numerosas ocasiones tal principio y nos salimos de ese concreto y estricto marco geográfico, pues no en vano eran  fluidas las relaciones y las influencias de todo tipo entre las diversas tierras leonesas y de estas con la capital, resultando de esta manera que, al igual que ya sucediera con nuestro primer volumen, poco tangencial o colateralmente viene a ser también este segundo un extenso y pormenorizado compendio de la historia de otros muchos lugares provinciales y sus gentes, particularmente de la capital, León, y de la ciudad de Astorga y los territorios de su entorno.

 

 2.- ¿El subtítulo del libro que presentas este sábado en Astorga (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -y de otras- de 1808 a 1936) es toda una declaración de intenciones? Estás como declarando que sobre todo te interesa contar las consecuencias sobre la gente de las decisiones que se toman en los despachos.

 

            Pretendemos con nuestro trabajo, desde la modestia de nuestros medios y posibilidades, además de acercar al lector o lectora interesados los retazos y detalles de las historias de nuestros ancestros, recuperándolas del pasado para el futuro, fijar la memoria y el merecido recuerdo de una serie de personajes –también algunos de ellos astorganos- que transitaron a lo largo de aquellos tiempos y con mayor o menor fortuna por nuestros pueblos y ciudades, olvidados del todo unos y arrastrando otros injustos y falsos sambenitos que nada tienen que ver con la realidad de sus vidas y con sus auténticas valías. Figuras todas ellas importantes en la historia diaria de sus comunidades, entregadas muchas de ellas al avance y al progreso de sus coetáneos, tratadas algunas con absoluta, contumaz e inmerecida injusticia por la historia grande y la pequeña, y a las que muchas veces, sin saberlo hoy, o sin recordarlo en su justa verdad y medida, debemos mucho las personas que actualmente habitamos nuestros pueblos.

 El autor en una de las presentaciones de la obra   >>>  

          Dedicado desde hace ya unos cuantos años a recopilar en nuestras tierras variada documentación, información y datos sobre el tiempo que acota nuestras indagaciones, y siendo tal documentación sobre todo (además de la bibliografía pertinente) la municipal de diversos ayuntamientos, la depositada en archivos locales y la referida en otros a expedientes personales, la prensa histórica local de unas y otras poblaciones, o los testimonios orales, la memoria de una buena serie de personas de avanzada edad de nuestros pueblos, el resultado de trabajar intensamente durante tres largos años con tales fuentes cercanas y pegadas al terreno no puede ser más que la historia minuciosa y menuda de las gentes sencillas de nuestra tierra leonesa, la gente de a pie que hace historia casi siempre padeciendo y sufriendo los efectos de la historia que hacen otros, de la que dictan en todo tiempo los poderosos. Así, hallará en este segundo volumen el lector, entre otras muchas historias pequeñas y próximas, las de nuestros mozos obligados a emigrar a las Américas y las de quienes habían de guerrear y dejar sus vidas en África o en Cuba (sobre todo si no eran pudientes y no podían pagar que otros fueran por ellos); las de quienes soportaban la dura vida campesina de otros tiempos y sus carencias y conflictos; las de quienes protestaban (frente al inmediato poder local muchas veces) de las carestías y los atropellos y se organizaban y unían contra ellos; también las historias de los progresos, las diversiones, las realizaciones culturales y religiosas de nuestros antepasados, y de toda la amplia panoplia que constituían las ocupaciones y los intereses de sus días.

 

            Todo ello presentado en este segundo volumen en los dos Tomos que lo componen, de 768 páginas el primero y dedicado al periodo de 1808 a 1931 (tres capítulos que tratan sobre el tiempo que transcurre hasta la Primera República, la Restauración, y la Dictadura primoriverista), y de 1.048 páginas el segundo tomo (con capítulos que se ocupan de cada uno de los años del periodo de la Segunda República, y otro final de conclusiones). Entre ambos y en total 1.816 páginas con más de 400 ilustraciones, 1.265 notas a pie de página (además de 535 citas bibliográficas), un Índice Toponímico de unas 450 localidades de la provincia de León, además de un Índice Onomástico con referencias a las más de 4.000 personas que se citan en la obra, todo ello acompañado de un DVD que contiene más de 4.000 archivos digitalizados, entre ellos una extensa selección de algunos de los documentos, fuentes y datos manejados en la elaboración de este volumen que pueden resultar de utilidad a quienes deseen mayor concreción y detalle en lo tratado, o ampliar y ahondar en ello, a la vez que sirven de constatación, soporte y referencia de las afirmaciones que en el mismo mantenemos.

 

            Un trabajo que nos ha deparado la inmensa satisfacción y el alto honor de merecer ser prologado por el insigne historiador e hispanista Paul Preston (creemos que ello es garantía de su calidad y de que se trata de una investigación seria y rigurosa), que afirma del mismo en dicho prólogo tratarse de “una obra monumental, imprescindible en la historiografía de las tierras bañezanas..... En la historiografía de La Bañeza y las comarcas de su entorno habrá un antes y un después de la trilogía de la que forma parte este volumen, y tendrán que pasar muchos años para que se vuelva a escribir algo parecido"

 

 3.- Has rastreado las hemerotecas de la época convirtiendo los periódicos en tu principal fuente de información, ¿cuál fue el papel de los medios de comunicación de la época en la gestación de la Guerra Civil?

 

Sino la principal, si desde luego una de las principales. En cuanto a las fuentes hemerográficas tengo que decir que he utilizado para esta investigación y en lo que abarca el periodo de la Segunda República el contraste de las informaciones ofrecidas por la prensa diaria y semanal de uno y otro signo, especialmente para las ciudades de León y La Bañeza, en las que a las brindadas por el conservador El Diario de León he podido contraponer las que presentan el independiente La Mañana y el periódico izquierdista y republicano La Democracia, de igual modo a como he utilizado en cuanto a Astorga el semanario de izquierdas El Combate, y para lo relativo a La Bañeza la publicación semanal y socialista Avance como contrapunto a la de idéntica frecuencia pero de adscripción católica El Adelanto.

<<<<  Una de las numerosas ilustraciones del segundo volumen: La Tuna astorgana Los Macacos, que visitaba con frecuencia La Bañeza.

En respuesta a tu pregunta, te diré que algún investigador, como Pedro González de Prado para las comarcas leonesas-palentinas de las cuencas altas de los ríos Carrión, Cea y Esla ha manifestado en una obra de su autoría hallar buena parte de las raíces de la represión que se dio durante la contienda y después en aquellas zonas en “las mentiras claramente intencionadas propaladas con insidioso encono por la prensa diaria conservadora, clerical y derechista de León y de Palencia”, que él repasó día por día para el periodo electoral de febrero de 1936. Nosotros, haciéndolo también desde 1929 a 1938, hemos corroborado esto mismo de notable y particular manera para la prensa capitalina de León y para la local de La Bañeza, y podemos añadir que se dio en uno y otro lugar una clara desproporción en la beligerancia contra los oponentes en una y otra prensa en el tiempo republicano, muy especial y agresivamente desde la prensa católica bañezana, que hizo tras su aparición en 1932 una sistemática y feroz siembra de odio a la República, al socialismo, y a la izquierda que ayudaría a explicar, en parte, la desproporción y la desmesura de la represión más tarde desatada en La Bañeza. Por supuesto, de todo ello se ofrece cumplida, extensa y detallada muestra en las páginas de este segundo volumen.

4.- ¿Cuáles fueron las poblaciones de nuestras comarcas más castigadas por las consecuencias de la Guerra Civil?

Insistiendo de nuevo en que no trata el segundo volumen que el próximo sábado, día 5, por la tarde presentaremos en Astorga, en la Casa Panero, sobre la pasada guerra civil (porque aún no toca), te responderé con un párrafo extraído precisamente del capítulo dedicado a las conclusiones de todo lo antes abordado, y que cierra este segundo volumen “Los prolegómenos de la tragedia”:

“En cuanto a las víctimas del franquismo, y por lo que respecta a las que se darán en la comarca bañezana, resulta llamativa su desmesura y lo desproporcionado de su número cuando se compara con la beligerancia social y política y las alteraciones del orden habidas desde la izquierda en la primavera y el verano de 1936 en la ciudad de La Bañeza y en los pueblos del partido que encabeza, en el que la tragedia represiva será muy acentuada (y más pareja a las que se perpetrarán en Benavente, Tierra de Campos, y la durísima de la villa de Valderas), discordancia más notoriamente exagerada al contrastarla con la mayor agitación y los más abundantes altercados que se dieron en la vecina comarca maragata y en la ciudad de Astorga (algunos repetidos contra la religión y el clero, y con un socialismo notablemente más activo, radical y combativo contra “la reacción derechista ensotanada y cavernaria”, como tantas veces desde él se adjetivó), donde las represalias mortales y físicas posteriores serán notoriamente muchas menos (no así las económicas, allí más numerosas). Tampoco se colige directa relación entre el número de los represaliados (al menos en cuanto a los asesinados y encarcelados) y los resultados electorales de febrero de aquel año 1936, pues al contrario de lo sucedido en el partido judicial astorgano en el municipio minero de Villagatón (donde el saldo de los muertos fue de once, notablemente mayor que en los restantes de la demarcación y que en los otros cuatro donde también triunfaron las izquierdas), en el de La Bañeza serán más los victimados en lugares como la propia ciudad, Jiménez de Jamuz o Destriana (porcentualmente sobre el número de habitantes fue mayor la represión mortal en Jiménez de Jamuz, que en La Bañeza y en Destriana), donde se impusieron las candidaturas de derechas, y en mucho mayor número que los escasos habidos en las localidades en las que obtuvo más votos el Frente Popular, y tal vez la explicación se encuentre en que la represión que aplicaron los alzados no fue reactiva, sino preventiva y disuasoria: como en tantos otros lugares, no se fusiló para castigar crímenes, sino buscando lograr el escarmiento de aquella masa informe de quienes catalogaron como rojos, que subvirtieron el orden jerárquico y que una vez pudieron soñar las utopías, para que nunca más volvieran a tener el atrevimiento de soñarlas”.

Portada del primer volumen de la trilogía  >>>

5.- ¿Qué papel jugó en el contexto del noroeste español el Acuartelamiento Santocildes de Astorga en la represión republicana?

Con el Cuartel de Santocildes, como con la Prisión de Partido de Astorga y el Depósito Municipal de Presos y Detenidos de La Bañeza (una de las numerosas Prisiones de Partido deshabilitadas como tales por sus ínfimas condiciones de salubridad bajo el humanitario mandato de Victoria Kent en la dirección general del ramo) no vino a hacerse por los sublevados sino repetir las utilidades que ya se les habían dado a unos y otros recintos como lugares de reclusión (no el inicialmente previsto en su destino en el caso del de Santocildes) cuando la extensa represión que se aplicó a los implicados en la revuelta de Asturias allí y en las cuencas mineras leonesas y palentinas en octubre de 1934 desbordó todos los reclusorios normales de los que el Estado disponía y se hizo preciso utilizar otros que sirvieran para contener al alto número de los entonces apresados, que lo fueron en el caso de Santocildes hasta los inicios de 1936. El acantonamiento militar volvería a ser usado como recinto carcelario desde los primeros días del triunfo de la sedición, y se mantendría durante unos cuantos años como tal, al tiempo que ya en plena guerra civil se varía la categoría de la Prisión de Partido (pasa a ser Prisión Central) para ser a ella destinados condenados a cumplir más largas penas de confinamiento.

            Si grande había sido el número de los apresados en 1934, mucho más lo iba a ser una vez producido el golpe de estado y la subsiguiente guerra civil, tanto que en Astorga no serán ahora suficientes los lugares antes utilizados como prisiones y será necesario que además se habiliten y se creen en las inmediaciones de la ciudad uno o varios campos de concentración para acoger y encerrar a varios miles más de prisioneros.

6.- En tu libro también recoges multitud de episodios curiosos como el 'desembarco' en Astorga del príncipe abisinio.

            Así es. A ello dedicamos el correspondiente apartado en uno de los capítulos. Se trató de un acontecimiento que se vino a rememorar a la altura de 1935, cuando era noticia la invasión de Abisinia por la Italia de Mussolini y estaba de actualidad lo relacionado con aquel país africano. Se recuerda entonces por ello la estancia en Astorga en dos ocasiones, en 1921 y 1924, de quien se había dicho que era el joven heredero del imperio etíope (y parece ser, según las publicaciones de la época que hemos consultado, que lo era ciertamente), “el negro príncipe Shervington Micheline, un personaje de leyenda”, que cultivó aquí una acendrada y duradera amistad con un industrial chocolatero y su familia, y fue protagonista de alguna aventura galante y de noviazgo con cierta bella muchacha maragata a la que llegó a ofrecerle matrimonio y con ello ceñir la corona de emperatriz de su país (que ella rechazó), que causó deslumbrante sensación en la buena y pudiente sociedad astorgana, que lo agasajó espléndidamente sobre todo en su segunda visita a la ciudad, “que realizó acompañado de su secretario, con un lujoso automóvil, y haciendo ostentación de hombre adinerado”, y curiosidad y asombro en todos dado lo inusitado de su negra figura y sus andanzas, una historia de la crónica social de aquellos años veinte que se dieron en llamar felices, y que, como siempre, lo fueron más para unos que para otros, como no dejamos tampoco de mostrar en nuestro libro.

<<<  Otra de las imágenes del segundo volumen: Así, con tan poca clarividencia, felicitaba el nuevo año 1936 una revista gráfica de entonces.

7.- ¿Tienes algún nuevo proyecto entre manos?

             Tengo que decir que llevó trabajando ya desde el pasado mes de febrero en la elaboración del tercer volumen de la trilogía en la que desde hace unos años me hallo embarcado, el que pondrá fin a la misma y que, para un tiempo que se inicia en la noche del 17 de julio de 1936 y la mañana del día 18, sábado, y transcurre desde entonces hasta el fallecimiento del dictador en noviembre de 1975, pretende narrar, una vez más con todo el detalle y la cercanía que nos sea posible, cómo se produce y se desarrolla el golpe militar que triunfa y acaba con la Segunda República, y la contestación y la respuesta que al mismo se opone en nuestras tierras (el mismo ámbito geográfico al que ya hemos referido los dos volúmenes anteriores, transcendiendo también esta vez el estricto de las comarcas bañezanas y ocupándonos también de lugares cercanos y en nada ajenos como de nuevo son León, Astorga, Veguellina, Benavides,…), cómo se suceden los años de la guerra civil que aquel desencadena, y cómo a la vez y desde su inicio se impone a los derrotados una amplia, cruel, variada y duradera represión. En ello andamos.   


La prohibición de los mercados ganaderos en 1934 (origen de la Plaza del Ganado).-

    La variación que finalizando el año 1931 se había hecho de los lugares y puestos del mercado y de la plaza del ganado generó descontentos que motivaron que por dos veces se reconsiderara por la corporación bañezana el cambio realizado, reafirmándose las dos veces en ello. En una tercera sometida a votación en la sesión del 18 de enero de 1932 el resultado fue devolver la plaza del ganado de las proximidades de la cárcel a su emplazamiento original en la de Romero Robledo, lo que provocó una crisis municipal en la que se producen las dimisiones del alcalde (que se siente desautorizado y menoscabado en su autoridad) y de algún concejal, lo que no admiten los restantes, todo ello mientras se espera resolver con los propietarios de dos fincas (Eumenio Alonso González –la del convento o fuente de los frailes- y José Marcos de Segovia –la huerta de los Quiñones-) la adquisición de una de ellas para situar allí la nueva plaza del ganado. El primero de los titulares retiró después su disposición para cederla, y el segundo presentó al poco las condiciones de su cesión (“la parte de 16.276 m2 por 55.000 pesetas, más un solar en la huerta municipal de la Avenida Pablo Iglesias de 10 metros de fachada y el fondo que la huerta permita”, solar que se tasaba en 12.000 pesetas en abril de 1934), que no cuajó, pues al inicio de dicho año, forzados por el gobierno civil, hubieron de retomarse aquellos intentos y gestiones. Se planteó la dimisión formal del alcalde Toribio González Prieto en la sesión extraordinaria del día 21 de enero de 1932, y por mayoría de cuatro votos (los de los concejales socialistas) contra tres no se aceptó.

    Se recibía a la mitad de enero de 1934 un oficio del gobernador civil en el que señala que “los mercados de ganado celebrados en calles céntricas de la villa, careciendo de las condiciones más elementales de higiene, constituyen un constante y permanente foco de infección para los ganados que concurren y para la salud pública. Por ello se prohíbe la celebración del mercado de ganado vacuno en el sitio de costumbre, pudiendo habilitar provisionalmente para este fin los terrenos municipales cercanos a la cárcel. Para el mercado de cerdos pueden utilizar la plazuela de la Fuente-Matadero, higienizando antes el lugar y construyendo los cobertizos necesarios para preservar del agua y del frío a los lechones. Mientras se efectúan estas obras puede seguir celebrándose este mercado de cerdos en el sitio de costumbre (la Plaza de Fray Diego Alonso) durante no más de un mes desde la fecha. El mercado equino puede seguir provisionalmente en el sitio acostumbrado, pero a la terminación de cada feria o mercado deben de desinfectarse rigurosamente todos los lugares en que se haya celebrado. En atención a la importancia de los mercados de esa villa, procede que se construya un mercado de ganados que ha de reunir las condiciones debidas. Con tal objeto y para no lesionar los intereses de la población, creados en base a la existencia de los mercados de ganado, se autoriza la celebración provisional en los lugares expresados, pero si en el plazo de seis meses no se construye el nuevo mercado, se prohibirá la celebración de toda clase de mercados de ganado en esa villa”.

    Hay dos proposiciones para adquirir terrenos para la plaza del ganado y debe verse la más ventajosa y acometer cuanto antes la construcción de la plaza, dice el concejal Porfirio González Manjarín en la sesión municipal del 17 de aquel mes, y en la siguiente, el día 24, se dirá que una comisión de concejales (de la que formó parte el edil Narciso Asensio Asensio, de la minoría socialista, como el antes citado) visitó al gobernador consiguiendo que dejase sin efecto lo notificado en la anterior hasta la construcción definitiva de la nueva plaza para el mercado de ganados.

    Para adquirir los terrenos necesarios se puso a finales de febrero un bando invitando al vecindario a ofertarlos, y se cursaron invitaciones a determinados propietarios. “Resulta extraño que se le cediera a la Azucarera los solares en mejores condiciones que se hace ahora para el ayuntamiento, teniendo en cuenta que su situación económica no le permite hacer grandes desembolsos”, se dice. Hicieron propuestas de cesión en venta quienes ya las habían hecho en el intento de construir el mercado de ganados al inicio de 1932, Eumenio Alonso González una finca al Espolón o Portazgo y José Marcos de Segovia su huerta de los Quiñones, además de Gaspar Julio Pérez Alonso al camino Carboneros, Celia Alonso González la mitad de la finca el Convento, los hermanos César y José Seoanez Romero parte de su huerta al Salvador, enfrente de la Casa del Pueblo, y Valentín Pérez un trozo de su finca al camino de Cebolleros y carretera de La Coruña, además de Felipe Alba Guadián, ya en abril, de un solar al pago de las Tenerías. Interesan terrenos próximos a la población y sin condiciones, que permitan construir abrevaderos, y cercanos a la estación férrea, se dice. Se habla de la posibilidad de construir la plaza del ganado sin coste para las arcas municipales a base de edificarla un particular que la atendería por los años que se le concediera la explotación del negocio, y se contrapone a tal propuesta, que se rechaza, que “no debe admitirse que al ayuntamiento le hagan una plaza”.

    El informe de los técnicos de la Junta Provincial de Fomento Pecuario (Primo Poyatos, Nicostrato Vela Esteban y Santos Ovejero) sobre la idoneidad de los terrenos para el mercado de ganados, que se leía en el pleno del 28 de marzo, señala que “el que se construya en La Bañeza será de los llamados de exportación, que requieren cercanía a vías de comunicación y no estar muy alejado del casco urbano por su gran relación comercial con la población. Se precisarán unos 14.000 metros cuadrados, incluidos sus servicios, para que pueda ser considerado como un mercado moderno. Las condiciones sanitarias precisas son agua abundante, pavimentación impermeable, y fácil eliminación de sus flujos por un alcantarillado adecuado. Los mercados modernos se construyen con pabellones cubiertos que alojan y protegen al ganado, y cerrados en todo su perímetro”. Con tales condicionantes (el alcantarillado y la traída de aguas tardarían aún muchos años en lograrse en la Bañeza), los únicos solares aceptables serían, por este orden, los de Eumenio Alonso (el más idóneo, por su situación y excelentes vías de acceso), Valentín Pérez y José Marcos de Segovia, y será este quien a primeros de abril insiste ante el alcalde en sus condiciones de cesión-venta de la huerta de los Quiñones de su propiedad, con la novedad ahora de aceptar el pago de la cantidad en que la valora, 90.000 pesetas, en dos plazos a pagar por el ayuntamiento, uno en este año y el otro en la misma fecha de 1935, que resultan admisibles a la corporación, ya que, se dice, “será suficiente para la plaza del ganado y sobrarán solares a los que el municipio hallará rendimiento”, que decide así aceptar su oferta y tramitar el presupuesto extraordinario preciso para la adquisición. En 5.000 pesetas estaba por entonces el salario anual que como secretario municipal del ayuntamiento bañezano percibía José Marcos de Segovia.

    Además del destinado a plaza del ganado y de los respectivos que se ceden para cuartel de la Guardia Civil y para la construcción de un Grupo Escolar, se enajenarán el 10 de abril de 1935 once solares en la orientación sur de aquella huerta tasados cada uno entre 2.000 y 4.000 pesetas, cuya venta se anunciaba en pública subasta, restando el 2 de mayo tan solo uno sin adjudicar. Aquel mismo año La Patronal, desde su sede bañezana en la calle de Pérez Crespo, urge al ayuntamiento la inmediata construcción de la casa-cuartel o que le facilite edificarlo a sus expensas en el solar de la huerta de los Quiñones (desamortizada antaño) que meses antes había vendido al consistorio para la construcción de la Plaza del Ganado, José Marcos de Segovia, su dueño por herencia de su tío José Latas Valcarce.

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Los Cursillos del Magisterio en León en julio de 1936.-

    En la sesión de las Cortes del día 4 de junio de 1936, ante la afirmación del ministro de Instrucción de que “hay que crear una enseñanza oficial que desplace a la mezquina y pobre de las religiones”, se retiraron las derechas del salón de sesiones, reintegrándose a la Cámara el día 5 por la tarde. El 8 de junio se dirá en El Diario de León que “la libertad de enseñanza es un dogma en todo el mundo civilizado, y aquí quieren que España sea una excepción al lado de la Rusia de los soviets”.

    La Gaceta del día 9 de junio publica los componentes de los tribunales que han de actuar en los próximos cursillos para ingreso en el Magisterio primario (cuyos ejercicios se dice “darán comienzo el día 1 de julio, aunque con seguridad nada se sabe”), que para León son: en el Primer Tribunal, como propietarios, la profesora Julia Pérez Seoanez, el inspector Rafael Álvarez García, y el maestro Francisco Santos Román, de Toral de los Vados; y como suplentes, el profesor Miguel Vicente Mangas, la inspectora María Purificación Merino Villegas, y el maestro Dámaso Campo García, de Secos de Porma. En el Segundo Tribunal, propietarios, Mercedes Monroy Suárez, María de los Dolores Ballesteros Usano, y Javier Díez Natal, de Hospital de Órbigo; y como suplentes, Matilde Sánchez Trébol, Francisco Rodríguez Gómez (de Jaén), y Carlos Pérez Bello, de Villafranca del Bierzo. En el Tercer Tribunal, como propietarios, David Fernández Guzmán, Estefanía González García, y María del Carmen Álvarez González, de Bembibre; y como suplentes, Teresa Menéndez Berjano (participará en octubre de 1939 en la represiva Comisión C depuradora de la enseñanza secundaria y superior), Marcelino Reyero Riaño (de Jaén), y Marcelo Martín Gallego. En el Cuarto Tribunal, como propietarios, José María Vicente López, Luís Vega Álvarez, y Gerardo Fernández Moreno, de Astorga; y como suplentes, Rosario Díez Jiménez Molleda, Anselmo Rodríguez Sáenz (de Logroño), y David Escudero Martínez, de la Escuela Preparatoria de León. En el Quinto Tribunal, como propietarios: Publio Suárez Uriarte, Francisca Vicente Mangas, y Laureano Nepomuceno Matanzo, de Cármenes; y como suplentes: la profesora María Jesús Pérez Seoanez, el inspector Eduardo de Fraga Torrejón (de Oviedo), y el maestro Nazario González Varela, de Villamañán. En el Segundo Tribunal de Lugo figura como profesor Ismael Norgagaray, que lo es de la Normal de León; en el Primero de Toledo el inspector leonés Fidel Blanco García, y en el Tercero de Valladolid el también inspector de León Salvador Ferrer Culubret, todos como vocales propietarios.

    La recusación de los jueces puede hacerse durante los siguientes ocho días naturales, se establece, y alguna se produjo, con la sustitución subsiguiente, pues cuando los cursillos se realicen en Leon actuará en ellos el profesor Enrique Esbrí Fernández (había sido catedrático y director de la Normal de Jaén desde enero de 1931 a agosto de 1933, además de profesor del Instituto de segunda Enseñanza), atrapado en la ciudad por la sublevación del 18 de julio y víctima mortal de los rebeldes, represaliado como lo serían buena parte de quienes lo acompSñaron en aquellos tribunales, además de los cambios o rectificaciones que después (el 26 de junio) se introdujeron y que dieron lugar a serias protestas, de manera que en la composición definitiva de los tribunales serían sustituidos: en el Segundo Mercedes Monroy por Matilde Sánchez Trebol, a la que a su vez sustituye Carmen Pardo Losado, de la Normal de Lugo; Javier Díez Natal por Antonio Fernández del Campo, maestro de Navatejera, que renunciará, siendo a su vez sustituido por el suplente Carlos Pérez Bello (informaba La Democracia el día 30). En el Cuarto, José María Vicente López por Enrique Esbrí Fernández, profesor de la Normal de Murcia desde diciembre de 1934. En el Quinto, Publio Suárez Uriarte por Teófilo Sanjuán Bartolomé, de la Normal de Valladolid; Francisca Vicente Mangas por María de los Ángeles Antelo Rodríguez, inspectora de Zamora; y María Jesús Pérez Seoanez por Eustasio García Guerra.

La Escuela Normal de Maestros de León años después.  >>>

    [Además de Enrique Esbrí (firmaba en 1934 como Sirio sus colaboraciones en Democarcia, diario socialista de Jaén del que era director a la mitad del año 1936) serían paseados Rafael Álvarez, Nazario González, Gerardo Fernández, y Luís Vega; fusilado, David Escudero, y sometidos a prisión, depuración, multas y otras represalias, Javier Díez, Salvador Ferrer, Mercedes Monroy, Julia Pérez, Purificación Merino, Estefanía González, Marcelino Reyero, José María Vicente, David Fernández, Eustasio García, María de los Dolores Ballesteros, y Francisca Vicente. Casi todos los miembros de los tribunales excepto los pocos que estaban fuera de León (quizá Julia Pérez, y Juan Antonio Fernández, que días antes del 20 de julio se desplazaba a Madrid con algunos otros miembros del tribunal, tal vez para tratar asuntos del cursillo) o se pasaron a la zona leal, como Laureano Nepomuceno –natural de Cubillas de los Oteros-, nombrado poco después delegado gubernativo de Educación por el Consejo de Asturias y León y condenado a finales de 1937 a 20 años de prisión].   

    Aquellos cursillos, mediante los cuales se proveerán 6.000 escuelas, en los que toman parte 24.000 maestros, y actúan 109 tribunales seleccionadores, se habían convocado y se desarrollaban como parte del plan trazado por el gobierno del Frente Popular para sustituir cuanto antes la enseñanza religiosa, y se informaba comenzando el mes de julio de la fecha de su inicio en León el sábado día 4, en que se realizará la primera prueba, y de las ubicaciones de aquellos tribunales, el primero en el Grupo Escolar de niñas Ponce de León (antigua Escuela Normal de Maestras), en la Cantina de la actual Normal el segundo, en el Instituto de segunda enseñanza el tercero, en el Patio Cubierto de la Escuela Normal el cuarto, y el quinto en las galerías de las escuelas anejas a la Normal. El día 1 están convocados los cursillistas a una asamblea en la Casa del Pueblo, “para hacer que resplandezcan nuestros derechos hasta hoy pisoteados”, continuando las reuniones en las siguientes jornadas y decidiendo en la del 3 de julio, muy numerosa, no presentarse en la siguiente fecha a practicar el primer ejercicio de los cursillos, como protesta por la forma en que han sido convocados (con escaso número de plazas otorgadas y permitiendo concurrir a licenciados), declarando la huelga el día 4, como en las demás capitales en las que se celebran los exámenes, entrando a la primera prueba de ellos aquel día más de la mitad de los inscritos en León (602 presentados de los 1.025 de la lista), realizándola entre la discreta vigilancia de algunas (pocas, se dice) parejas de Asalto, y produciéndose “ligeros incidentes”. Para el 7 de julio se fija la primera parte del segundo ejercicio, y se destina el 10 a la segunda. El viernes día 3 habían distribuido los cursillistas descontentos un manifiesto editado por los obreros de los talleres en huelga de El Diario de León, y ya en la madrugada del sábado se reunían los disconformes en la Casa del Pueblo. 

    Se suspendía de momento, el día 9, la actuación ante los tribunales de los cursillistas que no habían practicado el primer ejercicio; los restantes continuaban realizándolos a la altura del 15 de julio, y el 16 se aplazaban para todos a la espera de una solución y una norma común que permitiera incorporar a los cursillos, y reanudarlos luego todos juntos, a quienes se habían abstenido de realizar las dos primeras pruebas. Al quedar poco después bruscamente interrumpidos por la guerra se repitieron en 1937, pero algunos cursillistas de 1936 que tenían dos exámenes aprobados (la mayoría represaliados políticos y exiliados) entablaron un juicio, que ganaron por grupos en las décadas de 1950, 1960 y en 1975, jubilándose muchos de ellos como maestros a la altura de 1980.

    En la capital leonesa (33.053 eran sus habitantes de derecho, y 32.862 de hecho, según el Padrón municipal aprobado a finales de junio), al igual que en otras muchas del país, la primera quincena de julio transcurrió agitada por el conflicto planteado por las reivindicaciones de una buena parte de los maestros asistentes a aquellos tribunales calificadores de los cursillo de acceso al Magisterio, convocados para iniciarse el día 4 y saboteados con la huelga que desde la misma fecha siguen (como en las demás ciudades donde se realizaban los exámenes) la mitad de los inscritos. Tres extensas columnas y los titulares sobre “La huelga de los cursillistas en España” aparecen con gruesos tachones de censura en La Mañana del 5 de julio, que resalta la afirmación de Indalecio Prieto de que “es preciso terminar con las alteraciones de orden público”, y señala haberse producido en León algunas leves promovidas por los cursillistas, con carreras e intervención de los guardias de Asalto, al realizar el primer ejercicio, repetidas en el segundo el día 7 con el resultado de seis heridos contusos atendidos en la Casa de Socorro (se dice en lo que permite la censura), cinco cursillistas (cuatro varones y una mujer) y un cabo de Asalto. Otro aspirante a maestro será contusionado agresivamente el día 9.

<<<<  Enrique Esbrí Fernández

    A la altura del 16 de julio se suspendería el desarrollo de los cursillos y se aplazará el tercer ejercicio aún no realizado, a la espera de que el ministerio de Instrucción Pública halle una solución y adopte medidas que permitan incorporar a ellos a los cursillistas que se habían abstenido de realizar los dos primeros (para proseguir todos ya con el tercero), y en el impasse, con la ciudad atestada de maestros y maestras, cuando los sublevados triunfen en León el día 20 y pongan abrupto fin a los cursillos (suspendiéndolos definitivamente en la zona nacional el 11 de agosto), recogiendo de los tribunales la documentación de lo actuado y deteniendo a algunos de sus miembros en las oficinas de la Normal en que se reunían, se producirán protestas de los enseñantes y de algunos examinadores e incidentes en medio de los cuales se quemaría el listado de los participantes en las pruebas, acallados algunos de aquellos con su inmediato encarcelamiento, terminando parte de los apresados asesinados (paseados y desaparecidos) en diversas fosas comunes que pronto siembran algunos lugares en los primeros días de la sublevación, como habrían sido las que en Faramontanos y Santa Eulalia, ambos de Tábara -cercano a Benavente- y posiblemente en Albires (exhumadas la última y la primera por la ARMH en septiembre y octubre del año 2008), acogerían entonces a un grupo de al menos doce jóvenes maestros y maestras cursillistas –algunos de ellos posiblemente naturales de Valderas- la de Faramontanos (una veintena de muchachos y muchachas podría contener la de Santa Eulalia), y otra cercana a un componente de uno de los tribunales, Enrique Esbrí Fernández, socialista, miembro del Comité Nacional del PSOE en 1920 por Andalucía y que había sido diputado por Jaén en las Cortes Constituyentes (del 17 de julio es su última carta desde León a la familia), paseado a los 43 años, quizá en la fecha del 26 de julio, aunque según la Cruz Roja Internacional lo habría sido el 20 de octubre de 1936.

    Bastantes de los maestros cursillistas y de quienes en los tribunales los estaban evaluando estamparon su adhesión al homenaje que en la noche del mismo día 16, después de la representación en el Teatro Principal de Nuestra Natacha (la más emblemática y aplaudida del teatro en aquel momento histórico, motivo de escándalo para la prensa más conservadora) se había tributado en el leonés Salón de Arte de los bajos del Bar Central al también enseñante e inspector Alejandro Álvarez Rodríguez (Casona), objeto de inmediato de la obsesiva persecución de los alzados victoriosos como símbolo y señalado líder del movimiento de renovación pedagógica (que consigue eludir escapando disfrazado hacia su pueblo, Canales, para alcanzar luego la zona leal, desde la que más tarde partirá al exilio), y haberlo hecho y que su firma figurara en el libro en el que se recogieron los pliegos de afección al reconocido dramaturgo sería después causa de añadida represión para muchos de aquellos maestros y maestras, de los que se trataría de obtener que confesaran el paradero de Casona.

Más información sobre Enrique Esbrí Fernández.-

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Los pueblos de las tierras bañezanas en 1919 según Manuel Fernández y Fernández Núñez.-

    En 1919, en sus Apuntes para la historia del Partido al que da nombre La Bañeza, señala el autor que en el valle regado por el Duerna existen multitud de molinos harineros y pisones, y en Castrillo (aparece nombrado en aquel año como “de los Nabos”) existió por entonces una fábrica de curtidos cuyos productos se enviaban a la Corte, tenerías surtidas por las aguas de ríos que más allá, en Palacios, eran apropiadas para el riego diariamente por mitad y compartidas por turno las restantes con los pueblos de Castrillo, Robledo, Robledino, Fresno y Castrotierra. 

    Los habitantes del valle del Eria comercian sus productos de la tierra en los mercados de Benavente, Castrocontrigo y La Bañeza, y en el cauce del rio asientan algunas moliendas de harina y de aceite de linaza (usado antaño como combustible de alumbrado en las casas humildes). En la estrecha hondonada del Jamuz (también con abundancia de molinos) productora de trigos y centenos pasta ganado cabrío de cuya leche se surte La Bañeza, y en los pueblos de Jiménez y Santa Elena de Jamuz existen hornos de alfarería en el primero y en el segundo de tejas, ladrillos y baldosa, una industria esta última desaparecida hace unos 65 años después de haber durado cientos de ellos contribuyendo con su no escasa rentabilidad y unos ingresos complementarios a los de la labranza de las familias que en ello se ocupaban (unos 15 tejares llegó a haber en funcionamiento), cerrados a la postre por la conjunción de diversos motivos (el de Laureano Turrado fue el que hasta más tarde se mantuvo) y poniendo fin a unos trabajos artesanos por tantos años florecientes.

    La Presa Cerrajera fertiliza y hace productiva una línea angosta y extensa del Páramo, que se añade a los terrenos antes casi infecundos y hoy feraces gracias a las norias que la industria ha proveído, y el Cauce de los Cuatro Concejos, que se sangra también del Órbigo en San Martín de Torres, corre por los términos de sus pueblos propietarios (San Juan de Torres, Villanueva de Jamuz, Quintana del Marco y Genestacio de la Vega) y muere de nuevo al mismo río cerca de La Nora. Para aquellas tierras paramesas auguraba un mejor porvenir Miguel Medina Bravo en 1930 en su Tierra leonesa. Ensayo geográfico sobre la provincia de León, fiado en el afloramiento del abundante agua del subsuelo con las norias y pozos artesianos y las modernas bombas eléctricas que habrían de llegar. Hoy sabemos que estuvo cerca el fiasco y el desastre de las escasas cosechas al final de los años 40, al agotarse casi los acuíferos, y que la salvación vino del agua embalsada del río Luna.

    De las casas de los pueblos y aldeas de la comarca valida aún el autor lo que ya en 1845 dijera Pascual Madoz en su Diccionario, y de los aldeanos dice que “son muy poco cuidadosos de su aseo, abandonados y contrarios a los preceptos de la higiene”. La situación de las viviendas, “con paredes de barro salpicado de paja, que sostienen la tierra y el césped de la techumbre, a dos vertientes; que en Ardoncino carecen de chimeneas en las campanas de sus cocinas, marchándose el humo por entre las tejas lentamente; y que así están hoy, como en el siglo X, y como antes de la Era Cristiana”, es corroborada por el arquitecto Gustavo Fernández Valbuena en 1922, y en poco difiere de la que la medievalista Margarita Torres documenta para estas mismas tierras en el siglo XI.

Casa campesina. G. Fernández Valbuena. La arquitectura humilde de un pueblo del páramo leonés: Ardoncino. Arquitectura, 1922.  >>>

    El tráfico de gramíneas, cereales, patatas, garbanzos y alubias hacia y desde los almacenes bañezanos constituye el principal elemento de riqueza para el partido y la ciudad. Doce horas lleva viajar en tren hasta Madrid, a donde conduce también la nacional desde Coruña, que transita por lugares de antiguas paradas de Postas como la de Pozuelo del Páramo y ventas como las de Moscas y San Antón, en Toral de Fondo. Estaban en construcción las carreteras que conducirían a Camarzana (terminada solo hasta Castrocalbón, y cuyo trazado inicial se había variado allí en enero de 1916) y a Sanabria por Herreros de Jamuz. Se proyectaba construir caminos vecinales a Destriana, Alija de los Melones y Bustillo del Páramo, solicitados por los ayuntamientos a la Diputación, y enlazaba con la ruta León-Caboalles la vía que había construido el bañezano Gabriel Fernández Cadórniga para conectar la población con Veguellina y su estación de la línea férrea Coruña-Madrid (en 1913 estaba aún sin realizar todo el tramo Rionegro-La Bañeza, y solo construido hasta Destriana el trazado Astorga-Puebla de Sanabria). Los restantes caminos del partido judicial son de herradura y se hallan en lamentable estado, y no lo hay propiamente hasta León, a donde se viajaba en tren pasando previamente por Astorga o desplazándose a cogerlo en Veguellina.

    Se celebran mercados semanales en La Bañeza, Laguna de Negrillos y Castrocontrigo los sábados, domingos y viernes (y en el último la feria de las Cruces por Santo Toribio), a los que concurren campesinos cuya única fortuna son los productos que allí llevan y donde no faltan acaparadores y defraudadores que explotan sus apremios. Hay tantas romerías como santos patronos en las parroquias de los pueblos, siendo notables las de Santo Tirso, Palacios de la Valduerna y Castrotierra, y las rogativas de este lugar por sequías u otras calamidades públicas, a las que acuden con cruces y pendones todos los pueblos de siete leguas en contorno.

    Son los naturales de esta tierra sencillos, tímidos y crédulos, apegados a las tradiciones de sus padres y exactos en el cumplimiento de sus promesas y contratos, respetuosos con la autoridad y amantes de las leyes, y de golpes en quimeras de mozos y de algunas raterías de poco valor se suelen ocupar sus tribunales. Frugales en la alimentación, dice el autor, que vuelve a traer a su tiempo lo que ya señalara Pascual Madoz 65 años antes, y añade que según referencias del bañezano Gaspar Julio Pérez Alonso (abogado) se ha desatado en La Bañeza y en varios pueblos de poco a esta parte la afición al viñedo, y hay más extensión de viñas con plantas americanas que nunca, y que en la cabecera del partido y por algunos aldeanos de pueblos limítrofes se perfeccionaron desde hace algunos años los sistemas de recolección y siembra con aparatos y máquinas modernas. También hay propietarios con miles de frutales cuya fruta compran los murcianos para enviarla a Londres, donde pasa por murciana siendo leonesa.

    Pesan aún sobre los habitantes de estos pueblos deudas enormes contraídas con implacables usureros que sin piedad les cobran desorbitados intereses (no ya tantos, por fortuna, como en tiempos pasados), y este inmoral tráfico ha alterado su natural nobleza, y de confiados y leales los ha tornado huraños y recelosos. Opuestos a asociarse para cualquier empresa, nadie intentó el esfuerzo de una colectividad para fines agrícolas ni pretendió ninguna otra que les reportaría positivos resultados e indudables ventajas y terminara con el abuso de los fuertes capitales. La política se concretó siempre para ellos –con muy excepcionales casos- en ser instrumento de caciques egoístas interesados solo en sus particulares miras, y los gobiernos desoyeron una vez tras otra sus razones y sus quejas, envileciéndose los pueblos y viviendo sin ideales ni aspiraciones, sin esperanza de un porvenir venturoso, esclavos de su deber y ciegos móviles de un superior mandato, y así la emigración aumenta en alarmantes proporciones dejando huérfanos lugares y aldeas, donde escasean los brazos de labranza, creando una crisis de difícil solución y que traerá con el tiempo la ruina del partido.

    De quienes habitan sus lugares decía en enero de 1917 el ilustrado bañezano Elisardo Moro García, maestro e industrial funerario y titular de una fábrica de ceras que ejercía entonces de fiscal en el juzgado municipal: “… no sé cómo viven en los pueblos; ¡cuánta ignorancia, cuánta maldad y cuánta esclavitud y miseria al mismo tiempo! Tan embrutecidos viven que da pena el pensarlo, y sin embargo son dignos de lástima, y es necesario mirar por esas pobres gentes a fin de que no les atropellen y esclavicen tanto”. No era la miseria exclusiva de los pueblos, pues en el mismo dietario, en julio de aquel año, nos acerca la estampa de niñas de tres a cuatro años, anémicas y desamparadas de toda mano protectora, mendigando limosna por las casas de la ciudad comarcana.

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El primer 1º de Mayo en La Bañeza.-

    Por las páginas de El Jaleo sabemos que se dio el 1 de mayo de 1914 la primera celebración en La Bañeza de la fiesta del trabajo, “organizada por la Asociación Obrera de la ciudad (fundada el año anterior, a lo que parece) para aumentar el fomento y progreso de todas sus federaciones”. El programa, según se recoge en el número extraordinario que el 3 de mayo el periódico dedica al acontecimiento, incluyó la salida a las 9 de la mañana de la comitiva del Centro Obrero (alojado en el edificio de La Caridad) hacia el Ayuntamiento, en el que entregó una petición para poner fin a la campaña de Melilla, para continuar recorriendo acompañados de la Banda Municipal de Másica las principales calles, a lo que seguirá en el Teatro un mitin presidido por la junta directiva, de la que es secretario Nicolás Fernández Sampedro (sería concejal en 1919) y presidente Bartolomé González, y “al que puede concurrir todo el que lo desee (pero sin perturbar el orden)”, y a éste, a las tres de la tarde, una gira campestre “al monte de los opulentos almacenistas Seoanez” (se trataba de Mariano Seoanez Quiñones y sus hijos José y César Seoanez Romero).

    En el mitin “estuvo muy dignamente representado el bello sexo”, y se dieron la adhesión del industrial Blas Cantón Cisneros (gerente de La Electra Bañezana), que no pudo asistir, y las intervenciones de Marcelo Toral Castro, entonces maestro en Valdesandinas; del también maestro Servando Juárez Prieto, y de Lorenzo Ruiz, “reprobando la odiosa distinción de castas que ha de ser sustituida por la práctica del principio socialista de ‘todo para todos y todos para todo’, a la que se llegará por la emancipación que los obreros realizarán por y para sí mismos”, y aludiendo al regeneracionismo por la escuela y la despensa que ya Joaquín Costa defendiera (bien que con un cierto talante autoritario), plasmado en la edificante procura de sus asociados para el Centro Obrero de La Bañeza de “libros que leer antes que bancos donde sentarse”; se señaló la siempre presente Cuestión Social, y se abogó por la unidad, por el respeto como principio socialista, y por la instrucción de los trabajadores, de aquellos asalariados jornaleros que en La Bañeza cobraban entonces “una peseta por un día de sudor”. 

<<<  Pablo Iglesias en Vigo, al frente de una manifestación obrera por las ocho horas de trabajo.

    En el mismo suplemento se reseña la celebración del 1º de Mayo en Astorga, con manifestación por la mañana y gira campestre por la tarde en la pradera de la Eragudina, con banda municipal, pianos manubrios, gaitas, tamboriles y panderetas, y de remate velada teatral representando por aficionados el drama Juan José, de Dicenta, y el juguete cómico-lírico Los baturros. Y en el número del 31 de mayo se ensalza la ejemplar manera en que transcurrió desde el principio al fin aquella primera celebración obrera bañezana, “con el mejor orden y sin el menor incidente”, y se agradece al exalcalde Julio Fernández y Fernández Núñez (abogado, concejal en 1901 y alcalde en varias ocasiones, designado en 1915 diputado provincial por Astorga-La Bañeza, y presidente de la Diputación en 1921-1922, destinado en 1923 para ocupar el gobierno civil de Valladolid, lo que impidió el golpe de estado de septiembre de aquel año, siendo nombrado en febrero de 1931 para el de Albacete), “altruista, obrero intelectual y protector honorable”, la biblioteca donada a la Sociedad Obrera, extendiéndose también la gratitud “a los patronos que han ingresado en nuestras filas” (tal vez fuera uno de ellos Álvaro Valderas Blanco, inhabitual empresario con iniciativas colectivistas). Con parecidas actividades y con idéntico orden se celebró la fiesta del trabajo en la ciudad en 1917 según consignó Elisardo Moro García en su libro-diario Maruja. Desde la cuna al sepulcro. Diario de un corazón, un curioso documento sobre La Bañeza de principios del siglo XX, enhebrado en las cartas a su pequeña hija de cinco años fallecida e impregnadas de la morbosidad necrológica de la que hace gala el autor, influenciado tal vez por su profesión de funerario (además de maestro y titular de una fábrica de cera).

    Se noticia también la comunión pascual de los reclusos de la Cárcel del Partido, y en el de julio se narra la visita del redactor a sus ocupantes (entre ellos Pepe, de doce años y de Audanzas del Valle, preso por haber matado, sin querer, a otro chiquillo como él) y dependencias, “todas limpias como una taza de plata”, también el amplio local de la escuela elemental próxima a inaugurarse dotada de mobiliario por la Junta del Patronato de Reclusos y Libertos y de biblioteca por el Estado. A iniciativa del presidente de aquella Junta, el juez de Instrucción don Luis Zapatero González, se insta a la población a que donen a dicha biblioteca “los libros que reuniendo las necesarias condiciones de moralidad tengan sobrantes en las suyas” para que todos puedan ser usados no solo por la población penal sino por cualquier particular que lo desee, condición altamente beneficiosa en una ciudad que carece por entonces de toda biblioteca pública y en la que al falto de recursos le es imposible adquirir un libro con el cual instruirse o deleitarse.

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La Bañeza en 1928.-

 .En el año de 1928, según la Guía general de la provincia de León de Mourille López, y el Anuario General de España, cuenta La Bañeza con 4.293 habitantes (incluidos los lugares de Sacaojos, San Mamés y San Pelayo, aún habitado), y expide ya afamadas alubias en grandes cantidades, surtiendo sus almacenistas de patatas y de aquellas y otras legumbres a numerosos establecimientos militares a lo ancho y largo del país, como constatan los apuntes de sus autorizaciones y guías de envío por ferrocarril en los Libros de Correspondencia del ayuntamiento, crecientes desde 1918. Tiene fábrica de harinas, de pastas para sopa, de aserrar maderas; de chocolate; de velas de cera; laboratorio; varias farmacias; numerosos e importantes comercios; dos centros sociales (el Casino La Unión y el Círculo Mercantil); un teatro (el Seoanez); un cine (el Royalty), y “fábrica de luz” eléctrica que suministra fluido solamente a la ciudad (desde el inicio de 1929 la Electra Bañezana de Blas Cantón Cisneros suministrará fluido eléctrico al nuevo barrio de Santa Marina), careciendo del mismo en los pueblos, comunicados por buenos caminos con aquélla. Se construye la carretera La Bañeza-Alija de los Melones, y en breve se iniciará la construcción del Puente Paulón. Es alcalde César Moro Blanco, y secretario municipal Benjamín Fidalgo Tato.  

    Dispone la ciudad de Estafeta de Correos con una cartería urbana de la que dependen carterías rurales (que funcionan en casi todas las cabezas de ayuntamiento) y peatonías postales enlazadas con aquéllas, contratadas por subasta pública y para varios años, y cuyos titulares (peatones) recorren generalmente a pie o a caballo un determinado número de pueblos distribuyendo y recogiendo la correspondencia (“por 300 pesetas anuales, más los cinco céntimos por carta del derecho  de reparto en 1930, sin derechos pasivos, porque no es funcionario, y sin los beneficios del retiro, ya que tampoco es obrero”), y también de servicio telefónico, “a gran altura después de la reciente reforma y ampliación acometida”, y telegráfico dependiente del Estado, los dos en la Plaza Mayor, con sus mástiles en edificio al lado de la confitería de Baudilio. En marzo de 1931 se anunciaba la instalación en breve del servicio telefónico en la vecina villa de Valencia de Don Juan, que llegaría “desde León por la carretera de Benavente desde Villamañán y dotándolo en los pueblos del recorrido”, y el 20 de febrero de 1932 comenzaba a funcionar en la capital el teléfono de marcación automática (lo que daría lugar, por cierto, a que corriera por la capital una irreverente e irónica coplilla que decía: Con esto del automático / hay que ver cómo esta León, / llamas a Casa de La Patro -uno de los abundantes prostíbulos de la ciudad- / y contesta don Filemón -el sacerdote director de El Diario de León-).

    Contaría poco tiempo después en la Plaza Mayor con el kiosco de prensa que en abril de 1929 solicita instalar el tullido Ángel González, hasta agosto de 1936 en que se desmantela. Tiene agencias de los bancos Herrero, Mercantil, Urquijo Vascongado, Central, de Ahorro y Construcción, y Monte de Piedad y Caja de Ahorros, y corresponsalía del Banco de España. Su estación férrea, en la línea Plasencia-Astorga, es de 1ª categoría (son de 4ª las de Valcabado del Páramo y Valderrey). Cuenta con seis mutualidades escolares (Tesoro Infantil, Margomariángel Flórez –de las dos era presidenta la maestra Margarita Marcos Emperador-, La Bañezana, La Fraternal, Victoria, y Colón) existentes ya en 1921 e inscritas en la Caja Provincial Leonesa de Previsión (colaboradora del Instituto Nacional de Previsión), y es Victoriano Santos uno de sus maestros al final de noviembre de 1929. Se proyecta por la Sección Agronómica provincial establecer en la ciudad un campo de demostración agrícola. Existe cuartel de la Guardia Civil, que es cabecera de línea, y una Bandera de Partido del Somatén, además de un Pósito de Agricultores y un Sindicato Agrícola (la Sociedad de Labradores). Solamente se publica entonces La Hojita Parroquial (lo venía haciendo desde 1911 –ó 1914- y lo haría hasta 1951). Del Hotel Reina Victoria, en la calle Manuel Diz, es dueño entonces Olimpio Fernández; es Francisco González propietario del Hotel Magín, en la de Juan de Mansilla, y el veterinario Félix Cardillo Puerta se ocupa de la Parada equina oficial a cargo del Depósito de sementales de León establecido en el antiguo convento de San Marcos.

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Algunos bandos municipales del verano de 1935.-

 A la mitad de julio de 1935 la alcaldía bañezana, presidida por Julio Fernández de la Poza, emite un bando “contra el uso inmoderado de los aparatos de radio que por su elevado tono causan molestias al vecindario, máxime algunos que funcionan a altas horas de la noche”. Por las molestias que causan los cochecitos destinados a conducir niños por los parajes donde se celebran los paseos públicos, principalmente los domingos y festivos, se dispone poco después prohibir dicho tránsito en tales días desde las siete de la tarde en las aceras o lugares donde se acostumbra celebrar los paseos, castigándose las infracciones de este acuerdo con las sanciones a que hubiere lugar. Otro bando establece al poco la obligación de los dueños de inmuebles destinados a vivienda de desinfectarlos cada vez que cambien de inquilinos, así como hacerlo de las habitaciones del difunto cuando sobrevenga el fallecimiento de cualquier persona que los ocupe, a cuyo fin el ayuntamiento facilitará los aparatos con los que ya cuenta, manejados por el practicante municipal.

Propone en un pleno municipal del inicio de agosto el concejal-gestor Servando Juárez Prieto (maestro de profesión) la construcción en los terrenos municipales de la calle Pablo Iglesias de una plaza de abastos “para que puedan ofrecerse a la venta con más higiene y limpieza los productos de alimentación”; el edil César Seoanez Romero pretende que para ello se construyan los locales adosados a la Iglesia de Santa María en la calle de la Verdura, antaño acordados y de los que ya existe proyecto, y expone el también concejal Tomás Pérez Benito (comerciante) que “resolver el problema del abastecimiento de aguas debe ser lo prioritario”, asunto que se estima preferente, y se acuerda realizar gestiones a dicho fin. También se resuelve publicar un bando y colocar cuanto antes las señales o discos adecuados a las entradas de la población “para que los automóviles circulen dentro de ella a velocidad moderada, y las bicicletas hagan otro tanto, sin que tomen las calles y plazas como lugares para su entrenamiento”.

Se decide en la sesión del 4 de septiembre remitir escrito a la Compañía Telefónica Nacional para pedir “que el servicio de teléfono lo hagan directo desde algunas ciudades de mayor importancia con las que desde esta se sostiene gran comunicación, pues se da el caso de que para hablar con Benavente tienen primero que comunicar con varios sitios”, algo que se conseguirá al inicio de diciembre, cuando se instale hilo telefónico con León (ya en 1913 era La Bañeza uno de los 16 lugares provinciales con los que se podía comunicar desde la capital, según aparece entonces en la Guía de la Provincia), Astorga y Ponferrada, después de que se haya trasladado la solicitud al director técnico de la Compañía y se interese en aquel asunto ante su vicepresidente desde su nuevo y reciente cargo de Comisario de los Ferrocarriles de la Zona Centro el bañezano Herminio Fernández de la Poza, militar acogido desde 1931 a los beneficios del retiro de la denominada Ley de Azaña, “al que se agradecen esta y otras gestiones beneficiosas para el vecindario”.

<<<  La Plaza Mayor desde la calle Juan de Mansilla en una imagen de aquellos años.

A la mitad de septiembre regresaba de uno de sus frecuentes viajes por España y el extranjero el alcalde Julio Fernández de la Poza, que en unos días se haría de nuevo cargo del consistorio. En el pleno del día 25 de aquel mes, que ya presidiría, se acordaba “adquirir una docena de cestas de alambre para ser colocadas en la vía pública (a la casa Riviere y Compañía, de Barcelona, primero media docena a modo de ensayo), para que en ellas puedan depositarse mondas, papeles y otros efectos que se arrojan en el pavimento de las calles, donde tan mal efecto producen, dándoles un aspecto grosero y sucio”. Cuando se coloque aquella “ornamentación moderna de ciudades cultas, atavío industrioso, cestitas de alambre que penden acá y acullá de los postes escogidos cual nido de jilgueros pendientes de la enramada”, se dirá en El Adelanto del 7 de diciembre que “el señor alcalde es muy fino, y que va a Londres muchas veces”, y que se canta la copla que señala que “Bañeza ya no es Bañeza / que es un segundo Madrid / ¿Quién no ha visto en La Bañeza / las cestas del papelín / que mandó el señor alcalde / colocar aquí y allí?…”.

    Aquella preocupación por la higiene municipal debió de arraigar, pues en la primavera y el verano de 1936, se hacían estampar en anuncios y programas como los cinematográficos del Teatro Pérez Alonso textos como este: ¡Atención! No abandone este programa en la vía pública. Si ha de hacerlo, deposítelo en las cestas destinadas a este fin. (Ruego de la Autoridad Local).

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La “Sociedad de la Perra Gorda”.-

    Todavía en la España de principios del siglo XX, cuando la esperanza de vida rondaba los 40 años, las jornadas laborales eran de 60 horas, las enfermedades infecciosas hacían estragos, y la protección social era la que el obrero con sus ahorros pudiera dispensarse, un trabajador que enfermaba, envejecía o sufría cualquier minusvalía ya sólo aspiraba a vivir de la caridad, a ser socorrido por la beneficencia pública, o a quedar entregado a la miseria; cualquier contingencia lo condenaba a la sopa boba sobrante de los conventos o cuarteles. Y en la de los años 30 de aquel siglo, a los obreros a jornal cuando llegaban a los cincuenta y tantos o a los sesenta años y ya no podían trabajar no les quedaba más que sumarse a los que mendigaban un trozo de pan desperdigados e intercambiándose por unos y otros pueblos, a ser unos más de los muchos pobres de pedir que aún recorrían los de nuestra tierra hasta bien avanzados los sesenta.

    Muestra de aquella situación que tantos y tantas padecieron había sido la del jornalero bañezano Plácido Quiñones, imposibilitado de una pierna, que en octubre de 1891 se ve obligado a dirigir un escrito a los regidores del ayuntamiento de la villa para “alcanzar de sus dignos corazones que le concedan un palo de los que existen en los planteles comunales para con él hacerse una pata de madera con la que poder andar de un lado a otro, ya que no tiene recursos para comprarla”. Del estándar de edades y de la longevidad en la época ilustra la noticia de 1906 del suicidio en La Bañeza, “arrojándose a la presa de la Zaya, de la anciana Dominga Domínguez Pérez, de 48 años de edad”.     

    En medio de tal panorama, después de que en 1900 el gobierno conservador de Silvela aprobara la Ley Dato de previsión social relativa a los accidentes de trabajo y en 1905 se creara el Instituto de Reformas Sociales, fue el Instituto Nacional de Previsión la primera entidad gestora de nuestros seguros sociales, para los fines de "difundir e inculcar la previsión popular, especialmente la realizada en forma de pensiones de retiro. El seguro abonaba la pensión de una peseta diaria en contraprestación a una cuota patronal, también diaria, de diez céntimos. Ello explica que el INP y sus sedes fueran conocidos en algunos lugares por los nombres populares de aquella moneda, la perra gorda o el chavo, denominaciones que han perdurado y que siguen aplicándose hoy a algunos de los edificios de aquella institución.

    El Instituto Nacional de Previsión dependió del ministerio de la Gobernación, que lo desplegó progresiva y lentamente desde las capitales de provincia al resto de los territorios, y se extinguió en 1978 con el decreto que dio lugar a los Pactos de La Moncloa. En La Bañeza se inaugura en 1947 su Agencia y Dispensario –era también Centro Secundario de Higiene- en la calle Diagonal, nombrada del Doctor Palanca desde febrero de aquel año.

El maestro Álvaro López-Núñez Villabrille, uno de los artífices del INP (era hijo del bañezano Deogracias López Villabrille, procurador de los Tribunales)   >>>

    Tiempo atrás, “las pensiones contratadas libremente a favor de los trabajadores se constituían mediante imposiciones únicas o periódicas, efectuadas por aquéllos o bien por otras personas o entidades a su nombre”, y ello hizo que fuera importante la labor que desde el socialismo político y sindical y el obrerismo se emprendió para difundir y promover entre los asalariados el interés en adherirse a tal sistema previsor y sus bondades, y aún para facilitarles el hacerlo y las aportaciones de sus cuotas al Instituto. En los años veinte y treinta se ocuparon de hacer tal desde las agrupaciones socialistas, las sociedades obreras, el sindicato UGT y las Casas del Pueblo algunos militantes comprometidos constituidos en una especie de agentes informales de seguros, colaboradores de la Institución y favorecedores a la vez del aseguramiento de sus compañeros y vecinos, de los que recogían las cotizaciones para ingresarlas en ella y a sus nombres. Por lo que hace a León, en los primeros años 30 la Casa del Pueblo de la capital aparece a veces popularmente nombrada como “Casa de la Perra Gorda”, sin duda por los seguros sociales que desde allí se gestionaban.

    En nuestra tierra funcionó también en aquellos años iniciales de la mínima seguridad social y del aún endeble Instituto Nacional de Previsión una denominada “sociedad de la perra gorda”, que debió de contar con una informal sede también en el Centro Obrero (Casa del Pueblo), y de la que fueron promotores y mediadores o corresponsales los socialistas el joven Primitivo Posada Ríos en Jiménez de Jamuz, y Lorenzo Cabo Valenciano en La Bañeza, donde aparece en octubre de 1932 como agente de los Seguros Sociales en la sucursal que aquí tenía la Caja Provincial Leonesa de Previsión (que designaba delegados para los diferentes partidos judiciales). Uno y otro fueron represaliados al triunfo del golpe de estado de 1936, con cárcel desde 1938 a 1944 el segundo (falleció un año después por las penurias padecidas en presidio), y asesinado con paseo y desaparición el primero (su familia fue también presa y duramente castigada). Creemos que otros comisionados semejantes (tal vez subdelegados por encargo del representante en el partido judicial) debieron de actuar de modo parecido en otros pueblos de la comarca, posiblemente en relación con la Junta Colaboradora del Retiro Obrero que existía al menos en su cabecera. Desde luego, a los desvelos y al buen hacer en el pasado de estos abnegados socialistas debieron después, en los años sesenta, la posibilidad de percibir entonces sus pensiones de retiro numerosos trabajadores y trabajadoras de las pequeñas industrias bañezanas de aquel anterior tiempo. 

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Nuevos y viejos tiempos finalizando los años 20.-

     En menos de un cuarto de siglo La Bañeza se había transformado: se edificaron más de setenta casas “a la moderna”, cuando cuarenta o cincuenta años antes en la Plaza Mayor cantaban las ranas en los charcos y las calles se llenaban de fango con montones de barro en los que se jugaba al finchote (lodos y barrizales se mantendrían aún por largos años). Ha aumentado la riqueza y mejorado la vida, y lucen el nuevo reloj de tres esferas del ayuntamiento, los cafés, y los comercios con toda clase de géneros, como la botica de Alberto de Mata, el de la Fuente, o la confitería de Baudilio decorada en jaspe y bronce, de mejor calidad los de tejidos que los lienzos caseros y las telas burdas hiladas por los innumerables tejedores que eran su principal industria y que exponía antaño la tienda de don Matías, la de mayor postín, hoy solo usadas para quilmas y cuyo mercado surte de sobra un solo tejedor, la familia Mantecón, restos de una industria tan floreciente antes.

    Las agradables comodidades se han ido imponiendo: la luz eléctrica (que en parte se ha democratizado), la calefacción por radiadores, el encerado higiénico de los pisos, los techos rasos, los inodoros, las ollas-exprés, y otros muchos adelantos del hogar…; claro que todo ello desde la óptica acomodada del bañezano Menas Alonso Llamas, cuya familia ya se había permitido antes el nada abundante privilegio de que aquél disfrutara de las clases particulares de idiomas que Monsieur Vión le impartía en su propio  domicilio. 

    Con el bienestar y el progreso de la ciudad contrasta la existencia en los pueblos comarcanos  (como en la provincia y el país) de supersticiones y creencias en sabios y curanderos y de un mercado de cédulas contra brujas y demonios (incluso algún ilustrado va en 1922 a la famosa sabia, según El Sorbete del 21 de mayo de aquel año). A las aldeas llega también ya la electricidad (no a todas), y los jergones de muelle y las habitaciones tabladas a las casas, de tapial la mayoría y encaladas en torno a los huecos de puertas y ventanas; se come mejor, se vive con más holgura y menos trabajos que hace treinta o cuarenta años, cuando los aldeanos desconocían casi por completo los lechos mullidos y se alimentaban con patatas, nabos y tocino y con pan de centeno en hogazas amasadas en casa y vino que solo bebían los padres, en viviendas sin ventilación ni luz, con habitaciones de húmedo suelo, sin entarimar ni a veces empedrar, alumbradas por candil y en las que dormían hacinadas personas y animales…; y esto por la Ribera; en la Valdería y en el valle del Jamuz, a pesar de cogerse el mejor lino del partido, las viviendas eran aún peores, las familias más entrampadas, y la miseria más desastrosa (y por el estilo en el resto de la provincia).

    Parece que empiezan una nueva vida, después de que han vivido hasta ahora con una centuria o más de retraso, pero las costumbres son aún las de hace siglos: bailes, romerías, cánticos, rezos, bodas, rondas, muertes,… y las ideas. Todos creyentes, cristianos observantes de los ritos y preceptos y obedientes al cura, y en un alto porcentaje en estado salvaje, unos pueblos odiándose a los otros como kábilas, la mocedad acometiéndose llevados del fanatismo y la incultura; analfabetos los más, la educación del hogar (el trato paterno) desastrosa y bárbara, a base de mucho genio y mucho palo, utensilio que falta en pocas casas y abunda en las escuelas y las catequesis para educar según la máxima “la letra con sangre entra”, en unos tiempos en los que había ya Sociedades Protectoras de Animales y se daban Reales Órdenes para que los pinchos de las ijadas no martirizasen a los bueyes.

<<<  Los monarcas Alfonso XIII y Victoria Eugenia visitaban León en 1927.

    Las consecuencias: así educados, el fruto tenía que ser duro, doloroso, soez y bárbaro, embistiéndose por cualquier insignificancia con toda clase de armas dando lugar a crímenes monstruosos recogidos en los informes de la Audiencia, y eso que León figura a la cola de las estadísticas de criminalidad, apartada la provincia de los odios de las pasadas guerras civiles y menos sometida al hambre, aunque hubiera miseria. También choca el incipiente progreso que se va abriendo paso con costumbres como la antigua de fajar a las criaturas, que causa en los niños enfermedades del pecho e indebido desarrollo, o el escaso uso de los platos, a los que sustituye la comida en la común tartera (exponía el erudito autor de Vendimiario). 

    En agosto de 1928 y 1929, con motivo de las fiestas patronales y emulando tal vez a la Internacional de Barcelona e Iberoamericana de Sevilla del segundo de los años, se realizaron en el ayuntamiento la Primera Exposición Regional Bañezana, y en las aulas de la Escuela Villa la Segunda, muestras generosas ambas de los productos industriales y agrícolas de la comarca y de su elaboración, cultivo y manufacturado. En el mismo mes de 1929 se presentó en el Teatro Seoanez la Masa Coral e Instrumental Bañezana (conjunción entonces de la primitiva Masa Coral de 1923 y la pequeña Orquesta formada por algunos de sus alumnos), dirigida por su creador, Odón Alonso González, cosechando con sus interpretaciones un notable éxito, similar al obtenido el 28 de septiembre de 1930 en el Teatro Bembibre de la localidad berciana deleitando a su público con diversas piezas musicales de intenso sabor bañezano. El 6 de octubre estaba prevista la celebración de una novillada, que no tuvo lugar por no haber ultimado el señor Trocedio Aragón Maroto, empresario de negocios cinematográficos y del ruedo taurino (lo había sido también durante años del Teatro Municipal, y era arrendatario del Seoanez), el contrato con el diestro ”Rodalito” (ya había actuado aquí como novillero, “con lisonjero éxito”, los días 13 y 15 de agosto de 1916) llegada la hora señalada; suspendida por ello la corrida e incautados los ingresos de taquilla, se devolvió al público el importe de sus localidades sin que se llegase a registrar desorden alguno, aunque creemos que por ello, y por estafa, llegó a ser condenado por la justicia municipal en 1931 el empresario.

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La quiebra de la Conjunción Republicano-Socialista.- (Alcaldes republicanos IV)

     El 21 de septiembre de 1932 el alcalde, Toribio González Prieto (que lo era, por renuncia por edad de Felix Cardillo Puerta, desde el 30 del mismo mes del año anterior), solicita licencia para octubre, y que lo sustituya en el cargo el primer teniente Ángel González (una situación que se daría con frecuencia también después de aquella fecha), quien “lo acepta si es con la cooperación de toda la corporación”, El concejal Narciso Asensio Asensio propone someter la cuestión al parecer de la Agrupación Socialista, y queda el asunto pendiente para la próxima sesión del día 28, y en ella

los concejales de la minoría socialista, y en representación de la Agrupación Socialista y la Federación Local de Sociedades Obreras, presentan un voto de censura contra el alcalde Toribio González Prieto, por su perniciosa actuación en los hechos que se detallan: 1.- Por la denuncia presentada por Narciso Asensio por coacción contra Tomás del Riego. 2.- Por la denuncia presentada por la Federación contra el industrial Cecilio de la Fuente Benito. 3.- Por varios oficios y comisiones de la Federación para que solucionara en lo posible el paro obrero. 4.- Por creer que mientras siga en la alcaldía las aguas no llegarán a la ciudad, por considerarlo incompatible en este asunto. 5.- Por el abandono en que se encuentran los artículos de primera necesidad, no existiendo repesas de pan y carne ni análisis de leche. 6.- Por su defectuosa actuación en cuanto a los solares cedidos por el ayuntamiento. 7.- Por no haber procurado llevar la luz a los pueblos de San Mamés, Sacaojos y San Pelayo. 8.- Por no apoyar la buena voluntad de los proponentes para la creación de casas baratas. 9.- Por haber votado contra la creación de las cuatro escuelas, con favoritismo para los centros particulares y confesionales. 10.- Por no hacer los expedientes con los trámites reglamentarios. 12.- Por haber hecho del asunto de los consumos un interés personal y no una mejora, como se acordó, para la clase trabajadora. La Bañeza, 28 de septiembre de 1932. Porfirio González Manjarín. Narciso Asensio Asensio. Ángel González González. Isaac Nistal Blanco. 

    El alcalde (que perteneció a aquella minoría que ahora lo reprueba, dice La Opinión, que añade que la reprobación debiera hacerse a toda la corporación, culpable del dulce no hacer nada en que se halla) manifiesta que reconoce justificadísima la censura de que es objeto, y los defectos que tiene con perjuicio para el cargo que ostenta; admite además que su naturaleza expansiva y su carácter le impiden actuar con energía y dureza para castigar a los infractores, y que es el primero en desear para bien de la corporación y la ciudad la sustitución del cargo por quien pueda desempeñarlo mejor que él, y promete convocar sesión municipal en 48 horas para presentar su dimisión, que es lo que noblemente procede en este caso, rogando que llegado este momento se le admita, puesto que así lo piden los concejales que presentan la censura y el pueblo presente, que asiente a ello.

    En el pleno extraordinario del 30 de septiembre ratifica el alcalde su renuncia al cargo (puesto honorífico, señala), para el que se dice incompetente, y se reafirma en devolverlo, pidiendo perdón si no supo hacerlo bien: “quiso ser buen alcalde, y cree que no lo fue malo para nadie; él quería y quiere que la República sea de paz, fraternidad y alegría para todos, y ayudará a su sustituto, cualquiera que sea”. Por unanimidad se le admite la renuncia, y entrega las insignias del cargo al primer teniente de alcalde, Ángel González, que pasa a ocupar la presidencia (y el puesto en funciones) y que agradece las palabras del saliente, “que demuestran que no ha habido manejo de nadie, sino sentimiento de él, y que los socialistas lo han resuelto con su solo parecer”.

    El día 5 de octubre, con arreglo a la Ley Municipal y a la Real Orden del mismo mes de 1891, en una sesión a la que asiste incluso el concejal Manuel Martín Martín (sistemática e injustificadamente ausente en la mayoría de las del mandato), se vota y obtiene 7 votos Juan Espeso González (abogado), y 5 Narciso Asensio, por lo que se proclama al primero por mayoría absoluta alcalde en propiedad, continuando la sesión, una vez que recibe las insignias y pasa a ocupar la presidencia, desde la que saluda a los concejales y se ofrece a todos, y también al numeroso público que llena la sala, hasta un punto en el que parte de aquél “comienza a interrumpir el acto con voces y vivas a la República y mueras a la monarquía y a los farsantes, a los traidores y a los concejales vendidos; el incidente arrecia en forma violenta; por unos se protesta la elección del alcalde y por otros se aplaude. La presidencia logra dominar en parte la situación con frases de cordura (y ordenando la presencia de la Guardia Civil, que es silbada por los revoltosos cuando se persona). El concejal Ángel González se dirige al público para decirle que allí se respeta a todos, y que en el Centro (Obrero, socialista) se resolverá; el edil Narciso Asensio indica a los asistentes (los arengó, dirá después el semanario Avance) que ellos lo ventilarán en el Centro, y que desde ese momento se ha roto la Conjunción Republicano-Socialista por culpa de los primeros, y que se ha infiltrado por ellos la monarquía. Vuelve a reproducirse la protesta y contraprotesta, invade el público el estrado, y se levanta la sesión”. El juzgado de instrucción del partido incoará sumario por aquellos hechos, que calificará de desorden público (en el que participó José García González desatando el tumulto al grito de “no consintáis que ocupe la silla presidencial un concejal monárquico”, que fue de nuevo detenido, procesado, y condenado a 4 meses de arresto mayor), ofreciendo a la corporación ser parte en el mismo, a lo que unánimemente se opusieron los concejales en la sesión que accidentalmente presidía Ángel González el día 31.

Un calendario de aquel año.   >>>

    De vergonzosa se calificaría en el número del izquierdista Avance del día 8 aquella elección “en la que tres concejales republicanos, desleales al régimen (republicano-socialistas, para mayor sarcasmo), dieron su voto a un mandatario de las extremas derechas y monárquico, elegido concejal con el apoyo del caciquismo, que no ha asistido a la mayoría de las sesiones, y que se hizo cargo de la vara municipal con el apoyo de la Benemérita, presente en el pleno” (el hermano de aquel alcalde, Félix Espeso González, será hasta el 4 de agosto, en que es sustituido, el primero impuesto por los sublevados cuando sus tropas tomen La Bañeza el 21 de julio de 1936).  Al noticiar lo sucedido, titulará El Diario de León: “De La Bañeza. Los socialistas, derrotados, promueven un gran escándalo. Un derechista alcalde”.

    Aquellos acontecimientos debieron de generar descontentos y tensiones que aún perdurarían unos días, pues el 10 de octubre desde el ayuntamiento se participaba al comandante del puesto de la Guardia Civil de La Bañeza que se persone en la alcaldía a la mayor brevedad, para agradecer más tarde a su Jefe de línea que tenga prevenida la fuerza en el cuartel en espera de las órdenes que el alcalde precise transmitirle. Lo que las actas revelan de las sesiones que siguieron es mayor conflictividad y desacuerdos entre los grupos municipales, menos cordialidad y más reproches cruzados entre ellos, y el aumento de la necesidad de votación para decidir en las discusiones sobre los asuntos que se tratan.

    Una tal quiebra no se dio solamente en La Bañeza: en las elecciones de 1931 se impusieron ampliamente las candidaturas de la conjunción republicano-socialista, pero esta coalición no era en absoluto estable (en León pronto se había desgajado); los partidos y las clases que accedieron al poder tenían la mayoría, pero no la hegemonía ni la cohesión ideológica. El viejo bloque había perdido con la República el ejercicio del control político, pero seguía siendo el conglomerado económico dominante, con una concepción aún de Antiguo Régimen. El único partido sólido y estructurado de la izquierda era el Partido Socialista. Entre los republicanos había varias formaciones, algunas de reciente creación, sin uniformidad ideológica, con elementos de tipo conservador y burgués y a las que acudieron numerosos individuos que anteriormente habían apoyado a la monarquía, y que más o menos a las claras defendían intereses económicos y de clase amenazados en numerosos lugares y ocasiones por las reformas que los socialistas planteaban, de manera que fueron corrientes las maniobras para arrebatarles el poder a toda costa (como se haría en Ponferrada), originando que en lugares como Astorga se diera a lo largo de 1933 varias veces por consumada la ruptura.

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La Sociedad Juvenil Recreativa y Cultural Bañezana El Madrigal.-

    Se convocaba a finales de enero de 1933 a la juventud bañezana a una reunión en la acreditada Casa de Comidas de Fernando Delgado Fernández (en la calle Romero Robledo) para tratar de la constitución de una sociedad recreativa de baile. 

    La nueva Sociedad Juvenil Recreativa y Cultural Bañezana El Madrigal (después se conocería más sencillamente como Sociedad Recreativa Bañezana) constituía entonces en junta general su primera directiva: Jesús Juárez, presidente; Francisco Perandones, vicepresidente; José María Juarez Blanco, secretario; Antonio Martín, tesorero; Ignacio Alonso Ruiz y Manuel Martín, vocales; Félix Arconada y Eleuterio Nistal, inspectores. El día 24 de aquel mes inauguraba con un baile sus salones, que ocupaban  la planta alta del Café Royal, la nueva sociedad fundada por unos cien muchachos y muchachas de distintas clases sociales (señoritos, artesanos y obreros), diría El Adelanto, más popular desde luego que los elitistas y antiguos Casino La Unión y Círculo Mercantil, e interclasista según los aires de aquel tiempo, aunque cuando unos años después llegaran otros que lo fueron menos algunos de quienes en sus locales y en sus variadas actividades habían convivido y participado se decantarán (o serán decantados) inequívocamente para representar unos el papel de víctimas y otros el de verdugos en la tragedia y la vorágine desatadas.

    Al empuje de la creación de El Madrigal, a su sombra y formando parte de la Sociedad, se constituyó también un Cuadro o Agrupación Artística Bañezana que ultimaba su reglamento a finales de febrero y nombraba a la mitad de marzo su junta directiva, de la que era presidente Domingo Fernández; tesorero, Victoriano Toral; secretario, Santos Cabo; vocales, Elías Falagán Martínez y Abraham Bécares Rodríguez (asesinados los dos, en febrero de 1937 el primero y en octubre de 1936 el segundo), y director de escena Gregorio Sierra Blanco (esposo de Catalina Fernández, padres ambos de Eugenio y de Tomás y abuelos de Eugenio Teodoro Sierra Redondo, todos ellos represaliados después del 18 de julio de 1936). El domingo 2 de julio aquel también denominado Grupo Artístico Bañezano organizaba una velada teatral en el Teatro Pérez Alonso, en la que ponía en escena la comedia “en dos actos y prosa” titulada Como hormigas, de Manuel Linares Rivas.

    Otros actos culturales acogían sus salones: el domingo 12 de marzo se celebraba una conferencia a cargo del joven Cecilio Sixto Toral Manjón (poeta y maestro), presentado por el presidente Jesús Juárez, sobre “Cultura, arte y educación”, notablemente concurrida y con nutrida presencia femenina. El siguiente domingo,  día 19, disertaba sobre “El constitucionalismo en la vida política española” el joven abogado Laureano Alonso y Díez-Canseco, recientemente titulado en la Universidad de Salamanca.

    A la altura de abril de aquel año tres eran los salones que en La Bañeza se dedicaban a bailes (según la relación que sobre su inspección se remite a la Jefatura provincial de Industria): La Unión, el del Círculo Mercantil, y El Madrigal, que satisfacen rentas a sus respectivos titulares, Eugenio de Mata, Augusto Valderas, y Maximino Ruiz.

Una representación teatral de aquellos años. >>>

    En abril de 1934, el día 8, domingo, en los salones de El Madrigal se cerrarían ya de madrugada las celebraciones y agasajos dedicados a los integrantes del Orfeón Leonés que en aquella fecha visitaban en varios autobuses La Bañeza para dar un concierto en el Teatro Pérez Alonso dirigidos por el bañezano Odón Alonso González (“en su primer vuelo artístico”, dirá cuando a la semana siguiente agradezca desde El Adelanto la entusiasta acogida de su pueblo), interviniendo también la Rondalla que dirige el guitarrista José Blanco Bardal. Cosecharían uno de sus mayores éxitos, siendo recibidos por las autoridades municipales y la Banda de Música en la calle Manuel Diz y después en la Casa Consistorial (donde la corporación les obsequió con un donativo de 300 pesetas), y antes de su actuación en el Teatro interpretaron algunas piezas musicales y bailables en la Plaza Mayor, en la sala de sesiones del ayuntamiento, y en los respectivos locales del Casino Bañezano, el Madrigal, y el Círculo Mercantil, donde fueron agasajados y se hizo baile hasta la hora del concierto en el Teatro, para celebrar a su final un banquete en el Hotel Magín y otro baile en honor de los orfeonistas en el salón de la popular Sociedad El Madrigal. Del programa de aquella velada musical destacarían los números originales del paisano compositor “Rengue, rengue”, canto de ronda de subido sabor bañezano; “Catalina”, tonada que canta la alegre juventud cuando la jarana alcanza su algidez, y “Canción de cuna”, melodía que evoca un tiempo no lejano cuando, a bandadas como las golondrinas, huían del agro a tierras del Plata, allende el océano, los mozos sanos, fuertes y optimistas en busca de la riqueza que creían no habían de encontrar jamás en la tierra que los vio nacer.

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La Unión Patriótica Nacional y el Somatén en La Bañeza.-

    El dictador Miguel Primo de Rivera creó en abril de 1924 una fuerza política al servicio de su régimen: la Unión Patriótica Nacional (UPN), un partido oficialista con la finalidad de hacer propaganda de su imagen y divulgar la ideología derechista y católica del sistema impuesto por la incruenta asonada militar de un año antes; a tal objeto llegó a contar con el apoyo de setenta periódicos oficiales. Es el propio autócrata el que marca la línea ideológica del nuevo partido: rechazo de la democracia liberal, desprecio del sistema parlamentario, unicameralismo corporativista, nacionalismo centralista antirregionalista, defensa de la religión católica, rechazo a la política de partidos, y anticomunismo. Él mismo definió a su creación como un “partido político, pero apolítico, que ejerce una acción político-administrativa”; como “un partido central, monárquico, templado y serenamente democrático, al servicio de ideales de orden y justicia”, y más adelante hizo para él una divisa: “Patria, Religión y Monarquía”, adaptación del antiguo lema triádico carlista “Dios, Patria y Rey”.

    El día 17 de septiembre de 1923, cuatro después del pronunciamiento y golpe de estado el dictador creaba o extendía el Somatén, con el modelo del existente desde el siglo XI en Cataluña (desaparecido en el XVIII con Felipe V y resurgido en el XIX para colaborar con las fuerzas armadas durante la Guerra de la Independencia), “para garantizar el orden público y para la defensa y cumplimiento de la ley”.

<<<<<<  La noticia del pronunciamiento en un periódico de entonces

    El de León dependía, con Galicia y Asturias, de la VIII Región Militar. “Concurso de ciudadanos honrados, mayores de 23 años y de reconocida moralidad, comprometidos para la defensa del orden, sobre todo en el campo y pequeñas poblaciones, y que en caso preciso colaborarán con la Guardia Civil para el mantenimiento de la Ley”, su presencia se generalizó desde 1924 como milicia ciudadana armada (“usarán armas largas de su propiedad, y las autoridades militares concederán a los cabos, subcabos y escoltas de bandera el uso de armas cortas, disponía el artículo 5º del Real decreto que lo instituyó) auxiliar en la persecución de delincuentes y barrera en la contención del bolchevismo y de sus ideas disolventes. Por cierto que inscribirse y pertenecer a un Somatén fue entonces subterfugio socorrido para disponer de armas largas y de licencia para cortas, burlando así las disposiciones gubernamentales de desarme de una sociedad en la que abundaban ilícitamente en demasía (y seguirían abundando).

    En 1926 la UPN estaba ya asentada en todas las provincias. En cada localidad se formó un Comité de Partido Judicial, que nombraba sus representantes en el Comité Provincial. Sus afiliados y adherentes ocupan los cargos en ayuntamientos, diputaciones y gobiernos civiles, y proceden primordialmente de los sectores más económicamente pujantes de la sociedad, en su mayoría de la burguesía agrícola, dirigentes de organizaciones católicas, componentes de la antigua oligarquía caciquil, mauristas, carlistas y antiguos liberales. Respecto al número de los que llegaron a engrosar sus filas, la revista del partido los cifró en torno a 1.700.000, aunque algunos historiadores señalan cantidades próximas a los 500.000. A pesar de que uno de los objetivos políticos de la dictadura era “extirpar el caciquismo”, lo cierto es que la Unión Patriótica incorporó a sus filas a muchos de los antiguos caciques, que vieron en el partido oficialista la posibilidad de regenerarse políticamente, de reciclarse y continuar ligados al poder.

    La UPN, tras el fallecimiento del dictador, se convirtió en abril de 1930 en Unión Monárquica Nacional, para integrarse en Falange Española en 1936 después del fallido intento de los inicios de 1930 de crear un partido de centro con sus restos y con el apoyo de los que habían sido ministros en la dictadura, impedido por la desbandaba de quienes formaran en sus filas. De hecho, en León a mediados de febrero de 1931 en los locales ocupados antes por la Unión Patriótica se abría el nuevo Círculo organizado por la Juventud Monárquica leonesa.

    En nuestra provincia surgió aquella formación con ánimos regionalistas, integrada por ultraderechistas, mauristas y conservadores reciclados con aspiraciones de ocupar el espacio de los viejos partidos de la Restauración, invocando para ello los intereses provinciales. En Astorga el obispo presidió con presto y declarado entusiasmo su asamblea fundacional. La UPN encontró en el clero y en el profesorado de los centros de enseñanza leoneses la élite intelectual que aportó contenido ideológico a la obra de la dictadura. En León editaba su propia revista con el título de Región Leonesa; en Villamañán existirá un Círculo de Unión Patriótica desde finales de enero de 1928, y en La Bañeza el abogado José Marcos de Segovia dirigía La Opinión, órgano oficioso de la Unión Patriótica local. El letrado Gaspar Julio Pérez Alonso formó parte como vocal de la directiva provincial. José Santos Fernández, bañezano que ejercía de notario en Santander, integró la representación provincial leonesa en la Asamblea Nacional, espejismo parlamentario con carácter solo deliberante, caricatura de las Cortes disueltas.

    En 1925 fue homenajeado por la corporación municipal en el Teatro Seoanez de La Bañeza Manuel Fernández y Fernández Núñez, gobernador civil de Lérida desde el año anterior, lo que indica que también él debió de ser uno de los numerosos atraídos en tantos lugares y al principio por el deslumbrante señuelo de regeneración de la vida nacional que la “cirugía necesaria” de la dictadura de don Miguel representó para tantos. De hecho, dos años antes era aquella una idea y un sentimiento tan extendidos, que los muestra en La Bañeza en septiembre de 1921, en entrevista en El Sorbete, incluso una joven como Tránsito Alonso Llamas (una de los siete hijos de Menas Alonso Fresno y de Loreta Llamas, y hermana del autor de Vendimiario), a la que se presenta como sufragista templada y feminista, contraria a un régimen que posterga a la mujer, y que manifiesta que “por la ausencia de la regeneradora trinidad: patriotismo, dignidad y buena voluntad, es tan necesario hacer un buen barrido en nuestra política”. Uno de los atraídos entonces por las perspectivas y los horizontes que aquel cambio de régimen parecía representar (y después desengañado, como tantos) habría sido el político leonés Félix Gordón Ordás, entusiasta adalid del republicanismo luego, quien (a juzgar por lo que –copiado de El Diario de León- de él se dirá en la sección “Adelantando” del semanario bañezano El Adelanto el 14 de diciembre de 1935) “fue de la dictadura en aquellos ‘siete años indignos’, y calificó a la dictadura de ‘advenimiento feliz’, escribiendo versos religiosos en la revista Unión Patriótica” (lo que, de ser cierto, habría sucedido antes de que el dictador lo desterrara, aunque don Félix lo negará calificándolo de burda calumnia del rotativo leonés). Los deslumbrados fueron muchos, y de ellos bastantes arribaron luego al socialismo o al republicanismo de izquierdas (pasando a veces por el radical-socialismo).

     A finales de junio de 1926 y en 1929 el dictador visitó León, acompañado en la segunda ocasión por el maragato y entonces coronel Toribio Martínez Cabrera, lo que cabría interpretar como adhesión a Miguel Primo de Rivera y a su régimen, por cuanto su situación era de disponible en La Coruña. En el último año había somatenes militarmente organizados en casi todos los municipios de la provincia. En la capital se encargó de su organización el ex concejal Eulogio Crespo Gero; en Astorga el banquero Pedro Domínguez, y en La Bañeza el militar retirado, abogado, y regente de una de las administraciones de tabacos Ildefonso Abastas Prieto (alcalde de 1920 a 1923 y en 1930). Se financiaba con fondos estatales, complementados luego con donativos (el ayuntamiento bañezano lo subvenciona con 100 pesetas en octubre de 1929) y suscripciones al Boletín del Somatén, y terminó siendo un mero adorno para realce de los actos del régimen que lo había creado. Al inicio de septiembre de 1928 la Bandera del Somatén del Partido Bañezano contaba con 340 individuos, incluidos los cabos y subcabos (2) que los mandaban desde La Bañeza y los que lo hacían desde los distritos (15 de cada clase) y los pueblos (4 y 6), uno de ellos, Domingo García de Luís, en el de Nogarejas.

En el epígrafe que antes hemos dedicado a David Escudero Martínez, poeta anticipadamente hernandiano se incluye una fotografía que lo muestra con Primo de Rivera en León en 1929.

    Muchos fueron también en nuestra tierra quienes se adhirieron al proyecto de la Unión Patriótica Nacional del dictador, entre ellos políticos que lo habían sido antes, y lo serían después, de las más variadas tendencias, algunos transitando una llamativa evolución ideológica que los llevaría años más tarde a militar, y a morir por ello en tantos casos, en el socialismo o en el republicanismo de izquierdas: En junio de 1924, “salvada España del desastre y de la ruina por la valerosa intervención del general Primo de Rivera”, se dice en el boletín de adhesión a su Comité en el distrito de La Bañeza, la preside Gonzalo Fernández de Mata (diputado provincial y su eficaz promotor en estas tierras), es vicepresidente César Moro Blanco (médico; lo había sido años antes municipal de Soto de la Vega), secretario Servando Juárez Prieto (maestro), y vicesecretario Francisco Baeza. Entre los vocales y los ya entonces adheridos aparecen industriales como Santiago Casado, Benigno Isla Carracedo, Vicente González Prieto, José y César Seoanez Romero, Salvador González, o Francisco Ruiz García; integrantes de la élite intelectual y cultural bañezana como José Fernández y Fernández Núñez y Salustiano Casado Santos; políticos locales como Juan Fernández de Mata, Ildefonso Abastas Prieto, o José de Paz Pérez; médicos como Manuel Marqués Pérez (llegará a ser después Jefe Local de Falange, más tarde Jefe Provincial, diputado provincial desde agosto de 1937 y presidente de la Diputación de octubre de 1941 al mismo mes de 1942); clérigos como José Rubio Martínez y Juan Combarros Cabero, o maestros como Enrique Fernández Cabal, Elisardo Moro García y David Escudero Martínez. Creemos que quien aparece como Herminio Fernández sea de la Poza, militar (al igual que Ildefonso Abastas, aunque éste figura ya como retirado de la milicia en mayo de 1915) que años más tarde será diputado por el Partido Republicano Radical de Lerroux en las Cortes Constituyentes republicanas de 1931 y candidato de nuevo en las elecciones de febrero de 1936, tenido por masón y represaliado por ello.

    Resalta la ausencia en el listado de esta fecha de personajes bañezanos que después debieron de integrar sin duda aquel Partido “de buenos ciudadanos”, de “personas serias y respetables” que desde él ”acaso defendían sus vidas y haciendas no ha poco seriamente amenazadas” (cuando la huelga general de agosto de 1917), como los abogados José Marcos de Segovia o Gaspar Julio Pérez Alonso, ambos diputados provinciales upetistas antes del transcurso de un año, director el primero del semanario La Opinión, difusor oficioso en La Bañeza de las tesis, opiniones y logros de aquella dictadura, además de presidente de la Unión Patriótica local, y el segundo vocal en la Junta Provincial de la UPN Leonesa. También es de notar la falta entonces del industrial Ceferino Martín Martín, uno de los fundadores de aquella upetista publicación y colaborador en las dos etapas de la misma, derivado más tarde, como tantos, al Partido Radical y presidente de su Círculo en La Bañeza a la altura de agosto de 1931.

  De iniciativas regeneracionistas como esta se hacía eco la prensa en los inicios de la dictadura primoriverista  >>>>>

    En agosto de 1924 aparece en la ciudad bajo la dirección de José Marcos de Segovia el semanario independiente La Opinión (mientras se mantuvo, hasta julio de 1928, más dependiente de la UPN de lo que se proclamaba), publicado “previa revisión por la censura militar”, y cuya redacción integraban un nutrido grupo de prohombres locales a los que cabe por ello adjudicarles alguna afección o simpatía por la formación política que la publicación representaba y promovía: Alfredo González Santos (maestro), Aureliano García Martínez (abogado), Ceferino Martín Martín, Emilio de Prada, Eugenio de Mata Alonso, José Fernández y Fernández Núñez, Luis Vigal Tinajas (era nombrado médico de Villamontán en mayo de 1916), Mariano Andrés Luna (médico; con el tiempo falangista), Toribio Santos Santos (industrial que terminará siendo socialista), Ventura García Becerril (profesor mercantil), y alguno natural de otros lugares, como Luís García Holgado (socialista con el tiempo), que lo era de La Fregeneda (Salamanca) y residía en La Bañeza en su condición de Administrador de Correos, varios de los cuales vendrán a tener un marcado y a veces trágico (cuando no enfrentado) protagonismo de una u otra manera una vez que pasados unos años se desate en julio de 1936 la vorágine de sangre.

   Numerosos maestros se sumaron como aquí en todas partes con entusiasmo en un principio a las “ansias de regeneración patria” que aquel Partido Nacional decía encarnar, y en estas tierras bañezanas resultó especialmente curiosa y significativa la implicación que con el mismo tuvo David Escudero Martínez, maestro de Castrocalbón y alcalde de la villa además de cabo de su Somatén entonces, muy cercano al dictador, con el que llegó a compartir alguna jornada de pesca en el Lago de Sanabria en una de aquellas visitas que don Miguel hizo a nuestra provincia, pocos años después entusiasta republicano y socialista, fusilado por ello en León en marzo de 1937.

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El Combate astorgano contra La Democracia leonesa en abril de 1936.-

     En la Comisaría del Cuerpo de Seguridad y Vigilancia de Astorga se denuncia el 15 de febrero de 1936 que un afiliado socialista (Ramón Pontones Hidalgo, pintor y profesor de Dibujo del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de la ciudad; no figura ya en su plantilla en noviembre de aquel año) se presentó en la redacción de La Luz de Astorga, propiedad de Nicesio Fidalgo del Campo, preguntando por las razones de sus campañas contra los socialistas (el periódico había publicado una corresponsalía censurando un discurso del docente izquierdista), riñendo y llegando a las manos, formándose el consiguiente escándalo (dirá La Democracia que “el enseñante salió de la redacción con lesiones de pronóstico reservado”, y El Combate que “fue agredido por la espalda y a traición por el sacerdote redactor”). El director del rotativo católico llevó al juzgado al visitante y un tiempo después, al salir del mismo y del juicio de faltas suspendido, se reprodujo entre ambos la agresión y el alboroto (volvió a ser agredido el socialista, dice El Combate), “deteniendo entonces el alcalde de la ciudad, Miguel Carro Verdejo, por motivos de orden público al director, a un hijo suyo, redactor, (Ernesto Fidalgo, sacerdote, miembro de la Comunión Tradicionalista, y profesor del Seminario de Astorga) y a una señorita hija también del director”, por lo que a la altura del 25 de marzo informará de nuevo El Diario de León de que no se ha publicado el último número del trisemanario astorgano por encontrarse aún detenidos el director y los redactores, liberados aquel mismo día por el gobernador civil “atendiendo las peticiones del presidente de la Asociación de la Prensa Leonesa y del señor Miguel Castaño Quiñones, periodista y alcalde de León”, cuya gestión y el suelto que con tal motivo publicó La Democracia serán duramente criticados por los socialistas de tendencia revolucionaria de Astorga (así se definen), que desde su semanario El Combate (“el único rotativo socialista de la provincia”) lo declaran el 11 de abril “traidor a la causa” y piden a la Agrupación Socialista de León “la expulsión del señor Castaño, director del diario burgués La Democracia”.

    A final de marzo el semanario astorgano El Combate había dejado de insertar en sus ejemplares el recuadro “Lee y propaga El Socialista”, periódico controlado por la ejecutiva del PSOE, en manos de la corriente centrista y reformista liderada por Indalecio Prieto, y lo sustituía desde el 23 de abril por “Lee todos los días Claridad”, semanario antes y desde el 6 de abril diario que representaba al ala más a la izquierda del socialismo español, la facción caballerista, lo que era sin duda un posicionamiento de sus responsables en la discrepancia ideológica que entonces se da en el socialismo, que se saldaría a primeros de julio con el triunfo aplastante de la tendencia prietista en la elección para los cargos vacantes del Comité Ejecutivo del partido socialista.

<<<<<  El alcalde Miguel Carro Verdejo junto a la Junta de Protección de Menores de Astorga en enero de 1934. (Tierras de León).

    Ramón Pontones Hidalgo, pintor además de profesor de Dibujo, fue también actor en La Barraca. Cuando la sublevación de julio se encuentra en Murcia, de donde era natural. Se hará comunista durante la guerra, trabajando en crónicas, ilustraciones, murales y carteles propagandísticos para la República; es corresponsal en las operaciones militares del frente de Granada, que en agosto del 36 dirige el general maragato Toribio Martínez Cabrera, y comisario político en el de Aragón en 1938, terminando a su final exiliado y anticomunista en México, donde fallece en 1995. Formó parte durante la República del grupo de masones astorganos (que pocas esperanzas de expansión podían albergar en aquella ciudad dominada por el episcopado) junto con el teniente de Infantería Alejandro García Menéndez –destinado en el Cuartel de Santocildes-, Moisés Panero Nuñéz -director del Banco Mercantil-, Plutarco Díaz Calles –industrial-, Juan José Pérez Matanzo –propietario-, Mateo Tagarro Martínez –industrial-, Dámaso Cansado Cansado -cobrador del Banco Herrero-, el alcalde Miguel Carro Verdejo y su hermano José -vigilante de caminos-, Luis García Holgado -empleado postal-, Ildefonso Cortés Rivas -médico director del Centro de Higiene-, Paulino Romero Almaraz -Inspector de policía-, y Eugenio Curiel Curiel, catedrático de Geografía e Historia y director del Instituto (la Cámara de Comercio astorgana promovía en junio de 1935 que llevara desde entonces el nombre del afamado polígrafo y venerable patriarca de las letras galaico-leonesas Marcelo Macías, regente jubilado entonces del de Orense); concejal que había sido por el Partido Republicano Radical Socialista del primer ayuntamiento republicano de Valladolid (lo era también en las fechas de la sedición de julio de 1936), “peligrosísimo y cuyos informes allí también son pésimos”
(según los sublevados).   

    Ramón Pontones y Eugenio Curiel –afiliado a Izquierda Republicana desde su creación en 1934- precisamente se habían dado de baja como suscriptores de El Combate a la mitad de mayo de aquel mismo año, disgustados por la denuncia que el semanario socialista había hecho en sus páginas de irregularidades en el centro de enseñanza “recién conseguido para la ciudad por la izquierda astorgana” (unos años antes la oligarquía maragata se había opuesto a la creación del Instituto, reclamada por los masones locales a los entonces influyentes organismos masónicos nacionales, por considerar suficiente para la población el Seminario, por lo que el centro se destinaría a Ponferrada). Compañero de docencia era también en el Instituto astorgano Bernardo Blanco Gaztambide, profesor de Latín, asesinado por los alzados al igual que lo fue Eugenio Curiel. De los integrantes de su plantilla serían además depurados (al menos, en febrero de 1937 por la Comisión C depuradora del personal de Instrucción Pública de León) Jerónimo Rodríguez Martín, profesor de Física y Química; Luís Sánchez Gerona, profesor de Francés; y María Petit de Sánchez, auxiliar de Secretaría. 

     Más información sobre Eugenio Curiel Curiel y Bernardo Blanco Gaztambide en: http://www.represionfranquistavalladolid.org/spip.php?page=article&id_article=212

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 “La Moda” mortífera de 1918.-

    Hace ahora más de 94 años, la llamada gripe española mató a más de 40 millones de personas en todo el mundo (la Primera Guerra Mundial dejó 9 millones de muertos) y a unas 300.000 en España. Fue probablemente la peor epidemia de todos los tiempos, con más mortandad que la Peste Negra del siglo XIV. La última mortalidad catastrófica de la historia; un infortunio que acabó con más del 5% de la población humana de su tiempo. En España se la llamó “la Pesadilla” o, con el humor negro habitual ante la tragedia, “la Cucaracha”. Se inició pocos meses después de que al menos la provincia de León fuera puesta en alerta y desde el gobierno civil se instara a tomar todo tipo de medidas preventivas frente a la epidemia de tifus exantemático que por entonces invadía Portugal, según la circular que a mitad de abril se dirige a la alcaldía bañezana.

    El nombre es inmerecido. Su denominación técnica es gripe tipo A, y su origen, el día 11 de marzo de aquel año, fue norteamericano, y más exactamente un campo de entrenamiento donde se preparaban soldados para aquella contienda. Desde allí, con los movimientos de tropas propios de la confrontación, la epidemia saltó a Europa. No llegó a España hasta el verano, a través de la frontera francesa, fundamentalmente por soldados y trabajadores portugueses camino de su tierra, pero como nuestro país no participaba en aquella guerra y no había por ello censura militar de la prensa, fue el primero donde se dio a conocer en todo su alcance. De ahí el sambenito de gripe española. También es cierto que varias ciudades españolas padecieron una enorme mortalidad, agravada en alguna de ellas, como en Zamora, por el alto contagio producido en los masivos cultos religiosos convocados para pedir la protección divina contra ella, “consecuencia de nuestros pecados” según las autoridades religiosas habían decretado.

    De unas u otras maneras, las muertes por aquella gripe, que afectó principalmente a la población más joven, los menores de 5 años y el grupo de edad de 20 a 30, pasaron, debido a las condiciones existentes y a las imprevisiones sanitarias, de las cercanas a las 7.000 de 1917 y los años anteriores a las más de 147.000 de 1918, no volviendo a las ratios previas hasta 1921, y nuestra tierra y toda Castilla la Vieja fue parte de los territorios en los que más se cebó la mortandad, expandida sin otros remedios que las “molestas lavativas desinfectantes y las fumigaciones y sahumerios que tienen que sufrir los viajeros llegados a las estaciones de ferrocarril”. La menor incidencia en las edades más avanzadas pudiera haber tenido relación con la epidemia gripal de finales del siglo anterior (1889-1890), que posiblemente serviría como escudo defensivo a quienes estuvieran en contacto con ella, al igual que habría sucedido en su última y reciente repetición del año 2009.

    En la provincia de León el desconcierto era general ante la aparición de esta enfermedad y su rápido desarrollo y cruel letalidad. Los médicos rurales se veían desbordados y asustados al no tener respuestas que ofrecer: “no había soluciones; nadie sabía qué hacer”, dejaría escrito el médico leonés Rafael Santamarta, que ejercía en la provincia zamorana. Es fácil imaginar el pánico que debió cundir en la población ante la continua sucesión de muertes sin explicación. Los testimonios de aquella época son todos terribles, sobre todo por la falta de información. En las estimaciones realizadas aparece la provincia de León con la cifra de 10.000 muertos, una de las más azotadas por la terrible plaga. La mayor mortalidad se asentó, al parecer, en las pequeñas poblaciones, donde las víctimas, si bien no muy cuantiosas en términos absolutos, alcanzaron cifras elevadas en valores relativos, y tal vez por ello dijera años después José Marcos de Segovia en sus Efemérides a propósito de su incidencia en La Bañeza: “Como en la mayor parte de España, se desarrolló también aquí una intensa epidemia de gripe que ocasionó sensibles fallecimientos, aunque no muy numerosos, obligando al ayuntamiento a enfrentar la grave crisis que principalmente trajo para las clases más pobres la persistencia y la extensión de la calamidad”.  

Hospital improvisado en Kansas (USA) durante la epidemia de gripe de 1918. >>>>>

    En cualquier caso, la epidemia de gripe del otoño de 1918 se cebó tremendamente con los pueblos de la meseta castellana, intensificando más aún la crisis de subsistencias que ya se padecía, a pesar de que desde años antes (mediados de 1915 al menos) el delegado en la cuarta región del Instituto de Reformas Sociales controlaba desde Oviedo “los precios medios de los artículos de primera necesidad de consumo corriente entre los obreros de la localidad”, al cual se enviaban trimestralmente sus variaciones. Los atacados se contaban por miles, originándose un autentico problema humanitario. En las tierras bañezanas, a primeros de septiembre escaseaba la harina, ya que ningún fabricante de la capital la vendía para ellas y las harineras locales carecían de existencias suficientes para abastecerlas, según se notificaba desde el gobierno civil a la alcaldía de su cabecera, y a finales de octubre se nombra a Darío de Mata Rodríguez delegado de la Junta Central de Abastecimientos para la compra de trigo a precio tasado (44 pesetas el quintal) y para su incautación en caso de que los proveedores no lo entreguen voluntariamente. Por las mismas fechas remiten denuncia los harineros bañezanos al gobernador civil (que la traslada al Sindicato Harinero de León, que la hace suya y la eleva al ministerio) contra los fabricantes de harina de Benavente Conde de la Bisbal y Cía. por vendérsela a 75 pesetas el quintal, y envía la autoridad provincial a La Bañeza 200 pesetas y un lote de “camisetas, mantas y desinfectante para los enfermos pobres del municipio”, mandando al inicio de noviembre un nuevo giro por la misma cantidad y quinina, ampollas de aceite alcanforado y suero antidiftérico. En los centros de enseñanza hubieron de aplazarse los exámenes hasta últimos de enero de 1919 por haber estado cerrados durante la epidemia gripal.

    En el municipio de Santa Elena de Jamuz, por ejemplo, fue raro el día, sobre todo en los meses de septiembre, octubre y noviembre, en que no hubo ningún fallecimiento, contabilizándose aquel año 58 en Jiménez, 37 en Villanueva y 35 en Santa Elena, cifras tan alarmantes como lo era el temor al contagio, para cuya evitación se enterraba al difunto cuanto antes (con premura tal que en uno de los entierros el muerto no lo estaba del todo y “rebulló” dentro de la caja). Se acababa de enterrar a un fallecido y ya sonaban las campanas que anunciaban otro óbito, produciéndose aquellos meses en días consecutivas hasta dos o tres cada jornada. “La Moda” no respetaba edades: de los fallecidos en Jiménez 10 fueron niños menores de un año y 14 de menos de diez años, aumentando ya las defunciones considerablemente por encima de las habituales tanto en 1917 (60 en todo el municipio) como en 1919, con 49 decesos.

    En el pueblo de Jiménez de Jamuz, por los mortíferos efectos sobre familias enteras de aquel aquí llamado “mal de moda” se hubieron de cerrar algunas casas y otras resultaron bien mermadas: solo sobrevivió Bernardo González (“el ti Buro”) de toda su familia, y fallecieron los dos hijos, Manuel y Candelas, de Ceferino Cabañas Domínguez habidos con su primera esposa. Otra familia sucumbida por completo ante la epidemia fue la de Justo Álvarez Álvarez (peón caminero) y Rosalía González Mateos, de 32 y 29 años, sus hijos María Luisa y Gabriel, de 4 y 1 años, y Fermina y Juana, hermanas de Justo, un conmovedor drama no menor que el de Vicente Murciego de la Fuente y su esposa Bernarda Peñín Vega, de 29 años, a quienes les fallecen los dos hijos, Dominga y Ángel, de 4 y 2 años, entre el 27 y el 31 de julio, y el 17 de septiembre el recién nacido que acaban de tener. Los oficios que más abundan entre los entonces finados jiminiegos son los de alfarero (unas 50 veces, entre ellos una mujer, Josefa Vivas Pastor, de 40 años, soltera, consignada como tal), labrador (menos de 20), y 6 que corresponden a otros varios.

    Era juez municipal José Vivas Pastor, y secretario Pedro del Palacio Alonso, y ambos se ven el 28 de octubre de 1918 precisados de abrir el tomo 26 del libro de defunciones del Registro Civil en un cuaderno provisional y sin esperar a que el alcalde los provea del oficial aperturado con las formalidades legales, “ante las muchas defunciones que a consecuencia de la epidemia reinante
están ocurriendo”. 

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La Sociedad de Socorros Mutuos La Caridad de La Bañeza.-

     El 1 de abril de 1885 se fundó en la villa bañezana la sociedad de asistencia y de socorros mutuos denominada La Caridad. Por las mismas fechas se creaba con idéntico nombre e iguales fines otra sociedad en Valencia de Don Juan, a semejanza de la que ya existía en León desde 1879 y de la que se crearía en Astorga en 1897.

      El reglamento por el que desde entonces se venía rigiendo fue modificado el 30 de noviembre de 1898 por una comisión de asociados de la que formaron parte Modesto Ruiz García (presidente de la Sociedad), Joaquín Santos, Nicolás Posada (celador), Victoriano Toral Vidales (tesorero, y presidente posterior), Severiano Santos Fraile (censor), León Vázquez, José Moro, y Marcos Pérez González (secretario). Fueron entonces miembros de la Junta directiva, además, Gaspar Palau (vicepresidente), Jesús Casas (interventor), Eulogio Ruiz (vicesecretario), Tomás Astorga (celador), y Nicolás Santos (censor). 

    Su finalidad era el auxilio de sus asociados, residentes en La Bañeza, mayores de 18 años (y con permiso de sus ascendientes o tutores los menores de 23 no emancipados), gozando de buen concepto público y de buena salud, y no habiendo sido penados, siendo la Sociedad “por su naturaleza y propósitos, absolutamente extraña a todo concepto político”.

        Los socios numerarios aportaban la cuota mensual de una peseta además de la cantidad de 11, 15, ó 20 a su entrada según fuera su edad de hasta 30, hasta 40, o de más de 45 años, lo que les daba derecho a ser atendidos en sus enfermedades ellos y sus esposas por el facultativo de la Sociedad y a que se le suministrasen los medicamentos precisos para su curación; a ser socorridos con una peseta diaria mientras dure la misma; al auxilio de 10 pesetas para gastos de viaje para ser operado, consultar, o tomar aguas o baños medicinales; a ser acompañados en su enfermedad (si fuera necesario) por otros dos socios durante la noche; a que a sus esposas se les abone 35 pesetas a su fallecimiento, y a que su cadáver fuera acompañado al cementerio por la totalidad de los integrantes de la Sociedad. En unos tiempos en los que la atención médica se cubría desde los ayuntamientos mediante la Beneficencia municipal para los declarados pobres, y por las avenencias o igualas privadas con los profesionales de la medicina, si los socios eran declarados ricos por la corporación municipal, lo que conllevaba no disfrutar del derecho a ser atendidos gratis por el facultativo del ayuntamiento, tampoco lo serían de igual forma por los médicos de esta Sociedad, según el artículo 20 de su Reglamento. Se regulaba también el disfrute de las prestaciones de la Sociedad por las viudas de los socios y por sus esposas en ulteriores nupcias.

    La Caridad debió de tener un notable éxito en La Bañeza, y un alto número de asociados, lo que habría de dotarla de considerables medios económicos. En mayo de 1914 organiza una función benéfica “en el destartalado Coliseo” para recaudar fondos “a beneficio de las clases humildes, despojos de una sociedad sin entrañas”, que no tuvo gran concurrencia, según denuncia el maestro Servando Juarez Prieto en El Jaleo de aquel mes, y en la que participaron la Banda Municipal de Música dirigida por Potenciano Pardo Crespo y la compañía de teatro Adame-Catalá. En la reseña que el periódico mensual dedica al acto se alude a que “esta Sociedad tiene mucho dinero”, y a que por ello los fondos recaudados debieran destinarse al hospital recién abierto con prisa, para el cual “nadie da un cuarto…, ni los ricachones…”

    En la sesión municipal del 26 de mayo de 1931, la corporación que ya es republicana autoriza a la Sociedad la construcción de su nueva sede (para ella se le había cedido ya el 2 de marzo “uno o dos lotes de madera de los planteles comunales”) en la que entonces es la Avenida del General Primo de Rivera, y allí será inaugurada el 12 de agosto de 1934, cuando la calle sea ya de Pablo Iglesias (aunque se siga conociendo como de la Estación). Antes y hasta la construcción de la Casa del Pueblo en 1933, un ala de su anterior edificio albergó en “una mediana sala de actos” a la Federación Local de Sociedades Obreras y la Agrupación Socialista bañezana, en una ocupación y propiedad compartida por mitad entre estas y aquella sociedades en el inmueble levantado sobre el solar que antaño había cedido a la Sociedad Obrera el consistorio.

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El Paulón y otros puentes.-

    La sustitución de las tradicionales barcas y de los viejos puentes de madera por los de hierro vino a formar iniciado el siglo XX también en nuestra tierra parte del progreso, que tanto se hizo esperar para el Paulón sobre el Órbigo, y que alcanzó ya, lo mismo que antes el de la Reina que salvaba el río Duerna en San Mamés de la Vega, el avance de los realizados en hormigón. En hierro remachado se habían ejecutado los de Destriana para cruzar el mismo río, en 1917 el de Castrocalbón sobre el Eria, en la carretera de La Bañeza a Camarzana de Tera (parece ser que los miles de remaches precisados los construyó a mano el herrero de la villa), y en 1905 el de Jiménez para salvar el río Jamuz en la misma carretera. Hasta mayo de 1931, después de que se derribara el último puente de madera que había a la entrada del pueblo, tornándose peligroso para las personas y sus ganados y vehículos, además de entorpecer el curso de las aguas, no se iniciará la construcción del de cemento y hierro armado con remaches de Castrocontrigo, otro de los puentes realizados en nuestra tierra ya con los nuevos cánones de hechura, en su caso según el sistema bowstring.

    Muchos años antes, cerca de La Bañeza, junto al punto de confluencia de los ríos Tuerto y Duerna con el Órbigo, sobre el último y al lado de la granja de Hinojo, se había levantado un puente, primero de piedra y después de madera, conocido como de San Martín de Monferruel o Puente de los Pilares, en un poblado propiedad del conde de Miranda y enajenado en 1734 a favor del marqués de Castañón. Ya en 1747 pleiteaban los pueblos cercanos en 12 leguas en el contorno de La Bañeza por el reparto de los costes del nuevo que, también de cantería, se iba a construir, aunque se desecharon los dos proyectos presentados y se optó por hacerlo otra vez totalmente de madera, mucho más barato, pero tan frágil que al poco era arrastrado por el agua, instalando el dueño de la hacienda una barca de paso en su lugar, el mismo que en 1780 reconstruía el puente por su cuenta sobre los sólidos pilares que aún permanecían, y cobraba pontazgo por su tránsito hasta 1926.  En El Diario de León del 7 de diciembre de 1929 (también en La Crónica de León) se informa del enésimo derrumbe del Puente Paulón a causa de las fuertes lluvias que hicieron crecer el río Órbigo, suspendiéndose el servicio de viajeros entre León y La Bañeza; pocos días después se producían inundaciones en Nogarejas, donde se estaba construyendo el puente sobre el Eria.

    El 2 de julio de 1930 al pleno de la corporación bañezana informa el concejal César Seoanez Romero de las gestiones realizadas en pro de la construcción una vez más del Puente Paulón, estimando que será reducida, o quizá nula, la aportación que por la Diputación se exija a los ayuntamientos más cercanamente interesados en ella. En la sesión del 12 de enero de 1931 acuerda el consistorio comisionar al alcalde y al secretario para que se entrevisten con el presidente de la institución provincial en orden a la búsqueda de una solución definitiva para que el puente se construya, tal como desde la misma se pretende. Después de la entrevista, en sesión extraordinaria del 19 del mismo mes se informa de la solución ofertada: de las 28.279,78 pesetas que los 16 ayuntamientos enclavados en un radio de 10 kilómetros del puente han de aportar (de no contar con la subvención de la Diputación tal cantidad sería de 38.935, 88) se entreguen 10.519, 61 de presente a prorrateo entre ellos, y las restantes 17.760,17 pesetas se soliciten como anticipo reintegrable en veinte años, y se acuerda convocar a los otros 15 municipios para que voluntariamente participen de tal arreglo, sin que haya de exigírseles legalmente lo conducente a dicho fin.

Uno de los puentes de madera que con frecuencia arrastraban las riadas y el vecindario reconstruía en hacendera. >>>>>>

    La reunión tuvo lugar el 31 de enero, y en la misma se manifestaron contrarios a satisfacer cantidad alguna desde Palacios de la Valduerna, Riego de la Vega, Cebrones del Río, Valdefuentes y Urdiales del Páramo, Santa Elena de Jamuz y Santa María de la Isla, y dispuestos a colaborar en su parte proporcional los ayuntamientos de Soto de la Vega, Villazala y Regueras de Arriba, además del bañezano, y en su pleno del día 4 de febrero se acuerda informar de aquel resultado a la Diputación provincial solicitándole la construcción del puente y que se obligue en ella la participación de todos los ayuntamientos afectados. En el del día 19 del mismo mes se da cuenta del optimismo en el que la comisión nombrada en su momento para este objetivo ha desarrollado sus gestiones en León, y el día 4 de marzo se informa a los concejales de las que con igual fin realiza en la corte el antiguo diputado del distrito Antonio Pérez Crespo.

    Siguieron produciéndose reuniones entre los representantes del consistorio bañezano y los restantes ayuntamientos afectados, y en mayo de 1931 se replantean las obras del puente y se encomienda su construcción a la municipalidad bañezana, que la encarga al contratista leonés Francisco Fernández Menéndez (también se ocuparía unos años después del arreglo y reforma de algunas calles de La Bañeza), el cual acarrea materiales para iniciar el día 1 de junio su ejecución, con el decidido apoyo del bañezano y concejal socialista de León José Casas Tascón (se le ofreció allí un homenaje de gratitud por ello el 17 de mayo) y del presidente de la Diputación Crisanto Sáenz de la Calzada, aunque previamente haya habido la disposición del ministerio de Fomento de que se rematen las obras iniciadas en León correspondientes a aquel organismo provincial. El día 10 de junio se convoca a los concejales bañezanos para hacerles saber ”la necesidad de reparar el puente (aún de madera) para dejar expedita la circulación que en la actualidad está interceptada”, que acuerdan “el pago de la mitad por este ayuntamiento si el coste de la obra no excede de mil pesetas” (importó 381,43).  El 15 de julio dispone la corporación el pago de 2.273,80 pesetas, contribución del ayuntamiento a la construcción del definitivo Puente Paulón, “cuyas obras han comenzado ya”. El 19 de agosto se citaba a los alcaldes de aquellos municipios para ultimar el expediente el día 22, y a primeros de diciembre se responde desde la alcaldía bañezana a la de Santa María del Páramo que “el Puente Paulón no se ha terminado por las lluvias, y se terminara pronto” (debería de haber sido terminado en octubre, según se estipulaba en el contrato).

    El 22 de mayo de 1932 se dirá en La Opinión que hace ya unos meses que se circula por el nuevo puente (del tipo Ribera, de cinco bóvedas y más esbelto y caro que el que en un principio se pensó) cuya prueba de resistencia y recepción se prevén realizar la próxima semana, mientras el puente viejo se ha derruido por sí solo. Todavía en mayo de 1934 se preguntaba desde el ayuntamiento bañezano a los responsables provinciales si era o no procedente la conformidad sobre la construcción del tanto tiempo deseado Puente Paulón, y en la sesión municipal del último día de aquel año se autorizará al alcalde para que subscriba un pliego de reparos en cuanto a la liquidación del puente, solicitando a la Diputación provincial que ella abone el aumento de obra realizado en el mismo, a lo que parece reacia, pues pretende que de tal incremento se hagan cargo los pueblos interesados en su construcción, lo que motivará al inicio de enero de 1935 un viaje a León del alcalde y el secretario bañezanos, del que regresan con la favorable impresión de que se satisfarán sus intereses. A la mitad de aquel mes desde la alcaldía de La Bañeza se requerirá a los regidores de los ayuntamientos de Roperuelos, Valdefuentes del Páramo y Cebrones del Río para que ingresen sus aportaciones de 1931 para la construcción del Puente Paulón, cuya liquidación de obras aprueba por fin la Comisión Gestora de la Diputación en su sesión del 21 de noviembre de aquel año, rematando (a lo que parece) todas aquellas peripecias cuando el 29 de enero de 1936 la corporación bañezana autorice al regidor para cobrar de la Diputación provincial dos libramientos de 1.402,80 y 161,85 pesetas expedidos a favor del ayuntamiento por certificaciones de obra en el Puente Paulón, y para que se abonen tales cantidades al leonés Francisco Fernández Menéndez (el mismo contratista de las calles Marqués de Cubas, Carmen y Alcolea), que había sido destajista en dicha obra.

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Los caciques.-

    Todo el entramado político de la Restauración se sustentó en la alternancia en el poder de los dos partidos mayoritarios (conservadores y liberales), facilitada por el sistema caciquil, que con su influencia y el uso de los resortes del gobierno falseaban la voluntad popular, sobre todo en los distritos rurales donde los caciques de aldea, alcaldes, delegados gubernativos, jueces municipales, capataces, prestamistas, párrocos y otros notables, completaban la red caciquil jugando un decisivo papel en la farsa electoral que no estaba exenta con frecuencia de arbitrariedades y atropellos. Todo valía para asegurar el triunfo del candidato adicto: multas, amenazas, detenciones y traslados forzosos de los votantes, incluso la violencia física y otras brutalidades contra ellos y sus propiedades que el gobierno no dudaba en emplear para conseguir la mayoría.

    En el distrito de Murias de Paredes se intimidaba a los electores de la oposición con amenazas de cortar las orejas de sus caballerías; en Nogarejas hubo en 1893 un muerto por arma blanca en una refriega electoral; en Astorga, en las elecciones de aquel año, desde la gullonista publicación La Verdad se recomendó votar a Antonio Crespo Carro “porque es liberal y porque lo manda don Pío” (Gullón), favorecedor de algunos intereses del distrito a la vez que artífice de cesantías impuestas, promesas incumplidas, destierros de cronistas molestos, y persecuciones de candidatos opositores. Las partidas de la porra funcionaban a discreción en los pueblos del sur de la provincia leonesa, controlados a través de sus muñidores por Demetrio Alonso Castrillo (obstaculizado en otras ocasiones -como en 1891- por los conservadores del gobierno), y más de una vez hubo tiroteos y altercados en Valderas, Villamañán, Laguna de Negrillos y algunos pueblos coyantinos.

    Era el cacique rural tirano de los de abajo, esclavo de los de arriba, y sanguijuela de todos. Contando con él, el juez municipal convierte el juzgado en comedero; el maestro municipal se arregla sus famélicos bolsillos; el alcalde hace sus apaños en el ayuntamiento; en suma, todos los que pueden meter la mano entran a medias con el cacique, que extiende sus brazos y chupa con sus insaciables ventosas como el pulpo. Uno de los principales sostenes del caciquismo rural es el municipal impuesto o reparto de consumos (arbitrario arbitrio muchas veces), cuyas cuotas se subirán hasta arruinar sus propiedades a quienes no voten en las mesas constituidas por sus secuaces según lo que al cacique plazca y le convenga. Por medio de elecciones ganadas de este modo agrada el cacique a su protector (generalmente el diputado del distrito), que por un centenar de votos hace la vista gorda y cubre con el tupido velo de su influencia los desmanes de sus protegidos. Un sistema parecido, por cierto (y de ahí el arraigado término que lo define) al otrora utilizado para gobernar a los indios ingenuos e ignorantes de nuestras colonias en América.

    Con el nuevo siglo alcanzó su plenitud un caciquismo que terminó siendo endogámico, de manera que ganar un acta, en los distritos rurales sobre todo, era cuestión de dinero, llegando a cotizarse los votos hasta a cien pesetas, como en 1903 en Sahagún y Grajal, además de “escabeche y cuba de vino abierta a disposición de los votantes”. Con frecuencia el pueblo negociaba con el candidato el precio del voto, pagado en dinero o en víveres y provisiones (un vagón de grano en La Vecilla o dos libras de merluza y un cántaro de vino en Murias), arreglo de carreteras, escuelas, iglesias o fuentes, o la exención de quintas (como alguna vez hizo para Valencia de Don Juan, su pueblo, el citado cacique Demetrio Alonso Castrillo, que al pasar en 1905 a senador vitalicio legó el acta a su hijo Mariano, que la mantuvo hasta la dictadura del general Primo de Rivera). Se dice en Castrocalbón que el puente de hierro que allí se construyó en 1917 lo consiguieron merced a la promesa electoral que un cacique local hizo, y en Murias de Paredes en las elecciones municipales de 1922, últimas antes del pronunciamiento militar del año siguiente, “se pagaron por los votos hasta 50 duros, y a 20 duros el que menos”.

    Transcurriendo los años, los diputados se convierten en perpetuos e intocables (reelegidos muchas veces por unanimidad con el apoyo del artículo 29 de la Ley electoral de 1907), como lo fue desde 1905 hasta 1923 Antonio Pérez Crespo en La Bañeza, abogado nacido en Santa Colomba de Somoza, muchas veces por el Partido Liberal, y otras por el Partido Liberal Democrático escindido de aquél; que ocupó altos cargos en la Administración (director general de Prisiones; de los Registros y del Notariado; de Comunicaciones, y subsecretario del ministerio de Gracia y Justicia); que en la dictadura primoriverista sobrevivió a la Restauración, y que siguió en política a través de las plataformas agrarias de la II Republica para ser de nuevo en ella diputado. No desapareció el caciquismo con la llegada de la democracia republicana, y muchos de nuestros pueblos continuaron dominados por “los de siempre” y siendo reductos de caciques que dificultaban o impedían las reformas emprendidas.   

Genarín, santo laico, pellejero leonés, y muñidor de caciques.>>>>>

    La vida rural y lo que de atraso económico y cultural y extendida ignorancia para tantos ella venía a representar propició y mantuvo en parte el sistema caciquil, que campó y fue consustancial y elemento clave en todo el periodo de la Restauración a la corrupción y al reparto del poder político que en ella se ejecutaba. No fue menor en los amaños y componendas electorales de los caciques la capacidad de influir para lograr desde los ayuntamientos exenciones más o menos fraudulentas o discrecionales al Servicio militar, que establecía la permanencia en filas por tres años en unos tiempos recorridos por frecuentes guerras y por los riesgos que ellas conllevaban. Afectando la quinta a los más desvalidos, muchas familias se arruinaban, dispuestas a caer en las garras de los usureros antes que perder al hijo. En los niveles de corrupción que rodeaban a los sorteos de quintas de los llegados a la edad prescrita debió de ser importante la presencia eclesiástica, refrendando con su autoridad tantos manejos en tiempos anteriores a la existencia de registros estatales y en los que el párroco y los libros parroquiales de bautismo eran testigos fehacientes para aquellas suertes, aunque eran también en ocasiones los secretarios de ayuntamiento quienes se prestaban a realizar en ello componendas ilegales y otras corrupciones caciquiles.  

    En cuanto a las trampas que los caciques urdían para conseguir los votos, iban desde la simple y sencilla compra, al saco de cebada que por cada voto conseguido ofrecía en 1921 el senador por la provincia de León y diputado a Cortes por el distrito de Sahagún Juan Barriobero Armas Ortuño y Fernández de Arteaga (barón de Río Tovía, casado en 1919 con María Josefa Pérez de Soto Vallejo, viuda superviviente del naufragio del Titanic), o a las añagazas al parecer también utilizadas en la comarca bañezana de mercarlos a cambio de media peseta o de una sola alpargata; la otra o el resto del billete los entregaba el cacique después de la constatación de habérsele votado, o a la captación de votos, a la antigua usanza, mediante la entrega a los electores de vales de comida que se denuncia desde las páginas del semanario Yunque de Lugo en junio de 1931. De otras artimañas puestas en juego por los llamados muñidores de los caciques nos ilustra las utilizadas por Genaro Blanco y Blanco (“Genarín”, el santo laico de aquel León humilde y viejo de los finales de los veinte con sabor y regusto aún a pueblo grande) en beneficio del diputado conservador y maurista Bernardo Zapico Menéndez, que lo fue a Cortes por León de 1919 a 1923, consistentes en “hablar bien en público de su patrocinado durante la campaña electoral, espiar a los candidatos rivales y reventar sus mítines, y comprar para él los votos de los convecinos invitándoles a merendar escabeche y huevos fritos”.

    A tales o parecidos manejos se alude y de ellos se hace chanza en los números 4 y 14 de el mensual bañezano El Jaleo, del 1 de marzo y del 6 de diciembre de 1914, con los versos -¿No vas a votar, mujer? / -¿Yo a votar? Sería bueno / Los hombres son los que votan. / - Y los niños y los muertos, y con un satírico anuncio que da cuenta de que “se venden Votos para elecciones a diputados a Cortes, provinciales y de concejales”, y a las frecuentes mudanzas de ideología y de facción, al abundante transfuguismo de los políticos de la época, señalando el trueque de los ayer conservadores de Valencia de Don Juan en liberales merinistas hoy, y fustigando al que pasó de radical / a conservador maurista / siendo después socialista / y al presente liberal, prácticas que continuaron produciéndose también en los tiempos siguientes.  

Era el pucherazo otro de los métodos de manipulación electoral usados principalmente durante el periodo de la Restauración borbónica para permitir el turnismo, la alternancia pactada previamente entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, dentro del modelo caciquil de dominación política local (sobre todo en las zonas rurales y las ciudades pequeñas). Fraude por antonomasia, para llevar a cabo la maniobra se guardaban papeletas de votación (por ejemplo en pucheros; de ahí la popular denominación), y se añadían o se sustraían de la urna  electoral a conveniencia para el resultado deseado (se hizo por los cargos municipales sagastinos de La Pola de Gordón en diciembre de 1880, y también en las elecciones locales de 1893 en Laguna de Negrillos). Otros métodos consistían en la colocación de las urnas en lugares de imposible o difícil acceso para los opositores o el amaño de las votaciones con lázaros (votos de fallecidos que, al menos sobre el papel, resucitaban como el de los Evangelios) y cuneros (electores que se inscribían irregularmente en una circunscripción que no les correspondía).

Empañaban también la pureza del sistema electoral el control del Congreso para repartir actas de diputados, un procedimiento que incluía el encasillado o selección de los candidatos concertados para ocupar los puestos a elegir por las circunscripciones más adecuadas entre las de libre disposición del gobierno, que se aseguraba así la elección de sus amigos, y la capacidad de interferencia de los ayuntamientos en el censo electoral y en las votaciones, sobre todo a través de las Juntas Electorales y de Escrutinio del Partido. Una de las formas de falsificación más utilizada consistía, por ello, en alterar el contenido del censo electoral (en “adobarlo”), incluyendo en él a personas que no debían estar y excluyendo a otras que legalmente poseían derecho al voto, falsificación en la que jugaba un primordial papel la justicia municipal como instrumento de manipulación y control de las poblaciones por los caciques y los conservadores locales. Gerald Brenan describe así en El Laberinto español la confección de alguno de aquellos censos:

…en tales listas figuraban únicamente aquéllos electores a quienes se suponía habían de apoyar a los candidatos oficiales, y si su número era insuficiente, se repetían los mismos nombres una y otra vez. Hasta los muertos eran conjurados en sus tumbas y, en una ocasión, un cementerio entero, setecientos muertos en total, dio su voto, resultando edificante ver que aunque en vida estos setecientos votantes habían sido absolutamente analfabetos, todos ellos habían aprendido a leer y escribir después de muertos… 

 

Tales manipulaciones, y otras, como dividir y subdividir el distrito modificando las cabeceras de sección para llevarlas a los pueblos más proclives a un candidato (fraude realizado en las elecciones de febrero de 1840, lo que motivó el abandono de los diputados leoneses burlados Santiago Alonso Cordero, Pascual Baeza, y Miguel Antonio Camacho) se explican porque las Juntas municipales del censo, elegidas por bienios, estaban en manos de las oligarquías, las cuales al dictado de sus intereses no dudaban en falsificar los padrones siempre que lo creyeran necesario.

    El control sobre los electores de los notables locales y la corrupción del sistema dificulta tanto la lucha a los candidatos de oposición que éstos se retraen y dejan el campo libre a los aspirantes del gobierno. Son frecuentes los sobornos, las invenciones para el desprestigio de los oponentes, las amenazas, los excesos de autoridad, el ejército de agentes y delegados gubernativos recorriendo los pueblos en días de elecciones arrancando votos con dádivas de grano, vino o bacalao, y promesas que nunca se cumplían (el liberal Pío Gullón Iglesias sellaba en el distrito de Astorga elección tras elección idénticos compromisos de proveer campanas para iglesias o mazapanes de Toledo para rifas), y la suplantación de firmas en las actas del escrutinio. O métodos más expeditivos: informa El Campeón el 14 de abril de 1886 de que el juez de La Bañeza puso en libertad unos días antes de las elecciones últimas a un alcalde procesado por robo en cuadrilla; también excarceló por entonces a 14 presos, electores muchos de ellos, parientes y allegados otros de gente con voto. Además, prendió el viernes antes de la votación al guarda mayor de los montes del duque de Uceda y al alcalde de barrio de Destriana, que eran amigos del candidato de oposición, aunque la prisión no fue muy larga, poniéndolos en libertad el día 4 de abril, domingo, después del escrutinio. 

<<<<<< Pio Prudencio Cirilo Gullón Iglesias, abogado, periodista y político, ministro de Gobernación con Alfonso XII y de Estado en la regencia de María Cristina y con Alfonso XIII.

    Conseguido el triunfo, continuaba el engaño electoral con el reparto de prebendas y cargos entre los adictos y paniaguados y con la aplicación de las temidas cesantías en los empleos públicos, que se extendían hasta los estanqueros y los peatones postales y carteros rurales, y a las que, con sorna, se alude a veces en la prensa bañezana de la época, como se hace en El Jaleo de marzo de 1914 a cuenta de los cesantes Cástor; el sereno Vicente García (“Nanín”); Esteban el alguacil; Clemente, Porta y demás, que se consuelan de abandonar ahora sus empleos, ya que “otros los dejaron antes para tomarlos nosotros”, como dejarían los suyos de empleados de la cárcel Braulio Fernández y Joaquín de la Huerga a primeros de 1916 para ser sustituidos por Adolfo Aguilar Sieteiglesias y Carlos Gil Casquete al pasar entonces la alcaldía a manos de Leopoldo de Mata Casado.

Irregularidades se darían en las elecciones municipales del 12 de noviembre de 1905 en ambos distritos del ayuntamiento de Santa Elena de Jamuz y que llevaron a solicitar su nulidad, pues en el primero, el de Villanueva y Santa Elena, se suspendería la votación sin otro motivo que el temor del alcalde de que se derrotara su candidatura, y en el segundo, el de Jiménez, no se habría permitido acceder a los interventores a la mesa electoral ni votar a algunos electores, extendiendo después el teniente de alcalde el acta en una taberna y a su conveniencia, hechos que se denuncian ante la Comisión electoral de la provincia, que da por válidos los comicios y desatiende la reclamación.

También se recordaban las antiguas elecciones, “las anteriores a la invasión militar de la dictadura” (próximas ya las municipales de abril de 1931) en La Opinión, semanario bañezano, del 15 de febrero de aquel año, para denostarlas por sus manejos caciquiles y escamoteos burdos y porque en ellas “se llegaba a inculcar el ideal a golpes, se compraban sufragios por un cacharro de vino, y se tranquilizaban conciencias por dos pesetas”, en prácticas que llegaron a ser tan naturales que por ejemplo en El Diario de León se noticiaba en diciembre de 1909 la “visita al gobernador de muchos pequeños caciques de importantes pueblos de la provincia, dícese que para tratar de asuntos electorales” (aquellas visitas, de alcaldes y secretarios municipales, persistían y se denunciaban desde la prensa leonesa en el tiempo de la Segunda República), y que se mantenían aún en 1933 en las elecciones municipales parciales del 23 de abril (las habidas en los 2.653 ayuntamientos designados en el mismo mes de 1931 por el artículo 29, los denominados “burgos podridos”) en el pueblo leonés de Láncara de Luna, donde “a la puerta del colegio electoral están con las papeletas cuatro agentes del cacique. Dentro, otros dos hombres con un tarro de cristal lleno de ellas. En el exterior un cura con un jarro de vino convida a los presentes. El cura y el cacique cerca del lugar de los comicios. El pueblo es republicano, pero los propietarios de la mayoría de las fincas, y de las mejores, han recomendado a sus colonos la candidatura caciquil (la de los antiguos monárquicos, unidos ahora bajo las siglas de los agrarios). Los colonos les temen, y eso es todo: votan lo que manda el cura y los oligarcas dueños de la tierra…”.

En los comicios generales de febrero de 1936 se practicará también desde el ejecutivo gobernante algún “encasillado afectivo y caprichoso”, y se prepararán, al menos, contra el gobierno en este caso, “los pucherazos de ciento diez pueblos” por el gobernador de Cuenca, según consignaría al hilo de los hechos don Niceto Alcalá-Zamora en su dietario; aún entonces en lugares como el zamorano pueblo de Záfara aludirá su maestra (cuando después sea depurada) a “la indignación que le causaba ver a los incultos caciques llevar como borregos a los desgraciados labriegos a emitir su voto a la fuerza”, y ya antes, en las municipales de abril de 1931, “en Granada votaban los jesuitas una vez con el hábito, otra con ropa de calle,… y facilitaron y usaron nombres de fallecidos para votar de nuevo en nombre de los mismos, lo que originó una protesta popular”. Algunos de los caciques de entonces y de más tarde, en algunos lugares, fueron también represaliados por el franquismo después del golpe militar de 1936, pues en su apego al poder y a sus cercanías jugarían a última hora (mal y con poca fortuna) la carta del Frente Popular.

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Teatros bañezanos.-

    En 1845, frente a la cárcel de entonces, por el mismo regidor, Juan Antonio González Menéndez, que instaló el alumbrado público con farolas de petróleo, creó el cuerpo de serenos, impulsó el empedrado de calles y plazas, y potenció el mercado semanal, se construyó el Teatro Municipal (llamado también Teatro Viejo, y por su constructor Coliseo Bañezano) que luego quedó en salón de baile, después de los fallidos proyectos de reforma en 1882 (ejecutado en parte por el ilustre arquitecto Demetrio de los Ríos Serrano, restaurador de la Pulchra Leonina), y de nuevo en junio de 1920, hasta su derribo en enero de 1921. Antes, en 1908, habían asistido allí los bañezanos a las primeras sesiones del cinematógrafo, posteriores a las que unos meses antes iniciaba Patricio González en una amplia sala de su casa.

    Hubo más tarde otros proyectos para edificar un nuevo teatro de la municipalidad, en febrero de 1919 (la subasta para su construcción quedó desierta por dos veces) y en marzo de 1921 (derribado ya el antiguo) que no tuvieron concreción. En el último, de reconstrucción en el mismo solar del derruido, “en las afueras, en un lugar con construcciones de estética vetusta y en pugna con la higiene” (asolado por las periódicas riadas que desbordaban el reguero que transcurría por uno de los laterales del viejo coliseo causándole humedades, y reumas a quienes lo frecuentaban), se abandonaron los materiales del derribo y las obras iniciadas con parte de una pared ya levantada, seguramente motivado por la extensa petición de residentes bañezanos (más de 120) en su contra y a favor de la edificación, tampoco realizada, en la que era nueva zona de crecimiento de la ciudad: la estación férrea. Una amplia protesta hubo también años antes de 1916 (en julio de este año se alude a ello en La Crónica) que impidió el decidido derribo y la sustitución del viejo e insuficiente teatro, lo que privó a la ciudad de contar con uno adecuado a las necesidades de la población y acorde a los disponibles en otras de su misma o inferior categoría. 

    Se inauguró en febrero de 1923 el Teatro Seoanez (profundamente reformado y reabierto de nuevo como Cine California en 1948), en el que además de funciones teatrales, revistas, comedias de aficionados y zarzuelas, se proyectaban películas “explicadas” por el comentarista y acompañadas de una orquestina que ejecutaba piezas musicales y de la que pudieran haber formado parte los músicos apodados “Chela” (Emilio Fernández González) y “Pajarica” (Toribio Santos Santos). En la sesión inaugural se proyectó “El gran misterio del ‘radio”, una película de las llamadas “de jornadas o episodios”.

Algunos de quienes en 1921 firmaban pidiendo el nuevo Teatro en la zona de la estación. >>>>>

    El Teatro Pérez Alonso, culminada no ha mucho su restauración como Teatro Municipal, abrió sus puertas el domingo 27 de abril de 1930 (desde años antes se celebraban tertulias y veladas poéticas en los salones del Casino de La Unión) por iniciativa del abogado Gaspar Julio Pérez Alonso y de su mujer Emilia Alonso Pérez (parece ser que la había deslumbrado la grandiosidad de los teatros leoneses –el viejo Teatro Principal y el Alfageme, más reciente- y quiso para su ciudad otro de parecida suntuosidad), después de casi dos años empleados en su construcción (a la mitad de 1932 dotaba el empresario de agua a presión el Teatro y su casa de la Plaza del Obispo Alcolea), en el lugar que había sido sastrería de José Cabo Verde, y que 400 años antes ocupara un molino de dos piedras de aceite de linaza sobre la zaya que recorría toda la antigua calle de la Madera (hoy Padre Miguélez) hasta desembocar en la plaza de los Reyes Católicos, donde se asentó el coliseo municipal de antaño, abrazado en un lateral por el reguero que alimentaba aquel embalsamiento, y según proyecto del arquitecto Francisco Javier Sanz Martínez (había construido en León en los años 20 el Hotel Oliden, y construiría en 1946 el Teatro Trianón), que concibió un recinto espectacular de estilo italiano en el que la vida cultural y social se dieran la mano, pensando en una burguesía bañezana que acudía a las funciones atraída por obras, músicas o actores, y también para ver a sus vecinos y mostrarse ante éstos, y lo hizo celebrando un festival benéfico en el que, con la presencia del gobernador civil, el presidente de la Diputación y el Inspector provincial de Higiene, se representó la zarzuela “El Huésped del Sevillano”, interpretada por un grupo de señoritas y jóvenes de León, cuya recaudación se destinó al Dispensario Antituberculoso de la capital, ubicado en el Instituto Provincial de Higiene, y que también se inauguraba por aquellas fechas.

    Aquel mismo año, durante el estío bañezano, la Real Coral de Zamora redondeaba los actos inaugurales con un ameno y aplaudido concierto, y antes de la cruenta guerra civil (que no lo fue poco en La Bañeza), se vivieron en aquel teatro momentos de tan extraordinaria brillantez como el gran concierto dado por el Orfeón Leonés, dirigido para la ocasión por Rafael Chico, un magno acontecimiento en el que destacó la interpretación de la Suite de canciones populares bañezanas escritas por Leonardo Ruiz García.   

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Reclamaciones y críticas desde El Jaleo.-

Reflejo y fruto del esplendor cultural asociado al desarrollo industrial experimentado en La Bañeza en las primeras décadas del siglo XX, surge en 1913 el periódico El Jaleo, publicación popular y diferente a todas las numerosas que hasta aquella fecha habían visto la luz en la ciudad: “Amor, desinterés y desahogo; alegría, entusiasmo y bailoteo” fue su lema. Satírico, gracioso y chispeante, capaz de sostenerse sin anuncios comerciales. Poco más de un año tuvo de vida aquel “periódico mensual fantasma-satírico-cómico-bufo y humorístico”, como rezaba su portada. Su equipo de asiduos colaboradores y sus sucesivas redacciones, estuvieron “compuestas de conservadores, liberales, socialistas, republicanos, jaimistas y ácratas” a su propio decir, y entre el 23 de noviembre de 1913 y el 7 de febrero de 1915, fechas de su primer y último ejemplar, mezclados con las abundantes composiciones simpáticas y jocosas, aparecen algunas agudas y a veces corrosivas críticas y denuncias sobre la vida ciudadana y la política provincial y municipal del momento, salpicando los variados aconteceres que se narran en sus habituales ocho planas, “acogidas con cariño y compradas principalmente por la clase obrera”, además de chanzas a costa de los pleitos por la alcaldía entre los liberales y conservadores locales, y de éstos entre sí.

A lo largo de todos los números que van siendo publicados se hace una insistente denuncia (escasamente atendida, a lo que parece) del estado ruinoso de los edificios que albergan el Estudio, la antigua Panera de la Villa (en la que se guardan los gigantes y cabezudos), y las iglesias de San Antonio y la Piedad (seguía denunciándose que su torre ofrece ruina en enero de 1934, lo que desmentirá el informe del arquitecto municipal el 25 de julio de aquel año); se clama por el arreglo del Teatro Municipal y porque se sanee su retrete, y por la desaparición del cementerio viejo, por la construcción de aceras, y por la mejor visibilidad del borroso reloj de la Villa; se critica la falta de aguas potables y se urge su dotación, los numerosos pozos negros de tantas casas; las aguas sucias y de lluvia vertidas a las calles a través de inmundas cunetas o colagas, y la ausencia de recogida de basuras, suplida por la vespertina procesión de latas en que para su vaciado se acarrean los residuos familiares del día, deficiencias higiénicas todas ellas que, junto con la retirada del abono a cualquier hora de las casas campesinas, la cría de gallinas y cerdos sueltos por las calles de los barrios y las porquerías arrojadas al reguero que recorre algunas calles, coadyuvan a que se den endémicas afecciones como el paludismo y las fiebres tifoideas, y a que “La Bañeza siga siendo un semillero de enfermedades”, condiciones que aún se mantenían en 1932 y que en las calles del Marqués de Cubas y del Carmen denuncia repetidas veces desde La Opinión y su pseudónimo de El Alguacil Corchuelo José Marcos de Segovia, persistentes cuando en septiembre del siguiente año se ha de clausurar algún pozo público por la epidemia de tifus desatada.

Esta lamentable situación, o sus residuos, hubieron de ser necesariamente afrontados y corregidos unos años más tarde, en 1918, para combatir la epidemia de gripe declarada con medidas higiénicas que debieron de ser próximas a las dispuestas en la cercana ciudad de Palencia y su provincia, entre ellas la recogida de aguas llovedizas, la prohibición de criar cerdos y conejos en las casas, de depositar basuras en las cuadras y corrales, y de arrojar a la vía pública aguas sucias, aunque todavía en los partes diarios de la Policía municipal de los años 1941 a 1949 son notablemente abundantes sus intervenciones, y las multas, por verter desperdicios y aguas negras y por sacar abonos, albañales y gallinas a las calles, las mismas deficiencias higiénicas contra las que tanto se había clamado desde El Jaleo, y que contrastan con las preocupaciones cívicas y medioambientales de las corporaciones bañezanas de la primavera y verano de 1936, que hacían estampar en anuncios y programas como los del Teatro Pérez Alonso textos como este: ¡Atención! No abandone este programa en la vía pública. Si ha de hacerlo, deposítelo en las cestas destinadas a este fin. (Ruego de la Autoridad Local). Eran aquellas cestas las instaladas en algunas calles bañezanas en 1935 por el alcalde Julio Fernández de la Poza, una mejora copiada seguramente de lo observado en sus frecuentes  y a veces internacionales viajes de negocios.

            También se proponen desde El Jaleo soluciones y remedios, como la adquisición de un carro de la basura (la famosa cuba de años posteriores arrastrada por un decrepito jumento a cargo de Nicolás Alba Guadián, que unas veces, deteriorada, se reclamará se sustituya, y otras sea retirada por el por tantos años pendiente y deseado alcantarillado), la existencia de servicio de bomberos, la actuación de la Junta y la Inspección de Sanidad, y la traída de las aguas que tanto tiempo aún demoraría.

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Un extraño episodio electoral en la campaña de febrero de 1936.

    Satisfacía al inicio de 1932 el doctor leonés Pedro García de Hoyos (“del Hospital Saint Antoine de París, decían sus anuncios”) la multa que le había sido impuesta por el gobernador por las protestas y los disturbios protagonizados en el Cinema Azul de León cuando en él se había proyectado la película de la promesa del Presidente de la República (se trataba del noticiario de Fox Movietone El amanecer de una Nueva Era en España, 1931, recuperado en el año 2009 después de permanecer oculto durante 73 años en una casa de Priego –Córdoba-; su proyección provocó también otros alborotos, como el habido el 28 de diciembre del mismo año en el Teatro Olimpia de Almería), después de obtener su importe de la suscripción realizada para tal fin y en la que participaron 150 correligionarios. El doctor García de Hoyos, que había sido militante maurista y presidente de la Juventud Monárquica Leonesa, será (con el también médico Fernando González Vélez, titular de Santa Marina del Rey y director de su Dispensario de Higiene) fundador de Falange en León, y los dos participarían aquel mismo año en la salida el 28 de mayo del semanario leonés derechista y de combate Anti (marxista, masónico, separatista), por cuyo segundo número fue su director procesado, y multado por el séptimo por el ministerio de Gobernación con la abultada cantidad de 5.000 pesetas. La publicación sería una de las de derechas suspendida con motivo de la sanjurjada el 10 de agosto de 1932, y encarcelados su administrador, García de Hoyos, y el director, Antonio Eguiagaray Senarega (que dirigirá en 1933 Siembra, rotativo bisemanal católico). Ambos, junto con el abogado Carlos Álvarez Cadórniga, serán de los primeros “camisas viejas” en abrazar en León el falangismo.

    Después de la asonada de Sanjurjo se encarcelaba en León, el 23 de agosto, al abogado Álvarez Cadórniga (se le libera el 26, fecha en que se le toma declaración y se registra la casa al letrado Francisco Roa de la Vega) y a los responsables de Anti, el doctor García de Hoyos (hasta el 16 de septiembre) y Antonio Eguiagaray Senarega (liberado el 31 de octubre, después de 65 días de prisión), a los cuales se vuelve a incomunicar el 2 de septiembre por la noche debido a las nuevas declaraciones que realizan.

    En 1935, en pleno bienio reformista, Antonio Eguiagaray Senarega, abogado y activo propagandista católico-agrario (esposo de la “señorita” Francisca Bohigas Gavilanes, Inspectora provincial de Primera Enseñanza, diputada por Acción Popular-Acción Agraria Leonesa en 1933, y que llegaría a ser represaliada por el franquismo con su traslado a Sevilla) se halla al frente de la Delegación provincial de Trabajo, cuando según nota publicada el 12 de junio, “obreros de la construcción en paro venían denunciando el abuso de numerosos patronos del ramo, que pagan a los trabajadores forasteros salarios por debajo de los establecidos en las Bases de Trabajo, lo que impide obtener ocupación a los de la localidad”. Inspeccionadas las obras el sábado, a la hora del cobro de los jornales, se comprobó que así sucedía en abundantes casos, sancionando a los patronos infractores, algunos de los cuales parecen dispuestos a tomar represalias despidiendo a parte de sus asalariados, y se les conmina desde aquella Delegación a que no lo hagan, “o de hacerlo se les aplicará con todo rigor el peso de la Ley”.

    Con tales antecedentes, muy curioso (y llamativo, por lo inesperado, y más en tales páginas) resulta el recuadro que a modo de aviso de una publicación y de su índice incluye el 5 de febrero de 1936 –en el apogeo de la campaña electoral- el diario republicano y socialista leonés La Democracia en la tercera página, que señala: “Próximamente. ¡Sensacional folleto! Por Antonio Eguiagaray Senarega, católico, apostólico y romano. Contiene: La historia de un partido político. Así son esos católicos extraños. ‘Hay algo en Dinamarca que huele a podrido’. Lo intolerable. Dos interesantes cartas del señor Gil Robles. Otra vez los fariseos y los mercaderes. Un obispado del que no solo salen pastorales. También en León su pequeño asunto Nombela, su straperlo de vía estrecha, tercamente defendido por un significado diputado de derechas. ¡Dios lo quiere! ¡La Iglesia lo necesita! Gentes de derechas: antes de votar proceded contra esta vergüenza. A todos interesa la lectura de este interesante Folleto, en donde la verdad destroza a girones el baluarte de los hipócritas y las bambalinas de la farsa”. El autor, abogado y todavía delegado provincial de Trabajo, era –como se dijo- esposo de “la señorita Bohigas”, exdiputada por la CEDA de quien en fechas anteriores a la elaboración de la lista de candidatos de esta formación para los comicios de febrero se dice que “suena para ella” (aunque al final fue relegada y no se la incluyó esta vez), y de ella dirá La Democracia el 1 de junio que “por dejar en suelta la expresión de su espíritu adverso a toda tiranía en su tierra catalana, viose perseguida por la dictadura primoriverista, que la castigó trasladándola al solar leonés, y ahora se va del partido cedista, según dice en carta pública, por las divergencias surgidas entre los elementos dirigentes de la CEDA en la provincia de León durante tres años y apoyadas ahora en determinado sentido por el jefe de la formación”.

    La “señorita Bohigas” daba a luz una niña el día 9 de junio. Había sonado también su apoyo a la lista electoral centrista, anatemizada por el obispo de Astorga como de revolucionarios y masones por el obstáculo que oponía a la de derechas (y tal vez votada por la exparlamentaria), y desde la convocatoria de las elecciones de febrero hasta la sublevación de julio, se habría vinculado al Bloque Nacional de Calvo Sotelo (más radical que la CEDA), “captada por los directivos del conglomerado monárquico”, según las memorias de Gil Robles, aunque, según otras fuentes, trabajó entonces en León a favor de Portela Valladares y su opción centrista, haciendo campaña con el general Toribio Martínez Cabrera, lo que no sería obstáculo para que acompañara en un mitin electoral en Sahagún al sacerdote Pedro Martínez Juárez, beneficiado de la catedral de Astorga, exparlamentario como ella por la CEDA, y candidato electo de nuevo por la misma formación, tal como afirman otros.

     Todo lo anterior pudo haber tenido relación con el folleto que publicita su marido (y lo explicaría), y ello y que fuera relegada cuando el 23 de mayo de 1936  se reorganiza Acción Femenina Leonesa (de la que había sido alma mater) por un comité político de varones surgido de la asamblea extraordinaria de Acción Agraria Leonesa pudiera hacer entendible además la represión que ella misma sufrirá unos años después. Alguna luz sobre aquel oscuro y extraño asunto haría sin duda hallar hoy tanto el folleto que de tal modo se anunciaba como la aludida carta pública de la exdiputada derechista.

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Desencuentro municipal en 1934: El lío de lana y el duro falso, el alcalde y su amigo el cacique.-

     Desde que en septiembre de 1932 se rompiera en la corporación bañezana la conjunción republicano-socialista triunfante en las repetidas elecciones del 31 de mayo de 1931 con ocasión de la asunción a la alcaldía de Juan Espeso González, ácidamente contestada desde el socialismo, las tensiones y los desencuentros entre los ediles de una y otra adscripción habían ido salpicando la vida municipal en diversas y frecuentes ocasiones y con los motivos más variados, tal como en las discusiones de los asuntos tratados recogen las actas de los plenos, y como se seguirían produciendo cuando poco después (el 21 de febrero de 1934) se trate, a instancia del concejal Liberto Díez Pardo, de que se ordene la limpieza de la plazuela de la Panera de la Villa y se retiren los carros que en ella se acumulan (sobre los que se dejan desenganchados en la vía pública existía ya un arbitrio), a lo que replicará el regidor Narciso Asensio Asensio que “la plaza la ensucian además las criadas del señor Díez Pardo, que tiran las aguas sucias a la calle”, lo que desmiente el aludido manifestando que no es así y que “para tales aguas dispone de aguador”, añadiendo que “también está sucia la calle en las inmediaciones de la casa del señor Narciso Asensio”, ofreciéndose el alcalde en este punto para atender las reclamaciones de ambos concejales.

    Antes, en la sesión del 31 de enero del mismo año, el encontronazo se había producido precisamente entre el alcalde, Juan Espeso González, y el también concejal socialista Porfirio González Manjarín, al preguntar este por algo hace poco sucedido cuando para pagar los derechos del asentamiento de un lío o atado de lana quien lo portaba dio en el fielato un duro falso.

    Responde el primer regidor que hace unos sábados un vecino de Audanzas del Valle traía a vender al mercado una partida de lana, y al cobrarle en la casilla de arbitrios de la carretera Madrid-Coruña el importe de su puesto de venta entregó al empleado municipal una moneda de duro, que otro empleado devolvió al particular manifestándole que era falso. Como el dueño de la lana no quiso recogerlo, diciendo que se lo habían cambiado los empleados de la recogida del arbitrio, fue requerido a la casilla como alcalde y a ella acudió, y como conocía al particular y lo consideraba persona fiel y de confianza, y tampoco desconfiaba de los empleados, no teniendo a quien culpar del hecho, resolvió que aquel duro lo perdiera el ayuntamiento como quebrantamiento de moneda.

    A su explicación opone el edil González Manjarín que el tal particular era el secretario y cacique del pueblo del alcalde (según se puede atestiguar), y amigo íntimo de este, además de persona a sus órdenes.

    Reconoce el alcalde que es su amigo, y administrador de una persona de su familia (por lo que responde de su honorabilidad), pero niega que se trate de un cacique.

    Replica el concejal que la actuación del alcalde fue para favorecer a un amigo, desautorizando a los empleados municipales y perjudicando al ayuntamiento, “pues acostumbra a favorecer solamente a los suyos, no cumpliendo con su deber desde que se encargó de la alcaldía”.

<<<  Casetas de uno de los fielatos de León. Años 20

    A ello le responde el alcalde que se reporte en sus palabras y se abstenga de continuar ofendiéndole, y requiere al secretario para que tome nota en el acta de su desobediencia, a lo que contesta el concejal que lo haga así, y que “lo mismo le da estar aquí que en una celda”.

    Tercia en la polémica otro concejal socialista, Ángel González González, que señala que sus informes de lo sucedido son otros, y que el alcalde culpó de la aparición del duro falso a los empleados de arbitrios, en vez de defenderlos.

    Dice el regidor que obró como lo hizo porque no podía dudar de la honorabilidad de ninguno de los implicados, y que no hubo testigos de los hechos.

    Reclama González Manjarín que se tome declaración al empleado de la casilla y a una mujer que desde cerca presenció lo sucedido, a lo que, negándose, responde el alcalde que “no será con su autorización”, ante lo que afirma el concejal que “parece que el alcalde tiene miedo”.

    “Ni lo tiene ni hay motivo para tenerlo”, replica entonces el alcalde, y contesta el concejal González Manjarín, e insiste en ello, que al día siguiente “entrará en la alcaldía por encima de todo”, a lo que contesta el regidor una y otra vez que lo hará “solo si él se lo permite”.

    Afean a González Manjarín su proceder los ediles Liberto Díez Pardo y David González Moratinos, que manifiestan que el alcalde hizo lo que debía, y añade el primero de ellos que si el perjuicio de todo lo que se discute es un duro, él lo pagará. En su apreciación no coinciden los concejales socialistas, que les responden que “al alcalde no se le debió admitir como tal cuando se le nombró”.

    Finalizando la sesión, aclara el edil González Manjarín que ante la respuesta del alcalde, en la anterior discusión, de impedirle entrar en la alcaldía, tiene como concejal tanto derecho a entrar como el alcalde, y se retan entonces uno a otro y se contestan que “no se tienen miedo”, y aclara el alcalde, para que conste en el acta, que en la disputa (que no acaba de cerrarse) ordenó callarse al concejal, a lo que este no hizo caso. 

      De aquella controversia, que debió de contribuir a agriar aún más las tensas relaciones entre los corporativos de unas y otras ideologías, se dio conocimiento al juzgado de Instrucción, en el que el alcalde se querelló contra el concejal por injurias (procesado al final por desobediencia y desacato), por lo que se remitía al órgano judicial certificación de aquella sesión el 15 de febrero, y el 23 de marzo certificado de conducta (buena, se añade inusualmente en una anotación de aquella clase) de Porfirio González Manjarín, de 34 años, casado y albañil, que por ninguno de los conceptos establecidos pagaba contribución. Por cierto, los ecos de aquel desencuentro llegarían hasta pasado el mes de julio de 1936 y aún después, acarreando para Porfirio y su familia, una vez que los sublevados triunfan, represiones diversas y abundantes desgracias, de manera que muchos años más tarde, recordando el incidente y sus secuelas, afirmaría alguno de sus hijos que “a buen precio les había salido aquel duro falso a ellos…”

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La diversión antaño en La Bañeza.-

     El 9 de abril de 1916 se refería La Crónica a la partida de La Bañeza de la Rentina, vedette de cuplé y tango que, “cual estrella fugaz de las que de vez en cuando aparecen por estos pueblos de menor cuantía, había alegrado la vida de multitud de ciudadanos”. Se cuenta en el ejemplar del 16 de julio del mismo semanario que no entusiasmó a la concurrencia la vedette Nieves Mimosa que actuaba en el Café Marina (en el verano de 1931 tenía “orquesta tarde y noche”), y que su dueño, Avelino García, “tiene la palabra con Conchita Ulía, que en breve debutará en el Teatro Ideal Cinema” (traerán a la canzonetista en aeroplano, se dice, si la huelga ferroviaria que entonces se daba persistiera), y también que habrá concurso de aviación en el programa que para las ya cercanas fiestas se preparan.

    En la inauguración del nuevo Café Victoria, espacioso y elegante (en la calle Pérez Crespo, propiedad de Jerónimo González Álvarez), actuó un sexteto formado para la ocasión por jóvenes bañezanos aficionados a la música, Odón Alonso entre ellos, dirigidos por José Gutiérrez Pascual (volvieron a agradar en otras actuaciones posteriores). Proseguían las regulares sesiones de teatro, y a veces las compañías actuantes en las giras se deshacían y separaban, como ocurrió entonces aquí con la del señor Sepulveda por diferencias y rencillas entre los integrantes de su elenco. De la inauguración de aquel Café informaba también El Pueblo, que compartía entonces el kiosco de prensa bañezana, e igualmente de la renombrada tonadillera Conchita Ulía, “artista genial que ha cautivado y conseguido el aplauso de todos los públicos de España y de las posesiones españolas en Marruecos”, y que se presentará al bañezano el sábado 22 de julio solo por cuatro funciones y de paso para los principales teatros de Galicia. Se noticia el día 30 la actuación en el Teatro de la cupletista Favorita, y de que van adelantados los trabajos de construcción de la plaza de toros (que no se llegaría a rematar).

    En 1927 el monarca y la reina Victoria Eugenia visitaban León y en octubre se inauguraba en La Bañeza el elegante Gran Café Novelty, rebautizado poco después en “Café Minuto”, propiedad de Francisco Miranda del Palacio (antiguo botones y conserje más tarde del Círculo Mercantil) y concebido, con su permanente orquestina, como café-espectáculo, al igual que sus competidores en la localidad, los cafés Pasaje (abierto en 1926, ya como café teatro y regentado durante muchos años por la familia Blanco Toral), Central (éste de efímera vida), y Royal (fundado por Maximino Ruiz García). En un anexo del último, que contaba además con reservados en los que era frecuente el juego de dinero, estaba instalado el Royal Cinema, competencia en la proyección de películas de los teatros-cines de más aforo.

    En aquellos cafés cantantes amenizaban el ocio de los concurrentes algunas artistas, pícaras y divertidas cupletistas, ligeras de ropa y generosas en la exhibición de sus cuerpos y procaces en sus ademanes y en el doble sentido de sus canciones, lo que incitaba a algunos clientes desprendidos a alternar con ellas y a gastarse en el descorche sus dineros. Más allá de lo sicalíptico, tan del momento, y del Bar La Alegría de Cándido González, “servido por camareras” (según se anunciaba en la revista Azul en 1920), existía desde el inicio de 1933 y creado a lo que parece por David González Manjarín (su titular en febrero de aquel año) en el camino de los Molinos, cercano a la Azucarera Bañezana, un establecimiento de señoritas (Bar Azucarero se llamaba en febrero de 1934, regentado por Francisco Alonso Prieto, casa de lenocinio más o menos encubierta y clandestina), que se mantuvo en este uso largos años y que en 1935 y 1936 dirigía Tomás Martínez Prieto, natural de Santibañez de Vidriales, regresado después de 1933 de Argentina y domiciliado entonces en la bañezana calle Pablo Iglesias.

    Desde años antes funcionaba el salón de baile Variedades, otro local de diversión en el que a veces se pasaban “originales secciones cinematográficas”, regentado por Patricio González, quien también era dueño del Frontón Novedades (sito en el interior de la manzana delimitada por las calles del Carmen y Juan de Mansilla). Existía en 1916 el salón de baile El Recreo, de Gabriel González, y un baile más popular solía celebrarse en la Fonda la Galocha, en la salida de la población hacia el Monte de Riego, y a los de disfraces y máscaras, y al de Piñata del Carnaval, se concurría en el Teatro Seoanez, del que para la ocasión se retiraban algunas butacas (contaba con 650 y 6 plateas) y convertía en elegante y espaciosa pista.

     Había además otros lugares de recreo: los locales de las sociedades el Casino, el Círculo (que disponía de Estudiantina y de Rondalla), La Caridad, el Liceo y los Recreos ya citados; cines como el Ideal Cinema; el Teatro Seoanez; cafés como los de Maximino Ruiz García; La Unión, de Modesto Ruiz García y Modesto Arias (en los locales del Casino de igual nombre; en 1907 lo regentaba Jerónimo González Álvarez); Nogarol; Marina (con cuplés), o el Café Victoria…, y también el Bar Moderno de José Concejo Grandoso, muy frecuentado por la intelectualidad bañezana que redactaba El Sorbete en 1921, al que llamaban El Boliche del Che, o El Casinillo, y en cuya amplia terraza “se hablaba y se discutía de socialismo, anarquismo y sindicalismo”.  

    En junio de 1931 no todo era propaganda política y elecciones constituyentes próximas a celebrarse: cerraban a altas horas de la noche los cafés de Maximino Ruiz, Francisco Fidalgo y Ramón Acebes González, y en el Café Minuto (a veces también en el Marina) debutaban por aquellas fechas gentiles canzonetistas (prácticamente una atracción por semana a lo largo de aquellos años, según la prensa local publicitaba) que entretenían a su público con sesiones de tarde y noche, como Lia Foli, a la que seguiría la vedette de cante flamenco Lola Alcázar y la colosal artista y estupenda bailarina Teresita Aguirre; el Teatro Pérez Alonso combinaba espectáculos arrevistados con sesiones cinematográficas y recitales de canciones, y algunos patricios bañezanos viajaban por entonces a Madrid para asistir a la inauguración de la nueva plaza de toros.

    Se denuncia el día 11 de agosto de 1933 ante el juez municipal lo sucedido la noche anterior, cuando “contestaron con frases gruesas y ofensivas” al sereno Manuel Casasola Pisabarro el dependiente del despacho del Café de “Minuto” y el cartero Luís Pérez Fernández, que “venían dando voces con tres artistas” (del cuplé o canzonetistas que actuaban aquellos días en los cafés de la ciudad).

    En septiembre de 1935 se daba desde la alcaldía a los cafés bañezanos “orden de no exhibir en los escaparates o transparentes imágenes o fotograbados indecentes”, después de que se ruegue el 27 de agosto a Francisco Miranda del Palacio, Maximino Ruiz, Francisco Fidalgo, y Vicente Blanco que “se abstengan de exponer fotografías de artistas que atenten a la moral, y que prohíban en sus establecimientos la entrada de menores”, se recuerde a Ángel González (que regentaba un kiosco de prensa en la Plaza Mayor) “la prohibición que existe sobre exhibir escritos pornográficos en la vía pública”, y de que Servando Juárez Prieto, como alcalde accidental, proclamara el día 30 un bando llamando a los residentes a que “se abstengan de proferir blasfemias y palabras indecorosas”.

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Iniciativas contra el desempleo en La Bañeza en la primavera de 1936.-

     La crisis de trabajo que desde el crak de 1929 se venía padeciendo en España se acentuaba al inicio de 1936. También en la capital provincial se padecía el paro obrero, y se decía el 12 de febrero que “desde hace unos días el ayuntamiento ha organizado los trabajos de invierno, en este en el que más que nunca abunda el paro en León, repartidos en tandas de 50 obreros que trabajan una semana cada turno o tanda, realizando importantes arreglos en jardines, calles y paseos”, apelando al final del mes el consistorio “nuevamente a los sentimientos del pueblo leonés para subvenir a la situación de los obreros en paro forzoso que en número tan considerable se encuentran soportando día por día un estado horrible de hambre y de miseria”, y encabeza una suscripción para tratar de proporcionar trabajo a los obreros leoneses sin ocupación. Los fondos de aquella colecta alcanzaban a finales de marzo la cantidad de 36.920,15 pesetas, “bastantes menos de las más de cien mil aportadas en 1934 para premiar a la fuerza pública que sofocó la rebelión de Asturias”, se lamentará el alcalde.

En todos los lugares y por todos los medios se trataba de obtener financiación para crear trabajo con el que paliar el desempleo, que afectaba a todos los sectores, y también los labradores de la región paramesa están al inicio de marzo (cuando el paro afectaba al 17% de la población activa del país) “preocupados por el mal tiempo y las lluvias que desde hace tres meses se padecen y que tienen gran parte del campo cubierto de agua, con labores agrícolas sin hacer y los obreros sin ganar un jornal en todo el invierno”.

Desde la publicación socialista palentina Vida Social ya se había apelado a final de mayo de 1934 a la lucha contra el paro con un argumento que sigue siendo válido casi 80 años después: el de que “no podemos continuar por más tiempo pasando por la vergüenza de que en España estemos trabajando los viejos, mientras los chicos jóvenes tienen que vivir a costa de sus padres, por serles imposible ocupar sus brazos”.

Publicaba el 21 de marzo El Adelanto un bando firmado el día 17 por el alcalde bañezano Joaquín Lombó Pollán haciendo saber que “al objeto de remediar el paro en la ciudad, aparte de que todo ciudadano debe de contribuir a engrandecer la suscripción abierta en fechas anteriores en la Depositaría municipal a tal fin, interesa que la iniciativa particular colabore para resolver dicho problema, debiendo por todos los propietarios, patronos y demás vecinos, intensificarse los trabajos y obras, tanto en el campo como en la ciudad, pues este será un medio eficaz para que el paro obrero se solucione, estimando la alcaldía sean atendidas estas indicaciones que tanto beneficio han de proporcionar a todos”. Al llamamiento del bando del alcalde respondió pronto la Asociación de Obreros y Empleados Municipales, cuya presidencia comunicaba el día 25 que por acuerdo de la misma contribuirán a la suscripción para el paro obrero con un día de jornal, dos, o cinco, según sus sueldos, y se acuerda conste en acta la gratitud de la corporación a dicha Asociación, con mayor motivo y mérito, ya que aquella colecta “no ha producido los efectos deseados, debido al carácter español de apatía”, dice el regidor. “Para remediar el paro se ha de sacar dinero de donde lo haya”, había dicho José Santos Pérez, promotor de la cuestación, y se le achacará por quien firma Relámpago en el semanario socialista astorgano El Combate del día 28 “no iniciar él la suscripción con 100 pesetas o más, pues puede hacerlo, o pedir que lo hagan las personas que tienen dinero, tales como doña Josefina, don Laureano, y otros”.

    El presidente y el secretario de la Federación Local de Sociedades Obreras suscriben en el pleno municipal del inicio de abril una instancia que recoge “el acuerdo adoptado por dicha Federación y el clamor unánime de la clase trabajadora de La Bañeza para recabar de la corporación municipal la rápida solución a la crisis de trabajo que se sufre con mucha gravedad en la ciudad, solicitando que se ejecuten obras de utilidad pública necesarias, recomendando al consistorio obre con energía y sin vacilación en poner en práctica lo que la clase obrera reclama para llevar el sustento económico a muchos hogares de la localidad, que es el factor más importante de la vida y la tranquilidad de los pueblos”. Se señala que “el ejemplo de los empleados municipales debe ser secundado por todos para que los que disfrutan de trabajo ayuden a los parados cada uno en la medida de sus fuerzas, siguiendo el ejemplo de otras poblaciones como Astorga o Benavente, donde según noticias no hay obreros parados, debiendo contribuir a la suscripción para mitigar el paro los ricos, y los obreros, y los empleados particulares en beneficio de todos”, se acuerda conceder un amplio voto al alcalde para que haga cuanto sea posible para resolver el problema del desempleo en la ciudad, que ya es de tal envergadura que al principio del siguiente mes comunicará la alcaldía al presidente de la Junta Nacional del Paro Obrero que “existen 250 trabajadores en paro, lo que puede originar alteraciones del orden de no alcanzarse las subvenciones solicitadas”.

<<< Un  parado en Madrid en 1933.

También los campesinos riberanos están preocupados en la primera semana de abril con la pertinacia de las lluvias tan perjudiciales para las labores agrícolas, el mercado de alubias cayendo vertiginosamente y la cosecha de dos años sin vender, lo que genera una crisis económica que repercute en el comercio y la industria y hace que aumente el paro obrero, invadiendo la paz del campo un malestar general, agrandado al comienzo de mayo, cuando “al desempleo no se le ve remedio por ahora, siendo muchos los obreros que piden en la plaza, y más los ocupados que no ganan lo suficiente para alimentar a su familia”. Se detenía a la mitad de mayo en La Bañeza a un vecino de 37 años después de la denuncia hecha ante la Guardia Civil por Francisco Martínez Prieto de que desde tiempo atrás venían faltándole pequeñas cantidades de su domicilio, y de que las pesquisas de la Benemérita llevaran al arresto de quien se confesó “culpable de haber robado 25 pesetas, manifestando hallarse sin trabajo y necesitado de dar de comer a sus hijos”. Con todo, la angustiosa situación no alcanzaba por aquí la de otras tierras de la España rural en las que la exasperación de los jornaleros hambrientos era pasto ideal para que prendieran los desórdenes, como sucedía entonces en la provincia de Madrid, donde había campesinos que se veían obligados a comer lagartos y fallecían niños en la escuela por falta de alimento; en la de Ciudad Real, en cuyo sur algunas gentes campesinas se habían de alimentar de hierbas hervidas, o en lugares de Toledo como Quintanar de la Orden, donde hombres y mujeres se desmayaban en las calles por inanición.

Para la Gestora municipal bañezana frentepopulista designada el 13 de abril también sería prioritario atender a solucionar el problema del paro en la ciudad, agravado por el temporal de lluvias que se continuaba padeciendo, para lo que sus integrantes tratarán de conseguir obras que den cuerpo a viejos proyectos como los de construcción de casas baratas, los lavaderos, un Instituto, y dos Grupos Escolares, y pongan fin a añejas deficiencias como las que en materia de aguas y alcantarillado se venían arrastrando.  

La Bolsa de Trabajo funcionaba en La Bañeza siguiendo un turno riguroso para el llamamiento al empleo, y se acuerda el día 20 que, para remediar el paro obrero, se avise al trabajo tan solo a una persona de cada casa o familia, y clasificar a todos los obreros, para lo cual deben estos de nombrar una comisión, y ofrece el regidor, para encontrar una pronta solución al desempleo, recurrir a las fuerzas vivas para tratar de que haya dinero y ocupación colocando al mayor número de trabajadores, y así el alcalde Joaquín Lombó Pollán emite el 23 de abril un nuevo bando en el que señala que “la comisión representativa de obreros y fuerzas vivas de la ciudad ha llegado a una solución para remediar el paro obrero que viene padeciendo la clase trabajadora local, solución que exige de todos los vecinos un pequeño sacrificio, que debe ser proporcionado (sic) a las circunstancias personales y económicas de cada uno, esperando la alcaldía que todos contribuyan a dicho fin: unos ocupando al obrero u obreros que se les hayan asignado o contribuyendo con la cuota fijada; otros emprendiendo trabajos que absorban la mayor parte de obreros; muchos siguiendo el alto ejemplo de ciudadanía que han dado los empleados municipales al ceder días de su haber proporcionalmente a sus ingresos, y todos contribuyendo a la suscripción pública que continúa abierta a dicho objeto para con ella sufragar los jornales y materiales necesarios a las obras públicas útiles que ya se han comenzado”.

Una iniciativa, la emprendida en La Bañeza entonces, que no debió de ser exclusiva de aquí, pues en Villarejo de Órbigo en mayo los obreros parados comenzaban a trabajar “gracias al dinero que el alcalde había obligado a aflojar a los pudientes de la localidad” (dirá El Combate el día 30), y también en Grajal de Campos en aquellos meses en que la villa estaba “sitiada por el hambre” los labradores se vieron constreñidos por el poder municipal a buscar soluciones, a veces impuestas, para resolver el paro obrero, e incluso mucho antes, en octubre de 1931, ya en Valladolid su regidor socialista había asignado a los parados la décima de recargo sobre la contribución, y para poner la suya en marcha se editó un impreso en el que la alcaldía bañezana daba forma a los acuerdos de aquella interclasista comisión comunicando que

… aparte de los obreros que pueda usted tener actualmente ocupados debe hacerse cargo de ___ , eligiéndoles de los que se hallan inscritos en la Bolsa de Trabajo, para ocuparle ___  en la labor que crea conveniente, y a no serle posible entregando en esta alcaldía la suma de cuatro pesetas por día y obrero; entendiéndose que esta obligación se contrae por el plazo mínimo de ocho días, sin perjuicio de continuar otro plazo, si las circunstancias lo aconsejasen, desde el día de hoy.

Espero de su atención, habida cuenta de las consideraciones que a usted no se le ocultarán, la conveniencia de que cumpla con este deber ciudadano, aparte de intensificar en lo posible los trabajos que usted pueda emprender, pues digno de tener en cuenta es que la prosperidad y la tranquilidad de los ciudadanos dependen de que todos puedan subsistir.

Muy agradecido en nombre propio y de los elementos que constituyen esta Comisión, quedo suyo S. S.

El Alcalde: Joaquín Lombó.

Recibí el duplicado.

 

Sr. D. _______________________

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