En el número correspondiente al invierno del 2001 de esta Revista JAMUZ se incluía en la sección Recuerdos de Ayer una reseña necrológica de enero de 1938 extraída del semanario El Adelanto Bañezano de la vecina villa, en el que en ese segundo Año Triunfal se glosaba la figura de nuestro joven convecino Manuel Gordón de la Fuente, caído en esas fechas en uno de los frentes de la guerra que asolaba desde hacía ya año y medio este país.
Todavía hoy, leyendo tal reseña, se empaña nuestro ánimo de pesar por muerte tan temprana, y nos invade la congoja al representarnos la tragedia que su pérdida debió de suponer para sus padres y demás familiares y allegados, agrandada por el convencimiento entonces mantenido y más tarde devenido afortunadamente infundado de que la misma se sumaba a la anteriormente acaecida de su hermana María.
Harto lamentables nos parecen esta y toda muerte, y más si sobrevienen por violenta mano y se ceban en vidas jóvenes y plenas, y aunque el duelo, tal vez suavizado, se acompañe del consuelo del público recuerdo y aún de la admiración y del reconocimiento de la valía y heroísmo del finado. Pero en nuestro pueblo se materializó con creces en los trágicos años de nuestra última guerra la cruel paradoja definitoria de esta de causarse más bajas por la represión en las retaguardias que en los frentes.
Ya hemos traído antes a estas páginas a los muertos olvidados de nuestro pueblo, a los represaliados de una contienda en la que no fueron contendientes, a los desaparecidos del 19 de septiembre de 1936 a los que nadie dedicó nunca una reseña necrológica, a los tan ignorados como el dolor de sus deudos, a los silenciados cuyo recuerdo nadie hizo presente en piedra en los muros de ninguna iglesia, y volvemos hoy a traerlos reclamando una vez más para ellos el reconocimiento que hasta ahora les ha sido negado.
Desde el invierno de 1998 en que proponíamos aquí la recuperación de la memoria de estos nuestros antepasados y convecinos muchos acontecimientos se han sucedido en el transcurrir del mundo y de la historia, entre ellos el de haber sido rechazada en la Corporación Municipal de nuestro Ayuntamiento la pretensión del Grupo Opositor de tributar un homenaje de reconocimiento a su recuerdo. Idéntico rechazo y apatía, o cuando menos ausencia de eco, ha cosechado la propuesta en las restantes entidades e Instituciones a las que incitábamos entonces, en los precisos términos en que lo hacíamos, a recoger la sugerencia.
Mientras esto ha venido ocurriendo en nuestro pueblo, el mismo orden de cosas en nuestro país e incluso en el resto de nuestra provincia se plantean y enfocan de manera distinta, sino contrapuesta, y así en EL MUNDO / LA CRONICA DE LEON del 28 de abril de 2002 noticiando la petición al Ayuntamiento de Riaño, alegando el principio de legalidad “ya que fue un alcalde elegido democráticamente”, del reconocimiento moral de Santos Sierra, quien lo fuera desde 1935 y ejecutado en Puente Castro en noviembre de 1942, se cuenta como “en los últimos años han sido varias las iniciativas que se han puesto en marcha en la provincia para recuperar la memoria histórica de personas fallecidas durante la guerra civil”.
Y así ha sido ciertamente, como se atestigua en el mismo periódico de fecha 8 de septiembre de 2001 en el que se da cuenta de la búsqueda en el Bierzo, en Fresnedo, uno de los pueblos cercanos a Cubillos del Sil, de la fosa común de cuatro fusilados en 1936, o en el del siguiente día 9 en el que aparece la noticia del homenaje tributado en Aralla de Luna al capitán Juan Rodríguez Lozano, militar fusilado en agosto de 1936 por defender la legalidad republicana y abuelo de nuestro paisano y actual secretario general del PSOE. También en torno a esas fechas se noticia en la prensa provincial el entonces reciente hallazgo en Villaquilambre de una fosa común de esa aciaga época con los restos de catorce o quince fusilados que, por diversos y consistentes indicios, bien pudiera tratarse de la que acogió los cuerpos del nutrido grupo de los injustamente ajusticiados de nuestro pueblo.
Tampoco deja de resultar cuanto menos curioso y extraño el rechazo de nuestra Corporación, por no sabemos qué pretendidas inconveniencias, al reconocimiento moral a los otros caídos de nuestro pueblo, algunos de los cuales lo fueron por formar también entonces parte de la legítima Corporación Municipal democráticamente elegida por sus convecinos, y ello en un tiempo como el actual en el que desde una entidad oficial como es Televisión Española y en una serie de amplia difusión y éxito como ha sido CUENTAME COMO PASÓ se abordan y se muestran sin tabúes ni tapujos realidades, más bien ya fenómenos históricos, como las de los huidos, los escondidos, los paseados, los exiliados, los represaliados y, en suma, las de las más olvidadas víctimas de nuestra contienda.
Estando así las cosas, y contrastando lo que en otros lugares se ha hecho, sin que la tragedia y la pérdida de vidas tuviera ni con mucho las dolorosas proporciones que alcanzó en nuestro pueblo, con lo que aquí , 66 años después, todavía no hemos conseguido hacer, creemos que no nos queda a quienes aún tengamos el convencimiento de que aquellos nuestros antepasados víctimas de la intolerancia de su tiempo bien merecen nuestro agradecido reconocimiento y el rescate de su memoria del injusto olvido en el que yacen, a quienes nos sintamos moralmente obligados a rendir a sus truncadas vidas homenaje y tributo, sino hacerlo al margen de nuestras Instituciones si estas persisten en su desentendimiento, impulsando algún tipo de agrupación de cuantos particulares deseen colaborar en la materialización de su merecido reconocimiento y homenaje.
Volvemos pues a lanzar desde estas líneas la propuesta, en la esperanza de que los otros caídos, los muertos olvidados de nuestro pueblo, tengan por fin también algún día su historia, su piedra, su misa, su tumba y su reseña.
NOTA.-
Finalizada esta colaboración tuvimos conocimiento de la meritoria labor que se viene realizando, en términos muy similares a la que desde aquí una vez más proponemos, en la vecina comarca de El Bierzo por la ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA .
A su instructiva página web http://www.memoriahistorica.org remitimos a los interesados.
Ourense, 8 de julio de 2002.
José Cabañas González enero de 2003.
Ahora que por fin desde el Grupo de Gobierno de nuestro Ayuntamiento se ha posibilitado que la Corporación Municipal asuma la justa y necesaria iniciativa de recuperar para todos la memoria histórica de los desgraciados sucesos acaecidos en nuestro pueblo, Jiménez de Jamúz, en el otoño de 1936, en los que la desatada represión y el odio ciego segaron las jóvenes vidas de 17 convecinos; ahora que haciéndose aquí eco de los acuerdos unánimemente alcanzados por todos los Grupos Políticos en el Congreso de los Diputados el pasado 20 de Noviembre de condena del Régimen Franquista y de reparación moral a las víctimas de aquella inmerecida violencia, se pretende, con sosiego y mesura, contribuir al conocimiento de lo acontecido y a la recuperación de los restos de nuestros desaparecidos rescatando del injusto y general olvido sus nombres y la dignidad de todos ellos, para “ cerrar un triste capítulo de nuestra historia de una forma digna y honesta para todos”; cuando desde nuestra Alcaldía, enmarcado en una actuación de Recuperación de la Memoria
Histórica en nuestro Municipio que nos parece, aunque tardía, ejemplar y digna de ser imitada en otros muchos lugares del país, se manifiesta el compromiso de organizar actos públicos de reconocimiento y homenaje a la memoria de los asesinados de nuestro pueblo, y porque “buscamos aprender del pasado...y ser para nuestros jóvenes un ejemplo de tolerancia y respeto, pero sin perder la memoria”, nos parece oportuno exponer aquí a la luz de lo hoy conocido algunos breves apuntes sobre el alcance de la represión ejercida por aquel régimen de oprobio durante la infamante y larga noche de piedra de la dictadura.
Procede en principio decir que hoy, a 63 años del final de la guerra civil y a 27 del inicio de una Transición política en la que haciendo quizás de la necesidad virtud se pretendió pasar la página de unos a otros tiempos por encima de las víctimas de la victoria en que se asentó el anterior régimen y olvidando, incluso sin antes conocerlo, el ingente precio de injusticias y sufrimiento sobre el que aquel se mantuvo, se da una corriente de opinión cada vez más extendida que cuestiona la corrección y justicia del modo en que entonces se decidió dar por cerrado el tremendo trauma de nuestra última guerra.
La convicción de que la sangrante herida supura aún, cerrada en falso bajo vendajes que excluyeron el reconocimiento y la gratitud a quienes padeciendo tanta iniquidad nada exigieron a la recuperada Democracia en aras de la concordia, propicia hoy acuerdos históricos como el alcanzado en el Congreso, y facilita fenómenos como el del extenso clamor por la búsqueda de los desaparecidos de aquella terrible época, al que nuestra Corporación se ha sumado, y la exhumación en tantas fosas comunes de sus restos.
Vivimos también hoy el estallido de la investigación histórica y el acreditado conocimiento de la verdadera dimensión de la represión ejercida en nuestro país por los detentadores de un poder originado en el perjurio y la rebelión contra la legalidad democráticamente establecida, e incluso quienes desde hace años hemos sabido de la omnipresente saña represora de aquel Régimen nos horrorizamos ahora descubriendo que extremos de ignominia y de crueldad alcanzaron en esa brutal tarea los vencedores de la guerra y de la interminable posguerra. Sabíamos de los fatídicos “paseos” hasta la cuneta de una carretera o la tapia de un cementerio profusamente practicados por las Brigadas del Amanecer, y de las ejecuciones masivas devenidas espectáculo sangriento para las piadosas multitudes salientes de la misa matutina, conocíamos también las numerosas aberraciones a que fue sometida la Justicia en su uso como arma contra quienes no habían cometido más “delito” que el de defender y mantenerse en la legalidad, y sabíamos de las condenas capitales y de las Depuraciones, y de los Presidios y de las “sacas” que en las madrugadas de ellos se hacían hasta los años cincuenta. Sabíamos también de los Tribunales Especiales y de las Leyes de Represión del Bandidaje, conocíamos del puritanismo y de la doble moral decretados, así como de la imposición de la miseria, el hambre y el terror a los vencidos, y de la apropiación por los vencedores y el falseamiento en su provecho de la Historia de todos.
Descubrimos ahora, así y todo, el auténtico Genocidio ejecutado en nuestro país por aquella deleznable dictadura, pues Genocidio fue el ejercicio sistematizado desde el poder de toda una extensa política de exterminio físico y moral del opositor, del desafecto, de todos y todo lo que de lejos tuviera que ver con la República, el mero liberalismo o el progreso. Y ahora lo descubrimos porque tal vez se esté dando aquí, como en Alemania, Italia o Francia se dio en su momento, el transcurso de tiempo preciso en democracia para que nuestra sociedad encare, revise y analice con madurez y serenidad esa terrible y dolorosa etapa histórica. Aquí, a diferencia de esos países, de esta revisión de lo sucedido no derivarán, ni se pretenden, responsabilidades ni condenas para nadie, a pesar de que los excesos cometidos no desmerecen de las atrocidades nazis ni de los desmanes del fascio o del colaboracionismo francés. Tampoco habrá aquí ninguna Comisión de la Verdad que investigue y exponga lo ocurrido.
Creíamos también que las mayores cotas de retroceso de la humanidad y de vesania se habían alcanzado en regímenes como el Hitleriano o el Estalinista; que la crueldad había tocado fondo en Afganistán o los Balcanes, que los desafueros habían campado en el Chile de Pinochet o la Argentina de Videla..., y descubrimos ahora que todo cuanto nos horrorizó de esos tiempos y lugares lo tuvimos antes y aquí nosotros.
Cárceles, Destacamentos Penales, Batallones Disciplinarios, Batallones de Trabajo…, el país era en la primera posguerra literalmente una inmensa prisión. Se han cifrado en unos 150 los Campos de Concentración que llegaron a funcionar, (de ellos al menos cuatro en nuestra provincia de León, además de Destacamentos de Trabajo en Castrocontrigo, Truchas y Baillo) en los que según historiadores se inspiraron perfeccionando más tarde sus experiencias responsables de la represión en la Alemania nazi, incluidas las genéticas con prisioneros a cargo del pretendido psiquiatra Vallejo-Nájera, nuestro particular y patrio antecesor del doctor Méngüele.
Trabajo esclavizado al que aquí fueron sometidos un gran número de prisioneros republicanos antes de las deportaciones masivas de trabajadores practicadas por Alemania y que rindió pingues beneficios al Nuevo Estado, a la Iglesia y a ciertas empresas privadas utilizado en obras públicas de todo tipo: Aeropuertos, conventos, carreteras o canales de riego, además de en la construcción del delirio faraónico del dictador del Valle de los Caídos (…de los otros caídos).
Fosas comunes y desaparecidos que las pueblan…, no en Guatemala ni en la antigua Yugoslavia, ni en Ruanda; aquí mismo, en nuestro país. Se calcula en torno a 30.000 el número de los aún desaparecidos de nuestra guerra civil y posguerra, la mayor parte de ellos del bando perdedor, y detrás de cada uno una familia a menudo también escarnecida y privada de llorarlos y poner flores en sus tumbas. Abundantes fosas comunes…, tantas y en tantos lugares: En el Bierzo, donde afirman los mayores haber más enterrados en los prados y cunetas que en los camposantos, en La Cenia, en Villadangos, en Carbajal y en Sahagún, por citar algunas conocidas de nuestra geografía más cercana, y otra, cuya ubicación aún desconocemos por más que indagamos en su búsqueda, y que presumimos acoge los restos del más numeroso grupo de los mártires de nuestro pueblo. Fosas que en un movimiento ya imparable de recuperación de la dignidad y la memoria auspiciado y nutrido por familiares, nietos y nietas en su mayor parte de los desaparecidos, van devolviendo los restos, a veces identificados, a los deudos de sus moradores, alcanzando por fin los unos y los otros necesario consuelo y digna sepultura.
Prisiones, fosas…, y el exilio para los vencidos que no estaban en unos u otros lugares. El exterior, con el desgarro y el extrañamiento para tantos, y el interior de la dignidad arrebatada, de la negación de todo derecho, de la humillación y del sometimiento a la mediocridad reinante para tantos otros.
Las aberraciones cometidas con los niños por las dictaduras latinoamericanas y aireadas por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo a todos nos han conmocionado. Tanto como nos horroriza descubrir ahora que el robo de niños a sus indefensas madres presas, la obligada separación de estas y sus hijos lactantes en las cárceles, sus traslados de unas a otras en abarrotados e inmundos trenes de mercancías, las irregulares adopciones dadas incluso a verdugos de sus padres y propiciadas por disposiciones legales de cambio de nombres, las privaciones de la patria potestad sobre los hijos de los vencidos y de su derecho a educarlos para entregarlos a instituciones estatales que los formarían en el Espíritu Nacional y en el rechazo a la ideología de sus padres, e incluso los raptos sistemáticamente ejecutados en el extranjero por los Servicios de Falange Exterior de niños españoles antes evacuados por la República para alejarlos de los peligros de la guerra…, todos estos delitos de los hombres y las mujeres de la dictadura se cometieron aquí antes y entonces con la más absoluta impunidad.
Siendo conscientes de que aún tratando de ser breves en la exposición de estos horrores, la misma puede a alguien parecer desproporcionadamente tremendista, nos permitimos señalar que lo mostrado es tan solo parte de lo que cualquier lector interesado puede hallar en las innumerables obras sobre la materia recientemente publicadas. Animando a profundizar en el conocimiento de lo ocurrido en el pasado para evitarlo en el futuro, hacemos nuestras las palabras de Dulce Chacón, autora de “La Voz Dormida”, un novelado homenaje a los perdedores de la guerra civil, para quien “no es casualidad el que haya tantas publicaciones sobre la represión de la posguerra porque somos una sociedad que no se conoce a sí misma, y un pueblo sin memoria es un pueblo enfermo. Aquí no ha habido siquiera olvido, sino silencio. Es hora de que muera el silencio, ya que murió hace tiempo el tirano que lo impuso”.
Ourense, Enero de 2003.
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Enlaces a tres interesantes páginas web relacionadas con el tema:
www.memoriahistorica.org (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica)
www.asturiasrepublicana.com (Asturias Republicana)
www.riomon.com (Los Campos de Concentración Franquistas)
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