PATERAS
Solo desde la ignorancia y la desmemoria un pueblo olvida su pasado, por reciente que este sea.
José Cabañas González ---------------------------------------------------------------------------------------------- septiembre de 2001.
La marcha hacia lugares desconocidos en busca de un puesto de trabajo o de un refugio político que aseguren algo tan elemental como la supervivencia de quien se ve obligado a partir de su lugar de origen ha sido una característica de muchos pueblos, entre ellos el español. De ahí que no debiera extrañar que, superados esos momentos difíciles sean otros los que buscan en nosotros la ayuda que una vez recibimos.
Esta búsqueda de ayuda en nuestras latitudes se acentúa de un tiempo a esta parte, a la vez que se le oponen todo tipo de trabas, y muestra su prisma más dramático en las incesantes oleadas de pateras que desde el Magreb y el África Subsahariana continúan llegando a nuestras costas.
Preocupados por el fenómeno migratorio, como no podía ser menos en naturales de un pueblo como el nuestro con tan extensos vínculos con la emigración, y emigrantes también en un periodo de nuestra vida, han llamado esta vez nuestra atención dos recientes noticias de prensa: Una referida al hecho de que aún para la vendimia de este año se desplazarán a Francia unos veinte mil temporeros españoles. En la otra se narraba la Odisea, frecuentemente repetida entonces, de una veintena de compatriotas que en los años cuarenta desde Canarias, burlando los severos impedimentos de la época, en un desvencijado velero tan suicida como las pateras que hoy nos llegan, y después de una larga y difícil travesía, arriban a Venezuela, donde algunos de ellos se asientan definitivamente superadas las dificultades del principio y con las ayudas del gobierno del país. Lo uno y lo otro nos han movido a reflexionar una vez más sobre las causas y motivaciones de la emigración (ya lo hicimos en el número 58 de esta misma Revista), para concluir que por mucho que se enrevesen los modos y las condiciones sigue persistiendo en su origen la natural y legítima pretensión de los seres humanos de mejorar su estado y condiciones de vida acudiendo allí donde son demandados en la creencia del cumplimiento de sus expectativas.
Tenemos conocimiento, por otra parte, de la radicación desde hace algún tiempo en nuestro pueblo de varios inmigrantes procedentes de diversas tierras, algunos con sus familias, excelentemente acogidos e integrados entre nosotros, y ello nos alegra desde el convencimiento de que no podía ser menos en un pueblo con todos tan acogedor como el nuestro, y de que de este modo no hacemos sino continuar con una ya larga tradición de acoger a la vez que somos en otros lugares acogidos. Que el nuestro es un pueblo estrechamente vinculado a la emigración resulta obvio y evidente a poco que miremos a nuestro alrededor y a nuestras propias familias, pero si profundizamos en esa mirada descubriremos que esta peculiaridad se ha mantenido cuando menos durante todo el pasado siglo, y así cada uno de los fenómenos migratorios del momento ha tenido cumplida y extensa representación entre nuestras gentes.
La corriente que desde los últimos decenios del pasado siglo fluyó hacia Iberoamérica: Cuba y Puerto Rico, más tarde y hasta 1953 especialmente a Argentina, y después a Venezuela y Brasil, con 50.000 españoles desplazados anualmente por término medio llegando a los 150.000 en los años previos a la Primera Guerra Mundial (más un considerable número de clandestinos), tuvo notable incidencia en nuestro pueblo, y somos aún hoy bastantes quienes contamos entre nuestros abuelos uno o varios participes de aquella emigración que principalmente fue definitiva (son también aquí frecuentes las familias con parientes más o menos remotos sobretodo en Argentina), y en menor medida multianual, regresando al lugar al cabo de varios años al otro lado del Atlántico. Las causas de esta emigración, como las de todas, la doble necesidad: De sus protagonistas, en este caso agudizada por la presión demográfica frente a unos recursos siempre escasos, y de mano de obra en los países americanos de acogida. Las dificultades, a pesar de ser mermadas por las afinidades culturales y lingüísticas y la existencia de un transporte naval regular y de gran capacidad que aún así representaba una dura prueba, las suficientes y clásicas en toda emigración: El rechazo y discriminación de los naturales (en Argentina se aplicaba a todos los españoles el despectivo término de "Gallegos"), el trabajo en los empleos más duros y peor valorados, los alojamientos insalubres, que en lugares de este país andino llegaron a ser exclusivos ghetos para emigrados, los “Conventillos”, especies de corralas comunales con cuchitriles por viviendas....El historiador y literato Horacio Vázquez Rial nos ha legado en su obra FRONTERA SUR, de la que se ha hecho una meritoria película, un veraz relato de las condiciones de la emigración española de este periodo en Argentina. Este flujo migratorio hacia América que decayó hasta los años cuarenta salvo una breve recuperación tras el conflicto bélico, tornó entre 1950 y 1957 a las altas cifras de desplazados de los primeros años del siglo, hasta que al final de esa década es sustituido por el que se dirige a Europa.
Ya en los años cincuenta, especialmente en el quinquenio 1955-1959 comienza a adquirir creciente importancia la emigración multianual hacia Europa que, a partir de 1960, reemplaza a la dirigida a Iberoamérica y obtiene su máximo apogeo entre 1962 y 1973, con más de 50.000 e incluso de 100.000 emigrantes anuales además de una considerable emigración clandestina sobretodo en los primeros años. Según algunas estadísticas, tan solo en los cuatro años del periodo 1959-1962 esta corriente migratoria habría afectado a casi medio millón de españoles. A partir de 1973 esta emigración de jóvenes varones para trabajar como peones en la industria y de mujeres para el servicio doméstico, y dirigida principalmente a Francia, Alemania y Suiza y en menor cuantía a Holanda, Bélgica y Gran Bretaña, decae con el retorno preintencionado de muchos emigrantes, pero también motivado por la crisis económica general desatada aquel año que originó restricciones a nuevas entradas en los países de destino y creó un ambiente social contrario a la inmigración. Una vez más como causas del éxodo la doble necesidad: La de nuestros emigrantes de escapar de la pobreza, agravada en este caso por la recesión subsiguiente al Plan de Estabilización de 1959, y la amplia demanda de mano de obra poco o nada cualificada de los países europeos, ya entonces en pleno auge económico. Este fenómeno migratorio ha afectado y aún afecta a nuestro pueblo de un modo definitivo y trascendental, de manera que seguramente no existe aquí una sola familia en la que alguno o varios de sus miembros no han participado o aún participan en esta emigración europea y en el dinamismo social, económico y cultural que la misma incorpora. En cuanto a la emigración anual estacional a Francia para la vendimia, que como ya hemos dicho aún se mantiene, no hace tantos años que se desplazaban allí cuadrillas de vendimiadores desde nuestro pueblo.
Otro movimiento migratorio al que tampoco hemos sido ajenos es el de la migración interior, el trasvase de gentes desde el agro a las zonas urbanas e industriales. Así se produjeron aquí desplazamientos a partir de los años cuarenta buscando, como siempre, mejores oportunidades de vida primero a las incipientemente industrializadas comarcas mineras de nuestra provincia y a la capital, y más tarde y especialmente desde la mitad de los cincuenta hasta el inicio de los años setenta y coincidiendo con el masivo y general éxodo rural, sobretodo al País Vasco, Cataluña o Madrid, lugares donde se afincaron y residen nutridas colonias de jiminiegos, algunos de cuyos vástagos representan ya segundas y terceras generaciones en los otrora sitios de acogida. Esta migración interior también pagó su tributo de dificultades en unos tiempos en los que sobrevivir era tremendamente duro para muchos, cuanto más prosperar en los nuevos y desconocidos entornos urbanos.
Salvando por supuesto las enormes y trágicas distancias con los actuales tiempos en los que nuestro Estrecho es ya un inmenso camposanto en el que yacen las vidas e ilusiones de tantos inmigrantes, todas las emigraciones han tenido sus pateras, sus clandestinos. Aunque en términos generales nuestro país fue emisor de trabajadores hasta los años setenta convirtiéndose en receptor desde mitad de los ochenta, aquí a nuestro lado, en el cercano Bierzo, convivió con los últimos años de nuestro éxodo europeo una corriente migratoria eminentemente clandestina que desde Portugal se asentaba en la minería del carbón, y en la que se vino también a realizar otra de las constantes de la emigración, como es la de que a medida que un grupo de inmigrantes progresa laboral y socialmente integrándose en la sociedad de acogida (y hasta tal punto se integraron nuestros desplazados portugueses que bastantes de ellos terminaron acompañando a los naturales en sus periplos europeos) son sustituidos en sus ocupaciones (siempre minusvaloradas y rechazadas por los autóctonos) por nuevos grupos, y allí lo fueron por naturales de Cabo Verde, cuya integración en la comarca era presentada hace ya algunos años en la prensa nacional como modélica. Hoy posiblemente estas gentes, cumplida ya una etapa en su ascenso, estén siendo reemplazadas por otros inmigrantes más necesitados y en precario.
Volviendo a nuestro pueblo, creemos que en él se da hoy y después de tantos avatares migratorios la más clara y satisfactoria representación del paradigma del crisol, la mezcla y la multiculturalidad, lo cual mucho nos honra. Observamos así como entre nosotros y nuestras familias se dan las más variadas y enriquecedoras situaciones propiciadas por la dinámica de la migración: Contamos con inmigrantes establecidos, pero también con emigrantes retornados y con un todavía considerable número de otros en activo esparcidos por Europa, pero tal vez donde mejor se halle plasmado el esperanzador signo de los tiempos sea en aquellas familias en las que se participa de la doble condición de ser aquí ámbito de acogida para algunos de sus miembros mientras otros son a su vez acogidos en otras familias de otros lejanos lugares, viviendo, trabajando y progresando unos y otros, creando bienestar y riqueza para todos.
Ourense, septiembre de 2001.
El tren de la memoria
En el año 2005 se realizó el documental "El Tren de la Memoria", en el que sus autoras vienen a mostrarnos una visión de nuestra emigración europea de los años sesenta más acorde a la realidad de aquélla, despojada de muchos de los tópicos con que tendemos a representárnosla, y mucho más cercana de lo que nos gusta creer a las condiciones en que hoy se producen las migraciones que nos llegan .
La película se pasó en la 2 de TVE en el programa Documenta2 el 29 de septiembre de 2006.
Lo que sigue es parte de lo que de este documental se ha dicho:
=================================================
Sinopsis:
España. Años sesenta: Dos millones de españoles salen del país empujados por la necesidad. Su destino: Alemania, Francia, Suiza y los Países Bajos. La mitad son clandestinos y viajan sin contratos de trabajo. El ochenta por ciento son analfabetos. Ante ellos se levanta el muro del idioma y las costumbres diferentes.
España. En la actualidad: Otros necesitados llaman a la puerta de un país próspero. Casi nadie se acuerda de la otra historia. Josefina sí. Ella recuerda su viaje en el tren de la memoria. Destino: Núremberg, Alemania.
"El tren de la memoria" retrata el éxodo de dos millones de españoles que buscaron la prosperidad en Europa en los años sesenta. Se fueron para unos meses, se quedaron treinta años. El documental pretende cubrir una laguna en la reciente historia de España y saldar una deuda con los protagonistas de unos tiempos difíciles de los que apenas sabemos algo más que una escueta historia oficial y unos cuantos tópicos.=================================================
Radio Praha (Emisión de la Radiodifusión Checa para el Exterior) (15-12-2006)
El jueves se presentó en el Instituto Cervantes de Praga el documental "El tren de la memoria", la opera prima de las directoras Ana Pérez y Marta Arribas."El tren de la memoria" narra la historia olvidada de los cientos de miles de españoles que emigraron a Europa durante el franquismo, principalmente a Alemania. En pleno debate sobre la recuperación de la memoria histórica en España, las jóvenes directoras han aportado su granito de arena para que no se olviden los capítulos oscuros de la historia reciente española. Radio Praga estuvo con Ana Pérez, una de las directoras, quien nos habló de "El tren de la memoria".El tren de la memoria" narra una historia muy dura, verdad?"Bueno "El tren de la memoria" narra una historia que yo creo que, aparte de dura, ha sido casi olvidada por los españoles. Ahora que somos un país de acogida de emigrantes parece que nos hemos olvidado de que también nosotros tuvimos que salir a buscarnos la vida fuera de nuestras fronteras. Entonces es un toque de atención de decir que nosotros no somos tan diferentes de la gente que viene ahora y llama a nuestra puerta."Cómo surgió la idea de llevar a las pantallas "El tren de la memoria"?"Yo creo que es una historia que no se había contado suficientemente por dos razones, una por el propio franquismo, en la época de Franco no estaba muy bien visto el contar que dos millones de personas tuvieron que salir de nuestro país, un país en el que había mucho analfabetismo, muchas necesidades... Y por otro lado los propios emigrantes también han maquillado mucho su pasado, les es duro contar que pasaron muchísimas necesidades y han contado que les fue mucho mejor que lo que les fue, entonces creo que es una historia que se tenía que contar."Ha sido difícil el proceso de creación de "El tren de la memoria"?"Pues ha sido difícil por un lado por esta falta de material de archivo, que realmente en España sólo había unos trocitos del NODO, una cosa absolutamente delirante como era el Nodo, una imagen muy folklórica y típica del asunto, y por otro lado ha sido difícil también encontrar emigrantes que nos abrieran su corazón y que sinceramente nos contaran cómo había sido esa experiencia.""El tren de la memoria" tiene como objetivo aportar su granito de arena a la recuperación de la memoria histórica?"Yo creo que aunque no es una historia de la Guerra Civil, sí es una historia resultado también del franquismo y de esa etapa negra de nuestra historia, una España miserable, una España con hambre. Entonces en ese aspecto sí creo que en estos momentos con esa polémica de la memoria histórica sí puede aportar una reflexión de una memoria histórica además mucho más cercana porque esto fue relativamente hace poco tiempo. Nos gusta que la película se vea en ese contexto."Cuáles son sus próximos proyectos?"Con mi compañera Marta Arribas, la otra codirectora del documental estamos en otra historia y seguramente también una historia de emigración, pero de una emigración de ahora, de los emigrantes que vienen ahora."=================================================
El Diario Vasco Sábado, 17 de marzo de 2007.
"El tópico del Vente a Alemania, Pepe, que reflejaba la supuesta prosperidad que disfrutaban los emigrantes españoles en los años 60, tiene un contundente contrapunto en El tren de la memoria. La película recuerda que aquellos fueron tiempos difíciles para muchos emigrantes españoles que se fueron sin saber muy bien a donde iban, y que estuvieron trabajando en la industria, a veces en condiciones muy duras.
«Yo soy de un pequeño pueblo de Palencia», relata Josefina Cembrero, la protagonista del documental. «A los 16 años me metí en el tren que iba a Alemania sin saber muy ni dónde estaba el país. En el autobús que nos llevaba a la estación, a la una de la madrugada, firmamos el contrato laboral». Josefina estuvo allí 14 años, levantándose a las seis de la mañana y trabajando hasta las cinco de la tarde, durmiendo en dormitorios colectivos en los que se separaban a los hombres y las mujeres, y conociendo lo que es sentirse inferior y menospreciado. «Yo en mi pueblo era una persona más, querida por todos, de familia obrera y acostumbrada a trabajar. Pero te subes a un tren y de pronto eres una emigrante, y tienen derecho a acomplejarte y humillarte». Josefina se dio cuenta, como otros, que si no se unían no conseguirían ni los mínimos derechos. Y cuando volvió a España siguieron las dificultades: «Te encuentras que no perteneces a ningún sitio, como emigrante en tu propio país». Desde entonces Josefina se ha dedicado a trabajar en asociaciones de ayuda a los emigrantes, aunque la última de ellas se ha cerrado, por falta de subvención.
«La historia de la emigración española está llena de mentiras, se maquilló convenientemente y todos nos hemos creído esa versión, porque es más duro enfrentarse a la verdad y la historia», manifiesta Ana Pérez, codirectora de la película con Marta Arribas. «El tren de la memoria es un homenaje a la dignidad de unas personas que han sufrido mucho y que despertaron a los sindicatos y las reivindicaciones laborales en situaciones muy difíciles. Entonces había más solidaridad, porque una gran mayoría trabajaba en fábricas, ahora los emigrantes están más dispersos y les resulta más difícil agruparse».
En el documental algunas personas cuentan lo que nunca creyeron que iban a revelar. «Se fueron abriendo y salieron cosas que no habían contado ni en su familia, por el grado de humillación que suponían», explica Ana Pérez. «Pero la historia se repite, y ahora está ocurriendo en España lo mismo. No podemos estar devolviendo a los emigrantes a su lugar de origen sin saber ni cómo ni a dónde vuelven».=================================================
Un enlace: http://documentales.blogspot.com/2005/05/el-tren-de-la-memoria.html