En el anterior número de la Revista JAMUZ, el 82, correspondiente al Otoño de 2005, nuestro compañero en las páginas de aquella, don Pedro Alonso Álvarez, sacerdote y Párroco desde hace años en el pueblo de Arganza, en El Bierzo, publicó un artículo que aquí reproducimos íntegra y literalmente, y que tituló:
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LA VUELTA DE LOS RENCORES
Revisionistas peligrosos. Sólo así se puede calificar a algunos partidos con representación parlamentaria. Con el agravante de que son quienes apoyan y condicionan el gobierno. Es el caso de Esquerra Republicana e Iniciativa per Cataluña-Verdes. Según han manifestado a un diario, su gran inquietud es Zapatero, que lleva 17 meses en el poder, lleva también un año de retraso en redactar el proyecto de ley "de memoria histórica". Se trata de una norma para honrar el recuerdo de los contendientes de la Guerra Civil y de las víctimas del franquismo.
Pero hay algo que pone nerviosos a esos diputados: la intención de la vicepresidenta Fernández de la Vega de incluir en esa ley a los contendientes de los dos bandos: los que defendieron la legalidad de la II República y a los que militaron en las tropas Nacionales. Según sus señorías, sólo se debe honrar la memoria de los primeros, de los republicanos, porque los segundos ya han sido muy honrados durante cuarenta años de Franco y los treinta de la transición y democracia.
La comparación es válida, pero "rezuma odio y revanchismo". ¿A qué viene ese intento de resucitar a las dos Españas que más cruelmente se mataron? ¿A qué? Entenderíamos que se hiciera un homenaje y que fuese planteado como lección de una nación que tales hechos nunca jamás se volviesen a repetir. Entenderíamos que se promoviera un esfuerzo colectivo para restaurar la honra de muchas víctimas, que fue vilipendiada por motivos ideológicos y por rencores acumulados. Todo eso entenderíamos.
No se entiende, en cambio, que el honor debido a una parte, cuando se trata de la Guerra Civil, se rinda a costa de borrar el recuerdo de la otra. ¿Hará falta repetir que por desgracia fue una guerra entre hermanos? ¿Hará falta recordar que muchos soldados de ambos bandos fueron arrancados de sus pueblos, sin que supieran a qué milicias iban destinados? ¿Hará falta recuperar las historias de familias cuyos hijos lucharon en trincheras distintas? Pero, sobre todo, insisto, ¿por qué esta necesidad de humillar a unos para honrar la memoria de los otros?
Todos fueron víctimas de un tiempo, de fanatismos diversos, pero coetáneos. Todos fueron nuestras víctimas. Marginar expresamente, desde la voluntad política, a un bando, quizá sea el peor servicio que se pueda prestar a la paz civil. Sólo se puede decir a esos diputados: oigan, que hemos logrado una convivencia admirable; oigan, que se están superando los rencores; no estropeen lo que tanto nos ha costado conseguir. Hagamos justicia con la memoria histórica, pero sepan que es suicida usarla para enfrentar.
D. Pedro Alonso
No es la primera vez que en la Revista JAMUZ me he considerado obligado a dar la réplica a afirmaciones mantenidas por nuestro ilustre convecino. Ya lo hice en el número 57, el publicado en el Otoño de 1999, con mi colaboración entonces titulada "El pasado no se elige" (a la que enlaza el correspondiente botón a la derecha), en la que traté de mostrar a Don Pedro, con sus propias palabras, la incongruencia de abogar en su obra "JIMÉNEZ DE JAMUZ. SU HISTORIA", publicada dos años antes bajo patrocinio de nuestro Ayuntamiento y con la colaboración de la Diputación leonesa, por ejercicios de recuerdo y cariño a nuestros antepasados y por la extracción de lecciones provechosas de nuestra historia, y mantener perpetrar en la misma, hurtando su conocimiento, el interesado, consciente y selectivo olvido de tal trascendental hecho en la historia cercana de nuestro pueblo como sin duda fue la represión allí ejercida en los meses de septiembre y noviembre de 1936.
De igual modo he considerado ahora oportuno contestar y rebatir, también en la Revista JAMUZ, lo manifestado por Don Pedro, y lo he hecho, en el número 83, del Invierno de 2005, con el también literal y siguiente texto:
NEGANDO LA MAYOR
José Cabañas González diciembre de 2005
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En el pasado número nuestro compañero en estas páginas D. Pedro Alonso manifestaba en su artículo LA VUELTA DE LOS RENCORES una serie de afirmaciones que, sin ánimo de polemizar, como integrante del colectivo al que las aplica, el de quienes pretenden en nuestro país la Recuperación de la Memoria Histórica, y desde el convencimiento de que no se ajustan, en mi modesta apreciación, a la realidad de los hechos, no puedo por menos que rebatir y matizar:
Califica D. Pedro de "revisionistas peligrosos", y les adjudica "el agravante de que son quienes apoyan y condicionan el gobierno", a "algunos partidos" y a sus Diputados, inquietos por el retraso del "proyecto de ley "de memoria histórica", y "nerviosos" por "la intención…de incluir en esa ley a los contendientes de los dos bandos". No entendemos ese agravante al que D. Pedro se refiere; más bien creemos que forman parte de las normales reglas del juego democrático los apoyos y condicionantes que un Gobierno en minoría ha de conciliar. Ya sucedió en el pasado con otros Gobiernos..., e incluso hay quien opina que es recomendable que esto ocurra, por suscitar mayores consensos, frente a las imposiciones que posibilitan las mayorías y los "rodillos" parlamentarios.
La inquietud por el retraso se explica considerando la fecha de creación de la Comisión Interministerial para el Estudio de la Situación de las Víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo (23 de julio de 2004), cuyo cometido era ultimar, en unos plazos sucesivamente incumplidos, y según el Real Decreto 1891/2004, "el estudio de los derechos reconocidos a las víctimas de la guerra civil y a los perseguidos por el régimen franquista", con la pretensión, en palabras de su Presidenta, de "reparar la dignidad y restituir la memoria histórica y la rehabilitación de los republicanos represaliados por el franquismo", así como la avanzada edad de las victimas a las que tan esperada Ley destinaría esas reparaciones.
El nerviosismo, e incluso la decepción y el descontento, se justifican por el cambio de guión acontecido y el propósito sobrevenido, según la titular de la Comisión, de "elaborar una Ley que contente a los dos bandos", porque como acertadamente y en "válida comparación" pone D. Pedro en boca de Sus Señorías, "los segundos (los Nacionales) ya han sido muy honrados durante cuarenta años de Franco y los treinta de la transición y democracia". Siguen siendo muy honrados, añadimos. Aún prevalecen en numerosos muros de nuestros templos, como el cercano de Santa María, en la Bañeza, o el de Arganza, en El Bierzo, del que hasta su reciente jubilación ha sido D. Pedro responsable, dedicatorias y recuerdos a los muertos de un solo bando, a una sola clase de caídos, sin que en uno y otro hayan retirado las discriminatorias inscripciones o las hayan "reconvertido", en aras de la "paz civil" y la "convivencia" por las que D. Pedro aboga, como en algunos casos y lugares y mediante los oportunos retoques se ha hecho, en monumentos a la memoria de todos los caídos en la contienda, sin distinción de "bandos". Y no creemos que haya un ápice de revisionismo en aflorar la historia oculta, en restituir la verdad de lo acontecido (…esa verdad que "nos hará libres", según Cristo…) sin falsedades, tergiversaciones u olvidos selectivos e interesados tantas veces por tantos perpetrados…
Tampoco creemos que recuperar la Memoria de los por tanto tiempo preteridos además de denigrados "rezume odio y revanchismo" y suponga que "vuelvan los rencores"; es más: afirmamos que no es así. Como sostenemos que "el honor que para una parte se pretende" no "borra el recuerdo de la otra", ni "enfrenta", ni "margina" ni "humilla a unos para honrar a los otros" la Memoria… Creemos que quienes tales extremos aseveran toman en realidad partido por el mantenimiento de la memoria parcial, incompleta e injusta, por la exclusiva memoria de los vencedores. Lo único que mueve, el solo sentimiento que anima a quienes procuramos el rescate de los vencidos del silencio es resituarlos en el digno lugar que en la Historia, en nuestra Historia, les corresponde; restituirlos en su condición de personas honestas, tanto, al menos, como aquellas otras a las que se ha rendido y se rinde honor en los muros de tantas iglesias, y ello desde las exigencias que nos imponen la justicia de lo pretendido, la equidad con el trato dado a las "privilegiadas" víctimas franquistas, e incluso la caridad cristiana que a D. Pedro ha de ser, sin duda, tan cercana y que habría de bastar para que algunos dejáramos ya de tener a nuestros muertos, republicanos, en desconocidos montes y cunetas en vez de arropados por la más digna tierra de un camposanto.
Y no "resucita las dos Españas" la Memoria; al contrario, las integra desde el conocimiento honesto de la "lección" que nuestra Historia, la de todos, nos brinda. El "homenaje" al que D. Pedro alude y se supone que desea, el "esfuerzo colectivo" que parece propugnar, ya lo realizamos en nuestro pueblo en septiembre del año 2003, promovido por quienes reivindicamos la Memoria republicana, y dedicado, en coordenadas de reconciliación, respeto y concordia, a nuestras víctimas de uno y otro "bando", a los asesinados en los caminos y a los "soldados arrancados de sus (nuestros) pueblos" y caídos en los frentes… Lástima que no nos acompañó entonces D. Pedro (seguro que ineludibles responsabilidades de su sagrado ministerio se lo impidieron),… y bien que lo sentimos, porque de haberlo hecho hubiera comprobado por si mismo el aquilatado y sereno espíritu que en la Memoria Histórica nos alienta y lo desacertado e impropio de achacar a quienes con nuestros solos, limitados y particulares recursos nos ocupamos en restituirla, pretensiones de propiciar vuelta alguna de rencores.
Ourense, diciembre de 2005.
José Cabañas González
Estas fotografías son muestra de una de aquellas "reconversiónes" aludidas y no realizada por D. Pedro en la iglesia de Arganda en todo el tiempo que de ella fue responsable. Las imágenes son del monumento o "Victoria" situado en el Parque de San Lázaro, en Ourense, por muchos años dedicado a los "caídos por Díos y por España", y desde hace ya tiempo "reconvertido" mediante la retirada de sus inscripciones, quedando así como un monumento "neutro", o dedicado "a los caídos" sin mayores añadidos, a unos y otros caídos, a todos.