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Nuestros Munícipes de Antaño

El Punto de Inflexión del 36

                       José Cabañas González                                                                                                         octubre de 2006                

                                                                                  

        Pretendemos mostrar aquí y a través de esta sección algunos retazos de lo que fue la vida municipal de nuestros convecinos de hace unas cuantas décadas, de nuestros antepasados; y lo haremos desde lo que de las ocupaciones, intereses e inquietudes de aquellos habitantes de nuestros tres pueblos ha quedado recogido en las Actas de las sesiones de las diversas Corporaciones por las que entonces se gobernaron. Abarcan las que disponemos desde la fecha 14 de julio de 1930[1], hasta el 28 de junio de 1938, y aún siendo la visión que ellas nos desvelan parte tan solo de una realidad más amplia, colegimos de las mismas la existencia de una intensa y rica vida municipal en nuestro Ayuntamiento en tal periodo.

       Llama nuestra atención la frecuencia semanal con que se realizaban las más de las veces las sesiones ordinarias, los domingos por la mañana en no pocas ocasiones, salpicadas además de abundantes reuniones extraordinarias. Se nos impone y patentiza el esfuerzo, incluso el sacrificio, al que se sometían aquellos regidores, todos, de todo color político, y como lo hacían compatible con sus nada regaladas vidas y sustentos. Remarcable nos parece también el modo en que habitualmente se toman decisiones: por unanimidad. Apenas se vislumbran las adscripciones ideológicas de unos y otros en las diversas Corporaciones que se van sucediendo; parece como si al margen y por encima de ellas se pretendiera y se trabajara, en su conjunto, por la mejora del Municipio, de los tres pueblos, de todos sus vecinos. Libro de Actas. Año de 1938

       Ocasión tendremos, en próximos trabajos, de ocuparnos de lo que en las Actas quedó escrito sobre la gestión municipal de los años en que la monarquía agonizaba y advenía la nueva era republicana, y de lo qué, y cómo, en tal etapa aquí  se administraba. En este nos vamos a ceñir a lo que tales documentos certifican[2] del tiempo en que los días de aquel sistema republicano estaban ya contados, a las que serían sus últimas sesiones: las de la Comisión Gestora nombrada el 24 de abril de 1936, y a las primeras del nuevo régimen de alzados, la que fue impuesta el 26 de julio del mismo año y algunas más que la siguieron, punto de inflexión aquella en nuestro discurrir municipal, y que vino a inaugurar nuevas y duraderas formas.

       Conviene señalar que no se celebraron en nuestro Ayuntamiento más Elecciones Municipales que las del 12 de abril de 1931, que fueron aquí, como en muchos otros lugares, repetidas el 31 de mayo siguiente al haberse producido alguna denuncia de irregularidad (que, por otra parte, desconocemos) en aquellas.   Se mantiene la Corporación elegida el último día de mayo desde el 26 de junio del 31, en que toma posesión, hasta el 24 de abril de 1936, en que, haciendo uso el Gobernador Civil de la provincia de la facultad legal conferida por las disposiciones republicanas para cesar Corporaciones y sustituirlas por Gestoras Municipales políticamente afines o cercanas en su composición al abanico político que en cada momento integra el Parlamento, y obedeciendo sin duda entonces al nuevo reparto de poder surgido de las Elecciones Generales del 16 de febrero, con el triunfo del Frente popular, es cesada[3] y se nombra, por su mandato mediante Oficio del día 10 que llega por la Guardia Civil el 22 por la tarde, una nueva Gestora de la que forman parte: Miguel Mateos Cela, como Alcalde, y los Concejales: Francisco Martínez Vivas, Domitilo González Lobato, Francisco Martínez Álvarez, Ángel Vidal Murciego, Victorino Alonso Villar, Baltasar Chana Alonso, Francisco Martínez Gutiérrez, Isidoro Estravís Cela, y  Francisco de Blas Fernández.

Firmas de los últimos Gestores republicanos.       Comenzó esta Gestora su andadura, que habría de ser breve, con la sesión del 3 de mayo, domingo, a las nueve de la mañana, en la que el Concejal Domitilo González Lobato[4] retoma un viejo asunto como era el de la escasa dotación escolar de nuestros pueblos, señalando como por ella en el de Jiménez, habiendo solo dos Escuelas (una de Niños y otra de Niñas) el Maestro admite a clases una semana a una mitad y a la siguiente a los restantes escolares. Propone solicitar del Poder Público los materiales para dividir las dos Escuelas ya existentes y hacer de ellas así cuatro, y “estimular en forma de ruego” al Sr. Maestro, en tanto aquello se consigue, “para que admita a todos los niños en lo sucesivo, a pesar de rebasar hoy del número de matrícula legal, teniendo en cuenta que a partir de esta época y por razón de las apremiantes faenas del campo dejan de asistir muchos niños y por ello desciende la matrícula”. Es secundado por el Concejal Francisco Martínez Álvarez, quien expone como en Santa Elena, que carece de local propio de Escuela de Niñas y de casa-habitación de la Maestra[5], existe un solar “de amplias y hermosas condiciones, antes Ermita Católica, hoy derruida y abandonada”, el cual propone se pida a quien proceda para construir en el mismo con premura lo que con tanta necesidad y justicia se precisa.

       Ya en sesión extraordinaria del 21 de agosto de 1931 había la Corporación de entonces concluido, al amparo de las disposiciones favorecedoras de laenseñanza del Ministerio de Instrucción Pública, que se necesitaban Escuelas y reparación de las existentes en los tres pueblos del Municipio, y se solicitaba subvención al Estado  para ello. En la ordinaria del 7 de septiembre de aquel año se presentaba informe de la Comisión de Instrucción Pública municipal[6] según el cual “en Villanueva no existe edificio Escuela de Niños, y los de dicho pueblo se ven privados de los beneficios de la enseñanza, pues por haberse establecido ésta en un local que carecía en absoluto de condiciones, fue reclamado con fecha 14 de octubre de 1927 por el Inspector provincial de 1ª enseñanza”.  En Santa Elena “ya fue construida  por cuenta exclusiva del pueblo la única Escuela Mixta que existe, sin subvención del Estado, costando a los vecinos un verdadero sacrificio[7]. En la actualidad se halla concedida la creación de una nueva para niñas”, cuyo edificio es necesario construir. En Jiménez de Jamuz “se ha construido un edificio para dos Escuelas Unitarias, una para cada sexo, y una casa-habitación para los profesores, independiente, cuyo costo de los dos edificios han sido sufragados por el pueblo exclusivamente. Las residencias de los Maestros “están en ruina e inhabitables pues habitan otros edificios cuyo alquiler satisface el Ayuntamiento. Procede la construcción de dos Escuelas unitarias (más) por rebasar la matrícula de cada Escuela de 120  alumnos”.

       Se acordó en la misma sesión del 3 de mayo, además, reconstruir o levantar con urgencia las tapias del nuevo Cementerio Municipal del pueblo de Jiménez, y las del Cementerio Civil, por contratación directa o mediante prestación personal (“Hacendera”). Ya en la sesión ordinaria del 11 de agosto de 1930, siendo Alcalde D. Miguel Peñín Ramos, se manifestó la imperiosa necesidad de terminar de una vez este cementerio, el cual, después de diversos avatares, fue abierto al uso el 7 de marzo de 1932, a la vez que se clausuraba el viejo. Debieron de continuar sus incidencias, a la luz de lo que ahora se decide.

       En la sesión del 10 de mayo se dispone, “por ser de imprescindible necesidad y además para resolver el paro obrero que ha surgido en este municipio, construir un camino vecinal desde el pueblo de Herreros de Jamuz pasando por el de Jiménez hasta el de Santa Elena, del cual se carece por ser de herradura e intransitable”. Solicitan para ello subvención a la Diputación Provincial, “ofreciendo los arrastres de los materiales por cuenta de ambos Ayuntamientos, este y el de Quintana y Congosto, al que Herreros pertenece, en la proporción que les corresponda, y por prestación personal”. Habían iniciado la reunión a las once, y la finalizaban a las cinco y media de la tarde.

       El 31 de mayo celebran de nuevo sesión ordinaria, en la que rinde cuentas a la Comisión Gestora el Depositario de los fondos municipales D. Francisco Cabañas Carnicero. La Comisión de Policía Urbana y Rural informa y dictamina, y el Ayuntamiento acuerda, por unanimidad, como siempre y también en este periodo, la retirada de unos metros de pared construida en Santa Elena por Victoriano Esteban Rubio y que obstruían el cauce de las aguas del Reguero de la Fuente. Se nombran los nuevos Vocales del Repartimiento General de Utilidades para el año actual y el pasado de 1935[8], y se determina procedan a confeccionar el presupuesto de esta imposición municipal y la distribución del cupo que corresponde a cada pueblo[9]. Acuerdan atenerse a la resolución, que consideran justa y legal, del 24 de enero de 1930, de la Corporación de entonces, que hacen ahora suya y obliga a rebajar la Calle del Rosario, en Jiménez, a Martín Pastor Álvarez y Atanasio Pastor Cabañas frente a las fachadas de sus casas, “a fin de que discurran las aguas pluviales fácilmente por dicha calle hacia la de Higinio Fernández”. Terminan a las seis de la tarde la sesión que habían iniciado a las nueve de la mañana.

       En la del 7 de junio, ordinaria, reciben solicitudes de vecinos de adjudicación de terrenos sobrantes de algunas vías públicas, para ser incorporados a sus fincas previo pago a las arcas públicas del valor establecido. En la extraordinaria del 12 del mismo mes se exige rendir cuentas al Recaudador de Impuestos del Ayuntamiento, D. Tomás Álvarez Peñín; se examinan minuciosamente desde las tres a las nueve de la tarde las que aporta, y se suspende a esta hora la sesión sin haber finalizado dicho examen. El día 16 se reúnen de nuevo los Gestores en sesión extraordinaria, y en ella acuerdan suspender de empleo y sueldo por ocho días, seguido de destitución definitiva del Depositario de los fondos municipales (la que formalizan en la sesión extraordinaria del día 25 del mismo mes de junio) por no ofrecerles garantía su gestión ni merecer su confianza; se le requiere el ingreso de las 1.323,14 pts. que adeuda al Ayuntamiento. Deciden también “obligar a que residan en este Municipio el Médico y el Veterinario titulares según lo determinan las disposiciones vigentes, por ser de toda necesidad y conveniencia para la higiene y salubridad pública de los vecinos y sus animales”, pretensión esta que ya habían abordado otras Corporaciones (incluyendo también al Farmacéutico municipal), sin conseguirla, por lo que se ve, como fue el caso de la que celebró la sesión extraordinaria del 1 de julio de 1932.

       En la ordinaria del 28 de junio de 1936 se aprueba el Presupuesto municipal para el año en curso, que asciende, nivelado en igual cantidad para Ingresos y Gastos, a 46.824,51 pts[10]. En la sesión del 5 de julio resuelven ceder a Dª Sofía Alija Santos, de Villanueva, el terreno solicitado, patrimonio municipal sobrante de la vía pública, por 25 pts, “por no perjudicar a nadie y tratarse además de una jornalera humilde”, y a D. Pedro Peñín González, de Jiménez, por el justo precio de 150 Pts, un rincón de las mismas características que incorpora, saneándolo, a una huerta de su propiedad, obligándose a dar salida en todo tiempo a las aguas de la Fuente del Valle.

       El 12 de julio la Comisión Gestora admite la renuncia en el cargo del “ExDepositario” de los fondos municipales (lo había sido desde 1930), quien efectúa el ingreso de la cantidad que adeudaba (menos 108,92 Pts que se le deducen y ha pagado por “utilidades” de riqueza mobiliaria). Al carecer ya y en este acto de Depositario, nombra la Corporación como tal y con carácter provisional que se hace cargo de dicha suma al Concejal Domitilo González Lobato, el cual “la ingresará donde se le indique más conveniente y necesario, en la cuenta correspondiente que rendirá cuando se le exija”.

       En la siguiente sesión del día 19 estaba requerido a comparecer para la liquidación definitiva de la cantidad de 924,20 Pts. que  desde 1930 adeudaba al Ayuntamiento, quien había sido entonces su Recaudador de Impuestos, D. Gaspar Cabañas González. No compareció, por cierto. Antes, el 7 de julio, se instaba al cura párroco de Jiménez a reconstruir con urgencia los trozos de pared derruidos del antiguo Cementerio Parroquial que circundaba la Iglesia, en el que, según denuncias de vecinos, campaban perros y cerdos escarbando entre las fosas. Se había clausurado este cementerio en marzo de 1932, como ya se dijo, y seguía siendo de titularidad eclesial, toda vez que así se había mantenido, seguramente ante la inmediata apertura del cementerio nuevo, cuando en febrero del mismo año, en la sesión ordinaria del día 15, la Corporación de entonces acordó incautarse de los Parroquiales de Villanueva y Santa Elena, y hacerlos municipales, al amparo del Decreto del Ministerio de Justicia del día 30 de enero sobre secularización de cementerios y carácter de los enterramientos, requiriendo la entrega de sus llaves al Alcalde, “y de éste a los Tenientes de Alcalde donde proceda”.

       A propósito del incumplimiento de aquel Decreto en lo referente a los sepelios católicos como actos públicos, el día 15 de julio de 1936 se cursa Oficio de la Alcaldía a los párrocos[11] urgiéndoles la observancia de lo determinado para permitir dichos sepelios “con asistencia de Sacerdote revestido y con Cruz alzada”. Eran los requisitos que el finado hubiera manifestado expresa y fehacientemente su voluntad de ser con tal ritual católico enterrado, en testamento, escritura pública o escrito de puño y letra, consignados en el Registro establecido en el Juzgado municipal al efecto. No eran exclusivos de nuestro Municipio los cambios producidos en torno a los cementerios, los entierros, y el culto religioso; se estaban dando, propiciados por la nueva situación y la legislación subsiguiente, en los mismos tiempos en numerosos lugares, también y tan cercanamente parejos como similares eran las localidades y sus respectivos pobladores, en el de Grajal de Campos[12], donde además hubieron de celebrarse procesiones en el interior de la Iglesia cuando por fundadas razones la autoridad municipal no las permitía en los espacios públicos. Por otra parte, un requisito similar al entonces reglado para el entierro católico instauro la Iglesia en nuestro pueblo, por su cuenta y con el beneplácito del poder civil, poco después, al exigir a los fieles “resistentes” protestantes manifestación documental de serlo (“Cédula de Enterramiento” le llamaban) para permitirles el sepelio según su culto, so pena de imponerles, de no presentarla, el ritual romano por la fuerza.     

       El 19 de julio de 1936, domingo, a las cinco de la tarde, se reúnen los Gestores en la sesión ordinaria programada, de rutina. Dos días antes, “el 17, a las 17” había estallado la sublevación militar en Melilla, y para entonces algunas noticias habrían llegado aquí, al menos al pueblo de Jiménez y seguramente a través de las dos radios de que algunos vecinos disponían[13]. No obstante no trasluce el Acta que de la misma se levanta ningún especial sobresalto más allá de la lógica preocupación por la situación producida, fruto de la cual es el acuerdo unánime de nombrar “para la debida garantía del orden público en este municipio, alterado con alguna frecuencia particularmente en el pueblo de Jiménez[14], nueve Guardias municipales, cuyos cargos son por ahora gratuitos, ya que espontáneamente lo han solicitado los siguientes residentes de aquel pueblo integrantes de la Juventud Socialista y de la Agrupación: Ángel Vidal Murciego, Rafael Mateos Martínez, Tomás Benavente García, Fausto Vidal Pastor, Manuel Murciego Peñín,  Salvador de Blas Peñín, Juan Sanjuán Sanjuán,  Primitivo Posada Ríos, y Crescencio González Murciego. Se designa al primero  Inspector Delegado, bajo cuya dirección han de estar los demás, y todos a las órdenes del Sr. Alcalde como jefe común, y se dispone que se les provea de credenciales, se les solicite el uso de armas cortas gratuitas y se les forme el correspondiente Reglamento al cual han de atenerse, así como a cualquier orden que les transmita esta Alcaldía”[15]. Sesión de rutina como decimos, y así, se nombra además Comisionado para el ingreso en Caja de los Mozos de aquel año, y se aprueban algunas cuentas, entre ellas la de 8 Pts por el importe de la encuadernación de la fotografía del Excmo Sr. Presidente de la República D. Manuel Azaña.Portada del libro "Grajal de Campos. La década conflictiva: 1930-1939"

       Una semana después, el 26 de julio, concurre al Ayuntamiento a las nueve de la mañana Manuel Gordón de la Fuente, con Oficio del día anterior del Comandante Militar de la Plaza de La Bañeza que “le autoriza a constituir una Comisión Gestora municipal con las personas que él consigne”. Lo que hace, designando a los siguientes, que la forman: Justo Murciego Fernández, Francisco González Alonso, Esteban Cabañas Vidal, Germán Santos Martínez, Simón Rubio, Federico Cabañas Vidal, Leopoldo Rubio Pérez, Vicente Fernández Vidal, Tomás González Esteban, y Gaspar García Ares. Nombran al primero Alcalde, y éste y los Tenientes de Alcalde no reciben las insignias de sus cargos por estar aún en poder de los anteriores Gestores. Disponen publicar  bandos  para  “hacer saber  al vecindario entreguen cuantas  armas  tengan  en  su   poder  con el fin de normalizar el orden público que ha estado completamente perturbado y se respete el principio de la Autoridad.”

       El 4 de agosto, a las siete de la tarde, D. José Olegario Fernández González[16], Secretario y Jefe Provincial de Falange Española, con facultades del Comandante Militar de La Bañeza y según Circular del Gobernador Militar de la Provincia, remodela la Gestora, reduciéndola a siete miembros y sustituyendo a quien era Alcalde[17]. Citan para el día 9 a ser desposeídos de las insignias municipales a quienes aún las conservan, pero antes, el  mismo día 26 de julio, el recién impuesto Alcalde “manu militari” había remitido escrito al último Regidor republicano, Miguel Mateos Cela, requiriéndole “la entrega inmediata del bastón de mando y del sello de la alcaldía que tiene en su poder como Alcalde que ha sido”, y le prevenía que “de no hacerlo, será sumariado militarmente”[18]. Eran ya los tiempos y las maneras del Nuevo Estado, comenzaban en la vida municipal y en todo lo demás nuevas formas que iban a durar cuarenta años.

 

Ourense, octubre de 2006.

 



[1] Se conservan en nuestro Ayuntamiento Actas municipales desde  la sesión del 19 de agosto de 1887.

[2] Por mano del Secretario D. Pedro del Palacio Alonso y de su ajustada y atractiva prosa, que ya lo era del Ayuntamiento antes de las fechas que estudiamos, lo fue en las mismas, y continuó siéndolo después.

[3] La formaban, hasta entonces, el Alcalde, Miguel Gordón Sanjuán, y los Concejales: Rafael Mateos Cela, Simón Bolaños González, Antonino Rubio García, Honorio de Blas Álvarez, Tomás Cabañas Carnicero, Victoriano Domínguez Peñín, Domingo González Esteban, Vicente Murciego Fernández, y Maximino Chana Alonso. (Los dos primeros Concejales eran socialistas)

[4] Me honro en mencionar que se trataba de mi abuelo materno, quien sería nombrado por sus compañeros de Corporación en la sesión del 10 de mayo para integrar la Comisión Municipal de Instrucción Pública.  .

[5] Por alquilar lo uno y lo otro paga el Ayuntamiento 300 pts. anuales, al igual que pagaba en Jiménez en 1931 por la Escuela de Niños y la casa del Maestro.

[6] El cual contiene además interesantes datos sobre el presupuesto municipal y la situación económica y agraria del momento en el Municipio.

[7] Los fondos para ella se obtuvieron en 1908 de subasta de terrenos públicos, siendo Alcalde Ceferino Cabañas (lo fue hasta 1914), y Secretario Francisco Vivas. (Datos aportados por Porfirio Gordón en el número 84 de esta Revista).

[8] Estos nombramientos de “la Gestora izquierdista” son anulados en la sesión ordinaria del 6 de septiembre del mismo año por los Gestores del nuevo régimen.

[9] Con arreglo a los bienes (“utilidades”) de que disponía cada vecino contribuyente, y según baremo establecido, se asignaba su contribución o impuesto.

[10] Como referencia, los Presupuestos de los años anteriores fueron: en 1931 de 23.710 Pts; en 1932 de 22.093 Pts. En 1938  fue de 29.117, 59 Pts.  

[11] Disponemos del remitido al cura de Villanueva. Creemos que en iguales términos se oficiara a los de los otros dos pueblos.

[12] Según se expone en el magnífico y recomendable libro de Vicente Martínez Encinas, “Grajal de Campos. La década conflictiva: 1930-1939”, editado por el Instituto Leonés de Cultura.

[13] La de Ramón Vivas, el “Ti Curato”, y la del “Ti Chopo”, que un cuñado le había traído de Argentina. (Según información recogida por Porfirio Gordón de fuentes directas).

[14] Creemos deducir del redactado referirse a alteraciones anteriores (de la pasada primavera, tal vez), más que a las fechas del momento, en las que, según otras fuentes de las que disponemos, apenas se produjeron. 

[15] Seis de estos Guardias municipales, y cinco Gestores (la mitad de la Comisión --uno tenía las dos condiciones a un tiempo--), fueron asesinados (“paseados”), con otros, hasta 16, entre el 19 de septiembre y mediados de noviembre de 1936. También en la sesión del 6 de septiembre la Corporación impuesta anuló en todas sus partes el nombramiento por “la Gestora izquierdista” de esta Guardia municipal.    

[16] Falangista desde 1933 (Camisa Vieja). En octubre de 1941 lo nombran Jefe Local de FET y de las JONS de La Bañeza.

[17] Pasa a ser Primer Teniente de Alcalde, sustituido en la Alcaldía por Tomás González Esteban.

[18] No tuvo la “oportunidad” de un juicio-farsa “sumarial”; fue, como las demás víctimas del pueblo, asesinado directamente y desaparecido.

 


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