MISCELANEA HISTÓRICA

                                José Cabañas González                                                                                                              julio de 2004.             

 

             

Traemos a estas páginas en esta ocasión algunas breves referencias a personas y acontecimientos de nuestra tierra halladas en archivos de otras más o menos alejadas:

 

DON EDUARDO ENCAUSADO POR UN JUZGADO OURENSANO.-

 Dedicada en el año 2002

       Llamó recientemente nuestra atención el retazo o muestra de una noticia del año 1928 publicada por el periódico ourensano La Región en su sección de hemeroteca histórica. Se refería la misma a Don Eduardo T. Turrall, quien fue durante muchos años Pastor en la capilla evangélica de nuestro pueblo, conocida aquí como El Culto, de quien ya publicamos una breve semblanza en el número de Primavera de 2001 de esta Revista, y quien dejó, junto con su familia y en especial manera sus hijas, un gratísimo recuerdo entre aquellos de nuestros convecinos hoy ancianos, cuyos ecos han pervivido llegando nítidos hasta hoy.  

En nuestra indagación en la colección y en los archivos del Diario poco más que la escueta noticia ahora recuperada pudimos obtener: una breve nota en la edición del día 23 de diciembre de 1928 de la siguiente literalidad:

“El juzgado de Bande cita a un Pastor Protestante.

El Boletín Oficial de la provincia de ayer trae una cédula de citación del Juzgado de Bande.

D. Eduardo Turrall, súbdito inglés, Pastor Evangélico, cuyo domicilio se ignora, comparecerá en el término de diez días ante dicho Juzgado de Instrucción, con el fin de ser oído como inculpado en sumario número 53 del año actual, por el delito contra el libre ejercicio del Culto.”

No nos resultó extraño encontrar en estas tierras huellas de las andanzas de Don Eduardo a sus 60 años (había nacido en Londres en 1868), conociendo los extensos y variados itinerarios recorridos a lo largo de su vida misional por este nómada de la predicación religiosa y sabiendo que sus hazañas en tales recorridos incluyeron amplias giras por toda la península en tren y diligencias    (desde Asturias a Linares, en Jaén; desde nuestro pueblo a Valencia de Don Juan, Villafranca y Galicia,…) e incluso en bicicleta, cual la odisea de su traslado en 1895 desde Monforte de Lemos, en Lugo, donde entonces residía, a Toral de los Guzmanes, al sur de León, donde construyó la activa capilla evangélica que aún hoy perdura,  a lomos de tan endeble y modesto vehículo.  

de La Región de OurenseNos sorprende el motivo por el que la Justicia de esta villa ourensana enclavada a escasa distancia de Portugal inculpa a Don Eduardo, cuando, dadas las fechas y sus circunstancias históricas (Dictadura de Primo de Rivera) sería esperable que el mismo fuera víctima  más que responsable del delito del que se le acusa. No hemos encontrado más datos sobre este asunto, lo cual nos priva de conocer sus pormenores y de qué manera se sustanció el proceso, y nos condena a mantener nuestra perplejidad ante lo inusual de lo acontecido.

 

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EL ECO DE LA HUELGA EN LA “CERAMICA PERANDONES” EN ABRIL DE 1947.-

 El Dictador

       Este acontecimiento, narrado aquí tan magníficamente y en primera persona hace escasos números por nuestro paisano José Lobato González, y en el que participó un amplio elenco de jiminiegos y otros, trabajadores todos en aquella industria tan cercana física y vitalmente a nuestro pueblo, tuvo entonces mayor trascendencia de la que sus protagonistas y demás convecinos seguramente alcanzaron a sospechar. Así lo muestra la información presentada por el historiador Javier Rodríguez González en su obra “León bajo la dictadura franquista (1936-19519”, según la cual lo que para los obreros involucrados no fue más que la consecuente protesta por unas condiciones de trabajo insoportables e inadecuadas fue considerado por las fuerzas vivas y represoras del Régimen como un eslabón de una actividad política clandestina acrecentada en la provincia desde finales de 1946.

       Tal aparece en los partes mensuales y secretos que se cruzan entre los jerarcas provinciales de Falange y del Movimiento, los cuales aluden entonces a la “notable actividad de los grupos de oposición en la provincia y a sus contactos con los guerrilleros”; a la “existencia de una activa oposición clandestina en la ciudad de León”; a la “detención en marzo de militantes comunistas que organizaban el partido en la provincia”, algunos de ellos vecinos de Alija de los Melones, de Quintana del Marco, y de Cebrones del Río (de este lugar Carmen Álvarez, enlace de la guerrilla, “a quien se le ocupa media peseta utilizada como contraseña”); a “comunistas actuando en la capital de León en abril de 1947”, a” un sabotaje en el aeródromo de la Virgen del Camino el día 14”, y a una huelga el día 15 en La Bañeza en la fábrica de cerámica”.

       Si a todo lo anterior se añade la coincidencia de la reivindicación (pura casualidad, dice en su relato nuestro paisano) con la histórica y significativa fecha del aniversario de la proclamación de la traicionada y derrotada Segunda República Española, se entiende que los gerifaltes franquistas vieran a nuestros inocentes convecinos, meros trabajadores explotados más allá de lo soportable incluso entonces, como peligrosos agitadores a los que era preciso tratar como José Lobato nos narraba que fueron tratados.

 

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UN JOVEN BAÑEZANO RESISTENTE AL FASCISMO Y GUERRILLERO ANTIFRANQUISTA

 

       Cuando recientemente se ha celebrado el 60º aniversario del desembarco en Normandía, inicio de la liberación de Europa y del mundo de la bota militar y el yugo nazis, con  eventos oficiales en los que ha reinado la indiferencia y el olvido para el doloroso esfuerzo y el vital sacrificio realizados en esa liberación por los republicanos españoles aquí derrotados, mal acogidos en Francia, perseguidos y deportados muchos de ellos por el nacionalsocialismo alemán, enrolados y luchadores activos en La Resistencia y en los ejércitos de la Francia Libre, heroicos contribuyentes al saldo de los caídos en los frentes europeos y otros en defensa de la libertad y la democracia, combatientes en las primeras líneas y libertadores primeros y míticos en los tanques “Belchite”, “Madrid” o “Teruel” en las no menos míticas Novena Compañía y División Leclerc. Cuando aún perduran en el aire las notas y los poemas del multitudinario homenaje tributado a los republicanos españoles el pasado día 25 de junio en  Madrid, a su sacrificio, a su inmenso e injusto dolor, a sus esfuerzos por la democracia y el progreso, presentamos aquí, siquiera sea brevemente, el bosquejo de la vida y las peripecias de un joven bañezano, Eugenio Teodoro Sierra Redondo (“El Peque”, y “Cantinflas”), en quien queremos personalizar el homenaje de reconocimiento a su entrega que tantos como él y que entonces de una manera u otra quedaron o fueron quedados en el camino, creemos se merecen.

Republicanos españoles de la 9ª Compañía en la liberación de París       Siguió la vida de Eugenio, como la de tantos de su generación, unos derroteros marcados a sangre y fuego por la sublevación fascista de 1936, en su caso hasta el momento mismo de su ajusticiamiento por garrote vil en Oviedo el 30 de mayo de 1955, condenado a la última pena, con 37 años, por el delito de bandidaje y terrorismo (así definía y catalogaba el franquismo a los Guerrilleros que se oponían a su ilegítimo régimen, últimos luchadores por la democracia, la libertad y la legalidad), pero antes pasó por múltiples avatares: hijo de “rojo fusilado” (su padre, Eugenio Sierra Fernández, fue uno de los numerosos bañezanos fusilados el 19 de febrero de 1937 por “formar parte de la milicia roja”); miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas de La Bañeza;  llamado a filas al ejercito rebelde en junio del 37 y pasado en agosto y por Brunete a la zona republicana y leal donde hace el resto de la guerra hasta su paso a Francia con la derrota y su internamiento en Campos de Concentración franceses y Campos de Trabajo alemanes; afiliado al Partido Comunista y encuadrado en 1944 en una Brigada de Guerrilleros franceses desde la que pasa a la Escuela de Guerrilla del Partido Comunista. Cruza la frontera con otros luchadores en septiembre de 1945 dirigiéndose a Asturias con la misión de organizar allí el Comité Regional y la resistencia comunista; integra diversas partidas guerrilleras de las que allí operan hasta octubre de 1946 en que es enviado a León para organizar aquí el Partido y la lucha clandestina, donde entra a formar parte del grupo guerrillero del célebre Manuel Ramos Rueda  (“Coyote” o “Pelotas”).

       Participa en diversas acciones de guerrilla en León y sus inmediaciones, con alguna estancia esporádica junto con miembros de otras partidas en La Cabrera, hasta finales de 1947, en que se dirige a la casa de su madre, en La Bañeza, donde se esconde y lleva vida de “Topo” hasta noviembre de 1949 en que, suplantando la personalidad de su hermano Arturo, se traslada a Madrid, trabajando en diversas empresas y actividades hasta el 3 de abril de 1954, siendo entonces detenido por la 1ª Brigada de la División de Investigación Social. A partir de aquí y en poco más de un año se suceden para Eugenio Teodoro un juicio-farsa en el que las Garantías brillan por su ausencia, la condena y la ejecución de la forma especialmente oprobiosa que el franquismo reservaba para quienes consideraba sus mayores enemigos, en realidad para quienes, Guerrilleros como Eugenio Teodoro Sierra Redondo, llegaron a ser el más firme bastión opositor que el dictador tuvo enfrente y el único poder que llegó a tener real capacidad para hacer tambalear su régimen de opresión e ignominia.

 

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Ourense,  julio de 2004.-

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