Hoy, cuando bocas y plumas interesadas lanzan mensajes pretendiendo equiparar la represión ejercida durante nuestra guerra civil por “unos” y por “otros” con intención de igualarla bajo la afirmación de que “todos reprimieron”, es preciso señalar que la represión fue (siempre lo es) POLÍTICA; y respecto de la represión franquista, remarcar como formaba parte intrínseca de un premeditado plan de exterminio de todos quienes no aceptaban el "orden natural", el anterior estado de las cosas propugnado por los sublevados y sus promotores y cómplices. Y esta afirmación, conforme con la verdad histórica de lo acontecido, tiene especial valor cuando desde diferentes ámbitos, incluso desde los descendientes de las víctimas, se afirman a veces como únicos orígenes o causas de la represión, en un más o menos confesado afán de excusarla, las "envidias", "rencillas", "rencores" etc.,... pretendiendo de este modo encubrir o negar su carácter político, con lo que se exculpa de alguna manera a los responsables de una situación tal que dispensaba impunidad a cualquiera que, posicionado en el lado "bueno" señalara como culpable de lo indebido a otra persona ya destinada por la realidad política impuesta a ser "el malo", y como tal y sin apelación, la víctima.
Es curioso como, sobretodo en ámbitos rurales y en los pequeños pueblos, incluso los coetáneos de las víctimas aluden aun hoy a las rencillas y rencores como causas, según ellos, de las muertes, los asesinatos, de sus vecinos de entonces. Tal vez haya en ello un inconsciente ejercicio de piedad para con los verdugos.......
La represión franquista fue, siempre y esencialmente, política en sus causas y en sus pretensiones. Políticos fueron también sus efectos. Dos botones como cercana muestra de esta afirmación:
Me sorprende que personas mayores de nuestro pueblo aún me digan: "A tu abuelo lo mataron por envidias de su posición; por ser el primero y de los pocos que entonces disponía aquí de cocina económica". La realidad es que con cocina o sin ella, desde el triunfo inicial y definitivo de la sublevación, e incluso desde antes, mi abuelo Domitilo González Lobato, de 44 años, viudo y con ocho hijos, estaba irremisiblemente condenado a ser, como fue, “paseado” y desaparecido con otros 13 en la madrugada del 20 de septiembre de 1936 (y 3 más a primeros de noviembre), no por ser un modesto artesano alfarero y el cartero del pueblo, sino por haber accedido a representar desde el anterior 24 de abril a sus convecinos como concejal por la formación política, integrante del Frente Popular, Izquierda Republicana.., por formar parte de la Corporación Municipal. Tan condenado por ello, por ser Concejal NO de partidos monárquicos, o conservadores, o de derechas, como los restantes concejales de formaciones republicanas y de izquierdas de tantos lugares y también de aquí, de los cuales ninguno se salvó. Juntos fueron todos ellos,..y los directivos de la Casa del Pueblo,..y los señalados militantes sindicales y de izquierdas,..desaparecidos y “paseados”.
La represión franquista fue muchas cosas..: programada, premeditada, desproporcionada, inducida, consentida,..y SIEMPRE POLÍTICA.
Política fue también una situación que permitía entonces expresar en la cercana y pequeña villa de La Bañeza a un advenedizo falangista (afiliado después de febrero de 1936), concejal más tarde en el Ayuntamiento impuesto por los sublevados, caracterizado en el Sumario como "señorito de vida disoluta y de café", participante en la comarca en los "servicios" ("de limpieza") que la superioridad a él y a otros encomendaba, además de en la vigilancia y las guardias en la Prisión del Partido, y que se prevale de su condición para hacer asesinar ("paseado" acusándolo de "comunista y amigo de Galarza[1]" – se instruyó Sumario porque, según el mismo, no era tal, sino tanto o más “conservador, de derechas y de intachable conducta” que el instigador de su asesinato-) a quien iba a ser su cuñado para evitar el reparto del negocio familiar, sintiéndose dueño de vidas y haciendas de según que personas, que "Hoy la vida de un hombre no vale una perra gorda". No lo valía, desde luego, la de los políticamente marcados.
Incluso un crimen como este, por móviles comunes y económicos, fue en su contexto y en las condiciones imperantes que tan sencillamente lo posibilitaron, un asesinato evidente y eminentemente POLÍTICO. Pero fue más. Es también y a la luz de lo que muestra el aludido Sumario, esclarecedor e ilustrativo de cómo procedían y de que maneras actuaban quienes, en el último eslabón de la cadena, consumaban la iniquidad.
Alfonso Rodríguez Luengo (industrial cuyo fusilamiento el 6 de febrero de 1937, a los 39 años, por un pelotón de correligionarios recoge el diario PROA del día siguiente bajo el epígrafe “La justicia falangista se hace en casa”), coparticipe por matrimonio en la propiedad de una pequeña fábrica de herraduras, se oponía, para no dividir ni compartir aquella, al noviazgo que desde hacía seis años mantenía su única cuñada, CRD, de 32 años, con LLLZ, de Fuente Encalada, de unos 35, tullido, y quien era desde hacía poco tiempo cartero de Colinas de Trasmonte y otros pueblos de los alrededores (había sustituido, con ocasión de la represión administrativa contra aquel ejercida, al anterior titular, tachado de desafecto y “de ideas izquierdistas”). Dispuesta la boda para el 27 de noviembre del 36, urdió ARL encargar a falangistas de Benavente “que sacaran un día a L y lo hicieran desaparecer dejándolo en un camino”, por ser “mala persona, peligroso, y de ideas comunistas”. Realizadas ya las amonestaciones previas a los esponsales que mermarían sus bienes, trasladó el día 21 de dicho mes, sábado, los mismos motivos y disposiciones a JVC, ARG, y CGC, falangistas todos recientes, de Saludes de Castroponce y de 28 años de edad el primero, de Audanzas del Valle el segundo, y de La Bañeza, de 17 años, el otro, a los cuales a las siete y media de la tarde desde el Bar Ideal de aquella villa encaminó en el coche de alquiler Fiat Balilla de Fortunato[2], armados uno con mosquetón y los otros con pistolas (a uno de ellos le dio su propia Astra del nueve corto, y a todos la instrucción “..ya sabéis, las cosas bien hechas..” ) a asesinar al cartero.
Sobrepasado Benavente, se informan en la Venta Chimena del camino hacia el pueblo de Colinas, a cuyas inmediaciones arriban dejando a la espera chofer y vehículo, con las luces apagadas, mientras en él se internan los tres falangistas identificándose como “de Valladolid” y requiriendo en una casa y de una chica primero y más tarde de un muchacho por el domicilio del cartero, al que, según las instrucciones de ARL, sacan de su hogar con el engaño de que “les acompañe para identificar a un detenido de Fuente Encalada que decía ser familiar o conocido suyo”.
Retornando en el coche a Benavente, enfilan desde aquí camino de vuelta a La Bañeza hasta el desvío de la carretera que desde Saludes conduce a Villamañán, de donde, conforme a lo instruido por ARL, vuelven para esta villa Fortunato y el falangista CGC en ella avecindado, mientras el de Saludes y el del cercano Audanzas conducen al cartero L “al lugar en el que estaba el detenido”.
Caminando “cosa de un kilómetro”, a la orilla de una bodega ruinosa, uno de los falangistas solicita al cartero la documentación; este echa mano al bolsillo de la chaqueta, “sin duda para sacarla”; el otro enciende una cerilla.., y en ese preciso momento, sacando sus pistolas, uno y otro le descerrajan en la cabeza sendos tiros que en el acto lo fulminan. Acto seguido, “y tal como ARL lo había ordenado, metieron el cadáver en las ruinas de la dicha bodega, y allí, escarbando un poco, le echaron encima arena para que quedara tapado, y no recogieron de él documentación, ni dinero, ni objeto de ninguna clase”.
El cuerpo del infortunado (con los bolsillos de todas las prendas que vestía vacíos, y sin las 500 o 600 pesetas que según sus dos hermanos tendría en su poder) es hallado el 30 de noviembre, toda vez que aquellos y su prometida interponen el día 22 en Benavente denuncia por su secuestro y desaparición. La denuncia prospera, ya que no en vano, y en contra de la caracterización que para desaparecerlo de él había hecho el falangista y concejal ARL, además de como “afecto al régimen” haber sustituido al anterior cartero, aparece en los informes que sobre el mismo emiten el Presidente de la Diputación de Zamora, la esposa de éste, la Madre Superiora del Hospicio Provincial, y los Sres. Curas de San Lázaro y de Colinas de Trasmonte, como “excelente y virtuoso sujeto, de costumbres y conducta intachables y de ideología marcadamente católica y derechista”[3].
Se inicia de esta manera procedimiento por su detención ilegal y asesinato en el Juzgado de Instrucción de Benavente, del que derivan la investigación y el esclarecimiento de los hechos denunciados y de los antecedentes que los originan, dando lugar a la detención de los cuatro falangistas encausados primero en la Prisión de Benavente y más tarde en la Provincial de León. Como quiera que todos los falangistas participantes en los hechos lo son del partido de La Bañeza, “dos de los cuales han estado en los frentes de León (Oseja de Sajambre y otros) y se hallaban de permiso”, y “por la calidad de las personas procesadas y por estar declarado el estado de guerra, asume la competencia del Sumario, conforme al Bando de la Junta de Defensa Nacional del 28 de julio último, la Jurisdicción de Guerra”, y así pasa el mismo a la Auditoria de Guerra de La Coruña, la cual lo remite al Juzgado Militar Eventual de León para su continuación con carácter de Sumarísimo.
Retomando nuestra afirmación del indudable e intrínseco carácter político de la represión franquista, creemos acertado señalar de acuerdo con lo conocido sobre tantos impunes asesinatos entonces cometidos, que el del cartero de Colinas de Trasmonte igual de impune hubiera resultado si efectivamente aquel no hubiera sido “persona de orden” sino quien el instigador de su desaparición e impuesto detentador de la impunidad pretendía y presentaba; si hubiera sido situado por el triunfo de la brutalidad y de la fuerza en el lado de aquellos cuyas vidas y muertes carecían de todo valor (..ni siquiera “una perra gorda”..), de los sin derecho, de los destinados a ser víctimas sin posible apelación en la vorágine de sangre y desatinos.
Parece que el falangista y concejal de La Bañeza ARL habría coincidido en la Prisión y Campo de Concentración de San Marcos con el grupo de 16 republicanos bañezanos asesinados “pasados por las armas en cumplimiento de sentencia” pocos días más tarde que aquel, el 18 de febrero de 1937, en el Polígono de Tiro de Puente Castro, algunos de los cuales estaban recluidos en este lugar desde el 17 de agosto del año anterior, fecha en la que allí habían sido trasladados desde la Cárcel del Partido de la villa. El falangista fue ajusticiado por sus compañeros de ideología, ignorado y envuelto en el general repudio de aquellos convecinos.
Por otra parte, de indagaciones recientes y que nos han sido gentilmente aportadas proceden consistentes indicios que apuntan la existencia en la zona geográfica cercana al lugar del crimen narrado y a la que era vecindad de sus ejecutores: Saludes, Izagre, Audanzas, Villafer, Albires, Maire de Castroponce.., de diversas fosas comunes que habrían sido destino y último paradero de, entre otros, algunos de los numerosos paseados y desaparecidos bañezanos, a las que habrían sido conducidos a lo largo de los últimos meses del aciago año 36 desde sus tribulaciones y penares bajo los lóbregos muros de aquella Prisión del Partido[4].
Ourense, diciembre de 2004.
[1] Ángel Galarza y Gago (1892-1966), Director General de Seguridad en los primeros Gobiernos de la República; creador de la Guardia de Asalto y más tarde Ministro de Gobernación por el PSOE en dos Gobiernos (04/09/1936- 04/11/1936- 17/05/1937).
[2] Se acredita en el Sumario 185/36 su desconocimiento del objeto del viaje para el que fue por ARL contratado y por el que le abonó 40 pesetas. Su vehículo (LE-2945) y el D.K.W. matrícula S-1, los únicos de servicio público, todavía lucían en la fecha la inscripción “Requisado Bañeza”.
[3] De personas “de buena conducta e intachables antecedentes” se califica también en el Sumario al inductor y a los ejecutores de su asesinato.
[4]En esta misma Prisión había sido detenido ARL el día 20 de julio del 36, de madrugada, por orden gubernativa del día anterior, junto a 23 personas más, sospechosas de apoyar la sublevación. Al triunfo de esta el día 21 a media tarde, fue liberado.