Quién la memoria a tanto crimen cierra
y quién el corazón a tanto duelo?
Tendido estás, tendida está en la tierra
tu voz que sin embargo llega al cielo.
Rafael Alberti
José Cabañas González junio de 2003.
Apuntábamos en nuestra colaboración para el anterior número de esta Revista la posibilidad de que los restos de los catorce desaparecidos de nuestro pueblo en la noche del 19 de septiembre de 1936 se encontraran en la fosa común de Villadangos del Páramo, una más de las muy abundantes en toda nuestra provincia y en la que según datos recogidos en 1987 y entonces publicados por el historiador leonés Wenceslao Álvarez Oblanca habrían ido a parar 83 “paseados” en el monte de aquel lugar entre las fechas de finales de agosto del 36 y principios de febrero de 1947, todos por el inexistente delito de mantenerse en la constitucional y democrática legalidad republicana o discrepar de las imposiciones de quienes por la traición y la fuerza de las armas habían acabado con aquella.
Apertura de fosa común
en Piedrafita de Babia.-
En el marco de una búsqueda harto dificultosa y en la que las escasas certezas de partida pronto se desvanecen ante el alcance y magnitud de la sistemática aniquilación ejercida en nuestra tierra, culturalmente a la cabeza del país durante el aquí tranquilo periodo republicano y de las más castigadas por la represión de las retaguardias, nos acercamos la pasada Semana Santa, en la grata compañía del amigo Porfirio Gordón, al pueblo de Villadangos para contrastar allí nuestros indicios con las informaciones obtenidas de los registros de la Parroquia y con los recuerdos de los más ancianos del lugar.
Unos y otros nos abrieron gentilmente sus puertas y su memoria, y aunque de su voluntariosa ayuda solo obtuvimos desechar nuestra suposición de que allí hubieran terminado los mártires de nuestro pueblo, (supimos más tarde que el grupo objeto de nuestra atención de consignados en el Registro Civil como “desconocidos” y “fallecidos por traumatismo craneal” –eufemística y curiosa causa de muerte para quienes eran asesinados de un tiro en la nuca– corresponde a vecinos de Valencia de Don Juan identificados hace algunos años), si nos regalaron sus recuerdos de un tiempo terrible y atroz en el que “las inatendidas peticiones de clemencia de los ejecutados rasgaban las noches” y era preciso “convocar hacenderas” para transportar a la fosa común del cementerio “a carretadas” los cadáveres que día tras día sembraban sus campos.
Nuestro agradecimiento por su testimonio a la señora Laureana Martínez, el que no obtuvo, por cierto, del Nuevo Régimen de los vencedores, tan lúcida a sus noventa y algunos años, y tan víctima ella, como tantos, de la victoria a la que contribuyó su propio marido, uno más de los muchos enrolados a la fuerza en el ejercito rebelde, herido en el cerco de Bilbao, retornado y muerto por causa de esas heridas que nadie le reconoció como de guerra, y condenada así a sacar a sus hijos adelante en la soledad de las estrecheces y miserias en mucho parecidas a las que penaban los vencidos.
Truncada así, sin otro resultado, nuestra indagación en Villadangos, volvemos a encontrarnos sin apenas asideros en los que sustentarla, y con la frustrante sensación de tratar de hallar la aguja de los desaparecidos de nuestro pueblo en el sumidero de vidas de las innumerables fosas que jalonan los prados y caminos de nuestra provincia, confiados en poco más que hallar quizás el rastro de su paso, si llegó a producirse, por ese terrible lugar de sufrimiento y antesala de muerte que fue el Campo de Concentración de San Marcos, habilitado ya como lugar de encarcelamiento en la temprana fecha del 25 de julio y forzado e inhumano albergue en ocasiones para más de 7000 hombres y 300 mujeres.
Lo que si podemos es mostrar hoy, gracias a valiosas aportaciones obtenidas de archivos de organizaciones políticas y sindicales, algunos retazos de lo aquí acontecido antes de que fueran arrebatados de su lugar y de su tiempo aquellos convecinos nuestros: Sabemos así que entre las fechas del 19 y el 21 de julio de 1936 se producen en nuestro pueblo como en otros de la comarca, por la Guardia Civil de La Bañeza, en defensa del orden constitucional amenazado por los sublevados y siguiendo órdenes del todavía Gobernador Civil republicano Emilio Francés, requisas de armas y detenciones de destacados derechistas. Es al menos detenido en este contexto y encarcelado en la Prisión de Partido de La Bañeza el vecino Marcelo Montiel. Y se presenta entonces al Alcalde republicano de aquella villa, Isaac Nistal, desde las formaciones políticas de Jiménez de Jamúz, nuestro pueblo, Agrupación Socialista, Unión Republicana e Izquierda Republicana (integrantes seguramente de un oficial u oficioso Comité de Defensa de la República) y firmado por Rafael Mateos, Juan Arguello y Mateo Sanjuán, un escrito en el que se pide la libertad para su convecino Don Marcelo “atendiendo a su edad, a su estado de salud y a su conducta”.
No libró ciertamente este humanitario gesto a Rafael Mateos Cela, concejal por el PSOE en nuestra última Corporación Municipal republicana y hermano del Alcalde, y a otros portadores de la súplica de ser también ellos incluidos en la extensa y fatídica lista de los que dos meses más tarde serían “paseados”, como no tuvo ocasión el Regidor de La Bañeza de considerar tal petición, ya que, rodando allí vertiginosamente los acontecimientos, abandonaba la villa la Guardia Civil el lunes día 20 dirigiéndose hacia León, donde, permaneciendo hasta el 16 de agosto, se sometieron a las órdenes del insurgente general Carlos Bosch quien desde el anochecer del mismo día encabezaba la triunfante sublevación.
Sería liberado Don Marcelo por las Escuadras Falangistas que procedentes de Valladolid y Zamora y acompañando a tropas regulares arriban a La Bañeza desde Benavente en la tarde del día 21, rindiendo aquí al Comité y haciendo suya la villa, no sin resistencia como denota la muerte en emboscada el siguiente día del falangista bañezano José Ramos Rubio. Recuperan entonces también la libertad las decenas de detenidos preventivamente por el legítimo poder republicano y comienzan a ocupar su lugar en el sombrío caserón de la cárcel bañezana y procedentes de toda la comarca las numerosas víctimas de la frenética actividad represora iniciada con el triunfo de los golpistas, contabilizándose tan solo entre los días 21 y 31 de julio hasta 75 detenidos.
Desde La Bañeza y a partir del día 22 las Escuadras de Falange Española y de las JONS, como subraya en informe fechado el 31 de julio su Jefe Ángel Santos Conejo, realizan incursiones represivas “en infinidad de pueblos de la provincia”, entre ellos el nuestro, donde imponen el día 25 una Gestora Municipal afín al emergente Nuevo Régimen. Desconocemos si las nutridas listas de detenidos a las que hemos tenido acceso, y que alcanzan hasta la fecha del 18 de agosto, incluyen a vecinos de nuestro pueblo; nos extrañaría mucho que así no fuera, y en cualquier caso sabemos que fueron numerosos los paisanos instalados desde entonces en el temor a esas visitas, en el miedo, más tarde trágica y ferozmente confirmado, que les empujaba a no dormir en sus hogares y que poblaba nuestros campos de furtivas sombras las largas y amenazantes noches de aquel sangriento verano.
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Mejor fortuna obtuvimos en Villamañán, lugar al que nos conducían nuestras pesquisas en pos de conocer la suerte corrida en el no menos cruento otoño del 36 por los jóvenes Crescencio González Pérez y Rafael Mateos Martínez, ambos miembros de las Juventudes Socialistas de nuestro pueblo, hijo Rafael del Alcalde republicano Miguel Mateos Cela y de Lucía Martinez, nacido en 1907, el menor de cuatro hermanos y sobrino del concejal y también “paseado” Rafael Mateos. Nacido Crescencio en 1917 hijo de Pío González y de Jacinta Pérez, era el mayor de sus siete hijos.
Conocíamos que estos dos jóvenes habían permanecido huidos en nuestros montes desde los fatídicos días de septiembre en que se ejecuta aquí la cruel represión, (en el lugar zamorano de Arrabalde del que procedía su familia, se había escondido su compañero de militancia socialista Primitivo Posada Ríos, de 17 años, hijo de Andrés “el de La Casa”, y también por estas fechas asesinado). Sabíamos de su captura al inicio de noviembre por milicias falangistas de nuestro pueblo, y teníamos noticia de haber sido conducidos a Villamañán para ser allí sádica e injustamente ajusticiados.
Se trataba de confirmar y documentar estos últimos datos, y solicitamos para ello la ayuda de Don Isaías Astorga Rodríguez, cura párroco del pueblo, quien con entusiasta y desinteresada entrega que desde aquí mucho agradecemos, se volcó en la labor de indagar en el Registro Civil, en los Libros del Cementerio y en la memoria de sus feligreses más longevos. Fruto de su investigación nos aportó Don Isaías sendas Actas de Defunción de dos “hombres muertos” por “disparo de arma de fuego” recogidos “a las doce horas del día 9 de noviembre de 1936” en un predio de este término y cuyos cadáveres “reciben sepultura en el cementerio de esta villa”. No resulta en principio posible determinar en el camposanto el lugar o zona exacta de su inhumación, pero si saber que se conservó durante años señalizado por las gentes con una cruz de piedras el preciso sitio en que aparecieron los cuerpos, que, a lo que se decía aquellos días en el pueblo, “eran de dos jóvenes de Jiménez”.
Creemos que culmina así y por ahora la búsqueda del paradero de estos dos infortunados convecinos y el esclarecimiento de sus inmerecidas muertes, sin descartar que consigamos obtener en el futuro nuevas evidencias que nos permitan tal vez conocer donde se depositaron y cual fue el destino de sus restos.
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EN LA BAÑEZA.-
En el hasta ahora infructuoso indagar por los desaparecidos de Jiménez de Jamúz, nuestro pueblo, encontramos algunos registros referidos a vecinos de La Bañeza en las harto limitadas listas del historiador leonés Wenceslao Álvarez Oblanca, en las que consigna solamente el espeluznante saldo de los 1007 “paseados” y fusilados entre el 23 de julio de 1936 y el 15 de octubre de 1948 que yacen en el cementerio de León, así como los 83 y 42 ejecutados en el verano y el otoño del 36 que ocupan las respectivas fosas comunes de Villadangos y de Valverde de la Virgen.
Son algunos de los muchos que en esta villa como en tantos otros lugares cayeron en defensa de la legalidad y la democracia de la que libremente se había dotado el pueblo español, a todos arrebatada por los verdugos de sus vidas, y que, al contrario de la que todavía hoy en memoria de los Caídos por Dios y por España ofendiendo y cercenando la voluntad democrática de sus contemporáneos denigra más que orna los muros de la Iglesia de Santa María, nunca tuvieron una placa que los recuerde, que los honre y les reconozca lo injusto de su caída y la gratitud que nos reclaman su entrega y heroísmo.
Fusilamiento al amanecer.
Anónimo. Ca. 1937.-
Aparece, así, entre las 40 víctimas del salvaje “paseo” colectivo perpetrado el 12 de octubre de 1936 en el Campo de Fresno de Valverde de la Virgen, aquelarre sangriento, auto de fe y bautismo aquí del Nuevo Estado surgido de La Cruzada, José Rodríguez Fernández, muerto “por arma de fuego” y del que no figuran edad ni profesión, pero del que sabemos por informes que desde la Alcaldía se emiten en 1938 y 1940 para Auxilio Social, que dejó huérfanos. Hallamos, ya en el Registro del Cementerio de León y en el año 1938, a Nemesio Fernández Sorribos, de 44 años, entre un grupo de 7 fusilados el 4 de marzo; y el 29 de julio a José Merino Alonso, de 23, fusilado con otros dos. Pero antes, el día 7 de febrero de 1937, es fusilado Alfonso Rodríguez Luengo [Ver Nota], de 39 años, y cuyos hijos forman también parte del grupo de 26 huérfanos de fusilados y desaparecidos (léase “paseados”) que aquellos informes detallan y cuantifican; y el siguiente día Manuel Andrea Olivera, de 75 y, a lo que parece, bañezano.
Como bañezanos eran los 16 varones asesinados por fusilamiento el 19 de febrero del mismo año: Elías Falagán Martínez, de 32 años, Presidente de la Casa del Pueblo y en San Marcos desde el 17 de agosto. José García González, de 26 años, empleado municipal, depurado y detenido por haber requisado armas. Felipe Huelmo Vilado, de 55 años, bañezano también según creemos. Joaquín Perandones Franco, de 31 años, miembro de la Comisión Gestora Municipal y directivo de La Casa del Pueblo a tenor de lo que en su informe exponen quienes se encargan de ejecutar la extensa y sistemática represión, apresado junto a su hermano Emilio Perandones Franco, de 29 años, también directivo socialista y trasladado a San Marcos el 17 de agosto. Eugenio Sierra Fernández, de 42 años, en San Marcos desde la misma fecha y destacado dirigente del PSOE de quien quedó un hijo. Ángel González González, apodado Muletas, de 23 años, directivo, conducido también a San Marcos y que dejó una huérfana. Joaquín González Duviz, de 30 años, Gestor Municipal y directivo. Eulogio García González, de apodo Bulona, de 32 años, encargado de la Prisión en el periodo republicano, dejó una hija, y también en San Marcos desde el 17 de agosto. Eumenio Santiago Herrero, de 24 años, detenido por haber incautado armas para oponerse a la rebelión. Mariano Medina Alvarado, directivo del Frente Popular, de 28 años. Bartolomé Otero Gallego, de 30 años, directivo y Presidente del Ramo de la Construcción, de quien quedó un huérfano. Manuel Gutiérrez Vidal, de 30 años, conocido como Chepa Katiuska, detenido por requisar armas y transportar municiones. Emilio García Collar, de 30 años, directivo, “por colocar explosivos en la carretera de Madrid”; dejó una hija de 2 años. Agapito Martínez Castilla, de 30 años; y Fernando Alba Flórez, de 39, quien había retirado armas en establecimientos bañezanos y requisado un automóvil.
Lápida en la fachada de la
Iglesia de Santa María.-
Todos estos fusilados, al igual que los otros muertos extrajudiciales, son apresados entre el 21 de julio y el 4 de agosto; todos ellos integran la amplia nómina de los cerca de 8.000 leoneses que entre julio de 1936 y diciembre de 1940 fueron sometidos en esperpénticas farsas de justicia a Sumarísimos Consejos de Guerra, y son todos asesinados “por parálisis cardiaca” o “hemorragia cerebral” en León, en el Polígono de Tiro de Puente Castro. Algunos de ellos vinieron a resultar funesta y capitalmente “perjudicados” por el celo reglamentario y legalista con el que por la autoridad municipal republicana se realizaron entre el 18 y el 21 de julio, con anotación y libramiento de recibos, las incautaciones de armas y municiones a particulares y comerciantes bañezanos.
Tenemos además constancia de haber sido “paseados” en diferentes momentos y lugares, al menos, los siguientes naturales de La Bañeza: Abraham Becares Rodríguez, “directivo de los más destacados”, de quien quedaron dos huérfanos, y en San Marcos desde el 17 de agosto, donde también estaba desde la misma fecha José Alejo Barrios, detenido “por sabotaje” para impedir la entrada en la villa de las tropas rebeldes. María Alonso Ruiz, apresada “por incitar a los soldados la rebelión”, guarnicionera en la fábrica familiar de la calle Astorga, Vicepresidenta de Unión Republicana y asesinada en algún lugar de la carretera de León a Valladolid en fecha que desconocemos. Isaac Nistal, “último alcalde marxista y directivo” según informe de sus captores, y que dejó un hijo en orfandad. Santiago Antunez, Presidente del Sindicato Azucarero que vivía en el barrio del Polvorín, y de quien también quedaron huérfanos. Ángel García, Antonio Núñez, y Salustiano Díez, de quienes, sabiendo que todos ellos dejan huérfanos, desconocemos otros datos.
El traslado por la Guardia Civil de la villa a San Marcos el 17 de agosto de siete de estos republicanos “por ser asesores y dirigentes de la Casa del Pueblo” fue sonoramente protestado por sus familiares, compañeros y convecinos, quienes, conocedores de la terrible suerte que les aguardaba, se opusieron tratando de impedirlo hasta el extremo de que por la intervención de aquella fuerza“a punto se estuvo de tener que lamentar un día sangriento”.
La memoria de estos caídos y de todas las víctimas del franquismo nos demanda sumarnos al creciente clamor de quienes exigen la retirada de los símbolos de la rebelión, de la ilegalidad, de la humillación, de la dictadura en suma, y al anhelo de quienes proponen el fin del ensañamiento y el establecimiento de la paz entre todos los españoles cuadrando de una vez en este país de manera honesta y para todos las cuentas de nuestra última Guerra Civil. Creemos que, lamentablemente, todas ellas resultan ser aún hoy tareas incumplidas en la ciudad de La Bañeza.
Ourense, junio de 2003.
Nota.-
Tiempo más tarde, ya en el año 2004, conocimos los pormenores y las circunstancias relacionadas con el fusilamiento de Alfonso Rodríguez Luengo. Véanse las mismas en el artículo titulado "Metodología del Paseo".