LA BAÑEZA EN LA CAUSA GENERAL FRANQUISTA
Este es parte del INFORME SOBRE LA BAÑEZA PARA LA CAUSA GENERAL emitido desde el Ayuntamiento, del que se solicitan datos sobre las cuestiones que a modo de encuesta o formulario se le presentan:
(Mi agradecimiento a M. M. por sus valiosos datos sobre La Bañeza)
INFORMACION sobre los extremos siguientes:
a) Títulos de periódicos anticatólicos en La Bañeza, durante la República, hasta el Movimiento.
B) Campañas que organizaran contra la Iglesia, la Religión, etc. Si hay artículos, mejor. Al menos titulo de artículos o fondo de los mismos.
C) Fecha en que se trasladaron en el Cementerio las lápidas del Cementarlo civil al otro. Acuerdo del Ayuntamiento de entonces relacionado con esto.
D) Acuerdo da quitar los Crucifijos de las Escuelas y fecha en que se verificó.
E) Otros atropellos sectarios y cuanto se pueda aportar sobre esto.
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La respuesta a tales extremos:
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A) La República fue proclamada el 14 de abril de 1.931, y duró hasta el 17 de julio de 1.936, en que se inicio el Glorioso Movimiento Nacional.
Durante estos años se publicaron en La Bañeza los siguientes periódicos: LA HOJITA PARROQUIAL publicación religiosa; LA OPINIÓN, (en su 2ª época, semanario independiente; ¡AVANCE!, semanario de izquierdas; EL ADELANTO, semanario católico independiente y LA LUPA, semanario local y apolítico.
El único periódico anticatólico fue: ¡AVANCE!, que se denominaba "semanario de izquierdas", y su lema era: "contra el caciquismo y la clerecía"; su primer número se publicó el 12 de marzo de 1.932, y se editó primero en la Imprenta de La Bañeza "La Comercial", y después en sus últimos números de Astorga. Su último número debió ser el 122, que lleva fecha de 21 de julio de 1932.
B) En todos o casi todos los números de ¡AVANCE! se atacaba a la Religión, destacándose la campaña antirreligiosa en sus comienzos de publicación.
Entre los artículos mas sectarios se destacan: "¡Pobres¡ resignación, dicen los poderosos y el clero" (núm. 5, 9-abril-932),"Padrenuestros a 0,05 Ptas.; Clericalismo y militarismo, (num.35, 22-octubre-932; Nuestro oficio-Un periodista católico (num. 36, 29-octubre-932); Golpes….de pecho, (núm. 37, 5-novbre-932); Perder el tiempo, (num. 54, 4-marzo-933).
Hizo una señalada campaña contra el semanario católico "El Adelanto", basándose en el asunto tan discutido del traslado de los restos del que fue cementerio civil al recinto del católico.
C) En La Bañeza existía, adosado al Cementerio católico un pequeño recinto destinado a cementerio civil, separados uno de otro por una pared.
En 16 de marzo de 1.932, el Ayuntamiento, constituido en su mayoría por socialistas y republicanos, acordó que desapareciese la pared que separaba ambos cementerios; en 10 de agosto siguiente se acordó, aun siendo uno solo el cementerio, se trasladasen los restos de las cinco personas, únicas enterradas en el civil al católico. Las sepulturas civiles no tenían lápidas, ni símbolos ni emblemas alguno. En 14 de septiembre se insistió en que aquel traslado acordado se hiciese con solemnidad, y antes de la Festividad, de los Santos.
En un principio el acuerdo fue que se hiciese una sola sepultura, con una sola lápida para inhumar en ella, previa autorización de los familiares interesados, los restos de las referidas cinco personas; terminándose por decidir se hiciesen una sepultura para cada una, con sendas lápidas, costando estas a razón de doscientas cincuenta pesetas por unidad, que hizo el marmolista de Zamora Sr. Calvo.
En la sesión de 14 de noviembre de 1.932, se dio lectura a escrito (que se consigna literalmente en el acta) del sacerdote don José Rubió Martínez, por el que protestaba de los acuerdos anteriores, y se acordó que previa consulta con Letrado, (que seria D. Publio Suárez Criarte, de León), se denunciase judicialmente al sr. Rubio, por estimar ofensivo el escrito. En definitiva no sucedió nada.
En 12 de diciembre de 1.932, se acordó que dicho traslado se hiciese el día 1º de enero de l.933, a cuyo acto concurriría la Banda Municipal de Música y se invitaría al pueblo; por fin el traslado se hizo el 22 de enero de 1.93 3, a las doce de la mañana.
D) Sobre el hacer desaparecer el Crucifijo de las Escuelas, debió ser consecuencia de ordenes superiores, y debió llevarse a cabo a principios de l.932, ya que en 16 de febrero de dicho año tuvo lugar una manifestación de más da quinientas (500) señoras, que reunidas en el Teatro Pérez Alonso, previa convocatoria de la Acción femenina de la Ceda, se trasladaron a las escuelas y a la Alcaldía para pedir se volvieran a colocar los Crucifijos.
D) Otros actos sectarios fueron los acuerdos adoptados por al Ayuntamiento para que del Cementerio se quitasen los signos católicos: el Crucifijo e imágenes de la Capilla del Cementerio, y las cruces de la entrada al mismo.
Que se colocase un rótulo de "Cementerio municipal" a la entrada del mismo en sustitución del que existía de "Cementerio católico"
Que no se permitiese en los entierros la Cruz alzada.
Que las campanas de las iglesias molestaban.
Que desapareciese la corona real de los escudos nacionales qua había en la Alcaldía, y Sala de sesiones.
Que no se permitiese a los sacerdotes la entrada en al Cementerio el día o Festividad de los Santos.
En otro informe remitido por el Ayuntamiento de La Bañeza a la Causa General de Oviedo y León, de fecha 8 de octubre de 1942, se dice “ en la noche del 5 de abril se llegó al disturbio público y se procedió a la detención de jóvenes tildados de fascistas, teniéndolos detenidos gubernamentalmente hasta el día 2 de mayo, y el que era Jefe fue detenido el 14 de Julio y puesto en libertad al entrar las tropas en esta ciudad el día 21 de dicho mes.”
Hasta aquí los Informes emitidos desde el Ayuntamiento de La Bañeza, una población, tan cercana a nuestro pueblo y cabecera de comarca, en la que el Golpe de Estado franquista triunfó, como hemos visto y señalado en otros lugares de esta web, con rapidez, y que apenas estuvo escaso tiempo "bajo dominación roja". .
En el siguiente enlace http://www.xtec.es/~jrovira6/gcivil1/bada.htm tenemos el Informe para la Causa General que emiten desde Badalona, en la provincia de Barcelona, lugar este, por contra, en el que la sublevación fascista es pronto sofocada y que se mantuvo "bajo dominio marxista" hasta casi el final de la contienda.
Pero, a la vista de uno y otro Informe, cabe preguntarse ¿Qué fue la Causa General?, por encima y más allá de las afirmaciones que en su Prólogo, Nota Explicativa y demás de sus apartados en la misma podemos encontrar en un enlace como este http://www.causageneral.com/
Trataremos de responder, con brevedad, a este interrogante desde lo que de ella refiere un reconocido historiador como es Julián Casanova en su aportación "Una dictadura de cuarenta años" a la obra por él coordinada "Morir, Matar, Sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco" (Crítica.- contrastes. 2002), y los no menos prestigiosos investigadores de nuestra historia reciente Montse Armengou y Ricard Belis en la suya "Las Fosas del silencio. ¿Hay un holocausto español?" (Plaza y Janés.- Así fue. La historia rescatada. 2004):
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Una dictadura de cuarenta años.-
Un año después de acabada la guerra, la dictadura montó y puso en marcha un sistema de denuncia legal, un instrumento estatal para estimular la delación. Ni siquiera en la Alemania nazi, donde la Gestapo favorecía y gestionaba la colaboración ciudadana con las autoridades, existió un sistema de esas características,……...
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La «Causa General informativa de los hechos delictivos y otros aspectos de la vida en la zona roja desde el 18 de julio de 1936 hasta la liberación" fue creada por el decreto del Ministerio de Justicia de 26 de abril de 1940, con el fin de «investigar cuanto concierne al crimen, sus causas y efectos, procedimientos empleados en su ejecución, atribución de responsabilidades, identificación de las víctimas y concreción de los daños causados, lo mismo en el orden material que en el moral, contra las personas, contra los bienes, así como contra la religión, la cultura, el arte y el patrimonio nacionales».
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Las fosas del silencio.-
La necesidad de documentar aquella violencia roja y revolucionaria —la real y la inventada— para poder justificar la propia se traduciría en una nueva herramienta de propaganda: así fue como nació la Causa General,…quizá el intento más ambicioso del régimen para probar y documentar el llamado "terror rojo".
La Causa General, pese a no conseguir el objetivo inicial de demostrar la superioridad numérica de la violencia revolucionaria, comportó muchas ventajas para el régimen. Bajo la apariencia de una investigación exhaustiva y rigurosa, se recopiló un material manipulado desde un principio con el afán de exagerar los abusos del enemigo para justificar los propios.
Quien se encarga de aquella misión es Luis Bolín, el jefe de propaganda de los rebeldes, quien con tanta eficacia había intentado manipular la matanza de Badajoz. Siempre diligente, entre septiembre y octubre de 1936 ya está en disposición de publicar lo que se conoce como «avances» del informe que luego será llamado Causa General
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Pero, como narra el historiador Francisco Espinosa [Historiador que ha publicado, entre otras, las obras La guerra civil en Huelva (1996), La justicia de Queipo. Violencia selectiva y terror fascista en la II División en 1936 (2000), y La columna de la muerte. El avance del ejercito franquista de Sevilla a Badajoz (2003)], "…. se mintió y se llegaron a utilizar fotografías brutales que no correspondían a la violencia de los "rojos" sino a la contraria, simplemente con un pie de foto apropiado, con imágenes de represión hecha por la derecha y poniendo "represión hecha por la izquierda".
Un caso significativo de este extendido proceder es el mostrado en el último libro citado con la fotografía de Serrano, presentada por Bolín en su Avance del 24 de agosto del 36 como "cadáveres de personas de orden, asesinadas en Talavera de la Reina por las hordas rojas", reproducida incluso en una obra de 1992 como muestra del terror achacable al Frente popular, cuando en realidad se trataba, y se trata, de vecinos -entre ellos varios segadores gallegos- de la aún denominada Talavera del Tajo asesinados en la calle carnicerías en la tarde del tres de septiembre de 1936 por fuerzas militares golpistas al mando del teniente coronel Yagüe.
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…aquellos avances —convenientemente amplificados por los servicios de prensa y propaganda de Franco— creaban un clima de «ojo por ojo», un estado de opinión que justificaba las atrocidades de los nacionales y en el contexto del cual mucha gente acabó creyendo que «no les dio tiempo» y que si los rebeldes no se hubieran anticipado y no hubieran actuado con contundencia los "rojos" lo hubieran hecho aún con más violencia. Aquello creaba una serie de argumentos y excusas que justificaban lo que se estaba haciendo.
Como dice Espinosa, "…todo ese proceso de violencia cuando no había habido una violencia previa —como ocurría en la mayoría de los casos— requería de una ayuda, de una serie de argumentos que son los que van a ofrecer los servicios de prensa y propaganda. Se publican muchísimas mentiras y falsedades que sirven de argumento para que los que están haciendo la limpieza la hagan con tranquilidad,… Y empieza a circular esa idea de si no ocurrió antes lo que justamente ellos han hecho ahora, es porque a los rojos no les dio tiempo, que pensaban hacerlo, que ya tenían unas listas preparadas pero que no se pueden mostrar porque alguien las tiene ocultas o se han perdido, que justo cuando entraron las columnas liberadoras los republicanos ya tenían preparada la gasolina para incendiar la cárcel donde tenían a los presos de derechas, que eso iba a ser inminente... En muchos pueblos, durante años, se celebraron fiestas y ceremonias dándole las gracias a la Virgen o a la patrona por haberles salvado de los rojos en el último momento. Y todo eso viene de la dificultad de asumir una represión que antes no había tenido un hecho previo que la justifique".
Un resultado inesperado.-
Acabada la guerra, Franco prosigue su política de exterminar al enemigo, que ahora ya no es el adversario en el campo de batalla, sino un vencido. Al exterminio físico, que continúa implacable con centenares de «sacas» de fusilamiento diarias en las cárceles de toda España hasta mediados de los años cuarenta, se suma el exterminio ideológico. Y es aquí donde Franco ve los réditos de seguir explotando y exagerando los crímenes cometidos en el bando republicano: El decreto de 26 de abril de 1940 ordena al Ministerio de Justicia que instruya la llamada Causa General.
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Este es el tipo de fotografías incluidas en la Causa General: "Cadáveres de nacionales fusilados en la cárcel de Arahal (Andalucía)", reza una; "Mujeres fusiladas en masa por los milicianos rojos en Granja de Torrehermosa. (Badajoz)", dice la otra. Vista la manipulación de lo acaecido en Talavera, cabe pensar que se trate en estos casos de similar actuación, sabiendo, además, que como narra en sus memorias ("UN AÑO CON QUEIPO DE LLANO. Memorias de un nacionalista") Antonio Bahamonde, quien fuera Delegado de Propaganda en Sevilla antes de pasarse al bando republicano y exiliarse en México, "sacan fotografías de los cadáveres de fusilados...para exhibirlas en España y en el extranjero, diciendo que son crímenes feroces cometidos por los rojos".
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El derroche de medios llevado a cabo en una España devastada por la guerra, el hambre y la miseria da una idea de la importancia de aquella empresa. Además de los responsables de zona, se realizó un gran despliegue de inspectores que, pueblo a pueblo y ciudad a ciudad, tenían que inventariar cualquier acto de violencia cometido por los «rojos»; en ello cabían desde los asesinatos más crueles hasta un simple insulto: «La Causa General se convirtió en un gran juicio, en un gran proceso a toda la izquierda española. Se remontaba a antes de la guerra civil, se toma como punto de partida la revolución asturiana de octubre de 1934 y, a partir de ahí, se va exponiendo todo lo que la izquierda había hecho "contra España"», explica Francisco Espinosa.
En el Archivo Histórico Nacional de Madrid se encuentran depositados los centenares de carpetas, los miles de informes, los millones de acusaciones con nombres y apellidos que forman la Causa General. Pueblo a pueblo, cada localidad, hasta el rincón más escondido de España, tiene su informe, en el cual consta de manera detallada la «relación de tormentos, torturas, incendios de edificios, saqueos, destrucción de iglesias [...] y cadáveres recogidos en este término municipal», víctimas solamente de los «rojos». Sin embargo, aquel afán de inventario exhaustivo tiene una consecuencia inesperada: «La Causa General fue un proceso por el cual la represión contra las derechas quedó absolutamente clara. Pero lo que no pensaron nunca los responsables de la Causa General es que esa misma instrucción podía servir para lo contrario, para demostrar que no había habido tanta violencia revolucionaria como se dijo. En la mayoría de los casos los informes eran negativos, en la mayoría de los pueblos vieron que no se había matado a nadie, que no había "checas" [...] Se encontraron con que no sólo no había represión contra las derechas, sino que, cuando se hacían las listas con las personas destacadas del bando republicano, al lado del nombre ponía: "desaparecido", "ignorado paradero" o "se le aplicó bando de guerra". Hay algunos casos espectaculares, como un pueblo de la provincia de Badajoz donde el que hace el informe —que suele ser un responsable del ayuntamiento— se equivoca cuando le piden los nombres de las víctimas y, como en el pueblo no ha habido más víctimas que las de izquierdas, hace una lista completa y detallada: "Fulanito, campesino, presidente de la Casa del Pueblo, de tal edad, etc.", y así va listando al alcalde, todos los concejales, los cargos sindicales, etc., que fueron víctimas de los sublevados».
En efecto, resulta estremecedor examinar las páginas vacías, referentes a pueblos y más pueblos, en las cuales los blancos, la palabra «ninguno» o una raya en diagonal llenan de silencio un espacio pensado para ocuparlo con los abusos reales e imaginarios de los «rojos». Recién acabada la guerra, con las heridas y los odios más vivos que nunca, y a pesar de los méritos que comportaba delatar a un vecino y presentarse como víctima del «terror rojo», en muchos pueblos fue imposible relatar un solo acto de violencia contra las personas por parte de los republicanos. Sobre todo, resulta espeluznante comparar el vacío de aquellas páginas con el número de víctimas que causó la represión franquista. El resultado de aquella investigación se volvió en contra del que era su único objetivo: demostrar de manera irrefutable y explícita la violencia del enemigo y justificar, de manera implícita, la propia. Así pues, la Causa General no llegó a publicarse nunca. «No se publica porque subvertía la intencionalidad inicial. Franco había creado su propia propaganda y pensaba que iba a salirle una cantidad abismal de terror rojo, casi medio millón de personas pensaba que le iban a salir. A medida que avanzaba la investigación, tuvieron que ir rebajando la cantidad, aunque en realidad mintieron a Franco y le dijeron una cifra superior a la que realmente daban las investigaciones que habían hecho. Pero como era una cantidad ridícula para lo que ellos pensaban, y, además, sabiendo lo que ellos habían hecho, deciden dejarla archivada en el Ministerio de Justicia. Queda paralizada y nunca se publicó». Lo único que ve la luz en 1943, y tal vez para justificar el trato a bombo y platillo que se había concedido a toda la instrucción, es un libro titulado "Causa General. La dominación roja en España". El volumen se dedica, con profusión de imágenes macabras, a mostrar los aspectos más brutales de la «justicia roja», que, como se ha visto, a menudo era la propia, pero atribuida al enemigo. El libro llevaba como subtítulo "Avance de la información instruida por el ministerio público". Como ya sabemos, aquel avance no tuvo continuación porque resultaba injustificable ante la opinión pública, como señala Julián Casanova, quien añade que "si uno hace la fotografía completa (de la violencia franquista), ve un plan premeditado, un exterminio llevado a sus últimas consecuencias incluso después de la guerra, y nos damos cuenta de que hay una desproporción clarísima entre la violencia exterminadora del franquismo y la republicana. Y no hay ninguna duda ni en términos cualitativos ni en términos cuantitativos (de la diferencia) entre las dos violencias".
A pesar de que la Causa General no consiguió su objetivo de demostrar la superioridad numérica de la violencia «roja», tuvo muchos efectos beneficiosos para el régimen y sirvió, sobre todo, para alimentar aquella ideología que lo impregnaba todo: lo que oliera a «rojo» era peligroso, había que exterminarlo y aquélla era la santa «cruzada» que seguía llevando a cabo el «Caudillo por la gracia de Dios». Además, al inventariar los abusos cometidos en el bando republicano –aunque muchos no fueran ciertos y no se llegase a la cifra esperada-, aireó y marcó en la memoria de muchos ciudadanos las diferentes manifestaciones del "terror rojo" durante la guerra civil, compensó a las familias de las víctimas de esa violencia, confirmando la división social entre vencedores y vencidos, y sobre todo se convirtió en el instrumento de delación y persecución de ciudadanos que nada tenían que ver con los hechos.
Por una parte, mientras se instruía la causa, en cada pueblo, cada ciudad y cada barrio se fueron recopilando no sólo informes sobre las víctimas, sino también sobre los presuntos autores de la violencia revolucionaria. Ello significó que toda España se convirtiera en un inmenso tribunal en el cual las denuncias y delaciones estaban a la orden del día, como si de una nueva Inquisición se tratara: numerosas personas presentaron denuncia por las víctimas que había sufrido su familia, pero también hubo quienes realizaron denuncias para demostrar la adhesión al régimen y ganarse aquella «A» de «afecto al Movimiento Nacional» que había de proporcionar empleo, avales y honorabilidad…
Por otra parte, como continua señalando Julián Casanova, la Causa General escenifica la división social entre vencidos y vencedores, entre «caídos por la Patria» y parias que no merecen que los entierren con dignidad. Los vencedores pueden inscribir a sus muertos, que tendrán todos los honores y privilegios; los vencidos no pueden, con frecuencia, ni mencionar a sus desaparecidos, y no tienen ni siquiera un lugar digno donde ir a honrarlos porque a menudo han quedado enterrados en una cuneta. «Hay caídos por Dios y por la Patria y hay caídos de los que nunca se sabe nada. Y a la hora de reclamar también hay ciudadanos de primera y de segunda. Hay ventajas por el hecho de haber caído por Dios y por la Patria, porque sus familias obtuvieron beneficios, privilegios, cargos políticos, estancos, administraciones de lotería, etc. Y los otros no sólo se fueron al exilio o a la tumba, sino que muchas familias tuvieron que tragarse su propia historia y acabar siendo conservadoras para sobrevivir".
El ambiente asfixiante de la época y el miedo hicieron que mucha gente no inscribiera a sus muertos porque eran de «los otros». ¿Cómo se podía inscribir a un familiar muerto cuando había sido precisamente víctima de los nacionales? ¿Qué pasaría cuando se acudiera al juzgado, empezaran las preguntas sobre la actividad del difunto y hubiera que declarar que era miembro del sindicato o estaba afiliado a un partido de izquierdas? ¿Cuáles serían las represalias contra la familia, ya bastante marcada? Era mejor el silencio, el olvido de aquel desaparecido, incluso fingir que se había ido y no se sabía dónde estaba, y soportar los comentarios de la gente sobre qué habría hecho para haberse visto obligado a escapar. Por dentro, el dolor y la rabia callada de saber que había sido asesinado como un perro en la cuneta, que no lo podrían enterrar dignamente, ni siquiera llevarle unas flores. En un acto que quizá ellos consideraran de caridad cristiana, algunos sacerdotes ofrecieron a los familiares inscribir a sus desaparecidos si aceptaban que constara que la causa del fallecimiento había sido la muerte natural; tragándose el orgullo, muchos familiares, sobre todo mujeres, tuvieron que hacerlo, porque la inscripción del muerto era el primer paso para acceder posteriormente a una pequeña ayuda de viudedad o por los hijos huérfanos.
El rédito de las víctimas del «terror rojo» se explotará hasta bien entrados los años cincuenta, cuando muchos de aquellos cuerpos son trasladados al Valle de los Caídos y enterrados con toda la pompa que merecen los «mártires de la Cruzada»; de hecho, ello ha tenido continuidad hasta nuestros días (como muestra la noticia del Diario de León de fecha 04-02-2006 en el siguiente enlace: http://www.diariodeleon.com/inicio/noticia.jsp?CAT=113&TEXTO=100000022093 )
con la gran cantidad de placas con los nombres de los «caídos por Dios y por España» que figuran ante muchas iglesias de España*. Más de un cuarto de siglo de democracia parece no haber sido suficiente para igualar esos monumentos con los que —tímidamente y en cantidad muy escasa— recuerdan a las otras víctimas. Como señala José María Lama, «con cuarenta años de listas y de cruces de los caídos ha habido suficiente para que se sepa exactamente el número de víctimas de la derecha. Pero en el otro bando ocurre lo contrario. Precisamente cuarenta años de atención sólo a uno de los bandos de la guerra ha propiciado que se desconociera por completo lo que había ocurrido con las víctimas de izquierda».
Un decreto de la Jefatura del Estado de 16 de noviembre de 1938 proclamaba día de luto nacional el 20 de noviembre de cada año, en recuerdo de la fecha de 1936 en que se fusiló a José Antonio Primo de Rivera, y establecía, «previo acuerdo de las autoridades eclesiásticas», que «en los muros de cada parroquia figure una inscripción que contenga los nombres de sus Caídos, ya en la presente Cruzada, ya víctimas de la revolución marxista».
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En consonancia con lo expuesto, y por lo que respecta a La Bañeza, como ya vimos, se había procedido, siguiendo las ordenes del Gobernador Civil republicano, a la detención unos días atrás (el 14 de julio) del jefe local de la Falange. Y el día 19, siguiendo igualmente ordenes gubernativas, se procedería a ordenar a la guardia civil la detención de veinticuatro bañezanos, sospechosos de apoyar la sublevación. Estas no se producirían hasta la madrugada del día siguiente. Estos prisioneros serían puestos en libertad el 21 de julio, inmediatamente después de la entrada de las tropas y milicias falangistas. Durante su breve estancia en la cárcel, los presos derechistas fueron tratados con tanta bondad que hasta se les permitió brindar con champaña por el éxito del levantamiento militar, hasta el punto de que, según se llegó a contar, el Jefe local de Falange durante el consejo de guerra seguido en León en febrero de 1937 contra 45 bañezanos llego a calificar a los encausados, responsables municipales y políticos de las fuerzas republicanas y socialistas, de “caballeros” en su trato con los derechistas detenidos.
Pues bien, ajustándose aquí también la represión franquista a los parámetros antes referidos, la respuesta a esta violencia republicana y frentepopulista fue un balance para La Bañeza de al menos 51 víctimas, asesinados "legalmente" unos (fusilados), y "paralegalmente" otros (paseados), de los que tengamos hoy constancia cierta. Una violencia y una respuesta a todas luces desproporcionada.
Por cierto que para alguno de los detenidos desde nuestro pueblo, Jiménez de Jamuz, que acompañaron a los derechistas bañezanos en la Prisión del Partido se llegó a pedir a la Autoridad Municipal por nuestros responsables de la Agrupación Socialista, Unión Republicana e Izquierda Republicana, su liberación por motivos humanitarios, dadas su edad y salud, e incluso su más cómodo regreso a nuestro pueblo en "la Camioneta" de vuelta. También entre nuestros vecinos de entonces se reprodujo la desproporción en la respuesta de la violencia fascista a la republicana antes ejercida (tres detenciones de derechistas en cumplimiento de las órdenes emanadas del poder legítimo): el balance de víctimas del terror franquista fue en nuestro pueblo, en los días de septiembre y noviembre de 1936, de 19 asesinados-desaparecidos.
Y a propósito de lo señalado en cuanto al derroche de medios (públicos, es decir, estatales) empleados en la causa General y todo lo que de ella derivó, desde las compensaciones a las víctimas de la violencia republicana y a sus familiares a los honores y los privilegios y las ventajas otorgadas a los "Caídos por Dios y por la Patria", si por si solos no bastaran todavía hoy las necesidades de rescatar con ello nuestra dignidad y de hacer por fin justicia con las víctimas republicanas de la represión franquista para darles el tratamiento al que con tanto merecimiento tienen derecho, debería de ser suficiente motivo para ello el de la paridad y equidad en su trato con el entonces dado a aquellas privilegiadas víctimas.