Me cupo la fortuna y el honroso privilegio de conocer a Encina allá por el año 2006, al poco de que ella, Felipe, y otros compañeros y compañeras comenzaran a ocuparse de AERLE. Es muy posible que antes coincidiéramos ya en alguna reivindicación de la memoria republicana o en algún homenaje a represaliados por el franquismo, como tal vez fuera el caso en el celebrado en septiembre de 2003 en mi pueblo, Jiménez de Jamuz.
Coincidimos, desde luego, honrando el recuerdo de los nuestros, ante la fosa común de Puente Castro el 14 de abril de 2006, y tuve desde entonces ocasión de participar del contagioso y desbordante entusiasmo por la causa que irradiaba, y de favorecerme de la desinteresada solidaridad que a diario practicaba.
Después, su lucha ardorosa desde AERLE, encabezándola y animando infatigable los objetivos y los quehaceres, preocupada y laboriosa siempre por brindar el dato, la información, la ayuda a tantas cuantas personas se acercaban con ansia de saber de los suyos, de los nuestros, de sus trayectorias, de sus vidas, de sus prisiones, de sus muertes…
Porque Encina, la compañera Encina, estaba en la lucha por la memoria desde la entraña, con el corazón y con la sangre, desde la raíz y el compromiso que palpitan en quienes como ella saben de dónde venimos y a qué precio, y sienten la insobornable necesidad de honrar a sus ancestros con la verdad y con la justicia histórica, y honrarse haciéndolo.
Exhumación de la "fosa de los bañezanos". Izagre. 2 de septiembre de 2008.
Desde su posición personal y familiar de nieta de uno de tantos desaparecidos del franquismo, desbordaba Encina empatía y comprensión para entender lo valioso, lo vital del dato, el tesoro que supone el más nimio detalle en las fragmentarias biografías veladas o manchadas de las víctimas para quienes aún hoy se afanan, nos afanamos, por saber de sus trágicos destinos, y por eso su esfuerzo y la prioridad de atender a los no pocos descendientes y allegados de los represaliados que de ella y de la asociación que alentaba demandaban información con la que colmar tantos desconocimientos y tantos vacíos familiares.
Y allí estaba siempre Encina, dispuesta para ayudar aportando la referencia, la precisión o el informe que traían luz a las familias o las encaminaban por rutas en las que hallarla, gozándose alegre en ello, afanosa, a veces desbordada por tanto como a la vez se hacía y se cuidaba, y animosamente preocupada por lo mucho que aún quedaba por hacer…; a veces también decepcionada por las dificultades y las trabas puestas en el camino de la memoria; dolida y triste en ocasiones, cuando los entorpecimientos, incomprensiblemente, procedían de los suyos, de los nuestros, de quienes se esperaba ser mejores compañeros de viaje…
Grande, valiosa y útil fue (¡qué pena que por tan escaso tiempo!) la labor realizada por Encina, y tan humanitariamente compasivas tantas de sus actuaciones. De algunas de ellas tuve el honor de ser personalmente beneficiario, y de otras muchas testigo cercano y privilegiado que puede dar fe del consuelo, del sosiego, de la tranquilidad y la satisfacción que su desinteresada ayuda (prestada desde la naturalidad de lo sencillo, pero recibida con el valor de lo grandioso e importante) supuso para tantas personas y familias.
Agradecido por su extensa generosidad para conmigo, traigo aquí también la inmensa, emocionada y profunda gratitud de algunos de esos familiares de víctimas del régimen de Franco por los que Encina tanto hizo: los hijos e hijas, la hermana y los demás descendientes de los bañezanos asesinados en Izagre en octubre de 1936, a los que ella y AERLE ayudaron a ponerles nombre y apellidos; la familia, el hijo, la nieta y la bisnieta, del bañezano asesinado en Valverde del Camino en la descomunal masacre de aquellas mismas negras fechas, que unen desde julio del año 2008 cuando por allí pasan al entristecido recuerdo de su ser querido la emoción y el orgullo de saber su nombre perdurado en el monumento que en aquellos parajes de martirio a todos los honra y los recuerda, o los familiares hoy ourensanos de quienes, padre e hijo, trabajaron antaño en la vieja Azucarera de Veguellina y por su compromiso social y su sed de progreso fueron injustamente castigados con penas de prisión, de las cuales y de los pormenores de sus sacrificadas vidas vinieron no ha mucho a saber merced a la solidaria ayuda que Encina les prestara, como a tantos otros y otras en tantos lugares que tendrán siempre un recuerdo emocionado y reconocido para ella y su generosa entrega.
Homenaje a los represaliados de las Juventudes Socialistas. La Bañeza. 30 de noviembre de 2009.
Unimos la gratitud propia y la de tantos al desconsuelo por su pronta partida, y también al pesar por tanto excelso fruto que su vacío trunca, y a la resolución firme de continuar luchando, allá donde a cada cual toque, por las mismas causas e ideales que a ella la animaron, pues creemos que el mejor reconocimiento que a Encina podemos tributarle es el de mantener viva y pujante la labor que ella emprendiera, materializando, por ejemplo y por fin, desvelos como el de la Capilla Laica en la fosa común del cementerio de Puente Castro por el que tanto batalló.
Ojala a no tardar podamos ofrecérselo, allá donde quiera que se encuentre, sumida en la merecida paz de las buenas gentes, como uno de sus anhelos felizmente cumplido a la compañera del alma, compañera, a la que tan temprano levantó la muerte el vuelo…
José Cabañas González
Ourense, 24 de enero de 2012.
"Valor y memoria"
Un libro recoge 40 semblanzas sobre Encina Cendón, quien hasta su fallecimiento fue la presidenta de la Asociación de la Represión en León
leonoticias.com 08/09/2012El libro 'Valor y memoria. Homenaje a Encina Cendón (1960-2011) reúne 40 semblanzas sobre quien hasta su fallecimiento fue la presidenta de la Asociación de la Represión en León (AERLE).Escritores, amigos, familiares y miembros de dicha asociación han plasmado su visión de esta leonesa, dotada de una fuerte personalidad y sólidas convicciones que le ayudaron a superar las dificultades -sobre todo en los comienzos de su labor- para acceder a los archivos oficiales sobre la represión contra los vencidos en la guerra civil, española, actividad en la que fue pionera y marcó los pasos a seguir por otras asociaciones.
El libro cuenta con la participación, entre otras firmas, de Antonio Gamoneda, Julio Llamazares, Secundino Serrano, Rogelio Blanco, Fermín Carnero, Pedro Trapiello, Luís Miguel Rabanal, entre otros.
Junto a las de ellos tienen gran interés todas las semblanzas de los familiares, que permiten confirmar cómo las inquietudes políticas y solidarias de Encina Cendón ya se manifestaron desde la adolescencia.
Esas inquietudes fueron cristalizando hasta su reconocido trabajo a través de AERLE, que la llevó, con la ayuda de sus colaboradores, a recuperar historias silenciadas en archivos oficiales o en biografías particulares, a organizar actos de desagravio, localizar fosas, propiciar la edición de libros y de documentales.
La obra “Valor y memoria” es consecuencia del trabajo de Felipe Alfonso y de Javier Alfonso Cendón, compañero e hijo respectivamente, bajo la coordinación editorial de Eduardo Aguirre.
Se trata de una edición no venal, de 170 páginas, destinada a ser obsequiada a familiares, amigos y personas del ámbito de la Memoria Histórica.