---:::---   Actualizado:  08-02-2006   ---:::---

Un héroe bañezano en la defensa de Madrid

                                José Cabañas González                                                                                                   enero de 2006


"La artillería y la aviación nacionales están purificando la ciudad de Madrid antes de tomarla"

(José Mª Pemán)

===========================================================================================================Ernesto Méndez Luengo en 2001.

     Han venido recientemente a mis manos algunos libros de investigadores bañezanos sobre nuestra historia cercana; se trata de MEMORIAS NO VIVIDAS, de Valentina Fernández Vargas[1], y TEMPESTAD AL AMANECER, y MOTÍN EN LA FLOTA, ambos de Ernesto Méndez Luengo[2]. El primero aporta a la recuperación de la memoria del Madrid heroico y cercado desde noviembre del 36 al final de marzo del 39 la visión diaria y próxima del vivir de sus gentes bajo el asedio y las bombas, en una mirada caleidoscópica y enriquecedora que extrae y entrevera los datos históricos y los detalles sociológicos de la gesta resistente de los más variados testigos de la misma: orales, documentales de la variada y abundante prensa del momento, gráficos, archivísticos e incluso sonoros[3] de las canciones que distraían más que alegraban a los sitiados, convocados por las rememoraciones familiares trasvasadas a la autora.

    La historia y la memoria aunadas y enhebradas por el hilo evocador del recuerdo es el tema de este libro, de valía añadida por los numerosos documentos y fotografías de época que contiene y que avalan y concretan los sucesos evocados, entre los que no falta la dramática referencia de su autora a la brutal represión acontecida en La Bañeza, la tierra de su padre y de su abuelo[4]. El ABC del 19 de julio de 1936.

    Otra manera de abordar la misma epopeya, el Madrid del "No pasarán", es la de las referidas obras de Méndez Luengo, si bien lo hace en MOTÍN EN LA FLOTA breve y circunstancialmente, en las que a través del relato histórico documentado, objetivo y fidedigno nos acerca con tratamiento riguroso y apasionado el acontecer y los avatares de las luchas y las proezas de los combatientes enfrentados en unos y otros escenarios, marítimos y urbanos, con encomiable y ecuánime admiración y emocionado respeto por las heroicidades de unos y otros contendientes.

    Tiene el libro en el que narra la Guerra civil en el Mar, testimonial, vibrantemente lírico, profundamente histórico, y literariamente bello, el añadido valor de relatar, desde su perspectiva de hombre de tierra adentro y con emoción plena, un episodio de la última contienda, una de las más grandes e inusuales gestas navales como es la del enfrentamiento entre las dos flotas, escasamente investigado hasta entonces, y no desde luego con semejante precisión y cercanía.

    Por lo que hace a TEMPESTAD AL AMANECER, entreteje el autor en lo narrado algunas noveladas referencias que nos acercan, convenientemente desveladas y contrariando sin duda su deseo de preservar con ellas su modesto anonimato, acontecimientos tanto de su natal tierra bañezana como de su propia y entregada juventud en aquel Madrid mártir y heroico.

Cartel de la defensa de Madrid.-     Son así las evocaciones literarias del paisaje mitad urbano mitad rural de Fermín las de Ernesto desde su barrio de Santa Marina[5], en el que de pequeño volaba las cometas, y lo son las de la escuela de Villa y su maestro de Sanabria allí asesinado al poco del estallido de la guerra, y las de las romerías, y los carnavales, y los juegos de "los bolos" y "la rana", y los cambios acontecidos, en perjuicio siempre de los más humildes, y la falta de trabajo de los obreros y jornaleros y el indeseado ayuno que para ellos y sus familias suponía. También lo son las de la construcción de la fábrica azucarera[6] y el desengaño de que, contra lo esperado, no facilitara trabajo y pan para todos sino solo para unos pocos, y empleo temporal y después hambre de nuevo para algunos de los más, y la despótica autoridad de Don Julio, su director, y el desesperanzador panorama que los empuja a fundar la Casa del Pueblo y a organizar, sin mayores desórdenes ni violencias, alguna que otra huelga exigiendo la admisión de más trabajadores para aliviar el desempleo…

    Y llega la República y sus conflictos socio-económicos, y la ciudad y su comarca se dividen en dos bandos: el de las "personas de orden", respetuosas con las leyes siempre que estas no atenten contra sus ancestrales privilegios, y el de los "revolucionarios ateos", que aspiraban a comer una o dos veces al día y a calzar zapatillas o zapatos en vez de abarcas o zuecos como sus abuelos…

Milicianos protejen libros de la Biblioteca Nacional de bombardeos fascistas.-    También nos ilustran sus recuerdos sobre su toma de conciencia y politización, y en este punto es muy posible que sea licencia literaria su adscripción al anarquismo (desconocemos si lo es su referencia a la escuela de don Justo, junto a las huertas, como lugar de reunión de libertarios y a don José, el maestro de Santa Elena, como su secretario), ya que sabemos de la pertenencia de Ernesto a la Agrupación bañezana del Partido Socialista, como así mismo nos descubren la necesidad de su familia de emigrar a Madrid ante la ausencia de porvenir para los hijos.

    En Madrid se encuentra Ernesto, con poco más de 14 años, al inicio del golpe militar, y es allí privilegiado y cercano testigo, cuando no partícipe directo, en acontecimientos que, como el asalto al cuartel de la Montaña, lo derrotan y convierten durante 32 meses la ciudad en exaltado baluarte y rompeolas contra el que una y otra vez se estrellarán las criminales garras del fascismo. Es aquí, en noviembre, al alba del día 8, cuando la primera gran embestida frontal de los rebeldes, en el Sector del Frente de la Plaza de Legazpi, donde consuma Ernesto el acto heroico que en su modestia consigna en MOTÍN EN LA FLOTA a la cuenta de un no nombrado valeroso chaval bañezano que porta en su cazadora un carnet del PSOE leonés, de la Agrupación de La Bañeza:

De Madird al cielo....., dice la historieta firmada por Lorenzo, del 1º Batallón.-     Se retiran los combatientes republicanos de Usera por el Puente de la Princesa ante el empuje de los mercenarios invasores apoyados por dos blindados germanos tras los que avanzan, cuando seis jóvenes milicianos –cinco de la Juventud Socialista Unificada (JSU) madrileña, y nuestro paisano, de las Juventudes Socialistas y el de menor edad de todos-- se internan armados de granadas de mano, botellas de gasolina y bayoneta para hacer frente al enemigo. Se atrinchera Ernesto en un montón de escombros esperando a los acorazados, y arroja al primero la botella y la granada, cuyas esquirlas lo hieren de rebote, inflamándolo y poniéndolo con sus cinco tripulantes fuera de combate. Se le echa ya encima el segundo "Panzer", y nuestro joven héroe bañezano le encaja la afilada bayoneta entre la cadena y la rueda de tracción; el tanque frena bruscamente, derrapa, y se hunde de morro, inútil ya para la lucha, en un profundo cráter abierto en la calzada por las bombas nacionales[7]. Quienes se retiraban, vista la gesta del muchacho y sus resultados, repasan en tropel el puente, poseídos ahora de arrojo y brío inauditos, en feroz contraataque hasta forzar el retroceso de las mesnadas moras y legionarias a sus posiciones de partida.Aviones facciosos Bombardean Madrid.-

Desde su estancia en Madrid durante el cerco nos transmite Ernesto –o Fermín, su trasunto en TEMPESTAD AL AMANECER-- los ecos que a su familia van llegando de lo ocurrido en su terruño y de la trágica suerte de muchos de sus paisanos. Da cuenta así de la ejecución del alcalde socialista, el señor Ángel[8], y del fusilamiento de su hijo de 23 años, paralítico, en febrero del 37, con otros miembros de la Casa del Pueblo..., y de la desesperada carrera de más de dos kilómetros del señor Perandones, muy estimado en la villa y en su partido judicial, con sus sesenta y tantos años a cuestas, en pos de la camioneta en la que con otros se llevan a sus dos hijos, que serán también en febrero fusilados[9].

Madrid bombardeada.-El episodio de los que Ernesto narra que más llama nuestra atención y nos asombra por sus singulares coincidencias tanto con lo que fehacientemente conocemos –su supervivencia al "paseo" y posterior arribo a Asturias-- como con lo que conjeturamos de la historia de Juan Sanjuán Sanjuán, uno de los desaparecidos de Jiménez de Jamuz, nuestro pueblo, es el que adjudica al que nombra Emilio Berciano, secretario de las Juventudes Socialistas: escapado de las balas de sus verdugos falangistas, escondido por el día y caminando de noche hacia la salvación en la leal Asturias, alcanza en octubre el Batallón Aida Lafuente, de asturianos libertarios, que marcha al combate en el frente leonés de La Vecilla, presentándonoslo más tarde como evadido de la zona rebelde y en Madrid, a donde desde Asturias ha llegado para incorporarse al Ejercito republicano del Centro…

    Curioso, como digo, nos resulta este relato, en el que encontramos también indicios y detalles conocidos y concordantes con otro suceso: el asesinato en torno a la mitad de agosto de cuatro republicanos de Destriana en nuestros montes de La Gándara[10], y nos preguntamos si, conocida una y otra del autor, no ha hecho de las dos historias una, en cuyo caso –no tenemos noticia de más escapados al "paseo" y arribados a Asturias en la zona--, y de no tratarse de licencia narrativa, podríamos estar ante la confirmación de las conjeturas que sobre nuestro Juan Sanjuán antes apuntábamos.Después de las bombas.....

     A mediados de 1937 cae en manos de Ernesto, de modo harto casual, un viejo tratado militar, el Plan Schlieffen, del genial estratega alemán, que le inocula para siempre la pasión por el estudio del Arte de la Guerra, hasta el punto de solicitar y obtener el ingreso como alumno en el Centro Politécnico del Ejercito republicano. Del alto aprovechamiento obtenido son, desde luego, irrefutables muestras sus restantes obras[11] y las dos minuciosas investigaciones militares que aquí comentamos.

    Rehúsa en la hora del amargo final, la de la toma por la capitulación de la ciudad que no se pudo conquistar por la fuerza en 28 meses y tres semanas de asedio, la posibilidad del exilio, y cuando las fascistas "ya han pasado" y en el Madrid ya sin guerra empieza a amanecer la venganza, es Ernesto detenido por falangistas del Cuerpo de Investigación y Vigilancia, e inicia desde el cuartelillo ("checa blanca") de la Plaza del Progreso su periplo de reclusión que le conduce por tres días al patio interior de la Comisaría de Policía del Distrito, abarrotado y promiscuo como los calabozos y pasillos de la Dirección General de Seguridad en los que desde allí recala y de los que el trasiego es, de día y de noche, continuo con destino a cualquiera de las 32 cárceles urgentemente habilitadas por los vencedores en la capital. Miliciano protegiendo los tesoros del bombardeado Palacio de Liria.-

    Trasladado al convento-prisión de las Comendadoras de Santiago, vetusto caserón madrileño del siglo XVII con hechuras de penal de Inquisición, es allí Ernesto uno entre los más de tres mil presos que se aglomeran en las estrechas galerías de sus dos plantas. Y allí conoce a quienes pueblan la sala, más bien túnel, de los condenados a la última pena, y vive la muerte anticipada de las "sacas", y padece la crueldad de los guardianes, y la humillación sistemática de los vencidos, y la Sarna repentina y epidémica surgida de las deplorables condiciones en que se hacinan los cincuenta y tantos mil confinados en las cárceles madrileñas, y sabe, a la fuerza, del nuevo catecismo difundido por el "pater", adaptado por quienes ganaron la guerra y que ahora reza: "El quinto…matar con justicia". La importancia de las Milicianas y otras mujeres en la defensa de Madrid.-

    Reencuentra allí también a antiguos compañeros que le detallan sus penosas peripecias y le refieren de otros que ya han sido ajusticiados, y convive con algunos de los militantes de la JSU compañeros de martirio de Las Trece Rosas[12], abatidos por los mortales y rabiosos ladridos de la ametralladora emplazada en los muros del Cementerio del Este, tan acostumbrados y por tanto tiempo familiares en las madrugadas de los vecinos de los madrileños barrios circundantes. Entre tanta desolación y oprobio, es aún capaz Ernesto de disfrutar de sus charlas militares con el culto, fiel y digno Capitán Rey, del Cuerpo de Fuerzas de Asalto, tan gran persona y que con tanta majestuosa arrogancia e imponente serenidad, con las manos fuertemente atadas a la espalda, el porte erguido y la frente más alta que nunca, afrontó, sin venda en la mirada y de cara al pelotón de ejecución, su encuentro con la muerte.

    Desconocemos por que derroteros prosiguió la vida de Ernesto Méndez Luengo. Fallecido no ha mucho, devino ferroviario de oficio y llegó a ser Subjefe de División de Obras e Instalaciones en la antigua 2ª Zona de RENFE. Habría militado durante la dilatada dictadura en una supuesta Organización Secreta de Fuerzas Antifascistas (OSFA), de la que habría sido su Agente 5044-S, y cuyo rastro, tal vez por su condición de reducido grupúsculo resistente, no hemos conseguido hallar. Derrochó Ernesto, en todo caso y en defensa de la democracia, la libertad y el progreso, sobradas dosis de entrega y heroísmo en su sacrificada juventud y en el arrojo con que se enfrentó a la barbarie mercenaria e invasora en el Madrid sitiado.

 

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[1]   MEMORIAS NO VIVIDAS. Madrid que bien resiste. (La vida cotidiana en el Madrid sitiado).- Alianza Editorial. 2002. Valentina Fernández Vargas, bañezana de raíz, es investigadora de la Unidad de Políticas Comparadas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y profesora honoraria de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid.

[2]    TEMPESTAD AL AMANECER. La epopeya de Madrid.- G. del Toro. Editor. 1977 (Premio Larra de aquel año).- MOTÍN EN LA FLOTA. La Guerra Civil en el Mar. Edilesa. 2001. Ernesto Méndez Luengo, no hace mucho fallecido y ferroviario de profesión, fue escritor especializado en temas históricos.  

[3]   El libro se acompaña  de un CD con una selección de canciones (23 temas) que fueron “grandes éxitos durante el cerco de Madrid”.

[4]   “A veces mi padre comentaba que si Franco se hubiera sublevado en agosto, cuando su padre y él hubieran estado de vacaciones en La Bañeza, mi her-mano y yo no estaríamos en el mundo, pues allí fueron asesinados prácticamente todos los republicanos”. (pág. 53)

[5]   El 31 de agosto de 2004, aún en vida del escritor, y con su asistencia, se le dedicó una calle en este barrio bañezano.

[6]   En 1931 la Sociedad General Azucarera de España (SGA) y la Compañía de Industrias Agrícolas (CIA) constituyen la AZUCARERA DE LA BAÑEZA, S.A.Madrid, 7 de noviembre de 1936.-

[7]   Por esta acción fue Ernesto condecorado con la Medalla del Valor con distintivo rojo, máximo honor concedido por la República a sus héroes.

[8]   “…propietario del único quiosco de periódicos, que todas las mañanas, antes de incorporarse a las tareas de su cargo en el Ayuntamiento, llevaba personalmente “El Debate”, “La Nación” o el “ABC” a sus abonados…”  

 [9]   “…médico uno y almacenista de maderas el otro, solo porque eran convencidos republicanos...”

[10]   Fueron, según información de Baltasar Berciano Valderrey, estos: Baltasar Carbajo Vidales, Baltasar Vidales Valderrey (“Sarite”), Aquilino Ortega, y José Villalibre Toral (“Mariño”).

[11]   Escribió Ernesto Méndez Luengo, además, los siguientes libros de temática bañezana y leonesa: EL ÚLTIMO TEMPLARIO, finalista del Premio Asturias 1983; LLANTO POR UN LOBO MUERTO, novelación de las luchas de liberales y absolutistas del siglo XIX, Primer Premio Hispanoamericano ICONA de Novela 1988, y LOS GUERREROS DE BRONCE, recreación  novelada en el siglo III a. C. de la protohistoria de nuestra comarca.

[12]   En la madrugada del 5 de agosto de 1939 fueron fusilados 43 hombres y 13 mujeres (de ellas 7 menores de edad), acusados de un crimen no cometido, y en realidad por intentar reconstruir la JSU en aquel Madrid derrotado.

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Ourense, enero de 2006.

José Cabañas González


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