José Lobato González, autor del artículo

RECUERDOS DE UNA VIDA PARA LA HISTORIA Y LA CULTURA

DE UNA REIVINDICACIÓN OBRERA

EL DÍA 15 DE ABRIL DE 1947

José Lobato González

Memoria a la Revista cultural "JAMUZ" desde la ciudad de Bilbao, donde por razones de la vida tengo mi residencia desde el año 1956. En el presente tiempo tengo setenta y cinco años y aún añoro recuerdos de mi juventud, que la distancia del lugar y del tiempo no ha conseguido borrar. Por eso y otras razones Jiménez lo tengo muy presente, y a la vista de la revista cultural que se edita me propongo exponer en ella la memoria de un suceso que ocurrió inicialmente en Jiménez, y como nadie ha escrito algo sobre ello, para que no quede en el olvido, me propongo relatarlo que mas adelante se detalla, para que conste como parte de la reciente historia de Jiménez de Jamuz.

En la revista se han escrito cantidad de cosas de interés informativo y cultural. Esta vez lo hacemos por ese otro colectivo de trabajadores/as por cuenta ajena que también se merecen el recuerdo en memoria y un espacio en la historia.

Con el debido respeto, haciendo uso de la libertad de expresión, expongo:

Cómo en el trayecto de Jiménez a La Bañeza existió una industria dedicada en sus primeros orígenes a la fabricación de ladrillos: "Cerámica de Perandones".

En los días del 20 al 24 de diciembre de 1946, el trabajador empleado en la industria arriba indicada, Aquilino Macías, acompañado del responsable de esta memoria, denunciaron en la Magistratura de Trabajo, en La Bañeza, el incumplimiento por parte de la empresa del pago de la parte proporcional que correspondía a la paga de Navidad. Incumplimiento que la empresa tuvo que cumplir con los trabajadores.

El día 15 de abril de 1.947 en la "Cerámica de Perandones" trabajábamos cuarenta y ocho hombres y mujeres, suponiendo la mayoría de Jiménez, otros de La Bañeza, Santa Elena y Sacaojos, hoy Santiago de la Valduerna.

Anteriormente el grupo de los de Jiménez que a continuación detallo había acordado reivindicar una peseta de salario para equipararnos con los trabajadores en la Cerámica de los Hernández, que estaba poco más adelante en dirección a La Bañeza.

Los Protagonistas de la reivindicación obrera que da lugar a esta memoria son: Los hermanos Pascual y Esteban Pastor Vivas, José Fariñas Martínez Fernández, José Villalobos Ares, Dionisio Fernández Vidal, padre e hijo Rafael Fernández Pérez, y Román Fernández García, el padre y dos hijos, Liberto del Canto, Serafín y Benito del Canto García, Tomas de Blas Vidal, Juan Álvarez Bolaños, Bernardo Cabañas Mateos, Jesús Bercianos Casas, de Sacaojos, hoy Santiago de la Valduerna y José Lobato González, autor de la presente memoria.

En aquel tiempo el salario que nos pagaban a los hombres estaba sobre la base de 9 pesetas diarias, 63 a la semana, hoy 0,38 céntimos de euro; a las mujeres aun les pagaban menos, "no recuerdo" la diferencia. Con aquellos poderes adquisitivos podemos hacernos idea de la calidad de vida. Con salarios de miseria por jornadas de ocho horas, pico y pala, carretilla, rampa, rejales y hornos; y así jornadas agotadoras debido también a la exigencia de la producción. Aún así había que ser buenos y callar, ya que los poderes fácticos pensaban por nosotros; y además Dios disponía.

El día 15 de abril, un lunes, a la hora de comenzar la jornada de la tarde, el grupo nos acercamos junto al encargado, Jesús Blanco, de origen asturiano, considerado con poderes para poder acercar posturas razonadas. De antemano habíamos acordado que el compañero Juan Álvarez Bolaños propusiera la reivindicación acordada: ¡Pagarnos una peseta más al día!

El señor encargado enfureció. Aquello no le cuadraba en la política económica de la empresa y menos en el orden social establecido.

La respuesta fue prepotentemente ¡Qué no! .Este individuo con su pico de oro, haciendo gala del más desagradable, fastidioso y enojoso vocabulario, con comparaciones a unos y otros de fastidio y humillación contestó: "¡aquí no se paga ni una peseta mas a nadie, márchense de aquí, fuera!, ¡fuera!", nos dijo; y nos tuvimos que marchar amenazándonos con la Guardia Civil ,1a que poco antes de la puesta del sol apareció en el pueblo con orden de detención y arresto por rebeldía en el trabajo para conducirnos al cuartel en La Bañeza.

Para que nuestra detención no pareciese tan espectacular nos condicionaron a que nos entregáramos nosotros mismos. Lo hicimos con la lógica confusión, pues no entendíamos tanta culpa. El único delito estaba en haber propuesto que nos pagaran una peseta mas al día, por un trabajo duro y al no aceptar nuestra propuesta, aparte de insultarnos con aquella desconcertada soberbia nos echaron del trabajo.

Al llegar al cuartel en La Bañeza nos esperaban el comandante del puesto y otros guardias. Nos tuvieron un tiempo para tomarnos declaración que no lo hicieron con todo el grupo de quince que éramos; en la referida declaración, buscaban el cabecilla o dirigente del grupo. Nosotros ya en el camino de Jiménez a La Bañeza, como suponíamos que tendríamos que declarar, acordamos no comprometer a nadie, pues es lógico que siempre tiene que haber un primero para todas las cosas, lo que no recuerdo si firmamos o no todo el grupo la declaración que nos tomaron.

En el traslado a la cárcel, que estaba donde hoy está el grupo de viviendas Incovasa, nos llevaron custodiados por el Guardia Civil Sr. Porras. Al pasar por la plaza Mayor de La Bañeza la gente de la calle se extrañaba, ¡qué era aquello!, y a aquellas horas, entre las diez y las once de la noche no se conocía la noticia de lo ocurrido en la "Cerámica de Perandones", a pesar de ser una industria importante para La Bañeza.

Entretanto y en la plaza, el compañero Dionisio Fernández Vidal pidió permiso al Sr. Porras. Se entiende que a este compañero le alumbró alguna luz, y concediéndole diez minutos fue a ver a su hija Catalina que trabajaba como empleada de hogar en la casa de un abogado, que supuestamente éste se puso en contacto con el delegado del trabajo en León, Sr. José Antonio García Garnes.

Nos ingresan en la cárcel, y hay que decirlo todo, estuvimos a punto de recibir una paliza. Seguramente por esos medios querían saber quiénes eran nuestros dirigentes.

Al parecer el pegón de turno, un tal Ñao, que estaba dispuesto a pegarnos la paliza en la cárcel. Este individuo estaba de encargado en una viña de un terrateniente de La Bañeza, encubriendo así su profesión.

Tuvimos suerte y no padecimos el supuesto castigo ya que no dispusieron de tiempo suficiente, debido a la presencia personal del delegado del trabajo que se presentó a las puertas de la cárcel y se responsabilizó por nuestra seguridad dando órdenes, impidiendo así que se nos castigara físicamente.

¡Gracias Sr. delegado del Trabajo!

 

SEGUNDA PARTE DE LA MEMORIA:

 

Nuestras familias no sabían como organizar nuestra defensa. En principio nadie entendía como hacerla. Pensaron en dejarlo, a ver por donde salía el sol al día siguiente. No obstante cuando el sol salió se organizaron y entendieron que el problema era más serio de lo que parecía. Nos llevaron ropas, colchones, mantas y comida la noche anterior. No cenamos y dormimos tumbados en el suelo. En aquella cárcel, para nosotros, no había pensión completa. Todos los días nos llevaban comida y cena de nuestras casas, únicamente nos daban dos o tres pesetas diarias.

A pesar de que los medios de comunicación eran difíciles porque todo eso estaba controlado la noticia se extendió por los pueblos de la comarca, quizá gracias a Radio España Independiente "LA PIRENAICA", emisora que lo hacía en nombre del Comité Central del Partido Comunista de España en la clandestinidad, pues esta emisora de radio también se escuchaba en Jiménez.

Nuestras familias se organizaron en la medida de su capacidad, nadie que no fuesen ellas ofrecían su colaboración, quizá algunos querrían haberlo hecho pero así eran las cosas; no se dio esa condición, no eran tiempos de solidaridad. En Jiménez ocurrieron tantas cosas que impedían el ejercicio de la libertad.

En breves días se acuerda visitar al delegado del trabajo en León. Como los medios económicos eran escasos, -háganse idea con los salarios que nos daban-, se acordó algún escote y se comisionó a Generoso Evaristo Lobato Falagán, padre del autor de esta memoria. Fue acompañado del Sr. Esteban Cabañas Vidal, como autoridad en el pueblo, ya que era jefe de la falange, partido político español con el poder y en el tiempo.

En la visita al delegado del trabajo se les comunicó que el asunto de los presos de Jiménez estaba politizado hasta el punto de que se nos consideraba una unidad clandestina al servicio del Partido Comunista de España en la clandestinidad, para promover y desestabilizar el orden social establecido en las empresas con trabajadores por cuenta ajena; y que nuestra suerte dependía de no sabía qué decisiones.

Por lo tanto corríamos el riesgo de que los mayores de edad pudieran ser fusilados, así de claro; y los menores, que éramos cuatro, seguiríamos en la cárcel hasta que se acordaran de nosotros. Así fue el informe del delegado del trabajo.

El día 26 de abril, sábado, sobre las seis de la tarde nos comunicaron que estábamos en libertad, lo que recibimos con gritos de alegría, saltos y abrazos en el patio de la cárcel. Con anterioridad supimos que autoridades provinciales se interesaron por nuestra conducta en relación con los deberes de la iglesia," había que ser buenos".

Libertad sí, pero con la obligación de ir al Juzgado de guardia, ya que nos esperaba el Juez. También con nuestra declaración querían saber lo mismo que en el cuartel de la Guardia Civil, quiénes eran los dirigentes del grupo. No dándoles ninguna pista como habíamos hecho anteriormente.

Las autoridades de aquel tiempo supuestamente pensaron que éramos unos revolucionarios, ya que el día 15 de abril, día en el que hicimos la reivindicación por la peseta, era una fecha histórica con relación a la 2a República Española que se había proclamando el día 14 de bastantes años anteriores. Naturalmente, nosotros tendríamos algo que ver con aquello, ¡para tanto honor no

estábamos capacitados! Todo había sido pura casualidad.

Desde el Juzgado se nos dieron instrucciones para que fuéramos a nuestras casas e hiciéramos vida normal. ¿Cómo hacer vida normal con 9 pesetas de salario al día? Y que nos presentásemos al trabajo el próximo día laboral; obediencia cumplida presentándonos al trabajo el primer día laboral. Al recibirnos el encargado tuvo modales de cortesía tratando de disculparse de sus blasfemias anteriores. El compañero Esteban Pastor Vivas le contestó: ¡no sirven disculpas, lo hecho, hecho está!

Se comenzó a trabajar y ese mismo día la empresa nos dio el importe de veinticinco pesetas o 15 céntimos de euro hoy. Con aquello nos compensaron los 11 días que estuvimos en la cárcel: "muy graciosos".

A los pocos días de estar trabajando, en el Juzgado de La Bañeza se nos hizo un juicio por lo penal. También compareció el encargado de la empresa con varios trabajadores que llevó como testigos que no le sirvieron para nada.

Para nuestra defensa llevamos al abogado procurador, don Bernardo Becares, hijo del médico titular del ayuntamiento de Santa Elena don Aníbal Becares.

Celebrado el juicio no encontraron causas para juzgarnos, quedando libres de culpa y pena. Sí encontraron motivos suficientes para juzgar al encargado de la empresa condenándolo a 10 días de cárcel y 700 pesetas de multa, condición esta que el autor de esta memoria no le consta si se cumplió. Y como anécdota, relación breve de un suceso curioso y notable: los honorarios de Don Bernardo Becares, abogado defensor, fueron simbólicos dos pollitas blancas.

Por incumplimiento de la legislación, en cuanto a conceptos de salarios, la empresa fue sancionada. Se rumoreó que pagó doscientas mil pesetas, y a partir de aquí cumplir con la legislación vigente; ¡no hay mal que por bien no venga!, pues de una u otra forma se restableció un tanto el orden que no había, y otros trabajadores/as lo disfrutaron, pues en todos los movimientos obreros, con reivindicaciones pequeñas o grandes, se hace camino al progreso.

Saludos de libertad: gran parte del pueblo, amigos y familiares estaban preocupados por lo que pasaría con todo aquello. Había 14 familias que sufrían las consecuencias de aquel lamentable suceso. Cuando al fin nos vieron en casa y te encontraban por la calle, cada cual saludaba con ese gesto que corresponde en cada momento de la vida.

Así en la calle, en el salón de la plaza, donde la juventud frecuentaba los días de fiesta para divertirse y hacer lazos de amistad, mozos y mozas, ese tesoro de la humanidad, que también allí tuvo gestos de solidaridad y que cada cual los manifestó como mejor le parecía.

Por último, sin ánimo de molestar y menos aún si se trata de la intimidad de aquellos que estuvieron, y por la razón natural de la vida ya no están, mi propósito no es otro que haber hecho un análisis real y ponerlos a todos para dar a conocer un suceso ocurrido mayoritariamente en Jiménez. En la creencia de que es interesante como tantas otras cosas, por ello debe tener un lugar en la historia de JIMÉNEZ.

José Lobato González

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