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CONVULSIONES

DIARIO DEL SOLDADO REPUBLICANO JAUME CUSIDÓ LLOBET  

 (AGOSTO 1938 – MAYO 1939)

PRISIONEROS CATALANES EN EL “GULAG” DE LEÓN

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Enlace a la Portada-Contraportada (pdf)

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ÍNDICE

PRÓLOGO (A cargo de Paul Preston).

PRESENTACIÓN Y AGRADECIMIENTOS.

LOS DIARIOS DEL SOLDADO REPUBLICANO JAUME CUSIDÓ LLOBET  

(Transcritos, traducidos y anotados por José Cabañas González).

MONISTROL.- Diario de la movilización.

RETIRADA.- Diario de la desbandada y de los campos de internamiento y de concentración.

                        La retirada.

                        Los campos de arena franceses. Del “Campo de Negrín” al “Campo de Franco”.

                        La repatriación por Irún.

                        En la plaza de toros de San Sebastián.

En el Campo de Concentración de Prisioneros de Guerra y Presentados de “Casa Ponga” en Valencia de Don Juan (León).

LAS CARTAS DEL CAUTIVERIO DE JAUME CUSIDÓ LLOBET.

 PRISIONEROS CATALANES EN EL “GULAG” DE LEÓN.   

                                           (José Cabañas González)

EL DESCONOCIDO CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE “CASA PONGA”.

CATALANES PRISIONEROS DE GUERRA EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE SAN MARCOS DE LEÓN Y FALLECIDOS ENTRE ENERO Y DICIEMBRE DE 1939.

REFERENCIAS Y TESTIMONIOS DE PRESOS Y PRISIONEROS CATALANES EN EL “GULAG” LEONÉS.

LA PRISIÓN-CAMPO DE PRISIONEROS DE SAN MARCOS

EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE SANTA ANA DE LEÓN

LOS CAMPOS ASTORGANOS DE SANTOCILDES Y LA PAJERA (O SANTA ANA)

ANEXOS.

I.- El contrapunto: Diario del soldado nacional jiminiego Antonio Lobato Cabañas en los frentes de Aragón, Segre y Ebro (julio 1937– octubre 1938).

II.- Algunos de los cautivos que sufrieron la Prisión de Partido de Valencia de Don Juan.

III.- Prisioneros y presos del franquismo: Dependencias, diferencias, trayectorias, confluencias.

DOCUMENTOS E IMÁGENES.

FUENTES.


Que Déu vulgui que no es repeteíxin semblants coses,

i que il.lumini als homes perque segueíxin uns camins de pau i comprenssió

per tal d’evitar áquestas convulsions que sempre acaben en tragedia…..

Quiera Dios que nunca se repitan semejantes cosas,

y que ilumine a los hombres para que sigan caminos de paz y comprensión

que eviten estas convulsiones que siempre acaban en tragedia……

(Jaume Cusidó Llobet, finalizando sus Diarios)


PROYECTO DE DIFUSIÓN CULTURAL DE CAZARABET EN MAS DE LAS MATAS, TERUEL.

Cazarabet conversa con José Cabañas González:

-José, amigo, ¿qué te llevó o cómo fue el viaje que te llevó a escribir este libro, Convulsiones. Diario del soldado republicano Jaume Cuidó Llobet, entre agosto del 38 y mayo del 39?

Desde febrero de 2014 vengo trabajando en la narración del transcurso de los sustanciales días del golpe de Estado de julio de 1936 en la provincia de León, las jornadas del 17 al 31 de aquel mes en una veintena larga de localidades de la provincia, ciudades, villas y pueblos de la misma, con la pretensión de ofrecer en su momento el relato más completo y detallado de lo sucedido en aquel territorio en dichas fechas. Más o menos a finales de 2016 esta investigación se hallaba casi terminada, y como en ella hago además un pequeño viaje reducido y condensado a la represión que después del golpe, en la guerra y la posguerra, se perpetró en los mismos lugares, el capítulo dedicado al desarrollo de la sublevación en Valencia de Don Juan (villa del sur de León) incluía un apartado con el resultado de lo investigado en torno al Campo de Concentración de Prisioneros y Presentados que allí instaló el franquismo en el antiguo taller de carpintería de madera y carruajes llamado Casa Ponga -un reclusorio del que hasta ahora lo que se conocía era muy poco-, además de un anexo en el que, muy extractado, se mostraba lo que en el Diario que un soldado republicano catalán (Jaume Cusidó Llobet) había ido llevando a lo largo del tiempo en que fue movilizado para terminar prisionero en dicho Campo de Concentración había anotado sobre el mismo, anotaciones que vienen a ser, por cierto, una privilegiada fuente primaria para rasgar el desconocimiento que, como digo, del mismo existía hasta el presente.

Por entonces caí en la cuenta de que, ampliando el foco más allá de lo referido a aquella villa leonesa y considerando todo el Diario de aquel primero soldado y más tarde prisionero de guerra disponíamos de una visión cercana y en primer plano de su periodo de instrucción una vez movilizado y de lo que supuso la tragedia de una trayectoria que ya en las postrimerías de la guerra civil se impuso a tantos: la de la retirada del Ejército republicano en derrota hacia Francia cuando los rebeldes emprenden el asalto a Cataluña, el paso por los infames campos de arena franceses, y, en su caso, la repatriación a España desde ellos por Irún para seguir una trayectoria represiva que los conduce a otros campos de concentración: los que el franquismo había sembrado por toda la España sublevada, terminando él en el de Casa Ponga de Valencia de Don Juan. Tal visión se enriquecería en algo más al sumar a lo anterior algunas de las cartas que desde el citado Campo cruzaba el prisionero con su familia, destinataria también, más directa que indirecta, de la injusta represión que como vencido de guerra se le aplicaba.

            Entendiendo que tanto el Campo de Casa Ponga como las represalias padecidas por aquel prisionero formaban parte de un fenómeno y un contexto mucho más amplio (el de los más de 300 campos de concentración franquistas de la guerra y la posguerra lo uno, y lo otro el de los muchos miles de prisioneros de guerra hechos por los rebeldes en la Ofensiva de Cataluña y los destinos que estos siguieron), me ocupé de agregar a todo lo anterior la investigación relacionada con el paso por el territorio leonés de una ingente cantidad de aquellos prisioneros catalanes, y otros (presos en este caso) que desde mediados de 1938 fueron enviados a poblar los números reclusorios franquistas que desde los inicios de la guerra se establecieron en la provincia de León y que llegaron a constituir un conglomerado de campos de concentración, batallones de trabajadores, prisiones y destacamentos penales funcionando durante un buen número de años como un auténtico “gulag” vergonzoso y vergonzante cuyas crueles e inhumanas condiciones de vida –y de muerte- hemos recogido y mostramos en una extensa colección de recuerdos, testimonios y memorias de algunos de quienes lo sufrieron en varios de aquellos “morideros”.  

            A todo lo señalado añadí, por último, como contrapunto y complemento al Diario del soldado republicano Jaume Cusidó, otro Diario, este de un soldado “nacional” (Antonio Lobato Cabañas, natural de mi mismo pueblo leonés: Jiménez de Jamuz), uno de tanto jóvenes de las zonas en que los alzados triunfaron de inmediato movilizados en el ejército franquista (destinado él al Regimiento Aragón 17 de guarnición en Zaragoza), que entre julio de 1937 y octubre de 1938 consignaba también sus padecimientos de combatiente en las primeras líneas de los frentes aragoneses.

            Aparcando el trabajo en el que andaba, con todo lo apuntado compuse el libro Convulsiones. Diario del soldado republicano Jaume Cuidó Llobet (mayo 1938 - agosto 1939). Prisioneros catalanes en el “gulag” de León, salido de imprenta en julio de 2019.

            Lo dicho responde más bien a lo que fue el viaje de escribir el libro. Lo que me condujo a hacerlo fue conocer desde el año 1987 que en los listados de enterramientos del cementerio municipal leonés de Puente Castro aparecen para los meses de febrero a junio de 1939, entre los más de 400 inhumados en sus fosas comunes no menos de 300 catalanes, la mayoría con nombre y apellidos y muchos con la inscripción de “prisioneros”, un hecho curioso y llamativo que más que desapercibido ha sido hasta ahora ignorado, y que apenas ha suscitado interés en conocer quiénes eran aquellos hombres y a qué se debía el triste destino que allí alcanzaron. Pues bien: la curiosidad por tal enigma, y el interés en esclarecerlo y darle por primera vez respuesta, me motivo a embarcarme en Convulsiones… y a hacerlo en la manera en que lo he hecho.

-¿Nos puedes presentar a este soldado republicano que plasmó sus vivencias desde este diario?

Era Jaume Cusidó Llobet hijo de Josep Cusidó Caralt (tejedor) y de Francesca Llobet Torrella, nacido en Sabadell el 7 de diciembre de 1904. Alistado para el reemplazo de 1925 en febrero de aquel año, resultaba en agosto de 1927 excluido totalmente para el Servicio militar. La misma exclusión total le era confirmada el 29 de octubre de 1936, ya en plena guerra civil.

El 31 de mayo de 1938 lo llamaban a filas para Servicios Auxiliares en el Ejército Popular de la República –EPR- (se movilizó entonces a mozos de 1926 y 1925; parece que a él lo encuadraban en el Ejército del Este), y el 27 de julio se le declaraba Apto para su desempeño. Tiene entonces 33 años, está casado con Manuela Muñoz Fuentes (Manolita, mecanógrafa, nacida en 1908 en alguna localidad madrileña, en la que su progenitor, guardia civil, se hallaba destinado), y es con ella padre de un hijo, Josep Cusidó Muñoz, de tres años de edad (1934-2019). Residen los tres en el domicilio familiar de la calle Pérez Galdós, 114, de Sabadell, ciudad en la que trabajaba hasta entonces como contable jefe en la fábrica textil del empresario Joan Vilar Deniel, al parecer una de las muchas industrias que habían sido colectivizadas desde el principio de la guerra.

Lo anterior es lo que sus descendientes conocían. Hoy sabemos que  había sido militante de Esquerra Republicana de Catalunya, miembro de la junta directiva de la sección de oficinas del Sindicato de Empleados y Técnicos de UGT, e integrante del Comité Obrero de Control de la fábrica textil colectivizada, lo que viene a explicar la represión laboral de que fue objeto, y que –injustas ambas- se sumó a la que le aplicaron como prisionero de guerra de un Ejército –el de la República- vencido.

Jaume Cusidó Llobet y su esposa, Manuela Muñoz Fuentes, el día de su boda  >>>>>

-¿Cómo fueron y surgieron  los Gulags de León?

            Como en tantos otros lugares en los que los sublevados se impusieron desde el inicio del golpe de Estado, y en los que desde entonces solo hubo represión de todo tipo, en el territorio de la provincia de León bajo su bota necesitaron los rebeldes establecer desde bien pronto una extensa red de reclusorios en los que encerrar a los miles de personas que no les eran afectos. Los ya existentes quedaron de inmediato desbordados, y les fue preciso utilizar de nuevo otros, como el Cuartel de Santocildes, en Astorga, que ya se había usado como cárcel para los apresados leoneses de la revuelta anarquista de diciembre de 1933 y leoneses y asturianos de la socialista de 1934, y en la capital el renacentista exconvento de San Marcos.

A medida que la guerra avanzaba se fue convirtiendo la provincia en un importante centro de la retaguardia fascista, tanto de tropas reclutadas que iban y venían de los frentes, como de reclusión de presos refractarios al nuevo régimen y de prisioneros capturados o presentados –desertados- en los frentes, de modo que a la altura del verano de 1937 ya funcionaban en la provincia además de las prisiones antes existentes (la Provincial y otras 10 de Partido: Astorga, Ponferrada, Valencia de Don Juan, Sahagún, Villafranca del Bierzo, La Vecilla,…) las citadas de Santocildes y San Marcos, una y otra a la vez campos de concentración de prisioneros de guerra, reclusorios a los que se sumaban otros campos mas: los de Santa Ana, el Colegio Ponce de León, y el Hospicio, todos en la capital (con un censo de apresados sobrepasando a veces la mitad de los 30.000 habitantes de la misma), en Astorga el campo también llamado de Santa Ana (o La Pajera, añadido a las dos prisiones de la localidad para casi superar entre todos ellos en población cautiva al censo de sus 8.000 pobladores de hecho), y el instalado en Valencia de Don Juan en los talleres que se decían Casa Ponga, en el que se encerraba a unos 1.500 prisioneros, la mitad de los que habitaban la villa. No tardaron en establecerse además no menos de nueve Destacamentos Penales, en los que, sobre todo en las zonas mineras, numerosos presos penaban trabajos forzados, y parecido número de compañías de batallones de trabajadores (12 al menos) a cuyos prisioneros se imponían similares labores en la comarca de La Cabrera y otras de la provincia. Todo un auténtico “gulag”, tanto por sus dimensiones y extensión, como por las penalidades y la dureza de las represiones que en aquellos antros se perpetraban sobre tantos inocentes.

-¿Cómo terminaron los catalanes en ese lugar?

            Avanzado 1938, con las ofensivas de los alzados en los frentes de Aragon, y ya a su mitad en  los del Segre, Lérida, Balaguer, comienzan a enviarse a prisioneros de guerra capturados o “presentados” en los mismos a campos de concentración leoneses, cada vez más a medida que se van tomando en la batalla del Ebro. Muchos de estos prisioneros eran catalanes, y de ellos eran numerosos los pertenecientes a las que se llamaron “quintas del biberón” y “del chupete”, que resultaron sobre todo en el Ebro tan diezmadas. Ya en diciembre de 1938 y en enero y febrero de 1939, con la ofensiva final sobre Cataluña y la retirada de los Ejércitos republicanos hacia Francia, en la que los prisioneros pasaron de cien mil, repartidos por la amplia red de campos de concentración de la España fascista, varios de aquellos miles, y otros muchos que se repatriaron desde los “campos de arena” (y de la ignominia) franceses, acabaron recalando en los campos establecidos en León.

            A los anteriores se sumaban, desde que en abril de 1938 los facciosos toman Lérida, centenas de presos que, juzgados y condenados por consejos de guerra, son enviados a cumplir largas penas de cárcel desde aquellos territorios, y muchos otros de Levante y otros muchos lugares de la España “nacional”, en las prisiones leonesas, sobre todo en las de San Marcos de León y Santocildes de Astorga (Prisión Central ya por entonces), de las que muchos de ellos eran derivados a otras, y a Destacamentos Penales, Campamentos de Trabajo, y Colonias Penitenciarias Militarizadas de diversos lugares en los que redimían condena por el trabajo forzado y casi esclavo para diversos estamentos públicos y privados, en un ir y venir que constituyó lo que los propios penados denominaban, con no poca sorna “turismo carcelario”.

¿Cómo eran las condiciones del Gulag?; ¿y un día a día?

            Comenzaremos por decir que eran variables, dependiendo del reclusorio concreto del que se tratara. En general muy aflictivas, predominando la crueldad en el trato a los cautivos y una lastimosa situación en la que abundaban el hacinamiento, el frío, el hambre, la carencia de higiene, y toda una serie de enfermedades y dolencias, mortales a veces, derivadas de tales inhumanas condiciones, especialmente duras en encierros como el de San Marcos, que se llevó la palma en cuanto a brutalidades allí perpetradas, de las que aún hoy en tantas localidades españolas resuena triste eco.

            Hay que señalar que hubo otro lugar entre los que componían aquel triste “gulag” que fue singular excepción a aquella regla general de trato y condiciones denigrantes: el Campo de Concentración de Valencia de Don Juan, en el que la cautividad y el régimen de vida que los recluidos soportaban no fueron tan drásticos (al menos en su última etapa) merced a cierta benevolencia desplegada por el militar que estaba al mando, aunque, así y todo, el sufrimiento de los cautivos –incluido el moral- no era poco (según anotaba Jaume Cusidó el 23-04-1939 en su Diario: “…esta vida de prisionero que, aunque no estemos entre rejas, estamos separados de la restante sociedad y moralmente abatidos porque la mayoría de nosotros no creemos ser merecedores de una estancia tan larga como reclusos…”)

            Entre los extremos de uno y otro –mucho más cerca del primero- se hallaban todos los demás, como muestran algunos de los numerosos y extensos testimonios espigados entre los que dejaron parte de los muchos que los padecieron:

            “Los piojos, los golpes, las palizas, el frío,… de San Marcos, y que morían en él por las enfermedades y penurias media docena de personas cada día”. “Las noches en San Marcos eran de miedo: en todas ellas sacaban gente a fusilar. De carambola estamos vivos. En la prisión de Valencia de Don Juan llenamos la barriga con las sopas de ajo que nos dieron. Después,... otra vez a pasar hambre” (según otro testimonio). El año y medio pasado en la astorgana Prisión Central de Santocildes, y que “fue peor que la muerte”. La Prisión Provincial (“un antro de desolación en el que nos trataban como si fuésemos animales; en muchas ocasiones peor. Nos maltrataron con crueldad”, dirá una de sus presas). La “miseria común que a todos nos devoraba” en el astorgano campo de Santa Ana –La Pajera, “tan hambrientos que algunos comían crudas las berzas descuidadas de las que los labradores suministraban para el rancho de los cautivos”. Santa Ana de León, “lugar donde toda ruindad y villanía tienen cabida, a pesar de que, como muchos otros, lleva nombre de santos en la España que está luchando en una Cruzada contra los sin Dios”, con San Marcos, “antros de vileza e ignominia” en los que tantos “conocieron lo peor de la condición humana”.

<<<<<<  Prisión Militar y Campo de Concentración de Prisioneros de Guerra y Presentados de San Marcos. León

-Has escrito y colaborado con Lobo Sapiens más de una vez y si lo sigues haciendo es porque ambas partes estáis cómodos, a gusto…¿cómo es trabajar con esta editorial?

            Por lo que a mí respecta, continúa siendo del todo satisfactorio publicar en una editorial como Lobo Sapiens, modesta y de ámbito provincial, pero absolutamente comprometida y militante con dos cuestiones que entiendo de suma importancia: la recuperación de la memoria histórica de nuestro reciente pasado y su difusión, y la de la específica y particular cultura leonesa. En ambas materias el rescate y la siembra de conocimiento que desde Ediciones del Lobo Sapiens se viene realizando resulta impagable, y en una y otra sobre todo debe mucho a la editorial y a su responsable, José Antonio Martínez Reñones, la provincia de León.

-Cuentas con el “aval” desde el prólogo del historiador, investigador e hispanista Paul Preston, ¿qué nos puedes decir y qué significa esto para ti?

            Responderé con lo que figura en el apartado de la Presentación y los Agradecimientos de este libro:

            “Debo especial gratitud al egregio hispanista Profesor Sir Paul Preston por el repetido y magnánimo regalo de su prólogo, que tanto representa y significa para este modesto indagador que lo tiene por maestro de historiadores y que sigue desde antiguo toda su fecunda e imprescindible producción historiográfica”.

            Por otra parte, se trata de la segunda -de mis tres obras publicadas- que, como creo que bien dices, “avala” con su prólogo el eminente y reconocido profesor, y, aún a riesgo de pecar de inmodesto, añado que creo que contar con un prologuista de tal talla y prestigio viene a ser para el lector segura garantía de estar ante un trabajo de una calidad más que notable. Por lo demás, me limitaré a trasladar aquí lo que él apunta en el inicio del mismo:

            “Hace casi cinco años, escribí un prólogo muy elogioso del segundo volumen del libro de José Cabañas, La Bañeza 1936. La vorágine de julio. Golpe y represión en la comarca Bañezana (Los prolegómenos de la tragedia). Como comenté entonces, él es uno de los historiadores locales sin los cuales no sabríamos nada de las atrocidades cometidas en muchas provincias ni del desarrollo bélico en ellas. Él pertenece al grupo de investigadores minuciosos cuyos trabajos son imprescindibles,…”  

-Su letra era clara, resuelta, práctica, pero también bonita y un poco artística…¿crees que le delataba como persona?...no sé, ¿se podría leer sobre su caligrafía?

            Se nota en la presentación y redacción de los Diarios de Jaume Cusidó Llobet la minuciosidad inherente a su condición de contable jefe en la industria textil en la que trabajaba en Sabadell. Denota también el modo en que los redacta –y lo que cuenta- tratarse de una persona sólida, asentada (contaba 34 años; tenía esposa y un hijo; había ejercido representación sindical y política), y serena. No traslucen sus escritos extremismo ideológico alguno; al contrario, rezuman bonhomía y una estoica aceptación –cristiana, podría decirse- de la injusticia que inmerecidamente le toca padecer, acompañada de no menos fe y esperanza en que la providencia divina y la justicia humana terminarán por imponerse para hacer que cese aquella injusta situación en que se halla. Lo que, por cierto, no sucedería, pues largo e intenso, y vengativo, era el afán del nuevo régimen fascista y de quienes provechosamente lo sostenían en no dejar sin castigo ni la más pequeña de las potenciales o reales disidencias.   

Fachada actual en el vértice de los que fueron almacenes y talleres Casa Ponga, construidos en 1925. En su lateral derecho se habilitó el campo de concentración de prisioneros  >>>>>

-El proceso de documentación, investigación, estudio, análisis, reflexión…seguro que es, otra vez, ingentes, ¿verdad?.

            Ciertamente, lo ha sido. Extensas han sido tanto la documentación consultada y la investigación para localizarla, estudiarla y relacionarla, al igual que la búsqueda de fuentes y datos para contextualizar en las numerosas notas a pie de página que se incluyen los hechos y las circunstancias a las que se alude en los muchos testimonios que de padecimientos en el “gulag” leonés se recogen y en los Diarios que se muestran, que son, por cierto, dos: el del soldado republicano Jaume Cusidó, y otro que como contrapunto a aquel también se aporta, el que el soldado “nacional” Antonio Lobato Cabañas (uno de los miles de jóvenes que en los pueblos de León, como en otros muchos, fueron movilizados a la fuerza para su ejército por los rebeldes una vez que el golpe de Estado triunfa) fue llevando entre julio de 1937 y octubre de 1938 mientras combatía en primera línea en el frente del Ebro y antes en otros de Aragón. Ambos Diarios se complementan entre sí y componen un vívido y muy cercano fresco de las penalidades y tragedias de la guerra a un lado y al otro de las trincheras, y por lo que hace al de Jaume Cusidó añadiré que, redactado en catalán, realizar su traducción al castellano vino a sumar esfuerzos y labores añadidas a las ya no pequeñas ni breves precisas para armar este libro.

-Cómo te lo has hecho?, ¿cuál es tu metodología de trabajo?. .¿Cuánto tiempo te lleva un trabajo así?

            En cierto modo, el camino se va haciendo al andar. Como ya dije, trabajaba en otro asunto y una puntual reflexión me hizo cambiar de planes. A partir de este punto, se trata de ir elaborando la investigación iniciada de tal modo de la mejor manera posible, haciendo intervenir y entreverar cuantas fuentes disponibles hacen al caso, siempre tratando de ser preciso y minucioso, además de –por supuesto- riguroso, en un proceso que requiere mucho tiempo y dedicación (más si le vas dando forma en los ratos libres que te deja tu ocupación laboral; unos tres años me ha llevado dar por rematado Convulsiones…).

Embarcado en la investigación, muchas veces sobre la marcha unos descubrimientos te llevan a otros, en una labor que, sobre todo, trata de saciar tu propia curiosidad sobre el asunto, fenómeno o cuestión de que se trata, y en un camino en el que en ocasiones aclarar una duda te suscita varios nuevos interrogantes, que tratas también de ir resolviendo.    

-Eliges una estructura sobretodo práctica para ti como escritor e investigador, pero, también, muy, muy práctica para los lectores y lectoras, ¿verdad?, explícanos por favor…

            Bueno, una vez decidido y definido, y acotado espacial y temporalmente, el objeto de estudio e investigación, trato de presentar sus resultados de modo centralmente cronológico, sin olvidar contextualizar los hechos, generalmente locales, en el marco más amplio –provincial, nacional, e incluso internacional a veces- en el que al mismo tiempo están sucediendo otros que condicionan o explican aquellos. Este esquema general no es rígido, y en ocasiones, en función del tema o asunto tratado, se amplía, completa o matiza la narración en esa temporalidad del presente avanzando o retrocediendo a tiempos pasados o futuros.  

-El epistolario siempre tiene un valor más que sugerente…es como un punto y aparte, ¿verdad?...es como adentrarte en la intimidad…aunque en las cartas de los prisioneros de guerra se sabía que esa intimidad estaba en constante vigilancia…¿qué nos puedes comentar?

Así es, efectivamente. Las cartas nos permiten además atisbar las condiciones de la vida del día a día de quienes las entrecruzan, a pesar de que, como era el caso, estuvieran sometidas a una rígida censura militar, un hecho que, por cierto, podía ser aprovechado a través de su lectura por el correspondiente censor para inclinar favorablemente el ánimo de los represores hacia el cautivo destinatario de las misivas y conseguir de este modo evitar o aminorar las represalias sobre el mismo. Creo que así sucedía en algunas de las que su esposa enviaba al prisionero Jaume Cusidó, en las que incluía positivas valoraciones del nuevo régimen destinadas sin duda a que se catalogara a él y a su familia como afectos al mismo por los organismos encargados de la clasificación de los vencidos, una finalidad que desde luego no conseguiría.   

<<<<<<<  Del Expedienté militar de Antonio Lobato Cabañas

-Mientras estabas con este libro ¿has llegado a pensar en cuántos más prisioneros realizaron el mismo ejercicio o parecidos con dibujos, poemas o cualquier otra expresión…perdiéndose porque se perdieron los manuscritos….al morir ellos y no decir dónde estaban estos manuscritos….?

            Como bien dice Sir Paul Preston en el Prólogo al referirse al Diario de Jaume Cusidó (aplicable a cualquier otro documento manuscrito al hilo de los acontecimientos), “el haber sido escrito en el día a día lo dota de un valor añadido porque no hay posibilidad de que el tiempo trastoque los recuerdos”, como podría suceder con otras fuentes del conocimiento histórico como las memorias, elaboradas posteriormente a los hechos de que tratan. En relación con lo que apuntas, puedo decirte que en el libro se recogen precisamente algunos testimonios de soldados republicanos que pasados los años afirmarían en memorias u otras producciones haber llevado durante la guerra algún dietario similar, deshaciéndose del mismo, dado el riesgo que suponía que se lo hallaran en su poder, con ocasión de ser hecho prisionero por las fuerzas sublevadas. Que no sucediera así con el de Jaume Cusidó, que arrostrando el mismo grave riesgo lo conservara de manera que hoy podamos disfrutarlo como cercana y privilegiada fuente de la historia de aquel tiempo, lo hace si cabe más valioso e importante.

-Esto debe crear cierto, o mucho, desasosiego, ¿verdad? porque sabes que hay tantos silencios que desatar..que descorrer…

    Pues sí. Porque por mucho que se afirme que sobre nuestra última guerra civil y la posguerra está todo ya dicho, la realidad nos muestra que aún es mucho lo que falta por descubrir y por decir. Nos confirma este convencimiento el hecho de cómo vinimos a saber, ya en el año 2006, de otra de las fuentes de parecida singularidad y valía recogida en este mismo libro Convulsiones, el Diario del soldado “nacional” Antonio Lobato, hallado entonces por mi paisano y buen amigo Antonino González al expurgar papeles y trastos viejos destinados al fuego en la casa campesina de su abuela. Estoy convencido de que aún quedan en numerosos desvanes y trasteros de muchos viejos domicilios documentos parecidos, y de hecho de vez en cuando alguno aflora y viene a regalarnos una nueva voz que descorre y desata alguno de esos tantos silencios aludidos.

-Me da que estos libros son como interminables…cada edición si la revisas eres casi preso de ampliarla, ¿no?;¿cómo lo ves?-Vemos que habían varios campos de concentración, como Gulags, en la provincia de león, ¿todos tenía las mismas características y propósitos?

            Contestando en primer lugar a lo segundo: Lo que –creo que no desacertadamente- hemos dado en caracterizar de “gulag” en la provincia de León englobaba varios tipos de reclusorios del franquismo, prisiones, destacamentos penales, colonias penitenciarias militarizadas, campamentos de trabajo, campos de concentración, y lugares en los que se desplegaban diversas compañías de batallones de trabajadores. Todos ellos estaban destinados a contener a aquellos a quienes el nuevo régimen represaliaba con encierro o confinamiento, y perseguían, además de clasificar y separar a los desafectos en el caso de los campos de concentración, someter y ahormar de entre estos a los considerados recuperables para el sistema fascista impuesto por los alzados, aprovechando también mientras tanto para los fines bélicos y otros su fuerza de trabajo casi esclava. En cuanto a los campos de concentración franquistas, cabe decir que carecían del objetivo definido y directo de exterminio de los en ellos destinados presente en algunos del “gulag” soviético o del “stalag” nazi, lo que no significa que no se dieran en abundantes ocasiones en algunos prácticas auténticamente genocidas.

            En cuanto a lo primero, decir que siempre me cuesta mucho, y me resulta doloroso, prescindir de parte de la información y de los datos acumulados para pergeñar mis obras, en aras de que no se prolonguen indefinidamente y sobrepasen una extensión razonable. Así y todo, me cuesta también, y no poco, dar por rematado y poner fin a un libro, pues de algún modo se trata de obras “vivas” susceptibles de crecer con nuevos aportes y conocimientos que se suman. En el caso de Convulsiones…, cuya primera edición apareció a primeros del pasado julio, hemos tenido ocasión de sacar una segunda a finales de septiembre, y tanto es así lo que antes te decía, que esta ha sido revisada y ampliada con nuevos datos, parte de los cuales proceden (y esta retroalimentación me satisface especialmente) de lo que nos cuentan algunos y algunas asistentes a las presentaciones que del libro venimos realizando en diversos lugares de la geografía leonesa y más allá. Esta nueva información añadida en la segunda edición esta accesible, por cierto, desde el correspondiente enlace de mi web (www.jiminiegos36.com), y tengo que decir que sería aún ampliada con nuevos datos sobrevenidos desde entonces si llegara a existir una tercera.   

Presentación de Convulsiones en el Centre Cultural-Llibreria Blanquerna de Madrid en compañía de la profesora de la UCM Mirta Nuñez-Díaz Balart y del presidente de la ARMH Emilio Silva   >>>>>

-El día que llegó este libro a casa me preguntaron, así de entrada—una visita que vino—“¿”Oye por qué se titula “convulsiones”?”.En aquel momento no lo sabía, pero  suponía…aunque le dije que te lo preguntaría…

            Como más tarde habrás visto, me pareció muy oportuno y adecuado titular este trabajo, que no hace sino mostrar y hablar de una amplia serie de tragedias y padecimientos injustos soportados por muchas personas –del común, personas corrientes- a un lado y a otro de las trincheras –aunque fuera en muy diferente grado y modo mientras las hubo, y sobre todo cuando dejó de haberlas- de una guerra que provocaron quienes se alzaron en armas contra el legítimo gobierno, con la alusión que, teñida de estoicismo, resignación y buenos deseos, hace después de tantas calamidades sufridas el ya exprisionero de guerra Jaume Cusidó al final de su Diario, en el que retornado por fin a casa con los suyos, anota, rematándolo, el 7de mayo de 1939:   

            “Que Déu vulgui que no es repeteixen semblants coses i que il·lumini als homes perquè segueixin uns camins de pau i comprenssió per tal d’evitar aquestes convulsions que sempre acaben en tragedia………”

            (“Quiera Dios que nunca se repitan semejantes cosas, y que ilumine a los hombres para que sigan caminos de paz y comprensión que eviten estas convulsiones que siempre acaban en tragedia……”)

-Amigo, en estos momentos, ¿en qué estás trabajando?

            En la medida en que voy pudiendo, he retomado el trabajo iniciado, como ya dije, en febrero de 2014 y que aparqué más tarde para dedicarme al libro Convulsiones… He vuelto a ocuparme de la obra Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León, con la pretensión de que pueda estar ultimada antes de que acabe este año 2020 y vea la luz como el libro que con mayor detalle y extensión tratará hasta el presente de narrar el transcurso del golpe militar de julio de 1936 en una amplia relación de ciudades, villas y lugares de la provincia de León.

 

 Ourense, 22 de enero de 2020.  


PRÓLOGO

    Hace casi cinco años, escribí un prólogo muy elogioso del segundo volumen del libro de José Cabañas, La Bañeza 1936. La vorágine de julio. Golpe y represión en la comarca Bañezana (Los prolegómenos de la tragedia). Como comenté entonces, él es uno de los historiadores locales sin los cuales no sabríamos nada de las atrocidades cometidas en muchas provincias ni del desarrollo bélico en ellas. Él pertenece al grupo de investigadores minuciosos cuyos trabajos son imprescindibles, y el suyo sobre La Bañeza está en vías de ser reconocido como uno de los clásicos de la historia local de la guerra civil española. Por tanto, sus lectores llevamos tiempo esperando los restantes volúmenes de su obra maestra.

    Sin embargo, este libro que nos entrega ahora no es parte de la obra tan ansiosamente esperada sino otra que le supone un alto en el camino. Que sea así es algo que puedo entender fácilmente. Lo digo con conocimiento de causa porque, en varias ocasiones, en el largo proceso de producir libros como mi biografía de Franco, El holocausto español, mi estudio de las víctimas civiles en ambos bandos de la guerra, e incluso mi actual libro, he descubierto cosas tan interesantes que me vi incapaz de resistir la tentación de abandonar el libro que era mi obligación completar para seguir una nueva pista. De hecho, por mucho que podamos lamentar que José Cabañas haya aparcado la tercera parte de la trilogía sobre La Bañeza, nos consuela a cambio su estudio enjundioso de lo que llama el "Gulag" de León y su descubrimiento y reproducción del Diario del soldado republicano Jaume Cusidó Llobet de los últimos meses de la guerra y los primeros del franquismo, lo cual es un hallazgo de primera importancia.

    El volumen en total constituye un trabajo impresionante. Primero, saca a la luz un tema prácticamente desconocido hasta ahora: el campo de concentración de prisioneros de guerra, antesala de otros lugares de trabajo esclavo, que existió en la localidad de Coyanza, nombre que también recibe Valencia de Don Juan. Luego, añade información ingente sobre el campo de prisioneros de San Marcos, el campo de concentración de Santa Ana de León y los campos astorganos de Santocildes y La Pajera (o Santa Ana). Finalmente, revela algo que ha permanecido casi en el más absoluto silencio: los más de 290 catalanes asesinados en León.

    Las investigaciones de Cabañas, a partir del Diario de uno de los prisioneros recluidos en Coyanza –Jaume Cusidó, contable de Sabadell, cuyo hijo se lo proporcionó al investigador, nos llevan a profundizar en la materia. Él no fue el único sabadellense que pasó por el campo de Coyanza, pero sí uno de los pocos presos, que sepamos, que llevó un diario mientras estaba confinado en un campo de concentración o de trabajo, legándonos en su caso una fiel descripción de cómo era la vida en ellos, aunque por supuesto no eran todos iguales. El haber sido escrito en el día a día lo dota de un valor añadido porque no hay posibilidad de que el tiempo trastoque los recuerdos. En su Diario, Jaume Cusidó nos describe tanto las relaciones que se dan entre los presos como entre ellos y las gentes de Coyanza. Todo, a su vez, contextualizado en la traducción que Cabañas hace del dietario original en catalán.

    El libro contiene la versión castellana del Diario, y como ha sucedido con los otros libros de Cabañas, no solamente ayuda a los historiadores profesionales, de los que contadísimos conocerán las dos cuestiones del asesinato de casi 300 prisioneros catalanes en León y los varios y abundantes campos de concentración y batallones de trabajo forzado que se instalaron en la provincia leonesa, sino que también proporciona una lectura espeluznante en ocasiones para el aficionado de la historia. Sus notas y explicaciones aportan un conocimiento muy amplio para ahondar en ambos asuntos.

    Algo muy de destacar es la calidad humana que destilan estos Diarios tanto por parte de su autor como de las mujeres de Valencia de Don Juan que, con enorme generosidad, ayudaban a los prisioneros –más de mil en algunas épocas- socorriéndolos con alimentos y lavándoles la ropa. Una nota triste de un libro ya tan triste como importante, es lo que revela del efecto de cuarenta años de lavado de cerebro franquista en los descendientes de algunas de aquellas benefactoras, cuando Cabañas trata de entrevistarlos y de ponerlos en contacto con familiares de antiguos prisioneros a los que entonces solidariamente favorecieron y son ahora reacios a hablar con el investigador.

    El acierto de incluir el Diario entero de Jaume Cusidó, tanto en castellano como en catalán, añade una nota tremendamente cercana al texto, no sólo por lo que hace a sus reflexiones personales sino también por lo que muestra del temperamento paciente y sereno del autor, que nos ofrece una visión de la guerra civil muy diferente a las de rabia o agresividad que impregnan otros diarios. La inclusión, también, de las cartas que el cautivo Cusidó y su mujer se entrecruzan es otro gran acierto y amplía lo anteriormente dicho. Además, arroja luz sobre la censura que se imponía en aquel tiempo, pues su esposa vierte en ellas frases que seguramente de otra manera no habría insertado. Emociona la ternura que rezuma del texto, como sucede cuando el padre le comenta en una de las cartas a su hijo, que es un niño pequeñito, algo sobre la "mona" de Pascua que le van a obsequiar, el tradicional pastel que en Cataluña los niños y niñas reciben en aquella festividad de sus padrinos.

    No dudo que este libro abrirá nuevas puertas en una temática todavía bastante desconocida y ayudará a los investigadores a entender más y mejor el horror que fueron la prisión y campo de concentración de prisioneros de guerra de San Marcos de León y los demás de la ciudad y la provincia, y, cómo no, la guerra civil española. Otra vez, estamos en deuda con José Cabañas.

 

                                                                        Londres, noviembre de 2018.

Paul Preston*.

* Sir Paul Preston (Liverpool, Reino Unido, 1946), historiador autor de diversas obras sobre la Historia Contemporánea de España, es doctor en Historia por la Universidad de Oxford, ocupa la cátedrá Príncipe de Asturias de Historia Contemporánea española, y dirige el Centro Cañada Blanch para el Estudio de la España Contemporánea en la London School of Economics (Universidad de Londres). Junto a Ian Gibson, Helen Graham y Hugh Thomas (recientemente finado), constituye el núcleo de los hispanistas británicos de referencia para el estudio de la historia reciente española, especialmente la de la Segunda República, la Guerra Civil y la Transición. Es miembro de la Academia Británica y de la Academia Europea de Yuste, Premio Pompeu Fabra, doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona, y el más fecundo y original de los historiadores hispanistas británicos contemporáneos. Son sus obras principales: La Guerra Civil española. Reacción, revolución y venganza (1978). Franco: Caudillo de España (1993). La política de la venganza: el fascismo y el militarismo en la España del siglo XX (1997). Palomas de guerra. Cinco mujeres marcadas por el conflicto bélico (2001). La destrucción de la democracia en España (2001). Las tres Españas del 36 (2001). Juan Carlos: el Rey de un pueblo (2003). Idealistas bajo las balas. Corresponsales extranjeros en la guerra de España (2007). El gran manipulador. La mentira cotidiana de Franco (2008). El holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después (2011). La muerte de Guernica. (2012). El zorro rojo. La vida de Santiago Carrillo (2013). El final de la Guerra. La última puñalada a la República (2014). La República asediada. Hostilidad internacional y conflictos internos durante la Guerra Civil (2015).


PRESENTACIÓN Y AGRADECIMIENTOS

    Indagaba yo a lo largo de los años anteriores en torno a lo sucedido en la villa de Valencia de Don Juan (o Coyanza, que así también se nombra esta población del sur de la provincia leonesa) en los tiempos de la pasada guerra civil y la posguerra, tratando de saber sobre la manera en que en ella habían transcurrido los días del golpe militar de julio de 1936, sobre el alcance y los pormenores de la represión que a los republicanos e izquierdistas derrotados del lugar y la comarca aplicaron después los sublevados vencedores, y sobre el campo de concentración de prisioneros de guerra que durante un cierto período de aquella época se había establecido en la localidad, del que era muy poco lo que hasta entonces se conocía[1], y ya en esta labor y en esta pretensión venía contando con la impagable ayuda del amigo Fernando González Pardo, cartero jubilado, incansable y solícito recogiendo aquí y allá de unos y de otros informaciones y datos puestos gentilmente a mi disposición.

    A su esforzado y valioso trabajo de campo debo haber tenido en mayo de 2015 la oportunidad de contactar en Sabadell, por su mediación, con Montserrat Dalmau, hija de Ángel Dalmau Ruiz y nieta de Andreu Dalmau Gambut. Fueron el padre y el hijo dos de los miles de catalanes enviados a campos de concentración y otros denigrantes lugares de encierro de la provincia de León cuando la contienda declinaba y daba paso a la no menos trágica posguerra, sufriendo ellos la desdicha de haber tenido que conocer la villa coyantina desde el interior de los barracones y las alambradas del campo que aquí se dispusiera en los que eran almacenes de los Talleres Casa Ponga.

    El contacto con Montserrat Dalmau, me llevó (también por medio de Fernando González) a conocer que habían sido bastantes más los vecinos del Sabadell de entonces que padecieron infortunios parecidos (injustos e inmerecidos siempre) en el mismo aflictivo recinto desde el que se divisaba la silueta del derruido castillo, los altozanos y oteros de la cercana paramera, y los abigarrados planteles y choperas crecidos junto al Esla. Fue otro de aquellos Jaume Cusidó Llobet, y con su hijo Josep Cusidó Muñoz pude así comunicarme, y saber por él de los Diarios que su padre había ido escribiendo en aquel tiempo tanto de su militarización al ser movilizado como de su retirada a Francia formando parte del Ejército Popular de la República ante el empuje de las armas "nacionales" en su ofensiva para la toma de Cataluña, su paso por los oprobiosos campos de internamiento en las playas francesas de febrero de 1939, la repatriación y el regreso desde allí a la España de Franco por Irún, y tras una corta pero penosa estancia recluido en San Sebastián el destino como prisionero de guerra al comienzo de marzo al Campo de Concentración de Valencia de Don Juan, en el que permanecía hasta la primera semana de mayo de aquel año, cuando, liberado condicionada o provisionalmente, vuelve con los suyos a su hogar.

    Josep Cusidó me hizo entonces por medio de su hijo Jaume Cusidó Morral la inestimable deferencia y el alto honor, que mucho les agradezco, de confiarme y poner en mis manos el tesoro personal y familiar de los Diarios originales que su progenitor había escrito en catalán, y me apliqué a transcribirlos, a su traducción al castellano, y a añadirles notas que contextualizan en el tiempo y el espacio lo que al hilo de lo que le acontece el autor apunta y va narrando en ellos (muchas procedentes de las vivencias y recuerdos que otros protagonistas o partícipes en los hechos de aquel momento histórico dejaron consignados a su vez), considerando que constituyen un documento y una fuente de primer orden y de enorme valor para el conocimiento de todos aquellos avatares particulares que fueron parte entonces de señalados y decisivos acontecimientos colectivos desde el relato en primera persona de quien los vivió, importancia que se acrecienta en mucho en lo que respecta a la descripción que de su estadía como prisionero de guerra en el campo de concentración de Coyanza hace, pues viene a alumbrar en buena medida lo mucho que, como ya dije, sobre dicho campo nos era hasta ahora desconocido, por lo que creí que bien valía la pena darlos a conocer por sí mismos en la forma y en el libro que el lector tiene ahora en sus manos.

<<<<<  “A l’amic J. Cusidó. en José Riu. Valencia D. Juan. 18-4-39”. Primero de los retratos que el mismo compañero realizó a Jaume Cusidó en el Campo de Concentración establecido en Casa Ponga (Coyanza)

    No solo nos ilustra Jaume Cusidó Llobet con lo que anota en sus Diarios sobre el estado y la situación del reclusorio, las condiciones de vida que en el mismo se imponían, y los abundantes pormenores del funcionamiento y la cotidianeidad del Campo de Concentración de Prisioneros de Guerra y Presentados de Valencia de Don Juan. También lo hace sobre lo que fueron las relaciones que se establecían entre sus numerosos, forzados, y afligidos moradores (que en algunas épocas pasaban de los mil) y los vecinos y vecinas de la villa, y es justo en este aspecto en el que los apuntes de las páginas que escribe nos muestran las no pocas y variadas maneras y ocasiones en que estos manifestaban su buen trato, su desinteresada ayuda y su aprecio y miramiento con aquellos dolientes seres a los que las trágicas circunstancias de los oscuros tiempos de miedo y de privaciones de todo tipo que entonces se vivían habían convertido en desgraciadas víctimas, de tal modo que la cuidada caligrafía de sus líneas se transmuta en un bello canto al humanitarismo y a la solidaridad dispensada mayoritariamente a los galeotes que penaban en su pueblo por los desprendidos y compasivos coyantinos de la época, cuya filiación de algunos de los benefactores pudimos completar y exponer con la repetida ayuda de Fernando González y también de Lorena Domínguez González y sus parientes en la villa.

    Trasciende también de lo que el soldado republicano prisionero de guerra (en su caso, más apropiadamente "presentado" desde Francia para la repatriación) Jaume Cusidó registra y lo que describe en los Diarios la bonhomía de su autor, una persona madura (contaba 34 años de edad) y comedida, serena y asentada, cristianamente resignada ante el triste, inicuo, e inmerecido destino que se le depara mientras con entereza confía en que al final se imponga la justicia (incluso aquella justicia que tan injusta era), uno de tantos y de tantas como hubieron de sufrir en carne y alma propias, ellos y sus allegados, las ignominias y los dramas de una guerra que otros desataron.

    He añadido a los Diarios de Jaume Cusidó Llobet transcritos, traducidos y contextualizados con las notas numerosos documentos relacionados con su trayectoria vital a lo largo de aquel periodo; una muy breve reseña de la que siguió posteriormente; la transcripción de algunas de las cartas que, obligadamente en castellano, el prisionero cruza con su familia en Sabadell mientras se halla confinado en el campo coyantino; el resultado de mis indagaciones sobre tan desconocido campo de concentración como hasta ahora ha sido el que se habilitó durante los años de la guerra y el inicio de la posguerra en los Talleres Casa Ponga; más de ochenta imágenes -de época la mayoría, y las más de ellas intercaladas en el texto- que acercan hoy a nuestros ojos acontecimientos de aquel pasado y el ayer de algunos de los lugares en los que transcurrió lo que el artífice de aquellos dejó en su tinta narrado, también los que fueron entonces estaciones de viacrucis para él y para tantos; el Diario que otro soldado, movilizado en las filas que se decían nacionales, Antonio Lobato Cabañas, natural de Jiménez de Jamuz, escribió desde las primeras líneas del frente de Aragón y otros a lo largo de algunos meses de 1937 y 1938, y que traigo aquí como contraste o contrapunto a los que Jaume Cusidó, en parte en el mismo tiempo, compuso al otro lado de las trincheras; cerca de una centena de reseñas de cautivos que penaron en la Prisión de Partido de Valencia de Don Juan durante los años de la guerra y la posguerra; una extensa relación nominal (que incluye naturaleza, profesión y fecha) de los varios centenares de prisioneros de guerra catalanes inhumados en las fosas comunes del cementerio de León en el invierno y la primavera de 1939, fusilados en el campo de tiro militar de Puente Castro tras ser sacados del Campo de Concentración de San Marcos, el campo matriz de todos los demás de la provincia, o fallecidos dentro de sus muros por enfermedades y privaciones; una amplia serie de más extensas y detalladas referencias sobre algunos de aquellos y otros que, de la misma procedencia, sobrevivieron a su paso por tal campo o por los al menos otros seis que con él vinieron a constituir una especie de particular “gulag” leonés infame y vergonzante, a los que les cupo la desventura de padecer alguno de aquellos aflictivos y afrentosos recintos en los que mayoritariamente (parece que no en todos) se impuso la deshumanización y la crueldad; y un manojo de desgarrados testimonios dejados por otros prisioneros de guerra, catalanes también la mayoría, tras haber sufrido alguno o varios de aquellos campos leoneses y las innumerables y brutales violencias de todo tipo que en casi todos se estilaron, en algún caso contrapuestos a los complacientes y falseados relatos que de la vida en ellos se hacía desde los medios de comunicación del régimen que los había establecido. 

    Agregué además algunos apartados con noticias que vienen a sumar nuevos conocimientos sobre los campos de concentración de San Marcos y Santa Ana de León, y a inaugurar prácticamente los que también ahora comenzamos a tener sobre otros dos asimismo apenas conocidos y asentados en Astorga: el de Santa Ana (o de La Pajera), sobre el que dilucido definitivamente que se trató de un campo astorgano coincidente en el nombre con el radicado en la capital, diferente de aquel, y no del mismo y uno solo cuya ubicación pudieran confundir los escasos testimonios que lo situaban en Astorga, como hasta ahora se conjeturaba, y el que aparece en algunos documentos como Campo de Concentración de Astorga en el Cuartel de Santocildes, asentado en aquel inmenso recinto militar cuyas instalaciones compartían sus prisioneros de guerra con los reclusos de la Prisión que también lo habitaban, una situación de coexistencia de unos y otros en el mismo reducto similar a la que se daba en San Marcos de León hasta el inicio de 1939, y que creo que tampoco ha sido hasta el presente nítidamente esclarecida y remarcada, como no lo ha sido la dedicación oficial durante algunos años de la guerra y la posguerra de la Prisión de Partido de Astorga a Prisión de Mujeres tras dejar en aquella fecha San Marcos de encerrar presos y presas para seguir confinando solo prisioneros, que también ahora desvelo[2].           

    Con todo ello, entendiendo que tanto las penosas odiseas que se cuentan de Jaume Cusidó y los demás que dejaron testimonio de ellas como los lugares en los que transcurrieron se inscriben en un fenómeno o hecho histórico de mayor alcance y amplitud, como fue el de los varios millares de soldados republicanos catalanes, prisioneros de guerra o “presentados” (desertores o “pasados” a las fuerzas que se llamaron nacionales en los frentes o después, repatriados desde Francia), destinados desde mediados de 1938 a los campos de concentración leoneses para acabar muchos de ellos sus días en los mismos, o para que les quedara a los más afortunados supervivientes al encierro dentro de sus muros un profundo y amargo recuerdo de lo que allí padecieron que por el resto de sus vidas los acompañaría, con tales retazos de lo que viene a ser un mismo lienzo, fui componiendo este libro, que estimo pueda ser de interés no solo para quienes en Valencia de Don Juan o en Sabadell y en Cataluña pretendan saber de los diversos y desgraciados lances vividos por algunos de sus antiguos convecinos o paisanos en tiempos tan duros y difíciles, sino también para cualquiera que desee aproximarse y mirar de cerca a lo que fue nuestro reciente pasado, en el que se dieron, en medio de episodios tan bárbaramente negros y terribles como los que aquí se han recogido, fulgurantes y solidarios destellos de humanidad y de altruismo como los que también se cuentan, y que en este caso tanto bueno dicen de los coyantinos de entonces.

            Componen así los contenidos señalados las dos piezas o secciones en las que el libro se estructura. Su título, Convulsiones, remite a la referencia que a ellas y a las tragedias en que estas desembocan, y a los votos para que no se repitan, hace el ya entonces exprisionero de guerra Jaume Cusidó en el remate de sus Diarios, y lo hemos adoptado por creerlo idóneo para un trabajo como este, en el que se muestra un extenso haz de las abundantes conmociones y calamidades (personales, familiares, colectivas) que tiempos tornados en aciagos por las deplorables intervenciones contra sus propios compatriotas de algunos de quienes los habitaron, vinieron a deparar a tantos, parte de las muchas que acompañaron a aquella guerra civil que fue “la más horrenda e infausta de las convulsiones que consignó la historia”. Las fuentes utilizadas han sido las que puntual y concretamente se indican en los respectivos pasajes de la obra, además de otras, más genéricas, que se muestran en el correspondiente apartado de la misma.

            Agradezco, muy especialmente también, tanta y tan valiosa ayuda recibida de, además de los ya citados Josep y Jaume Cusidó, Fernando González y Lorena Domínguez, el paisano y amigo Antonino González González por la desinteresada cesión del Diario de su tío político Antonio Lobato hallado en la casa de su abuela, la antropóloga de raíces leonesas Lala Isla Ortiz por sus acertadas y útiles aportaciones y sus productivas asistencias desde Londres, el periodista e investigador Carlos Hernández de Miguel por su previa lectura de la obra, su valoración, y sus provechosos aportes y sugerencias, el escritor y editor José Antonio Martínez Reñones por el militante entusiasmo con el que acogió una vez más este trabajo, el historiador leonés Alejandro Valderas Alonso por su contribución en el hallazgo de testimonios de cautivos catalanes en León, Martina Cechova (q.e.p.d.) y Antonio Arnau, responsables del Centro de Documentación de la Guerra Civil Española de la Fundación Caixa Vinaròs, por sus noticias sobre vinarocenses prisioneros en nuestras tierras, los compañeros y compañeras de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) por tantas ayudas personales y por su humanitaria labor de tantos años, los gestores del Memorial Democràtic de Catalunya por su interés en esta obra y su apoyo y excelente acogida, y los encargados del Archivo Municipal de Astorga y del Museu d'Història y el Arxiu Històric de Sabadell por lo mismo y por la búsqueda de algunas imágenes de época.

            Debo especial gratitud al egregio hispanista Profesor Sir Paul Preston por el repetido y magnánimo regalo de su prólogo, que tanto representa y significa para este modesto indagador que lo tiene por maestro de historiadores y que sigue desde antiguo toda su fecunda e imprescindible producción historiográfica.

            Creo que de lo dicho queda claro cuan pequeña es mi parte en el mérito que este trabajo pueda cosechar, y lo mucho que debe a las importantes ayudas que tantos y tantas gentil y generosamente me prestaron, en primer lugar a la de los descendientes del autor de los Diarios, y no precisamente en el último al derroche de paciencia y comprensión de mi esposa Lourdes y mi hija Diana para disculparme las no pocas desatenciones familiares que su elaboración ha conllevado. Por todas ellas llégueles a todos y a todas de nuevo desde aquí mi más fervoroso agradecimiento.


[1] Todo ello formando parte del más amplio proyecto de contar detalladamente lo sucedido en la capital leonesa y en otras poblaciones provinciales (Astorga, La Bañeza, Veguellina de Órbigo, Santa María del Páramo, Valderas, Mansilla de las Mulas, Ponferrada, Villablino, Boñar, Cistierna y otras de El Bierzo y La Montaña leonesa, Sahagún de Campos, Valencia de Don Juan, y varias más) entre las fechas 18 y 31 de julio de 1936 en las que se produce el golpe de Estado contra la República y se inicia la guerra civil que durará casi tres años, y también la represión que en algunas de ellas se aplica a los vencidos durante largo tiempo desde entonces. Los resultados del mismo (en el que vengo trabajando desde febrero de 2014) serán publicados este año 2019 por Ediciones del Lobo Sapiens en el libro Cuando se rompió el mundo… El asalto a la República en León y sus tierras. Como uno de los varios Anexos de esta obra contaba en principio incluir estos Diarios del soldado republicano catalán Jaume Cusidó Llobet.

[2] Decía en el año 2004 el historiador Gabriel Cardona que “resultaría ilógico excavar una fortaleza púnica o una necrópolis fenicia y despreciar el legado histórico que guardan las trincheras de Madrid o las tumbas del Ebro”, o -añado yo- campos de concentración de prisioneros de guerra situados en nuestra provincia de los que empezamos a conocer ahora, o de los que vamos sabiendo algo más, aunque parece que esto es lo que hacen algunos responsables de nuestras instituciones provinciales y locales.

Ourense, febrero de 2019.


El libro CONVULSIONES está publicado en catalán desde el 15 de diciembre de 2020

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El contenido (648 páginas), y el Índice, de la edición del libro Convulsiones... en catalán, aparece con las siguientes variaciones:

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LOS DIARIOS DEL SOLDADO REPUBLICANO JAUME CUSIDÓ LLOBET  

                          (Transcritos y anotados por José Cabañas González).

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ANEXOS.

I y II.- Relaciones y reseñas de un millar de cautivos catalanes y levantinos en prisiones, campos de concentración, y destacamentos penales de León.

III.- Relaciones de casi un millar de cautivos en el gulag leonés con apellidos de aparente raíz catalana o levantina

IV.- Prisioneros de Vinaroz en el Campo de Concentración de Santa Ana de León.

V.- Prisioneros y presos del franquismo: Dependencias, diferencias, trayectorias, confluencias.

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Algunas de las 545 reseñas de los al menos otros tantos catalanes que padecieron el 'Gulag' leonés:

Chavarría Martinez, Joaquín.- 64 años (22-12-1874), natural de Bitem, viudo y padre de 5 hijos, labrador, sin instrucción. Apresado el 23-04-1939. Sentenciado el 20-06-1939 en Tarragona en Sumario 1.875/39 por rebelión a 20 años de reclusión menor. Ingresa en la Prisión Central de Astorga el 24-07-1939 procedente de la P. Provincial de Tarragona. En prisión atenuada desde agosto de 1940. Conmutado a 6 años de prisión menor en mayo de 1941. Libertad definitiva en abril de 1945. Miembro del Comité Revolucionario o Subconsejo Municipal, destacó por sus manifestaciones a favor de la causa marxista, diciendo que había que matar a todos los fascistas y curas, y prometiendo 100 pesetas a quien le dijera donde había un fascista escondido. Según informe del alcalde, era un significado izquierdista antes del Movimiento, observó buena conducta durante la dominación rojo-separatista, y como consejero municipal, pues aunque se cobraron algunas pesetas a los elementos de orden para sufragar las barricadas, se opusieron en todo momento a los perturbadores y asesinos forasteros que con frecuencia visitaban la localidad, consiguiendo que no se cometieran en ella desmanes ni atropellos.

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Ferré Brió, Tomás.- 26 años (24-09-1916), natural de Tarragona, soltero, mosaiquista. Juzgado en consejo de guerra con 13 más y condenado el 13-06-1939 en Tarragona en Sumario 1.791/39 por rebelión a reclusión perpetua (30 años). Ingresado en agosto de 1939 en la P. Central de Cuellar (Segovia) procedente de la P. Provincial de Tarragona. Redime pena en 1941 por aprobar el Grado Elemental de Enseñanza Religiosa. Trasladado en diciembre de 1941 a la P. Provincial de Valladolid. Conmutado a 20 años de reclusión mayor en marzo de 1943. Ingresa el 08-09-1943 en la P. Provincial de León (posiblemente en la Enfermería) procedente del Destacamento Penal de Matarrosa del Sil (León). Liberado en junio de 1944. Libertad definitiva en septiembre de 1959. Extremista, afiliado a la Juventud Comunista Ibérica, y durante el periodo rojo a la CNT y al POUM, formó parte de las turbas causantes de incendios y saqueos y destrucción de imágenes, entre ellas una existente en la Plaza de San Pedro, y dirigió insultos a las personas de orden.

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Otro par de las 450 reseñas de los otros tantos levantinos que, al menos, sufrieron el 'Gulag' de León:

Solau Martínez, Juan.- 28 años (02-02-1912), natural de Elda, casado y padre de 1 hijo, barbero. Apresado el 02-06-1939.  Condenado el 03-08-1939 en Sax en Causa 2.097/39 por adhesión a la rebelión a 30 años de reclusión. Ingresa el 18-06-1940 en la Colonia Penitenciaria del Dueso, en Santoña (Santander), procedente del Reformatorio de Adultos de Alicante. Conmutado a 20 años de reclusión mayor en enero de 1943. Indultado en julio de 1948, después de haber pasado por la P. Central de Astorga y redimir 1.086 días de condena por su trabajo en el Destacamento Penal de Orallo, en Villablino (León). Significado izquierdista y gran entusiasta de sus ideales, desde el inicio de la dominación roja se presentó al servicio del Frente Popular, primero en Elda, donde le dieron una pistola, y luego en Sax, su pueblo, interviniendo en numerosos servicios de detenciones, registros y saqueos, habiendo detenido entre otros a Antonio Uñach, Pedro Torreblanca, Francisco Bravo Mataix (condenado a 6 años de internamiento en campo de trabajo), y fue a detener a Francisco Guzmán, pero no lo halló. Marchó voluntario al frente rojo y en agosto de 1938 fue designado Comisario Político de la 2ª Compañía del Batallón de Retaguardia nº 11 que se hallaba en Murcia, yendo también a otras plazas. Se encontraba presente cuando se quemaron las imágenes y objetos sagrados de la iglesia, tomando parte en los hechos

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Guimerá Carbó, Benito.- 39 años (15-12-1900), natural de Castellfort, casado, labrador. Juzgado con 8 más y sentenciado el 07-07-1938 en Vinaroz en Sumario 421/38 por excitación a la rebelión a 6 años de prisión mayor. Ingresa en la Prisión Central de Astorga (Santocilddes) el 27-12-1939 procedente de la P. Provincial de León, a la que lo trasladaban –con 90 más– el 19-01-1939 desde la P. Central de Valdenoceda (Burgos), a la que lo habían conducido el 18-11-1938 desde la P. Provincial de Zaragoza. Trasladado con 22 penados más el 21-01-1941 al Destacamento Penal (de Trabajadores) de Santa Bárbara en Puebla de Sanabria para redimir condena trabajando en la construcción del ferrocarril Zamora-Orense. Libertad condicional en julio de 1941, y definitiva en marzo de 1944. Sindicado en la UGT en febrero de 1937, sin ocupar cargo directivo. Consecuente con su ideología de exaltado revolucionario, participó con entusiasmo en la destrucción de la iglesia vecinal, sin que la misma fuera iniciativa suya, sino ordenada por el alcalde en los primeros días del Movimiento, a lo que no ofreció resistencia de ninguna clase.


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